Las mutantes nunca viene solas [Erik Lehnsherr, Fionna O´Sullivan]

[FDP: 19 de Marzo del 2018. Preferiblemente antes de mediodía]

Despuntaba la mañana, y ella ya estaba despierta. El gallo había cantado con el primer amago de rayo de sol, y eso la había hecho despegarse de las sábanas a la velocidad del rayo. Había mucho que preparar. Cuando se despertó, se vistió, preparó el desayuno y llamó a Fionna por el Walkie. La chica apenas contestó con un murmullo, y al entrar en la casa a su señal, se percató de que aún estaba mas dormida que despierta. Le sirvió un café, cargado como el de ella, y al tomárselo arrugó la nariz. Ella ya no. Había desarrollado ese gusto por lo potente en el paladar, y a ella el café le entraba como el Whisky. Fácil.

Había mucho que preparar y poco tiempo. El avión privado iba a salir por la tarde y estaba deseando tomarse sus pequeñas vacaciones al otro lado del charco. Aún no podía creérselo. Iba a llevar a su caballo a ese millonetis, y a poder ver en directo el Grand National. Tenía grandes planes para esa carrera. Se dejaría llevar por el ambiente y sin duda dejaría algo de pasta en las apuestas, pero sobre todo, tendría oportunidad de ver a algunos de los mejores campeones de todo Reino Unido, y esa era una oportunidad que no pensaba desaprovechar. Tenía un par de hembras en propiedad, a las que les hacía falta una buena monta, y no escatimaría en gastos para conseguirles un buen cubridor. Aunque siendo de tan lejos, tendría que ser por inseminación artificial. Ella era más proclive a lo natural, pero cuando ésta se pone en tu contra, no está mal echarle una mano.

Así pasó la mañana acicalando a su caballo para el gran concurso. Después de mucho meditar, decidió que se llevaría a su semental dorado también. El novato Goldglint (Fulgor dorado). Había que ir dejándose conocer, y los Saddlebreads americanos no eran muy habituales al otro lado del charco. Ya se sabe, los ricos siempre quieren lo más exclusivo, caro y extravagante, siempre y cuando no se les antoje lo que no pueden tener. Después de haber dedicado la mañana entera a sus caballos, cogió la manguera y le dio un buen repaso a toda la entrada. De vez en cuando había que humedecer la tierra. Impedía el levantamiento de polvo y le daba a todo una sensación fresca y renovada. Muy acorde a como ella se sentía, por cierto.

El rastro acababa allí. Junto con la aparición de los sonidos y los efluvios que emanaban a la legua de animales almacenados en un... rancho, a tenor por el letrero que claramente lo anunciaba. "Relinchos al Rojo". Pictórico de la América Profunda, podía decirse. No es que le molestase el tema. Después de todo, también las mutaciones habían llegado allí, como por ejemplo los hermanos Guthrie. El gen X era algo que la raza humana había desarrollado en todas las formas, tamaños y colores. E irónicamente era algo que podía unir mucho más que el color de la piel. Sobre todo porque en los mutantes, este podía ser de mil formas.

No aparentaba haber símbolos de lucha, destrucción o reparación apresurada, al menos a lo que su vista le permitía ver, y tampoco parecía estar abandonado. Eso le hizo desconfiar a Magneto, sin duda, ya que Fiona era más habitual de encontrar lugares donde esconderse... pero normalmente, no con gente. ¿Quizás se había hecho pasar por una yegua? Eso complicaría las cosas para poder localizarla sin llamar la atención... pero el pacifismo que se respiraba en el ambiente era natural, no forzado. Así que optó por hacer lo más normal : pulsar el timbre que estaba en la entrada del rancho, que sonó al instante en algún sitio indeterminado que no pudo apreciar.

Se volvió a mirar. Aún llevaba el traje con el que había ido con Charles, si bien estaba claro que ya no estaba exactamente igual de pulcro ni correcto, ya que el buscar en las ruinas de aquel edificio y posteriormente rastrearla a campo a través había mermado su limpieza. Pero seguía siendo un traje, aunque llevase la chaqueta al hombro y la camisa arremangada.

Se preguntó, mientras esperaba, si serían sus habitantes esos famosos "rednecks" que sentían aversión por ducharse. Si alguien aparecía, le preguntaría sobre si habían visto a una muchacha peliverde...

Cuando estaba acabando con uno de los laterales de la casa, escuchó como el timbre en el interior de la casa sonaba, avisando que en la parte externa de la propiedad había alguien deseando entrar. Por norma general, esa entrada solía estar abierta a clientes y visitas. Pero ese día estaba demasiado ocupada en hacer los preparativos pertinentes para su viaje como para atender visitas o citar a clientes y posibles interesados en el aspecto mercantil. La mujer depositó la manguera en el suelo, antes de acercarse al paso hacia la entrada. Pudo ver que un hombre de apariencia mayor, vestido con traje, esperando en la puerta. el ceño de la Sheriff se ciñó, apenas un segundo, contrariada de su presencia allí.

