Listo para el servicio ¡SEÑOR! [01/06/2019] (Ross-PNJ)

El general tuvo que hacer grandes esfuerzos para controlar su ira y refrenar al gigante rojo, pero no se llegaba hasta donde él había llegado sin cantidades ingentes de autodisciplina, así que se limitó a inspirar y espirar profundamente varias veces, luego de lo cual, cogió un trapo del primer cajón de su escritorio y lo usó para limpiarse los restos de vómito de la cara y la ropa. Se quedó mirando a Wade como si no pudiera creer lo que veía, o como si el mercenario estuviera comportándose aún más estúpidamente de lo que era normal en él, lo cual era muy, muy, muy difícil. Pero Wade siempre se esforzaba al máximo para superar expectativas.

- ¿Listo para el servicio? -repitió, incrédulo-. ¿LISTO PARA EL SERVICIO? -volvió a repetir, ésta vez apoyando los puños sobre la mesa con tanta fuerza que dejaron profundos socavones en la madera-. Wade, te esperábamos para el servicio ¡HACE DOS PUTOS MESES! ¿Te acuerdas? ¿El pequeño detalle del cabronazo QUE SE COMIÓ A NUESTRA COMPAÑERA DE EQUIPO? Íbamos a ir a asaltar el Asilo Arkham para cargárnoslo Y NO TE PRESENTASTE. El maldito chiflado se las ingenió para abrir todas las putas celdas y liberar a TODOS los malditos prisioneros organizando un revuelo DE LA OSTIA. Hicimos lo que pudimos, pero muchos lograron escapar. Quizá, Y SÓLO QUIZÁ, si tú hubieras estado allí COMO SE TE PIDIÓ, no habrían logrado escaparse tantos.

Se dejó caer sobre el asiento, cansado de todo en general. Empezó a contar con los dedos.

- Mientras tú estabas de excursión visitando pagodas y comiendo galletitas de la suerte, Smith se largó del equipo porque al parecer no tuvo los cojones de soportar lo que le había ocurrido a Elektra, la mitad de los chiflados de Arkham se escaparon, los demonios invadieron nuestro puto país, el presidente y yo quedamos atrapados en Washington durante un asedio que duró diez malditos días, Shawn perdió al simbionte y le cortaron el brazo, Happy Harbor fue destruida hasta los cimientos, Metrópolis fue destruida hasta los cimientos, una loca con súper poderes ha declarado la guerra a los hombres en la televisión nacional decapitando al líder de Chipre en directo, otra loca que decía no tener nada que ver contigo pero que se vestía igual y decía las mismas locuras estuvo ocupando tu puesto para desaparecer sin dejar rastro tan sólo días antes de tu retorno, los mutantes andan revolucionados y al pie del cañón y realmente no me quedan dedos para seguir enumerando chifladuras. ¿Te parece un resumen apropiado, Wade? Más te vale darme una buena excusa para justificar una ausencia de casi dos meses que no sea que te has pasado todo ése tiempo en China mientras veías por la tele cómo se cargaban tu puto país y no hacías nada por impedirlo -finalizó, amenazante.

El anciano suspiró.

- ¿Wade Wilson metido en algo que escapó a su control? A quien pretendo engañar... Te estuve observando durante años antes de proponerte para mi equipo. Desde que estabas en el grupo de fuerzas especiales, en la unidad de élite Óscar Zero, antes de Arma X. Sé bien que el caos te persigue allá donde vas, así que supongo que era un riesgo con el que ya contaba cuando te alisté. Te agradezco la sinceridad, pero, aunque no vaya a llevar a cabo medidas sancionadoras, sí que vas a tener que compensar tu ausencia, no creas que vas a poder irte de rositas.

El general se puso en pie, accionando un botón del teléfono de su mesa.

- Quiero un helicóptero en el helipuerto para dentro de cinco minutos -ordenó a la voz del otro lado antes de volver a dirigirse a Deadpool-. Sí, Gwenpool. Dedicó mucho empeño a demostrar que, según ella, era mejor que tú y podía hacer mejor tu trabajo, y tengo que admitir que no resultó decepcionante. Fue de mucha ayuda durante el asedio de Washington, y se las ingenió para atrapar a un ser que... -se llevó la mano a la nuca, claramente incómodo-. Bueno, es... lo más peculiar con lo que me he encontrado nunca. Acompáñame.

Ross y Deadpool salieron del despacho del general en la Casa Blanca y salieron fuera, hacia el helipuerto de la explanada sur de la edificación, donde estaba esperando un helicóptero.

- Ponte cómodo, nos espera un viaje largo hasta Nueva York -le indicó mientras se situaban asegurando todos los correajes y cierres y despegaban-. Pues como te iba diciendo, Gwenpool realizó una incursión en Washington cuando estábamos bajo asedio, para ayudar a rescatarnos, y, por el camino realizó una captura sorprendente. A primera vista todos pensábamos que debía de tratarse de un demonio más... pero resultó que no lo era. Al parecer se trata de un Oniro, una criatura que se alimenta de los sueños de las personas. De su creatividad, básicamente. Y, al hacerlo, te drena la energía vital, pudiendo llegar a matarte. Puede inducir al sueño con un simple roce, es inmortal y vulnerable a la luz del sol. Supongo que la definición más acertada para describirlo de forma que lo entendamos todos es que se trata de... un íncubo. En mi opinión debería ser destruido, como cualquier alimaña que se alimente de personas, pero el presidente ha hecho un trato con él... Al parecer, es capaz de colarse en los sueños de las personas, moldearlos y manipularlos. El señor Luthor piensa que puede ser muy útil en interrogatorios para obtener información sin tener que recurrir al uso de tortura o violencia. Supongo que está por ver... Pero ésta alianza nos deja con un pequeño problema, verás... Éste ser es capaz de inspirar un irrefrenable deseo sexual en todos los que se sientan atraídos por individuos de su sexo, y, al hacerlo, consigue que quieran complacerlo en todo cuanto pida, por lo que tengo que asegurarme al cien por cien de tenerlo controlado por hombres o mujeres a los que no pueda seducir para que le dejen escapar. Es un auténtico quebradero de cabeza. El presidente le ha prometido la libertad a cambio de su ayuda, pero tenemos que asegurarnos de que no trata de volar a otro país o algo así, por lo que necesitaríamos ponerle una escolta, alguien a quien no pueda manipular o engañar, alguien que se convierta en su sombra y le esté vigilando continuamente y que no pueda caer ante sus encantos, ¿me sigues por dónde voy? Ahora bien... no tengo claro qué es lo que te atrae... Y Dios me libre de querer saberlo... Pero esa chica, Gwenpool, se mostró totalmente inmune ante él... Y dadas las sorprendentes similitudes que tenía contigo me atrevo a pensar que será igual en tu caso. O eso espero. Y si no, sé que encontrarás la manera de solucionarlo. Lo más importante es que no debes matarlo. El tipo es un ciudadano ilustre de Chicago, todo un ricachón dueño de una empresa importante y todo, y Luthor insiste en que puede ser muy útil, así que, hagas lo que hagas, no lo mates. ¿Me has entendido, Wade? Haz lo que sea necesario para que no se escape pero no le mates. Le necesitamos vivo.

