The dark forest (Susy, Midnighter) [22/11/2018 - Bosque a las afueras de Gotham]

La luna ondeaba por entre los árboles y el pequeño grupito de cuatro personas, dos adolescentes, un hombre y una niña pequeña, buscaban refugio en un pueblo abandonado hace meses. Al parecer esta era una de las localidades donde el NWG trabajó con más presteza, pues se notaba la rapidez con la que sus habitantes abandonaron sus hogares. Poco importaba eso al grupo que parecía haber encontrado una casa en la cual pasar la noche.

Claro que no era tan sencillo como entrar y ponerse a dormir; El joven y Caleb se adentraron en el pequeño edificio mientras que Noelia, llevando a la pequeña Su en brazos, rodeaba la casa y aseguraba el perímetro. Tras comprobar que era seguro, el grupo se reunió en la casa, buscaron un poco los cajones, armarios, neveras y demás esperando encontrar algo que les fuese de utilidad. Al no encontrar más que ropa que al joven le quedaba grande y a Caleb demasiado pequeña, comenzaron a romper muebles de la casa a fin de hacer una fogata.

Había suficientes habitaciones para todos, pero en el mundo en el que vivían era inseguro dormir separados así que buscaron el cuarto más grande, arrastraron los colchones hasta él y se sentaron alrededor del fuego. El joven comenzó a escribir en su diario, Noelia saco latas de comida para calentar en el fuego, Su se tumbó con la cabeza apoyada en el muslo de joven y Caleb, para sorpresa de todos, sacó una guitarra de su espalda

- Mirad lo que encontré, chicos

Noelia sonrió y el joven levantó la mirada de su diario, extrañado

- ¿Sabes tocar?

Como respuesta, Caleb comenzó a rasgar la guitarra suavemente a fin de producir sonidos ligeros y silenciosos, ya que a pesar de no haber encontrado ningún muerto en los alrededores nunca se podía estar seguro al cien por cien

- Pues claro que sabes ¿Es que acaso hay algo que no sepas hacer?

Preguntó Noelia, la ironía bañando cada una de sus palabras

- No se cocinar

Respondió Caleb sonriente. Su cerró los ojos y, allí tumbada, comenzó a dejarse llevar por el sonido a la par que se dormía, la suave voz del hombre acompañando la música con la letra de una canción



Los sonidos de la guitarra comenzaron a endurecerse, a perder el ritmo y notas, pareciendo ahora el estrepitoso ruido de un accidente de tráfico, a la par que la voz de Caleb desapareció por completo siendo remplaza por un borboteo. La pequeña abro los ojos para encontrar a un cuerpo ensangrentado, magullado y sin cabeza tocar una guitarra con solo dos cuerdas y destrozada, a su lado una mujer con la cabeza rapada, cortes y golpes por todo el cuerpo la miras con ojos vacíos de toda vida. La pequeña, asustada, miró al joven en busca de confort.

Al subir la mirada, un cuerpo carbonizado se la devolvió y de entre sus dientes ennegrecidos por el fuego salieron las palabras:

“Tu sobreviviste”

De un salto, entre sudores fríos y temblores, se despertó Su del pequeño refugio improvisado en el cual pasó la noche. Otra pesadilla, una nueva entre muchas otras.

Tuvo suerte al encontrar este enorme árbol con un agujero en la base de su trono, pues le proporcionó un buen lugar para pasar la noche. Del fuego solo quedaban las cenizas y el rugir de su estómago le indicó que ya era hora de buscar algo para comer. Saliendo de su refugio improvisado, estirarse fue lo primero que hizo, rápidamente seguido de un vistazo a sus alrededores. No podía permitirse estar desprevenida; muertos, depredadores, otros supervivientes, los peligros eran muchos y variados. Al menos los dos primeros era relativamente fáciles lidiar con ellos. El primero no era mas que una criatura que, con el tiempo y la descomposición de su cuerpo, había perdido gran parte de la movilidad y a día de hoy eran mas una molestia que una verdadera amenaza. El segundo aprendió como tratar con ellos gracias a un ex-cazador que vivió con ellos en el refugio antes de que todo se fuera a la mierda. El truco era hacerse parecer mas trabajo del necesario; hacer ruido, gritar con todas tus fuerzas e intentar parecer mas grande. Los depredadores no solían ponerse en riesgo de lesiones, así que si pensaban que eras demasiado trabajo o que podrían resultar heridos dándote caza, lo mas seguro es que te dejen en paz.

