La flauta de Pan (Diana)

17 de Enero de 2018

El frío viento invernal azotaba las calles de la ciudad de Trípoli, en Arcadia, hacía días que unas grises nubes habían cubierto el lugar y no dejaban que el Sol iluminase el lugar, al principio había empezado como una graciosa nevada de finales de navidad, pero ahora, una verdadera ventisca azotaba las calles de la ciudad, cualquiera que saliese a estas no tenía demasiadas posibilidades de sobrevivir, así que la mayoría de la gente se refugiaba en sus hogares a la espera de que aquel mal tiempo que arreciaba contra la ciudad parase.

Aquellos días John se alojaba en un hotel de la ciudad, era un lugar modesto y austero, aparte de él no había ningún huésped más y los únicos que compartían el lugar con él eran los dos ancianos dueños del negocio y su nieto, que hacía las veces de encargado de la limpieza, recepcionista y encargado de mantenimiento, la primera vez que vio al joven, John pensó que aquella sí que era forma de explotar bien a un trabajador, aunque le habría gustado, el inglés no estaba allí de vacaciones, no, uno de sus informantes le había contado que últimamente se habían dado muchas muertes extrañas en la ciudad, ‘’muertos de miedo’’, así mencionaban los periódicos locales los incidentes, al parecer, se producía una muerte a la semana, siempre los viernes entre las 22 p.m y las 00 a.m.

Tras muchas investigaciones, John había llegado hasta el origen del problema, la Flauta del Dios griego Pan, un capullo medio fauno que según decían las leyendas era el Dios del sueño de mediodía, aunque otras hablaban de un ser cruel que disfrutaba torturando a sus víctimas usando la flauta para infundirles un pánico atroz y torturarles hasta la muerte, claro está la norma se cumplía, si un tipo con patas de cabra podía hacer algo así, probablemente lo haría. Todas sus investigaciones habían llevado al mago a Trípoli, la última ciudad en la que según las leyendas fue visto el ser, o, al menos, el lugar donde ahora estaba la ciudad. Desde aquel hotel discreto John Constantine había estado vigilando la ciudad y buscando magias residuales, pero la tormenta no le había facilitado la faena y las pocas veces que podía salir a la calle tenía que volver a los pocos minutos para resguardarse, sin embargo, a pesar de las dificultades, John había estrechado el cerco bastante.

Ahora, sentado en el salón del hotel, observaba caer la nieve en la calle mientras tomaba un café bien caliente y fumaba un cigarro en silencio, meditando, era una sala modesta, con 5 butacas, una de ellas junto a la ventana, que era donde John se sentaba, al lado tenía una mesa en la que reposaban su caja de cigarros, un medallón de Zonya (un colgante que brillaba cuando estaba cerca de una fuerte fuente de magia) y su taza de café, le dio un trago a este último mientras el fuego chisporroteaba en la chimenea de la sala, los dos ancianos reposaban en las butacas de la sala, John se relamió los labios mientras dejaba la taza y dirigiéndose a la anciana dijo:

- Delicioso señora, de verdad. –La anciana le sonrió al inglés y este volvió a sus pensamientos, había una pauta en los crímenes, todas las víctimas tenían la misma edad y habían ido al mismo instituto, un total de 18 víctimas ya, todas pertenecientes a la misma clase de secundaria, y, sorpresa, el nieto de los dueños del hotel pertenecía a esa generación, John solo tenía que esperar que el asesino acabase hiendo a por el joven y podría cazarlo, ya estaba preparado para enfrentarse al poder de la flauta y aquel día, viernes, habría una nueva víctima...El mago escudriñó con la mirada la sala, el chico de pelo lacio y graso no estaba allí, seguramente estaría masturbándose en su cuarto, sin embargo, el mago quería asegurarse...Se puso en pie y tras despedirse de los ancianos con un gesto de la cabeza, recogió sus cosas y caminó hasta la primera planta, donde estaban las habitaciones, allí estaban las de los ancianos y su nieto, cuándo estuvo delante de la puerta del chico examinó el medallón y vio que emitía un fulgor morado:

- Que capullo...Así que eras tú...- Sonrió cínicamente mientras exhalaba humo de su cigarro, sin demasiados miramientos abrió la puerta del cuarto para descubrir que su inquilino no estaba allí, el sitio estaba desordenado, como si alguien hubiese entrado en un ataque de ira y lo hubiese destrozado, en la pared había una cartulina con fotografías de muchas de las víctimas rasgadas con rotulador rojo, solo había dos o tres sin marcar, el mago se fijó en que la ventana estaba abierta, la examinó y acercó el medallón, brillaba con más intensidad...No había demasiada altura y era obvio que el joven había salido por esta, si quería encontrarle le tendría que seguir a través de la tormenta, se cerró su gabardina, se ajustó los guantes de cuero y la bufanda que llevaba aunada al cuello cerrándola alrededor de la boca y apagó el cigarro con el marco de la ventana y lo tiró por esta, luego dio un salto y salió a la calle para perseguir al joven mientras maldecía entre dientes el tiempo que hacía.

Meses y meses trabajando en Metropolis no me habian evitado pasar siempre que podia a Themyscira. Era una ciudad bonita, aunque tenia sus criminales, me gustaba trabajar ahi. Gracias a nuestra fortaleza, pudimos empezar a sobrellevar la ausencia de Superman, aunque, cada dia nos preguntabamos cuando es que volveria. Pero, ahi estaba yo, hacia un par de dias comiendo con mi madre mientras le contaba mis aventuras en uno de los grandes balcones del palacio cuando una amazona entro, respetuosamente.

-Majestad, Alteza. Hay un invitado en la sala del trono. Insiste ver a la Princesa Diana. -La amazona, la cual recordaba por ser una de las que vigilaban los pasillos del palacio se llamaba Kihina. Su piel oscura y sus brazos fuertes siempre me habian llamado la atencion desde pequeña, ahora yo era la que las defendia a ellas, y era el simbolo de admiracion de todo mi pueblo. Pero... ¿Un invitado? ¿Quien pudiese atravesar la barrera magica y llegar a la Isla, inclusive buscandome a mi?

