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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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 La union hace la fuerza (Nicrom)

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Max Eisenhardt
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Max Eisenhardt


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MensajeTema: La union hace la fuerza (Nicrom)   La union hace la fuerza (Nicrom) Icon_minitime22nd Octubre 2024, 19:53

La lluvia caía en torrentes sobre las calles de Gotham, cada gota golpeando con violencia las ventanas del pequeño piso franco, en aquella ciudad maldita no se limpiaba el aire por mucho que lloviera, siempre olía a miedo y desesperación. Los destellos ocasionales de los relámpagos iluminaban brevemente la habitación, proyectando sombras largas y angulosas en las paredes. Dentro del modesto apartamento, Max Eisenhardt estaba sentado tranquilamente en el único sillón que ocupaba el reducido espacio mientras bebía de una taza desportillada.

Apenas había luz en la sala, solo el resplandor tenue de una lámpara de pie que creaba un halo cálido alrededor del mutante. Su porte era imponente, incluso en la quietud de aquel instante, mientras sus ojos plateados observaban el exterior con una mezcla de calma y severidad que le caracterizaba. Entre sus manos, una pequeña taza de café humeaba, y el aroma denso del espresso recién preparado impregnaba el aire. Magneto tomó un sorbo, disfrutando de su sabor concentrado, permitiéndose un pequeño momento de placer en medio de una misión que requería toda su atención.

El café era fuerte, como a él le gustaba. Despreciaba el líquido aguado que, casi siempre, se servía en las cafeterías estadounidenses, una parodia de lo que debería ser una bebida de verdad pero que servía de metáfora para describir aquel país. Era una pequeña indulgencia que le recordaba su tiempo en Europa, y un lujo que pocas veces se permitía en sus constantes movimientos de guerra y estrategia. Gotham, con su ambiente lúgubre y decadente, no era un lugar que lo impresionara demasiado, pero sabía que sus habitantes eran peligrosos, tanto los metahumanos como aquellos sin poderes. La ciudad tenía su propio orden de caos, y, seguramente por eso, Nicrom había elegido este lugar para refugiarse.

Nicrom. Su nombre resonaba en su mente mientras saboreaba otro sorbo de café. Era una metahumana interesante, joven pero prometedora. Sus habilidades de tecnoempatía, la capacidad de comunicarse y controlar la tecnología a su alrededor, la hacían especialmente valiosa. Y su armadura… una obra maestra de ingeniería moderna. Si bien no era tan potente como la de otros tecnólogos como Tony Stark, tenía su propia elegancia y funcionalidad. Para Magneto, sin embargo, no era la armadura lo que realmente importaba. Era la mente de Nicrom, su potencial sin explotar, lo que él estaba decidido a reclutar para las fuerzas de Genosha.

Genosha. El simple pensamiento de esa palabra activaba una chispa de orgullo y determinación en su pecho. Su visión de un santuario para los mutantes, un lugar donde pudieran vivir libres de la opresión humana, aún estaba en juego. Y para esa visión, necesitaba aliados. Nicrom, con su singular habilidad, sería un recurso muy valioso, tanto en el campo de batalla como en la construcción de la nación que Magneto soñaba. Un baluarte en el que su pueblo pudiera al fin vivir en paz.

La armadura de Nicrom estaba cerca, podía sentirla bajo el suelo, estaba ahí desde el principio, pero ahora se permitió explorarla mientras esperaba pacientemente. El metal que la formaba, aunque no era visible en el sentido estricto de la palabra, resonaba con su magnetismo para él. Sentía cada placa, cada cable y cada minúsculo engranaje de la armadura de combate. Era un gran trabajo de ingeniería aunque quizás en Genosha se le pudieran hacer algunas mejoras interesantes. Su mente divagaba como siempre hacía cuando estaba esperando, pasando de un tema a otro rápidamente.

Sus pensamientos se detuvieron de golpe cuando sintió algo. Un sutil tirón, una ligera vibración en los campos magnéticos que le rodeaban, imperceptible para cualquier otro, pero tan clara como una sirena para él. Alguien se acercaba a la puerta, la siguió mentalmente a medida que se aproximaba por el pasillo exterior del edificio. No necesitaba verla para saber que estaba a apenas unos pasos de distancia, acercándose a la puerta de entrada mientras sacaba las llaves para abrir la puerta. La calma habitual de Magneto no se alteró, pero sus ojos se afinaron con expectación mientras tomaba otro sorbo de café.

Permaneció sentado, inmutable, sabiendo que no había necesidad de levantarse. Nicrom ya estaba aquí, y pronto entrarían en esa conversación que él había planeado con precisión. No era del tipo que dejaba cabos sueltos. Las personas, para él, eran piezas en un tablero, y aunque les respetaba por su individualidad, no dejaba de ver cómo encajaban en su gran esquema. Nicrom sería una pieza importante si lograba convencerla. Los metahumanos de este tipo no abundaban, y aquellos con ambiciones alineadas a su causa, aún menos. Debía convencerla de que eligiera el bando correcto en la lucha que se avecinaba, sería una pena tener que destruirla si se alineaba con Luthor.

Los pasos de Nicrom se detuvieron frente a la puerta, y Magneto escuchó el ligero clic de la cerradura. La puerta se abrió con un suave chirrido, y en el umbral apareció Nicrom, empapada por la tormenta, con un abrigo largo y oscuro que goteaba agua en el suelo. La luz tenue de la sala proyectó su sombra sobre el piso, mientras Magneto, sin apartar la vista de ella, dejó reposar la taza de café sobre la pequeña mesa a su lado. La quietud en su mirada era lo único que transmitía que había estado esperando. Max no necesitaba palabras para establecer su autoridad. Cada gesto, cada respiración, era una muda declaración de su poder y su propósito. La lluvia continuaba golpeando las ventanas, pero en ese pequeño piso franco, se estaba gestando algo mucho más grande que una simple tormenta.

- Buenas noches Nicrom, no eres una mujer fácil de encontrar. Pasa por favor, espero que no te moleste pero me he tomado la libertad de prepararte un café. Estoy seguro de que con este tiempo te sentará bien.

Una pequeña muestra de su poder acompañó a sus palabras, solo para dejar completamente claro quien era el hombre que se encontraba allí sentado. El mutante extendió una mano hacia la cocina y desde allí llegó una taza con café recién servido, acompañado de un viejo azucarero y una botella de leche. El vidrio de la botella no contenía suficiente metal como para actuar sobre ella, pero el tapón era una cuestión diferente, así que el ejercicio fue muy simple. Si la armadura no hubiera estado escondida allí mismo quizá Magneto hubiera tomado un enfoque más sutil, por si Nicrom decidía huir, pero dudaba que se marchase de allí sin su armadura y sin el arsenal que guardaba en el piso.

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MensajeTema: Re: La union hace la fuerza (Nicrom)   La union hace la fuerza (Nicrom) Icon_minitime23rd Octubre 2024, 11:59

Era uno de esos días realmente malos en Gotham. De los que la depresiva naturaleza de la ciudad te pesaba en los hombros, empujándote al suelo con el repiqueteo de la lluvia.

Y mi estado de ánimo no era precisamente de los buenos, claro. Había vuelto hacía nada desde mis "vacaciones forzadas" en Nueva York, retirándome al único sitio en el que podía sentirme realmente segura: mi piso franco, o guarida, en la Vieja Gotham.

Me encantaba la ironía de tener un piso franco a dos manzanas de la central de policía, y sabía que al comisario Gordon le daría un aneurisma si se enteraba que tenía una super villana a apenas unas calles, pero precisamente por eso había escogido el edificio. Eso, y que era un bajo bastante barato, en una zona muy tranquila (porque, por mucho que fuera la ciudad del crimen, a nadie se le ocurría liarla cerca de la comisaría).

Además, por mucho que fuera una "supervillana", no era ni una décima parte lo problemático que podía ser cualquier criminal de Gotham, sobre todo si eran de los de la variedad que llevaba mallitas o se pintaba la cara cual pirado fugado del circo.

Suspiré al entrar en el portal, echándome la capucha hacia atrás, y lanzando una mirada al espejo de éste, donde una muchacha paliducha, de ojos marrones y pelo castaño me devolvió la mirada. Nunca me terminaba de acostumbrar a mi reflejo cuando me teñía o maquillaba para que no me reconociesen, pero era un mal menor. Tendría que retocar el tinte, empezaban a verse mis raíces rubias.

Suspiré. Al menos no llamaba demasiado la atención con mis pintas: una gabardina negra de cuero que me protegía de las inclemencias de Gotham, una sudadera de los Pingüinos de Pittsburg debajo cuya capucha acababa de salvarme de un constipado ante la lluvia repentina, unos pantalones de cuero negros y unas botas de motera, con el tacón bajo, completaban mi atuendo. Definitivamente, una ropa la mar de normal en la ciudad, hasta algún poli usaba el tipo de gabardina que llevaba.

Me dirigí tranquilamente a mi piso, mi mente llena de preocupaciones. Había visto las noticias de los ataques de Raven durante mi estancia en Nueva York, y había perdido la pista de Martha en ese tiempo. Me preocupaban las dos, y me extrañaba muchísimo que la Azariana hubiera volatilizado una ciudad. Cuando nos conocimos, fue muy delicada, y se esforzó por que nadie sufriera daño... Y de pronto, unos meses después, se cargaba toda Happy Harbor.

Francamente, sonaba a posesión demoniaca, como la mierda que tenía la pobre Martha dentro. Me mordí el labio, pensativa. Quizás debería intentar contactar con la escritora... al menos, para saber si estaba bien y si el ente le había hecho algo.

