Mala suerte (Savage, Martha R.) [13/01/19]

Existen muchas cosas complejas en esta vida, por ejemplo, la vida misma. Nadie puede controlarla. Es cierto que -dependiendo las circunstancias- podemos usarla a nuestro antojo, pero absolutamente nadie logra controlarla por completo. Es imposible ver a un ser humano decir: "Mmm, creo que quiero vivir cien años más" y cumplir su palabra. La realidad es dura, sí. Desgraciadamente, no solo la vida es así, puede hacerse una extensa lista de cosas complejas; miles o millones de cosas se escapan de nuestro control día a día. Entre ellas, por supuesto, estarían nuestras emociones. Sin ellas aquí, vivir sería... Bueno, no existiría dicha palabra, no habría vida. Son algo muy preciado, algo impresionante. Pero, intentar dominarlas no tiene fin y siendo sinceros, a veces duele demasiado tenerlas.  Hacen que te preguntes qué es mejor, si contar con ellas o no.

Hace un tiempo que Sayumi -la hija adoptiva de Daika- regresó a Japón sin su padre. Quiera o no esto lo afectó en gran manera. Sin embargo, si bien piensa en ella cada hora del día, su mente ha empezado a obsesionarse con A.I.M durante las ultimas semanas. Soledad y rabia lo acarician tiernamente, y él está de acuerdo en ignorar sus retorcidas sonrisas de maldad. Y es que, cuando te encuentras entre aquellas cálidas manos, dentro de aquella suave muestra de cariño, es difícil ver, es complicado mantener abiertos los ojos. La negatividad empieza a complacerte... A engañarte.

El rostro de Spiguelman nunca tuvo mucha gracia, es decir, siempre trae embarrada la cara de seriedad. Las ojeras debajo de sus ojos apagados podrían considerarse normales también. La falta de un peinado original era evidente a leguas de distancia. Aún con todo jamás reflejo ser una persona vergonzosa o mala, era un rostro por así decirlo amigable.
Actualmente, sus rasgos faciales gritan otra cosa. Tiene la frente arrugada, igual que el entrecejo. Los labios se le doblan, formando un paréntesis acostado  con la panza para arriba. Los cabellos azabache están hechos un caos. Y ese es su aspecto al entrar en una tienda, en público, de día.

La costumbre era ir por lo necesario -comida, productos para la higiene, etc- cada treinta días. Conseguir lo necesario para su pequeñita al mes era divertido, ella siempre decía que se trataba de una misión de rescate para su panzita, palabras que lo hacían reír. Es por eso que estando solo asistir a la tienda no es entretenido. De hecho, no necesita ir a comprar nada, pues bajo el techo donde vive temporalmente posee comida en demasía. Lo que necesita entonces es alimentar a sus emociones rebeldes.

Después de cerrar la puerta del local con cuidado el moreno echa un vistazo al lugar. No es muy grande, solo son unos cuatro pasillos de estantes y varias neveras puestas en fila a lo largo de la pared, rodeando de manera perpendicular a los estantes. Tres personas revisan los diferentes caminos repletos de alimento a diestra y siniestra, pensando en qué sería bueno comprar. Todo tan tranquilo. Por su parte, el vigilante se dirige rápidamente hasta una de las grandes neveras, sabe lo que quiere comprar, algo lastimosamente barato: Leche con chocolate. Abre la puerta de la nevera, tomando sin rodeos un envase de cartón lleno con una mezcla liquida -lo más probable que 100% artificial- sabor chocolate. Sobre sus nudillos discurren un par de gotas de agua helada antes de que deje la bebida arriba de un mostrador de madera, astillado y viejo. Del otro lado lo espera un cajero de aspecto joven, quien marca el producto a duras penas. Un aroma ni agradable ni mortífero le invade las fosas nasales al muchacho que se encarga de la tienda, además, un brillo a base de grasa en el rostro y cabello de Daika Spiguelman lo distraen. Finalmente, le da su cambio.