-¿Un invitado? ¿Quien es, Kihina? -Pregunto mi madre, con duda y hasta sorpresa de tener gente no esperada en el palacio-
-Dice ser amigo de la corona, esta afuera de las puertas esperando. No parece agresivo, dice traer un mensaje que quiere darle personalmente a la Princesa.

Me levante, sonriendo y me acomode la capa rojiza real, mostrandome orgullosa.

-No se preocupe, madre. No creo que sea ningun peligro. Vamos, no es bueno tener a nuestros invitados esperando -Y cuando la reina se levanto, nos dirigimos ella, Kihina y yo hacia la sala del trono, donde al verme llegar, las amazonas abrieron la puerta.

Pude ver, en el dia soleado que habia afuera, a nuestro invitado. Un hombre bajito y envuelto en una capa que no permitia verle el cuerpo. Al entrar al salon, se quito la capa, tirandola al suelo, y levantando su cuerpo rapidamente, mostrando una considerable altura y enseñando el cayado con las serpientes moviendose magicamente. - Hermes. -Me cruce de brazos, con sorpresa. ¿Que mensaje traeria?

-Su alteza, su majestad. -El mensajero sonrio un poco, quitandose el casco de metal- Me parece un poco descortes que se haga esperar a un mensajero...
-¿Que es lo que quieres, Hermes? -Le espete, apresurandole. No es que no me gustase tener de vez en cuando a los dioses, pero eran muy impredecibles. A veces podian ser buenos, o ser malos. No lo se. Por eso eramos dioses, por esa capacidad de ser impredecibles
-Es mi hijo, Pan. Parece que tuvo un problema con su flauta... -Hermes se acerco un poco- Esta en el mundo de los mortales, y no quiero que haya problemas.
-¿Y por que no vas a detenerlo tu? -No es que me negara a ayudar, pero, me llamaba la atencion que Hermes no interviniese directamente - ¿Por que debo ir yo?
-Bueno, Diana, tu sabes que en los ultimos años los dioses no hemos tenido esa sensibilidad para resolver los problemas como tu, que has estado tanto con los mortales. -Asenti lentamente, soltando un leve suspiro.
-Supongo que no tengo otra opcion. Hoy mismo saldre, ¿a donde?
-A Grecia, por suerte. Queda cerca de aqui. Y, si vas a ir, procura estar abrigada. Poseidon esta algo enojado con los griegos y les ha mandado una tormenta. -Hermes hizo un movimiento de manos algo extraño y un papiro enrollado que mostraba un mapa me mostro la ciudad de Tripoli a detalle, pero no me ningun punto de referencia. Supuse que el mapa era la zona donde debia buscar.
-Esta bien, mensajero. Ire hoy mismo.
-Gracias, Princesa Diana. Cuando resuelvas esto, procurare darte una recompensa.

Y tal como habia entrado, se dio la vuelta, corriendo a la misma velocidad que Flash en direccion hacia el mar. Mire a mi madre a los ojos, guiñandole el derecho para que estuviera tranquila y me acerque a ella para abrazarla. Sabia que me tenia que ir, asi que no perdi mucho tiempo y tras llevarme unas cuantas frutas y una caja con varias de mis armas, me movi en mi Jet hacia Londres.

Ahi, pasaria la noche ,tomaria provisiones para mi busqueda en la ciudad de Tripoli y podria llamarle a algun compañero de la Liga para avisarle que estaria ausente de Metropolis algun tiempo, que no esperaba ser mucho. El viaje fue un poco largo, pero llegue al anochecer a los aerodromos de Inglaterra que los militares me permitian usar para guardar mi avion. Al llegar, apenas me estacione, me fui volando hacia mi casa, buscando ropa para irme mañana, aparte de aprovechar para dormir. Antes de acostarme, llame a la Atalaya para informar de mi ausencia.

Un par de dias despues.

Ropa de Diana:

Llevaba dias sin encontrar ningun resultado, durmiendo en el Jet tenia que mover constantemente para que no descubrieran que estaba en un lugar. ¿Donde demonios estaba Pan? No lo sabia, pero lo que si me habia enterado es que habian muerto varios jovenes ya, y tenia que investigar acerca de eso. ¿Que demonios pasaba en esta ciudad? El frio estaba arreciando, pero no es que precisamente me molestase.

Decidi caminar hacia un hotelucho barato, era de noche, y si Hera me lo permitiese, podria encontrar al menos una pista. El estacionamiento que era muy pequeño no tenia ningun automovil, asi que decidi subir unas escaleras a lo que parecia la recepcion. No encontre a nadie ahi, asi que me puse a buscar, hasta llegar a la sala del Hotel, donde percibi el olor a humo por la chimenea que estaba prendida. Al entrar, pude ver a dos ancianos, uno sentado en un sillon y la otra sentada en una mesedora. Habia una taza de cafe semi vacia en la mesa. El anciano se giro un poco sobre su lugar y me miro a los ojos. Yo lo salude con la mano.

-Buenas noches... Señores, ¿en estos ultimos dias han notado algo extraño? -Los ancianos se miraron entre si y negaron con la cabeza rotundamente, todo para elllos le parecia de lo mas normal.

-No, me temo. -Dijo la ancianita con un poco de calma- Ha estado esto muy calmado... Tan solo por un cliente que vino hace muy poco, esto ha estado mas vacio que la caja fuerte de la familia -Una risa tierna salio de su boca, haciendo que sonriera. El anciano me miro un poco extrañado, pero yo me limite a asentir, despedirme y desearle que tengan fortuna.

Baje las escaleras, viendo que no encontraba ninguna pista, cuando, rodeando el edificio pude ver una ventana abierta. Eso me llamo muy poco la atencion, pero lo que termino por intrigarme fue ver a un hombre con una gabardina saltando para luego empezar a correr tras una persona.