No es que fuese la primera vez que atendía a alguien así en la puerta de su rancho, pero desde luego no esperaba a nadie de semejante guisa hoy. Cuando sus brokers tenían que darle noticias, solían notificarlas por teléfono. Sólo esperaba por su bien que no se tratara de algún tipo de predicador de la calle, o algún testigo de Jehová. Precisamente ese día no tenía ni un minuto para hablar de Jesucristo. Al llegar a su altura, abrió la gran puerta de metal forjado con el logotipo sobre ella, aunque esa mañana, estaba apagado.

- Buenos días, forastero. - añadió ella, con un claro acento tejano que normalmente era así de evidente sólo en sus saludos. Le cedió el paso con un gesto de la cabeza, y tras pasar, cerraría la puerta. Nunca le había parecido cortés atender a la gente de puertas hacia afuera. - Bienvenido a "Relinchos al rojo". ¿Qué puedo hacer por usted? - le preguntó sin más, en su actitud directa de siempre.

Si necesitaba saber sus nombre, o los motivos que le llevaban allí, la propia conversación le ayudaría a descubrirlo, pero mientras tanto, si podía despacharlo con relativa rapidez, podría centrarse en asegurarse de que todo fuera sobre ruedas para el gran viaje que ahora mantenía su mente bulliciosa y por la importancia del evento que tenía entre manos.

Tras el timbre, la espera no fue muy elevada. Una muchacha de muy agradables rasgos se acercó hasta él, portando la viva estampa del Lejano Oeste ante él. Camisa de cuadros, espuelas, sombrero cowboy... y una insignia que ponía "Sheriff" claramente. Por un momento, Magneto dudó que estuviera en el mismo punto y empezó a pensar que había algun suceso extraño alrededor del rancho...

La chica le hizo entrar y cerró la puerta detrás de él, con una cortesía muy lógica. Dió un par de pasos dentro del rancho y sintió exactamente lo mismo. Vale, por raro que esto fuera, sí, seguía siendo el mismo siglo. Pues entonces, la muchacha tenía que reconocer que era altamente pintoresca... Le recordaba a esa capitana, Lee Forrester, con la que tuvo... una agradable vivencia. Pintoresca igual que cuando la vio.

- Bienvenido a "Relinchos al rojo". ¿Qué puedo hacer por usted? -

... Vale, no, no era una ilusión, hasta el acento exageradamente potente decía que era real. Lo cual lo hacía más pintoresco todavía. Pero eso no le iba a cambiar a lo que venía.

- Buenos días. Perdón por molestar, ya he supuesto que no están abiertos, pero no es un motivo de compra o venta por el que he venido. Estoy buscando a una chica, contactó conmigo hace poco diciendo que se encontraba aquí. Es una chica de pelo verde, algo bajita, un poco charlatana... - comentó tranquilamente, dando una descripción vaga de Fiona. Si no la había visto, se disculparía y tendría entonces que buscar una excusa para poder registrar el rancho a fondo... quizás incluso por la fuerza. Pero si se podía hacer sin hacerlo a lo bruto, tanto que mejor, ¿no?

La Sheriff miró al tipo de arriba a abajo. A pesar de ir trajeado y tener canas de haber vivido más de un par de guerras, era fornido y su mentón demostraba el de un hombre duro y curtido. Se le antojó como una mona vestida de seda, como hacer que en una boda el novio tenga que ir con traje en lugar de con la camisa de cuadros y los tejanos que le encantaría llevar. Su tono era agradable y bastante educado, lo cual la agradó, porque la gente tenía la mala costumbre de tomarla por una pueblerina con medio cerebro primo-hermano, y cuantos más aires se daban, más le gustaba a ella bajárselos.

Por suerte para el tipo, no era así.

Pero cuando mentó que estaba buscando a alguien, y que se trataba de la reciente adquisición para el cuidado de las cuadras, la mujer entornó levemente los ojos bajo el sombrero, cosa que la sombra del ala del mismo le impediría ver al recién llegado.

- Es una buena descripción. - dijo, sin responder realmente a la pregunta. - ¿Y puedo saber porque la busca? - preguntó sin acritud, pero sí con interés.

Después de que Fauna le contase su pasado en orfanatos, cárceles y otros sitios, prefería no pensar en el tipo de compañías que se habría agenciado. Su estancia en Arkham también le había traído un par de  indeseables con las que tenía que vérselas de vez en cuando, y nunca era agradable. Como había dicho, una cosa es que respetara la intimidad de sus trabajadores. En el momento en que alguna de esas "intimidades" ponía un pie en su rancho, ya se volvía cosa suya.

Aunque no había hablado nada al respecto de los invitados, ya que siempre había apoyado el hecho de que en el rancho todo aquel que quisiera entrar por un buen motivo era bienvenido, prefería no tener que enfrentarse a posibles problemas de esa índole tan pronto. Si el hombre venía con buena voluntad, y era en verdad un amigo de Fauna podría degustar algo de la entrañable y hogareña hospitalidad tejana. Si no, bueno... No era la primera vez que vaciaba el Saloon a patadas.

