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Caín
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MensajeTema: Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18]   Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] Icon_minitime9th Enero 2021, 17:24

¿Dónde se habían ido? Eso era lo que se preguntaba Caín siempre que volvía al lugar en donde antes estuvo situado el mercado que atrae a seres de todas las especies, humanas, trolls y demás, un mercado al que le gustaba asistir incluso si, tras el incidente, sus mercaderes le miraban con recelo. Sin embargo, cuando lo que antes fue un paraíso verdoso empezó a secarse debido al cambio en el clima de la tierra, los habitantes del mercado empezaron a migrar… pero el pobre Caín no pudo verlo y seguía sin saber a dónde se marcharon.

Pasó más de diez mil años recabando información, leyendo todos los manuscritos escritos en piel de cabra que podía leer a fin de encontrar más información. Sus viajes le llevaron desde las tierras más pobres en donde solo unos cuantos edificios se erigían, a las más grandes ciudades del antiguo Egipcio, que fueron fundadas delante de los ojos de Caín… algunas incluso fueron fundadas por sus propios hijos milenios atrás, claro que muchas de esas ahora se convertían en polvo y arena. Fue en una de esas ciudad, buscando información en una pequeña biblioteca, que llegó un mensajero a buscarle, algo que le pareció extraño ya que había procurado llevar ropajes que le ocultasen lo máximo, pero se ve que su ansia de información atrajeron alguna que otra mirada. El mensajero, con ropajes típicos de un mensajero de los faraones, con una falda blanca, un collar dorado con coloridos adornos en el cuello y una especie de gorro blanco muy pegado a la cabeza, abrió el pergamino y leyó el mensaje que le traía

“Ha sido llamado a tener una audiencia con Cleopatra, la Faraona de Egipto conocido”

Alzó una ceja, intrigado ante el mensaje y sobre todo aún más intrigado de que una faraona, que debía de ser una persona muy importante y ocupada, se hubiera enterado de alguien como él, que no era nadie en especial… si quitabas que había ayudado a expandir a la raza humana; sin él no hubiera existido ni faraón, ni reyes, ni nadie. Como sentía mucha intriga por el mensaje y ya había oído hablar de esa faraona, de belleza exquisita y de aún más impresionante inteligencia, así que no dudo en aceptar la llamada de la faraona.

El mensajero le guio hasta el río en el que se encontraba amarrado un pequeño bote, pero de una singular belleza; tenía la proa curvada hacia el interior del barco y varios adornos en el mismo barco, en el centro un cómodo sofá estaba dispuesto para que Caín se sentará en el, curiosamente forrado con una seda más suave que la piel misma. Un hombre vestido con unas telas blancas sujetadas por la cintura, que seguramente sería uno de los muchos esclavos de la faraona, esperaba con un remo de más de dos metros de largo a que el invitado se subiera. Estaba a punto de subir cuando el mensajero le detuvo y le indicó unos ropajes que fueron dejados para él a fin de no presentarse en palacio con esos ropajes de plebeyo.

Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] Tumblr_nzdpzg417c1qdkfqvo1_540

Una vez se hubo cambiado, le dejaron montar en el barco cosa que hizo con sumo cuidado de no tocar nada con sus manos ni con las partes desnudas de su cuerpo y emprendió el viaje hacia el palacio de Cleopatra. La antigua Alejandría era un lugar digno de ver; en esa época era la ciudad más grande de toda áfrica y una de las más grandes de la tierra conocida, el enorme Faro de Alejandría iluminaba el puerto guiando a los diversos barcos que venían cargados de especias, telas y demás placeres de tierras lejanas. Al llegar al puerto se bajo del barco, siendo recibido por un consorte real de más de diez personas que le llevaron al palacio, aun seguía sin comprender por que era tratado así por la faraona, casi como si fuera uno de esos reyes o emperadores que la visitaban a menudo. El palacio de la faraona era impresionante, la puerta de más de veinte metros de altura, de madera maciza, estaba “protegida” por dos leones de piedra a cada lado y una escalera de largos escalones te llevaban hasta la mismísima entrada, todo del color amarillo típico de los edificios egipcios. Las columnas que adornaban la entrada estaban adornadas con colores azulados y dorados, dispuestos en formas triangulares y cuadradas y eso que solo era la entrada al palacio.

Al entrar, sus ojos se deleitaron con una mezcla de colores y sentidos que le fue difícil no caerse al suelo al entrar; las columnas adornadas con oro guiaban por una alfombra rojiza hacia el trono, se podían ver fuentes de agua a cada lado de la entrada con los mismos azulejos azules y dorados que las columnas, las plantas y las pequeñas palmeras daban a todo el palacio un olor tan fresco que si cerrabas los ojos te parecería estar en un frondoso paisaje, los adornos tallados en la pared mostraban escena. Fue guiado por un criado hacía… no al trono, ya que se encontraba vacío en esos instantes, su tela roja y sus brazales dorados vacíos de cualquier faraón, no; fue guiado hasta los mismísimos aposentos de Cleopatra.

El sirviente llamó a la puerta y una voz femenina exigió que solo su invitado podía entrar, así que, tras abrirle la puerta, el criado se marchó dejándolos solos. Los aposentos de la faraona también eran dignos de ver; las paredes estaban incluso más adornados que en la entrada del palacio y había varios cojines y sofás de seda en los que descansar, pero lo que más le llamó la atención fue el centro de esta misma donde se encontraba una pequeña estancia en la que había una cama, una mesa y otro pequeño sofá. Allí, gracias a la luz del sol que entraba por las cortinas de la terraza, se podía ver la silueta de una mujer tumbada de lado en la cama que parecía mirar fijamente a su invitado

-Veo que ha llegado con los ropajes que encargue para vos, me agrada que le sean de su gusto

Levantó una de las telas, dejando ver el rostro de una hermosa mujer, de piel oscura y pelo de color azabache sujetado por una tela blanca con adornos dorados, con unos ojos de un precioso color verde y maquillados con tonos negros y azulados. Al verla, sabiendo que se trataba de la mismísima Cleopatra, se arrodillo ante ella, lo que provocó un gesto con la mano de la mujer para que se levantara

-Oh, mi excelentísima señora ¿Cómo es que a llamado a alguien como yo, que no tiene mera importancia, a postrarse a los pies de una faraona como usted?

Cleopatra sonrió ante las palabras del hombre, Caín sabía lo mucho que le gustaba a los reyes que te mostrarás como una persona fiel a ellos, que le colmen de elogios a cada frase que decías y Cleopatra no iba a ser menos. La mujer salió por completo del habitáculo, portando un vestido blanco con un cinturón de seda roja que lo ataba a la cintura

-Bueno, una faraona tiene sus recursos y me han hablado de un hombre con una marca en la frente que tiene conocimiento de más lenguas que la mismísima Cleopatra… no he de negar mi creciente fascinación por conocerle

La faraona se acercó a una mesita en la que había un jarro de agua y dos vasos de arcilla, cogiendo uno para sí misma y otro para su invitado. A pesar de lo que le dijo, Caín seguía sin comprender cómo es que eso de los idiomas ya era motivo suficiente como para traerle del modo en el que le trajo, entre tantos lujos. Intento seguir preguntando, pero la faraona le callo poniendo su mano en el pecho del hombre, con una sonrisa de indescriptible sinfonía

-Esta noche seguiremos hablando durante la cena, solo quería verle en persona antes del festín de esta noche, estaremos solos tu, yo y otro invitado más- dio una palmada y el mismo criado de antes apareció en la habitación ipso facto -lleve a mi invitado y asegúrese de que tenga todos los lujos que necesite

De nuevo fue guiado a otra habitación, el palacio parecía cada vez más grande a cada segundo que pasaba dentro de él. Sus aposentos eran más pequeños que los de Cleopatra, como era de esperar, pero aun así eran agradables de ver al tener un balcón lleno de plantas y una cómoda cama en la que tumbarse a esperar la cena… esto le seguía resultando muy raro, como si… como si le estuvieran tratando como un rey, algo que estaba claro que no era, puede que fuera por la marca pero nunca antes nadie en Egipto, que no fuera en el mercado trol, reconoció su tatuaje… en la cena podría averiguar más sobre por qué estaba siendo tratado de esa manera.

Al llegar la hora de la cena, fue guiado de nuevo esta vez al comedor real, donde una gran mesa con una tela azul que hacia de mantel adornaba el centro de la enorme estancia, adornada con tapetes de color rojos y azules con adornos dorados. Unas velas iluminaban la habitación, a parte de la luz de las estrellas que se filtraba por una de las numerosas ventanas, reflejándose en las brillantes hojas de las palmeras plantadas en maceteros por toda la habitación, por suerte la mesa era de la misma piedra que el palacio por lo que no tuvo problemas en tocarla con sus manos desnudas. Se sentó en uno de los muchos sofás, dispuestos cerca de la mesa para comer cómodamente, esperando a su anfitriona y al otro invitado, al ser el primero en llegar… se preguntaba quien seria el otro invitado y si fue tratado como el.