Decididi seguirlo

El aire era frío y cortante, como mil malditas agujas de hielo puro clavándose en la piel y metiéndose dentro del cuerpo para hacerle a uno temblar, aquel tiempo le recordaba a John el viejo Londres, aunque esos eran otros tiempos que no tenía ganas de recordar, no cuando perseguía a su objetivo entre una ventisca...Examinó el colgante y vio que la luz ganaba en intensidad a medida que seguía el rastro de huellas que la presa había ido dejando por la nieve, ya estaba cerca, la joya despedía un fuerte fulgor que probablemente podría distinguirse con facilidad a 30 metros.

Mientras ponía una mano en la cara, protegiéndose del viento, John escudriñó con estos entrecerrados y a lo lejos vio la figura del joven, que iba con una mochila a la espalda y un grueso abrigo de invierno, con la capucha puesta, el mago supo que se trataba de él al ver como caminaba, era una forma muy característica, Constantine guardó el objeto mágico, que aún estando en su bolsillo emitía un fuerte brillo y se ajustó la gabardina, emprendió una carrera que le costó horrores, cosa del tabaco, y cuándo llegó hasta el chico, le cogió por el hombro y le obligó a girarse, con fuerza y brusquedad:

-Así que eras tú. Mira, no voy a andarme con rod...- John dejó a medias la cháchara cuando vio la cara del joven, estaba desencajada, los ojos no miraban a ninguna parte y la boca estaba medio abierta, como si intentase gesticular algo, pero apenas se quedaba en un susurro inaudible, el mago suspiró con impaciencia, ese tonto se había dejado consumir por la magia de la flauta, seguramente su odio le había ayudado y por eso se dedicaba a matar a sus colegas de clase, así pues, las palabras no servirían mucho...El mago sujetó el hombro del chico con más fuerza y acercó su mano libre a la frente del joven, luego murmuró: - Me dirijo a la entidad que se encuentra dentro....Oye mis palabras, muéstrate! – Tras eso, la mirada del joven volvió en sí y su boca dibujó una sonrisa frívola que luego estalló en una carcajada:

-No tienes poder sobre mí, mago, ahora márchate, he de ayudar a este joven a cumplir sus deseos. – Tras eso empujó a John con fuerza, lanzándolo contra la nieve, mientras el mago caía al suelo, el tipo sacó de la mochila la flauta, era negra, de madera osca, con un tallado algo rudimentario y tenía inscripciones rúnicas, el inglés las reconoció apenas verlas, eran runas de invocación, probablemente para un demonio, así que todo eso del mito griego era una especie de cuento, todo era la broma pesada de un mago cabrón de los de antaño, mientras se levantaba y el joven se alejaba, John se retiró la nieve de la ropa y con una mirada decidida emprendió una carrera contra el chico, placándolo contra el suelo:

- Lo siento colega, esos palos que tienes ahí mal atados, me los tengo que llevar, diría que es por tu seguridad, pero esa me la suda bastante. – Rápidamente le sujeto la mano en la que retenía la flauta para intentar quitársela al joven y se subió con violencia encima de este, sobre el estomago, este ofreció resistencia, al principio tambaleándose y moviéndose de forma violenta, luego, finalmente, empezó a chillar pidiendo auxilio, aunque estaba claro que nadie iba a ayudarle ahí, o tal vez el mago se equivocase.

Pude ver, entre esos momentos de la ventisca que dejan una pequeña ventana para observar unos metros adelante, a un joven caminando con una mochila, y claro, al sujeto de la gabardina que estaba siguiendo, a una distancia prudencial para que no se diera cuenta de mi presencia. Me abrace a mi misma, tratando de quitarme el frio. No es que me molestase las bajas temperaturas, estar tiempo en la fortaleza de la soledad te hacia resistente a ello, sino el viento helado que pasa por la cara y te enfria las mejillas y te llena de nieve el cabello.

Exhale un poco de vaho, y me acerque mas rapido, cuando vi que el sujeto que estaba siguiendo hizo voltear al joven tomandole de los hombros. ¿Que estaba pasando? Me quede quieta, mirandole a lo lejos, cuando, pude distinguir que el tipo de la gabardina estaba poniendo su mano en la frente del otro. ¿Era un brujo? Demonios, tenia que esperar un momento, tenia que ver ocurrir el crimen para dar el correcto castigo.

Gracias a Hera, el joven empujo al brujo y se puso a correr. Ahi debi de seguirlo, pero un poco de nieve entro en mis ojos, quedandome unos segundos inmovil para limpiar mi vista y salir a la persecucion de ambos, intentando averiguar que era lo que pasaba. No sabia como, pero el tipo de la gabardina habia derribado ahora al muchacho, y lo estaba metiendo en una llave de sumision. Entre la ventisca, quizas se estaba quejando, pero de pronto empezo a pedir ayuda. Tenia que detenerlo, no me gustaban las personas que abusaban de los inocentes.

Me incline un poco hacia adelante, levante los talones y sali disparada como un cohete hacia el sujeto de la gabardina, derribandolo en un placaje y arrastrandolo por el suelo nevado por un par de metros, mientras le ponia el brazo sobre el cuello para que no hiciera nada, poniendo todo mi peso sobre su pecho

-Muy bien, abuson. ¿Que no te enseñaron que te metieras con alguien de tu tamañ... -De pronto mire el rostro de quien estaba sosteniendo - ¿John Constantine? ¿Que demonios haces aqui? -Afloje mi brazo para que pudiera respirar, pero le seguia deteniendo los brazos para que no se levantara.

No me percate del objeto que estaba agarrando.

John notó un fuerte golpe en el torso y al momento salió disparado, siendo arrastrado por la nieve y notando como esta le quemaba el rostro, provocándole arañazos y rozaduras que empezaron a sangrar levemente, luego una fuerte sacudida mientras el inglés lanzaba insultos a doquier y por último notó un fuerte cuerpo que se ponía sobre él, y luego un brazo que le oprimió el cuello con fuerza, aún no había reconocido a su atacante, ni siquiera se había terminado de percatar de lo que pasaba cuando la mujer dijo su nombre:

-¿John Constantine? ¿Qué demonios haces aquí? – El mago entornó los ojos y pudo reconocer el rostro que le miraba duramente, diablos, reconocería esa estúpida cara en cualquier parte, era la amazona, la salvaje guerrera despedaza villanos, una de las más poderosas de la Liga y miembro del club de haters del inglés.

