Flashback X [Lilith Belmont y Libre] (Martes, 13 de Mayo de 2014)

OOR (out of rol) Te dejo el par de imágenes retocadas de Celsit adolescente. A una he tenido que reducirle el pecho y las caderas xDD

Imágenes:

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Recuerdo el aroma silvestre que escapaba de los jardines de la Mansión X para entremezclarse con el aire. Cómo el viento se volvía agresivo entre las esquinas cerradas y los huecos de las ramas arizónicas. Me gustaba pasear alrededor del enorme edificio. Disfrutar de pequeños ratos a solas mientras me quedaba ensimismada viendo cómo se formaban remolinos de hojas en los rincones abiertos del recinto. Aquel día no hacía tiempo como para salir con chaqueta ni como para disfrutar de la comodidad de unos tirantes. Estábamos en esos meses de primavera en los que tenías que pararte frente a la ventana unos minutos antes de saber cómo vestirte. Días en los que podías disfrutar de la lluvia o salir a tomar el sol en apenas unos minutos. Adoraba estar allí. Me sentía cómoda, no me sentía sola y no era difícil encontrar mi intimidad cuando lo necesitaba. Todo ello envuelto en el hecho de compartir experiencias con poderes, el resto de gente, el cuidado que te ofrecían,  el sonido del viento, las sombras móviles que éste proyectaba en el suelo… De no ser porque la idea me parecía una locura podría haber llegado a creer que la mansión en sí era otro mutante más. Era tan acogedor… tan cálido… Si lo hubiera sido yo me hubiera enamorado para siempre.

Me había puesto mi vaquero oscuro con algún que otro roto y mi camiseta blanca favorita, la que dejaba leer "I love ComiX", que quedaba un poco por encima del botón del pantalón. Aquel día era uno de esos días que me gustaba disfrutar. Pero no pude hacerlo del todo, me tocaba hacer inventario en la biblioteca. Llevaba una semana de lloviznas tontas y el día perfecto me tocaba a mí estar encerrada. Llegué ante aquellos grandes portones con la desmotivación de esperar a ver el trabajo que me tocaba hacer tras ellas. Pasé y sólo estaba el encargado. Todo el mundo estaba fuera. El hombre solitario vivía agotado siempre. No paraba de trabajar y le estaba empezando a pasar factura, a cada año se le notaba más dolorido, más agotado. Estaba recogiendo unos libros que había en el suelo. Seguramente algún idiota falto de simpatía se hubiese encargado de ello. Me acerqué al señor agachado y apoyé mi mano en su hombro.  

-Déjelo, ya termino yo – saludé. No era parte de mi labor, pero ayudar nunca estaba de más, y me dolería más el hecho de verle esforzándose y sufriendo de lo que me dolería a mí la espalda por agacharme. Me dolería mucho más. El hombre me lo agradeció y se levantó estirándose con una pequeña queja involuntaria. Se aproximó a la mesa de la recepción de la biblioteca y dejó las llaves encima.  

- Recuerda cerrar cuando salgas… Espero que tu compañera no tarde mucho en llegar. – ¿Compañera? Oh, cierto… en primavera a veces se doblaba el personal de las tareas. - Allí tienes los dos carros que recolocar e inventariar – me los señaló, estaban hasta arriba - Si no me necesitas me retiro ya-  

Aún en el suelo le indiqué que se fuese con un gesto de la mano, como quitándole importancia al asunto. Él salió por los portones dejándome un halo de luz natural que agradecí durante los tres segundos que tardaron en cerrarse las puertas. No soportaba el ambiente cerrado con el día que estaba haciendo… Recogí el último libro que quedaba, esperé a que se fuese y si un par de zancadas rápidas para abrir un ventanal de par en par. El ambiente cargado se relajó radicalmente. Estaba más cómoda, menos concentrada en que estaba encerrada. Me cogí las manos por detrás de la espalda y tiré hacia abajo para estirarme. Mis ojos no se apartaban de los carros cargados de libros. Me llevaría casi dos horas terminarlo… Carraspeé.  Casi me puse a rezar para que mi compañera no fuese una holgazana de las que acabarías haciendo tú todo el trabajo y ella tirándose flores por haber acabado pronto.

Me acerqué a la mesa de recepción y empecé a rebuscar en uno de los cajones los papeles de inventariado. Encontré la carpeta y la saqué con un golpe seco al soltarla encima de la mesa. La abrí y empecé a buscar una hoja en blanco para registrar los nuevos libros. Y me quedé concentrada, respirando aire puro, relajada.

OOR: Cuando esté en el pc pondré bien los colores de mis diálogos!

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Mi estancia en aquella mansión fue lo mejor que pudo haber pasado. La intervención que tuvo el profesor Charles hacía ya mucho tiempo cambió por completo mi vida. Después de estar de casa de acogida en casa de acogida llegó él para iluminarme el rostro, iluminarme la triste y gris vida que llevaba y que, por cierto, emplazaba a tornarse negra. Llegó justo a tiempo.

Los jardines de la estancia a la que me llevó eran verdes lloviera, nevera o hiciera sol. Siempre era agradable recostarse en el mullido y fresco suelo verde que ofrecía la mansión, y si llovía, siempre podías entretenerte con tus amigos. Salvo en mi caso. La mayoría me temía o ni si quiera se preocupaba por mí. Conocían mis poderes, sabían de lo que era capaz de hacerles; algunos hasta se atrevieron a compararme con el profesor o con Jean, insultándoles según mi parecer. Yo no podía compararme con ninguno de mis mentores, ni en mi más fantástico sueño... A su lado yo no era más que el resquicio de una sombra de lo menos que ellos pudieron llegar a ser un día.

Así que allí estaba yo, sola y un poco aburrida, cuando al final de la clase de la profesora Tormenta me comunicó que me habían elegido para trabajar de apoyo en la biblioteca de la Escuela.

<<¿Hoy? ¿Justo hoy, que hace buen día?>> pensé hacia mis adentros. -De acuerdo, profesora. Gracias por mantenerme al tanto-. Fui todo lo amable que pude y le regalé mi mejor sonrisa. No me apetecía especialmente estar encerrada rodeada de libros que huelen a viejo, la verdad. Donde realmente quería estar era en el verde y mullido césped del jardín. Pero bueno, qué remedio. Recogí mis cosas y me dirigí a mi cuarto donde dejé la mayoría de mis pertenencias a excepción de mi mochila. Nunca me separaba de ella.

De camino a la biblioteca me entró hambre y paré en la cafetería a por un sándwich, me lo comí y después me bebí una botella entera de agua. En consecuencia, tuve la urgencia de ir al baño y eso retrasó aún más mi llegada a la biblioteca pero, lo cierto es que me estaba haciendo la remolona para no llegar a aquél lugar.

-Bueno, aquí estoy- dije tan bajito que apenas me oí yo misma cuando estuve parada frente a la monumental puerta de la biblioteca. Giré el pomo y empujé y la maldita no se abrió. Lo intenté de nuevo. -¡Maldita seas!- exclamé. Y muy a mi pesar, como si no tuviera dificultades para hacer amigos, en ese mismo instante en el que estaba maldiciendo abrió la puerta (empujando desde su lado del cuarto, y tirando si yo hubiera abierto bien la puerta) la que debía de ser mi compañera. Supuse que escuchó mi pelea con ese trozo de madera y fue tan amable de abrirla por mí.

Mi cara era un cuadro. Qué vergüenza. Qué mala pata. Y qué chica que parecía tan simpática.

-Ho...Hola. Perdón por mis modales, no te maldecía a ti...- empecé. Su cara era otro cuadro, pero después empezó a esbozar una sonrisa que intuí iba a ser el inicio de una carcajada pero que la desconfianza terminó. Yo estaba en lo cierto, el olor de esa estancia era olor a viejo y a encerrona, aunque la ventana que estaba abierta relajaba mucho el ambiente. -Soy Lilith, tu nueva compñera... Creo- me presenté como mejor pude dado mi comienzo de escena. -¿Qué nos toca hacer hoy?- me ofrecí con la mejor de mis sonrisas e intenté ser lo más educada posible. Una dama siempre es cortés.

Justo al soltar la carpeta empezaron a sonar unos ruidos horrorosos en la puerta de la biblioteca. No sabía si era algún novato, alguien que intentase llamar, una pelea... Fuese cual fuese la respuesta tenía que abrir.

-¡Maldita seas! -

Abrí la puerta y fue lo primero que escuché. La chica no paraba de intentar abrir la puerta empujando. Seguramente estuviese alterada o nerviosa por los exámenes. Mi expresión de sorpresa duró unos cuantos segundos. Mis ojos como platos encontraron esos grandes ojos grises. Mi instinto me sacó una sonrisa - Jajaja, ¿sueles presentarte así?- bromeé.

Cuando solté el mango de la puerta y me la quedé mirando la reconocí de inmediato. Morena, ojos grises, piercing en el labio... No había muchas opciones posibles, aunque siempre podía equivocarme. La gente hablaba mucho de ella, había extendidos más de un par de rumores sobre ella. Sus poderes, su actitud... siempre solía estar sola. No entendía por qué tal rechazo a una chica tan guapa y de apariencia inteligente. El miedo era comprensible, pero precisamente habría que aprovechar que se estaba dentro de la mansión, sitio seguro,  para entablar lazos con la gente "peligrosa". Si era tan peligrosa como parecía, intercambiar unas palabras con ella iba a ser más que interesante, si no, necesitaría un poco de dulce en su vida.

- Pasa tranquila - y cerré la puerta detrás suya.

Parecía simpática. Tímida. Pero simpática. No aparentaba querer hacer daño a nadie, no al menos conscientemente, y tenía intención de hacer cosas y ayudar. Cualquier otro seguramente se hubiera escaqueado en un día como hoy.