¿Y si le había hecho algo? Vamos, espabila, Victoria... no es como si fueras superman o algún gilipollas en mallitas.

Y hablando de gente que suele hacer el cafre en mallitas... En que abrí la puerta de mi piso, hice la mejor caracterización de un Tlacuache asustado que podría hacer ninguna humana en toda la ciudad de Gotham. Me quedé tan petrificada, con un pie en la entrada y el otro fuera, que el hombre empezó a hablarme.

Parpadeé dos segundos, seguí con la mirada la taza que acababa de traer el mutante y...

nope dije, cerrando la puerta aún impactada. No podía ser. No tenía al terrorista mutante más buscado de todo el pinche mundo sentado en mi salón. Nuh-uh. Ni de coña. Me estás vacilando.

Abrí la puerta de nuevo y no. Ahí seguía el tío, posiblemente pasándoselo genial a mi costa. Bajé la cabeza, con un suspiro derrotado, para luego lanzar una mirada a la alarma, con expresión dolida. La alarma estaba desactivadísima. Y todos los sistemas redundantes. Y todos los jodidos sensores de mi casa. Y se habían desactivado a la vez.

Inspiré, levanté la cabeza y entré en mi piso, cerrando con cuidado tras de mí. Con movimientos muy medidos y muy cuidados para que el hombre viese perfectamente que no intentaba nada contra él, me empecé a quitar el abrigo, dejándolo colgado del perchero de la entrada

Discúlpeme, señor Magneto él había usado mi nombre de villana, así que lo justo era usar el suyo también como comprenderá, no esperaba visita hoy añadí, con un ligero sarcasmo en mi voz. Saqué mi porra eléctrica, de la que nunca me separaba, y la dejé en una mesa de la entrada, junto con las dos granadas aturdidoras que llevaba siempre encima, quedándome desarmada.

Sabía perfectamente que si él lo deseaba, terminaría en urgencias teniendo que explicar cómo había terminado con una granada alojada en mi cavidad torácica, y no tenía ganas de que pasase. Así dejaba claro que aceptaba la realidad, que sabía que estaba a su merced

Me halaga, señor Magneto. Si fuera fácil de encontrar, sería una pésima mercenaria, ¿verdad? sonreí de lado, intentando parecer confiada, mientras me giraba hacia él ¿Se va a quedar usted a cenar? Iba a hacer quesadillas comenté, acercándome a la cocina y sacando un bizcocho de calabaza que había hecho el otro día. Corté un par de rodajas y las serví en un plato, dejando el cuchillo en la pila.

Estaba esforzándome horrores para no salir corriendo ni dejar que el pánico me dominase, mientras realizaba tareas que parecían rutinarias para intentar recuperar algún semblante de control sobre mí misma. Cogí el tarro de panela, y me dirigí al salón, intentando una cordial sonrisa que terminó siendo una MUY nerviosa. Estaba pálida casi de terror, pero hacía todo lo posible por controlarme.

Si estos tíos olían el miedo, te comerían viva.

Me serví dos cucharadas de panela en el café, en silencio, y le di un trago, clavando mis ojos (marrones en este momento) en los acerados del hombre, estudiándole unos segundos. Era un tipo de rasgos agraciados, con el pelo canoso y la mirada de haber vivido mucha mierda. Y, por alguna razón, había algo que... me hacía sentir empatía en su mirada.

Era una mirada que había visto alguna vez en Blackgate, en los convictos menos peligrosos. Los que aún tenían algo de humanidad. Y reconozco que eso me relajó un poquito. Si Magneto quería matarme, podría haberlo hecho diez veces ya, pero en realidad estaba ahí, tranquilo. En control, pero sin amenazar, al menos.

Bueno... Imagino que esta no es una visita de cortesía. ¿Qué puede hacer una humilde servidora por uno de los hombres más poderosos de la tierra? pregunté, dejando el café a un lado, y posando mis manos en mi regazo, en un gesto muy recatado y muy practicado (gracias, mamá, por enseñarme a moverme en sociedad) Si le digo la verdad, es usted la última persona que esperaría encontrarme en mi salón, así que le pido disculpas por mi... reacción inicial

Por favor, no me mate...
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Max Eisenhardt
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MensajeTema: Re: La union hace la fuerza (Nicrom)   La union hace la fuerza (Nicrom) Icon_minitime23rd Octubre 2024, 12:58

Magneto seguía sentado en el modesto pero acogedor salón del piso franco de Nicrom, con su atención fija en los pequeños detalles que lo rodeaban. El olor del café que se había preparado minutos antes aún impregnaba el aire, proporcionando una pausa momentánea en su usual gravedad. Dando sorbos lentos al expreso, saboreando el intenso aroma del café, sin duda mucho más satisfactorio que el "agua marrón" que servían en Estados Unidos. El clic del pestillo resonó en el pequeño espacio y Nicrom abrió la puerta. Sus ojos se encontraron directamente con los de Magneto, que la observaba con una calma que resultaba perturbadora. Ella se paralizó. El miedo se apoderó de ella antes de que pudiera disimularlo, y en un acto reflejo, cerró la puerta de golpe, como si al hacerlo pudiera bloquear la realidad de que él estaba allí, en su sala de estar.

Unos segundos después, la puerta se volvió a abrir con un chirrido. Esta vez más despacio, con más cuidado. Nicrom se quedó en el umbral, intentando recuperar la compostura. La joven intentaba mantener una expresión neutral, pero sus ojos delataban la sorpresa y el pánico que luchaba por esconder. La joven trató de esbozar una sonrisa, una de esas que parecen más un gesto de supervivencia que de hospitalidad. El despliegue del poder de Magneto, sin moverse de su lugar, tuvo el efecto deseado, demostrando a la vez quien llevaba la voz cantante y que él no tenía intenciones hostiles.

El aire entre ellos era denso, cargado de silencios incómodos y la presión de lo que estaba por venir. Magneto, por su parte, seguía impasible. En sus muchos años de vida había visto reacciones de todo tipo hacia su persona: miedo, respeto, odio, devoción. No le sorprendía el temor de Nicrom. Era comprensible, natural incluso, frente a un ser tan poderoso como él. Pero también sabía que esa joven tenía potencial, y que bajo esa capa de terror, había fuerza. Solo tenía que ayudarla a canalizarla.

Nicrom se sentó finalmente frente a él, manteniendo las distancias. Por un momento, ambos bebieron en silencio. Ella luchaba por mantener la calma, forzando una sonrisa que intentaba ser amigable, aunque sus ojos traicionaban el nerviosismo. Incluso logró sorprenderle ligeramente con la oferta que le hizo. Un intento desesperado de normalidad, como si una invitación a cenar pudiera diluir la tensión palpable en la habitación o devolverle el control de la situación.

Magneto observó el esfuerzo que hacía, casi apreciando su tenacidad. No era fácil enfrentarse al miedo, y ella estaba tratando de actuar como si todo estuviera bajo control. Él, sin embargo, no estaba interesado en juegos sociales más allá de reclutarla para su causa.

- Te agradezco la oferta, pero no será necesario, respondió con voz profunda y mesurada, como siempre.

Sus palabras habían sonado corteses, pero también con una firmeza innegable. No estaba allí para cenar, ni para perder el tiempo con pequeñas trivialidades o juegos. El silencio volvió a llenar el espacio, salvo por el suave sonido de la lluvia que continuaba golpeando las ventanas. Nicrom conseguía mantener el tipo, pero el miedo seguía allí, clavado en su mirada. Era imposible ignorar la magnitud de quien estaba frente a ella. Finalmente, incapaz de mantener la incertidumbre, Nicrom se atrevió a preguntar lo que realmente estaba rondando en su mente desde el instante en que lo vio sentado en su salón ¿Qué hacía allí Magneto?

Magneto dejó la taza en la mesa con un suave tintineo, cruzando las manos sobre su regazo. Sus ojos se fijaron en ella, calculadores, pero no hostiles. Parecía estudiar cada uno de sus movimientos, como un depredador sereno que no tenía prisa por atacar. En realidad era así en cierto modo. La estaba evaluando, midiendo. Había leído los informes sobre ella, de lo que era capaz, sus poderes y habilidades y también sus debilidades y defectos. Pero necesitaba conocerla personalmente antes de hacerle aquella oferta.

- Nicrom, comenzó por fin a hablar con su voz envolviendo la habitación con una mezcla de autoridad y gravitas, estoy aquí porque el mundo está cambiando. Las viejas estructuras están desmoronándose, y una nueva era se avecina. La humanidad sigue temerosa, resguardada en su ignorancia, incapaz de aceptar el destino superior de los nuestros, los mutantes. Pero mientras ellos caen en su propio caos, nosotros debemos alzarnos.

Hizo una pausa, dándole tiempo para absorber sus palabras, mientras el rugido de un trueno resonaba en la distancia, dándole aún más peso a lo que había dicho.

- Genosha es un refugio, un símbolo de lo que podemos ser. No un santuario para ocultarnos, sino un faro que guiará a los mutantes hacia la verdadera libertad, hacia nuestro verdadero destino. Y en esa nueva era, necesitamos a los mejores, a aquellos con poder y visión para llevar a nuestra gente hacia el futuro. Estoy aquí porque veo en ti a alguien que puede ayudar a construir ese futuro.