La mujer le aflojó el cuello y John recogió aire rápidamente, estuvo en silencio un segundo, respirando y disfrutando del hecho de hacerlo, y entonces contestó a la mujer con una sonrisa cínica en los labios: - Ya no sabía qué hacer para llamar tu atención cariño, y he decidido abusar de jóvenes para ver si venías a darme una paliza y charlábamos. – La mujer le lanzó una mirada amenazante, indicando que no estaba la cosa para bromas, así que el mago suspiró y dijo: - La flauta de tu amigo Pan, la tiene ese friki, si no lo detenemos va a matar gente, bueno, a más de los que ya se ha cargado, le ha poseído el poder de la flauta, que, además, está maldita por el hechizo de algún mago antiguo...- Al notar que la mujer aflojaba la fuerza que le ejercía, Constantine giró en el suelo y cambió las posiciones, ahora él estaba encima de la guerrera y ella debajo, miró con sus ojos azules a los de la mujer y dijo: - Lo siento cielo, me gusta más estar arriba. – Luego se puso en pie sacudiéndose la nieve y dirigió su mirada al joven, que se había quedado quieto observando la escena, pero en el momento en que vio que el mago se ponía en pie, empezó a reír de forma estruendosa y chilló:

-¿Crees que puedes detenerme con tus trucos de salón, mago? Con esta flauta, soy prácticamente un Dios ¡Ahora sufrid la ira de los dioses! – y tras el alarde de seguridad, el chico empezó a hacer sonar la flauta, un estruendo horrible salió de esta, era como arañar una maldita pizarra, como oír los ruidos de un matadero o como ir a un concierto de Justin Bieber...Hasta la tormenta pareció volverse más letal...

Las notas, arrastradas por el viento se extendieron por la calle, con suavidad, depositándose por todas partes, por suerte, John había venido preparado para magia de ese tipo, estaba protegido con hechizos de protección durante 24 horas, los llevaba haciendo desde que había llegado a la ciudad, aunque le había costado un precio bastante alto, el inglés intentó acercarse al muchacho de la flauta, pero cuando estaba a apenas unos metros de él, un lazo le detuvo, inmovilizándole por el cuello y arrojándole al suelo, arrastrándolo por la nieve hasta los pies de la amazona, la mujer, con los ojos llenos de ira miraba la inglés mientras el joven de la flauta huía rápidamente:

- ¡Muerte a los enemigos de Themyscira! – Chilló la mujer con fuerza hacia el aire, llena de cólera: - Diablos, esto era lo que me faltaba...-Susurró el mago mientras se libraba rápidamente del lazo, que se había aflojado por suerte para él, rodó por el suelo rápidamente para apartarse de la mujer y corrió a resguardarse en un callejón maldiciendo su suerte entre dientes: - John, eres un capullo con mala suerte, alguien ahí arriba te odia. – Susurró mientras ponía la espalda contra la pared del callejón y se sacaba un cigarro para encenderlo, dio una rápida calada para intentar calmarse y pensar, no tenía ni idea de cómo le había afectado la flauta a la mujer, lo que estaba claro es que si no hacía algo para solucionarlo iba a acabar muerto.

Detestaba a este sujeto. Salvo Zatanna y Madame Xannadu, los integrantes que componen a la Liga Oscura me caian muy mal. Quizas era su actitud, o el hecho de que no podia hacer mucho para derrotarlos, estos magos eran demasiado astutos y peligrosos. El caso de Constantine era algo mas alla de simple astucia e inteligencia. Este sujeto parecia el mismo demonio encarnado, siempre con esa actitud tan irreverente, tan pragmatico, sin miramientos a las cosas. Lo detestaba, pero era mi aliado.

Y ahora, una de las cosas mas tortuosas era estar cerca de el. Apestaba a tabaco, su voz me desagradaba, su aliento era como la cola de un caballo. Lo sostuve sin hacerle mas fuerza, escuchando sus tipicas puyas, hasta que me hizo girar sobre el suelo para ponerse encima de mi. Tenia muchisima suerte de que no fuese un enemigo, porque le habria roto el brazo por hacer eso. Simplemente lo empuje hacia un lado cuando escuche que estaba buscando la flauta de Pan, y que ese muchacho la tenia. El chico le dijo algo a John, mientras yo me levantaba y me sacudia la ropa. Ni me molestaba en apurarme, solamente tenia que correr y tomaria al sujeto por el brazo y le quitaria la flauta. Pero cuando dijo que temieramos la ira de los dioses, me gire, y pude ver entre la nieve, como hizo soplar el instrumento.

El sonido producido por ese pequeño objeto fue horrible, haciendo que me tapara los oidos con las manos, soltando algunas quejas por semejante molestia. Baje la mirada, aturdida cuando termino, mirando la nieve... ¿Pero habia flechas? ¿De donde salieron esas flechas? Mire hacia arriba y veia que dejaban de caer copos de nieve, caian gotas de sangre. Todo se estaba llenando de una especie de humo negro, como si hubiese un incendio, y podia escuchar algunos quejidos de alguien. ¿Donde estaba? No pude ver a nadie mas que una sola persona, Ares. ¿Como es que fui tan tonta? John Constantine no estaba aqui, si no Ares, con sus poderes divinos cambio su forma y me hizo creer todo. Estaba bastante furiosa, mucho.

Tome mi lazo de la verdad y lo arroje al cuello de Ares, tirandolo hacia mi. El cuerpo me temblaba, estaba realmente colerica, toda esta sangre debia ser de inocentes. -¡Muerte a los enemigos de Themyscira! -Al momento que callo, me acerque, aflojando el lazo un poco, pero el dios de la guerra se escapo. Quitandose mi lazo, se fue corriendo, y yo iba a ir tras el, pisando las flechas, y sintiendo como cada gota de sangre caia sobre mis hombros. Los quejidos que escuchaban eran como puñaladas en el pecho, que solo aumentaban mi ira. Y ahi estaba el culpable.