- Bueno pues... - dije avanzando con paso firme hacia los carros atestados de libros - Hay que inventariarlos y colocarlos. ¡Si quieres podemos dividirnos el trabajo! Yo cojo un libro, te leo el título y el autor y tú los registras en la carpeta mientras yo lo coloco. Están en orden alfabético del autor por el apellido, los anónimos van al principio - Me parecía más fácil, parecía que yo conocía la bilbioteca mejor que ella, además yo estaba un poco hiperactiva debido a las ganas de salir y quería moverme.

- ¡Oh! Casi se me olvida, me llamo Sasha, es todo un placer. - dije tendiéndole la mano.  - ¿Empezamos?

Vaya comienzo. Como si no me costará relacionarme con los demás.

-No... No saludo así siempre. De hecho, casi no saludo-. Y era verdad. Apenas me relacionaba con nadie que no fueran los profesores, en especial con el profesor Charles. Él me ayudaba mucho con mi poder.

No pareció molestarle del todo a mi nueva compañera Sasha que la maldijera. De hecho hasta sonrió. Yo también sonreí, pero para mis adentros. Parecía simpática, si bien cautelosa. Sin duda sabía quién era yo, y como todos los demás tendría que haber estado tensa, pero no lo estaba. Al contrario, se mostró un lo suficientemente cálida, como para hacerme sentir a gusto, y muy natural. Aquello me sorprendió gratamente.

Sin más me dirigí al que sería mi puesto por ese día en la biblioteca que, como ya había predicho, olía a viejo y a encerrado. Me dispuse con el cuaderno para anotar los títulos y los autores al lado de la ventana que estaba abierta, la cual le daba un pequeño respiro a la estancia, pero tampoco demasiado.

No hablé más durante el resto de la tarde, estaba más pendiente de lo que sucedía fuera de aquellas cuatro paredes, en el verde y mullido césped, que en lo que me decía Sasha. Por suerte para mí, siempre que me quedaba ausente podía meterme en la cabeza de mi compañera y recordar los autores y títulos que no había escuchado, apoyando mi cabeza sobre mi mano como cuando estás aburrido. Sasha tenía una mente ordenada y una memoria muy buena, la cual, si el profesor Charles no estuviera pendiente de mis poderes en época de exámenes, utilizaría para copiar las respuestas.

Casi al final de la jornada, me atreví y me lancé a hablar. Un poco. -Tengo algo de sed... ¿Te apetece darnos un respiro e ir a la cafetería a tomar un refresco?- Esperaba que me dijera que sí. Por todos los dioses, que dijera que sí. Estaba sedienta. Y aburrida. Y quería tumbarme en el fresco césped verde del jardín de la Mansión X.

OOR: He hecho un post muy cortito, pero quiero que esto sea un poco más de feedback aunque sean post cortos, ya que tampoco es un evento ni hay mucho que describir.
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No me respondió al saludo. Ni habló. Apenas me miraba. Podría haberme esfumado y Lilith sólo se daría cuenta porque mi voz habría dejado de sonar. Llevábamos más de la mitad del trabajo hecho, no quedaba nada y llevábamos 40 minutos de trabajo.

Empecé a pensar en qué pasaría cuando tuviese que irme. Nunca me dio miedo tener independencia, lo deseaba, pero ese sitio tenía... algo. Era increíble la sensación de libertad que tenía allí. La libertad, el compañerismo... Dudaba mucho que fuese a encontrarse así de cómoda entre otra gente.

La idea empezó a hacerme sentir mal, pensé en si conservaría a alguien de aquí... Mis amigos.. ¿Lo perdería todo? No me di cuenta de que estaba cargando el ambiente cuando ocurrió algo que no me esperé que pasase nunca. Lilith habló.

-Tengo algo de sed... ¿Te apetece darnos un respiro e ir a la cafetería a tomar un refresco?- UH perfecto.

-¡ Claro! Me alegro de que lo hayas propuesto, dame un momento - fui a trote a soltar la pila de libros que estaba mirando al carro, para no dejarlos por fuera. Comprobé que estaba  todo en orden echando un vistazo general y me acerqué a la puerta. Abrí y le permití el paso primero.

- Te invito al refresco a cambio de que me cuentes tu historia. La de verdad, no quiero más rumores baratos de la vida de nadie - Realmente me desagradara que todo el mundo cargase contra ella. ¿Era poderosa? Todos lo éramos. Eso no era novedad. Allí estaba segura aunque me hiciese algo ¿no era el mejor momento de conocerla?.

El tema rumores era algo que siempre me había tocado la moral. ¿Con qué libertad NADIE se atreve a que la vida de otra persona sea tema de conversación? Sólo quería que hablase conmigo, que se encontrase cómoda y que supiera que yo no era como los demás.

¡Bien, aceptó ir a la cafetería! Otro refresco. Y la cafetería significaba otra cosa... ¡otro sandwich! Qué placer el comer. Miré a mi compañera y le sonreí, acababa de hacerme la persona más feliz del mundo y, por si fuera poco, ¡pagaba ella! Y también quería oír mi historia, bueno... eso tampoco estaba mal. Fue la primera en interesarse por saber quién soy en realidad.

-Hecho. Supongo que no hará ningún daño que te cuente la verdad- dije estrechándole la mano, como no hice anteriormente. Era un tema que no me gustaba tocar, había aprendido a pasar desapercibida y a ser evitada, y empezaba a sentirme cómoda en la soledad. Sin embargo, siempre es reconfortante contar la verdad y que se preocupen por conocerte, charlar con alguien tranquilamente, relacionarse.

De camino a la cafetería no levanté la mirada del suelo, estaba nerviosa pensando en cómo iba a contarle su vida a Sasha. Como no supe por dónde empezar, preferí esperar a tener mi refresco y entonces dejar que ella haga las preguntas. Era de admirar lo de Sasha, todos nos miraban y hablaban y cuchicheaban a nuestras espaldas, y ella no parecía inmutarse. Yo estaba hecha a ello, a los murmullos y los rumores poco infundados sobre mí. Me trataban de peligrosa sólo por tener poderes mentales, pues... bueno, a mí me daba más miedo la fuerza bruta de algunos.

Al llegar a la cafetería, hice uso de lo que yo llamo mis "poderes infundidos". Ser temida y prácticamente repudiada tenía sus ventajas. Al acercarme a la máquina de refrescos, la cual estaba muy recurrida ese día, la gente se apartó y me dejó sitio, lo que nos dejó a Sasha y a mí en un primer puesto para comprar las bebidas. Como dijo, ella pagó mi refresco muy amablemente y estaba empezando a sentirme cómoda con esa amabilidad. Nos sentamos en una mesa alejada del bullicio de personas, y empecé hablando yo.

-Tú sabrás lo que quieres que te cuente. Pregúntame-. Intenté sonar despreocupada y natural, pero no sé si llegué al límite en el que parecí borde. Esperé que no.

Abrí mi refresco, disfruté de sus burbujas y le dí un trago. Y esperé.

¡¡ME ESTRECHÓ LA MANO!! Parece que sí estaba siendo todo lo simpática que quería con esa chica. No tenía mal corazón, y si lo tenía lo escondía bien.

De camino a la biblioteca pude ver la sensación que causaba Lilith. Toda la gente la veía como una amenaza. Más bien no la veía, o intentaban evitarlo. Ella simplemente existía, rondaba y se deslizaba por las instalaciones y exactamente igual que moisés, la gente se dividía para permitirle vía libre. Parecía que su poder era un aura tóxica alrededor. Yo sabía bien que no.

Cuando llegamos a la máquina de refrescos descubrí la manera más eficaz de saltarse una cola. Ni fingir que conoces a los de alante, ni hacerlo por internet... Nope. Con andar con Lil te bastaba. Me gustaba ponerle motes a la gente, era una manía mía de mi etapa en la mansión, pero no quería tomarme demasiadas confianzas con esa chica, así que andé con pies de plomo.

Estábamos sentadas en una de las mesas más lejanas y me dejó el terreno bien tanteado para que empezase a preguntar todo lo que quería conocer.

- Bien Lilith... voy a ser sincera y directa, pero antes te aviso, no quiero ofenderte, de verdad - estaba con un codo apoyado en la mesa, del que la mano sujetaba la lata de bebida, y la otra mano apoyada en la mesa estaba siendo utilizada para gesticular - No digo que seas sensible, sólo que no tengo la intención aunque pueda hacerlo sin querer. - Suspiré, abri la bebida ambientando la escena con un sonido burbujeante y continuo y seguí - Vale... Me harta mucho la moda juvenil inacabable de utilizar la vida de alguien excéntrico, o mejor dicho lo poco que se sabe de ella, para usarlo en la contra del propietario de dicha vida. Me toca muuuucho la moral, no te lo imaginas. - Di un trago  - Y de ti he oído perlitas muy brutas nena. - apoyé la lata en la mesa y la miré a los ojos - Sé que eres especial, no por lo que he oído, sino por lo que veo - No mentía. Esos ojos me atraían... su forma, su grisácea palidez... Tenía algo increíble que me atraía y me impedía alejar la mirada de ellos más del tiempo necesario para parpadear.

- ¿Por qué no empezamos por el principio? - le dije con mi sonrisa calmada casi permanente en mi rostro - ¿Qué fue de tu infancia y cómo has llegado aquí? - Me di por satisfecha cuando me di cuenta de que realmente podría sentirse incómoda o forzada  - Oye no respondas nada que no quieras... Yo sólo tengo curiosidad por conocer tu historia, no quiero presionarte a nada.

Fue toda una sorpresa descubrir que esa chica no quería ofenderme, pero en cualquier caso, no iba a hacerlo. No me ofendo fácilmente, al menos ya no.