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Última edición por Caín el 2nd Junio 2021, 13:41, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18]   Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] Icon_minitime12th Marzo 2021, 01:29


La reina Cleopatra no tardó en aparecer, seguida de sus esclavos, que la acompañaron hasta la cabecera de la enorme mesa. Una vez se hubo sentado, la reina dirigió su mirada a Caín y le sonrió, invitándole a tomar asiento a su derecha y extendiendo levemente su mano cuando lo hubo hecho para rozar la suya con una caída lánguida de sus pestañas. Los esclavos les colocaron a ambos en la cabeza pequeñas bolitas de unción perfumadas que se irían fundiendo en el transcurso de la comida, despidiendo un olor refrescante y aromático.

- Zuhayr ibn Janab ibn Hubal al-Arion, jefe de la tribu Banu Kalb -anunció un sirviente golpeando un largo bastón dorado contra el suelo.

Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] 0cwk

Las grandes puertas del comedor se abrieron para dejar pasar a uno de los hombres más apuestos e impecablemente vestidos que Caín había visto jamás. Era bastante más alto de lo que era habitual en esa época, en torno al metro noventa de altura, pero aquello no era lo único que le hacía resaltar; las facciones de su rostro eran tan bellas y armónicas que parecían esculpidas, y sus ojos, de un intenso color verde, destacaban como esmeraldas en una piel besada por el sol del desierto. Llevaba el larguísimo cabello castaño recogido en una coleta que le llegaba hasta más allá de la cintura, de la cual pendía un alfanje.

Nada más entrar al comedor, una esclava se le acercó para recoger el arma y el casco de combate. Mientras ella aguardaba, el hombre se desató el fajín blanco que llevaba a la cintura y se deshizo del elegante sobreveste negro con acabados en rojo que llevaba, descubriendo la lujosa túnica de seda azul con bordados dorados que llevaba debajo cubriendo unos amplios y cómodos pantalones bombachos del más fino algodón blanco. Completaban el conjunto unas estilizadas botas negras y una curiosa gema roja que pendía de una cadena de oro justo encima de su corazón.  

El hombre no sólo era antinaturalmente hermoso sino que parecía confiado y seguro de sí mismo, como demostró con la sonrisa que dedicó a la faraona cuando hincó la rodilla en tierra para reverenciarla.

- Mi señora... -saludó, quedando a la espera de su respuesta antes de levantarse o de hacer nada.

- Por favor, mi señor Zuhayr, ponéos en pie y acompañadnos esta noche en nuestra mesa -dijo, señalándole el espacio que quedaba vacío a su izquierda, justo frente a Caín.

El llamado Zuhayr se incorporó y avanzó hasta el lugar que le habían indicado.

- Mi señora... debo decir que me sorprendió mucho cuando vuestro emisario vino a buscarme al campamento para hacerme entrega de vuestra amable invitación... -comentó mientras los sirvientes le colocaban en la cabeza las pequeñas esferas aromáticas.

Las de sus dos acompañantes ya habían empezado a fundirse, de manera que el aroma de las flores, el incienso y la mirra se mezclaban en el aire con las suaves notas de flautas y arpas de los músicos encargados de amenizar la velada, a cuyo son danzaban hermosas bailarinas ligeramente vestidas.

- Oh, la fama del gran Zuhayr ibn Janab ibn Hubal al-Arion, poeta guerrero, ha viajado a través de las arenas del tiempo hasta éstas lejanas tierras, mi señor. Poco apreciáis vuestro arte si pensábais que vuestra presencia en Alejandría podría pasarme desapercibida.

El hombre asintió respetuosamente con la cabeza.

- No pensaba que mi fama viajaría tan lejos...

Ella le dirigió una mirada penetrante con sus intensos ojos verdes:

- Lejos, desde luego. ¿Qué motivos podrían haber conducido a una tribu de beduinos desde las vastas estepas entre Siria y Mesopotamia en la mágica y misteriosa Arabia, con sus bellos oasis reluciendo como joyas en el desierto, hasta las costas de Alejandría?

Un esclavo se acercó para ofrecerles copas de alabastro que a continuación rellenó con el contenido de una ánfora que exhalaba un olor dulzón. El cacique de cabellos castaños se llevó la copa a los labios para probar el aromatizado líquido. Era cerveza, una bebida muy común en Egipto, pero la habían endulzado con algún tipo de fruta, no podía distinguir bien si higos o dátiles. Igualmente era exquisita y de una excelente calidad.

- Mi señora... Poco apreciáis vuestra famosa biblioteca si pensábais que a un poeta como yo podría pasarle desapercibida su fama -replicó a continuación, devolviéndole el comentario de un minuto antes con una cierta sonrisa de suficiencia en el rostro.

- Sí, cierto... un poeta... -un enigmático brillo resplandeció en la inteligente mirada de la faraona, quien apoyó la barbilla en su palma, con el codo sobre la mesa, con aire aparentemente inocente y casual-. Decidme, Zuhayr... ¿son ciertos los rumores que afirman que los poetas árabes están emparentados con brujos del desierto con la capacidad de proteger con sus conjuros a sus amigos o traer la desgracia sobre sus enemigos? ¿Qué tenéis que decir de quienes afirman que vuestra famosa poesía no es sino fruto del perfeccionamiento de las palabras que usaban los antiguos hechiceros para realizar sus primitivos conjuros?

El hombre dejó escapar una suave risa mientras evaluaba a su anfitriona con un renovado respeto.

- Diría que me sobrevaloráis, mi señora... No hay nada mágico en mí... a menos que se considere magia la capacidad de embelesar con las palabras.

- Bueno... ¿quizá tengáis ocasión más adelante de embelesarnos a mi invitado y a mí? -inquirió la faraona señalando al hombre moreno de su derecha mientras los sirvientes se aproximaban para ofrecerles vasijas de agua en las que lavarse las manos antes de comer.

Los sirvientes se llevaron de vuelta los recipientes y comenzaron a traer multitud de variados platos decorados con fragantes guirnaldas de hermosas flores. Entre ellos había verduras de todo tipo, uvas, higos, dátiles, carnes de varios tipos entre las que destacaba un buey a las brasas que exhalaba un aroma embriagador, una enorme perca y el postre; un dulce de leche en vasos de alfarería de forma ovoide cubiertos con matas de hierba. El llamado Zuhayr miró al otro hombre con curiosidad mientras se servía utilizando los dedos.

- Por supuesto... ¿Con quién tengo el placer...?

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Última edición por Ahri'ahn el 23rd Mayo 2021, 23:59, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18]   Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] Icon_minitime15th Mayo 2021, 02:08

Aquella mujer tenía algo en la mirada que ni siquiera el, que vivió durante tanto tiempo y conocio a tanta gente, podía describir, como si una mujer como ella solo estuviera destinada a existir en ese momento exacto en el tiempo, ni en el futuro, ni en el pasado, solo en ese instante en la historia de la humanidad, una mujer increíblemente única. No dudo en aceptar su oferta de acercamiento, colocandose a su derecha y tomando su mano con delicadeza, tenía la piel suave y limpia, mucho más que los pobres que se arrastraban en su ciudad.

En su mente empezaban a llegar imágenes de cuánto disfrutaría de la estancia en el palacio de la faraona, de las comidas que compartirán, de las charlas bajo la luz de las estrellas iluminados por los faroles de la habitación real… tanto imaginaba, que se olvido que esperaban a un comensal más, por eso no pudo hacer más que abrir la boca en asombro al ver el hombre  que entró, siendo presentado por los esclavos como Zuhayr ibn Janab ibn Hubal al-Arion… Caín no tenia concepto de la sexualidad, no era heterosexual, ni era homosexual, el simplemente amaba lo que amaba, por eso no le costo nada ver la increíble belleza del hombre que acababa de conocer por primera vez en todos resplandor, ciertamente hizo bien en acudir a la invitación de la faraona.

Atendió a como el hombre, con una confianza que hacía parecer que ya conocía a Cleopatra desde hace años, se sentaba a su lado con una sonrisa, hay fue cuando Caín empezó a … sospechar de él, no por su forma de actuar, tan confiada en sus movimientos, sino por… sus ojos; los ojos de una persona son la ventana al alma y los ojos del tal Zuhayr no eran los de un hombre joven, eran los de un hombre que sabía más de lo que quería decir, unos ojos... como los suyos propios.

Mas no iba a dejar que sus pensamientos le nublaran la mente, hoy pensaba disfrutar su estancia en el palacio de la faraona todo lo posible

-¿Es vos un artista de las palabras, Zuhayr?- le pregunto con una sonrisa en el rostro, mientras seguía perdido en la mirada del hombre -le he de confesar que me parece admirable, yo nunca he tenido mucho dominio con ese arte

Ni con ese ni con ninguno que te obligará a usar una hoja de material vegetal, aunque mas de una vez consiguió hacerse con pergaminos de piel de cabra, lo usual era que todos los pergaminos que tocara se desintegran al contacto de su piel. Cuando escucho a la mujer narrar las hazañas de Zuhayr, esto no hizo más que aumentar las dudas de Caín ¿Un hombre que vivió tanto… y aun seguía ahí, en carne y hueso?  Era algo muy inusual, sobre todo sabiendo que, a pesar de que las personas vivían más que antes, aún seguían viviendo relativamente poco.