Pude encontrar a Ares recostado en la pared de un callejon, campante, mientras tenia algo parecido a un cigarrillo en la mano. ¿Que hacia en ese lugar? No me importaba. Apenas lo vi, me incline hacia adelante y sali volando para detenerme frente a el. Lo tome del pecho y del pantalon, levantandolo arriba de mi cabeza, y luego arrojandolo hacia afuera. Vi como caia en el suelo, rodando, y yo sali disparada de regreso, antes de que el pudiera levantarse, le di una patada en el estomago, y lo levante, de nuevo, cargandolo como un muñeco al aire. Me eleve unos 5 metros, iracunda, y con mi mano derecha hice aparecer mi espada magica, recostando el filo cerca de su cuello. No lo dejaria caer, eso le daria oportunidad de escaparse, por lo que aferre mi mano izquierda a su pecho. Lo mire a los ojos, queria que viera mi ira, queria que supiera que no cometeria mas crimenes, no provocaria mas guerra. Acerque mi rostro al suyo, mirando sus ojos rojos y su cara negra.

-Ares, gran idiota, mas te vale que ruegues piedad antes de que sientas el acero cortar tu cuello - No lo iba a matar, los dioses no podiamos morir, pero si que podia hacerle mucho daño.

John estaba observando desde la pared a la mujer, a pesar de sus habilidades sobrehumanas, ahora parecía que se movía con cierta torpeza, como si no controlase demasiado bien sus movimientos, dio una calada a su cigarro distrayéndose mientras caía en la clave de todo, claro, la flauta no podía matarla, así que la había inducido a un estado de pánico, locura, alucinaciones, probablemente estaba viendo enemigos por todas partes, y lo que era peor, veía a John como a un enemigo, es decir, un enemigo peor de lo que el mago ya era para la diosa. El mago estaba ultimando su plan de salvación cuando de pronto, sin haberla visto, la mujer le levantó por encima de su cabeza, arrojándolo con su dichosa fuerza sobrehumana y haciendo que el inglés cayese de bruces al suelo y luego rodase por la nieve, notando como esta le quemaba en la cara y le hacía arañazos y rascadas:

-Mierda...-Susurró entre dientes antes de que su boca se llenase de una mezcla de su sangre y nieve en el momento en el que Diana le propinó una fuerte patada en el estomago que le hizo escupir una cantidad moderada de su sangre, eso dolía, mucho, había recibido palizas, pero ahora las cambiaría por no recibir otro golpe de la mujer...Esta le sujetó en pleno viaje al aire y se elevó con él para luego ponerle el filo de su espada en el cuello, amenazándole para que pidiese piedad mientras el mago, no podía evitar sonreír cínicamente, siempre se imaginó su final como el resultado de una cagada mística, como un error garrafal en un hechizo, no quería morir a manos de esa mujer, no iba a morir a manos de la brigada de las capas: - Demonios, no, aquí no se ha acabado mi viaje, todavía me quedan muchos antros que visitar. – Tras eso, se pasó la mano derecha enguantada por la boca, mojándose los dedos en su sangre, y rápidamente, dibujó sobre la mano de la mujer que le sujetaba un símbolo que asemejaba a una pirámide con dos franjas a los lados, luego con rapidez, sujetó la mano con las suyas y chilló un hechizo en un idioma antiguo, más antiguo que el mundo mismo, y la marca de Diana brilló con un intenso azul eléctrico, y con rapidez ese brillo se extendió rápidamente por todo el cuerpo de ella para luego disiparse.

Mientas un hilo de sangre le salía al mago de la boca miró a los ojos a la mujer, preguntándose si habría funcionado, se trataba de un antiguo hechizo de sanación que protegía a la persona de maldiciones, era la magia con la que John se había estado imbuyendo a si mismo aquellos días, la magia que le había protegido del poder de la flauta, aunque Constantine no sabía a ciencia cierta si ese hechizo era efectivo una vez uno estaba bajo los efectos de la maldición, si el mago hubiese sido alguien que perdía su tiempo en esas cosas, ahora estaría recitando una oración en lo más profundo de su ser, sin embargo, el inglés no pensaba en otra cosa que no fuese en dar una calada de algún cigarrillo, atrapar de una vez al mocoso y deshacerse de la flauta de las narices antes de que la misión se complicase, mas aún.

No suplico piedad, pero, empezo a dibujarme un signo en el brazo. ¿Que demonios le estaba pasando a Ares? Cuando estaba casi pegando mi espada a su cuello, el signo empezo a brillar y a recorrer mi cuerpo, hasta que al parecer se consumio. Al consumirse, hizo que me cegara un momento, cerrando los ojos, y al abrirlo, estaba ahi John Constantine.

-Por Hera, ¿Que es lo que he hecho? -Desapareci mi espada, recobrando la compostura. Habia estado bajo un influjo maligno, y habia lastimado innecesariamente a John. Baje al suelo rapidamente, dejando al ingles tendido en el suelo. Me arrodille junto a el, tomandole el pulso por el cuello - ¿Estas bien? Te llevare a un hospital.

Mire hacia los lados, buscando al chico que tenia la flauta, bastante molesta con el. Le quitaria ese artilugio de las manos y despues lo arrojaria muy lejos contra una pared. Este tipo de afrentas no las olvidaria tan facilmente. Despues, baje la cabeza y mire a John, levantandolo de las piernas y la espada para empezar a volar hacia adelante, un poco lento, para no agitar mas al herido. No me eleve mucho en el aire, estaba volando a metro y medio del suelo.

Nota:

Constantine notaba como las partes donde le habían golpeado le ardían, sin duda tenía unas buenas heridas, sin embargo, había prioridades, y mientras la mujer le llevaba en brazos, imagen que al inglés le resultaba bastante patética como hombre, se revolvió ligeramente, miró a Diana a los ojos y murmuró entre dientes:

-Lo siento cielo, mi seguro no cubre los accidentes en el extranjero. – Dijo en un tono sarcástico mientras sonreía y rebuscaba entre sus bolsillos, sacando un cigarro que encendió con calma y empezó a fumar, lentamente, disfrutando el humo que inundaba sus pulmones, era una sensación reconfortante, sentir que uno se mastaba a sí mismo en vez de que le matara una mujer: - Da media vuelta, ese lunático se dirige al centro de la ciudad cariño, va a una residencia de estudiantes que hay allí, es donde están sus últimas víctimas, si el chico consigue matarles, la flauta se quedará con su alma. – Tras esas palabras, dio una calada larga y soltó el humo hacia el aire, la ventisca había parado, ahora, solo había una amenazante nube gris sobre sus cabezas mientras la mujer maravilla giraba el rumbo para dirigirse a donde John le había indicado.