-No me ofendes-. La tranquilicé, pero lo dije sin mirarla, con la vista ausente en las burbujas de mi refresco y lo dije muy bajito. -Cuando era pequeña estuve de vacaciones con mis padres y me caí mientras jugaba en la playa. Estuve inconsciente varios días y lo siguiente que recuerdo es que no podía ver a mis padres. Crecí en casas de acogida y de un lado para otro, nunca tuve un hogar, hasta que el profesor X me encontró y me trajo aquí. ¿Y tú? ¿Cuál es tu historia?-. Mentí. Agradecí su sinceridad y sus ganas de conocerme, pero había vivido lo suficiente como para saber que no hay que confíar de buenas a primeras en nadie. Y menos sabiendo cómo eran los chavales conmigo en la escuela. No me sentó bien hacerlo, pero era necesario. Tenía que tantear el terreno. Si ella me contaba algo de su vida podría entrar en su cabeza más tarde y realmente saber si es cierto lo que me dijera.

Le di un sorbo a mi refresco mientras notaba las miradas de los demás clavadas en mi nuca. Y en mi espalda, como puñales. Dejé el refresco en la mesa con cuidado, sin hacer ruido alguno y me giré para clavar mi mirada en ellos. Fue gracioso cómo huyeron de mis ojos, cómo se disiparon todos. Era la parte más graciosa de ser temida. Acto seguido miré a Sasha y le di mi mejor sonrisa.

-Es curioso lo fácil que es asustarles, con lo poderosos que son todos, ¿no?- Dije eso casi en un susurro, con un tono un poco sarcástico. Era cierto que disfrutaba viendo cómo temblaban cuando les miraba fijamente.

Volví a mi refresco y le di otro sorbo, y esperé a que Sasha me contestara.

Esa chica era poderosa, y lo sabía. Lo utilizaba. Era muy lista...
Bueno,¿su historia? No parecía ni importarle. Me la resumió casi en una frase, o bien no se estaba sintiendo cómoda o bien no quería hablar de ello. No había sido ni la mitad de precisa de lo que lo habían sido los cotillas de la mansión, pero qué se le va a hacer, supongo que alguien con sus poderes tendría más interés en saber de mí. Me molestó que no soltase mucha prenda. Juraría que no había muchos que se hubiesen interesado por ella, pero en fin, cada uno decidía llevar sus problemas y su vida a su manera, y no podía exigir, pero si ya había accedido a hablar... creo que me merecía una respuesta más seria.

En ese momento vi a un chico entrar con una guitarra a la cafetería. Adoraba a ese chico... Tocaba de vicio y nunca se separaba de ella. Cada vez que sacaba la guitarra parecía que estaba tocando a la mejor de las novias, disfrutaba cada cuerda, cada curva...  El chico se sentó encima de una mesa, apoyando a su bella en su muslo. Sus amigos le hicieron un corrillo junto con gente que se acercaba a escuchar. La cafetería se quedó en silencio y empezó a sonar.




Es que era para morirse... La música de guitarra siempre me conseguía llegar al alma, no sabía bien por qué. Cerré los ojos y sentí un recorrido frío por todo mi cuerpo al escucharle tocar. La cafetería permaneció en silencio casi por un minuto y luego recobró un ligero murmullo.

Volví a poner mi cabeza en funcionamiento y volví a la realidad. Me había preguntado sobre mi historia y opté por tomar la misma salida que ella. Decir la verdad pero en frases cortas y sin dar mucha información. Tampoco me agradaba que supieran mi vida. Aunque no la supiese ni yo... - Mi historia es bastante parecida a la tuya. Prácticamente todos los recuerdos que tengo son en esta mansión. - dije sonriendo mientras la música de fondo me arañaba cada vez más y más el corazón. - Me gustaría poder contarte más... pero no hay mucho. Aprender, esforzarme, buenos resultados, vivir los vicios... Si pudiera recordar lo que he vivido te lo contaría sin problema - No lo haría, a veces era útil tener amnesia si no querías que la gente respetase tu intimidad. Y era tan útil como doloroso.

- Lamento no poder ofrecerte nada mejor - Le dije refiriéndome a mi historia.

En el momento en el que entró el "chico de la guitarra" a Sasha le cambió la cara, y cuando éste empezó a tocar, pareció que a Sasha le iba a dar algo. Parecía enamorada... de su música. Estaba hipnotizada, como el resto de la gente de la cafetería. ¿Sería ese su poder? ¿Hacer que el mundo le preste toda la atención y se enamoren de su música? Si era así, no me importaba demasiado. Tocaba bien, y no era desagradable, estaba bien como música de fondo.

A Sasha mi respuesta acerca de mi historia desde luego que le molestó, se le veía en la cara. Aunque su respuesta tampoco fue nada del otro mundo, la tensión empezaba a notarse. No nos gustaba mucho hablar de esos temas y se notaba pero, aunque ella no tenga la culpa, a falta de amigos, la desconfianza es mi mejor amiga. Me mantiene a salvo. Sola, pero a salvo.

Terminé mi refresco y me quedé mirando a la nada. Pensé. Pensé lo que me pareció una eternidad. Esa chica no se merecía tanta hostilidad, ¿no? No la recuerdo hablando mal de mí, y tengo muy buena memoria. Quizá más adelante podamos hablar las dos de una manera más relajada y amigable de nuestro pasado.

-Sasha... mira...- empecé. Me costó mucho dado que fui yo quien empezó la hostilidad, y esto era una especie de disculpa. -No me gusta hablar de mi pasado, ni de lo que hice, ni de por qué estoy aquí. Estoy acostumbrada a hablar conmigo misma, no tengo amigos, no confío en nadie que no sea un profesor. Los chavales de esta escuela me han demostrado que son iguales que cualquier otro simple humano, igual de crueles- dije aquella última frase con odio entre los labios. Esperaba que me oyeran los demás, y creo que lo hicieron por algunas caras que vi. -No te lo tomes como algo personal, pero quizás dentro de un tiempo, si nos conocemos más, quizás podamos hablar de cualquier cosa-. Lo cierto es que no veía por qué no podíamos ser amigas, eramos parecidas, y por lo que se podía ver hasta puede que compartiéramos gustos. Yo también tenía ambiciones, sacaba buenas notas, y me llevaba bien con quien tenía que llevarme bien. Yo misma podía notar la esperanza en mis ojos grises de que Sasha quisiera saber más de mí.

Era un final de conversación abierto. Le estaba dando la oportunidad de decidir si quería realmente que nos conociéramos, y en caso de que dijera que sí, más le valía no jugármela porque conmigo no se juega. Si después de un tiempo conociéndonos me la juega puedo jugársela en su propia cabeza mientras yazco tumbada cómoda en mi mullida cama. Me levanté, estiré mi camiseta y me coloqué el pantalón en su sitio, miré ligeramente a Sasha y la invité a unirse a mí con un movimiento de cabeza. ¿Me seguiría?

La chica era sincera. O por lo menos lo había sido conmigo. Eso me gustaba, su expresión me pareció sincera. Se iba acercando la hora de ir de nuevo a rematar el trabajo a la biblioteca. Justo cuando iba a proponerlo ella se levantó antes que yo. Me hizo un gesto con la cabeza, me pareció que estaba relajándose cada vez más.

Me levanté, cogí ambas latas y las tiré a un cubo cercano. Me moví el pelo a un lado, dibujando una línea en mi cabeza con la mano izquierda. Y empecé a andar, no dudé en que Lilith me seguiría. Al pasar al lado del chico con la guitarra le sonreí guiñándole un ojo con toda la inocencia posible. Al salir de la cafetería empecé a andar de nuevo a la biblioteca.

- Me gusta tu sinceridad, y siento que estás cómoda conmigo. ¿Me equivoco? - era normal que sus métodos de defensa fuesen ariscos, yo hubiera reaccionado peor que ella seguramente a todo lo que le estaba pasando en la mansión. Me gustaba que empezase a sentirse cómoda, que se abriese poco a poco. Esa chica me intrigaba de una manera increíble... Y mi sed de conocimiento no paraba hasta solventarse.

Pasamos un par de pasillos y al doblar la esquina estaban los "matones" baratos. Idiotas hormonados que sólo tenían por entretenimiento meterse en pelea. En el pasillo sólo estaban ellos... tan gallitos como siempre. Pero teníamos que pasar por ahí. No había más rutas y no estaba dispuesta a desperdiciar mi poco rato libre de tarde que me quedaba esperando a que se fuesen. Eran tres. Se les conocía por toda la mansión, tanto ellos como los poderes que tenían. El larguirucho podía hacerse invisible, el que parecía el "jefe" tenía una fuerza brutísima y el otro era algo relacionado con el fuego...
Miré a Lilith.
Sé que no necesitaba protección, y que la temían... Pero ellos eran idiotas y no se daban por aludidos cuando un peligro andaba cerca, en este caso, Lil.
Empecé a andar en el pasillo cuando los tres clavaron sus miradas en nosotras. Uno de ellos me silbó, puto imécil... No le habían bastado mis señales para que se enterase de lo enferma que me ponía eso.
Hasta que la vieron.
Confiaba en que Xavier le estaba enseñando bien a contenerse, y no lo dudaba. Pero ellos tres tenían un poder común, cabrear a cualquiera.

- ¿No es esa...?-
-Yo creo que sí... -

- ¡Oye Sash! ¿Qué haces con esa? Deja a la bicho raro sola y vente a pasar el rato con nosotros -

Ya me habían tocado la moral, pero quería terminar la tarde en paz. Me paré en seco para contestar, estaba mosqueada.

- Sabes de sobra cómo se llama, puto troglodita engreído, ¿qué tal si aprendes un poco de respeto y le llamas por su nombre? - dije inclinando la cabeza hacia Lilith-  Preferiría compartir una vida con ella a pasar cinco minutos con vosotros... - suspiré - Sólo estamos de paso, así que déjanos vivir. - Y seguí andando, sin mirar atrás. A veces con estos tipos un poco de intimidación y marcar respeto bastaba, pero si había confrontamiento físico no me preocupaba. A dos de ellos podía contrarrestarlos. Pero no quería meter a Lilith en un lío, había logrado mantenerse con el historial limpio a pesar de todo.

