[Minievento WWD] Entre Diosas anda el juego - Prólogo (Wonder Girl) [03-05-2019]

Cassandra caminaba por un denso bosque plagado de árboles tan altos que apenas permitían ver la luz de la luna a través de sus copas. Habría sido fácil perderse de no ser por el intenso brillo anaranjado que resplandecía a lo lejos, destacando en la oscuridad de la noche como un faro. Incluso a aquella distancia le llegaba el olor del humo y la madera quemada, pero curiosamente, no se escuchaba el menor sonido, ni tan siquiera los previsibles chillidos asustados de los animales del bosque. Nada se movía. Nada intentaba huir.

Atraída por una fuerza irresistible e incomprensible, Cassandra continuó avanzando hasta llegar tan cerca del fuego que podía sentir su calor sobre la piel. Y allí, a unos metros por delante de ella, inmóvil frente a las llamas, había una mujer joven vestida con una larga túnica de color azafrán. Le daba la espalda, y podía ver la larga melena oscura caer hasta más allá de los omóplatos. A sus pies había echado un lobo de blanco pelaje que la observó con tranquilidad, como si no tuviera un fuego ardiendo a menos de dos metros de distancia. Cassandra avanzó un paso más y entonces la mujer volvió la cabeza ligeramente para mirar a la amazona. La hija de Zeus pudo ver entonces que llevaba en la cabeza una especie de tocado con la forma de las astas de un ciervo, y diversas pinturas tribales recorrían su rostro. El rostro de Artemisa, la diosa cazadora.


Al hablar, su voz sonó como un eco en su mente. Movía los labios, pero era como si el sonido reverberase directamente en su conciencia sin pasar por sus oídos.

- Cassandra... El fuego del infierno se extiende... devora todo a su paso -dijo, señalando las llamas con un dedo esbelto. En la otra mano sostenía un arco que Cassandra no recordaba haber visto inicialmente-. Pero hay alguien que puede pararlo... Su nombre es Arión... Arión de Lesbos. Se ganó el favor de mi hermano gracias a sus talentos con la lira en la época dorada de los dioses, pero su verdadero don es el de ser uno de los mayores hechiceros de la antigua Atlántida. Él tiene la clave para detener ésta invasión, pero se encuentra retenido en un lugar que se encuentra fuera de nuestro alcance... Mas no del tuyo.

Por fin se giró del todo para mirarla a los ojos.

- Cuando despiertes vas a recibir la visita de una diosa del panteón atlante... Su nombre es Gemimn. Escúchala. Atiéndela. Es el deseo de los dioses.

En ese momento, Cassandra despertó en la cama de su habitación en las instalaciones de S.T.A.R. Labs.

La rubia se sintió perdida en un mar confusión y extrañeza al verse de súbito caminando por un denso bosque. Al principio pensó que era un sueño pero estaba demasiado lúcida y consciente. Además, podía sentir de forma muy intensa las sensaciones. La amazona honorífica podría notar muy vívidamente la inmensidad del bosque, la frondosidad de las ramas que apenas dejaban pasar los rayos del sol y el aire traía un humo en el que se percibía la madera quemado. Sin embargo, no sé oía ningún sonido ni de la naturaleza ni de los animales.

Un brillo naranja guiaba su caminar y le siguió. La semidiosa siguió su andar como llevada por una fuerza invisible. Tras unos minutos recorriendo la senda del bosque llegó a un claro donde había una hoguera prendida. Se acercó hasta la hoguera sintiendo como el fuego refulgía con fuerza. Frente a las llamas se encontraba una esplendorosa mujer de espaldas. La fémina estaba atraviada con una túnica. A sus pies un magnifico lobo con un pelaje más blanco que la nieve descansaba tranquilamente. Cassandra reconoció de inmediato a Artemisa por los atributos que llevaba. La hermosa mujer frente a ella era la diosa de los animales salvajes, la caza y la luna. Artemisa era una de las cinco diosas (Afrodita, Artemisa, Hestia, Atenea y Deméter) creadoras y protectoras de las amazonas. Artemis ayudó mucho a que las mujeres de Isla Paraíso se desarrollaran y tuvieran una civilización  próspera. También fue una de las encargadas de darle vida a la escultura de barro que se volvió Diana.