Tras un vuelo de aproximadamente hora y media, ya sobrevolaban Liberty Island, o lo que Wade suponía que debía de ser Liberty Island, porque el monumento más emblemático de la ciudad, la Estatua de la Libertad, ya no estaba.

- Ese hijo de puta, Belial, se la cargó durante la invasión demoníaca -explicó el general mientras enfilaban hacia allí.

A medida que se acercaban eran más y más visibles los numerosos daños causados a la isla. Todo parecía haber sido... calcinado, y apenas quedaba nada de la abundante vegetación que había habido en su momento. Había obreros replantando nuevos brotes y esquejes, pero lo que más destacaba era la impresionante edificación que estaban levantando donde otrora se encontraba la gran dama de acero; Una especie de réplica de Lady Liberty efectuada en su totalidad en cristal de tonos verdosos sobre una nueva base de mármol blanco. Estaba prácticamente terminada, y, para cuando estuviera completa, sin lugar a dudas sería un espectáculo digno de contemplar.

- El presidente ha convertido las obras en la máxima prioridad dentro de las reconstrucciones post invasión -continuó explicando el anciano conforme se iban dirigiendo al helipuerto-. Los obreros han estado trabajando día y noche para restituir el símbolo de nuestra nación y devolver la esperanza a las gentes. ¿Qué te parece?

Tras aterrizar el helicóptero, Ross lo dejó al cargo de varios militares que se acercaron al momento y guió a Wade hacia un ascensor situado en un emplazamiento algo más alejado de las áreas públicas, en una zona oculta. El ascensor descendía a las profundidades de la tierra, hacia lo que parecía ser una base subterránea que se prolongaba bajo los cimientos de la nueva estatua. Ross guió a Wade por un entramado de túneles y galerías secretos hasta detenerse frente a una habitación con la puerta reforzada que estaba custodiada por dos agentes armados. Al ver a Ross se cuadraron y les permitieron el paso.

Al otro lado había una habitación razonablemente grande, muy pulcra, con tonos predominantemente blancos, equipada con todo tipo de comodidades; sofá, dos sillones de cuero, estanterías para libros, televisión, dos sillas y una cama de matrimonio. Podría haber pasado por un apartamento pequeño de no ser por la evidente ausencia de ventanas, cocina y baño.


Y sentado en el sofá, con una copa de vino en una mano y un libro en la otra, estaba el ser más hermoso que Wade había visto jamás. Proporciones perfectas, rasgos perfectos, ojos imposiblemente azules y la camisa desabotonada en aras de una comodidad casual que resultaba tan irresistible como si hubiese sido calculada al milímetro. Llevaba en el cuello un grueso collar con una parte más ancha que albergaba el dispositivo electrónico para inducir descargas eléctricas. Ross le entregó el mando a Wade.

- Para controlarlo si ves que se porta mal. No abuses de él, que nos conocemos. No dejes que te toque o caerás dormido. ¿De acuerdo, Wade? -después se volvió a mirar al apuesto europeo-. Desde ahora, Deadpool será tu responsable. El presidente quiere dar una rueda de prensa para declarar de manera oficial la colaboración plena de la Dreamcatcher con su gobierno. Le entregaremos un contrato que tendrá que firmar, y en el contrato vendrá incluido el alojamiento en uno de los hoteles más prestigiosos de la ciudad, pero tendrá que permanecer en Nueva York durante el tiempo que sea necesario. Si en algún momento tratase de romper el acuerdo, Deadpool se encargaría de darle caza y matarle. Ese collar que lleva al cuello será reemplazado por algún otro dispositivo más discreto, y le será colocada una tobillera con un GPS para tenerlo localizado en todo momento. ¿De acuerdo? A medida que veamos que se puede confiar en usted, le iremos dando mayor autonomía.

El general solía ser bastante tolerante con las excentricidades de Wade. Cuando manejas amenazas de la altura de Hulk, súper villanos o invasiones alienígenas tiendes a no centrarte demasiado en aspectos tan irrisorios, especialmente cuando eres consciente del valor de tu operativo. Y Ross conocía muy bien a Wade, le había estado vigilando desde antes de someterse al proyecto Arma X y sabía bien de su potencial, así que tendía a pasar por alto sus comportamientos más... coloridos... Siempre y cuando no le tocara las narices directamente. Pero lo cierto era que eso no solía ocurrir, y de hecho Wade se mostraba siempre sorprendentemente leal para lo caótico que era.

Puede que Wade no hubiera escuchado nada de lo que el militar le dijo para ponerle al corriente de todo lo sucedido durante el viaje, pero el viejo lobo no solía perderse nunca nada, especialmente algo tan llamativo como lo que el mercenario dijo al llegar a la isla.

- ¿Consuegro? -exclamó, tan alarmado como sorprendido-. ¿Tienes un hijo o hija que está o estuvo casado con un descendiente de Belial?

Había llegado a un punto en el que rara vez se sorprendía de nada que viniera de Wade, pero aquello era exageradamente bizarro hasta para él.

Bajó del helicóptero dispuesto a usar su mejor voz de mando para ordenarle inmediatamente que se vistiera, pero tuvo que tragarse la orden con un carraspeo atónito al comprobar que ya estaba vestido cuando llegó a su lado. Una vez más, decidió simplemente aceptarlo y no hacer preguntas mientras se dirigían a la celda del prisionero.

18 días. Llevaba 18 días allí encerrado.

Luthor había dicho que le permitiría seguir con su vida normal a cambio de su cooperación, pero, aunque le había sacado del calabozo y trasladado a una celda mucho más cómoda, no dejaba de ser una celda. Le pasaban la música y los libros que pedía, pero no tenía acceso a su arte, ni a las increíbles vistas de la ciudad desde su torre, y, como buen depredador, extrañaba el contacto con las multitudes. Le permitían mantener llamadas de vez en cuando con los directivos de su empresa para que no se preocuparan y asegurar que todo continuara funcionando correctamente, y también se aseguraban de que no pasaba hambre permitiéndole acceder periódicamente a algún prisionero o prisionera. Le dejaban tomar sólo lo justo para mantener su apariencia lozana, pero sin excederse. En realidad no le venía mal... Después de tantas décadas de contención, cuando la invasión demoníaca le proporcionó la excusa perfecta para alimentarse sin levantar sospechas se había lanzado en una espiral de glotonería y excesos que sólo podría calificarse como desmedida. Algo tan poco sostenible tendría que terminar antes o después, pero no le gustaba estar encerrado, aunque entendía que no había nada que él pudiera hacer.