Su tono, siempre grandilocuente pero perfectamente medido, dejaba claro que no había lugar para  la duda. Era una oferta, pero también una llamada a las armas, a un destino inevitable. Magneto no apartó la vista de ella, esperando su reacción. Se inclinó levemente hacia adelante, su presencia parecía llenar todo el espacio del pequeño apartamento. Su mirada seguía fija en Nicrom, intensa pero no agresiva, como si estuviera sopesando su valor. Cuando habló de nuevo, lo hizo con voz suave, pero llena de una convicción que pretendía atravesar cualquier duda.

- El mundo de los humanos está condenado a repetir sus errores, continuó. - Nos temen, Nicrom. Temen lo que no pueden controlar, lo que no comprenden. Y en su miedo, intentarán destruirnos, aplastarnos bajo el peso de su ignorancia y su miedo al cambio. Pero nosotros, los mutantes, somos el siguiente paso en la evolución. No podemos permitir que su temor sea nuestra jaula.

Hizo una pausa, observando cómo sus palabras resonaban en ella, viendo cómo el nerviosismo en sus ojos comenzaba a mezclarse con algo más. Algo que él reconocía: curiosidad, tal vez incluso ambición ¿Realmente estaba ahí o era solo su deseo de verlo reflejado en sus ojos?

- Genosha no es solo un lugar, es una idea. Es la promesa de un mundo donde no tengamos que escondernos ni someternos a las reglas de una especie inferior. En ese futuro, necesitamos a individuos como tú: con inteligencia, poder y potencial. Tu habilidad, Nicrom, no es algo común. Es un don que puede cambiar el curso de nuestra lucha. Bajo mi guía, podrías ser parte de esa revolución, una pieza clave en el renacimiento de nuestra raza, de nuestra cultura.

Magneto se reclinó de nuevo en el sillón, manteniendo sus ojos en los de ella, dejándola procesar el peso de su discurso. Sabía que la decisión que ella tomara ahora podría alterar el curso de su destino. Para él, era inevitable. Para ella, una elección trascendental. El mutante dejó que el silencio llenara la sala por un momento, observando con detenimiento cómo Nicrom procesaba lo que acababa de decirle. A su alrededor, el leve repiqueteo de la lluvia y el sonido distante de la tormenta acompañaban el ambiente tenso, como si la propia ciudad respirara el peso de lo que estaba por decir.

- Nicrom, debes entender algo fundamental, prosiguió tras unos segundos, una guerra se avecina, una guerra entre humanos y mutantes. No es una cuestión de si ocurrirá o no, sino de cuándo va a ocurrir. De hecho, ya se están alineando las fuerzas; las naciones humanas preparan leyes, armas, y alianzas para contenernos, para enjaularnos, para sofocar cualquier intento de emancipación. No tolerarán que nosotros, los mutantes, seamos libres. Cuando esa guerra estalle, los débiles caerán, los indecisos perecerán, y solo los que se hayan unido contra la opresión prevalecerán.

Sus ojos brillaban con una determinación inquebrantable mientras hablaba, como si cada palabra fuera parte de una escritura sagrada. Y, de nuevo, en cierto modo así era. El era casi un dios entre los mortales, un profeta y un salvador para los suyos, sus palabras eran capaces de mover los corazones de su pueblo con una fuerza innegable.

- Pero no será una guerra de fronteras y territorios. No. Será una batalla por la supervivencia de nuestra especie. Si nos mantenemos divididos, ellos nos aplastarán, nos eliminarán uno a uno. Pero si nos unimos, si aprovechamos cada recurso, cada mente brillante, cada habilidad única como la tuya, entonces seremos imparables. Genosha no es solo un refugio; es el primer bastión de esa nueva era. Un lugar desde el cual podremos reorganizarnos, prepararnos para lo inevitable. Y tú, si quieres unirte a nosotros, tienes un lugar en ese futuro, en la vanguardia de esa lucha.

Magneto dejó que sus palabras se asentaran, sabiendo que el peso de lo que proponía no era menor. Era una advertencia, pero también una oportunidad. Sabía que Nicrom entendía la magnitud de lo que estaba en juego, y ahora solo faltaba que viera su propio papel en esa batalla. Debía tomar una decisión. El mutante esperaba que la joven eligiera correctamente.

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MensajeTema: Re: La union hace la fuerza (Nicrom)   La union hace la fuerza (Nicrom) Icon_minitime23rd Octubre 2024, 17:05

No es ninguna molestia cocinar para dos, de verdad... pero no le insistiré repliqué, en mi mejor tono de anfitriona. El hombre era... extremadamente educado, debía reconocerlo. Y aún así, se movía con la fuerza y la presencia de un miembro de la realeza.

Madre mía, qué presencia que tenía el hombre, es que hasta a la hora de dejar el café en la mesa era extremadamente medido. Seguí su movimiento con los ojos, tan hipnotizada como una gacela que acaba de encontrarse de boca a una leona y no sabe cómo actuar.

Era difícil no amilanarse, pero me mantuve todo lo firme y cómoda que pude, esperando su respuesta. Cuando dijo mi nombre villanesco, volví a mirarle a los ojos, con atención, pero sin intención de interrumpir.

Y no tardó en llegar. Al final a todos los que terminaban con esa notoriedad les pasaba, les salían los discursos solos. Pero, al contrario que El Ente, o el Joker, o incluso Dos Caras, Magneto tenía un carisma tan arrasador, que en vez de arrancarle una carcajada por lo previsible que podría haber sido, la dejó en silencio, bebiendo cada palabra.

Ladeé la cabeza, curiosa. No hacía falta que jurase que el mundo había cambiado, y para mal... Había escapado por los pelos de una invasión demoníaca, y el atentado de la marcha del orgullo aún lo tenía muy reciente en mi mente. No sabía ni por qué tenía todas mis extremidades en su sitio, a decir verdad.

Parpadeé un par de veces, casi con miedo a perder de vista al hombre mientras daba su discurso, medio patidifusa, medio impresionada, medio extrañada. ¿Por qué tantas molestias en una doña nadie como yo, de verdad? Era como... si quisiera reclutarme más que contratarme.

No, un momento... ¿Quería reclutarme? ¿A mí?

Me quedé en completo silencio unos largos segundos, digiriendo toda la información que acababa de soltarme. Me estaba pidiendo que me uniese a Genosha, como uno de los suyos. Me ofrecía protección contra la discriminación. Un hogar.

Una Victoria con cinco años menos se habría echado a llorar de la emoción ante ese discurso, y joder, costaba contener las lágrimas, era bonito y el hombre tenía una oratoria excelente. Pero es que... no tenía sentido

Pero... no entiendo parpadeé un par de veces, como si me costase digerir la realidad, y me señalé el pecho No me malinterprete, por favor, pero... es que yo no soy nadie. No niego que sus motivos resuenan mucho conmigo, desde que tengo memoria he sido discriminada por ser mujer, o mejicana, o lesbiana... O Metahumana. dije, con sinceridad. Le miré a los ojos, buscando una mentira, algo, lo que fuera. Pero parecía sincero. Creía lo que decía

O sea... Soy una villana de tres al cuarto que se apaña con trabajitos para vivir. Y ni si quiera soy exactamente una mutante. Es... excesivo que alguien como usted se digne si quiera a hablar conmigo. No sé... me eché hacia adelante para coger una rodaja de bizcocho, mordisqueándola como si con ese gesto pudiera rumiar mejor mis pensamientos, totalmente dispersos después del shock de tanta información

No le voy a mentir, suena todo muy bien. Pero... ¿Por qué yo? ¿Qué tengo de especial que pueda usted querer en esa guerra? Guerra para la que, me temo que debo reconocer, ni si quiera sé si estoy preparada. Soy una superviviente, señor Magneto, no una soldado. No mato, sólo me preocupo de vivir un día más... No sé qué podría aportar a su país. dicho eso, me quedé unos segundos en silencio, y luego me eché hacia adelante

País del que, todo sea dicho, apenas sé nada. Somos de mundos diferentes, así que nunca oí de ese lugar antes de la colisión... Os pido disculpas por mi grosería y falta de conocimiento, pero... ¿Podría hablarme de ese país? ¿Contarme algo más de ese lugar que quiere que proteja?

Aún no había dicho que sí o que no, pero no podría negar que me llamaba mucho la atención... y estaba muy inclinada por querer ayudar. Un lugar donde se puede ser quien eres, sin miedo ni tapujos... Sonaba muy bien. Demasiado bien.

Y he sobrevivido demasiado tiempo como para fiarme de algo así a la primera...
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MensajeTema: Re: La union hace la fuerza (Nicrom)   La union hace la fuerza (Nicrom) Icon_minitime23rd Octubre 2024, 19:25

Magneto permanecía sentado con la misma compostura firme y tranquila, observando a Nicrom mientras ella luchaba en silencio con sus pensamientos, buscando una salida de la conversación. Los relámpagos iluminaron brevemente el salón, creando sombras que parecían moverse con vida propia, mientras los ojos del maestro del magnetismo seguían fijos en ella, percibiendo cada pequeño indicio de duda. Magneto no era alguien fácil de engañar, y las evasivas no eran algo nuevo para él. Para alguien que llevaba en este mundo más de un siglo era casi divertido.

Nicrom, intentaba desviar la conversación, murmuró algo sobre su falta de poder, sobre no ser nadie importante, una villana sin relevancia. Intentaba menospreciarse, tal vez esperando que esa confesión pudiera poner fin a la situación, hacer que él lo aceptase y se marchase sin más. Pero Magneto no parpadeó, no flaqueó. Sabía exactamente qué decirle, y, como siempre, sus palabras cayeron con el peso de su dilatada experiencia.