Cuando los ojos azules de Cassie se encontraron con los de su medio hermana, la diosa de la naturaleza y la caza empezó a hablar.  Artemisa comentó sobre los demonios que seguían en la tierra. Habían vencido a  la Raven poseída pero aún quedaba mucho trabajo que hacer. Los males que se habían liberado en el mundo tenían que ser puestos de nuevo en su lugar. Tras esas palabras introductorias, la diosa pronunció un nombre: Arión. Cassie nunca se había topado con ese hombre  y no sabía quién era. En su cara reflejó el desconocimiento. Artemisa había dicho que ese hombre podía detener la invasión demoníaca pero se encontraba cautivo. Ahora empezaba a entender, la diosa había pedido a pedirle que realizase una misión. Artemisa finalizó su alegato diciendo que la vendría a ver una tal Gemmimn, diosa del panteón Atlante.

La rubia ni siquiera pudo replicar. Cuando iba a decir unas palabras para expresar las dudas que habitaban en su ser y su falta de fe y entereza debido a la fuerte crisis personal que están viviendo, despertó en la habitación de S.T.A.R. Labs que desde hacía unos días estaba ocupando.

En el centro de la habitación, a unos metros de su cama, había una especie de... desgarro en el tejido de la realidad. Como un agujero de bordes fluctuantes e irregulares suspendido en el aire a través del cual Cassandra podía distinguir un fragmento del universo... Una ventana abierta al cosmos. Allí, flotando en mitad de la nada, envuelta en un halo de luz dorada, se encontraba una de las mujeres más hermosas que Cassandra había visto jamás. Tenía la piel oscura, contrastando con los blancos cabellos que le llegaban más allá de la cintura, y vestía ropas de corte egipcio que dejaban al descubierto gran parte de su cuerpo. Su mirada estaba llena de compasión y pena cuando extendió hacia Cassandra una mano invitadora.

- Cassandra... No debes tener miedo. No te deseo ningún mal. Acompáñame aquí donde la tranquilidad tan sólo es superada por la belleza del cosmos. Aquí podremos hablar.

Impulsada por una necesidad difícil de describir con palabras, Cassandra avanzó hasta tomar la mano de la diosa, y, en ese momento, el agujero se extendió para abrazarla, cerrándose detrás de ella como si nunca hubiera existido, dejándola sobre una plataforma de piedra que flotaba en la inmensidad del espacio, con la diosa levitando ante ella envuelta en su halo de energía. La visión era tan hermosa que arrebataba el aliento. A su alrededor, las estrellas se erigían, incontables, envolviendo los planetas de una dimensión desconocida mientras una misteriosa luz violácea lo envolvía todo otorgando un aire onírico a la escena. Era una sensación extraña encontrarse allí, en mitad del vacío del espacio y no experimentar frío ni dificultades para respirar.

- Todo se ve más hermoso desde aquí, ¿verdad? -dijo la melodiosa voz de la diosa-. Aquí arriba no hay ruido... No hay gritos, dolor ni muerte... Es fácil olvidar lo que ocurre en la Tierra. Al menos, esa es la postura de Tynan, mi hermano -la mujer hizo un gesto y un nuevo desgarro en el tejido del cosmos le mostró a Cassandra diferentes escenas de devastación en la Tierra ocasionadas por los demonios. La mujer la miró-. Pero yo no puedo ignorarlo... Y tú tampoco. Porque tú has estado ahí, Cassandra... Lo has vivido de primera mano -la nubia hizo una breve pausa antes de continuar-. Mi nombre es Gemimn. Soy la diosa del Orden del panteón Atlante. Mi hermano Chaon es la encarnación del Caos, y Tynan, del equilibrio. Juntos formamos la Balanza Cósmica. Nuestra función es mantener el universo en esa delicada línea que supone el equilibrio entre el caos y el orden, pero las mismas reglas de nuestra existencia nos impiden interferir directamente en los asuntos de los mortales, para no romper dicho equilibrio... Por eso designamos campeones para asegurar nuestra labor. Uno de esos campeones es Arión, señor del Orden.

Las estrellas parecieron moverse a su alrededor, hasta conformar un panorama mucho más familiar para Cassandra. Un conjunto de estrellas destelló brevemente, destacando la Constelación del Delfín, la cual, según la mitología, habría sido puesta en el cielo por Apolo en honor de su campeón, Arión.

- Arión se encuentra actualmente en el infierno porque un demonio desafió el funcionamiento del destino para manipularle. Los demonios sabían que en sus manos se encontraba la clave para detener la WWD... por eso confabularon para acabar con él, pero es inocente. Arión no ha sido más que un peón en su juego. Me dirijo a ti, Cassandra, porque tú mejor que nadie sabes lo que es convertirse en el peón involuntario de un demonio... Y tener que afrontar las consecuencias de la devastación posterior. Arión no merece estar en el infierno, y es el único capaz de detener lo que está ocurriendo. Yo no puedo actuar directamente, pues Tynan lo sabría, pero tú, como mortal, eres libre de actuar allá donde el Equilibrio no puede tomar partido, y hacer ésto serviría para compensar los terribles actos que Belial cometió cuando ocupaba tu cuerpo. Dime, Cassandra... ¿serás mi campeona elegida para ésta misión? ¿Me ayudarás a traer de vuelta a Arión y a salvar el planeta?