No se podía decir lo mismo de las presas. Puede que a un lobo o a un oso fueras capaz de convencerles que no mereces la pena ¿Pero a un bisonte de los bosques de Polonia? No, esa bestia tenia tanto trauma gracias a ser presa de otros animales que, a la mas mínima señal de peligro te lanzarían por los aires y te pisotearían asta que no te vieran moverte mas. Era más fácil lidiar con un oso enfurecido que con un bisonte o un arce que te veían como una amenaza, por eso Su evitaba cazar a estos animales y limitarse a los mas pequeños, a los peces y a los vegetales.

Aunque, por extraño que le pareciera, no reconocía las plantas a su alrededor. Bueno, sabia que los arboles eran arboles, los arbustos arbustos y las flores flores. Eran los vegetales comestibles los que les preocupaban ya que no sabia que setas ni que bayas podía comer al no haber visto nunca antes las especies que ahora se postraban ante ella. Por fortuna aun tenia latas de comida en su mochila por si no conseguía descubrir algo comestible que recolectar, mas ella prefería reservárselas para una ocasión desesperada. Puede que le vinieran bien para negociar con otros supervivientes que se pueda encontrar, así la dejarían en paz.

Su arco y flechas serian la respuesta para aquellos mas predispuestos a "entablar contacto" con ella.

Camino con sigilo por el bosque, siempre buscando el refugio de las sombras y los matorrales, nunca salir a los claros y jamás pisar zonas con mucha vegetación pues no seria la primera que recibe un mordisco de un muerto tumbado en la hierba alta. Ya tenia localizado un rio en el que poder beber, pescar y buscar piedras con las que fabricar herramientas, además de esto y , por fortuna del destino, no parecía ver ningún pueblo del NWG cerca, aunque la ausencia de muertos y la "tranquilidad" que parecía notarse en el aire le decían lo contrario. Si en algo eran buenos eso monstruos era en erradicar las amenazas de una zona y establecer a una población en ella.

Y para ellos, ella era una de esas "amenazas". La tranquilidad la ponía nerviosa, esperando un enfrentamiento con algún agente del NWG en cualquier inesperado momento.

Como una sombra del bosque, continuo su travesía asta darse de bruces con un grupo de ciervos que, sin percatarse de estar siendo vigilados, pastaban en el borde de un claro. No era su intención cazarlos, un grupo demasiado numeroso con un enorme macho protegiéndoles le haría imposible esta tarea, claro que por protección armo su arco con una flecha. Lo que ella deseaba era ver que bayas y setas comían estos animales pues si ellos se alimentaban de ellas significaba que para ella eran serian igual de seguras. Tras un  tiempo, los ciervos abandonaron la zona y Su salió de entre las sombras.

En el tiempo que estuvieron por la zona, se alimentaron de unas setas que asomaban de entre la corteza de los arboles y unas bayas rojizas, sabiendo esto comenzó a recoger todas las que pudiera para guardarlas en su mochila para comérselas cuando estuviera segura de que nada ni nadie la acechaba. Mas cometió un grave error; salió al claro del bosque ya que no vio peligro alguno por la zona, se había confiado y puede que eso le saliera muy caro.

Midnighter se abría camino por el increíblemente frondoso bosque. Parecía mentira que un lugar así pudiera encontrarse a las afueras de Gotham, y de hecho su computadora no hacía más que resaltarle las prácticamente nulas probabilidades de encontrar especies vegetales como las que le rodeaban en aquella zona de Estados Unidos y en aquella época del año. Según todo lo que había estudiado acerca de Poison Ivy, los datos recabados de la vegetación circundante parecían indicar que se encontraba en el lugar correcto. Lo primero que habían hecho su marido y él, una vez que consiguieron salir de la cama y desenredarse el uno del otro, había sido buscar a Jenny. Primero habían agotado las vías más obvias: hospitales, casas de acogida, orfanatos... Después había llegado la parte difícil; seguir el rastro de una bebé que había nacido hacía ya casi nueve meses y que no constaba en ningún registro oficial. Habían tenido que buscar entre la comunidad de mendigos, sin techo, drogadictos, cárceles... Cualquier lugar a donde alguien hubiera podido llevarse un bebé, y no había tardado demasiado en salir a relucir un nombre: Poison Ivy. Al parecer, la mujer era conocida por cuidar de niños huérfanos.