- ¿Así que eres una villana? Pregunto con una voz tan serena como la calma antes de una tormenta. Dejó que las palabras flotara en el aire, dándole una gravedad especial. - ¿Eso es lo que crees que eres? ¿Porque así te llaman los humanos? Te diré algo, Nicrom, algo que pocos están dispuestos a recordar: la historia está llena de aquellos a quienes llamaron villanos, monstruos, por atreverse a resistir, a defender a los suyos, porque se negaron a inclinarse ante el poder establecido. Lo que vivimos ahora no es diferente a lo que ya ocurrió antes. Yo estuve allí, en una época en que el mundo decidió que ciertos seres humanos eran prescindibles, que su exterminio estaba justificado. Durante el Holocausto, las mismas mentiras, el mismo odio fueron utilizados para marcar a una raza entera como inferiores. Y ahora, en este mundo moderno, los mutantes son los nuevos parias. Los humanos no ven nuestra grandeza, solo su miedo reflejado en nosotros, su miedo a una extinción inevitable.

Magneto hablaba con una profundidad que sólo podía provenir de quien había sido testigo del peor rostro de la humanidad. La mención del Holocausto, del genocidio que había formado las bases de su ira y su resolución, no era una táctica; era una verdad innegable que él portaba consigo en cada paso. El dolor que sentía con aquellos recuerdos solo le daba más peso a su voz. Las muertes que presenció, los seres queridos que perdió, todo por odio y miedo.

- Hace muchos años, continuó con la misma serenidad, unos chiquillos vinieron a pedirme ayuda. Los mutantes de Genosha estaban esclavizados, despojados de su libertad y de su dignidad. Eran obligados a servir como animales a una nación que no los consideraba más que herramientas. Me pidieron que los liberara, que interviniera, porque nadie más lo haría, ningún gobierno intervendría, ningún grupo de héroes los ayudaría. Así que lo hice. Derribé los muros de sus prisiones, rompí sus cadenas, y transformé esa isla maldita en un hogar para ellos, para todos nosotros. Genosha se convirtió en algo más que un país; se convirtió en un símbolo, un refugio para todos los mutantes que necesitaban escapar de la tiranía y la opresión de los humanos. Allí, nos hemos unido, hemos creado algo con nuestras propias manos. Es más que una nación; es esperanza, es resistencia. Es un hogar para todos aquellos dispuestos a aceptar a los demás sin miedo o discriminación. Incluso hay humanos viviendo entre nosotros.

La tormenta afuera parecía rugir con más fuerza, pero dentro de la sala, la voz de Magneto seguía siendo la única que dominaba el espacio, como si su sola presencia pudiera silenciar el caos que azotaba la ciudad.

- Tú dices que no tienes poder, que no eres nada. Y sin embargo, yo he visto tus actos. Los he observado, los he seguido. No solo en la televisión o en las noticias, tengo agentes en todo el mundo ¿Acaso crees que alguien con tus habilidades pasaría desapercibida eternamente? Hubo una ligera pausa, no para que ella respondiera, sino para dejar que la idea se asentara en su mente. - He visto cómo te arriesgaste por los tuyos, cómo interviniste cuando aquellos que eran como tú fueron amenazados por el odio y el miedo de los humanos. Esa no es la conducta de un villano, Nicrom. No es la conducta de una cobarde o de una superviviente, como parece que te gusta llamarte. No es la conducta de alguien que se esconde del mundo, esperando su fin. Tú no eres una villana. Eres alguien que lucha por los suyos, que arriesga su vida por salvarlos. Y eso, Nicrom, es más que suficiente para ganarse un lugar en Genosha.

Magneto esbozó una pequeña sonrisa, casi imperceptible, mientras se recostaba de nuevo en el sillón, con sus manos aún cruzadas sobre su regazo. Era la imagen de la calma, pero cualquiera que le observase sabría que en un instante, toda esa ira y ese dolor que había mostrado podía surgir de nuevo en un torrente de destrucción.

- A mí también me llamaban villano, Nicrom, e hice mucho más que tú por ganarme ese apelativo, de hecho muchos siguen haciéndolo a pesar de todo. Monstruo, tirano, asesino, terrorista. Los nombres cambian según quién cuenta la historia. Pero para muchos, soy un héroe, un salvador, un liberador. Las palabras son herramientas, y los humanos las usan para crear miedo, para mantenernos en el lugar que ellos creen que nos corresponde. Genosha me ha elegido como su gobernante y, como tal, debo velar por la seguridad de nuestro pueblo. Hay momentos en los que el mundo necesita héroes, pero hay otros en los que necesita que alguien haga aquello que ha de hacerse sin importar cuantas normas o leyes se rompan para conseguirlo.

Magneto la observó por un momento, dejando que sus palabras hicieran eco en la sala, mientras las sombras seguían danzando en las paredes. Estaba tranquilo, seguro de que, como mínimo, había plantado la semilla de la duda, pero también de algo más poderoso: la posibilidad de que su destino estuviera unido a algo mucho más grande que cualquier crimen o error que hubiera cometido. Para él, Genosha no solo era un refugio, era un santuario para los mutantes que compartían su visión, y el Amo del Magnetismo acababa de hacerle ver a Nicrom que había visto su potencial.

El mutante se levantó lentamente del sillón, sin prisa, su movimiento lleno de la misma gravedad con la que siempre cargaba su presencia, hasta un acto tan simple estaba cargado de significado. Se dirigió hacia la ventana, donde la luz tenue de las calles de Gotham apenas penetraba la cortina de agua que caía del cielo. Los relámpagos iluminaban el horizonte de forma intermitente, reflejando algo casi ominoso en sus ojos. Luego, se giró suavemente hacia Nicrom antes de hablar en voz baja, casi íntima, como si le ofreciera una verdad secreta.

- No tienes que decidir nada hoy, Nicrom, sus palabras resonaban con la seguridad de quien sabe que el destino siempre se cumple. - Solo te pido que abras los ojos. Que te tomes un momento para mirar con tus propios ojos lo que te estoy ofreciendo. Visita Genosha. Ven conmigo a la isla y contempla por ti misma lo que hemos construido. Las promesas de libertad y poder no se comprenden con palabras, se viven. Y en Genosha, vivirás lo que significa ser libre de verdad.

Su voz, profunda y serena, parecía fundirse con el sonido de la tormenta, como si fuera una parte inevitable de aquel momento. Magneto no la estaba presionando; lo que le proponía no era una exigencia, sino una invitación que, según él, sería una estupidez rechazar. Sabía que una vez que Nicrom viera la isla, el hogar que había nacido de las cenizas de la opresión, su decisión sería inevitable. La realidad de Genosha hablaba por sí misma.

- Quiero que veas a tu pueblo unido bajo una bandera. No son héroes de libros ni figuras legendarias. Son mutantes, como tú y como yo, personas que decidieron no esperar a que el mundo cambiara, sino moldearlo con sus propias manos. Allí no serás una fugitiva, ni una villana. Serás parte de algo más grande, de un legado que durará mucho más allá de nuestras vidas. Porque Genosha no es solo una tierra... es el futuro.

Magneto dejó caer el peso de su última frase mientras el sonido del trueno retumbaba en la distancia, como si la naturaleza misma estuviera de acuerdo con cada una de sus palabras. Luego, la miró con una mirada que ya no era imponente, sino llena de expectativa, como si supiera que la balanza estaba a punto de inclinarse. Sabía que lo que acababa de ofrecer no era algo que se rechazara fácilmente. La semilla ya estaba plantada; ahora, solo faltaba que ella aceptara ver el jardín en el que crecería.

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MensajeTema: Re: La union hace la fuerza (Nicrom)   La union hace la fuerza (Nicrom) Icon_minitime23rd Octubre 2024, 20:30

Pues sí, definitivamente quería reclutarme a mí. Le miré, aún royendo lo que quedaba del bizcocho (no me había quedado mal, por cierto) mientras él emprendía un nuevo discurso. Y no sonaban forzados, la pucha.

Le miré con la expresión que podrías imaginar a una niña que está comiendo una piruleta mientras mira a su héroe favorito. Y digo favorito porque ese mutante se estaba ganando el puesto a pulso.

Empezó muy fuerte el discurso, explicando que él había vivido el holocausto, y no negaré que el corazón se me encogió al pensar en ello. Yo no había vivido eso, es cierto, pero la certeza de que era peor que Blackgate estaba ahí. Y no es que mi estadía haya sido una maravilla, todo sea dicho. Mentiría si dijese que con esa revelación no sentía más admiración por el hombre que me hablaba, la verdad.

Pero Magneto no paró ahí. Siguió hablando. Me habló del horror de Genosha antes de ser liberada. Me resultaba creíble, teniendo en cuenta lo que había vivido de la sociedad. Al final, si eras distinto, siempre habría alguien que se aprovechase de tí, en el mejor de los casos. Suspiré, desviando la mirada, con la rodaja de bizcocho a medio mordisquear aún entre mis dedos.

Lo que contaba era tan... bueno. No habría agencia de viajes que pudiera vender mejor esa isla, pero lo que importaba es que su regente hablaba con amor y pasión por esa tierra. Sus ojos brillaban.

Entonces la atención pasó a mí. Me revolví incómoda en mi sitio, desviando la mirada hacia un lado. Últimamente mucha gente me definía como buena, y eso me incomodaba. Me era más fácil parapetarme detrás de mi fachada de villana, hacerme la mala y desentenderme de todo. Ser... golpeada con esos hechos directamente era... bueno. Raro.