-No, no te equivocas. Lo cierto es que tampoco estoy mal-. No añadí nada más además de una cortés sonrisa. No hacía falta.

Mientras avanzábamos hacia la biblioteca, nos cruzamos con los gallitos de turno que tan molestos resultaban. Para ser sincera no me esperaba esa reacción por parte de Sasha que, aunque no dijo nada, su cara habló por sí sola. ¡Menuda sorpresa! A mí me reacción no me sorprendió del todo; me giré y empecé a caminar de espaldas a la par de Sasha, miré a los ojos a cada uno de ellos y mientras lo hacía me coloqué la mano a modo de pistola en la sien e hice como si me pegara un tiro para después señalarles. Su reacción fue suficiente para robarme una risa de satisfacción, así que me giré y me uní al paso de Sasha.

-Creo que con eso bastará- le susurré a Sasha guiñándole el ojo. Y bastó. Para provocarles. Escuchamos un grito que parecía da guerra pero, más exactamente, de unos críos que jugaban a la guerra; nos dimos la vuelta para ver lo que estaba pasando.

El largo se hizo invisible y el que parecía el cabecilla empezó a correr hacia nosotras. Lo cierto es que intimidaba, era grande y corpulento. El tercero no hizo nada más que avanzar tranquilamente con una ligera sonrisa en los labios. ante esa escena, cogí a Sasha del brazo y corrí hacia la biblioteca todo lo rápido que pude. Cuando llegamos cerré la puerta y la bloqueé como pude pero era cuestión de tiempo que el forzudo derribara mi barrera de libros y carritos de libros. Sasha no parecía creerse lo que pasaba, así que tomé la iniciativa para poner fin a las consecuencias de mis actos. Aunque iban a arrepentirse.

-Sasha. Sasha, escúchame. Necesito que me protejas, ¿de acuerdo? Necesito que me protejas-. Ya no era tímida. Ya no era la chica solitaria. Ahora tenía que ser Lilith. Y sin más me senté al lado de mi compañera y me metí en la cabeza del forzudo, era lo más sencillo. Fuerza bruta es igual a poca resistencia mental.

Todo pasó demasiado rápido. Eran idiotas, luchar contra ellos era fácil, pero antes de que me diera cuenta Lilith me llevó tirando de mi brazo hasta la biblioteca de nuevo. Bloqueó la puerta con dos carros. No parecía tener tanta fuerza. El grandullón las derribaría de todos modos. Su actitud cambió rápidamente, hubiera jurado que incluso sus ojos cambiaron de color. No eran tan peligrosos como para ponerse así. Ella me pidió que la protegiera y antes de poder contestarle se desplomó camino hacia el suelo. Como en trance. Por suerte la tenía cerca y la cogí a tiempo. Fui corriendo, arrastrándola de los hombros hasta que fui capaz de sentarla en la silla del mostrador de la biblioteca. La coloqué en una postura que consideré cómoda. No sabía qué había pasado... ¿Serían ciertos los rumores de que se quedaba en blanco cuando usaba sus poderes? Cuando estaba terminando de colocarla un golpetazo inmenso entreabrió la puerta de la sala. Me acerqué corriendo para plantarles cara, pero en cuanto terminé de abrir las puertas del todo, vi al grandote forcejeando con el chico que no paraba de convertirse y desconvertirse en invisible. Faltaba el de fuego... ¿Dónde..?
Di un salto hacia atrás instintivo mientras un puño me pasaba haciéndome notar aire cálido cerca de la mejilla. Cerdo. No quería usar los poderes. No así. No para esto. Xavier estaba intentando enseñarme a controlarlos, no le defraudaría. No haría daño con ellos.
El chico-fuego era bueno. Nunca lo negaría. Pero se juntaba con la gente equivocada. Un puño en llamas se acercó a mi estómago y haciendo fuerza con los abdominales intenté bloquear todo el daño posible. Me llevé el puñetazo, cerré los ojos fuertemente por el dolor...

Mi turno.

Agarré la mano en llamas e intensifiqué el fuego un poco más. Esperé despistarle lo suficiente como para darme tiempo para respirar y recomponerme. Él se alejó de mí como si estuviese endemoniada. No me dolía la quemadura, ventajas de mi poder. Él se quedó mirándose la mano, anonadado.
No podía intimidarle con una mentira, no era tan tonto como los otros dos. Entonces miró a Lilith. EL muy cerdo fue a por ella después de percatarse lo que estaba pasando con sus amigos. Antes de que se acercase a ella me tiré al suelo, agarrando los pies del chico fuego y los congelé al suelo. Aunque lo fundiese, pretendía quedarme agarrada a sus tobillos, congelándolos una y otra vez. Y a ver quién aguantaba más.

Hice fuerza como para tirar de él hacia abajo y fijar sus dos pies al suelo. Tenía que pensar un plan mejor...

No dudaba que Xavier ya estaba al corriente de esto.

Me concentré en proyectar toda la rabia que pude en el fuerte de los tres, confundiéndolo, haciendo que atacara a su compañero "invisible".

Cuando desperté del trance vi que Sasha estaba intentando protegerme del chico de fuego, que se dirigía hacia mí mientras estaba indefensa. Sasha mantenía los pies del chaval congelados pegados al suelo, evitando todo avance pero, se veía que era un poco complicado ya que el chico controlaba el fuego, podía derretirlo. Al haber parado de usar mis poderes perdí el efecto que causaba en el fortachón, el cual al ver el estado en el que dejó a su amigo decidió salir corriendo. Huyendo. El largo estaba malherido y magullado, y decidió arrastrase hasta una pared y permanecer allí quieto sin moverse más de lo estrictamente necesario.

El verdadero problema estaba entre mi amiga y yo.

-¿Por qué nos habéis atacado? ¿Por qué no os habéis limitado a hacer lo que hacéis siempre, reíros de mí como siempre y dejadme en paz, como siempre?- Me percaté de que estaba nervioso, pero furioso. Intenté tranquilizarme e intimidarle mientras hacía tiempo hasta que llegara Charles o algún profesor. Porque seguro, seguirísimo, Charles estaba al corriente de esto. -Para. Deja de hacerte el macho. Ya has visto lo que les he hecho a tus amigos, y ya ves lo que puede hacerte mi amiga sólo con tocarte. No puedes mover los pies. Deja de intentar hacernos daño-. Declaré en un tono seco. -No eres mejor que nosotras, y los profesores están de camino. ¿No será mejor que lo dejemos así y quedemos como desconocidos? Sería lo mejor para todos...

Pero no paró e imaginé que Sasha estaba haciendo un gran esfuerzo por detenerle. Esto fue culpa mía, e iba a solucionarlo.

Sabía que si me acercaba demasiado a él me quemaría, pero es un riesgo que debía correr. No era demasiado peligroso, así que me decanté por la parte arriesgada para mí y fácil para él. Me puse a se total alcance y amagué que iba a darle un puñetazo para que prestara atención a la parte superior de mi cuerpo y me sujetara los brazos, y como estaba con las manos ocupadas, le di un rodillazo en la entrepierna que le dejó tieso, sin poderes y en el suelo. Con la adrenalina, mire a Sasha y  la sonreí, pero después se me pasó el chute y comencé a notar cómo me ardían los brazos. Tenía unas quemaduras horribles donde el chico puso sus manos. Con suerte si la trataba a tiempo no quedaría cicatriz.

Lilith lo había hecho increíble. Se notaba su buena actitud de aprendizaje. Intentó ponerle un buen fin por medio diplomático pero antes de poder hablarlo Un viento muy particular invadió los pasillos, revolviendo algunas de las hoja sueltas de la biblioteca, sumergiéndolas en un tornado de aire eterno, en una esquina de la sala. Ese viento huracanado...
La profesora tormenta.
Mierda... ¡yo no hice nada malo! Sólo la protegí, y fueron ellos los que no nos dieron otra opción. Xavier decía que defenderse estaba justificado. Y nuestra historia era la correcta. No necesitaba los poderes de Lilith para demostrarlo.

- ¿Se puede saber qué está pasando? - Llegó con ese brillo en los ojos, tan inquietante como imponente.

- ¡ESTAS ZORRAS NOS HAN PROVOCADO! -
¿Qué voy a decir? Tontos hay en todas partes.

- No me parece la mejor actitud para intentar defenderte, Nicolas - añadió la profesora cruzándose de brazos mientras miraba por el rabillo a los otros dos que huían de la situación corriendo en dirección contraria por el pasillo. Aproveché para descongelarle el pie y levantarme.

- Quizá yo pueda explicarle profesora... Me tocaba biblioteca con Lilith y al pasar por el pasillo la han insultado. Sabe de sobra que la paciencia no es mi punto fuerte... pero no me parece justificado que se responda con indiferencia ante los comentarios intolerantes de nadie antes de siquiera dignarse a conocer a la persona de la que hablan. Lamento mi comentario quizá demasiado agresivo, pero hemos hecho lo que considerábamos correcto. - miré a mi compañera tras despegar la mirada de la profesora y sonreí. Le lancé una sonrisa directa y sencilla. La más natural del momento. Estaba calmada, yo sabía que no habíamos hecho nada malo. Traté de inspirarle toda la confianza que pude. Creí que de verdad no pasaría nada.

- La importancia de las formas, Nick. No sé por qué, pero me fio más de esa parte de la historia. ¿Y tú? - dijo mirando a la morena - ¿No tienes nada que decirme? - a pesar de la firmeza de la frase su tono sonó mucho más relajado que al principio. No dudé en que Lil lo captaría. Era de fijarse en los detalles. Símbolo de la calma de la profesora era que mi pelo dejó de revolverse en ráfagas de aire y los folios que antes levitaban en una esquina se calmaron y yacieron en el suelo.

Oh... Tormenta no. Fue ella la que me asignó este día de trabajo y voy y la lío. Vaya decepción de va a llevar...