-Vaya, sí que ha vivido vos- bromeó, acompañándolo con una suave y ligera risita -Seguro que podría contar miles de historias de sus hazañas

En fin, la sonrisa y el tono de la faraona le hizo entender que ella sabía algo más, algo que él ni su otro invitado sabían… desde el momento que la conoció pudo discernir que Cleopatra era y sería única en la historia y cada vez que una palabra salia de los hermosos labios de la mujer, no hacía más que confirmarlo una y otra vez. Los esclavos entraron con las bandejas llenas de alimentos dignos de un banquete en el palacio de Cleopatra, Caín haciendo ojos al majestuoso buey a las brasas. Empezó a lavarse las manos cuando recibió la pregunta de Zuhayr sobre quién era el comensal con el que estaba a punto de compartir el banquete.

Justo antes de que pudiera siquiera decir media palabra, Cleopatra fue rápida y le coloco uno de sus dedos en el labio, impidiendo el habla al moreno

-Mejor mantengamos el misterio un poco más… ¿No?

Algo confuso por la propuesta de la faraona, aunque el tacto de su suave dedo en sus labios le hizo imposible no asentir, sellando sus labios a fin de llevar sus dedos a la vasija en la que iría lavando sus dedos mientras comía y se servía un trozo del Buey con las manos, con cuidado de que sus manos no rozaran ninguno de los vegetales que adornaban la mesa. Fue entonces cuando notó el suave roce de la mano de Cleopatra en su pecho, dirigiendo su mirada hacia ella viéndola comerse una uva con una sonrisa

-De vos también me han contado muchas historias… He de decir que de muchos lugares del mundo- le confeso con una sonrisa, agarrando otra uva con sus delicados dedos y metiéndosela en la boca antes de continuar hablando  -¿Vos viajo mucho, no?

Caín termino de comer el buey que aún tenía en sus manos y se limpió la boca con ella, procediendo a continuación a limpiarse la mano con el agua de la jarra

-Si yo soy un… alma errante, donde me lleven las corrientes de la vida allí estaré, siempre dispuesto a ayudar

-Eso he escuchado, vos sois muy servicial, ha ejercido muchas profesiones beneficiosas para sus semejantes, claro que- tiró del racimo y arrancó una uva que acercó a Caín -No es solo eso lo que conozco de vos

Sin que pudiera hacer nada para evitarlo, hechizado por los hermosos ojos verdes de Cleopatra, esta dejó caer la uva en sus manos haciendo que se convirtiera en polvo, que la mujer sacudió con una sonrisa. Cuando se le pasó el embrujo y se dio cuenta de lo que acababa de pasar, movió nerviosamente la mirada por la sala y la mesa llena de alimentos buscando una excusa que explicara lo sucedido… sin embargo, se percató de que la sonrisa de la mujer seguía aún en su rostro.

Levanto la mano y con un chasquido de dedos, vacío la sala entera, dejándolos completamente solos a ella y a sus dos comensales masculinos

-¿Le ha demandado su nombre, no, Zuhayr?- le pregunto a su otro acompañante -Y yo me tomaré la libertad de darle su nombre en su lugar; él es Caín, aunque aquí le llamamos “Seth”, aquel que traicionó a Osiris

Se quedó impactado, totalmente maravillado de que Cleopatra no sólo conociera su historia, sino que supiera que  de su historia salieron muchas otras parecidas, como la de Seth y Osiris. Siempre temía ser reconocido a no saber cómo iba a reaccionar la gente al conocer su verdadera identidad, pero aquella increíble mujer que le reconoció desde el primer momento le miraba con unos ojos maravillados… no estaba tan mal después de todo. La faraona se acercó a su rostro y, con delicadeza, le apartó el cabello dejando ver su marca al completo, lo cual provocó que Caín sacudiera de lado a lado la cabeza, aunque Cleopatra sonrió, soltándole los cabellos

-¿Conoce su historia, mi querido Zuhayr?- le pregunto, volteándose hacia él y colocando sus manos en los brazos del hombre -Es trágica… castigado por un dios y obligado a caminar eternamente entre los humanos, mientras a su alrededor muere todo aquello originado de la tierra, el segundo ser humano, más antiguo que mi reino entero…

La faraona se volteo hacia el moreno, que en ese momento estaba algo cabizbajo al recordar su historia, cuyo aspecto triste se arreglo cuando Cleopatra le pasó la mano por su mejilla

-Tranquilo, mi querido Seth, pues no es vos el único ser de larga vida con el que compartimos esta hermosa velada- con esto, volvió a girarse hacia Zuhayr, mirándole intensamente a los ojos  -Me han contado historias de un… mago inmortal, un poderoso mago de una tierra perdida y al escucharlos rumores de que era vos, como el mago de esas historias, otro inmortal… bueno, mi curiosidad no ha podido saciarse con otro cuento más

Para Caín ya estaba claro que aquella mujer era mas que increíble, no tenia palabras para describirlo; conocía quien era él y al parecer, como el ya sospecho en su momento al ver la mirada del hombre, también conocía la inmortalidad del hombre

-Entonces- interrumpió Caín, con un carraspeo -¿Cómo debería referirme a vos?

Le pregunto, esperando la respuesta del hombre con una cierta ilusión, al igual que su anfitriona que la esperaba con ansia, acariciando suavemente el brazo del hombre

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MensajeTema: Re: Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18]   Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] Icon_minitime24th Mayo 2021, 01:16


El hombre de cabellos castaños desvió la mirada de su anfitriona hacia el que le había preguntado, observando con curiosidad la peculiar intensidad de aquellos ojos azul oscuro. Esbozó una sonrisa llena de confianza y seguridad.

- Bueno... el lenguaje es el principal vehículo del arte, pero no es el único... -respondió, llevándose a la boca un dátil fresco sin dejar de mirar intensamente al moreno-. Estoy seguro de que tendréis otras muchas destrezas igualmente admirables...

Los seductores labios se curvaron en una enigmática sonrisa. A su segunda asunción no respondió de inmediato, limitándose a mirarle fijamente con aquellos profundos ojos verdes casi divertidos, hasta que Cleopatra se unió a la pregunta.

- Sí, es cierto, mi señor Zuhayr, ¿son ciertas las leyendas que afirman que sois uno de los muʿammarūn (centenarios) y que habéis vivido una vida extremadamente larga?

- Mi señora... -los tranquilos orbes verdes oscilaron entre la faraona y el hombre de piel morena-. Como bien habéis dicho, eso no son más que cuentos, leyendas, mitos... ¿Qué hombre sobre la faz de la tierra podría llegar a vivir siglos... o incluso milenios? Ése es un don reservado únicamente a djinns y ángeles...

La atención se desvió entonces de él al hombre moreno, con cuyo misterio Cleopatra parecía dispuesta a jugar un poco más, suscitando su curiosidad. ¿Quién podría ser para cautivar de aquella manera a una de las mayores faraonas que habían existido?

Una de las gotas de perfume fundido se desprendió de la pequeña esfera de unción, resbalando por su frente cuando Cleopatra apoyó su dedo sobre los labios del atractivo moreno, y siguió deslizándose hacia abajo por la curva de su rostro en un reflejo perfecto de la exploración que los estilizados dedos femeninos efectuaban en un torso que no se podía más que intuir bajo todas aquellas lujosas prendas, dejando un bonito ejercicio a la imaginación.

- Hmmmm... -murmuró casi sin darse cuenta cuando ella se llevó a la boca la uva con la que había estado jugueteando.

Arión sabía reconocer perfectamente la tensión sexual cuando la veía, y a juzgar por la manera en la que se devoraban con la mirada el uno al otro no le sorprendería nada que la faraona arrojara al suelo las viandas y montara al hombre allí mismo, encima de la mesa.

Lo cual, sin duda alguna sería un espectáculo digno de ver...

La mujer poseía una suerte de belleza muy particular... No era tanto una belleza en el sentido tradicional del término, ya que no podría decirse que tuviera un rostro especialmente agraciado... Pero sí que irradiaba una sensualidad apabullante que bebía de su increíble carisma, su seguridad en sí misma y su extraordinaria inteligencia. Sí... sin duda era una mujer digna de admirar que sería capaz de volver loco a cualquier hombre... Y él... con aquella piel besada por el sol del desierto, el cabello azabache y aquellos ojos de un color tan inusual que parecían brillar con luz propia...

La gota de perfume se desvió, olvidada, por su mejilla en dirección a la mandíbula, pasando muy cerca de sus labios hasta llegar a su perfectamente delineado mentón, pero el atlante apenas fue consciente de su húmedo recorrido, pendiente como estaba de la escena que se desarrollaba ante sus ojos, oscurecidos por la excitación y el deseo. Perdido en sus rostros, absortos el uno en el de la otra, estuvo a punto de no percatarse de lo que ocurrió con la uva. La vio caer por el rabillo del ojo... y, entonces, ya no estaba...