Yo... sólo me dejé llevar... musité un poco avergonzada. Por supuesto que Magneto había visto lo de la marcha. Estaba en todas las noticias del país, y no me ponía en buen lugar. Habían aprovechado mi mala fama para arrastrar por el barro la de otros héroes que habían cooperado en la defensa, y me ponían de poco más que terrorista para arriba.

Por suerte, aún no habían dado la orden de busca y captura, pero... sería cuestión de tiempo, al fin y al cabo.

Suspiré, y era un suspiro de derrota. Magneto sabía cómo hablar, y había estado golpeando mis defensas sin piedad ni descanso, hasta que el muro terminó cayendo. En el fondo seguía siendo una chiquilla idealista y un poco nerd que tenía demasiado buen corazón.

Agaché la cabeza, aún algo avergonzada, y me pasé un mechón de pelo por detrás de la oreja

Yo... no le voy a mentir, señor Magneto. No estoy acostumbrada a que se me trate así, la verdad. No sé si Genosha será ese lugar para mí, ni si quiera sé si podré aportar algo. Pero es cierto que tampoco puedo quedarme de brazos cruzados cuando los matones como Luthor deciden pisotear a gente como... como usted y como yo, supongo. Gente distinta. suspiré de nuevo, echándome hacia atrás en la silla, pensativa

Me gustaría. No le voy a mentir, me gustaría conocer Genosha. No tanto por cómo me la describe, si no por cómo se siente al hacerlo. Veo cómo brillan sus ojos, y no puedo evitar pensar que me gustaría sentir lo mismo por un lugar. Uno que no sea... bueno hice un gesto con la mano, abarcando la sala la viva imagen de la corrupción hecha ciudad. Soy una mujer sencilla, no le voy a mentir, pero... bueno. Viva o no ahí, si realmente ese lugar es un refugio para gente como usted, o como yo... querré ayudar.

Hale, ya estaba dicho. Magneto sabía que no había otra elección, y yo lo sabía. No porque estuviera coaccionada, si no porque... en el fondo... ¿Quién no quiere un lugar en el que sentirse querido?

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MensajeTema: Re: La union hace la fuerza (Nicrom)   La union hace la fuerza (Nicrom) Icon_minitime24th Octubre 2024, 11:44

Magneto asintió lentamente, con una mirada satisfecha y serena que lo hacía parecer aún más imponente de lo que ya era. Él sabía, desde antes de haber cruzado la puerta de aquel piso franco, que su propuesta sería aceptada, era inevitable. Era solo cuestión de tiempo, del poder indomable de sus palabras y de conocer a su objetivo lo suficiente. Había vivido muchas batallas, muchos momentos como este, y comprendía que la verdadera fuerza no estaba solo en sus habilidades magnéticas, sino en su capacidad para transformar el futuro de aquellos que lo rodeaban.

- Bien, dijo con un tono suave, entonces es hora de que recojas lo que consideres importante. No es necesario demorarse.

Tras los largos y profundos discursos, aquellas sencillas palabras sonaban casi fuera de lugar, casi. Sus ojos se miraron brevemente hacia la posición exacta donde descansaba la armadura de combate de Nicrom. Allí, en el sótano secreto de la casa, podía sentir el metal de cada componente vibrar levemente en su presencia. La había examinado en profundidad mientras esperaba, más como ejercicio mental que como intención de revelar sus secretos. La tecnología siempre había sido una herramienta poderosa en sus manos, un medio para amplificar el potencial de aquellos que la dominaban. Magneto, con su dominio absoluto sobre el metal y los campos magnéticos, tenía unos conocimientos de ingeniería bastante desarrollados, aunque ese tipo de creaciones escapaban un poco a su especialidad.

El mutante dio un paso hacia la puerta, su figura majestuosa cortando la habitación como una sombra tranquila que dominaba con facilidad la escena. No había prisa en sus movimientos, pero cada gesto suyo parecía estar impregnado de una energía controlada, lista para desatarse si fuera necesario. Magneto sabía que ya había ganado esta batalla, que, como Sun Tzu había escrito, la había ganado antes de iniciarse. Ahora, todo lo que quedaba era que Nicrom tomara su decisión final de unirse a sus fuerzas. Un mero trámite, en cuanto pusiera un pie en la isla comprendería que, en realidad, aquel era su verdadero hogar, el que siempre había anhelado. Cuando ella estuvo lista, Magneto se volvió hacia ella una última vez antes de salir del apartamento.

- Permíteme que ahora sea yo quien te invite a cenar, dijo con una ligera curva en los labios. - El vuelo es corto, y habrá que celebrarlo ¿No crees?.

Aquellas palabras, aparentemente sencillas, llevaban consigo el peso de algo mucho más grande. No era solo una invitación a una comida, sino la señal definitiva de que Nicrom estaba a punto de embarcarse en algo más grande que ella misma. Magneto había visto este tipo de decisiones muchas veces antes. Mutantes que dudaban de su lugar en el mundo, que no comprendían todavía la magnitud de lo que significaban para la lucha que él lideraba. Y una vez que aceptaban cruzar esa línea, ya no había vuelta atrás. Nicrom no solo estaba siendo invitada a cenar; estaba siendo invitada a un nuevo capítulo de su vida.

Cuando Nicrom y Magneto salieron del piso franco y se adentraron en la noche lluviosa, una elegante limusina negra los esperaba junto a la acera, bajo la luz parpadeante de una farola. El vehículo, largo y sobrio, parecía una sombra más en las calles oscuras de Gotham, una extensión perfecta del imponente Magneto. Sus brillantes llantas cromadas apenas reflejaban el ambiente lluvioso mientras se deslizaban silenciosamente por el asfalto mojado. Al acercarse, el conductor se bajó y los cubrió con un paraguas mientras les abría la puerta.
El trayecto hacia el aeropuerto fue envuelto en una atmósfera de expectación, rota solo por los ocasionales murmullos de la ciudad que se desvanecían bajo la tormenta y los relámpagos que seguían cayendo. Magneto estaba sentado cómodamente en el amplio sillón de la parte de atrás de la limusina negra, como si el mundo mismo tuviera que adaptarse a su paso, y, a su lado, la ciudad de Gotham parecía minúscula, un simple escenario pasajero en comparación con lo que aguardaba más allá. Momentos después de arrancar el anodino conductor que les había abierto la puerta se tornó en una hermosa mujer de piel azul.

- Siempre tan puntual, comentó Mística con sus labios curvándose en una sonrisa apenas perceptible mientras sus ojos se dirigían a Magneto. - Supongo que la conversación fue… ¿fructífera?

Su voz era suave, como si la tempestad de afuera no pudiera tocarla, pero había una ironía afilada en sus palabras. Sabía que Magneto rara vez fallaba cuando ponía su mirada sobre alguien, solía conocer lo suficiente a las personas como para hacerlo. Él simplemente asintió y se acomodó en el asiento trasero de la limusina con la gracia y la confianza de alguien que controla cada detalle del escenario en el que se encuentra.

- Nicrom, te presento a Mística. La señorita Nicrom ha decidido acompañarnos para visitar la isla y tomar allí una decisión definitiva.

Nicrom pudo notar de inmediato el ambiente lujoso y casi intimidante del vehículo. Las luces tenues del interior proporcionaban una calidez que contrastaba con la fría tormenta exterior. Mística lanzó una rápida mirada a Nicrom a través del espejo retrovisor, con una expresión que mezclaba interés y, quizás, una pizca de comprensión. Ella misma se sentía a veces como si no terminara de encajar en todo aquello. Pero compartía la visión e ideales de Magneto, y todo esto no era más que el aspecto que debía mostrarse. El gobernante de una nación prospera no podía ir en un utilitario cualquiera, sería una muestra de debilidad.

- No te preocupes, dijo Mística. - Todo esto parece abrumador la primera vez. Pero te acostumbrarás. Después de todo, no muchos tienen la oportunidad de subirse a este coche con él.

El vehículo comenzó a deslizarse por las calles desiertas de Gotham, sus neumáticos cortando el agua en un susurro constante. Las luces de la ciudad se difuminaban a medida que la limusina se adentraba más y más en la noche. Dentro, el ambiente era calmado, aunque cargado de tensiones no dichas, una tranquilidad pesada que se complementaba con el incesante golpeteo de la lluvia sobre el techo.

- Es curioso dijo Mística, a quien el silencio no le atraía tanto como a su padre adoptivo, no hace tanto que Genosha era un nombre prohibido para muchos de nosotros. Una isla donde nuestra gente sufría como esclavos, donde los vendían como animales o herramientas. Y ahora es el símbolo de nuestra libertad. La mutante hizo una pausa mientras giraba en un semáforo. - Los tiempos cambian, Nicrom. Y cambian rápido.

Sus palabras flotaron en el aire, sin necesidad de respuesta. Mística no esperaba diálogo, solo planteaba una verdad que resonaba en la atmósfera del coche. Sabía que lo que Magneto había propuesto a Nicrom no era una simple oferta; era una puerta a una nueva vida, una que ella misma había cruzado mucho tiempo atrás. Magneto, sentado en silencio, escuchaba pero no intervenía. Este no era su momento para hablar; Mística tenía su propio modo de envolver las situaciones con palabras, de ofrecer una perspectiva única, siempre teñida por su propia experiencia. Magneto había sufrido la persecución en su vida, pero ella había sido rechaza de maneras incluso más dolorosas. Sus padres la había repudiado por ser un monstruo y había pasado toda su vida escondiéndose, ocultando su aspecto. Ella conocía lo que era el rechazo a los que eran diferentes de primera mano. Alejó aquellos pensamientos y con un toque de diversión en su voz, Mística continuó después de unos segundos de silencio.