-¿Se puede saber qué está pasando?- sonaba imponente, como siempre, y tenía los característicos ojos blancos. Sin embargo, en su tono de voz... pude reconocerlo, no estaba enfadada. Cuando iba a darle explicaciones, que ella seguro que no necesitaba, se me adelantó Sasha y, antes que Sasha, se me adelantó el chico de fuego defendiéndose de forma pésima.

-Quizá yo pueda explicarle profesora... Me tocaba biblioteca con Lilith y al pasar por el pasillo la han insultado. Sabe de sobra que la paciencia no es mi punto fuerte... pero no me parece justificado que se responda con indiferencia ante los comentarios intolerantes de nadie antes de siquiera dignarse a conocer a la persona de la que hablan. Lamento mi comentario quizá demasiado agresivo, pero hemos hecho lo que considerábamos correcto-. Me quedé perpleja mirando a Sasha, ¡qué facilidad para explicarse! ¡Y que suene bien! Cuando terminó de hablar con la profesora me miró y sonrió y yo no pude hacer más que devolverle la sonrisa.

-La importancia de las formas, Nick. No sé por qué, pero me fio más de esa parte de la historia. ¿Y tú?- Dijo mirándome a mí. -¿No tienes nada que decirme?

-Pues... lo cierto es que todo esto ha sido culpa mía. Ellos nos insultaron y yo les provoqué, pero jamás se atrevieron a enfrentarse a mí, no sé qué ha cambiado hoy... Lo siento-. Me disculpé con sinceridad, los profesores eran los únicos amigos que tenía y no quería ni me gustaba decepcionarlos. -Debí haberlo dejado pasar...

-No te preocupes, ya lo hablaremos por separado más tarde. Todos. Esta clase de comportamientos no son bien recibidos aquí, lo sabéis. Aunque hagáis lo correcto, eso no significa que lo hagáis bien. Nos veremos más tarde.

Miré a Sasha, me sentía avergonzada. ¿Iban a soltarle una reprimenda por mí? ¿Por ayudarme? Deseé que la voz de Xavier sonara en mi cabeza diciendo que no...

Charles Xavier no estaba en el mejor de sus momentos. Las discusiones con Cíclope estaban alcanzando un punto crítico. Ya no se trataba de cómo llevar la Patrulla: el problema se había extendido a la manera en que debía llevarse la institución. Xavier se sentía ultrajado y, al mismo tiempo, dolido ¿Cómo se atrevía Scott a decirle cómo tenía que llevar su escuela? Después de todo lo que había pasado con Xorn, Xavier se había visto obligado a recluirse en su propia mansión, consciente de que, en un momento como éste, el público no respondería con simpatías a un pro-mutante, no después de una tragedia de esas proporciones. El problema radicaba en que, mientras el profesor tenía que reducirse a esperar y rumiar como un ermitaño en su propia casa, Cíclope abogaba por un papel más activo, casi un armamento de la Patrulla, para dejar claro al mundo que los Hombres X estaban de parte de la humanidad en el conflicto ¿Es que no se daba cuenta de las consecuencias que ello implicaba? Si ahora había problemas entre mutantes y humanos, una respuesta de tipo militar no haría sino exacerbar el problema. Por enésima vez, se preguntó si Scott estaba siendo lógico y racional, y no se estaría dejando llevar por su propio temperamento en un asunto como éste.

Xavier seguía murmurando, tirando de sí con su silla levitadora (ahora más que nunca, y a pesar de todas las comodidades, la notaba pesada e irritante), y en dirección a la siguiente clase, cuando se encontró con la escena. Allí estaba Ororo, tratando de poner paz entre lo que parecían tres alumnos mayores (Harold, Reymus y Sean, recordó) y dos alumnas más jóvenes. Enseguida reconoció a Sasha Triger: la amable y dedicada mutante era una de las personas permanentes del campus, y su trabajo en la escuela era apreciado por todos. Sin embargo, la razón por la que se sorprendió verla fue por quién iba acompañada: ni más ni menos que Lilith Belmont, una persona con la que había tenido más de una charla y que, en el mejor de los casos, consideraria como alguien poco sociable. En cierto modo, su historia le recordaba a la de Émpata y otros mutantes que habían tenido que tratar poderes similares: la de una persona que, de la noche a la mañana, ve su mundo cambiar por un don que jamás había pedido. Un suceso así era capaz de derrotar a la persona más endurecida, y en el caso de Lilith, se había traducido en adoptar un aislamiento deliberado del resto de sus compañeros. Así que, en cierta manera, que Lilith estuviera envuelta en una trifulca entraba dentro de lo esperado.

Pero esta vez Lilith no estaba sola; Sasha estaba a su lado, y lo que es más, estaba asumiendo la culpa de lo que quiera que hubiera sucedido. La incomodidad de Lilith era evidente: aunque Xavier jamás entraría en la mente de alguien sin permiso, era evidente que buscaba ayuda externa. Y, cuando Ororo empezó su reprimenda, su agitación se hizó más patente aún. Cavilando unos instantes sobre qué hacer, optó por dar rienda suelta a su curiosidad y tomar cartas en el asunto. Lanzando un potente mensaje telepático, se dirigió a todos los presentes y pensó:

"¿Qué esta pasando aquí? ¿Le importaría informarme, señorita Munroe?"

Sin esperar a que reaccionasen, Xavier se presentó delante del grupo, con la mirada severa que llevaba practicando desde hacía décadas. Obviando deliberadamente cualquier explicación por parte de los alumnos, escuchó el parte de Tormenta con calma y atención, y, tras unos instantes de meditación, optó por la siguiente estrategia:

-Veo que tenemos otro problema de comportamiento por parte de la señorita Belmont. Y lo que es más, veo que esta vez la señorita Triger ha decidido participar también ¿Querrían hacer el favor de acompañarme? Tenemos que hablar. En cuanto a ustedes...- dijo señalando al trío de jóvenes -...dejaré que la profesora Munroe decida cuál es el castigo más apropiado, pero déjenme recordarles que esa clase de lenguaje no está tolerado aquí, así que, a partir de ahora, espero no tener que oir nada de ustedes hasta después de los exámenes si no quieren ser expulsados.- y, finalizada la reprimenda, procedió a avanzar por el pasillo, en dirección a la siguiente clase. - "Acompáñenme hasta mi clase, por favor. Quiero que me expliquen con sus palabras lo que ha sucedido"- pensó en dirección a Sasha y Lilith. Se le había ocurrido una idea que, si funcionaba, podría ayudar a Lilith a solventar sus dificultades para relacionarse, y al mismo tiempo, podría ayudar a Sasha a encontrar más tiempo más allá del trabajo voluntario. Pero primero necesitaba escucharlas para asegurarse de que la idea no acababa en saco roto.

Un fuerte interrogante me hizo relajarme de manera automática. Apaciguó la situación tal y como era de esperar, solo como él sabía hacer. Era admirable. Tras su mensaje telepático asentí con la cabeza sin volver a abrir la boca hasta llegar a su despacho. No me pareció sensato hablar de una trifulca con Xavier y Lilith andando por los pasillos, la gente no deja de ser curiosa, a veces demasiado.
Entré la última a su clase y la puerta se cerró detrás mía. Me coloqué a la altura de Lilith, sentada en una de las sillas más cercanas a Xavier, crucé las piernas con una mano apoyada en el respaldo de la silla y el otro brazo sobre una mesa. Miré a Lilith haciendo un asentimiento brusco con la cabeza, como preguntándole si le parecía conveniente que empezase yo con la historia.

Y miré al profesor a los ojos.
Cada vez que mis pupilas se fijaban en las suyas tenía una sensación de inmunidad increíble. Y no me desagradaba en absoluto, es más, estaba totalmente convencida de que él lo sabía. Me sentía pequeña, como si fuese de la mano de un hombre gigantesco que podría perfectamente cuidarme entre sus brazos. Me sentía como flotando en lo profundo del mar, llena de agua y vida a mi alrededor y yo en medio, formando parte de ello y a la vez tan diferente.
Me gustaba esa sensación de protección involuntariamente paternal. Si buscase una justificación acabaría más perdida que al contemplarle, aunque quizá se vinculase con el hecho de no conocer mi pasado.

Respiré hondo, ahora estaba todo bien. Sabía de sobra que era el humano más racional de este mundo, y si creía conveniente castigarnos no sería nada injusto, más bien una lección moral.
-Verá profesor... Esta tarde nos tocaba a Lilith y a mí la tarea de biblioteca y ella me propuso hacer un pequeño descanso en la cafetería. Me parecía buen momento y nos quedaba mucho menos de la mitad del trabajo, así que al volver estaríamos más motivadas. Al volver nos hemos cruzado con ellos en el pasillo. Han empezado a murmurar acerca de Lilith acompañándolo de un comentario hacia mí en voz alta, injusto, de mala influencia y en un tono desagradable. El instinto de justicia por haber criticado a alguien sin conocerle y las ganas de deshacerme de ellos han provocado que soltase un comentario quizá demasiado fuera de tono. Lo siento, profesor, sé que lo he hecho mal en ese momento. Pero no tolero que traten mal a una compañera, independientemente de los rumores que se dejen correr sobre ella. Yo no la conocía y por el momento me está pareciendo fantástica, no entiendo a santo de qué tanto miedo y crueldad si precisamente lo que se intenta en esta escuela es erradicar la sensación de que tener un poder conlleva directamente a tener que sentir temor de él. - respiré hondo con los ojos cerrados y me percaté de que estaba enrollándome, exaltada sobre mi opinión al respecto, sin contar los hechos como tal - El caso es... profesor... que han reaccionado mal y ella ha tirado de mí para usar sus poderes y que la protegiera en la biblioteca de nuevo, huyendo de la actitud violenta inicial por parte de ellos. Y así he hecho. Mis poderes han sido utilizados para protegerla y los suyos para protegernos a ambas. Ellos sin embargo han usado los suyos para empezar una trifulca que ellos mismos generaron - miré a Lilith a los ojos. Era una chica por la que merecía la pena luchar - Como ya he dicho, lamento mi salida de tono, eso no se justifica y sé que lo he hecho mal a pesar de estar defendiéndola

Terminé de gesticular al hablar y me quedé esperando una reacción. Quizá a ojos ajenos fui demasiado defensora de "mi casa" como se suele decir. Pero si hay algo que no entiendo es el por qué a la hora de contar hechos con culpables hay que reaccionar como si no los hubiera. En muchos conflictos como crímenes o peleas se habla como si ambas partes estuviesen justificadas, y eso a mi modo de ver me parecía una estupidez. Si algo ha pasado, tiene que contarse.