La mujer chasqueó los dedos y la habitación se vació de sirvientes. Y, por fin, Cleopatra respondió al interrogante planteado.

Caín. Seth.

El atlante ladeó la cabeza casi imperceptiblemente, el deseo de sus ojos sustituido por curiosidad y cierto escepticismo. Aquél hombre no concordaba con cómo se habría imaginado al primer asesino, pero entonces, Cleopatra reveló la marca.

-¿Conoce su historia, mi querido Zuhayr? -la sintió antes incluso de oírla, cuando le puso las manos en los brazos-. Es trágica… castigado por un dios y obligado a caminar eternamente entre los humanos, mientras a su alrededor muere todo aquello originado de la tierra, el segundo ser humano, más antiguo que mi reino entero…

Más antiguo que Atlantis, completó en su cabeza el hombre. Y los atlantes habían sido los primeros homo sapiens evolucionados gracias a la influencia del foco de magia salvaje que tenía su epicentro en la isla.

El padre de toda la humanidad... ¿podía ser cierto? La marca en sí no significaba nada. Podía no ser más que un tatuaje, y lo que había ocurrido con la uva, un truco de algún tipo. No había percibido magia ni en la faraona ni en él, pero no llegabas a vivir tantísimo tiempo como él siendo confiado.

La voz de la mujer le sacó de sus cavilaciones.

- Me han contado historias de un… mago inmortal, un poderoso mago de una tierra perdida y al escucharlos rumores de que era vos, como el mago de esas historias, otro inmortal.

El atlante le devolvió la mirada con igual intensidad, todavía reacio a revelar su nombre, hasta que escuchó la pregunta de Caín:

-Entonces... ¿cómo debería referirme a vos?

De manera pausada, sin apresurarse, terminó de comer los últimos bocados que le quedaban y se lavó profusamente las manos en la palangana dispuesta para ello. Seguidamente, con movimientos calculados, se desprendió del larguísimo fajín que mantenía la túnica ceñida a la cintura y lo dejó caer sobre la mesa. A medida que caía, la prenda de tela se fue enroscando sobre sí misma, formando anillos concéntricos que iban adoptando mayor grosor y volumen, y cambiando de color a un amarillento que se iba tornando más oscuro conforme ascendía. Cuando el extremo superior terminó de caer, se alzó por sí solo como por arte de magia para mirar directamente a Caín con los ojos de un áspid, extendiendo la piel desplegable que tenía alrededor del cuello para adoptar la característica forma de una cobra. El animal abrió la boca, y de entre sus colmillos flexibles emergió una larga lengua bífida justo antes de empezar a reptar de manera sinuosa sobre la mesa, acercándose más y más hacia Caín.

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- Responderé a esa pregunta si superáis mi prueba -habló entonces el mago-. El veneno de la Naja Haje puede matar en cuestión de minutos. Caín el inmortal, condenado por Dios a errar eternamente la tierra sin poder morir... Si realmente eres él... No te importará permitir que la cobra te muerda... ¿no es así?

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MensajeTema: Re: Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18]   Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] Icon_minitime2nd Junio 2021, 13:40

Caín esbozo una muestra de admiración ante las palabras del castaño y un gesto de humildad cuando le dijo que el tendría otras cualidad y la verdad es que estaba en lo cierto, de hecho si no fuera por sus cualidades, la humanidad no habría llegado muy lejos; el enseño a cultivar y a atender al ganado a sus hijos, sus hijos se lo enseñaron a los hijos y a los hijos de sus hijos, y así hasta llegar a donde estaban ahora.

No solo eso, también sabía cómo sacar toda la carne y la piel de un animal para alimentarse, una habilidad que adoptó al encontrarse con una tribu nómada, unos no humanos, pero muy parecidos, que en el futuro se llamarán “neandertales” pero que en ese entonces Caín los llamo compañeros. Y bueno, no hablemos ya de el fuego, que a pesar de tratarse de algo que le venía a los humanos desde mucho antes de que dios decidiera poner “fin” a su evolución, creando a Adam y Eva desde el Homo Erectus, Caín aprendió la maestría para conseguir llamas sin ni siquiera tener que tocar la madera; primero conseguía las ramas agarrándolas con la piel de algún animal y luego les prendía fuego chocando piedras.

Ahora esas habilidades estaban anticuadas y Caín las estuvo evolucionando, pero si no fuera por eso, puede que sus hijos no hubieran tenido el éxito que tuvieron para luego conquistar el mundo entero. Aunque eso sí, le daba pena no volver a ver a esos otros humanos y algunos otros que se encontró, parecían haber sido un sacrificio necesario para la evolución de su especie.

¿Qué hombre sobre la faz de la tierra podría llegar a vivir siglos... o incluso milenios? Las palabras de Arión helaron la sangre del inmortal, pues no se imaginaba el hombre que aquel moreno fuese más antiguo que las piedras que sujetaban este palacio. Evito la mirada, centrándose en comer la carne que le pusieron en la mesa. Cleopatra le miró de reojo, portando una entretenida sonrisa al ver la reacción de Caín, ella ya sabía la identidad del inmortal y por cómo le preguntaba a su otro acompañante… parecía que también sabia quien era, de hecho lo confirmó cuando siguió la conversación

-¿Entonces no es usted de la tierra de Atlantis, de la que me han hablado filósofos y estudiosos?

Caín no entendió nada de lo que dijo y eso que él conocía casi todas las lenguas de los países cercanos. A pesar de que el moreno no entendió nada, el castaño se quedó impresionado al escuchar aquel idioma salir de la boca de la faraona, la cual parecía tener algo de soltura en la lengua, aunque alguien con ese dialecto podría notar algo de dureza en el acento. La conversación continuó, gracias a dios en un idioma que él podía entender, centrando la atención de los comensales en su persona.

Más impresionado de lo que estuvo en toda su vida, que ya era algo digno de mención al haber vivido tanto tiempo, vio al castaño crear una serpiente, una cobra real, de sus ropajes. Al principio pensaba que se iba a desnudar delante de ellos… que tampoco es que hubiera sido menos impresionante, pero bueno. Instintivamente, Caín se acercó a tocar al hermoso animal pues ¿Qué tenía el que temer? Ya había estado caminando entre depredadores; dientes de sable, osos de las cavernas, lobos gigantes, etc, y ninguno de ellos se pensó ni siquiera atacarle, lo máximo que hacían era gruñirle y rugirle al verle acercarse, mas si Caín no retrocedía, los animales simplemente se limitaban a ignorarlo, incluso si llevaban sin comer semanas, por eso no pensó que en esta situación seria diferente.

Por suerte, al darse cuenta de que se trataba de un animal creado a base de magia, no tenía porque comportarse como un animal normal y corriente. Cleopatra, desde el centro de los dos hombres, miraba con curiosidad al animal esperando ver qué pensaba hacer el mago con aquella invocación y al escuchar la explicación, esbozo una sonrisa e inhalo una risa que podía haber sido la más dulce y delicada que los hombres habían escuchado en su vida

-Vaya vaya, si que pone vos retos difíciles a mi comensal ¿No?- los penetrantes ojos de la faraona se clavaron en los de Caín -¿Aceptáis vos la mordedura de la serpiente?

El inmortal trago saliva, algo nervioso por distintos factores; nunca le atacaron con magia asi que no sabia si la maldición le protegerá, tampoco sabia si dejando que le mordiera el animal podría transferir los daños a su invocador y acabar envenenando a Arion y, por último, la voz de Cleopatra, desafiándole a la par que Arion de que aceptara el reto, le hacía sonrojarse y no poder concentrarse mucho en lo que en frente de sus ojos se encontraba. Aun así, afirmo con un gesto en la cabeza, sacudiéndose el nerviosismo del rostro, levantando el brazo dirigiéndolo al rostro de la cobra

El animal, como era de esperar, se abalanzó sobre el brazo de este, enrollándose en el y clavando sus colmillos llenos de veneno en el brazo del inmortal, el cual sintió el dolor de la mordedura como si de verdad estuviese atravesando su piel y aun así, cuando la serpiente retiró sus mandíbulas no dejo marca alguna de la mordedura, más aun; desapareció, el daño que le devolvió la maldición de Caín el suficiente como para hacerle desaparecer. La faraona entrelazo los dedos, impresionada ante la muestra de la maldición de su acompañante y los poderes del otro acompañante

-Espero haberle convencido, mi señor, y le aviso de que, a pesar de no sufrir daños físicos, si que siento el dolor de la mordedura… no es de mi agrado tener que pasar por otra prueba como esta

La faraona asintió, ella por su parte no iba a hacer nada más para que demostrara si era inmortal de verdad o no, pues ya tenía asegurado que los dos hombres eran imperecederos, como lo eran las pirámides que llevaban en Guiza desde miles de años antes de que ella naciera. La comida continuó, hasta que de los platos no quedaban más que rastros y, como Caín no acostumbraba a tales lujos, se levantó para recoger los platos, siendo detenido por la mano de Cleopatra sujetándole de la muñeca

-Tranquilo, mi querido Seth- le sonrió -vos volved a sus aposentos, mis sirvientes se ocuparan de recogerlo todo, vos igual, mi querido Arion, dentro de poco os harán venir y nos volveremos a ver, palabra de faraona

Y de esta forma terminó la cena, con los tres volviendo a sus aposentos, pasando unas horas antes de que un sirviente, con una toalla en la mano, se presentara en la habitación de Caín, ofreciéndole ponerse la toalla, quitándose el resto de su ropa. Algo confuso por tener que desnudarse, quedando solo con la toalla cubriendo la cintura, no entendía la razón de tener que hacer esto, sin embargo su corazón latía con una fuerza y velocidad nunca antes sentidas por el inmortal ¿Acaso era la faraona otra hechicera como Arion que le engatuso con algún truco? No, simplemente era la forma en la que hablaba, su soltura, sus gestos, su belleza, todo su ser era atrayente, no podía esperar a volver a encontrarse con ella.