- Es una buena descripción. ¿Y puedo saber porque la busca?

Una finta repentina. No sabía si tomarselo como que la muchacha era tonta de remate, o como que estaba intentando indagar sus intenciones. Teniendo en cuenta que la respuesta era tan difusa como había sido su pregunta, tomó lo segundo... Si un desconocido pregunta a otro algo, la respuesta más sincera es un "ni idea" y volverse por donde ha venido, así que simplemente esa difusidad había convertido que Magneto tuviera un cierto interes en la chica. Una sonrisa se atrevió a asomar en la comisura de sus labios.

-Soy su mentor - dijo sin rodeos. Podía haber mencionado que también era su jefe y que era el gobernante de toda una nación, pero mejor dejar lo más espectacular, principalmente porque no había reconocido su cara, y eso ya indicaba que o no veía mucho las noticias o no estaba impresionada por tener un terrorista mutante en su puerta. Eso, o provenía de esa otra dimensión que se había catapultado hacia la propia. -Normalmente nos mantenemos en contacto a través del móvil, pero hace unos días que no me responde... - dijo con un ligero deje de preocupación, no fingido en absoluto. No era exactamente una verdad, ya que Fiona simplemente acudía a la llamada de Magneto cuando éste manipulaba el receptor que tenía Fiona en esa vieja radio, pero también era cierto que desde aquella repentina desaparición de Nueva York no pudo sino preocuparse ligeramente por ella. Sabía que era capaz de defenderse, pero a veces, sólo a veces, era una pequeña e inocente niña desvalida con una coraza protectora.

Se cambió la chaqueta de hombro y ofreció su mano derecha a la muchacha, reconociendola como una persona interesante, al menos en la mente de Magnus.

-Erik Lehnsherr, encantado - dijo con la misma sonrisa que le había arrancado la muchacha. Si eso no despertaba las alarmas de la lugareña, nada lo haría. Aunque esperaba que no lo hiciera - ahora que le parecía interesante, forzar las cosas sería una enorme molestia...

¿Su mentor, eh? Bueno era saberlo. Así si algún día Fauna le arañaba el sofá, o se hacía pis en el suelo de la cocina, ya tendría alguien a quien hacer responsable de ello. Fijó sus ojos en el rostro maduro que le hablaba, mientras le explicaba su situación. De manera que no había entrado con él. Podía ser por varias cosas, quizá en realidad su nueva moza de cuadras quería mantenerse alejada de él. Aunque si era sincera consigo misma, estaba prácticamente convencida de que la novata había sido incapaz de imaginar hasta que punto extenuaba el trabajo en "relinchos al Rojo" y que al acabar el día apenas tenía fuerza suficiente para arrastrarse hasta la cama y caer totalmente rendida de sueño.

- Estoy segura de ello. - dijo, dibujando una suave sonrisa en el rostro, de nuevo dejando una explicación suspendida.

Cuando el hombre le tendió una mano derecha, la vaquera no dudó un segundo. Con un suave movimiento de aviso, tomando buen impulso, estrechó la palma de la mano con el hombre haciendo un ruido de palmada y sacudiendo luego la mano un par de veces, en un firme agarre plagado de convicción y carácter.

No es que no hubiese oído su nombre. Desde que pasó todo aquel lío de los mundos superpuestos, o como se llamara, no paraban de llegar noticias de todas partes. Ponerse al día resultaba agotador, pero no tanto como para que el nombre del tipo no le resultara familiar. Cuando quien te hablaba era un personaje que al parecer poseía una isla llena de mutantes que estaban dispuestos a entrar en guerra, te tomas el apretón de manos como una formalidad. En función de qué canal diera las noticias, llegaba a ser desde un dirigente político con carácter delicado, hasta el cuerpo resucitado de la segunda venida de Hitler. Ella se fiaba de eso tanto como de las famosas tartas de manzana falsas.

- Rebecca Logan, un placer. - dijo con una media sonrisa, soltando su mano. - Sólo una última cosa, Señor Lehnsrrer. ¿Estoy en condición de suponer que se trata de una visita de cortesía? Porque lamentaría mucho que viniera aquí para causar problemas...- planteó sin ofensa alguna, aunque sí directa, como un balazo al corazón. Las cosas claras, y el café, bien negro.

Sin dejar del todo claro si el lamentaría lo decía por ella o por él.

Y una segunda finta. Esta no le quedaba ninguna duda : Fiona estaba allí, pero la mujer no le iba a dejar acceder a ella. Una de dos, o no se fiaba de él (cosa normal si Fiona hubiera aparecido recientemente) o algo peor. ¿Quizás había sido afectada por la colisión? No había podido verla desde entonces...

El apretón de manos fue vigoroso. Sin un ápice de miedo, sin pestañear. Segura de sí misma y vigorosa. Eso le gustaba. No había mucha gente que se quedase así... le recordó por un momento a Bryndar, el muchacho que había conocido en la Mansión X hacía una semana.