Al mago se le hacía insoportable la idea de ser ayudado por un miembro de la brigada de las capas, para él, aquellos tipos eran más problema que ayuda, siempre estaban molestando, es decir, el mundo ya estaba suficientemente mal sin que una panda de locos con nombres poco originales y trajes horteras se intentasen hacer con el mundo cada dos por tres, si, John lo sabía perfectamente, tal vez esa gente salvase el mundo físicamente, pero por dentro, en espíritu, lo estaban convirtiendo en un estercolero y una ciénaga, solo había que poner como ejemplo la aparición de la guerrera en la escena, es decir, si ella no hubiese aparecido, Constantine se habría ahorrado mucho sudor y sangre, nunca mejor dicho, ya habría neutralizado a ese mocoso, tendría la flauta y probablemente ya estaría dirigiéndose al aeropuerto para volver a su residencia en NY, no sin antes haberse tomado un par de copas de whisky para celebrarlo, sin embargo, ahora, se encontraba con una costilla fracturada, heridas en la cara que le escocían como el infierno y una vergüenza terrible por dentro, con un golpe fulminante a su ego.

El trayecto se le hizo corto a John, tal vez porque había estado ensimismado en sus pensamientos, tal vez porque realmente había sido rápido, el mago le indicó el lugar a la mujer y descendieron, luego, con un poco de dificultad, el mago se posó de pie en la blanda nieve, le dolía bastante el costado, debería revisárselo luego, miró a todos lados mientras terminaba de fumar su cigarrillo y finalmente lo tiraba en la nieve, entonces, ella le preguntó:

-¿Y ahora qué mago? – John meditó en silencio, lo cierto es que no esperaba aquello, el edificio era inmenso, posiblemente vivirían allí cientos de personas, no iba a ser fácil encontrar a quien buscaban...Suspiró y empezó a caminar hacia la entrada: - Supongo que tendremos que divid...- Su discursó quedo interrumpido nada más entrar junto a la mujer por la puerta, en el amplio recibidor estaban reunidos lo que parecía ser todos los residentes del edificio, tenían los ojos en blanco y miraban fijamente en la dirección donde estaban el mago y la amazona, en unas escaleras, entre ellos dos y toda esa gente, estaba el dichoso mocoso de la flauta:

-Allí están los demonios! Matadlos! Matadlos y que no quede nada de ellos! – Chilló con una estridente voz que a John le recordó a un cerdo en el matadero, entonces, todas las personas se pusieron en movimiento al unísono, con movimientos torpes, avanzando hacia Constantine y Diana, el mago suspiró y dijo:

-Enserio, no haces más que traerme problemas. – Se quejó mientras se le abalanzaban dos chicos de unos 19 años encima y el mago se zafaba de ellos fácilmente, por suerte, sus movimientos carecían de rapidez y fluidez, por desgracia, eran demasiados y John no tenía ganas de pasarse el día haciendo bailes de salón con esos zombies mientras ese crío de los huevos se reía de él, diablos, iba a darle una paliza cuando todo esto acabase.

Aun estando lastimado, con frio, siendo cargado hacia el hospital, John Constantine no dejaba de fumar. No pensaba reclamarle en estos momentos, no podia, pero me parecia bastante penoso lo que estaba haciendo. Tuve que suspirar y simplemente escuchar, sintiendome fatal por haberlo lastimado. Y aun asi, el queria cumplir con su labor, o quizas fuese rencor hacia el tipo por hacer sonar su flauta y provocar que yo le golpeara. Queria oponerme, pero sabia que eso seria una discucion en vano, y teniamos que detenerlo antes de que matara a mas jovenes. Me di una vuelta y lleve a Constantine de regreso, buscando al sujeto.

Mi vuelo fue rapido, John casi ni pesaba para lo que a veces tenia que cargar, por lo que no fue ninguna molestia para mi cargarlo. Probablemente, no le gustase que lo cargaran. A mi me gustaba que me cargaran cuando era niña y pululaba por el palacio de Themyscira... Aunque despues creci y aprendi a volar totalmente y deje de hacerlo, pero aun asi, no entendia que tenia de malo que yo lo cargara. Simplemente, me indico donde debiamos bajar. Estabamos frente a una residencia estudiantil, una larga localizacion, con el camino de piedras que llevaba a la entrada llena de nieves. Mire hacia los lados, sin encontrar nada, y cuando pude ver que John se podia mantener en pie, pregunte.

-¿Y ahora que, mago? - Cuando me respondio, empezamos a caminar hacia la entrada, pero apenas cruzamos la puerta, una congregacion de alumnos, como una orgia de almas se encontraban, con los blancos y vacios, rodeando al tipo que habia hecho sonar la flauta. Gruñi, pues el tipo dio la orden a sus seguidores que nos atacaran. Estaban lentos, y eran debiles, pero eran estudiantes, y no podia lastimarlos. Unos se acercaron a John, aunque el se podia safar de ellos. Cuando se acercaron algunos a mi, los empuje con un poco de fuerza, tirandolos al suelo sin problemas.

-¡Ya se! -Saque mi lazo de la verdad de mi cinturon, y de una agil voltereta en el aire, me coloque entre uno de los estudiantes. -¡Despierten! -Y lo amarre con el lazo antes de que reaccionara, repitiendo mi salto hacia otro lugar, de forma que gracias a sus movimientos lentos y a mi agilidad como atleta, empece a amarrarlos de a uno en uno (o por parejas) con mi lazo. Tenia como veinticinco metros para eso, y la magia del lazo permitia hacer y deshacer los nudos sin problema alguno. Lo que esperaba es que John pudiese acercarse al mago, asi yo podria encargarme de estos jovenes y no despertarian con la cabeza sangrante por una pelea contra una de las defensoras de su mundo.