Cuando Ross entró con el fantoche vestido de rojo, lo estudió con cautela. Su aura, a sus ojos, tenía el mismo brillo colorido y desenfrenado que había tenido la de la chica que le había tendido la trampa en Washington DC. En aquél momento, para él había sido como ver un unicornio. Nunca en toda su existencia había conocido a alguien con tal nivel de creatividad, y, asumiendo que podría servir como una fuente de alimento interminable, había cometido el error de dormirla para encerrarla en su cubil. El problema había sido que la chica rápidamente había tomado control completo del sueño. Siempre había sabido que algo así podía ocurrir con individuos especialmente dotados, pero nunca antes le había sucedido porque para conseguirlo la persona tenía, para empezar, que ser consciente de que estaba soñando, y eso rara vez ocurría. Tenía muy claro que ésta vez no pensaba cometer el mismo error. No intentaría dormir a aquél tipo; si se alimentaba de él, lo haría estando despierto. Absorbería toda su energía vital de una sóla vez sin correr riesgos, aunque supusiera desperdiciar toda aquella maravillosa creatividad. No pensaba volver a pasar por lo mismo otra vez. Pero, por el momento, la única opción que tenía era continuar con lo que se esperaba de él.

El tipo del aura resplandeciente se sentó junto a él e inició un tipo de contacto que, por lo general, sólo realizaban los sujetos que se sentían naturalmente atraídos hacia él. Eso era algo inesperado... y también bueno. Los últimos días Ross se había asegurado de colocar a su cargo a personas que eran invulnerables a sus encantos, así que no entendía por qué correr el riesgo ésta vez sabiendo lo que era capaz de hacer. Podía ser que el general no conociera las inclinaciones de éste soldado, o que sólo estuviera jugando un papel para hacer que se confiara. A Elian por el momento no le importaba porque no influía en lo que tenía planeado para él. Lo único en lo que podría afectar era en que resultase más sencillo lograr lo que se proponía.

Cuando el mercenario hizo la pregunta, Elian dirigió hacia él su mirada, imposiblemente azul e imposiblemente intensa.

- ¿Siempre le haces esa pregunta a la gente después de amenazarlos con desmembrarlos? Se me antoja contraproducente...

Dejando la copa de vino sobre una mesa cercana alzó lentamente las manos para que comprobara que no suponía ninguna amenaza ni tenía ningún arma oculta en ellas, sin romper en ningún momento el contacto visual.

- ¿Me permites... que te toque? -musitó, plenamente consciente de que el mercenario sostenía en la mano el mando que activaba el collar. Miró a Ross para que los dos escucharan la explicación-. No te hará nada... mientras lleves puesto el traje. Mis poderes sólo funcionan en contacto directo con la piel. ¿Me permites? Mira... No tienes nada de qué preocuparte -dijo, extendiendo lentamente un dedo para rozar con suavidad el dorso de la mano del mutante, la que estaba en contacto con su cuerpo.

Efectivamente, Wade no notó nada extraño, más allá de un leve cosquilleo extremadamente placentero que rápidamente se extendió por todo su cuerpo. Pero ésto no era nada más que la capacidad natural que tenía el íncubo para generar placer.

- Seguro que entiendes que eso... -señaló el pequeño aparato-, no es necesario... -dirigió la mirada a Ross, suplicante-. Por favor... Iré voluntariamente, no hace falta recurrir a tales medidas... No daré problemas.

El tipo parecía un completo imbécil, pero a Elian no podía importarle menos. El aura de su energía vital era tan intensa que podría alimentarle durante un mes y se le hacía la boca agua sólo de pensarlo. Además, si realmente era imbécil sería más fácil de manipular, y eso siempre le convenía.

Parecía la clase de persona que se enorgullecía profundamente de sus talentos y habilidades, así que procuró parecer lo suficientemente amedrentado e impresionado como para satisfacer su ego.

- Vaya... -musitó, en un tono de voz suave como el terciopelo-. Me encantaría verte en acción... Me gusta cuando se ponen... duros... -añadió, con un evidente doble sentido que hizo que a Ross se le pusieran los ojos en blanco.

- Más te vale estar callado, o el que terminará dándote las descargas seré yo, animal degenerado -exclamó, únicamente para tener que volverse hacia el mercenario un segundo después-. ¡Wade! Esa clase de comentarios me resultan profundamente inapropiados y fuera de lugar, así que te rogaría que no continuaras. Vámonos.

El malestar del general no encontró reflejo en el íncubo, cuya sonrisa, por su parte, se ensanchó de manera visible. En cuanto el anciano militar hubo abandonado la habitación se inclinó hacia Wade para susurrarle con gesto cómplice:

- No necesito tocar ninguna de esas partes para procurarte placer... Me bastaría con rozarte el brazo. En realidad, no haría falta tocarte en absoluto. De hecho, si lo prefieres, podrías tocarme tú... y aliviar, por un instante, todas tus penurias... Piénsalo... -se inclinó aún más, hasta estar tan cerca que podría haber rozado con sus labios la máscara del mercenario de haber querido-. Y, querido... como más me gusta es hacerlo "a lo duro".

Dicho ésto se apartó y se puso de pie, yendo al perchero a recoger su chaqueta.

- Llevo casi tres semanas encerrado aquí, así que lo que más se me apetece es salir, si no te viene mal. No conozco la ciudad... Soy de Chicago. Así que... elige tú el lugar. Me gustan las sorpresas.

Una vez arreglado se volvió de nuevo hacia él, yendo a su encuentro para estrechar su mano.

- Encantado, Wade... Mi nombre es Elian Iquelo. No sé de qué tamaño es tu boca -continuó, señalando la máscara que ocultaba su rostro-, aunque me encantaría averiguarlo, créeme...

Y, con una sonrisa de medio lado, se dirigió a seguir a Ross. Si Wade pensaba que el íncubo se iba a escandalizar en lo más mínimo, estaba equivocado. En el transcurso de las largas décadas que el oniro había pasado en la Tierra, tejiendo los sueños húmedos de aquellos de los que se alimentaba, había tenido que presenciar (y fabricar) todo tipo de perversiones que habían ido, poco a poco, corrompiendo la misma esencia idealizada con la que había sido creado. En su experiencia, los peores eran siempre los que parecían más modositos. Los que se llenaban tanto la boca con comentarios subidos de tono, como lo hacía el mercenario, tendían a resultar casi entrañables en el dormitorio...

Acompañaron a Ross hasta una sala donde le cambiaron el collar a Elian por una discreta y refinada pulsera dorada que no llamaría la atención en la muñeca de un hombre como él. La pulsera incluía un GPS que transmitía su localización en todo momento, y también podía suministrar poderosas descargas llegado el caso. Después de recalcarle una vez más al mercenario lo peligroso que era el oniro y que no debía quitarle ojo de encima en ningún momento, Ross les acompañó hasta la salida y se marchó, claramente aliviado de poder quitárselo de encima. Elian se volvió a mirar a Wade.

- ¿Dónde quieres ir? -inquirió con naturalidad.

- Tenéis cuenta a cargo del gobierno -asintió el general-. El señor Iquelo va a iniciar una colaboración pública con el presidente en representación de la Dreamcatcher Company y el señor Luthor desea que sea tratado como corresponde. Pero no te cueles, Wade, que nos conocemos. Sólo gastos justificables, que para todo hay un límite.