Apollo y él se habían dividido para realizar la búsqueda por dos motivos; el primero y más importante era que así se aseguraban de cubrir mayor terreno; el segundo era porque, una vez superado el momento de lujuria y anhelo tras tantos meses de separación, Midnighter había empezado a sentirse incómodo en presencia de su marido, ya que verlo era un recordatorio constante de los siete meses que había estado conviviendo con un alienígena que se había estado haciendo pasar por él sin que él se diera cuenta. Le resultaba muy humillante pensar que había sido tan estúpido como para dejarse engañar y que además había sido incapaz de escapar por sus propios medios, teniendo que ser rescatado. La brisa fría del invierno en el bosque ayudaba a despejar sus pensamientos, y además, después de tanto tiempo encerrado en una nave, sentaba realmente bien pasar un tiempo a solas en la naturaleza.

Se movía por el bosque como una sombra. Era un tipo grande, pero sabía dónde tiene que pisar, y de qué manera, para no dejar apenas rastro de su presencia, conocimiento que no todos poseían, como quedó rápidamente demostrado cuando se inclinó para comprobar un rastro de ramas quebradas entre la nieve. El que había pasado por allí debía de ser un tipo grande, pero sería imposible distinguirlo para alguien que careciera de sus sentidos aumentados, ya que la ventisca se había ocupado de enterrar el rastro bajo la nieve.

Midnighter trepó a las copa de un árbol, la mayoría de las cuales se encontraban desnudas, y fue saltando de árbol en árbol calculando de antemano con la computadora la estabilidad y firmeza de cada rama para cerciorarse de que sería capaz de soportar su peso. Avanzando de ésta forma, sin el impedimento de la nieve recubriendo sus pies, podía moverse mucho más rápido, y no tardó en localizar una mole gigantesca que parecía hecha de barro, desplazándose por el bosque hacia la zona más frondosa y verde, una especie de vergel donde el invierno parecía incapaz de penetrar. La criatura carecía de temperatura corporal, y la computadora era incapaz de detectar la presencia de órganos internos que pudieran ser perforados. Parecía que iba a ser difícil encontrar un punto débil.

De repente la criatura se fijó en una niña que se encontraba en un claro sorprendentemente verde y despejado del bosque recolectando frutos y comenzó a correr hacia ella.

- ¿Dónde está? -gritó, provocando que, de inmediato, la niña dejara caer la mochila que llevaba por el susto y escapara corriendo hacia el cobijo del bosque.

Los brazos de la criatura se extendieron como impulsadas por un torrente de barro, pero la niña era rápida y astuta; se coló por entre unas ramas entrelazadas que constituían una barrera natural para la inmensa mole. La criatura se licuó al momento, deslizándose a su vez por el estrecho agujero para volver a recuperar la forma una vez hubo pasado al otro lado.

- Sé que se encuentra aquí... Tiene que estarlo -mascullaba al tiempo que la distancia con respecto a su presa se acortaba cada vez más-. Siempre que hay niños, ella está cerca. Y me dirás dónde está... te guste o no -amenazó, haciendo que su brazo izquierdo se tranformara en un gigantesco pico que comenzó a descender sobre la niña, pero, antes de que pudiera llegar a alcanzarla, la figura de Midnighter emergió de no se sabía dónde, y, agarrándola por los antebrazos, la apartó de la trayectoria del arma, que se clavó inofensivamente sobre la nieve.

- ¡Corre, niña, yo me ocupo! -gritó, pero, al no obtener respuesta ni escuchar el menor sonido lanzó un vistazo rápido por encima del hombro-. ¿Niña...?

Aquel grito le pilló desprevenida, no sabía quién era ni si estaba en un grupo ni nada, lo único que se activó en su cerebro fueron sus piernas que, tirando la mochila para ganar más velocidad, comenzó a correr hacia la seguridad del bosque. Llevaba demasiado tiempo sobreviviendo para que, ahora, se fuera todo a la mierda. Tenía que seguir adelante y a veces eso significaba hacer una retirada estratégica.

Más de una vez, de hecho.