- Rebecca Logan, un placer. Sólo una última cosa, Señor Lehnsrrer. ¿Estoy en condición de suponer que se trata de una visita de cortesía? Porque lamentaría mucho que viniera aquí para causar problemas...-

La sonrisa por parte de Magneto se había hecho más amplia todavía. Había oído hablar de él y no se amilanaba por ello. O era una persona con poderes especiales, o tenía una personalidad dura como el diamante. Aunque teniendo en cuenta que la gente de campo y más la de los ranchos tenían esa reputación, en el fondo tampoco le extrañaba tanto.

-De cortesía, por supuesto. Si no hubiera sido así, digamos que en vez de llamar al timbre esas puertas habrían salido volando por los aires, yo estaría llevando un traje de combate y habría venido con mis hordas a sangre y fuego - dijo en un tono que era complicado saber si era broma o verdad- Ahora, ¿puedo ver a Fiona o es que está ocupada? No tengo inconveniente en responder preguntas si lo necesita, pero me gustaría verla si es posible - comentó, con un ligero deje de impaciencia. Las conversaciones-ajedrez eran entretenidas, pero le molestaba que ella estuviese haciendo las preguntas directas pero guardandose la información. No era un trato justo, no señor...

Ante su explicación, en el rostro de ella se amplió una sonrisa, muy lentamente, lo que la confirió un aire peligroso. La verdad es que conocía el tipo de poderes que ese tipo se gastaba. Era alguna especie de magia que le permitía controlar el metal, y había imágenes de archivo que se habían repetido hasta la saciedad en los televisores de medio mundo de él reventando puertas, o él levantando coches por el aire.

- Si se le hubiera ocurrido semejante cosa, me habría visto obligada a darle unos buenos azotes. - dijo, al tiempo que se ponía ambas manos junto a le hebilla del cinturón y elevaba una ceja. Su tono reflejó la misma duplicidad que el de él. Sin saber si era broma o no, y en caso de no serlo, si se refería a arrastrar su triste pellejo cincuentón por sus numerosos terrenos o... a otra cosa.

Cuando delató su impaciencia por ver a Fauna, ella se limitó a girarse, y su cuerpo entero le ofreció el camino de entrada con un gesto, invitándole a seguirlo hacia la casa. La vaquera no esperó a que el hombre empezara a andar, si no que se limitó a caminar con aquel contoneo de caderas que, como siempre, venía aderezado con el ritmo de campanillas que tocaban las espuelas a cada paso.

- Es posible, siempre y cuando haya acabado su trabajo. Ahora mismo está vigilando a los Longhorn. - añadió ella justo cuando llegaban al porche. Abrió la puerta y le invitó a entrar.

La sala se abría, salvo por una pequeña entrada, a un gran espacio diáfano de dos alturas. A la izquierda un pequeño descansillo daba a tres habitaciones cuya puerta estaba cerrada. El salón, con una gran chimenea, estaba totalmente plagado de motivos vaqueros. Calaveras de astados en las paredes, herraduras, armas antiguas. Todo lo que recordara medianamente al viejo oeste, estaba allí. A la derecha, se abría la isleta de la cocina, mesa por un lado, barbacoa por el otro. Ella se adentró en su casa, y como único gesto, se quitó el sombrero y lo colgó en un perchero hecho con astas de toro. Así él pudo analizar por primera vez y sin impedimento su expresión, juvenil pero cargada de carácter. Cogió uno de los walkies que había en una base, que estaba cargando, y lo accionó.

- Fauna. Fauna ¿Me recibes? - esperó respuesta. Si no la obtenía, utilizaría el botón de llamada, que dejaba oír una especie de pitido que avistaba de que se estaba intentando localizar el Walkie Talkie. En cuanto obtuviera respuesta... - ¿Fauna? Vuelve aquí como un tiro. Tenemos compañía. - le indicó sin más. No especificó si era buena, o mala noticia. La urgencia de saberlo la haría ir mas deprisa.

Luego, volvió a dejar el Walkie en la base, y se acercó a la cocina. La gente gustaba de observar la planta de abajo de la casa en todo su esplendor, y seguramente él no sería una excepción. La gente estaba ya demasiado habituada a los pisos, así que su casa llamaba la atención. Luego se acercó a la cocina y se lavó las manos con energía.

- Va a tardar un rato en bajar. ¿Café? ¿Té? ¿Whisky?- dijo entonces, arremangándose la cabeza y apoyando ambas manos en la encimera de la cocina. Tal como había dicho. Una vez aclaradas las intenciones, la hospitalidad.

- Si se le hubiera ocurrido semejante cosa, me habría visto obligada a darle unos buenos azotes. -

Magneto levantó una ceja ante tamaña acusación, entonces soltó una pequeña carcajada. Empezaba a pensar que la chica estaba loca, directamente. Loca estilo Wilson, que miraba a la muerte a la cara y le preguntaba si el ajedrez no era muy aburrido y si quería irse por ahí a tomar una chimichanga o como fuera que se llamase eso que le apasionaba a la cara. Eso, o tenía un poder inconmensurable... pero el pensamiento de lo segundo le parecía demasiado absurdo para ser verdad.