Escuchó en silencio, con las manos juntas y la espalda inclinada, la versión de los hechos que ofrecía Celsit. Lilith, como esperaba, parecía dejar que Sasha hablase por ella.

En cierto modo, Xavier ya contaba con que Celsit fuese la voz cantante. De las dos jóvenes, era la más asertiva y, con diferencia, la más dispuesta a defenderse, fuera contra lo que fuese. Incluso cuando su discurso empezó a retraerse para formar una disculpa, aún mantenía aquel porte de dignidad y orgullo que siempre la caracterizaba. A pesar de ello, el profesor ya sabía lo bastante de Sasha Triger como para reconocer, debajo de toda esa confianza, subyacían capas de inseguridad, de tratar de mostrar una fuerza que, en ocasiones, no parecía tan apuntalada como ella misma quisiera. Xavier había aprendido a reconocer esto en ella como uno de los aspectos de su personalidad, quizá una de sus características fundamentales. Para un telépata como él, eso era tanto un rasgo de fuerza como una posible debilidad: no importaba si una persona tenía excesos de confianza y seguridad si uno aprendía a reconocer sus flaquezas y virtudes, y el trabajo de un profesor era intentar sonsacar los puntos débiles y fuertes de los mutantes más jóvenes.

Sasha Triger era una alumna ejemplar la mayor parte del tiempo. Puede que a veces sus palabras la metieran en problemas, pero nunca habían sido algo que cruzara la línea. Y Xavier confiaba en que nunca trataría deliberadamente de hacer daño a nadie. Pero el reciente episodio era, definitivamente, algo mucho más serio, y sentía que, en esta ocasión, era vital que interfiriera en su vida:

-Ya veo. Por lo que he podido entender, vuestros compañeros se comportaron de una manera intolerable. Eso es algo que no aceptamos en la Escuela, y estoy seguro de que la profesora Munroe se encargará de ello sin problemas. Sin embargo, la razón por la que os he pedido que viniérais a mi despacho no era esa. Lo que me interesa aquí tiene más que ver con los futuribles.

Miró con dureza a ambas alumnas. No había querido reunirse con ella para soltarles una lección o amonestarlas. En su opinión, la actitud de Sasha habría sido ejemplar en la mayoría de los casos. Pero no era su actitud, ni sus razones, las que ponía en duda aquí. En vez de eso, esperaba aprovechar la ocasión para enseñarles una lección que tuviera que ver con sus propias naturalezas, con sus poderes y sus responsabilidades.

-Lo que me gustaría saber es saber qué hubiese pasado si la profesora Munroe no se hubiera presentado, si yo no me hubiese enterado, y si la pelea hubiera llegado a su conclusión ¿Hubiérais usado vuestros poderes contra ellos? ¿Hubiérais tratado de hacerles daño? Y, lo que me preocupa más ¿Os habríais detenido a tiempo?

Se recostó contra la silla y clavó su mirada, primero a Sasha, y luego en Lilith.

-Quiero que me contestéis. Y esta vez, señorita Triger, me gustaría que cada una me contestara por separado.

[OOR] SURPRISE!!!!

Escuché con calma, encogida y en silencio cómo Sasha explicaba a Charles lo ocurrido. Sabía que me tocaría hablar a mí, pero cuanto más tardara sería mejor.

Me sentí bien cuando Sasha habló de mí y de cómo nació en ella la necesidad deponer fin al trato de los chicos contra mí, y casi se me saltan las lágrimas. Casi. Sin embargo, aunque Sasha me caía bien y no le deseaba ningún mal por mi culpa, la pregunta del profesor me pilló desprevenida. "Lo que me gustaría saber es saber qué hubiese pasado si la profesora Munroe no se hubiera presentado, si yo no me hubiese enterado, y si la pelea hubiera llegado a su conclusión ¿Hubiérais usado vuestros poderes contra ellos? ¿Hubiérais tratado de hacerles daño? Y, lo que me preocupa más ¿Os habríais detenido a tiempo?"  Estaba ocupada penando en los acontecimientos y cómo justificarme, pero no tenía cómo. Estaba cansada de cómo me trataban los demás, y me envalentoné en compañía de Sasha. Fue culpa mía. Quizá habría sido mejor dejarlo estar, pero... una conoce sus límites... ¿No?

-Quiero que me contestéis. Y esta vez, señorita Triger, me gustaría que cada una me contestara por separado.

-Profesor... Todo esto ha sido culpa mía. Lo que ha dicho Sasha es cierto, al menos en cuanto a los chicos. Pero si tiene que amonestar a alguna de nosotras, amonésteme a mí. Soy quien empezó a usar los poderes primero. Estaba cansada de todos, quería que me respetaran; o, al menos, intimidarles un poco. Así me dejarían en paz.- Pero pensando en sus preguntas... ¿Habría sido capaz de parar si me hubiera dejado llevar? Después de lo que les hice a mis padres... Con toda la rabia que sentía en el momento, quizás habría sido demasiado para mí. Sasha parecía tenerlo bajo control, pero qué sabré yo. Charles parece estar en mi cabeza y me parece que me mira, pero no estoy segura. Siento vergüenza por mi comportamiento.

Bajé la cabeza y esperé una respuesta. Pero la espera se me hizo eterna y miré de soslayo a Sasha, pero no supe identificar la expresión de su cara. Quizá estaba enfadada porque la metí en un lío, o puede que estuviera teniendo la misma lucha interna que yo, pero con sus propios fantasmas.

¿¡POR QUÉ SE ECHABA LA CULPA!?
Esta chica es tonta.
Quise intervenir, de verdad que quise, pero él dijo que respetase su turno y así lo hice. Algo muy complicado tendría que pasar para que yo cuestionase o traicionase órdenes de Xavier.
No interrumpí con la voz. Pero no podía parar de pensarlo.

"Notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa,notienelaculpa"

Y miraba fijamente a esos ojos que parecían un mar abierto de miradas anteriores perdidas. Rostro severo, atento y directos a juicio.
Pero dijo que permaneciese calmada y quieta... ¿Y qué iba a hacer?

Quedarme quieta, con los brazos cruzados bajo el pecho, lanzando miradas como jabalinas entre las pupilas brillantes de Lilith y los fosos profundos del profesor. Intentando contener un gesto nervioso que acabó resultando más que evidente... No por falta de confianza en el profesor, si tenía que castigarme sería porque me lo hubiese merecido pero... A nadie le gusta estar castigado.

No podía más, la mirada del profesor me escrutaba y sabía y notaba que me estaba escudriñando cada rincón de mi mente, así que decidí coger al toro por los cuernos y probar mis habilidades con una técnica de comunicación que me estaba enseñando el profesor: al ser los dos telépatas, si él está en mi cabeza puedo comunicarme con él en mi mente. Así pues, me dispuse a sentarme en una de las sillas y me relajé. No quería hacerme daño al caer.

Y eso hice, y fue sorprendentemente bien. La conversación-monólogo fue fluido, sin pausas, sin intervenciones ni tartamudeos, perfecto.

-Profesor... ha sido culpa mía. Esos chicos se metieron Sasha y conmigo y no pude soportarlo. Siempre se meten conmigo y lo sé y normalmente lo ignoro, pero hoy no he podido más. Tenían que respetarnos. Tenían que respetarme. Y usé el único método que conocía y que tenía a mi alcance. Sabía que estaba poniendo a Sasha en una situación que no le corresponde, y que podía resultar peligrosa, pero... lo siento. Me aproveche de su buena voluntad para... supongo que para vengarme. Estaba cansada de sus palabras y el trato que me dan, tengo que hacer que paren. Y eso intenté hace unos minutos.

Cuando terminé de hablar, el profesor asintió, desperté y me levanté. En tanto que me acercaba a la puerta le dije a Celsit que ya estaba todo hablado y que podíamos irnos.

Esta chica realmente era tan poderosa como decían ¿Un ratito de trance y estaba todo solucionado? ¡QUÉ JEFA!
No pude oponer resistencia (tampoco quería) y me fui con ella. Tras escuchar el sonido de las puertas cerrarse a nuestras espaldas la miré sobreexcitada e hiperactiva.

- ¡TU PODER ES GENIAL! Siempre me habéis llamado la atención los telépatas, telequinéticos... Me parecéis el poder más complejo de controlar. Los demás más o menos tenemos una manera física de impedirnos. Es fantástico, de verdad.- y antes de darme cuenta, estábamos andando a ninguna parte. La charla se había alargado y ya había ocupado parte de la clase siguiente, así que teníamos 20 minutos hasta que terminase la clase que nos estábamos perdiendo.

- Bueno, creo que aunque a ninguna de las dos nos gusta, estamos haciendo unas pellas preciosas. ¿Quieres salir al jardín un rato? Tenemos la falta justificada y creo que interrumpir a Logan nos daría más que un dolor de cabeza. - y casi sin esperar respuesta, caminé automáticcamente a una de las salidas al jardín.

El día se mantenía agradable y, por qué no decirlo. Estaba disfrutando de mi vendetta personal. Estaba recogiendo la bilbioteca mientras los demás gozaban de ese día fantástico y ahora la situación había dado una vuelta de campana. Inspiré hondo al llegar y disfruté de la brisa del temporal de primavera.