- Y, si sirve de consuelo, el lugar es mucho más acogedor de lo que parece en las noticias. No solo tenemos criminales peligrosos y terroristas malvados entre nuestra población. Hay un sitio de helados como no los has probado nunca, de cualquier sabor, literalmente de cualquier sabor, claro que para comértelo primero debes superar ciertos... prejuicios.

Una chispa de humor brilló en su mirada a través del espejo, pero fue rápidamente reemplazada por una seriedad velada cuando sus ojos se encontraron con los de Magneto por un segundo. Había respeto en esa mirada, aunque cargado de la inevitable historia que compartían. Magneto, impasible, dejó que Mística se manejara a su manera, siempre una aliada fiel aunque impredecible. El paisaje urbano comenzó a desvanecerse lentamente, dando paso a la carretera abierta y oscura que los llevaría más allá de los límites de la ciudad. Las luces de Gotham quedaban atrás, como un recuerdo distante, mientras la limusina avanzaba hacia el destino final de la noche. Un pequeño aeródromo privado.

- Genosha es más que una promesa, Nicrom. Es una realidad, le dijo finalmente al abrir la puerta ya dentro del hangar. - Y esa realidad podría estar a punto de cambiar de nuevo. El mundo... el de los humanos y el de los mutantes... está al borde de algo grande. Una guerra, tal vez. Será interesante ver en qué lado decides estar.

El lugar estaba casi desierto a esas horas de la noche, la tormenta oscurecía las pistas, pero allí, sobre el asfalto mojado, un jet de líneas elegantes y brillantes los esperaba con las luces encendidas. Su estructura metálica emitía una suave vibración, como si percibiera la proximidad de Magneto. Era un diseño sencillo pero eficiente, nada ostentoso, pero lo suficientemente moderno como para realizar el trayecto a Genosha en pocas horas. El mutante subió a él, despidiéndose de Mística que volvió al vehículo y se perdió en la noche. Su trabajo aún no había acabado. Nicrom debía ser vista en otro lugar aquella noche.

Una vez dentro, el interior del avión era tan silencioso y sobrio como él mismo: sofás de cuero de un tono morado oscuro, casi negro, una iluminación tenue que bañaba el lugar en una luz más cálida de lo esperado, y una atmósfera de calma que contradecía la tormenta furiosa afuera. Magneto se acomodó en uno de los asientos, observando con sus ojos penetrantes los cielos nocturnos. La tormenta ya no importaba, no para él. Estaba más allá de las fuerzas de la naturaleza que pudieran intentar detenerlo. Sin el más leve sonido el avión se puso en movimiento, deslizándose por la pista cada vez a más velocidad.

Mientras el jet se elevaba suavemente por encima de las nubes, dejando atrás la oscuridad de Gotham, Magneto contempló por un momento la línea de luces que se desvanecían en la distancia. Sabía que para Nicrom, esta era la última vez que miraría ese mundo de la misma forma. Porque a partir de este vuelo, su vida ya no giraría en torno a las sombras de una ciudad hostil y corrupta o al miedo de ser perseguida por los humanos. Pronto encontraría el primer hogar que había conocido en años.

Genosha la esperaba. Y Magneto sabía que, una vez que llegara, no habría retorno. El camino hacia el futuro estaba trazado. Ella podría abandonar la isla, por supuesto, pero siempre acabaría regresando a ella, a su hogar. Al único lugar del mundo en el que mutantes y humanos podían convivir en paz y armonía. El jet siguió acelerando sin sonido alguno hasta que, rompiendo el silencio de la noche, rebasaron la velocidad del sonido. Mientras Magneto cerraba los ojos por un momento, satisfecho de que otro paso hacia la evolución de su raza acababa de ser dado. Hacer que el aparato volase a aquella velocidad requería de cierta concentración por su parte.

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MensajeTema: Re: La union hace la fuerza (Nicrom)   La union hace la fuerza (Nicrom) Icon_minitime24th Octubre 2024, 16:14


Cómo se notaba que Magneto sabía que iba a terminar aceptando. Él asintió y me dijo que recogiese lo que considerase importante. Como un resorte, me incorporé, me metí en la boca lo que quedaba de bizcocho, y en una explosión de actividad recogí rápidamente las tazas y lo que quedaba de comida.

No quería volver a casa y encontrarme con bichos o comida podrida, al fin y al cabo. Inmediatamente después, tras bajar el dulce con lo que me había sobrado del café recién hecho (que me escaldó la garganta), me giré y miré hacia la puerta del sótano, abriéndola con una orden mental.

Era un sistema bastante simple e ingenioso, el búnker tenía un sistema aislado del exterior, de modo que nada ni nadie podía acceder a él a no ser que estuviese ya dentro... o tuviera mis mismos poderes. No había señales que rastrear, ni sistemas por los que acceder, vaya.

Bajé corriendo por las escaleras, llegando al taller con prisa. Como era una paranoica, tenía todo listo para poder salir corriendo si hacía falta: La armadura esperaba a que me metiese en ella, abierta por la espalda, y había un maletín con todo mi equipo (granadas, una copia del bastón eléctrico y el fusil, plegado, con varios cargadores de munición de gel) posado en una moto de motocross. Dicha moto esperaba cerca de una salida de garaje que daba a las alcantarillas de Gotham.

También había un petate con algo de ropa, comida, neceser y mi Nintendo Switch, entre otras cosas, a un lado de la moto.

El resto del búnker era también austero, como mi piso: Una cama para dormir por si tenía que esconderme en él, una ducha, una cocina básica eléctrica, un generador propio con sistema de ventilación y filtrado (que daba a las alcantarillas para no llamar la atención) y una mesa de trabajo con herramientas avanzadas y brazos mecánicos, con un popurrí de partes de Lexcorp, Star labs y Stark Industries.

En resumen, el búnker de una carroñera tecnológica.

Me quité la sudadera a toda prisa y la tiré a un lado, metiéndome en la armadura y cogiendo el petate y el maletín de metal, subiendo inmediatamente después las escaleras de dos en dos.

Fue cuando llegué a arriba y la puerta se cerró tras de mí que me di cuenta de lo ansiosa que había parecido al actuar así y me sonrojé un poco, apartando la mirada mientras iba a por la gabardina y me la ponía por encima de la armadura.

Siempre... he estado preparada para salir corriendo respondí como explicación, abrochándome la prenda y echándome el petate al hombro inmediatamente.

Por suerte, Magneto rompió la tensión invitándome a cenar, y eso provocó que le dedicase una leve sonrisa. Ese hombre estaba consiguiendo romper mis defensas a pasos agigantados, hasta me estaba permitiendo volver a ser la chiquilla tímida de antaño

Salimos a la calle sin más dilación, encontrándonos cara a cara con una limusina preciosa. Como fan de la tecnología, y amante de los vehículos. Metí mis cosas en el maletero y me senté dentro del vehículo, disfrutando de los olores y las sensaciones que en mí provocaban. El ronroneo del motor me hizo sonreír, y no pude evitar conectar con el coche inmediatamente.

La sensación de poderío y robustez me embargó, notando el blindaje como si fuera mi piel, y el motor como si fuera mi corazón, ronroneando con fuerza contenida. Noté cómo se me erizaba el vello y entrecerré los ojos casi extasiada, notando cómo la suspensión estaba tan perfecta que mi cuerpo apenas notaba los baches de la carretera, y no hablemos de la inercia al girar.

Solté un leve ronroneo de aprobación, casi sin darme cuenta, pero pronto mi consciencia se centró en el conductor, que pasó de ser alguien anodino a la mujer más hermosa que había visto en... bueno, desde que había visto a Poison Ivy en Blackgate. ¿Qué me pasa con las pelirrojas de color de piel exótica, en serio?

Me sonrojé incluso un poco, apartando la mirada al darme cuenta de que me había quedado embobada mirando a otra figura extremadamente famosa del otro mundo. Mística... Su nombre tenía mucho peso, y había leído en las noticias que era una espía y asesina extremadamente inteligente y peligrosa.

Y, sin embargo, igual que Magneto, parecía más bien una persona cercana y accesible. Qué raro se sentía todo esto, codeándome con las grandes ligas. La voz de la mujer azul era muy agradable, casi como la promesa de una caricia bajo sábanas de seda, y el tacto de sus manos sobre el volante era... muy agradable.

Ella posiblemente notase que el vehículo respondía un poco mejor a sus movimientos, y que parecía incluso adelantarse un poco a las necesidades de la ruta, pero si lo hizo, no dijo nada. Y yo disfruté de ese pequeño momento de íntima sincronización

Un placer, señorita Mística. He... oído hablar de usted, y debo decir que no le hace justicia dije, sonriendo suavemente. No debía olvidárseme que como espía sería posiblemente una mujer muy manipuladora, por supuesto, pero parecía genuina en su manera de hablar y actuar.

Cuando intercambiamos una mirada a través del retrovisor, desvié la mirada a la ventana, pasando un mechón de pelo detrás de mi oreja. Madre mía qué ojos más hermosos...

Es un honor inesperado, la verdad... Me siento un poco fuera de lugar comenté con una leve risa, estremeciéndome ante el contacto de los dedos de ella sobre mi palanca de cambios.