Finalmente, soltó la máscara y le invitó a pasar. Al parecer, estaba trabajando para ella. Se preguntó el motivo, pero las preguntas vendrían más tarde. Significaba que estaba bien y estaba a salvo, aunque fuera con un trabajo tan inusual como ese. También significaba que se había montado una excelente coartada para diversas situaciones sobre las catástrofes sucedidas o la destrucción masiva de aquél edificio en el que se había encontrado los restos... pero no terminaba de explicar por qué no había informado, eso sí.

El lugar parecía bastante acogedor... si te gusta toda la parafernalia del Oeste, claro. Muy poca tecnología a la vista, más bien orientado puro y duro a lo que era el mundo rural. Bueno, a cada uno lo que le tiene aprecio, sin duda... La mujer reveló su rostro, y siendo este unas facciones más jóvenes de lo esperado. Ah, eso explicaba cosas. Los impulsos de la juventud... a veces, a Magnus le gustaría volver a ser joven otra vez. Para cambiar un poco la historia...

- Fauna. Fauna ¿Me recibes? Vuelve aquí como un tiro. Tenemos compañía. -

Eso era interesante. No la había llamado Fiona, sino FAUNA, su nombre en clave. Eso significaba que con una seguridad casi absoluta, tenía conocimiento de sus poderes. Y no parecía importarle. Ah, sorprendente la simplicidad de la ruralidad... no se impresionaban con nada, aceptaban de todo... si el resto del mundo rural era como ella, conquistarlos sería una misión imposible para mucha gente.

- Va a tardar un rato en bajar. ¿Café? ¿Té? ¿Whisky?

-Un té, si no es mucha molestia - comentó casi de forma distraída, mientras se quedaba de pie (el anfitrión mandaba y no había motivos para pensar mal de ella... después de todo, era la primera reacción la que importaba, y sus hombres tenían órdenes si no respondía en 24 horas - Bonito lugar, muy acogedor. ¿Lleva viviendo toda su vida en el rancho? - preguntó de forma casual. La verdad es que tampoco le importaba mucho si lo había hecho o no, pero los orígenes de una persona revelan mucho sobre ella. Después de todo, así se podía saber si habías sido héroe, villano, dios venido del más allá o simplemente una persona que no tenía donde caerse muerta.

Ah, la tranquilidad del campo.

Era increíble lo bien que podías pasártelo retozando con otros perros, o vigilando a una manada de toros, o quizás incluso compitiendo en una carrera con algún otro caballo.

Eso era vida, y la enorme loba negra que dirigía a los otros dos perros estaba disfrutando plácidamente mientras vigilaba que la manada de animales no se le desmadrase. Había comprobado ya que si se convertía en uno de los longhorns ella misma, era capaz de redirigirlos cuando intentaban descentrarse, pero le gustaba más la tranquilidad de su forma cánida.

Con un fuerte aullido, indicó a los otros dos perros que comenzasen a redirigir a los animales de nuevo al rancho, y comenzó a trotar alegremente alrededor de la manada, asegurándose de que ninguno de los bovinos se desviase de su camino.

Y entonces...

Fauna. Fauna ¿Me recibes? Fauna soltó un alegre ladrido al otro lado del walkie. Inmediatamente después, se oyó un carraspeo proveniente de la propia peliverde Vuelve aquí como un tiro. Tenemos compañía.

Entendido, Sheriff. Estoy trayendo de vuelta a la manada, en cuanto los deje cerrados me acerco. replicó el can, antes de cortar la transmisión. El enorme, negro y majestuoso animal volvió a aullar y empezó a azuzar a los otros animales, indicándoles que se dieran prisa en volver al rancho.

Ah, sí, la alegría del campo...

Se puso manos a la obra. Quizá era un poco temprano para beber Whisky, aunque ella nunca había sido de encasillar los horarios. Cuando tenía hambre, almorzaba. Cuando quería beber, bebía. Puso una tetera de loza al fuego y luego entro a la despensa, de donde sacó algunas de sus latas de tés. Desde que Hiedra entrara en su vida, había decidido guardarlas donde no pudiera verlas, no fuera a ser que tuvieran con eso una incompatibilidad de caracteres. Tenían una visión bastante parecida del mundo, y no quería arriesgarse a provocarla con una tontería así. La clorofílica tenía mucho carácter.

- ¿Y que va a ser? ¿Negro, Rojo, Earl Grey? - dijo dejando las latas en la encimera.

Cuando hubiera escogido, cogería una de las bolsas de te vacía, echaría un par de cucharadas de la mezcla que hubiese elegido, que compraba por latas a granel, la introduciría en la taza y la atravesaría por la varilla de te.Tenía un juego muy bonito, con insectos, otros con estrellas e incluso uno con astas de toro, que su padre encargó para ella. Aunque la verdad era que, desde el descubrimiento del café, lo de las infusiones había perdido todo su encanto. Ella se sirvió una taza de café.