El mercenario se pasó parloteando todo el trayecto en Ferry junto con el viaje en metro hasta Central Park. Elian, a su lado, le dejaba hablar escuchándole a intervalos y desconectando a ratos para pensar en sus propios problemas, la situación en la que se encontraba y cómo iba a poder salir de aquella. Parecía que no le iba a quedar más remedio que hacer aquél trato con Luthor, aunque no le hacía la más mínima gracia. Durante milenios había sido un esclavo del Sueño, y ahora que había encontrado su libertad, lo último que deseaba era que otro tirano mandara sobre él.

Central Park era un lugar increíblemente hermoso. La realidad era que Elian apenas había pasado por Nueva York, y cuando lo había hecho había sido principalmente por motivos de trabajo, por lo que nunca había tenido la oportunidad de explorar el parque.


Entraron a la altura de la calle 74, y, al cruzar el Bow Bridge, Elian se detuvo a escuchar a una joven violinista que tocaba para costearse el viaje a una prestigiosa competición. Ya estaba atardeciendo, y el íncubo se sentó en uno de los bancos del puente para contemplar cómo se reflejaba el sol en las aguas del lago. La gente pasaba de largo ante la violinista, totalmente inmersos en el estrés y las preocupaciones del día a día que les impedía detenerse durante unos instantes a disfrutar uno de los pequeños placeres de la vida: la música.

- Siento mucho respeto hacia cualquiera capaz de exponer su arte de ésta manera -intervino por primera vez en el monólogo permanente del mercenario-. Es un verdadero acto de valentía ante el que no pocos fracasarían. En ésta vida que vivimos, a menudo encontramos belleza ante nosotros... pero vamos siempre con tanta prisa que somos incapaces de apreciarla.

>>Y hablando de belleza difícil de apreciar... -se volvió hacia el mercenario. Tenía los brazos extendidos apoyados en el respaldo del banco y una pierna cruzada elegantemente sobre la otra-. Voy a contarte un secreto, Wade... (¿Puedo llamarte Wade?) La manera en la que yo percibo la belleza no tiene nada que ver con los estándares humanos... Para mí el aspecto físico tiene tanta importancia como una mancha de agua sobre la ropa. Algo que está ahí pero que apenas se ve y que, al final, termina secándose y desapareciendo. La manera en la que yo percibo la belleza tiene mucho más que ver con aspectos internos de la persona. Imaginación... creatividad... talento... En suma, todas aquellas cosas que hacen al ser humano... bueno... humano... Y en ése sentido, Wade... No podría importarme menos cómo sea tu cara bajo esa máscara porque lo único que yo veo al mirarte... es perfección...

Se le quedó mirando fijamente, con aquella mirada imposiblemente azul e imposiblemente intensa.

- Quítate la máscara. Quiero verte tal y como eres...

Elian dejó escapar una suave risa.

- Sí, Wade... Lo pillo.

Por lo general a las personas que hablaban tanto les gustaba sentirse escuchadas y ser el centro de atención, y si en algo era ducho el Oniro era en hacer sentir especiales a los que estaban bajo su influencia. Reírles las gracias a los que se creían graciosos solía ser una buena manera de ganarse su confianza.

- Con o sin mostaza, hay que saber disfrutar de una buena salchicha cuando tienes la oportunidad -concluyó, mirándole de soslayo y sin que quedara claro si realmente se estaba limitando a concretar el mensaje del mercenario o más bien quería dar a entender otra cosa.

- Humm... Yo conservo en mi casa un estuche de violín del siglo XIX fabricado en madera. Considerando que los violines son bastante más antiguos que los subfusiles te diría que más bien los diseñadores de los estuches de los segundos los diseñaron así para... ¿poder pasar desapercibidos, quizás? Aunque no podría saberlo, tú eres el experto...

Elogiar su ego era otra cosa que había concluido que le serviría para ganarse al mercenario durante el breve tiempo que llevaban juntos. No sólo le encantaba hablar, sino que concretamente hablar de sí mismo parecía ser su tema favorito...

- No, gracias, no tengo hambre... -dijo con un gesto al dependiente, rechazando la oferta.

En realidad sí que tenía hambre... pero no de pretzels, precisamente.

- Pruébame -le retó con una sonrisa cuando dijo que no sería capaz de soportarlo, satisfecho de ver que había conseguido convencerlo.

Poco a poco.

Estaba empezando a atardecer, y una linterna brillaba en la proa del barco mientras las luces de la ciudad se reflejan en la superficie del agua. Elian empujó el bote hacia el agua, sentándose junto a los remos.

Ya tenía intención de ocuparse de eso desde antes de que el mercenario ocupase su lugar junto a la linterna. Y es que a pesar de lo que la apariencia pulcra y refinada del oniro pudiera dar a entender, lo cierto era que tenía bastante más fuerza que un humano corriente.

- Ha sido una buena idea -le elogió mientras empezaba a remar, apreciando las ondas de colores que se formaban en el agua-. Tengo un pequeño barco, allá en Chicago. Siempre que necesito relajarme o aclarar mi mente sobre algo, salgo a navegar. Estar en la naturaleza así me hace sentir como en casa. Allí, en el mar, no hay nadie que te diga qué hacer o quién ser. Me hace sentir en paz...

>>Y hablando de eso... Me pareció notar cierta tensión entre el general y tú... Es un tipo difícil, cualquiera podría darse cuenta. Trabajar bajo su mando no tiene que ser nada fácil... Podría darte un masaje rápido si quieres. Fui concebido para complacer, pero no todo el mundo presenta las mismas necesidades. Te sorprendería saber la cantidad de gente que lo único que necesita es de un oído amigo, un hombro sobre el que llorar o simple contacto humano. Y cuando las palabras no son suficientes, hay muchas maneras de hacer sentir bien a la otra persona.

Le miró directamente a los ojos, con aquellos profundos ojos que rivalizaban con las aguas del lago.

- Encontrar el momento para reducir la intensidad del día a día es importante, Wade... Especialmente en trabajos como el tuyo.

Habían llegado al centro del lago, y Elian dejó reposar los remos en las agarraderas, reclinándose en la popa mientras observaba comer al mercenario, tomando buena nota de todo cuanto veía. Después de todo, había sido diseñado para detectar y satisfacer las necesidades y placeres de los mortales, y la comida era sin duda una debilidad para el mutante. La conversación sobre los violines no le interesaba mucho (estaba bastante más interesado en el hombre que tenía ante sí) pero sabía que para mantener los estándares sociales de educación básica tenía que, al menos, aparentar un interés cortés. Suspiró.

- Tengo que admitir que mi interés radica no tanto en el instrumento en sí como en los sonidos que son capaces de generar en las manos adecuadas... -respondió, de manera evasiva. Porque ni siquiera era la música lo que le suscitaba el interés sino los que la componían e interpretaban, y no por los motivos que cualquiera podría suponer...

Observó el movimiento repentino que hizo, como si se sacudiera algo del hombro, pero no le dio mayor importancia, concentrándose por completo en la pregunta que hizo a continuación. No dio una respuesta directa, pero la mirada intensa de sus penetrantes ojos lo dijo todo.

Quien calla otorga, que dicen...

No apartó la mirada del rostro de Wade en ningún momento, y su expresión no varió en lo más mínimo. Ningún gesto de asco, repugnancia o rechazo asomó a la tranquila calma de aquellos orbes azules, y, cuando finalmente la máscara estuvo a buen resguardo en el bolsillo de su uniforme, se inclinó hacia él.