Al salir, camina cabizbajo buscando perforar la zona vulnerable del envase. Por cosas del destino o por simple casualidad justo al mismo tiempo alguien decide entrar chocando su hombro contra el de Daika y, en consecuencia, le tumba su preciada leche sabor chocolate. Silencio súbito gobierna a todos en la tienda, observando discretamente la escena. Por otro lado, Daika lo enfrenta con una mirada nada afable.

Hoy era uno de esos días en que lo mejor era no levantarse: Para empezar la mañana, el despertador no sonó por lo que me  fue imposible  llegar a tiempo a mi primera clase, ganándome una mirada de desaprobación del profesor así como la risilla de algunos de mis compañeros al ver como a duras penas había sido capaz de ponerme una sudadera manchada y arrugada, la cual iba perfectamente a juego con mi cara de sobado.

El resto del día no fue mejor, teniendo que soportar demasiadas clases soporíferas que se sumaron a mi  mal dormir y a un Savage especialmente molesto. Mi cabeza casi estalla al escuchar el timbre que daba por concluida la clase, y siendo incapaz de seguir ni un segundo más en todo el tumulto de gritos y gente que se estaba acumulando a la salida, me largué corriendo del aula empujando suavemente a la gente que estaba por delante.

Agotado de todo y de todos, pensé que la mejor opción sería la de desconectar un poco de la universidad e ir a comer algo, al fin y al cabo tengo dos bocas que alimentar. Para seguir con la cadena de mala suerte, me había dejado la cartera en el apartamento por lo que no tenía dinero para pillar un bus al super más cercano por lo que decidí tomar un pequeño "atajo" metiéndome en los baños de la uni para salir por la ventana con el traje simbiótico puesto.

Me había cerciorado de que no hubiese moros por la costa, ascendiendo hasta el techo del edificio para desde ahí comenzar a balancearme de edificio en edificio hasta llegar a mi piso y coger la cartera perdida. Tras eso me puse en busca de cualquier tienda o supermercado que estuviese abierto. Tras un par de minutos pude localizar uno, así que aterricé suavemente en el callejón de la tienda justo detrás de unos contenedores, emergiendo como un adolescente normal con capucha puesta.

Parecía que a Savage no le había sentado muy bien el usarlo de mero taxista, agradeciéndomelo con un extra de jaquecas que me perforaban la cabeza. El dolor era tan grande que ni me estaba fijando bien por donde iba, chocando con un desconocido al que le derramé su compra, manchándole tanto a él como a mi.

Llevando un dedo a la mancha para luego lamerlo reconocí que era batido de chocolate, iba a tener que poner la lavadora a la noche si no quería que la mancha se volviese permanente. Pero la cara de pocos amigos del joven a mi lado me hizo darme cuenta que tenía otros asuntos más importantes de los que ocuparme, como evitar que aquel tío me partiese la cara por ejemplo.

-Em mira lo siento, estaba en las nubes y me choqué, culpa mía- me disculpé nervioso mientras pasaba frenéticamente mi mano sobre la mancha del extraño, intentando inútilmente limpiar el batido.

Noche de compras, hurra. Para muchas mujeres de la gran ciudad de Nueva York ir de compras significaba salir con las amigas, beber unos Smoothies en algún Starbucks de por ahí y meterse en las tiendas de ropa a gastarse el sueldo en kilos y kilos de ropa que luego nunca se pondrán, o a lo mejor eso solo era en Sexo en Nueva York, pero para Martha salir a comprar significaba ir a por alimentos para no morirse de hambre. Habían pasado ya varios meses desde que estuvo libre del ente y los acontecimientos sufridos hasta ese momento le habían hecho volver a su estilo de vida recluido, pesimista y deprimido.