- ¿Quiere una galleta, o un trozo de Brownie?- preguntó, mientras le ofrecía con un gesto de la cabeza que se fueran hacia el sofá. No iba a tener al tipo de pie todo el tiempo.

Ella cogió la comida y se dirigió hacia el sofá, al tiempo que él le preguntaba. La verdad es que ese hombre parecía más interesante una vez hablabas con él que a simple vista. Después de tanto sensacionalismo lo menos que cabía esperar era que cada vez que abriera la boca cayesen sapos y culebras. Pero no.

- En ranchos si. En este no. Éste es de nueva construcción. - respondió, al tiempo que dejaba todo en la mesilla de café y se dejaba caer en el sillón, de una manera un poco drástica. El mueble crujió bajo su peso. Prácticamente se había arrojado sobre él, pero era un mueble recio. Podía con eso y mas. - Por lo que tengo entendido de usted, no es muy dado a la vida de campo, ¿verdad que no?- preguntó ella con media sonrisa, apoyándose cómodamente en el sillón ladeada, para quedar de cara a él. Apoyó el codo sobre el respaldo, y cruzó las piernas apoyando el tobillo de una sobre la rodilla de la otra, en un gesto cláramente mas cómodo que femenino. - Seamos sinceros. Tengo a un dignatario de no se qué isla perdida sentado en mi sillón de cuero. ¿Qué ha hecho Fauna como para que sea necesario presentarse aquí en persona? - preguntó, directa como un tiro en la frente. Ella era hospitalaria, pero no estúpida, y no le gustaba nada jugar a intentar sonsacar con sutilezas, salvo en algunos momentos, lo veía una pérdida de tiempo. Aunque él estaba en pleno derecho de no responder, desde luego.

Magnus se sentó mientras la muchacha ponía el té al fuego. Sabía apreciar los detalles, y era una buena anfitriona, sin duda.

-Un Earl Grey estaría bien. Y preferiría las galletas, gracias. - comentó con rapidez. Uno se sentiría como en casa si la chica seguía comportandose asi, y eso era algo muy reconfortante. ¿Era eso lo que llamaban "la hospitalidad tejana"?

Finalmente, la chica terminó con esas pequenas tareas y se puso en el sofa delante suyo. Parece que era la hora de retomar la partida de ajedrez.

- Por lo que tengo entendido de usted, no es muy dado a la vida de campo, ¿verdad que no?- preguntó ella con media sonrisa, apoyándose cómodamente en el sillón ladeada, para quedar de cara a él. Apoyó el codo sobre el respaldo, y cruzó las piernas apoyando el tobillo de una sobre la rodilla de la otra, en un gesto cláramente mas cómodo que femenino.

-Me encuentro mas comodo entre tecnología, sin duda. Pero hay algunos campos en la isla al aire abierto... con un poco de apoyo, claro. La tierra de Genosha es árida... se esforzaron duramente en dejarme el trozo de roca mas abandonado que pudieron- comentó, casi en un mohin. La cara de los dignatarios de la ONU en los sucesivos informes del aprovechamiento del lugar debieron sacarles los ojos de las órbitas.

- Seamos sinceros. Tengo a un dignatario de no se qué isla perdida sentado en mi sillón de cuero. ¿Qué ha hecho Fauna como para que sea necesario presentarse aquí en persona? - preguntó, directa como un tiro en la frente. Ella era hospitalaria, pero no estúpida, y no le gustaba nada jugar a intentar sonsacar con sutilezas, salvo en algunos momentos, lo veía una pérdida de tiempo. Aunque él estaba en pleno derecho de no responder, desde luego.

-Destruir una manzana de edificios y darse a la fuga, vengo a darle caza y ejecutarla - respondio en un tono sorprendentemente serio... para echarse a soltar una carcajada al momento despues. No, a Fiona le iba a tocar un par de azotes en el culo, pero nada grave... - Nada mas lejos de la verdad. Despues de esta... Colisión, o como se termine llamando, desapareció sin dejar rastro, y... bueno, estaba preocupado por ella. Me ha costado varios dias llegar a este lugar.

De hecho, había estado a punto de no encontrarla, por el hecho que el rastro se había esfumado en un bosquecillo cercano, como si nunca hubiera pasado por allí nadie. Sólo un golpe de suerte hizo que mirase en los alrededores y la pudiese localizar. Iba a tener que responder muchas preguntas...

No entendía su sentido del humor. Así lo demostró cuando hizo una afirmación que no sólo no venía a cuento, si no que además contradecía todo lo que habían hablado. De no ser porque le había dejado claro que sus intenciones con Fauna no eran hostiles, que bien podría haber mentido como un bellaco, le habría metido la cara en el fuego en ese mismo momento. Mentirle a una Sheriff está mal. Pero que muy mal. Luego se le rió en la cara y le dijo que tan sólo quería hablar con ella...