El sirviente le llevó hasta un enorme baño, con una piscina de tamaño mediano llena de un líquido blanco ¿Leche? El olor, que se mezclaba con el de las hierbas aromáticas, parecía confirmar la suposición de Caín. El sirviente le explicó que podía ir metiéndose en el baño y que su señora y su otro acompañante no tardarían en llegar. Esperando a que se marchara del baño para quedarse solo, dejo caer la toalla quedando completamente al desnudo, metiéndose lentamente en el baño, la leche estaba cálida y se estaba muy agusto una vez te metías hasta el cuello en ella.

Cerró los ojos, suspiro y se relajo en el agradable líquido, más esa relajación no duró mucho cuando llegó el otro acompañante de Cleopatra, Arion, y al igual que él, dejó caer la toalla antes de meterse en el baño. Cuando la tela tocó el suelo, Caín no pudo evitar mirar el hermoso y fornido cuerpo del castaño, sus músculos estaban bien tonificados y tenía un brillo en la piel que le era impresionante, pero en lo que más se centraron sus ojos fue en… el miembro del hombre; estaba bien dotado y tenía un aspecto que Caín solo podría describir como apolíneo.

Se sonrojó, apartando la mirada de su compañero de baño, intentando no pensar en lo mucho que sus ojos disfrutaron la visión del cuerpo desnudo del mago. Sin embargo, sus ojos estaban a punto de ser aún más agraciados cuando, por la puerta, entró Cleopatra con una fina toalla cubriendo su cuerpo

-Veo que ya están aquí- comentó con una sonrisa, dejando caer su toalla para que los hombres deleitaran su mirada con su cuerpo -espero que esté el baño a su gusto

Y con la delicadeza de una reina, se metió con ellos en el baño, que al ser de tamaño medio ya empezaba a estar lleno, quedando, como en la cena, entre los dos hombres. Caín seguía sonrojado, ahora aún más al ver el cuerpo de la faraona que, a pesar de la belleza de Arion, le pareció mucho más espectacular que el del mago, como si la voz acompañada del hermoso cuerpo de Cleopatra le hubieran capturado en un hechizo del que no podía escaparse… y del que no quería escaparse

-Los baños de leche de burra son una delicia para mi piel- la faraona se pasó las manos llenas del líquido por la cabeza, mojándose el cabello -mantiene mi piel suave y joven, como ven vuesas mercedes… mas no es lo único que me mantiene joven, mis gentiles caballeros

Con tal delicadeza que la leche no parecía ni moverse, la faraona se acercó a Arion, posando su mano, debajo de la leche, en su muslo, antes de acercarse a su rostro, dándole un apasionado beso, dejando que sus bocas se unieran en una sola, separándose poco después con una sonrisa

-Espero que sepáis manejar a una reina

Comentó juguetona, girándose hacia Caín que, rojo como la carne fresca, contempló la escena, ocultando con su mano su miembro que le ardía como las ascuas de un fuego al haber presenciado tal muestra de sexualidad por la faraona que, con la misma mirada con la que se acercó a Arion, se juntó con él, apoyando su pecho contra el del inmortal, besándole tan apasionadamente como al mago. Cuando se separó de él, poniéndose de nuevo entre los dos hombres, la mano de Cleopatra acaricio su miembro con suavidad, provocando un quejido de placer del hombre, haciendo lo mismo con su otra mano al miembro de Arion.

Caín nunca antes había presenciado tanta sexualidad; sus relaciones amorosas siempre fueron para reproducirse y nada más, pero esto era totalmente diferente, su cabeza le daba vueltas y su corazón le iba a mil por hora, puede que fuese el más viejo de los tres, pero su edad no podia competir con todo el conocimiento de Cleopatra, que sabia mas del amor, y de muchos otros temas, que los dos hombres juntos… Aun así, las cuentas no salían del todo; una mujer, dos hombres… a lo mejor tendrían que competir por el cuerpo de la faraona y algo estaba claro; ninguno de los dos pensaba perder

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MensajeTema: Re: Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18]   Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] Icon_minitime24th Junio 2021, 02:16

Arión observó la ornamentada cuchara de bronce cubierta de jeroglíficos que los esclavos habían dejado junto a los vasos de barro que contenían el dulce de leche, apreciando la complejidad de las elaboradas tallas.

- Hacía mucho que no veía una de éstas -admitió, y es que el uso de cubiertos no era algo extendido entre la población, y los pocos que había, por lo general estaban tallados en madera a causa de su bajo coste, aunque sí que era habitual encontrar instrumentos de ése estilo elaborados en plata o bronce entre los poderosos, pero Arión llevaba mucho tiempo viviendo de manera humilde en el desierto.

Se llevó una cucharada a la boca para saborear el dulce, pero justo en ése momento la reina Cleopatra habló, y él enmudeció.

- Hacía... mucho tiempo que no escuchaba a nadie hablar en mi idioma natal... -musitó, extasiado, mirando a aquella asombrosa mujer a los ojos.

Ella esbozó una sonrisa de triunfo, arrebatándole la cuchara de las manos para lamer sugerentemente los restos que habían quedado del dulce de leche, sin apartar la mirada de la suya, desafiante. Él sonrió a su vez, extendiendo su mano bajo la mesa para acariciar con suavidad el blanco muslo de la faraona. El atlante había vivido mucho, y estaba lo suficientemente versado en aquella clase de juegos como para no ser capaz de reconocer lo que la reina estaba intentando hacer. ¿Y por qué no? Sin lugar a dudas era una de las mujeres más interesantes que había conocido.

- Me pregunto... qué más sabréis decir en mi idioma... -le susurró, acercándose con deliberada lentitud a su oído.

Entonces, Caín le preguntó por su nombre y él planteó el reto de la serpiente. La reina rió, divertida ante la ocurrencia, mas no así su otro comensal, que se mostró nervioso y vacilante. Ladeó la cabeza, mirándolo con curiosidad, expectante ante su decisión final.

- No tenéis por qué hacerlo si no queréis... Si es que no sois Caín... -le tentó, no sin cierta malicia.

No sabía por qué, pero una parte de él de verdad creía que aquél muchacho moreno de apariencia ingenua era realmente quien decía ser. Después de todo, Cleopatra había acertado con él, que era bastante menos conocido que el famoso personaje de la Biblia. De haber tenido una sospecha fundada de que no era así, no habría seguido insistiendo, pero tenía que admitir que le resultaba excitante provocarlo hasta verle así, con aquella expresión tan... adorablemente sonrosada...

El muchacho finalmente accedió, ofreciendo su brazo desnudo a la cobra, que rápidamente se abalanzó sobre la carne tierna, hundiendo sus colmillos sin piedad. El resultado fue automático: el áspid desapareció en un estallido de magia sin dejar la menor marca de la mordedura en la morena piel.

-Espero haberle convencido, mi señor, y le aviso de que, a pesar de no sufrir daños físicos, si que siento el dolor de la mordedura… no es de mi agrado tener que pasar por otra prueba como esta

El aludido le miró fijamente, sin dejar traslucir nada en su expresión de lo que pasaba por su mente, para, después, recuperando el fajín de seda en el que había vuelto a convertirse la serpiente, avanzar hacia él, rodeándole hasta situarse a su espalda. Con movimientos lentos, fluidos, cubrió sus ojos con el fajín, haciéndole un nudo flojo que podría deshacer sin el menor esfuerzo, para, una vez cegado, tomar el brazo que había sufrido el ataque y depositar un suave beso sobre el lugar donde debería haber estado la herida. El hecho de tener los ojos tapados hizo que los restantes sentidos de Caín se amplificaran, provocando que la piel se le erizara en el lugar que acariciaron los labios del mago, que, después, volvió a ascender para susurrar en su oído:

- Espero poder compensaros más tarde por las molestias ocasionadas... Por el momento, aquí tenéis lo que os prometí... Mi verdadero nombre... es Ahri'ahn... -con un sencillo tirón deshizo el improvisado antifaz y lo dejó sobre sus manos con una sonrisa ladina-. Quedáoslo... Quizá nos sea de utilidad para más tarde.