Cassandra acaba de despertar de un sueño. No sabía si llamarlo muy real o profético. Al mirar al horizonte se encontró con una escena muy sui generis. Sus manos fueron hasta sus cuencas oculares y se talló los ojos pensando que quizá era alguna ensoñación producida por su temprano despertar. La realidad se había curvado y frente a sí aparecía un agujero dimensional. Esto era algo típico de las series de ciencia ficción. Siendo ella heroína nunca se había visto envuelta en algo de talante tan místico, confuso y paranormal como aquello. Ni siquiera sus escenas con dioses y criaturas de leyenda la habían llevado a ver algo como lo que tenía frente a sus ojos.

Cassandra podría divisar por  la ruptura de la realidad una parte del universo. En el centro de la escena estaba una hermosa mujer de piel oscura y cabellos blancos recubierta de una fulgurante luz dorada. Parecía un ser más allá de los dominios de toda explicación científica. Era una fémina que estaba más allá de toda lógica y la comprensión humana.

Pasada la estupefacción de aquella singular visita, Cassandra recordó las palabras de su medio hermana Artemisa. Seguramente esa mujer era de quién le había advertido la diosa cazadora, la deidad Atlante Gemimn. Artemisa le imploró que escuchase a la diosa del panteón Atlante. La diosa luna como favor a su preciado hermano el sol, había decidido ayudar a la diosa del orden Atlante a través de ella.

Cassie  aceptó la investigación de Gemimn y acudió a su encuentro. Se sintió como guiada por un poder. Pasó por aquella especie de portal cósmico y se adentró en el cosmos. Después de traspasar ese umbral cósmico, este se cerró tras la amazona honorífica. La rubia se encontraba sobre una especie de plataforma de piedra en mitad del espacio. Gemimn levitaba frente a ella en un idílico y cósmico fondo, digno de una postal futurista.

Es muy bonito pero da un sensación de soledad- Cassie no era de estas personas calmas, reflexivas y ascetas. En cierto punto la soledad prolongada y absoluta, le resultaba ciertamente agobiante. - Tampoco hay amor ni felicidad.- Si bien era cierto Cassie que desde aquella lejanía todo el peso y dolor del mundo parecía no existir, tampoco había nada de lo bueno. Estabas solo contigo mismo y tus pensamientos para siempre.

La diosa le mostró a Cassandra varias dolorosas, tortuosas y crueles imágenes de la devastación, masacre y devastación provocada por los demonios. Algo en su interior cobro fuerza cuando Gemimn comentó que no podía permanecer impasible ante ese sufrimiento e injusticia. Cassie tampoco podía quedarse de brazos cruzados sabiendo que alguien más sufría. Pero ahora estaba muy hundida. La catástrofe de Metrópolis la hacía dudar no sólo de sus fuerzas sino de ella misma. ¿Cómo podía evitar volver a ser utilizada y manipulada? En su rostro se perfiló la duda y la tristeza.

La beldad se presentó como Gemimn. Entonces, la joven supo que no había errado en su suposición anterior. Dijo que era una deidad de orden cósmico. Después de lo acontecido casi no podía creer que existiera un orden en ese universo tan caóticamente desordenado.

- Un placer.- la rubia hizo una sutil y elegante semireverencia.- Supongo que ya sabes quién soy, pero nunca están de más los modales, Cassandra Sandsmark. -

Posteriormente a las presentaciones y una breve introducción sobre las fuerzas que regulan el universo, la diosa Nubia empezó a hablar  sobre el propósito de su visita, Arion. Por lo que explicaba Gemimn uno de sus campeones que estaba cautivo. Luego la deidad hizo aparecer frente a ellas la constelación del delfín. Había varios mitos en la mitología griega sobre esa constelación. Una de las más famosas en honor del delfín Delfino que fue intermediario entre Poseidón y la nereida Anfítrite.  Otra versión hacía referencia a Arión de Lesbos, un famoso poeta y músico griego.  Durante un viaje por mar fue traicionado por los marineros de la embarcación para hacerse con su fortuna. Arion pidió como última voluntad cantar una canción con su lira. Un delfín acudió por la música y le rescató. Era a esta última historia a la que se estaba refiriendo Gemimn al mostrarle esa constelación.