Así que eso hizo, salió vestida con sus típicas ropas; la bandana, el guante, la chaqueta de cuero, y fue a comprar la comida precocinada con la que se alimentaba, antes pensaba en hacerse un cambio de vestuario porque salir siempre con la chaqueta de cuero estaba empezando a ser muy pesado, cuando hacía sol pegaba mucho calor y cuando hacía frio no calentaba lo suficiente, pero después de todo lo que había pasado se le olvido el cambio de vestimenta. No tenía prisa, pero tampoco quería disfrutar del paisaje, no seria la primera vez que sale a comprar y acaba siendo atracada por un macarra a punto de pistola o de navaja, así que andaba rápido intentando no mirar a ningún sitio más que a donde estaba pisando, incluso por el día había gente que no tenia miramientos en sacarte una pistola para robarte todo lo que llevas encima.

Entro en el primer comercio que parecía vender alimento, no lo reconocía, pero le gustaban las tiendecitas americanas, eran parecidas a las que había en su tierra natal pero también eran un poco diferentes, por ejemplo, los estantes estaban llenos de grasas saturadas y de azucares, que puede ser que España también fuese así, pero al menos te advertían de lo que tenia e incluso muchas de esas chucherías eran sin gluten, aquí no. Así normal que el peso medio de un estadounidense sea 89 kilos.

Su aspecto tenia la pasiva de hacer que la gente desconfiase de ella, nada más entrar en la tienda pudo notar la mirada desconfiada del dependiente, sus ojeras, su cara blanca, la bandana, sus casi dos metros de alto, todo esto junto daba una mala primera impresión a todo el mundo que la miraba de lejos, así que siempre que entraba a algún sitio intentaba entrar con las manos bien abiertas para que vieran que no llevaba nada, eso no quitaba que el dependiente la siguiese con las cámaras.

Pasaba por los estantes mirando lo que había, había mas personas en la tienda, pero a ella le importaba bien poco, vamos que no le importaba nada. Tampoco le importo la otra persona que entro en la tienda, pero escucho la puerta abrirse y tuvo la reacción de mirar de reojo a la persona que acababa de entrar, pero no lo suficiente como para poder describirla físicamente.

Fue a la zona de los congelados, ahí había pasta e incluso sopas precocinadas listas para meter en el microondas y comerlas, había cogido una cesta que había por la entrada así que pudo coger lo suficiente como para no volver a salir en unas semanas, aunque siempre cabía la posibilidad de que se viese obligada a salir por X razones, o que su tío se pusiese pesado y le hiciese salir a tomarse algo con él. Aun no le entraba en la cabeza eso de que le había estado espiando, con la excusa de que no quería que le pasase nada… pues llegaba un poco tarde. Pero era su tío, la única familia que le quedaba y le quería, que hubiese tenido unas decisiones equivocadas no cambiaría eso.

Con la cesta llena de alimentos se dirigió a comprarlos, justo vio al joven que había entrado momentos antes pagar y dirigirse hacia la puerta. Cuando estaba a centímetros del dependiente y este ya le estaba sacando la mano para cogerle la cesta, escucho el golpe de la entada, se había chocado el joven que salía con el que intentaba entrar “¿Acaso no tiene ojos en la cara?” pensó Martha, omitiendo el hecho de que a ella ese tipo de cosas también le habían pasado, pero bueno, se limito a opinar dentro de su mente y comprar su comida.

Sus ojos confrontan a los del chico encapuchado durante un corto periodo de tiempo. Puede apreciarse un claro sentimiento de ira a través de esos oscuros ojos cafés, irritados evidentemente por la falta de sueño. Quiere golpearlo o como mínimo darle un buen empujón, no tanto por el impacto sino por las consecuencias que se desencadenaron tras este. Ahora una mancha desagradable se muestra sobre su fiel sudadera grisácea, entre su pecho y abdomen. Pero eso no es todo.

- "¿Bromeas, no?" –Piensa, molesto.