Y, tras aquél interludio, terminaron los postres en una atmósfera repleta de miradas intensas, contactos furtivos y promesas veladas hasta que la faraona les ordenó regresar a sus aposentos.

Arión dedicó las horas que siguieron a leer y meditar hasta que una sirvienta llegó y le ofreció un finísimo paño de algodón, pidiéndole que se cubriera con él y le siguiera, cosa que hizo sin la menor vacilación.

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Los baños a los que le condujo eran tan fastuosos como el resto del palacio, con una inmensa escultura presidiendo la piscina central, recubierta de un líquido blanco de olor dulzón que parecía leche. Habían dispuesto braseros donde se quemaban especias aromáticas cuyo embriagador perfume se entremezclaba con el de las diversas plantas que decoraban la estancia. Caín ya se encontraba en el baño cuando él llegó. Sin mostrar reparo alguno, dejó caer el paño de algodón al suelo, donde lo recogió la sirvienta antes de abandonar la estancia.

Se sonrió, divertido, al ver cómo Caín se ruborizaba al verle y apartaba la mirada.

- ¿Sabéis? -comentó, introduciéndose lentamente en la leche cálida-. Sois increíblemente vergonzoso para ser alguien que lleva existiendo tantos cientos de miles de años... Me resulta curioso... Pero mentiría si dijera que no me parece al mismo tiempo adorable...

Cleopatra apareció entonces, introduciéndose en el baño justo entre los dos hombres, como haciendo una declaración de intenciones de lo que esperaba que sucediera.

-Los baños de leche de burra son una delicia para mi piel- dijo con aire casual derramando el blanco líquido por su cabeza -mantiene mi piel suave y joven, como ven vuesas mercedes… mas no es lo único que me mantiene joven, mis gentiles caballeros

Arión recibió el regalo de sus labios, correspondiendo al beso con idéntica pasión, antes de dedicarle una sonrisa juguetona cuando se separaron.

- Vuestra sabiduría es infinita, mi señora... -musitó con picardía.

Entonces se volvió hacia Caín para profesarle el mismo trato que al atlante, para después dedicar su gentil atención a las partes más ávidas de contacto de los dos hombres, que inmediatamente la atraparon entre sus firmes y húmedos cuerpos.

Arión buscó su boca, besándola profundamente mientras ella continuaba sus caricias, absorbiendo con su lengua a continuación el líquido blanco que resbalaba por la curva de su cuello, deteniéndose un leve instante para morder juguetonamente su clavícula antes de continuar el descenso por su brazo, lamiendo la leche de su pulso acelerado. Disfrutando de la respiración entrecortada de la faraona, se situó detrás de ella para notar cómo su cuerpo cobraba vida bajo su toque y capturar con sus manos el subir y bajar de su agitado pecho.

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MensajeTema: Re: Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18]   Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] Icon_minitime17th Julio 2021, 01:27

Claro, ahora todo encajaba; el idioma extraño con el que la faraona se comunicó con su otro invitado era el idioma natal de aquel misterioso hombre, ahora todo… bueno no, no todo encajaba; seguía sin comprender el idioma y eso le escamaba ¿Qué idioma podía existir en la tierra que le fuera desconocido justamente a él? Si prácticamente se podría decir que invento los idiomas en si… bueno, puede que no tanto, pero sí que estuvo ahí cuando los lenguajes arcaicos se formaron, pero ese… se escapaba a su entendimiento ¿Cómo era posible? Esperaba que esa noche obtuviera alguna respuesta.

Lo que le causó más impresión fue escuchar a su otro acompañante decir aquello de no haber escuchado a nadie hablar su lengua natal en mucho tiempo… ¿Acaso se trataba de otra gente como esos pueblos nómadas que se encontró hace ya cientos de años? Aquella gente fornida, que acabó desapareciendo con el tiempo… si así fuera, no le gustaría estar en su lugar, ser el último de tu especie… y bien sabía que ese era su futuro; la soledad.

En la mente de Caín estaba el pensamiento que, tras la prueba de la serpiente, que mentiría si dijera que no le angustió, ya se habría acabado todo y que volverían a centrarse en… complacer a la reina, mas no terminó el juego del acompañante cuando los dientes de la serpiente desaparecieron al clavarse en su piel, ni mucho menos; se levantó y Caín, casi hechizado por los movimientos del hombre que se asemejaban al lento flujo de un río, no pudo hacer más que quedarse quieto en el estupor del momento, ni siquiera cuando le vendo los ojos con la tela reaccionó lo más mínimo… a parte de un ligero respingo.