- Bueno... ¿Qué te parece una ronda de preguntas? Yo te hago tres preguntas, tú contestas las que quieras, me haces tres a mí... Es una buena manera de conocernos. - Dije mientras me acoplaba, sentada en el césped apoyando la espalda sobre una roca. -Evidentemente esta pregunta no cuenta, ¡Y no vale leer la mente para saber si es verdad o mentira! Aunque realmente no creo que tenga mucho en lo que engañarte-

Al salir de la oficina del profesor fue fácil darse cuenta de los emocionada y excitada que estaba Sasha. Se le veía en la mirada y en la gran sonrisa que me mostraba. Al principio su forma de expresarse tan repentina y pasional me pilló MUY de sorpresa y no supe cómo reaccionar, pero pronto me di cuenta de que me hacía gracia y que yo sentía lo mismo hacia sus poderes. Juntas, nos reímos y casi sin darnos cuenta pasó el tiempo y nos estábamos perdiendo la clase del profesor Logan... una lástima, pero iba a ser peor aparecer e interrumpirle.

Dado el día precioso que hacía, y que teníamos veinte minutos hasta la próxima clase, decidimos ir al jardín a relajarnos un poco porque ya no teníamos que ir a la biblioteca, la profesora Monroe se estaría ocupando de ello. Supongo.

- Bueno... ¿Qué te parece una ronda de preguntas? Yo te hago tres preguntas, tú contestas las que quieras, me haces tres a mí... Es una buena manera de conocernos- me dijo mientras se acomodaba, y yo hice lo mismo-. Evidentemente esta pregunta no cuenta, ¡Y no vale leer la mente para saber si es verdad o mentira! Aunque realmente no creo que tenga mucho en lo que engañarte.

Su entusiasmo realmente era pegadizo, y no tardé colaborar y dejar de ser la "chica solitaria que no habla con nadie" para ser alguien "normal" que mantiene conversaciones despreocupadas.

-De acuerdo, pero ¡no me lo pongas muy difícil!- dije de forma animada. Me sentía bien en aquel momento, y bajaba la guardia cuando estaba con ella y eso era nuevo, así que me dejé llevar para conocerla un poco más. No estaría mal tener alguna amiga en la escuela que no sea maestrx en la Escuela.

Para mi sorpresa...¡La chica se animó también! Nunca la había visto con esas ganas, esa energía y ese jolgorio... A ver, quizá exagere, para ser ELLA. Pero se había animado más tante y eso me hacía entir muy bien para conmigo misma. La situación era la más cómoda del día, al menos de momento, y teníamos casi media hora para poder disfrutar de ella. Una vez me había dado luz verde me paré a pensar detenidamente cuáles eran las tres preguntas que quería formularle. Apoyé el gemelo de mi pierna derecha sobre mi rodilla izquierda y balanceé el pie de forma inconsciente durante un buen rato mientras miraba al cielo, pensativa.

No podía ser algo demasiado directo de buenas a primeras, o se lo tomaría como que indago de más sobre su vida. Tal vez... algún detalle de su vida que pudiese contarse como anécdota. Seh... Estaría bien. Luego algo un poco más personal, sobre lo que yo pueda tener algo que ver, algo... Sí, la mansión. Y luego algo que no sepa. Bien, perfecto, creo que lo tengo. Cerré los ojos, inspiré un par de veces disfrutando, sin más, de mi entorno y los abrí para mirar a esos increíbles ojos brillantes.

- Bien... ¡Primera pregunta! ¿Has tenido mascota alguna vez? - intentaba fijarme en sus gestos faciales y corporales, por si me decían algo - ¿Cómo te sientes aquí en la mansión? Respecto a nosotros, tus compañeros y eso... - y a penas sin dejarle tiempo de plantearse a la peliblanca cuál sería la siguiente pregunta, como una metralleta, formulé el tercer enigma - ¿Cómo descubriste tus poderes? - y volví a dedicar mi mirada al cielo azul.

-Mmmmm no, no he tenido. No he tenido tiempo para eso, aunque en un futuro me encantaría tener un perro grande, muy grande- respondí, inmersa en mi mente-. En cuanto a cómo me siento... bueno, ahora mejor. Pero sin más, Sasha. No puedo destacar mucho hasta ahora...- y la miré con una sonrisa cargada de esperanza, que pronto se borró de mi cara pues hace tiempo aprendí a no guardar expectativas si no quieres decepciones-. Y... bueno, fue por casualidad- no me gusta hablar de eso. ¡Me toca! Mmmm... ¿por qué estás aquí? No parece que necesites mucha ayuda para hacer amigos...- comencé con esa pregunta porque siempre había sentido una pequeña envidia de la gente como ella, populares y respetados.

La segunda pregunta fue algo típica, pero es útil para conocer un poco a las personas. -¿Dónde te ves en un futuro? ¿Aquí en la escuela, como profesora?

Y la tercera y no por eso menos importante... fue la pregunta más obvia. -Conoces mis poderes, ¿no te da miedo contarme cosas acerca de ti?- terminé la pregunta con la mirada perdida en el espacio que había entre nosotras, el césped, la luz del sol, el aire, la fragancia de las flores, el frescor de un buen día... Era como si sintiera que esa pregunta me separaría de mi nueva amiga en potencia. La única amiga que podría haber tenido en la escuela. Entorné mis ojos allá en el vacío y me entró una ligera risa, de autocompasión, supuse.

¡Le gustaban los perros grandes! No le pegaba nada, qué bueno. Con ese "ahora mejor" hacia cómo se sentía  a mí me bastó para saber que estaba haciendo bien mi trabajo. La verdad es que tenía una sonrisa muy bonita como para tenerla tan escondida. Evidentemente no quería responder a lo del poder y no me pareció oportuno insistir. Y entonces llegaron las preguntas.

- Je... Estoy aquí porque... Realmente es mi casa. Creo que tengo facilidad para hacer amigos porque no tengo nada más. No tengo recuerdos antes de estar aquí así que realmente soy como un niño que está en casa con sus padres. Yo quiero a todo el mundo aquí, y siendo así, salvo los estúpidos de antes, es difícil no encontrar a alguien que te devuelva un poco de cariño, ¿no crees?. - comenté con la mirada perdida y una sonrisa irónica.

- Mmn.. La verdad es que no me gusta pensar mucho en el futuro, si me das a  elegir, preferiría no planteármelo pero... Creo que a una parte de mí le gustaría poner en práctica lo que me están enseñando aquí, sabes. Probar a vivir... fuera.- y me quedé un rato perdida en esa idea. Cuando volví a la tierra, Lilith preguntó.

-- Wow, qué directa, ehm... La verdad es que no entiendo por qué debería preocuparme. Si me intentases hacer daño de algún modo Chavier me protegería sin dudarlo, y si no él, cualquiera de los profesores. Además he visto cómo te pones cuando usas tus poderes... No creo que te saliese rentable quedarte tan expuesta a la gente que te odia sólo por hacerle daño a una de las pocas personas que sí ha decidido conocerte. Además ¿qué ganarías tú con ello?- me quedé encogida de hombros mientras sonreía. No pude ser más sincera y directa. Y reflexioné sobre mis tres preguntas.

-  ¿Con quién compartes habitación? - no pensé que pudiese estar sola en una habitación a pesar de todo, la mansión tenía un espacio limitado. Seguramente eso le generase un desgaste diario que pudiésemos solucionar, quizá quisiera compartirla conmigo. - ¿De qué eres capaz con tus poderes? Quiero decir.... qué cosas haces y qué es lo que mas te gusta... Lo "bonito" digamos de tu poder - Y por último... por último...
-¿Tienes esperanza para la gente de esta mansión aún? - No era fácil de responder acorde a su situación.

Éramos tan diferentes... Ella era todo buen rollo, amabilidad, cariño, confianza... Y yo una chica solitaria con la que todo el mundo se metía. Pero ella no. ¿Por qué? Era más fácil odiar. Y qué suerte, no recordar. Yo lo recuerdo absolutamente todo y resulta frustrante, a veces.
¿Quiere ver mundo? ¡Como yo! En eso no nos diferenciamos tanto, pero supongo que es el sueño de todo adolescente. Crecer e irte, y que te patee el culo la vida real. En cuanto a sus preguntas...

-No comparto habitación. Ya sabes cómo son los demás conmigo, y yo lo prefiero así. Paso de estar incómoda por fingir que me llevo bien con nadie. Y a la vez paso de que la gente finja que no le importa estar cerca mía... Aunque parece que tú no tienes ese problema- le respondí pensativa y rumiando una posibilidad si esta "amistad" salía bien.

-¿Lo bonito de mis poderes? Puf... supongo que es el recordarlo todo. Todo. Lo que veo yo, lo que veo en las mentes, los sentimientos, las sensaciones... Es algo indescriptible. Realmente saber, por ejemplo, "cuánto" te quiere alguien, sentirlo en tu propias carnes. Es... increíble-. Pero a la vez es lo más pesado.

-¿Esperanza? Si te refieres a sus vidas, claro. No por el trato que me dan a mí van a tener unas vidas miserables, aunque dejan mucho que desear como personas. Pero si te refieres de forma personal... me cuesta. No estoy segura de que me quede ninguna esperanza. Aunque ahora hay un poco de luz- tímidamente la miré cuando dije eso. ¿Se daría cuenta de que me refería a ella? Esperaba que sí.

Miré la hora y casi se nos había terminado el tiempo. Tendríamos que ir a clase, pero no me apetecía en absoluto. Estaba a gusto ahí, en el césped. ¿Se animaría ella a perderse la última clase del día? Podríamos ir a mi cuarto y estar allí. Tranquilas, lejos de miradas curiosas.

Estaba sola...¿En serio? Lo más bonito (o de lo más bonito) que tenía este sitio era conocer gente, compartirlo, disfrutarlo... Era un ambiente universitario con la dificultad de un instituto, ¿Qué chaval no quiere eso? La miré y sonreí instantáneamente, pero esperé a que terminase de hablar para proponérselo.