Definitivamente con Fauna había encontrado un filón, mas grande incluso de lo que pudiera imaginar. Si el mismo dirigente de Genosha se plantaba allí para saber de ella, qué menos que esperar que se tratara de hija bastarda suya o algo por el estilo. Tanta preocupación no podía ser normal salvo que ella fuese una fuerza de peso a su lado, y en ese caso, teniéndola junto a ella, se cubría las espaldas. Algo que le venía muy bien ahora que gente con poderes mas allá de lo que cualquiera había visto hasta entonces, incluida la venenosa Hiedra, estaba colándose a este lado del Missisispi.

- Bueno, no es que estemos en los puntos de interés turístico de Gotham precisamente. Si uno se muda a una ciudad tenebrosamente asfixiante y se va a las afueras, por algo será. - dijo ella encogiéndose de hombros, para luego meterse un pedazo de brownie en la boca.

La verdad es que tenía interés por ver qué tipo de relación traían esos dos. Él era bastante mayor, o lo parecía. Seguramente se trataba de algún royo de Padre e Hija, más que alguna cosa sexual. No veía a ese tipo como para muchos mas trotes la verdad. Aunque no habría que esperar mucho más. Pronto lo sabrían.

- ¿Y Cómo ha podido Fauna destrozar una manzana de edificios, si no es indiscreción?- preguntó como si no le alterara lo más mínimo, aunque estaba interesada en conocer los detalles. Seguramente se mostrara reticente y antes de eso, prefería ser franca. Siempre está bien saber el potencial de lo que tienes bajo tu techo. - añadió, encogiéndose levemente de hombros.

Y finalmente, el último de los longhorn se encontraba en el vallado. Fiona se sacudió el polvo de las manos y sonrió de lado, satisfecha.

Había sido un día productivo, se lo había pasado bien dirigiendo a la manada. Ahora mismo le apetecía roer un hueso, traerle un palo a Rebecca o en general hacer cualquier cosa para congraciarse con ella. Se rascó la nuca vigorosamente mientras se planteaba que probablemente se pasaba demasiado tiempo en forma de perro y estaba afectando a su buen juicio y raciocinio.

La moza de cuadras llamó primero y abrió la puerta después, aún rascándose con bastante vigor tras la oreja, entrecerrando un ojo y torciendo levemente el gesto

Ya estoy, Sheriff, ¿Para qué querías...? la pregunta se le quedó atragantada, su expresión se convirtió en una de sorpresa y se quedó parada en medio de la puerta. Tardó unos segundos en reaccionar, pero rápidamente se quedó en una postura que recordaba perfectamente a un soldado que se cuadra ante su superior, las manos a la espalda, el mentón elevado y los hombros hacia atrás.

¡E-Eric, señor! la chica carraspeó, se dio cuenta de lo que acababa de hacer involuntariamente y rápidamente abrió sus piernas, lanzando una mirada a la Sheriff, luego otra al hombre trajeado y de nuevo a la Sheriff. Carraspeó de nuevo, cambió el peso de un pie a otro Qué... agradable sorpresa. ¿Ocurre algo? La... Sheriff lo ha tratado bien, ¿verdad? porque lo último que necesitaba ahora era tener que decidir a quién de los dos debía lealtad. Defendería a Rebecca con su vida, sí, pero... ¿Contra Magneto? Después de todo, a él también lo defendería con su vida...

[OOC : Mis disculpas por el retraso]

Erik simplemente asintió con la cabeza mientras la vaquera comentaba la idoneidad de su localización. En la cercanía de Gotham City, una población aparentemente criminal en grado sumo con una especie de protector enmascarado de murcielago. ¿Qué iba a ser lo siguiente, una chica que controlase a las ardillas?

Iba a responder a la pregunta de la mujer, cuando apareció por la puerta esa muchacha que tanto había buscado. Ah, diablilla, aquí finalmente te encontrabas...

Qué... agradable sorpresa. ¿Ocurre algo? La... Sheriff lo ha tratado bien, ¿verdad?

Magneto sonrió. Parecía que había conseguido imponer respeto a la muchacha desde el primer momento. Y eso no era fácil. Tenía carisma, y seguridad.

- Perfectamente, debo decir que es una excelente anfitriona - dijo en un impropio halago de él, pero realmente lo había sido. Lo había tratado de tú a tú, y eso ya era bastante para Magnus - pero eso no es importante ahora mismo. Me alegra ver que estás en buen estado. ¿Qué te ha pasado estos días? - Los ojos de Magnus indicaban bastante, indicaban que fuese al grano, pero sin dar detalles. Después de todo, por buena persona que fuera la empresaria del rancho, no se sabía qué oídos podían estar escuchando...