Quizás las intenciones del otro muchacho son las más buenas e inocentes del mundo, cosa que poco le importa en estos momentos a Spiguelman. No le interesa que haya sido un accidente. ¿Qué cree que hace al probar la bebida? ¿Qué le pasa por la cabeza al frotar la mano por encima del final de su esófago? Quien pensó verlo siempre serio erró. Entonces desvía la mirada hacia el suelo. Respira hondo. Frunce el ceño y, se muerde la lengua.

- Déjalo –Toma la mano ajena y la aparta con un poco de rudeza–. No hay problema –Dice, retornando la vista al área de las neveras.

Sí, está bastante enojado... Frustrado. Aun así, eso no le da derecho a hacer tonterías o injusticias. Aquel joven no es A.I.M ni a causa de él su hija está muy, muy lejos.

- "¿En qué pensabas, Daika?" –Un trago de saliva amargo atraviesa su faringe.

Últimamente, desea arreglar todo a base de golpes. ¿Tal vez ser vigilante se ha convertido en un arma de doble filo? No, esa es una excusa lamentable. Nadie en su sano juicio se llamaría "héroe" para después ir a quebrantar cada uno de sus ideales. Se supone que hacía esto por gente como ese chico, por inocentes. ¿Ahora decide lastimarlos? Suena bastante exagerado ¿No? Tomando en cuenta que no lo golpeó, vaya que suena dramático. Sin embargo, no hablamos de acciones, hablamos de emociones. El hecho de que pensara en hundir los nudillos en la cara de esa persona no indica nada bueno. Antes no lo hubiera hecho. Necesita detenerse a pensar.

- ... –suspira.

Camina a donde la nevera, calmado. Piensa y piensa hasta que empieza a salirle humo por los canales auditivos y nasales.

- "¿Qué te estás haciendo, Daika?"

De pronto, un golpe extraordinariamente fuerte revienta la puerta trasera del local. Como es normal la mayoría pega un brinco del susto justo antes de agachar la cabeza. Daika no es la excepción, baja la cabeza tratando de entender qué sucede. A continuación, entra un sujeto con un pasamontañas puesto y equipado con lo que parece algún tipo de escopeta recortada, además de un par de cuchillas a los costados. Viste todo de negro.

- ¡Nadie se mueva! ¡Nadie se mueva! Si alguien decide moverse no contare hasta tres antes de jalar el gatillo –hace silencio–. ¿¡Entienden!?

- "Maldición".

Spoiler:

Con tan solo fijarme en su mirada noté que aquel tipo de lo que menos ganas tenía era tener que malgastar más tiempo conmigo, comprensible teniendo en cuenta que le había echado por encima su compra y que no había respetado su espacio personal. Pero algo que me irritó demasiado fue lo brusco que me había apartado la mano, habitualmente lo hubiese dejado pasar, pero Savage llevaba demasiadas horas comiéndome la cabeza como para no estar de mal humor.

La verdad es que años atrás jamás me hubiese planteado este comportamiento, al fin y al cabo yo era más el pringado que el abusón, pero sabiendo que tenía de mi lado a un jodido alienígena que se podía comer vacas de un bocado creo que inclinaba suficiente la balanza a mi favor como para decir con seguridad que un tío cualquiera con cara de mala hostia no me podía intimidar.

Justo cuando iba a tocarle el hombro para llamar su atención recapacité, ¿ En serio me estaba dejando influir tanto por Savage como para actuar como un cretino solo porque me pusieron una cara larga? ¿ Y si el tío también estaba pasando un día de perros?

Pero todos mis pensamientos fueron interrumpidos al son de un fuerte golpe procedente de la parte trasera del local, donde un atracador había emergido con escopeta en mano preparado para atracar el local. Cualquier otra persona de la pequeña tienda se hubiese cagado del miedo  por el repentino susto, pero Savage y yo solo nos cabreamos más por el fuerte sonido que me había provocado aún más dolor de cabeza, pero nuestra cara de dolor rápidamente fue sustituida por una sonrisa dentada al ver al blanco perfecto de toda la ira acumulada durante el largo día.