Cuando me contestó sobre lo bonito que tenía su poder ALUCINÉ. Recordar... Lo comentaba como con algo de peso sobre sus hombros pero... ¿Quien no querría recordar? Yo no sabía lo que me había pasado años atrás. No sabía dónde nací, si tenía padres, quiénes serían, dónde vivía yo, qué hacía antes que eso... Quién pudiera recordarlo todo.

Al entrar en contacto directo con algo tan... reciente y a la vez tan lejano de mí, noté cómo poco a poco iba contactando más con Lilith. ¿Por qué demonios la trataban así?

Me quedé ensimismada en sus palabras. Su último comentario me alentó a ella casi más que a mí. Creo que también notó la conexión que había entre nosortas y pensé que si podía ver cuánto la querían los demás, podía ver el cariño que le estaba cogiendo yo. Miró la hora y fingí no darme cuenta de que había pasado más rato del que parecía, y parecí olvidar que faltaba la última clase. Símplemente sonreí mirándola a los ojos.

- ¿Querrías compartir habitación conmigo? Estoy segura de que a mi compañera no le importará, y creo que no estamos fingiendo ninguna de las dos, ¿no?- y sonreí, esperando una respuesta. Tal vez era mejor tratar eso, y luego ya preguntarle por lo de sus recuerdos...

Wow qué directa.

-Te refieres a... ¿Te refieres a las tres juntas? Contigo me lo pensaría, la verdad. Pero no sé si podría aguantar las miradas furtivas de tu compañera actual, además de que seguro que ella sí que se incomoda. No lo sé. Has sido tan directa...-terminé mi frase apartando la mirada, tímida y un poco incómoda. Pero no incómoda por ella y su atrevimiento, sino por mi inseguridad. ¿Podía funcionar? Quizá mejor si fuéramos ella y yo; ha sido la primera persona -exceptuando profesores- que me ha tratado tan bien de forma tan sincera. Podía verlo en sus ojos. ¿Y si...?- Puede que... bueno. A mí me sobra una cama en el cuarto. La uso como sofá pero puedo acomodarme en la mitad de espacio. Si quieres- dije rápidamente, como con miedo a arrepentirme de haber abierto la boca y liarla. Pero su expresión me lo dijo todo. O casi todo.

- Jajaja, nah, ella está deseando que yo me largue para meter al chico que le gusta. Además tendrá espacio para esparcir todos sus potingues. Bueno, ¡Pues decidido! -

Estaba nerviosa, eso saltaba a la vista, pero no pareció querer desviar la atención ni cambiar de tema ni intentar ninguna de estas cosas rastreras que se hacen cuando alguien no quiere o no puede decirte un sencillo "no".
Así que me levanté sin dudarlo y extendí mi brazo para ayudarla a levantarse.

-Si queremos llegar sin que nos vean por el pasillo tenemos que salir ya. ¿Dónde está mi nueva habitación?-

Y esperé con ganas a cruzar los pasillos de la mansión, a ver el ambiente donde ella viviría. ¿Tendría las paredes pintadas? ¿Algún poster de algún grupo? Quizá fuese desordenada, aunque... no me lo parecía. ¿Cómo guardaría su ropa?¿Cuál sería su color favorito? ¿Y su animal? ¿Y comida? Quizá fuese vegetariana... Tenía muy buen tipo.

Me quedé sin más, en mi pequeño mundo, dejando que mi imaginación volase con las preguntas sobre nuestra nueva amistad

Pues al final, Sasha estaba ahí, de pie, tendiéndome una mano para ayudarme a levantar e irnos a nuestro nuevo cuarto. ¿Cuándo había sucedido esto? ¿Por qué no estaba yo molesta al respecto? ¿Estaba tan entusiasmada por dentro como lo estaba ella por fuera? Sin embargo, ella tenía razón y teníamos que darnos prisa si no queríamos ser vistas, si bien Charles ya estaría al tanto de esta decisión nuestra, y asumo que la aprobaba porque no nos detuvo de ningún modo.

De camino a mi cuarto, que era uno de los más apartados, pero de los mejores orientados, corrimos entre risas hasta llegar a nuestro destino y abrir la puerta. Las ventanas estaban dispuestas tanto al este como al oeste, con lo que tenía luz natural a todas horas; podía ver tantos amaneceres como atardeceres me apeteciera. Las paredes eran de diferentes colores: una beige que estaba prácticamente vacía y era en la que se apoyaba la futura cama de Sasha. Las demás eran un granate vermellón con algún dibujo mío y algún que otra lengua de los Rolling pintada directamente en la pared. No era mi gran talento el dibujar, pero me lo pasaba bien cuando pintaba. Mis sabanas eran blancas lisas y muy limpias. El escritorio en realidad era un conjunto de los dos escritorios de la habitación, así que ahora tendría que despejar uno de los lados. En resumen: según entrabas veías los escritorios de frente, y a los lados las camas con las ventanas. Era bonita, creo. A mí me gustaba.

Entré y encendí el equipo de música mientras le contaba a Sasha los cambios que habría que hacer. Estaba escuchando a Pink Floyd, ya no me acordaba. "I wish you were here". Ojalá.  Me tomé unos minutos para reponerme del recuerdo que me vino a la mente con la música y me dirigí a Sasha. -¿Te gusta? ¿Cuando quieres empezar con la mudanza? Puedo ir liberando espacio para que puedas ir haciéndote a la idea de cuál va a ser tu espacio y cuál el mío, aunque creo que sabremos compartirlo-. Me sentía muy a gusto con ella, no confiaba demasiado todavía, pero sabía ser educada con quien se lo merecía.

Dios...¡QUÉ LIBERACIÓN! Vale que yo tampoco era una niña buena, pero en la mansióntenía muy buen comportamiento casi siempre y estos momentos de excepción se me hacían tan necesarios como divertidos. Corriendo aguantándonos la risa, mirando a todas partes, llegamos a la puerta.

Al abrirla tuve que entrecerrar los ojos por la luz mañanera. Era una habitación enteramente PRECIOSA. Las ventanas hacía de su cuarto un almacén de sol, y pequeñas superficies metálicas creaban pequeñas estrellas dentro del cuarto. El borde de un portalápices, un CD que había en un ecritorio... Quizá me impresionó demasiado porque el nuestro sólo tenía una ventana para dos personas pero.... Joder, ¡era increíble! Cuando me di cuenta,cerré la boca y pasé a contemplarlo desde dentro.

- Lilith... ¡Esto es la ostia! Los dos colores, los cojines, tu equipo y... Wow... qué pasada. dije señalando cosas y dando vueltas sobre mí misma.

Cuando me calmé me senté en el sofá (o mi cama) con una sonrisa inmortal.

- Una etapa nueva empieza para las dos, supongo. Me gusta. Me gusta muchísimo. Ir ahora a mi habitación sería un canteo, ¿te importa si me quedo escuchando música?- al convertirse en mi compañera de habitación.... Más bien yo en la suya, debería tomar ciertas cosas con más confianza, pero era la primera vez que pisaba ese cuarto y al principio nunca estaba de más preguntar por las cosas.

- Oye tampoco quiero molestarte demasiado eh, si quieres y te parece bien me apaño. Por el escritorio, si lo usas, no te preocupes, puedo irme a la biblioteca, yo con tener una cama y algo donde escuchar música muero feliz- dije ofreciéndole el hueco a mi lado, manteniendo esa sonrisa de niña tonta alucinada.

Sonreí satisfecha al ver que el cuarto le gustaba. Me preguntó si me importaba que se quedara escuchando música, en lugar de ir a por cosas suyas, y por supuesto, negué con la cabeza. Podía hacer lo que quisiera. Pero lo último que dijo no me lo esperaba. ¿Morir feliz? Jajajaja ni hablar. Si íbamos a compartir habitación, lo haríamos bien.

-Tienes que estar bromeando... No. Podemos hacer cambios en el cuarto si quieres. Redistribuir los muebles, ponerlos a nuestro gusto. A mí no me molestaban así, así que los dejé tal cual- le dije nerviosa, pero amable. ¿De verdad se planteaba venir sólo a dormir y escuchar música? ¿Qué sentido tendría entonces que se viniera aquí? De cualquier modo, era un día caluroso, y necesitaba una ducha. Eso me daría espacio a mí para hacerme a la idea de todo esto, y le daría tiempo a Sasha para acomodarse-. Las toallas las guardo en este cajón, y el champú y esas cosas están siempre aquí, a la vista- empecé, señalando la cómoda que había al lado de la puerta y que formaba parte del armario. Dicho eso, me despedí y me fui a la ducha. Fui despacio y tranquila, a mí no me importaba que me vieran. De hecho nadie me haría caso, así que...

Una vez en las duchas no me demoré en abrir el agua caliente y quitarme la ropa. Me quedé ahí, bajo el chorro, creo que unos veinte minutos, pensando en el vuelco que estaba dando mi vida en un solo día. En sólo unas horas. Fíjate, Belmont, hay alguien que quiere quererte. Sonreí para mis adentros y apuré la ducha. Me vestí y dejé mi pelo suelto y mojado, para que se secara solo. Cuando llegué al cuarto, Sasha seguía ahí, mirándolo todo. No creí que se hubiera percatado de mi llegada, y tampoco quise molestarla, parecía estar a gusto así. Guardé las cosas en sus respectivos lugares y me apoyé en la pared observando a Sasha. Era fácil mirarla y creer que realmente era tan buena persona como parecía ser. Mientras esperaba, miré toda la habitación. Iba a echar de menos mi espacio personal e intransferible, pero lo cambiaba por algo mucho más valioso: una amistad. Y de las de verdad, por lo que quería pensar. Sasha no había tocado nada: la música seguía sonando en el orden que impuse yo en el CD y las cosas de su cama seguían donde estaban. El escritorio brillaba al rozarle la luz del Sol y todo en conjunto dejaba una estampa bastante melancólica...

Adiós, Lilith solitaria.