La discusión se interrumpió en el momento mismo en que su nueva moza de cuadras irrumpió en la casa con la educación propia que la Sheriff le había impuesto. Pero aquello le duró poco a la chica, que puso cara de circunstancia y parecía tan estupefacta que no sabía a quién de los dos mirar primero. Se cuadró como un militar que ve a otro de los suyos, más viejo y lleno de medallas, pero tras mirarla volvió a relajar el gesto, como si no supiese bien como actuar. Algo le decía que esos dos se traían algo más que un simple rollo padre/hija, pero no tenía prisa por indagar en ese hecho. Con el tiempo es fácil de ver que de casta le viene al galgo, y cuanto más pasaran bajo su techo, seguramente más aprendería de lo que realmente se traían esos dos entre manos.

El hecho de que preguntara sobre su cortesía hizo que la Sheriff enarcara una ceja incrédula. ¿Cuándo había tratado ella mal a un invitado? ¡Por el ala de todos sus sombreros que aquello no había pasado jamás! Claro que teniendo en cuenta algunas de las cosas que habían sucedido en ese rancho, y visto desde ojos ajenos, quizá pudiera decirse que no siempre se deshacía en cortesías con todos sus "huéspedes". Aunque claramente, ella no los consideraba como tal cuando entraban en sus tierras. Si hubiera tenido que referirse a ellos de alguna manera, los habría llamado ganado.

Por toda respuesta a las palabras del hombre, le ofreció una media sonrisa decidida, y un asentimiento fuerte y resuelto. Cuando el hombre comenzó una conversación con ella, la Sheriff posó una mano sobre su hombro, cruzada sobre el pecho, y se crujió el cuello.

- Bueno, mientras estáis de cháchara voy a encargarme de un par de cosas. Me llevo el Walkie. Vuelvo enseguida. - dijo dirigiendo una mirada a Fauna, mitad confianza, mitad advertencia.

Ella tenía asuntos de los que ocuparse. Marchaba al Grand National en pocas horas y había muchos detalles que ultimar, pero tampoco se le escapaba el hecho de que ese tipo estaba bajo su techo, y que según él aquella chiquilla había derribado un bloque entero de edificios. Iba a dar un voto de confianza a la muchacha, pero que no se equivocara. No pensaba tolerar tonterías bajo su techo. Ese sitio era sagrado, así que más le valía obrar de manera que la Sheriff no tuviera que lamentarse de haberse fiado y se viera obligada a tomar represalias, porque entonces no iba a importar si el tipo que tenía en el salón era un dirigente de una isla o el mismísimo papa. No pensaba hacer distinción alguna a la hora de castigar, como no la hacía nunca.

Su figura se perdió escaleras arriba, rumbo al despacho, donde echaría un vistazo a los papeles, así como al contrato de compraventa del animal que pensaba llevarse hasta allí. No quería dejar nada al azar y pensaba comprobar hasta la última línea. Aquel sería un momento decisivo, y no quería dejar nada al azar. Tenía una reputación que mantener. Al fin y al cabo, de los detalles dependen los negocios, y su fama no había caído del cielo.

[FDP: Rebecca sale del post durante dos o tres turnos, para que habléis tranquilamente, pero luego volverá, así que aprovechad bien el tiempo]

Perfectamente, debo decir que es una excelente anfitriona. Pero eso no es importante ahora mismo. Me alegra ver que estás en buen estado. ¿Qué te ha pasado estos días?

La rubia suspiró aliviada, dejando caer los hombros hacia adelante. No quería tener que encontrarse con alguna lealtad dividida justo ahora, y no tenía nada seguro de qué haría en caso de tener que elegir entre su mentor y su protectora. Sin embargo, tenía que dar explicaciones, y no andaba muy segura de cómo empezar. Afortunadamente, Rebecca decidió marcharse, dejándolos solos.

Con movimientos mecánicos, la mutante se sentó en uno de los sillones y suspiró

Tuve un encontronazo con... algo. En la pelea volé el piso franco, le tiré una granada a la cara y juro que le quemé la entrepierna con una de fósforo. Y esa cosa seguía en pie... negó con la cabeza, antes de suspirar de nuevo Consiguió reducirme. Jamás algo me ha dado tanto miedo, es como... como si ese tipo fuera un depredador de todos los animales, sin excepción, ¿sabe?El caso es que el tipo me perdonó la vida, pero me teletransportó a Genosha para hacer turismo se rascó la cabeza, no tenía ni idea de cómo explicarlo

Le llevé a los sitios turísticos, por supuesto, y parece que se sintió satisfecho. Después me devolvió a Nueva York y me vine aquí para mantener un perfil bajo: para empezar, nadie de Shield conoce Gotham y para continuar, podía hacer algo de reconocimiento de paso. Entonces me colé en el rancho como una yegua más, la Sheriff me pilló y... bueno, el resto es historia. Resulta que tiene una gran mano para los animales, y al final me ha contratado como moza de cuadras. Y como perra pastora se rascó la cabeza, algo avergonzada

El caso es que el bicho ese sigue suelto, y es peligroso. Se hace llamar Sloan, aunque también se definió como el Devorador... y a juzgar por lo que come, le viene que ni pintado el mote. Esa cosa puede teletransportarse, se regenera y se transforma. Es un peligro potencial para Genosha como esté de malas... o un aliado poderoso, si nos lo ganamos.