Obtuvo en su corazón un fuerte estrépito cuando noto los labios del hombre en su piel, unos suaves labios que parecían sacados de los mismísimos cielos, que hicieron que su estupor finalizara en aquel mismo instante, produciendo en sus mejillas un suave rubor y que los cabellos de su cuerpo se erizaran, como si en aquel mismo beso el mago hubiera conjurado un poderoso hechizo… pero no era esa la verdad de la situación, la verdad es que solo fue un simple beso.  Al igual que sus palabras, que no eran más que simples palabras… aunque no le era posible negar que tuvieran un… singular efecto en el… “Ahri’Ahn”... recordaría aquel nombre y… definitivamente se guardará el fajín.

~~~~~~

¿Para llevar vivo tanto tiempo era demasiado vergonzoso? Bueno, es que él no estaba acostumbrado a nada de esto; lo suyo eran las relaciones para procrear, tener hijos y ya está, puede que encontrara placer en ello, pero no era algo que veía como un “juego” o algo que buscar más allá del deseo de la reproducción, aun así, entre el misterioso hechicero y la increíblemente interesante faraona ¿Quién podría negarse a participar en estos cálidos juegos de los que todos podrían disfrutar? No el, eso seguro

-Acostumbro a… otro tipo de intimidades- dijo el moreno tímidamente -no estoy versado en este tipo de quehaceres

Tras las palabras vino lo que, en muchas culturas, se llamaría la “acción”... aunque aún había cosas de las que hablar, tendrán que esperar a que aquel éxtasis encontrará el fin. Cuando sus labios se encontraron con los de la faraona, no pudo hacer otra cosa que, en su mente, compararlos con la sensación que le produjeron los labios del hechicero cuando se posaron en su piel… no, no podía compararlos, le resultaba totalmente imposible comparar esas dos sensaciones, tan distintas y a la vez, tan perfectas.

Resistió la urgencia de poseer a la reina en aquel mismo instante, aun tenia dentro de él aquellos instintos que le hicieron crear poblaciones enteras con solo su semilla, sin embargo si se le ocurriera hacer algo así, el juego acabaría más pronto que antes… y ninguno de los tres quería eso. Observó el beso entre Cleopatra y Ahri’Ann, como sus rostros se mezclaron entre sí como las aguas del río en el mar, acercando su rostro al torso de la mujer para empezar a dar rápidos besos bajo los pechos de la faraona, si se lo hubiera permitido habría bajado hasta la leche y se habría ahogado en ese mismo líquido, intentando buscar dar el placer que la reina se merecía… pero una mano en su cabeza y otra en la barbilla del mago, les detuvo a ambos

-Ahora, vuesas mercedes, relajaros, pues yo os mostraré los placeres del Egipto

Le costó unos segundos dar forma a las palabras de la faraona en su mente, pues la sangre no es que estuviera precisamente en su cabeza, aun así, si Cleopatra les pedía que se relajen… ¿Quiénes eran ellos para negarse?  Ambos hombres se apoyaron en el borde de la piscina, sentados en la escalera por la que se bajaba a ella y, delante de sus ojos, la faraona desapareció en el líquido blanquecino con una sonrisa en el rostro, Cain intentando mirar a su alrededor para buscar a la faraona… mas no dio con ella con la vista, sino con el tacto.

Un roce, una caricia, un beso, todo lo que sentia en ese instante le producían escalofríos por todo el cuerpo; nunca antes sintió cosas así, todas estas sensaciones nuevas que estaba sintiendo gracias a la faraona… y también en parte gracias a Ahri’Ahn, casi le hacían pensar que no las merecía, que un ser que cometió el acto más despreciable de toda la historia no era merecedor de aquellos placeres tan humanos… pero notar la calidez de otro cuerpo humano rápidamente le hacían olvidar todos aquellos pensamientos.

No tardó la faraona en reaparecer de entre la leche en frente de Caín,  con la misma sonrisa con la que bajo

-Os dije que os mostraría los placeres del Egipto

Volvió a besar al moreno, pero esta vez él fue algo más atrevido y no se quedó con las manos quietas, apretando a la faraona contra sí… la sensación de tener otro cuerpo con el que compartir aquellos momentos en la vida… hacían que mereciese la pena seguir vivo, consiguiendo que olvidara la razón de que aún siguiera en este mundo. Cuando se separaron, el sabor de la faraona aún entre sus dientes, era un sabor dulce, como el de las pastas más deliciosas y aromáticas, como el de las frutas más exquisitas, la mujer volvió a escabullirse entre las aguas y, viendo la reacción de su otro acompañante, no tardó en darse cuenta de que estaba en el lugar en el que el estuvo antes

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No pudo evitarlo; el rostro de Arión, su poderosa figura… se acercó a él, provocando ondas en la leche que simbolizaban su atrevimiento, tomando el rostro del hombre entre sus manos y girándoselo para, con la misma pasión con el que se lo dio a Cleopatra momentos atrás, proferirle un beso con una pasión que quemaría el metal más resistente de la tierra… era la primera vez que besaba a un hombre de esta manera, aunque lo que le atraía de aquel hombre, y de Cleopatra, no era su género, eso era lo menos importante… era lo que eran, como eran, su actitud… para él era como ver una luz al final de un largo túnel.

Cuando Cleopatra emergió a la superficie, los dos hombres aún continuaban con su vals, provocando una risita de la faraona

-Me alegra ver que han congeniado bien… hará más fácil lo que está por venir

Empujo a Caín hacia el borde de la piscina, haciendo que se separara de los labios de Arion… poco le faltaba para volver a los brazos del hombre, si no supiera que lo que “está por venir” podría significar cientos de placeres diferentes… aquella mujer era la persona más increíble que conoció en toda su larga vida y se dejaría ahogar en aquellas mismas aguas si con eso podía complacerla. Cuando estuvo apoyado en la pared de la piscina, la faraona se subió encima suya y él, sin pensarlo ni dos segundos más, colocó sus manos en las caderas blancas de Cleopatra, apretando sus dos cuerpos, escuchando el tamborileo del corazón de la mujer, como una suave canción que marcaba el ritmo de lo que estaba por venir. Con una mirada hacia atrás y, tomando con su brazo a Arion y acercandolo a ambos, de su sonrisa salieron las palabras que podrían haber estremecido hasta a los mismísimos dioses

-Espero que ya sepan cual es su cometido ¿No, mis queridos amantes?

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MensajeTema: Re: Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18]   Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] Icon_minitime30th Julio 2021, 23:39

- Ya veo... -asintió Arión, sentándose en el banco dispuesto para ello en la cálida piscina mientras apoyaba relajadamente la cabeza en el escalón superior-. Veo que hay mucho que voy a tener que enseñaros, entonces... La inmortalidad se torna insoportable si uno no dispone de ciertas... gratificaciones en su día a día. Supongo que entendéis de qué hablo -dijo, dirigiéndole una media sonrisa maliciosa-. En cierto modo, todo ésto -hizo un gesto con la mano evidenciando el lugar en el que se encontraban-. Me recuerda un poco a mi antiguo hogar.

Su expresión se tornó melancólica, haciendo que, durante un brevísimo instante, asomaran a sus facciones los rasgos del Arión que fue hace mucho, mucho tiempo...

- En la Atlántida, como en Egipto, la sexualidad y la desnudez se vivían, no como algo de lo que avergonzarse, sino como algo bello y natural. Aquí me siento como en casa, aunque os sorprendería conocer acerca de la cantidad de prácticas fuera de lo común de las que he llegado a saber en mis viajes... En Roma, por ejemplo, la prostitución se considera algo habitual entre las clases altas de la sociedad, y temo que si os contara las cosas que presencié durante sus famosas bacanales os escandalizaríais... aunque casi me siento tentado de hacerlo sólo por ver ese bonito rubor cubrir una vez más vuestras mejillas -añadió con malicia-. Pero no son los romanos los únicos en tener hábitos libertinos; se cuenta que Salomón tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas, y que en Grecia tenían consagrado el onanismo. También se dice que Orfeo introdujo en Tracia la pederastia tras la muerte de su mujer, prácticas a la que se entregaron con pasión figuras de la talla de Filipo de Macedonia, Platón, Sócrates o incluso Aristóteles. Por sorprendente que pueda parecer, los hay que incluso experimentan placer entregándose a la cópula con animales. No puedo decir que comparta la mayoría de éstos hábitos, especialmente los últimos que he mencionado. Prácticamente el único tabú que teníamos en la Atlántida se refería a la edad de las parejas sexuales. Mantener relaciones con alguien que aún no era adulto estaba muy mal visto y penado por ley. Pero también he llegado a descubrir placeres insospechados aventurándome a probar cosas que normalmente no habría considerado, como la pasión entre hombres... -hizo una breve pausa para observar su reacción-, algo que aprendí precisamente durante los años que estuve en Grecia.


Le habría gustado continuar indagando acerca de las preferencias de aquél hombre que tanto le atraía, pero en ese momento apareció la faraona, comenzando la ardua aunque satisfactoria tarea de complacerles a ambos. A diferencia de Caín, Arión estaba tranquilo, aguardando en la piscina a que llegara su momento, perfectamente dispuesto de antemano ante las imágenes que se conjuraban en su mente al observar los gestos en su rostro al recibir las atenciones de la reina. Fue en aquél preciso instante cuando supo que tenía que hacerlo suyo. Necesitaba que aquellos bonitos rasgos se distorsionaran de placer ante sus atenciones, escuchar sus pequeños gemidos mientras se debatía bajo su cuerpo. Pronto le llegó el turno a él de disfrutar del secreto beso de la faraona y se reclinó hacia atrás en el asiento, relajándose para absorber todas y cada una de las deliciosas sensaciones que aquella lengua experta evocaba. Fue entonces cuando, sin previo aviso, notó como unas manos masculinas sujetaban su rostro para girarlo al encuentro de una boca ávida a la que correspondió con igual entrega. El placer se multiplicó hasta el infinito ante aquellos dos orificios cálidos que lo acogían en su seno, suscitando en él emociones indescriptibles y acabando con cualquier posible duda que le pudiera quedar sobre las inclinaciones del moreno. Tan absorto estaba en aquella danza íntima que no percibió que Cleopatra había cesado en su empeño hasta que escuchó su suave risa.

La mujer les separó, empujando a Caín hasta el borde de la piscina para subirse a horcajadas sobre él, girándose para tomar su brazo y acercarlo a su espalda, evidenciando sus intenciones. Aquello era algo nuevo para Arión; había estado en orgías, y había disfrutado de los placeres otorgados por el sexo masculino, pero hasta ahora nunca había tenido que compartir una mujer con otro hombre, aunque tenía que admitir que la idea resultaba increíblemente excitante.

- Por supuesto, mi señora -dijo, rodeando su cuello desde atrás para tomar su mentón y buscar su boca, besándola larga e intensamente mientras la otra mano recorría su espalda hasta su base, guiándola gentilmente hacia abajo para ayudarla a recibir el cuerpo dispuesto de su amante, continuando después su descenso más allá de la curva de sus glúteos para empezar a aplicar presión allí donde se le requería.