- Quiero verlo todo de ti, Wade... -musitó, extendiendo una mano para acariciar muy ligeramente su rostro-. Me sigues resultando increíblemente hermoso...

Volvió a incorporarse un poco, pensativo. El mercenario no había contestado a su ofrecimiento de darle un masaje, pero, como ya habíamos establecido...

Quien calla, otorga.

Con cuidado para no volcar la barca se posicionó detrás de él y colocó las manos sobre sus hombros. El reducido espacio les obligaba a estar tan cerca que Wade podría notar la calidez de su aliento en la nuca.

- Toma aire y cierra los ojos... Relájate -le susurró al oído. Su voz era aterciopelada, hipnótica, y tan agradable como el tacto de sus experimentadas manos presionando habilidosamente sobre su cuello y hombros, localizando todos los puntos de tensión en su cuerpo-. Ahora, espira...

Las manos del íncubo fueron descendiendo, acariciando ahora su espalda de una manera increíblemente placentera. Después de un rato, volvieron a subir hasta los hombros, el cuello, y una de las manos del oniro subió hasta la mandíbula, haciendo que el mercenario girara suavemente la cabeza hacia él. Aún tenía los ojos cerrados, y Elian se inclinó lentamente, buscando sus labios.

Si algo había podido notar era que, aunque el mutante tenía novia, no era totalmente inmune a sus encantos y no podía desaprovechar la oportunidad que se mostraba ante él. Estaba completamente a solas en el centro del lago con el único hombre que sostenía la llave de su libertad. Ross había cometido el error de entregarle el mando que controlaba su pulsera a un hombre que era bisexual, y lo había dejado a solas con él. Iba a ser un absoluto desperdicio matarlo tan rápido, pues poseía una creatividad tan elevada que habría podido alimentarse de él durante una semana como mínimo, pero era ahora o nunca. Una vez Wade ya no estuviera podría arrancar la pulsera con su súper fuerza y destruirla. Entonces sería libre, libre para regresar a Chicago sabiendo que Luthor no tenía realmente ninguna prueba contra él para acusarle de nada ante la justicia, o para huir y empezar de cero en otro país bajo otra identidad si así lo consideraba. Pero libre, a fin de cuentas. Le había costado siglos escapar del Sueño, y no pensaba volver a estar bajo el yugo de nadie nunca más.

Tampoco pensaba correr riesgos introduciéndose en sus sueños como había hecho con Gwenpool. La heroína le había demostrado lo que alguien tan creativo era capaz de hacer dentro del reino onírico, y no estaba dispuesto a volver a ver invertidas las tornas. No, ésta vez lo haría a la vieja usanza... De la manera en la que los de su especie llevaban alimentándose desde el principio de los tiempos...

Sus labios entraron en contacto con los del mercenario, sumiéndole en una sensación de dicha absoluta. Pese a todo lo que Elian era capaz de transmitir manipulando los sueños, las alegrías que era capaz de recrear hasta el punto de desear no volver a despertar, nada podía compararse con la experiencia, cuasi religiosa, de besar a una criatura que había sido diseñada específicamente para proporcionar placer. La oxitocina inundó el cerebro del mercenario como si se hubiese roto una presa, y un torrente de endorfinas recorrió su organismo haciendo que fuese virtualmente imposible para él percibir la ligera sensación de dolor soterrado bajo la cascada de placer mientras el íncubo le iba extrayendo la vida a través del beso.

La naturaleza es algo fascinante... Existen muchos tipos de animales que utilizan una suerte de veneno para paralizar a su presa mientras la devoran. El caso más conocido es el de la viuda negra, que primero te atrapa en su suave red de hilos de seda, y, cuando se ha asegurado de que no puedes escapar, te inyecta su veneno y te devora. En el caso del íncubo, las atenciones que brindaba eran la tela de araña, y el placer, la manera de inmovilizar a sus presas para poder devorarlas. Todo se reducía a eso... pura y simple biología. Depredador y presa. Cazador y cazado.

Pero, entonces, algo se torció. Elian comenzó a sentirse mal, lo cual era imposible porque al ser una criatura hecha de sueños no podía enfermar, pero la sensación era algo parecido a lo que experimentarías tras haberte dado un atracón de chucherías rebozadas en pastel con batido de helado. La sobredosis de azúcar le golpeó de pleno, haciéndole sentir náuseas, y no tuvo más remedio que interrumpir la conexión con el mercenario. El aura verde que había envuelto sus cuerpos mientras se alimentaba desapareció, y Deadpool, que había estado paralizado durante el beso, recobró la movilidad junto con el control de sus actos, justo a tiempo para ver cómo el empresario se doblaba sobre sí mismo y, deformando imposiblemente la boca, vomitaba arcoiris sobre la superficie del lago.

Elian no podía tener emociones, al menos no desde una perspectiva humana. Su manera de sentir era mucho más primitiva, mucho más básica. En muchos aspectos, no era más que un animal, y, como todo animal, se movía con la única finalidad de satisfacer sus impulsos primarios. Sobrevivir. Comer. Ni siquiera necesitaba el sexo, ya que al ser una entidad creada, y no nacida, no experimentaba el fundamental impulso de todo ser viviente de encontrar una pareja sexual para reproducirse y subsistir. Para él, el sexo era sólo una herramienta más para alimentarse. Un medio para un fin.

Pero había otra emoción igualmente básica que experimentaban casi todos los animales: ira. Y en aquellos momentos la ira le recorría con el mismo ardor que las descargas que sacudían su cuerpo a intervalos regulares. Una ira tan intensa que le costaba discurrir con normalidad, y apenas podía oír lo que le estaba diciendo el mercenario. En cuanto las descargas cesaron y se hubo recuperado mínimamente del malestar general que azotaba su organismo, se dio la vuelta con la velocidad del rayo empalando al mercenario con el extremo del remo, con tanta fuerza que ni siquiera hizo falta que estuviera afilado.

- ¡Sois un maldito cáncer, tú y la zorra esa que se viste como tú! ¿Qué se supone que sois? Nunca en toda mi vida había conocido a nadie como vosotros, y si algo he aprendido de éstos encuentros es que la única manera de lidiar con vosotros es aplastándoos como las cucarachas que sois antes de que podáis reaccionar -exclamó, arrojando el cuerpo del mutante al suelo de la embarcación y saltando inmediatamente sobre él con reflejos sobrenaturales, inmovilizándole con las piernas-. Podríamos haber hecho ésto por las buenas -continuó, aferrando la cabeza de Wade con ambas manos y desgajándola de cuajo antes de arrojarla al lago-. Habría sido mucho más agradable para todos, pero no... Por lo que se ve era mucho pedir...

Se tomó unos segundos para tranquilizarse y volver a recuperar su apariencia encantadora y civilizada de costumbre. No había dejado caer la máscara de glamour en ningún momento, por supuesto (nadie debía saber jamás cómo era en realidad, de lo contrario todo estaría perdido), pero sus ojos habían adquirido un fulgor rojo demoníaco y su voz había pasado de ser suave y acariciadora a convertirse en un rugido gutural.