A ella no parecían gustarle los silencios, y continuó hablando, comentando cómo había cambiado Genosha. Le dediqué una sonrisa cansada, antes de desviar la mirada afuera, sintiendo la carretera, con mi consciencia dividida entre dos

Qué me vas a decir... Primero el evento Omega, los demonios lo del espantapájaros haciendo de las suyas no era algo tan raro al fin y al cabo Luthor de presidente... Es cierto, los tiempos cambian. Esperemos que algunas cosas lo hagan para mejor dije, sonriendo levemente. No podía evitarlo, con alguien como ella manejándome con tanta soltura, después de todo.

Mística hizo el comentario de que obviamente no todo el mundo era terrorista en Genosha, y le dediqué una leve sonrisa. Aunque rápidamente mi expresión cambió a una de confusión, ladeando la cabeza, cuando me mencionó lo de los helados. Lancé una mirada a Magneto, que parecía estar a lo suyo, y luego volví a cruzar la mirada con la encantadora conductora.

¿Es como el Slurm de futurama? pregunté, arqueando una ceja, pero Mística no quiso elaborar más. Ahora tendría que ir y probarlo... Aunque lo mismo si un insecto gigante secretaba por el abdomen el helado, no creo que me dejase indiferente.

Noté las miradas entre Magneto y Mística, y desvié de nuevo la mirada al paisaje, mientras seguía notando la dirección firme y segura de la mujer sobre el volante. Era una delicia ser conducida así, y me perdí en mis pensamientos durante lo que quedó del trayecto. Vi algún rancho, algún bosquecillo... y finalmente, llegamos a un aeródromo privado, a las afueras.

Mística nos aparcó y yo me separé, aún a regañadientes, de la limusina. Tendría que pedirle a Magneto que me dejase volver a unirme a ella, era difícil encontrar vehículos tan mimados y cuidados. La mujer me abrió la puerta, y reconozco que me impresionó un poco. Tan de cerca, debía reconocer que era realmente hermosa, con unos rasgos tan perfectos que parecían alienígenas.

Salí del vehículo, aún un poco embobada por su voz, sus ojos, su manera hipnótica de moverse... Y ante la última frase, le dediqué una leve sonrisa sarcástica, ignorando la leve rojez de mis mejillas

Del que tenga mejor helado, sin duda dije, antes de dirigirme al maletero para coger el maletín y mi petate. Lo mismo no volvía a Gotham en mucho tiempo, me daba...

Sentí un estremecimiento al ver el jet privado de Magneto, y le lancé una mirada al hombre, viendo cómo Mística se marchaba en silencio. Magneto ya había entrado, y lancé una mirada de expectación y... algo de excitación, supongo, al avión.

¿Cómo sería meterme en él? Parecía tan ágil, elegante... amenazador. Como su dueño, supongo. Y si Mística era un indicativo, media Genosha compartía esos rasgos... lo que hacía que me sintiese de nuevo un poco fuera de lugar.

Suspiré y me armé de valor, adentrándome en el avión con la intención de no hacer esperar al dirigente. Me senté donde él me indicó, y le dediqué una sonrisa nerviosa. Él parecía cómodo, seguro de sí mismo, y tan pronto como el avión comenzó a moverse, intenté entrar en comunión con él.

Y lo hice, pero... me extrañó. El vehículo no estaba volando. O al menos, no lo hacía encendido. Ladeé la cabeza, extrañada, y me di cuenta de que Magneto estaba concentrado en algo. En hacer volar el avión, más que probablemente.

La pucha, ¿ese hombre pretendía hacernos volar con sus poderes durante varias horas? Desde luego, las noticias no exageraban cuando le llamaban el mutante más poderoso sobre la faz de la tierra. Con una expresión de sorpresa e incluso más que respeto, me arrebujé en mi asiento, desviando la mirada a las nubes.

Y, para mi desgracia o fortuna... eventualmente el cansancio me alcanzó, y quedé completamente dormida.

Varias horas después, me desperté con un sobresalto en la silla, desorientada y al parecer, algo babeada. Me morí de vergüenza al pensar que el hombre que estaba delante mía (y que no parecía inmutarse con nada) me había visto dormir y babear, y me incorporé como pude, tronándome el cuello.

Entonces, volví a desviar mi mirada a las ventanillas y... ahí la ví. Genosha.

Era... vaya. Era preciosa. Era una isla enorme, rodeada de unas pocas más, con una ciudad futurista ubicada justo en el centro. Desde aquí se podía ver una enorme cantidad de barcos moviéndose de un lado a otro, y había tantos parques y jardines que e podían ver las manchas verdes en la superficie de la isla.

Contuve el aliento, con la boca abierta de la sorpresa mientras bebía todo lo que se abría ante mí. Mares puros, civilización, alguna... ¿Alguna persona volando? Pero lo más importante

No había contaminación. No se veía humo surgir de la isla, los barcos no tenían chimeneas, y el cielo encima de la isla estaba limpio. No había una boina de depresión y polución, como en Gotham, había como... como un respeto por la naturaleza. Casi noté cómo me invadía la congoja

No mames... es preciosa... murmuré en español para mí.

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MensajeTema: Re: La union hace la fuerza (Nicrom)   La union hace la fuerza (Nicrom) Icon_minitime24th Octubre 2024, 18:29

La limusina seguía su recorrido bajo la lluvia, avanzando por el asfalto empapado mientras el interior del vehículo mantenía una atmósfera de sutil tensión. Nicrom, con su habilidad tecnoempática, se había conectado al coche, sintiendo cada vibración y pulso eléctrico como si fueran latidos de un corazón mecánico. Era como si ella misma formara parte del vehículo, percibiendo cada pequeño ajuste de velocidad, cada roce de las ruedas sobre el pavimento. Mística, al volante, no tardó en notar algo peculiar. La mutante no era precisamente alguien que pasara por alto los pequeños detalles, y en este caso, la conexión que Nicrom estaba estableciendo con la limusina no pasó desapercibida. Más aún cuando Mística había sido una de las que había reunido la información que magneto tenía sobre la nueva recluta.

La cambiaformas, siempre dispuesta a jugar, decidió hacer una prueba. Deslizó sus dedos con deliberada lentitud por la pantalla táctil del salpicadero, notando el más mínimo cambio en la expresión de Nicrom por el rabillo del ojo. Acarició la superficie con delicadeza, como si se tratara de la piel de un ser vivo. Y entonces lo supo con certeza: Nicrom sentía todo. Aquello la divirtió, pero también la intrigó. ¿Hasta qué punto llegaba esa conexión? No podía dejarlo solo en un pequeño roce.

Con una sonrisa casi imperceptible, Mística decidió llevar el juego un paso más allá. Cambió de marcha, pero lo hizo de manera deliberadamente lenta, acariciando la palanca de cambios con un gesto que podía haber sido completamente práctico... si no fuera por la intención detrás de él. Sus dedos se deslizaron suavemente sobre la superficie metálica, una caricia prolongada que buscaba provocar una reacción en el ambiente cerrado del coche. Luego, como si fuese un gesto casual, sus manos acariciaron el volante con movimientos suaves, casi provocativos, y su cuerpo rozó ligeramente el asiento mientras ajustaba su postura, casi como la caricia de un amante.

Lejos de incomodarla, la conexión entre Nicrom y el coche parecía intensificar la diversión de Mística. La mutante estaba orgullosa de su verdadera forma y cuando cuando alguien, como en este caso Nicrom, parecía sentirse atraído por su verdadero cuerpo, su forma mutante, se sentía alagada. Esa atracción genuina era una rareza que siempre encontraba estimulante... y excitante. Eso unido a la naturaleza siempre provocativa y juguetona de la mutante hizo que disfrutara de aquel momento, incluso más de lo que esperaba. Los gemidos contenidos de Nicrom, que trataba de ocultar ante Magneto la situación no hacían sino divertirla y excitarla aún más.

Cuando sus ocupantes se bajaron del coche, Mística no pudo resistir una última broma. Al despedirse de Nicrom, lanzó un comentario con la misma mezcla de sarcasmo y coquetería que la caracterizaba.

- Así que elegirás el bando que tenga el mejor helado, ¿eh?, dijo con una sonrisa juguetona, entonces, ¿ya te has decidido y te unes a nosotros? Bien, nos vemos mañana en Genosha.

Su tono era suficientemente ambiguo para que pareciera una broma, pero lo suficientemente serio para dejar una puerta abierta. Parecía una despedida casual, pero la mirada de Mística sugirió que había algo más en juego, como siempre lo había cuando ella estaba involucrada. Sus ojos felinos analizaron aprobadoramente a Nicrom antes de marcharse y que iniciaran el vuelo.

Cuando Nicrom despertó un buen rato después ya sobrevolaban la isla, era temprano por la mañana y el sol se reflejaba sobre el mar, según el reloj de la mutante medio dormida debía ser la una y media de la madrugada, pero habría que actualizar el huso horario, unas 8 horas por la posición del sol. Dieron un par de pasadas para que ella pudiera admirar las vistas y se quedaron parados sobre un amplio jardín, sobre el que descendieron lentamente.

Sin necesidad de mover un dedo, Magneto hizo que la puerta del jet se abriera suavemente, manteniéndola suspendida a unos centímetros del suelo, sin tocar la superficie del césped. Era un gesto de control absoluto, una demostración sutil de su poder que servía también como un acto de bienvenida. Se giró ligeramente hacia Nicrom, sus ojos brillando con la intensidad de alguien que ve el futuro desplegarse ante sí.