La faraona gimió cuando el mago comenzó a suavizar el apretado anillo de músculos al tiempo que con su otra mano alcanzaba el centro de su placer y comenzaba a masajeárselo con el pulgar con la intención de relajarla. Entendiendo lo que su compañero pretendía, Caín sujetó el rostro de Cleopatra y la atrajo hacia sí para besarla apasionadamente, obligándola a inclinarse más hacia adelante. La mujer arqueó la espalda mientras él deslizaba un dedo, luego dos, en su interior, preparándola, para luego tomar aire cuando le notó entrar en su cuerpo, llenándola por completo. Caín arqueó entonces sus caderas hacia ella mientras Arion situaba una de sus manos debajo de su barbilla para levantar su cabeza, abarcando con la otra una de las suaves cumbres de sus senos. El castaño y el moreno iniciaron entonces la más apasionada de las danzas, ejerciendo un exquisito contrapunto del que Cleopatra era el centro, hasta que, al fin, la faraona sucumbió a la impetuosa ola de placer que la recorrió como un tsunami, dejándola exhausta y desmadejada sobre Caín, su cuerpo repentinamente tan pesado que apenas podía hacer nada más allá de respirar.

- Parece que mi señora necesita unos minutos para recuperarse... -comentó el mago, ayudándola a quedar sentada en el banco sumergido al lado del moreno-. Pero nosotros aún no hemos terminado, y estoy seguro de que lo que viene a continuación os ayudará a recobrar energías... Caín -ordenó, dirigiendo una mirada ardiente e intensa a su compañero-. Poneos sobre ella, una rodilla a cada lado de su cuerpo de tal manera que podáis mirarla a los ojos y besarla si os place, de espaldas a mí.

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MensajeTema: Re: Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18]   Los amantes de Cleopatra (PRE-OMEGA){50 a. C.}[+18] Icon_minitime11th Abril 2022, 02:54

Cuando Arión le empezó a hablar de las “prácticas fuera de lo común” que vivió o al menos observó en su tiempo en esta tierra Caín se… ruborizo. Para él las relaciones eran estrictamente para reproducirse y en verdad, si no fuera así, no existiría la humanidad… aunque ahora que habían pasado cientos de miles de años sí que se podía permitir echar una que otra canita al aire

-Bueno yo- carraspeó, intentando limpiarse la garganta dándose unos golpecitos en el pecho -no se si… merezco esas sensaciones, además nunca sabes quien te vas a encontrar en esos sitios

La primera razón de que no fuera de aquellos que asistieron a esos bacanales de los que hablaba su compañero era obvio; según él, no merecía tener aquella felicidad, aquellas agradables sensaciones… era un asesino, culpable del primer asesinato de la historia que para siempre mancharia a la humanidad ¿Merecía la felicidad? Le costaba mucho decir que sí…  y la segunda razón, bueno, prefería no hablar de eso y si Arión le intentaba sonsacar algo, lo negaría

-Bueno, yo he conocido a… muchos  y muchas que han copulado con animales, aunque yo, como vos, no comparto esa “afición”

El prefería comerse los animales antes de copular con ellos, a parte sabía que, al de arriba, eso era algo que no le gustaba y ya hizo suficiente como para encima enojarle aún más, aunque… ¿Era eso posible?

Lo que estaba sucediendo en aquella piscina llena de leche se podría describir como un torbellino de carne, de pasión, de sudor y de gemidos; los dos hombres y la mujer entremezclados entre sí, Caín pasaba la mano por el suave y dulce cuerpo de la faraona para, poco después, pasar esas mismas manos por el pulido, pero duro y fuerte, cuerpo de Arión, llegando a tal punto que ambos parecían competir por besar los labios del hechicero. Nunca antes había yacido con un hombre y aun así… le quería para él, muy a pesar de que Cleopatra fuera también algo de otro mundo, pero Arion… algo en él le atraía mucho más que la faraona.

Cuando por fin la faraona llegó al éxtasis  provocado por las sensaciones y por los movimientos de los dos hombres, Caín casi se sintió casi aliviado siguiendo las órdenes de Arión, por fin lo tenía para él solo y pretendia tomarse todo el tiempo que pudiera con él. Sintió… dolor, un suave pinchazo que poco a poco se transformó en una oleada de placer, el hechicero era ahora uno con él, ambos hombres unidos en uno solo en el vals del amor. La noche era joven y los hombres, dos inmortales, parecían tener más resistencia que Cleopatra… parece que Caín iba a tener lo que deseaba; Arión.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

La mañana llegó con una suave brisa que corría desde una de las ventanas de su habitación, Caín se levantó y al momento se sonrojo, recordando lo sucedido anoche; él y Arión siguieron durante horas, a veces Cleopatra se unía mientras que otras prefería… mirar, recordó como el hechicero le levantó y le llevó hasta la cama, haciendo el amor durante el camino pareciendo tener una estamina casi infinita, asta que llegaron aqui y… el moreno se ruborizo, casi le parecía increíble que hubiera hecho aquello, que se hubiera permitido toda esa felicidad, todas esas sensaciones de las que no era merecedor. No veía a la faraona en ninguna parte, claro que era una mujer muy ocupada y tendría que atender a muchos quehaceres de reina, mas quien le importaba de verdad seguía en la cama junto a él y se estaba despertando, abriendo los ojos poco a poco

-Buenos días, Arión- se agacho, plantándole un suave beso en los labios -lo de anoche fue… excepcional y- le dio un beso en el cuello, en el hombro… en el pecho -la faraona nos ha dejado a solas, así que si aun tienes el cuerpo preparado, podemos…

Sus avances fueron interrumpidos con el sonido de la puerta abriéndose, provocando que levantara la cabeza a fin de ver quién osaba interrumpirlos o de si era Cleopatra que volvía para “entrometerse” entre ellos, más solo se trataba de uno de los muchos esclavos de la faraona que traía una bandeja llena de comida

-De parte de la faraona, mis señores

Caín suspiro, no era comida lo que se quería echar a la boca en ese mismo instante aun así se levantó de la cama a por la bandeja… aunque le resultó extraño ya que los esclavos solían dejar las bandejas y marcharse, también le parecía extraño que llevara una máscara que se asimilaba al “dios” al que ellos llamaban Anubis. Al llegar hasta la bandeja y sujetarla en sus manos, también le resultó peculiar que el desayuno consistiera solo de frutas, a la Faraona no se le podía haber olvidado su maldición ¿Acaso era un juego de la poderosa mujer?  No, la respuesta era mucho peor.

Se dio cuenta mirando los dedos del hombre y ver los tres anillos en sus dedos; uno era uniforme, una serpiente parecía darle forma, el otro era prácticamente perfecto, sin fallos casi como si hubiera sido creado con la perfección en la mente. El moreno tiró la bandeja al suelo, cayendose de culo en frente del “esclavo”, que permaneció en silencio sin ni siquiera mover la cabeza, ni siquiera la movió cuando el inmortal se dio con la cabeza en la cama, levantándose para cubrir a Arión con el cuerpo, protegiéndolo

-Arión, quédate detrás de mi- le susurro -¿¡Que has hecho con la faraona, monstruo!?

Grito Caín con una rabia y un odio que llevaba milenios sin mostrar ¿Quién era aquel hombre o ser que provocó esta respuesta en el moreno? El “esclavo” se quito la mascara mostrando el rostro de un hombre de unos cuarenta o cuarenta y cinco años, de cabello rubio, corto y ojos bicolores, el derecho verde y el izquierdo azul, con un rostro… incluso Caín y Arión parecían palidecer ante el desconocido, aunque por mucho que su belleza les sobrepasara, la respuesta que provocaba era… repulsión

-Oh, venga ¿Acaso crees que lo único que hago es matar a gente? Además- el hombre sonrió, su voz era desagradable, similar a la sensación que te produce cuando rayas metal con metal -hoy tengo otra presa
Su sonrisa era asquerosa, casi inhumana incluso si salía de un rostro tan hermoso como el de aquel hombre, daba tal asco verla que si hubieran sido más sensibles ya habrían vomitado hace tiempo. De su frente apareció un tercer ojo de color naranja que, moviéndose por su cara se poso en su mejilla, mirando fijamente a Arión provocando que Caín lo cubriera aun mas con su cuerpo, claro que esto provoco la risa del hombre

-Es broma ¿No tienes sentido del humor? Venga, ríete un poquito

Caín frunció el ceño

-Yo no le rio los chistes un monstruo…- se giró unos instante a Arión, mirando de reojo al extraño hombre -Esto sucedió mucho antes de que incluso la Atlante existiera, yo acababa de fundar la primera ciudad  y la tuve que abandonar cuando me encontré con un hermoso ser, era los animales, era los ríos y era la naturaleza, llevaba una corona de cuernos en la cabeza y en sus ojos casi se podían ver las estrellas con el poder de traer la vida a la tierra, de crear bosques enteros y más increíble aún; mi maldición no tenía efecto en aquello que ella creaba, podría tumbarme debajo de sus árboles, plantar semillas en sus tierras y comer sus frutos

Miró al hombre con odio, que se encontraba apoyado de espaldas a la pared, girando con un dedo la mascara

>>Ella… estaba casado con él, iban a tener un bebe juntos, yo les veía todos los días; la felicidad en su mirada y la alegría de la nueva vida que iban a traer al mundo… hasta aquel día- Caín suspiro, su voz volviéndose temblorosa por unos instantes, teniendo que detenerse unos segundos antes de continuar -Aquel día yo… le vi a él encima de ella, con el cuchillo ensangrentado en la mano, en el cuello de la mujer vi las marcas de las manos de el; la mato asfixiandola mientras que, a cuchillazos, mató al bebe que llevaba en su interior y cuando se dio cuenta de que yo estaba ahí, me miró y… se rió, fue una risa espantosa, una risa de la que llevo intentando escapar toda mi vida

Y justamente el hombre se carcajeo ante la historia de Caín

-Edén no es un lugar, es un estado mental y querían volver a llevarnos a él… yo nos eche de él por una segunda vez

-Claro que lo hiciste ¿Verdad? Serpiente asquerosa

Proclamó Caín, volviéndose a girar hacia Arión

-Ten cuidado, aunque no lo parezca es… poderoso y muy peligroso, el puede dañarme así que ni yo se de lo que es capaz

-Oh, pero si solo he venido a ver a mi viejo amigo y a su nuevo amiguete ¿Cómo se llamaba? Arión, oh sí, te llevo viendo desde hace mucho tiempo- su tercer ojo se movió por toda su cara mientras seguía fijo en Arion, hasta llegar a su frente en la cual se cerró y pareció desaparecer -cuentame mas cosas sobre ti, estoy tan emocionado de escucharlo

Los dos hombres lo desconocía, o al menos Arion si ya que Caín se hacía a la idea, pero aquel “hombre”, el cual el moreno sospechaba que se trataba de la serpiente que engañó a su madre para tomar la fruta prohibida, era un mentiroso compulsivo; ¿Cuánto de lo que conocía era verdad? ¿Le hizo algo a Cleopatra? ¿Sabía el nombre del hechicero por haberlo estado observando mucho antes o solo por haberlo hecho hoy? Lo único que si estaba claro es que era un ser, a pesar de ser físicamente atractivo, mucho más que aquellos dos hombres, aunque al cerrar los ojos e intentar imaginarse su rostro lo único que se conseguiría era la imagen del cuerpo del hombre con la cara de un animal, era repugnante, asqueroso y repelente y altamente impredecible con el que se debía de tener cuidado al actuar, al menos… de momento.

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