Tras asegurarse de que nadie parecía mirar en su dirección y que milagrosamente lo sucedido parecía haber ocurrido demasiado rápido como para que nadie se apercibiese, arrojó el cuerpo del mercenario por la borda y dedicó algunos minutos a recomponer su apariencia contemplando su reflejo en el agua. Se limpió la sangre de las manos en el lago y se peinó pasándose los dedos humedecidos por el pelo tras ajustarse el otrora impecable traje ahora recubierto de zonas chamuscadas. Milagrosamente no le había salpicado sangre en las ropas, y el vómito de arcoiris no había dejado rastro alguno tampoco.

No era lo deseable; habría preferido acabar las cosas de otra manera, pero si no podía comérselo era la única salida una vez desvelado el pastel. Después de lo que había hecho debía de haber resultado evidente para Deadpool que había tratado de huir. Si permitía que le llevara de vuelta ante Luthor volverían a encerrarle o algo peor, y no pensaba volver a la prisión. Había tenido suficiente encarcelamiento para varias vidas. Necesitaba un teléfono móvil para poder contactar con su gente.  

Con aire resuelto, empuñó nuevamente los remos para dirigirse a la orilla.

Elian se quedó mirando al reaparecido Deadpool que le esperaba en la orilla como un espectro llegado desde el más allá. Su cara estaba absolutamente inexpresiva, como en estado de shock. No podía entender lo que acababa de ocurrir. No podía entenderlo en absoluto.

Aquél ser tenía aura (excepcionalmente colorida pero aura al fin y al cabo), lo cual quería decir que era humano, o algo parecido. Elian estaba seguro de que no estaba soñando porque al Señor de los Sueños no le estaba permitido soñar. Tampoco había creado ningún sueño del que Wade hubiera podido apoderarse como había ocurrido con Gwenpool, así que no era capaz de comprender cómo el tipo al que acababa de ver hundirse en el lago con su cuerpo dividido en dos partes estaba repentinamente delante de él en la orilla. ¿Era inmortal? ¿Era... era...?

Parpadeó una vez. Parpadeó dos veces.

- ¿Qué... qué es lo que...? ¿Sois dioses? -inquirió, en voz muy baja.

Elian había conocido de primera mano a los dioses y sabía que no se podía luchar contra ellos. Y tal parecía que así era.

Tanto él como Gwenpool poseían el aura más colorida y resplandeciente que había visto jamás, un aura que había resultado ser tóxica para él, y eso era algo que hasta ahora sólo le había ocurrido con auras apagadas y muertas. Y tampoco era la misma sensación. Cuando se alimentaba de personas con nula creatividad era como comer lechuga podrida. El sabor era horrible y siempre se quedaba con hambre. La energía vital de Deadpool estaba deliciosa... pero le había sentado como un mal viaje de setas alucinógenas.  

Gwenpool había sido capaz de controlar y moldear su dominio de los sueños a voluntad, y tenía la sospecha de que Deadpool sería igualmente capaz. Ambos parecían tan imbatibles como los propios dioses, y eso despertó otra de las pocas sensaciones primarias que Elian era capaz de tener... Temor.

Él había sido la creación de dos dioses, apenas un grano de arena en la bolsa eterna de Sandman, una marioneta creada para obrar según su voluntad y satisfacer los deseos más bajos de los hombres. Un sirviente, un esclavo. Si Sandman le encontraba, le bastaría un chasquear de dedos para volver a reducirlo al polvo del que había surgido.

Sí... Elian le tenía miedo a los dioses. Había visto actuar de primera mano a Morfeo y sabía de lo que era capaz. Durante su tiempo en la tierra se había acostumbrado a estar en lo más alto de la cadena alimenticia. Durante décadas no había encontrado a nadie que pudiera suponer una auténtica amenaza para él con la excepción del aterrador espectro en llamas que le había salvado de su ciclo de autodestrucción con la súcubo.

Hasta que al final se había topado con dos seres ante los que sus poderes no podían hacer nada. Podían arrebatarle el control de los sueños, no podía alimentarse de ellos y al parecer eran indestructibles. ¿Qué se podía hacer ante seres así?

Y quizá lo peor de todo fue la actitud absolutamente despreocupada del mercenario. No parecía enfadado en lo más mínimo después de que Elian hubiera intentado asesinarlo dos veces, una de ellas empalándolo y arrancándole la cabeza. Eso, en el lenguaje simple y primitivo de los animales sólo podía significar una cosa: que lo que le había hecho no había supuesto para Deadpool más molestia que la que podría causar una hormiga al estrellarse contra un mastodonte.

¿Y qué podía hacer una hormiga en esa situación?

De hecho, ni siquiera buscaba revancha. Elian habría esperado que le atacase de alguna forma, pero no lo hizo... En lugar de eso quiso invitarle a...

- ¿Co... comer? -repitió, aún atónito e inseguro de si le había escuchado bien-. ¿Estás pensando en comida después de...? Pero... ¿no acababas de comer...?

Todo era absurdo, muy absurdo. Tanto que no era capaz de procesar nada coherente, y aún seguía sin entender que Deadpool no estuviese tratando de reducirle de algún modo.

- Yo no... no necesito comer. Comida humana. Puedo comerla pero no me aporta nada. Me alimento de... de energía vital. Pero si tú quieres... si necesitas comer...

Guardó silencio, sin saber qué decir. No podía creerse aquella situación, y de no estar positivamente seguro de que no podía soñar, habría pensado que no era real.

Finalmente, las piezas que faltaban terminaron por hacer conexión en su mente. Miró a Deadpool, aún más asombrado si cabe.

- Espera un momento... A ver que me asegure de que lo he entendido bien... Has dicho... ¿acabas de decir... que no vas a decirle nada a Ross?

Volvió a quedarse sin palabras.

- ¿Por... por qué no?

¿Qué podría decir o pensar que tuviera sentido? Porque nada de aquello lo tenía.

Elian le escuchó con cauta atención. Aseguraba no ser un Dios, pero sin embargo afirmaba ser hijo de Loki, que era un dios nórdico... ¿o no lo era? No le quedaba muy claro de su verborrea, pero viendo que hasta ahora no se había comportado de manera coherente en ningún momento lo único que a Elian le quedaba claro era que no tenía la menor manera de anticipar por dónde le iba a salir, y eso lo volvía alguien peligroso. Además, ya había visto de lo que era capaz.

Lo mejor que podía hacer era aprender. Elian había sido diseñado para eso; para escuchar y observar y aprender y así ser capaz de recrear los anhelos y deseos de las personas. Si averiguaba más sobre Deadpool, quizá consiguiera encontrar una salida a toda aquella situación.

Aunque de momento lo único que estaba sacando era: a) estaba como un cencerro; b) era extremadamente fiel a su pareja; c) parecía un poco imbécil, o, como mínimo, un tanto espesito para entender cosas básicas como que alguien ha tratado de matarte (aunque, por otra parte, parecía bastante autoconsciente de ello); d) su segunda gran pasión después de su novia era la comida; e) era completamente impredecible; f) parecía bastante... ¿invencible? Mierda...