Fue entonces cuando echó la mirada hacia atrás y vio aquello que le perseguía. Pensaba que lo había visto todo; ejecuciones públicas, muertos marchando por las calles despedazando a todo el que encuentran, muerte… pero sin embargo, aquello era totalmente diferente ¿Era un nuevo tipo de muerto? No, le gritó lo que significaba que no era un descerebrado como esas criaturas ¿Acaso el NWG la había creado? Tenía que ser eso; tantos años dandole caza a ella y a sus amigos les había forzado a crear esa monstruosidad.

Ni siquiera pudo esconderse tras la seguridad de las fuertes ramas de los árboles, pues aquel… monstruo traspasó las barreras naturales como si nada. Tenía que seguir corriendo, no podía caer aquí a manos de “eso”. Él seguía hablando, pero ella no le respondía ¿Ella? ¿Quién era ella?  ¿Acaso Noelia escapó de sus captores? No, no era ella, los niños no es que no le gustaran, sino que gracias al NWG tanto Noelia como ella fueron demonizadas al punto de hacer llorar a los niños con su mera mención.

Seguía corriendo y a punto de extasiarse, no podía continuar así. Puede que no tuviera la mochila a mano, más seguía teniendo su mecanismo en los brazos, si no era capaz de seguir corriendo, al menos asestaria un golpe a la criatura. Apoyándose en la punta de su pie izquierdo, se dispuso a girar apuntando el brazo hacia la criatura, sin embargo alguien externo la apartó justo antes de que aquello le asestara un golpe fatal.

Y negro. Aquel hombre, deducción que tuvo por el grito que le profirio antes de que su cerebro se “desactivara” y pasara a ver negro antes sus ojos. Como ya le sucedió antes, se acabó desmayando tras aquella convulsión involuntaria, se desmayó mientras era sujetada por el hombre.


Aquella imagen era rara hoy en día; de entre el frondoso bosque brotaba un enorme edificio de siete plantas ¿Que fue en un pasado? Su no tenía un amplio conocimiento de la vida antes de… esto, sin embargo sabía que la gente vivía en edificios enormes como este cuando querían irse de… de algo, no recordaba la palabra, solo sabia que estos edificios se les llamaba “hoteles” y verlos era raro debido al NWG.

Las grandes ciudades eran demolidas ladrillo a ladrillo a fin de reutilizar los materiales para crear muros defensivos contra los muertos, era por eso que ese enorme edificio en mitad del bosque le hubiera llamado tanto la atención y aun sabiendo que podría estar lleno de muertos, le hizo avanzar hacia sus adentros. La entrada, una enorme puerta de cristal, se hallaba tirada en el suelo hecha mil pedazos. Por las marcas de sangre seca alrededor de esta pudo adivinar que los muertos se apilaron en ella hasta romperla.

Aquí dentro estuvo sobreviviendo gente, y estuvo en letras mayúsculas pues el olor a muerte se notaba por todo su alrededor, aunque ella estaba más que acostumbrada a esa peste. Un mostrador se alzaba a su izquierda y apoyándose en el salto por encima sentándose en lo alto de este. Tras él se encontraban los restos de los que habían sido sus habitantes; huesos, tripas y carne mordisqueada era lo único que quedaba de ellos, la sangre seca recorría toda la sala como un macabro dibujo.

Los muertos entraron, comieron y se fueron. Al ver estas imágenes, el rostro de la pequeña seguía impasible; tantas veces vio esta misma imagen, incluso llegó a verlo en directo que al final acabas no sintiendo nada, acostumbrada a la tétrica realidad en la que vivía. Se bajó del mostrador y se dirigió hacia la escalera, donde encontró aún más muestras de la masacre que se produjo en aquel lugar.

Subió los escalones, pasando planta por planta; todas las puertas estaban abiertas, algunas destrozadas en el suelo y en las habitaciones no encontraba nada útil, aunque sí que rajo algunas mantas para hacerse ropajes más confortables que las pieles de animales con las que vestía. Fue al llegar a la última planta donde las cosas cambiaron; el suelo parecía “limpio” o al menos sin rastro de sangre seca y una de las puertas estaba intacta, incluso parecía que algo la bloqueaba en el interior.

Tuvo que usar su navaja y las puntas de flecha que se fabricó esa mañana para lograr entrar por la puerta. Al hacer el agujero, los tablones que sujetaban la puerta por el interior cayeron al suelo, provocando un gran estruendo. Su cuerpo se congeló de inmediato, sus músculos se tensaron y se prepararon para la carrera.