Cassandra escuchó atentamente lo que la diosa del orden contaba sobre el cautiverio de Arion y sobre que ese hombre era una pieza clave para terminar con la Guerra Mundial de los s Demonios. Gemimn solicitaba su ayuda para rescatarle de los infiernos donde había sido confinado por una jugarreta de las fuerzas oscuras. Cassie suspiró. Sí bien entendía lo que era haberse visto envuelta en una situación que no deseas por las jugadas de alguien, estaba aún un tanto insegura y temerosa. Se sentía muy identificada con Arion. Pero … y si metía la pata. No estaba en las mejores condiciones. No estaba ni psicológica ni emocionalmente estable.

- … nadie se merece ser injustamente ajusticiado pero … - miró al infinito.- no sé si puedo ser de gran ayuda. Como bien dices fui poseída. Esa posesión hizo que Belial segase múltiples vidas …- su voz temblaba. - ¿No hay alguien más capaz?-

La expresión de la diosa se entristeció.

- Es solitario, en efecto... -musitó acariciándose levemente uno de sus desnudos brazos como si de repente pudiera percibir el frío del espacio-. No nos está permitido involucrarnos en los asuntos de los mortales, y mi hermano Chaon y yo no podemos tocarnos, pues, si lo hiciéramos, si Orden y Caos llegaran a establecer contacto, el universo entero enloquecería. Mi hermano está loco... Busca infectar el universo con su locura para arrebatar la regla del equilibrio de las manos de Tynan. Si le tuviera cerca no dudaría en provocarme para obligarme a atacarle, y yo no puedo controlar mi ira cuando estoy con él. Por eso debemos estar separados. Y Tynan... Tynan es tan neutral y frío como la cadena de Deedra. Su presencia no me supone ningún consuelo.

La diosa suspiró, sentándose en el borde de su roca, que, al contacto con su piel, se iba transformando en diamantes, y miró con tristeza al infinito.


- Cassandra... no hay nadie más apto que tú para ésta misión, porque al igual que Arión, tú también has sido utilizada por las fuerzas demoníacas para cosechar sus maléficos fines. Nadie mejor que tú para entender su situación. Nadie mejor que tú para hacer justicia. Por ti, por él y por toda la humanidad. Pero no estarás sola en ésta misión...

A un gesto de la diosa, una imagen se formó mostrando a una hermosa joven de ojos azules y una larga trenza castaña.

- Se llama Elissa Stavridis. Es griega, y su fe permanece leal a los antiguos dioses a pesar de los avances del dios cristiano. Era la discípula de Arión, y también desea liberarlo, pero no sabe cómo, ni posee los medios para conseguirlo. Si aceptas la misión te enviaré junto a ella para que podáis trabajar juntas. Y te enviaré, además, un pequeño compañero para que te guíe y ayude...

El bello rostro de la diosa cósmica adquirió una expresión triste cuando Cassie enunció que estar en ese espacio alejada de todo y de todos era solitario. Las palabras de la deidad nubia hicieron que la rubia tuviera una sensación de tristeza y angustia. Era difícil ver las injusticias, los pesares e infortunios de quien amas y no poder hacer nada. Pero era aún más desquiciante y doloroso saber que tienes el poder para remediar tanto sufrimiento, dolor y angustia y no poder hacer nada. La rubia cerró los ojos y suspiró. No se podía ni imaginar la fuerza de voluntad que hacía falta para mantenerse quieta y no intervenir cuando tu corazón te pide actuar y proteger a los que sufren de injusticias y maldades que no se merecen. Cuando ves que el justo es ajusticiado,  héroe es asesinado y los pueblos son sometidos. Cuando vez que la libertad y la razón son apresadas, prohibidas y sentenciadas a desaparecer. Sin poder intervenir y no te queda de otra que  que contener tu rabia y apretar los dientes.

- Debe ser duro permanecer sin poder hacer nada. Teniendo que esperar que alguien interceda por tí o que las cosas se resuelvan por sí mismas.- dijo compadeciéndose de Gemimn.- Ni siquiera tener consuelo de tus hermanos por vuestras circunstancias. Demuestra que eres una deidad muy fuerte.- se ríe un poco nerviosa. Esa clase de risa que te sale con pesar y cierta incomodidad. - Yo a veces ni siquiera puedo contener mi temperamento y exploto. -

Luego la exuberante y atractiva diosa de piel bronceada se sentó en la roca. Cassie quedó maravillada y sorprendida al ver como la roca sufría una metamorfosis al contacto con la dulce y maravillosa piel de Gemimn. Luego,  la diosa atlante del orden continuó hablando a Cassandra. La rubia escuchó atentamente la justificación de elegirla a ella y no a ninguna otra persona. Efectivamente, la amazona honorífica sabía lo que era cometer un terrible acto no estando en sus facultades. Porque alguien había profanado su cuerpo y la había ultrajado arrancándola de su propio ser.  Una lagrimita salió de los intensos ojos azules de Cassie. Dolía haber sido tan ultrajada y utilizada. Se sentía tan manchada y culpable porque sus ideales y valores habían sido masacrados. Su cuerpo había sido tomado y usado para un acto que ella repudiaba con todo su ser.