Le observó comer con fascinación hipnótica. No había visto nunca a nadie comer tanto, ni siquiera a los sitofílicos. Si su apetito fuera la mitad de voraz no habría tardado en extinguir a todo el continente.

- Soy un... Uhm... -vaciló. No estaba acostumbrado a hablar de aquello. La seguridad de su supervivencia se había basado durante tanto tiempo en ocultar el secreto que le costaba admitirlo en voz alta. Luthor se lo había sonsacado, pero había sido a través de la tortura. Encontrarse en la situación de tener que decírselo a alguien en una conversación casual se le antojaba extrañísimo. Por lo que sea no terminó construir la oración, y el mercenario terminó de rellenar los huecos dejándole patidifuso-. ¿Conoces a mi padre? -inquirió con los ojos desorbitados-. ¿Y a Muerte? ¿Cómo...?

¿Y aún decía que no era un Dios? Había habido mortales que habían conocido a los Eternos, pero se trataba de circunstancias tan excepcionales que le resultaba inconcebible estar sentado ante uno de ellos. Saber que conocía a Morpheo incrementó aún más su temor. Si había alguien a quien el oniro temía era al que tenía el control total sobre su existencia.

- Fui concebido como un sueño erótico, sí. Morpheo me creó y Deseo me moldeó. Durante siglos no fui más que un esclavo en su reino destinado a satisfacer los placeres de los durmientes, hasta que, en un momento dado, a principios del siglo XX Sandman desapareció durante varias décadas. A lo largo de ese tiempo, muchos sueños y pesadillas pudimos escapar. Lo único que yo ansiaba era la libertad, ser dueño de mi propio destino. Sin embargo, me encontré con algo que no esperaba, y es que, al ser un sueño, necesitaba absorber la creatividad de otras personas para mantenerme corpóreo y no disolverme. Al principio me alimentaba sin medida, y muchas personas murieron. Lo hacía de la única manera que sabía y descubrí que cuando mantenía relaciones sexuales físicas mi acompañante siempre moría porque no podía controlar la cantidad de energía vital que absorbía durante el clímax. Así que dejé de hacerlo y empecé a alimentarme de manera controlada. Tomaba sólo un poco cada vez, siempre de personas diferentes, llegando a ellas a través de sueños increíblemente gratificantes y hermosos. Les ofrecía experiencias únicas especialmente pensadas para ellas y al día siguiente únicamente se sentían un tanto débiles, pero se pasaba a los pocos días. Durante décadas he vivido así y nunca tuve ningún problema. Hasta que esa chica, la que se viste como tú, me capturó durante la invasión demoníaca. Ahora tu jefe quiere utilizarme para algo, mantenerme prisionero otra vez, y yo no quiero volver a ser un esclavo. Por eso te ataqué en el lago.

No le había contado nada que Luthor no supiera ya, y en cambio había omitido el pequeño detalle de que, quizás, se había dejado ir un poquito demasiado durante la invasión demoníaca al dar completa rienda suelta a sus instintos. También había omitido el detalle insignificante de que no había dejado de matar porque le importaran un ápice las vidas humanas, sino para evitar atraer demasiadas sospechas sobre su persona y poder mantener una coartada prolongada en el tiempo. Era infinitamente más fácil sobrevivir de manera desahogada cuando no estabas atrayendo cazadores a tu puerta cada dos por tres. Eran detalles que el mercenario posiblemente sabría ya, y, si no lo sabía, no necesitaba contárselo él. Respecto a la última parte, era peliaguda, porque su involuntario compañero se había comportado como si no fuera consciente de que le había atacado, pero eso no podía ser... ¿verdad? Elian aún pensaba que se estaba quedando con él de algún modo. Y si realmente no era consciente de ello, esperaba que todas las explicaciones que había dado previamente bastaran para no hacerle enfadar...

Aunque, quién sabía. Después de todo, ya habían establecido que era imposible adivinar por dónde te iba a salir el mercenario...

Elian rechazó de manera amable los ofrecimientos de Wade de compartir su comida con él. Era muy difícil repugnar a un ser que se pasaba la vida recreando toda suerte de perversiones para satisfacer las retorcidas fantasías de un sector bastante amplio de la población, pero el grotesco espectáculo que se desarrollaba ante él estaba resultando difícil de contemplar y lo último que quería era arruinar aún más su traje de manera innecesaria con alguna mancha de grasa o kétchup.

Después de asimilar las sorprendentes revelaciones que siguieron (algunas de las cuales no llegó a entender del todo, para que nos vamos a engañar), asintió como si lo que le había contado fuera lo más natural del mundo.

- En todos los siglos que he conocido a Muerte jamás le he conocido pareja, pero es la más humana de todos ellos, así que no me sorprendería. De todos modos tampoco la he conocido demasiado. Suele pasar más tiempo en el mundo de los hombres que en el Sueño. Aunque... no te lo tomes a mal, pero no me pareces el tipo de persona en la que se fijaría. Quizá no se trate de la misma Muerte, signifique eso lo que signifique.

El concepto de la existencia de varias muertes era suficiente para darle dolor de cabeza. ¿Significaba eso que había también varios Morfeos? Prefería no pensar en eso.

- Pero... sí que puede ser una excelente amiga. Si te sirve de consuelo.

No es que él supiera gran cosa de consuelo, pero sabía que era algo que se solía decir en situaciones así.

La explicación que le dio a lo que le había pasado le encajó bastante con sus propias teorías. Había sido una sensación parecida a la indigestión.

- ¿Entonces entiendo que me permitirías alimentarme de ti en pequeñas cantidades si llegara a necesitarlo? -lo cierto era que le venía muchísimo mejor contar con alguien que se ofreciera de manera voluntaria antes de que tener que andar siempre cazando. Mucho más cómodo para todos los implicados, y de él sólo tendría que tomar muy poco. Ni siquiera lo notaría-. Puedo recrear para ti cualquier experiencia onírica que me pidas para hacer del proceso algo llevadero y que no notes el dolor. Es lo que intentaba hacer con el beso. Mis besos, o el contacto sexual completo, proporcionan una descarga de oxitocina y endorfinas tan elevada que enmascara la sensación de dolor del drenaje, pero puedo recrear algo parecido a través de los sueños si prefieres rehuir esa clase de contacto.

La conversación estaba llegando a unos derroteros bastante más positivos de lo que habría podido esperar en un principio. De haber sabido que podía poner al mercenario de su lado simplemente hablando habría seguido ese camino directamente, pero por desgracia la empatía no era el punto fuerte del Oniro.

Le devolvió la mirada a Wade con seriedad.

- Entonces, ¿estás de mi parte? Si es así, podemos hacer las cosas de manera diferente, probar otro enfoque. Si me escapo ahora, Luthor va a tener a todo el mundo buscándome y quizá no pueda recuperar mi empresa y retomar mi vida como hasta ahora porque me vería obligado a esconderme y tendría que abandonar el país. Estoy dispuesto a volver voluntariamente y a hacer lo que me digan, hacerle creer a Luthor que voy a cooperar con él, si me das tu palabra de que me vas a ayudar. ¿Tenemos un trato? -inquirió, ofreciéndole la mano.