- Bienvenida a Genosha, dijo con voz profunda y grandilocuente, como si cada palabra estuviera cargada con el peso de su visión para los mutantes. - Un hogar para aquellos que han sido rechazados y olvidados, para los que somos diferentes. Bienvenida a tu hogar. Aquí, no solo vivirás, Nicrom, aquí te elevarás más allá de lo que nunca pensaste que podrías.

La ciudad de Gotham había quedado atrás, las luces trémulas de sus edificios, el cielo siempre tormentoso, la decadencia acechando en cada esquina. Ante ella se alzaba ahora, hermosa y majestuosa la ciudad estado de Genosha, el sueño de Magneto hecho realidad, la utopía mutante. Una isla que una vez fue símbolo de sufrimiento y opresión, ahora renacida como un refugio para los suyos. Magneto, con un tono que sugería orgullo y desafío, comenzó a mostrarle la grandeza de aquella gran nación. Mostrando su orgullo no solo por la ciudad y sus impresionantes logros, sino por todos y cada uno de sus habitantes, los cuales saludaban a su líder con verdadera emoción. Pues él no solo era el gobernante de aquella ciudad, sino un héroe cercano para ellos y en algunos casos como un padre protector que siempre velaba por su seguridad.

Primero, pasaron por los hospitales, modernos y funcionales, donde médicos mutantes atendían a otros con habilidades y características que el mundo de los humanos nunca podría entender completamente. Magneto señalaba la eficiencia y el respeto con el que cada mutante era tratado allí, sin importar cuán extraña o desafiante fuera su mutación. Aprovechando los extraños poderes de algunos de ellos para mejorar la atención a los pacientes.

Luego, caminaron por las escuelas, vastos edificios donde jóvenes mutantes aprendían no solo conocimientos académicos, sino también a controlar y perfeccionar sus poderes para evitar que accidentalmente pudieran hacerse daño. Magneto hablaba con una mezcla de nostalgia y convicción, recordando los días en los que la educación mutante era un sueño imposible. Recordando en su fuero interno lo que a él le fue negado y que ahora, gracias a su esfuerzo, cualquier mutante podía tener.

A continuación, visitaron alguno de los centros de investigación de la isla, donde científicos e ingenieros mutantes trabajaban en innovaciones que el mundo exterior no podía ni soñar, todo con el propósito de garantizar que Genosha siguiera siendo una fuerza imparable, tanto en la ciencia como en la supervivencia. Aquel era un refugio para su raza, pero si el resto de países se unían debían tener la tecnología para hacerles frente. El recuerdo del instante en que perdió a sus hijos al ser destruida aquella ciudad, de como fracasó en su universo le había dejado claro al Amo del Magnetismo que no podía bajar la guardia. No podía centrarse solamente en investigaciones para mejorar la sociedad, el armamento, por desgracia, seguía siendo vital.

Cada palabra de Magneto, cada paso que daban, reforzaba la idea de que Genosha no era solo un refugio, sino una utopía, una nación que mostraba lo que los mutantes podían lograr cuando no eran reprimidos por el miedo y el odio de los humanos. Y mientras avanzaban hacia el corazón de la isla, los colores del atardecer ya comenzaban a iluminar el horizonte, proyectando una luz rojiza sobre las estructuras de Genosha. Un día estaba terminando, no solo para la isla, sino quizás para Nicrom también. El nuevo sol se alzaría mañana y quizás la ciudad contara con una habitante más.

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MensajeTema: Re: La union hace la fuerza (Nicrom)   La union hace la fuerza (Nicrom) Icon_minitime25th Octubre 2024, 22:42

Mística se había dado cuenta de mi conexión con el coche... y lo estaba disfrutando muy a tope. Cuando pasó los dedos por la pantalla táctil noté una sensación muy similar a una pluma pasando recorriendo suavemente mi espalda, siguiendo el trayecto de la columna vertebral.

Se me erizó el vello de la nuca y me estremecí en el sitio, intentando ser discreta. Y entonces crucé la mirada con esa diosa de color azul y supe que acababa de caer en las redes de una gata a la que le gustaba jugar con su presa.

Y menudo juego.

En apenas unos minutos estaba ya con las mejillas sonrojadas, mientras desviaba la mirada hacia el paisaje, intentando contener la respiración entrecortada y las cataratas del niágara detrás de una presa, o algo así.

Me mordí el guantelete en silencio, intentando hacerme la dura. Pero la muy jodida estaba restregándose contra el asiento y eso me estaba volviendo loquísima. Ahí mismo, en ese mismo lugar y ese mismo momento, habría deseado sentirla más fuerte, más cerca. Esas curvas contra mi cuerpo, ese aliento contra mi cuello... Si a Mística le había quedado alguna duda en algún momento de que no me resultaba deseable, con ese juego acababa de quedar claro cuál era mi postura con semejante mujer.

Pero al final, esto no podría durar indefinidamente. Cuando nos bajamos, me despedí de ella con una sonrisa cómplice, aún sonrojada. Había sido... un juego inesperado por parte de ambas. Cuando Mística se despidió, yo hice lo mismo, deseando que la "broma" fuera verdad. Me encantaría volver a verla, conocerla mejor, notarla conducir y... ¡Victoria, céntrate!

Por suerte, en el viaje tuve tiempo de volver a centrarme en el ahora y el presente, ronquidos mediante. Debía de parecerle una patana de pueblo a Magneto con todo el espectáculo que le estaba dando... Aunque podría decir que por fortuna dejé de pensar en eso mismo en el momento en el que pudimos ver Genosha.

Era... era preciosa. Una joya en medio de una isla, combinando el verde con el metal y hormigón de una ciudad, llena de colores y de gente de todas las formas y colores, literalmente. Me quedé embobada viendo las construcciones, algunas de ellas de formas extremadamente exóticas y raras, pero todas ellas combinadas con una curiosa armonía.

Magneto no dudó en aprovechar para lucirse y dejarme claro el control que mantenía sobre su poder. No le llamaban el amo del magnetismo por nada, parece... pero aún así, ese pequeño alarde le hacía parecer más humano y menos una criatura alejada de la realidad. Todos teníamos nuestros defectos, y Magneto era un hombre orgulloso. De sí mismo, y de su gente, por cómo de emocionado se le veía hablando de la ciudad.

Bajamos a la ciudad, y me llamó la atención de lo cercana que era la gente con su regente. Siempre había pensado que un rey debía ser distante con los suyos, pero la gente de ahí le saludaba, e incluso alguno de los transeúntes nos ofreció unas piezas de fruta de su granja. Aunque Magneto lo rechazó educadamente, yo no le dije que no a una de esas manzanas que tenían tan buen aspecto... Al fin y al cabo, no había comido nada.

Era... era como lo que él mismo había dicho, como si fuera un hogar. Como si de pronto me hubiera puesto el pijama y las pantuflas después de un día largo en una oficina desagradable y me tumbaba delante de la chimenea con un gato en el regazo. Era el mismo tipo de sensación, vaya, y me resultaba extraña pero agradable a su vez.

Acompañé a Magneto, viendo el hospital, estudiando la tecnología del lugar con interés y ojo crítico. Era la tecnología médica más avanzada que había visto nunca, incluso se podría considerar ciencia ficción comparada con lo que había visto en los laboratorios avanzados de Lexcorp. Hablé con algunos médicos, e incluso con técnicos de maquinaria. Con esos me entendí mejor, aunque no sea una ingeniera en sí, he tenido que aprender mucho en general al respecto debido a mis poderes, y al ser un conocimiento más generalizado... Bueno, había tenido que aprender de todo, desde microelectrónica, hasta armamento e incluso magnetismo

Pasamos por las escuelas, y observé con aprobación cómo se enseñaba a los chicos. Había de todo, desde humanos hasta mutantes muy evidentes, todos conviviendo en armonía. Era fascinante, desde luego, y aproveché también para hablar con alguno de los profesores. ¿Por qué todo el mundo era tan guapo y majo? Incluso me dieron recomendaciones de libros sobre tecnología Genoshiana, títulos que me apunté para hacerme con ellos en que tuviese la oportunidad.

Y sin embargo, ¿cuando llegamos a los laboratorios? Ah. Ahí es donde realmente me emocioné. Los científicos eran brillantes, pero muy agradables. Me estuvieron enseñando algunas de las cosas en las que estaban trabajando (por supuesto, nada que fuera alto secreto), y mis ojos brillaban con interés. Conseguí mantener el ritmo en algunas conversaciones más técnicas, y lancé miradas a Magneto de cuando en cuando, emocionadísima. Si había algo que me había vendido del todo Genosha, era esto, y él lo podría ver sin problemas

Finalmente, cuando terminamos el día, exhausta y con un par de libros bajo el brazo, le pedí si me permitía el visitar la isla siete días más. Cuando pasase ese tiempo, iría a su despacho y le diría mi respuesta final, fuera positiva o negativa, sobre unirme a su proyecto. Los dos sabíamos que era más un trámite que otra cosa, pero también me daba tiempo a meditar, y a que se me pasase un poco el deslumbramiento por todo lo visto.

Así que, después de esa visita... me tocaba una semana de investigar a fondo la ciudad. Cuando estaba para irme a dormir, un mensaje llegó a mi móvil, con un escueto "Mañana te recojo a las 11. Ponte guapa ~M.". Miré el teléfono con extrañeza, viendo que el remitente era privado, y al cabo de un rato algo hizo clic.

Espera, espera... ¿Mística quería quedar? Lo mismo era por la heladería esa... Vaya. Menudo buen recibimiento.

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