Respiró hondo y limpió con el dorso de las manos sus lágrimas. Estaba claro que estar agazapada en un rincón del cosmos llorando por lo que no pudo evitar no iba a cambiar nada.  Quizá si ayudaba a alguien en su misma situación podría resarcir un poco del mal que Belial había cargado en su mochila. Quizá podría limpiar un poco la sangre que impunemente y sin permiso el hermano de Raven vertió sobre ella. Las palabras no la salían así que asintió con la cabeza.

A continuación, Geminn hizo aparecer la imagen de una joven, Elissa Stavridis. La diosa explicó que era la  aprendiza de Arión y que también quería liberar al mago.  Tras esta explicación la rubia se serenó un poco y pudo calmar sus agitadas emociones.

- De acuerdo. Tan sólo muéstrame el camino y te aseguro que traeremos a Arion de vuelta-  dijo con decisión en sus palabras.

La diosa suspiró ante las palabras de Cassandra.

- No, no lo soy -musitó-. Tu presencia aquí es prueba de ello. Soy incapaz de dejarlo todo en manos de las Parcas. No puedo permitir que Arión siga sufriendo. Y el hecho de que no pueda mantener una proximidad con mi hermano sin ceder ante sus provocaciones es otra prueba de que soy demasiado presta a ceder ante mi temperamento. Eso es algo que tenemos en común -dijo con una dulce sonrisa-. Seguro que mejor que nadie sabes que los dioses compartimos las mismas pasiones, deseos y mezquindades que los mortales, lo único que nos separa es el nivel de poder que manejamos, pero precisamente eso es lo que vuelve peligroso que nos involucremos directamente. Cualquier arrebato de celos sobre un mortal podría desencadenar una respuesta que desequilibraría la balanza entre Caos y Orden.

Cuando la vio llorar se acercó de nuevo hasta ella, poniéndole una reconfortante mano en el hombro mientras le dirigía una mirada llena de piedad. ¡Era tan similar lo que le había ocurrido con las penurias por las que había tenido que pasar Arión! Él también había sido utilizado, su cuerpo violado y mancillado, su moralidad distorsionada y retorcida, actuando sin saberlo como una marioneta de los demonios. Había hecho bien en escoger a Cassandra. No había nada que se sintiera más correcto que nombrarla su campeona.

- No llores, Cassandra... Tengo algo para ti -la mujer alzó una mano y, volando por el espacio apareció una pequeña golondrina de metal que, sin embargo, parecía viva... El pequeño ser se depositó en la mano extendida de la diosa y miró a la rubia ladeando ligeramente su cabecita brillante mientras emitía curiosos gorjeos metálicos-. Los antiguos marineros pensaban que, si se ahogaban, las golondrinas llevarían sus almas de vuelta al cielo. Tú has vivido la angustia de sentir que te ahogabas en un cuerpo que ya no te pertenecía, y has sido capaz de regresar a casa. La golondrina es el tótem de los marineros y de los valientes, y representa el éxito y el triunfo tras la dificultad. Las golondrinas siempre vuelven a casa, año tras año, sin importar dónde estén, siempre regresan al hogar -la diosa extendió la mano hacia Cassandra y el pequeño pájaro saltó hasta posarse en el brazo de la adolescente, mirándola con curiosidad. Gemimn tomó la mano de Cassandra entre las suyas, mirándola a los ojos-. Que ella te proteja y te guíe para que sepas encontrar el camino de vuelta, Cassandra. Para que puedas encontrar el camino de vuelta a tu hogar.

Algo en la manera en la que dijo aquellas palabras pareció indicar que no se estaba refiriendo únicamente al viaje de regreso del infierno, sino a un significado más profundo, pero Cassandra no tuvo ocasión de preguntarle, porque un nuevo agujero se abrió en el cosmos, éste revelando el escenario de un bar de apariencia clásica y elegante. Del agujero surgió la misma fuerza de tracción que arrastró a Cassandra como absorbida por un agujero negro hasta caer en...

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