Escuchó con interés lo que le decía del cáncer.

- Mis sueños generan dopamina en los durmientes. Puedo hacer que sea más llevadero mientras duermes, pero no sé si sería capaz de anular por completo tal nivel de dolor. Paradójicamente lo único que podría hacerlo desaparecer de manera absoluta durante un tiempo sería lo único que te niegas a hacer conmigo -se encogió de hombros-. El amor debe de ser una cosa fascinante. Es una lástima que yo no pueda sentirlo. Tus... metáforas son muy coloridas, pero creo que lo entiendo -asintió, y le estrechó la mano-. Tendré que contentarme con eso... Tampoco es que tenga muchas más opciones, ¿verdad? -inquirió con una media sonrisa irónica.

Pero se encontraba mucho mejor después de aquél intercambio con el mercenario. Con más confianza en el futuro. Se sentía más seguro sabiendo que tenía de su lado a alguien tan poderoso como para relacionarse con Morpheo y controlar la naturaleza misma de la realidad y los sueños. Tras aquella sosegada conversación había llegado a la conclusión de que realmente iba a ser mejor para él colaborar de manera voluntaria con Luthor hasta que encontrara la manera de liberarse que iniciar una vida de fugitivo teniendo que huir, volviendo a ser perseguido y teniendo que empezar desde cero en algún otro país. Si algo le sobraba a Elian era tiempo. Siendo inmortal podía permitirse el lujo de ser paciente, y viendo la habitación del hotel estaba claro que su vida iba a ser mucho más cómoda si aceptaba las condiciones del presidente.

Al menos por el momento...

Puso los ojos en blanco al escuchar la pregunta del mercenario, dejándose caer en la cama de espaldas.

- Claro, pídete lo que quieras, tu jefe paga... Con la condición de que consigas que me traigan a un trabajador de la industria sexual para que yo también me alimente. Chico o chica, me da igual. Tampoco me importa el físico, pero preferiría que se tratase de alguien con una licenciatura en bellas artes o cualquier otra disciplina artística. Te ofrecería participar, pero sé que no vas a querer... Aún así, eres libre de mirar, por supuesto...

- Sí, justamente, hablando de eso. De cuerpos licuados y demás -carraspeó el oniro-. ¿Eres... inmortal? No soy ajeno al concepto de regeneración, pero nunca había conocido a nadie que se recompusiera tan rápido.

En lo que a él respectaba necesitaba alimentarse de alguien para poder curarse, y si le dañaban demasiado quedaba en un estado de letargo parecido a la muerte hasta que conseguía recuperarse. Sabía que había metahumanos (lo que en el universo de Deadpool se conocía como mutantes) que podían regenerarse, pero nunca era un proceso automático y si hacías algo como, no sé, atravesarles el corazón con un remo, por lo general tenían la decencia de quedarse muertos un tiempo, como cuando Doomsday se había cargado a Superman.

- Si necesitas ayuda con eso puedo recomendarte a mi sastre, es bastante bueno -dijo, señalando el agujero del traje-. Yo me ocupo de los gastos. La única pega es que está en Chicago, pero con el cacharro ese que dices que tienes no debería suponer un problema.

Se quedó mirando durante un instante el meñique de Deadpool, indeciso, antes de incorporarse en la cama.

- Nunca me había alimentado de nadie en crudo, sin tener que diseñar sueños o hacer algo para paliar el dolor. ¿Estás seguro?

Se le hacía raro, pero no podía negar que, para él, era desde luego lo más sencillo y cómodo. Simplemente tomar la energía vital sin tener que molestarse o preocuparse por nada más. Básicamente era lo que había hecho durante la invasión demoníaca, pero en esa ocasión no había tenido que controlarse, y las víctimas no habían sido voluntarias. Bueno, controlarse iba a ser sencillo ésta vez ahora que sabía de primera mano las consecuencias de no hacerlo.

Enganchó su dedo al del mercenario y cerró los ojos. Deadpool pudo ver cómo el oniro parecía entrar en una especie de trance y un fulgor de color verdoso los envolvió a ambos en el mismo instante en el que sintió el doloroso tirón, como si le estuviesen arrancando una parte de sí. Era un dolor agudo y bastante insoportable, pero no duró demasiado. A los pocos segundos el flujo se interrumpió y cuando Elian volvió a abrir los ojos tenía un aspecto mucho más lozano, las mejillas sonrosadas y las pupilas dilatadas como si acabara de inyectarse alguna clase de droga alucinógena.

- Guau -dijo, liberando el contacto, y volvió a dejarse caer en la cama-. Eso ha sido... increíble.

Estaba acostumbrado a ser quien proporcionaba placer a los demás, pero raras veces el proceso de alimentarse resultaba tan satisfactorio. Suponía que debía de ser la diferencia entre comer comida normal y alimentarse de néctar y ambrosía. Casi resultaba... adictivo. Como una droga. Normalmente eran los demás los que quedaban adictos a él, así que la experiencia le resultó extraña. Y muy agradable. No sólo le saciaba con muy poco, sino que además no tenía que trabajarse nada ni preocuparse por nada. Era un completo win-win para él.

- Creo que podemos... repetir esto más a menudo... si te parece bien... Y deberías plantearte dejarme hacer algo por ti a cambio.

Las cosas que decía Deadpool podían resultar incomprensibles y una sarta de majaderías imposibles para la mayoría, mas no para Elian. Él había conocido a la Muerte, había conocido a Dioses, conceptos, inmortales y toda suerte de entidades. No sabía concretamente quién era Thanos, pero eso no hacía que no se tomara las palabras de Deadpool muy en serio. De hecho, quizá fuese de las pocas personas con las que el mercenario podría hablar sin que le tomaran por loco.

- ¿Imposible por qué? Sé que la apariencia física es importante para los humanos, pero según tengo entendido no es el único factor a considerar, y tú pareces tener bastantes... mmm... virtudes. Eres valiente, fuerte, un buen guerrero y no mueres con facilidad. Por lo que he podido comprobar, tampoco eres rencoroso, y de hecho has demostrado ser bastante generoso. Es cierto que, según mi experiencia, a la gente no le gustan las personas que hablan demasiado. Suele ser más deseable un toque de misterio, y la gente prefiere ser escuchada antes que escuchar. Si aprendieras a contenerte en ése aspecto estoy seguro de que podrías tener más éxito.

Aunque era cierto que la carencia de empatía del íncubo podía hacer que le resultaran más difíciles de entender las motivaciones humanas, si de algo entendía Elian, era de deseo.

- ¿Ves? A eso me refiero -especificó cuando Wade empezó a pelearse con sus voces internas-. Eso es lo que echa para atrás a la gente. Pero hey, me parece genial que tengas novia, y si quisieras podrías traértela un día para hacer un trío. Nada sexual por mi parte, tranquilo. Ya sabes que en mi caso es una cuestión puramente práctica, pero podría hacer que los dos pasaráis la experiencia de vuestras vidas de manera conjunta. Piénsatelo.