John caminaba con dificultades por el terrible dolor que estaba experimentando, la costilla dolía, diablos si dolía, hacía tiempo que la mago no le propinaban una paliza así, aún a pesar de su lamentable estado, pudo ir esquivando a esos pobres diablos que eran manipulados por la flauta mientras su objetivo, el pesado de la flauta, reunía a sus últimas víctimas con el poder de la flauta y los posicionaba frente a él:

-Hoy completaré el sacrificio, acabaré con vuestras vidas y el Dios Pan me dará su poder para siempre!!!!! – Constantine no pudo evitar sonreír, pues sabía lo que iba a pasar cuándo esas personas muriesen, el muy inconsciente había sellado un trato con un demonio, y lo más probable es que ese estúpido se fuese a quedar sin alma….El mago siguió avanzando, aunque sin prisa alguna, no era de su incumbencia todo aquello, el sólo quería la dichosa flauta.

La amazona parecía hacer un buen trabajo, poco a poco, el número de enemigos se iba viendo reducido y la distancia entre ambos y el sujeto de la flauta se reducía cada vez más, John estaba ya a apenas unos metros, cuándo el tipo sacó un cuchillo de su abrigo y rebanó el cuello de los tres jóvenes, que murieron aún hechizados sin saber que les mataba. En ese momento, la flauta empezó a vibrar con fuerza y a emitir un fulgor morado mientras aquel joven estúpido se reía como si estuviese viendo un maldito monólogo:

-Temblad ante mí, ahora he ascendido, me he convertido…En….- Parecía que le costaba seguir con su discurso, todo se cuerpo se contorsionaba dando como resultado unas divertidas poses, su cara se contraía en espasmos de dolor y John no pudo evitar mostrar una mueca de fría ironía y decir: - Aquí tenemos al nuevo Dios del estreñimiento. – Tras eso, el mago terminó de recorrer la distancia que lo separaba de su contrincante y de un empujón que le costó horrores ejecutar, aprovechando que el muchacho estaba destrozado del dolor, lo derribó y le arrebató la flauta, pero ya era tarde para el muchacho.

Tras él, se formó una grieta que brillaba con un fulgor rojo, apenas de un metro de ancho y largo, de esta, surgió una terrible voz:

-Tú…El trato se ha sellado, ahora, toca pagar. – Tras eso, una mano apareció por la grieta, era putrefacta, repugnante y repulsiva, a John le recordaba un Fish and Chips en el que comió una vez, el mago observaba en silencio la escena, sin pestañear cuando la mano agarró al muchacho por la espalda y empezó a tirar de un hilo plateado que surgía de la misma, John se dio la vuelta mientras el chico chillaba, diablos, tenía que estar pasándolo mal, que a uno le arranquen el alma es de los peores dolores que existen, Constantine encendió un cigarrillo y se lo llevó a los labios mientras examinaba la flauta, era un objeto muy peligroso, se preguntaba qué habría pasado si hubiesen llegado antes que él y le dio una calada al cigarro mientras el chico continuaba chillando como un cerdo en el matadero, todas las víctimas de la flauta se habían desmayado en el suelo, así que el panorama, era bastante de locos.

Off: Aclaro que el demonio aún no se ha llevado el alma del chico.

Entre saltos y volteretas, estaba amarrando sin mucho problema a la mayor cantidad de jovenes que habia en la sala. Estaban como aletargados, pues intentaban moverse y balbuceaban tonterias mientras mi lazo los dejaba en nudos. Aprete despues, y todos quedaron juntos en una especie de rueda. Nada los haria salir, por lo que, me pude meter el resto del lazo dentro del cinturon, para asi tener las manos libres. Eran jovenes, estudiosos probablemente de una carrera que no les permitiera hacer ejercicio pues no tenian nada de musculatura. Tambien cabia la posibilidad de que fuera por culpa del encantamiento que se encontraran en tan deplorable estado, pero eso no lo sabia. Al menos esperaba que ninguno se acordase de esto... No creo que a nadie le guste que la Mujer Maravilla le amarre el cuerpo con su lazo de la verdad mientras esta bajo los influjos de un encantamiento.

Mire hacia donde estaba el tipo con la flauta, y sin ningun miramento degollo a tres jovenes. ¿Pero que demonios pasaba? Esa sangre fria para matar la detestaba, era algo horrible que no podia soportar. Casi suelto el lazo, algo aturdida ante la vision que acababa de presenciar, pero, decidida a intervenir. Corri hacia el flautista, bastante molesta, pero cuando paso frente a una puerta, uno de esos muchachos-zombie me impidio el paso, chocando conmigo. Lo tome por la camisa y lo arroje sin mucha fuerza al suelo, de forma que solo rodo en una gutural muestra de quejidos. Me lamentaba tener que agredir a ese joven que probablemente estaria muy adolorido mañana, pero era necesario para salvar sus vidas (y probablemente sus almas) de ser esclavos toda la eternidad por un dios loco.

Al poder retomar mi mirada en mi objetivo, pude ver un portal que se hizo detras del joven que se retorcia de dolor. Demonios, una invocacion. Pude ver la mano que salio tras esta, por lo que llegue rapido a donde estaba esa repugnante extremidad. Tome mi espada y la levante, cortando el brazo por la mitad, y aunque escuche una terrible queja tras el otro lado, un nuevo brazo le sustituyo, y otro salio para detenerme. Forcejeaba, pero de nuevo, otro brazo salio a agarrarme.

-¡John! ¡Haz algo para cerrar este portal! -Y girandome, pude pasar mi espada a la mano que tenia libre para empezar a hacer cortes contra esas extremidades que querian agarrar al flautista. De mi lazo ya no senti tension, probablemente, algo les hubiese pasado a todos los jovenes que habia amarrado. Di una rapida mirada, y encontre que estaban todos en el suelo inconscientes. -Por Hera... ¡Atras! ¡Fuera, demonio!