No hubo respuesta. Ni el más mínimo gemido ni sonido de piernas putrefactas corriendo hacia la puerta. Tras esta buena noticia, entró en el piso y fue golpeada por aquel hedor pestilente. No era como el de la entrada, este era más potente como si en su interior hubiera estado sellada la muerte misma. Comenzó a caminar por las habitaciones, con la certeza de que ningún muerto se escondía entre ellas.

En la entrada vio una foto enmarcada en un marco azul corrido por el pasar del tiempo; una familia, padres jovenes que levantaban en brazos a una niña de pelo negro que sonreia con la inocencia que, si recordaba bien, ella tuvo una vez. Quiso seguir mirando la foto, añorando unos recuerdos que ya ni siquiera recordaba, más el hedor le hizo seguir avanzando en búsqueda de algo útil para llevarse.

Unas latas de comida vacías tiradas por el pasillo le hicieron avanzar hacia el cuarto principal y allí… los encontró.


En la cama, tumbados como si estuvieran durmiendo, yacían tres cuerpos en avanzado estado de descomposición. A la izquierda, el pelo largo de la mujer cubría la almohada como si de un tapete se tratara, a la derecha el hombre sujetaba sobre su pecho una pequeña pistola automática… y en el centro, la niña, abrazaba a su madre. Desde detrás del pie de la cama, Su miro aquella escena… vio a la madre abrazar a su hija mientras el padre las apuntaba, lágrimas llenando los ojos de este sabiendo que lo que hacia era “lo correcto”.

Vio a la niña llorar, a una niña morena gritar desesperadamente a los cuerpos de sus padres, muertos ante sus ojos. Su rostro seguía impasible, acercándose al cuerpo del padre y quitándole de las manos el arma, la cual no sabía si seguía cargada y se la metió en un bolsillo de la mochila. Sin tocar nada más, abandonó el piso dejando que la familia descansara en paz y continuó subiendo las escaleras, llegando hasta lo más alto del edificio; la azotea.

Allí arriba no había nada, solo un solitario pararrayos tirado en el suelo. Las piernas de la muchacha avanzaron hasta llegar al borde  de la azotea y se subió en el bordillo, el cual solo media poco más de medio metro de ancho. Miro al vacío y sacó el arma, dejando que el cañón reposara sobre su sien, se acerco aun mas al vacío, cerró los ojos con un suspiro y… apretó el gatillo.

Nada. El arma estaba vacía, tirándola al vacío con una mano temblorosa. Tras aquello, se apartó unos centímetros del borde y su cuerpo se empezó a contorsionar, agachándose de rodillas mientras sus brazos se movían de lado a lado, agarrando su ropa y arañando el suelo. Un grito gutural sacudió el cielo y los bosques, mientras de los ojos de Su brotaba un mar de lágrimas, sus uñas apretaron la carne de sus brazos hasta el punto de ella misma dejar marcas en estos. Tras el grito, su voz quebrada se preguntó

- ¿Por qué yo?

Un gemido sonó a su espalda, girando rápidamente para ver los tres cuerpos de la familia mirándola con sus ojos vacíos y secos. La niña avanzó, la miró directamente a la cara y le respondió

- Tu sobreviviste

Y la mano disecada del cadáver la empujo hacia el vacío y mientras caía, el edificio se contorsionó en la forma de una mano calcinada que se abalanzaba hacia ella, a empujarla, a asegurarse de que moría.

Abrió los ojos entre jadeos y esposos, encontrándose cubierta por… ¿Ropa? No sabia de que se trataba esto y tampoco reconoció al hombre que se encontraba a su lado, así que su instinto fue saltar lejos del desconocido y colocarse en posición defensiva, mirando al extraño con los ojos desafiantes de una superviviente. No tenía su mochila, pero seguía teniendo su arma oculta en el brazo

- ¿Quién eres? ¿Dónde está mi mochila? -miró a su alrededor, advirtiendo la falta de aquel extraño monstruo- ¿Y que era esa cosa? Respóndeme

Su actitud era agresiva y a la vez defensiva, no podía agradecerle que la hubiera salvado sin saber qué haría después. No sería la primera vez que la “salvan” solo para capturarla poco después, traicionándola como siempre.

No volvería a cometer el error de confiar en nadie más que en ella.