Detestaba a las criaturas que salian del Inframundo. Si tenia alguna relacion con Hades, juro que bajare y le rompere los colmillos a su Cerbero para que pida perdon por estas... atrocidades.

El rubio no pudo evitar soltar algo acerca de la madre de los superhéroes cuándo vio que aquella mujer se abalanzaba sobre el demonio como una loca, parecía que estuviese pidiendo a gritos que la matasen, pobre, se creía que aquel era un enemigo contra el que se podía pelear, algo que podías golpear, cortar, quemar o empalar, no, eso era una manifestación espectral, no tenía forma física y no podía herirles, no físicamente, pero ellos a él tampoco…El mago dio una calada mientras ella luchaba contra su incansable enemigo, sintió unas ganas terribles de marcharse, de abandonarla allí, de devolverle el favor que ella le había hecho en las costillas dejándola sola con ese monstruo, a la deriva, sabiendo que tarde o temprano su alma acabaría en el infierno, sonrió mientras exhalaba humo y dijo:

-¡Diablos! A quién pretendo engañar…Soy un caballero, no podría dejar a una dama en apuros sola…- Entonces se guardó la flauta, tiró el cigarrillo un metro por delante suyo y lo pisó cuando emprendió una marcha bastante rápida a pesar de su deplorable estado físico, caminó torpemente pero sin tregua, se puso al lado de la Mujer Maravilla y sonrió con un deje de ironía en el rostro: - Quién me iba a decir que Super Woman iba a acabar debiéndome una, cuándo esto acabe cielo, recuerda que estarás en deuda conmigo. – Luego apartó a la mujer suavemente, indicándole que se hiciera a un lado, entonces extendió su mano diestra apuntando con la palma al portal, esta brilló mientras el mago conjuraba un hechizo en un antiguo idioma, pero no parecía funcionar, pues al cabo de un minuto, Constantine bajó su mano con cara de abatimiento en el rostro.

‘’Johnny, ese demonio es del círculo interior, es demasiado poderoso para ti en este estado, no podrás expulsarlo, así que, en ese caso…’’ Constantine lanzó una mirada al chico que estaba tendido en el suelo, moribundo y desmayado…Él era la causa de todo ese embrollo, todo esto era su culpa y el mago no estaba dispuesto a sacrificar su preciada vida por la de un criajo de mierda que se había dedicado a jugar con magia…En su rostro se formó una risa frívola mientras se llevaba un cigarro a la boca y lo encendía: - Si es esto lo que quieres…- Rápidamente el mago apuntó con su mano zurda al joven y chilló: - Olaznál rop le latrop! – Y en ese momento unas cuerdas verdes salieron de la palma de la mano del mago, ataron al chico por rodillas y muñecas y lo lanzaron hacia el portal con fuerza, dejando que aquella repugnante mano de, vete a saber que horripilante demonio, cogiese el cuerpo del chico y lo arrastrase con él hacia el interior.

En ese momento, un pequeño estallido hizo desaparecer el portal, y en el cuarto se quedaron ellos dos conscientes, el mago y la amazona, demonios, parecía el principio de un chiste malo de los que John tanto contaba….Dio una calada a su cigarro y miró a Diana: - Bueno, de nada y esas cosas. – Tras eso le dedicó una sonrisa y se dirigió hacia uno de los chicos que estaban inconscientes en el suelo, le tomó el pulso y comprobó que seguía con vida, bueno, todo eso podría haber salido mucho peor…

Entre mas golpeaba, mas me frustraba el hecho de que tal como una Hidra, nada hacia mas que regenerar los brazos que cortaban y me rasguñaban al regresar. Estaba ya furiosa, dando espadazos a mansalva, cuando John Constantine por fin decidio actuar. Como me cae mal. Era un arrogante, mezquino y grosero. Ahora tenia que estar en deuda con el, pero, ¿Por que?

Me hizo a un lado, y empezo a murmurar algun tipo de oracion en un idioma que comprendia muy vagamente. El idioma de la magia. Jamas lo entendi, demasiado complicado para mi. Me cruce de brazos, mirando hacia atras de vez en cuando, hasta que vi que John empezo a mirar al chico en el suelo.

-¿Hmmm? -Alce una ceja. ¿Como que si eso era lo que queria? No pude reaccionar tan rapido, pues apenas dijo el hechizo, el joven fue amarrado por unas cuerdas que lo metieron dentro del portal. Me quede quieta, mirando aterrorizada lo que habia pasado con el joven. Posiblemente, entre las cosas mas peligrosas que me habia enfrentado era a los demonios. Siempre traian consigo algun tipo de truco, y este, sacrificio.

Tenia que acomodar mis ideas. Mientras yo estaba volviendo a la normalidad, mire a John, que tomaba el pulso de los jovenes. Corri hacia el, y le tome el brazo, haciendo que se girase hacia mi. Cuando mis ojos se juntaron con los de el, le amarre el cuerpo con el lazo, blandiendolo con mi mano derecha.

-¡¿Donde esta?! ¡¿Que demonios hiciste?! John, teniamos que arrestar a este patan, teniamos que hacer las cosas bien. Te juro que si lo mataste... -Y gruñi. Este dichoso mago habia salvado a muchas personas... pero habia matado a nuestro enemigo. O lo habia mandado al inframundo, lo cual no se que es peor. Suspire, cansada, soltandole del lazo y le quite la flauta de las manos- Demonios, Constantine. Detesto trabajar contigo.

Y tome al mago por el abdomen con cuidado, cargandolo en vuelo para salir de la sala de universitarios. Una vez fuera, me dirigi volando hacia el centro de la ciudad, buscando un hospital. Tenia que asegurarme de que al menos le mirarian esas heridas.

-Te voy a llevar al hospital. Si no quieres ir, puedo prestarte mi rayo magico en el Jet. -Luego, puse mi mano izquierda en el boton de mis comunicadores- Liga de la Justicia, aqui Wonder Woman... Manden unas ambulancias al ultimo punto donde estuve hace cinco minutos. Cambio y fuera- Corte la comunicacion, y segui volando con John.