Rápidamente activé el traje para que solo me cubriese la cara cubierta aún por la capucha y levanté las manos aún estando levantado, a diferencia de prácticamente el resto de clientes que por mero instinto se habían agachado buscando refugio entre cualquier estante que pudiese servirles de refugio.

-Mira tío, creo que lo mejor para ti sería dejar de hacer el ridículo y entregarte. Nos ahorrarías tiempo a todos- dije aún con mi voz y con un tono de burla mientras comenzaba a materializar el traje por debajo de mi ropa de calle.

La reacción del criminal no se dejó esperar, prefiriendo lanzarme una bala directa al abdomen antes de siquiera amenazar con disparar. Por suerte (mala en su caso) mi traje ya se estaba formando, haciendo que el proyectil se hundiese en una masa viscosa sin provocarme ningún daño excepto el retroceder un par de centímetros por el impacto.

Incrédulo volvió a disparar, estaba vez dándome en el hombro teniendo el mismo efecto, antes de que pudiese recargar para un tercer fracaso lancé una telaraña pegando su cuerepo bruscamente  a la pared, obligándole a soltarla. El hombre ya se notaba asustado tras el pasamontañas, por lo que decidí jugar un poco más con él y mientras me acercaba a pasos lentos fui transformándome en mi forma de combate hasta quedar a escasos centímetros de él, sacando entonces mi larga lengua para lamerle toda la cara mientras mis afilados dientes formaban una sonrisa.

-Te vamos a comer los dos brazos y luego tus piernas, y entonces comeremos tu fea cara directamente de tu cabeza. Rodarás por las calles como un zurullo al viento, ¿ No crees que es gracioso?- dije mientras mi bocaba se agrandaba listo para darle un gran bocado. Mientras tanto el otro estaba demasiado aterrado como para aarticular palabra alguna, escapándose sus primeras lágrimas.

-Nah, era coña- me burlé mientras le daba un fuerte puñetazo que lo dejó inconsciente. Tras eso, me giré y miré en dirección a las esquinas de la tienda en busca de alguna cámara de seguridad; parecía que esta vez había safado.

-Señoras y señores el show ha acabado, llamad a la poli y esas cosas que hacen los transeúntes-me dirigí a los aún shockeados clientes mientras salía por la puerta trasera y me subía al edificio contiguo listo para emprender el balanceo hacia sabe Dios donde, después de este subidón de adrenalina me habían entrado ganas de seguir partiendo cráneos.

Puede que no fuera tan mala idea eso de volver a España después de todo, tenía sus cosas malas como el gobierno corrupto o que la oposición sea igual de corrupta pero al menos la tasa de criminalidad no estaba tan alta como lo estaba en USA y más en la ciudad de Nueva York, es lo que tiene que haya tantas armas de fuegos que los psicópatas que no harían nada pues lo hacen, y los ladrones que solo robarian carteras y echarian a correr, entran a las tiendas pistola en mano y dispuestos a pegar un tiro al primero que intente pararlo… pero todo el mundo hacía oídos sordos cuando le hablabas sobre cuál era el problema de verdad, o al menos lo que Martha veía como el problema.

Iba a pagar, quería hacerlo lo más rápido posible y marcharse a su piso para hacerse calentarse la cena, echarse a dormir o al menos intentarlo y ya está, no quería hacer nada más que eso, puede que estar un poco enfrente del ordenador mientras ve los minutos pasar en el reloj analógico que se situaba en la esquina inferior de la pantalla, un segundo no sabia si llevaba el dinero suficiente para pagar lo que quería comprar.... Y mientras Martha empezaba a pensar en si llevaba lo justo para pagar escuchó el fuerte golpe que vino desde la parte de atrás de la tienda, parece ser que ese establecimiento iba a convertirse en una cifra más en la gran estadística de criminalidad en la hermosa ciudad Neoyorquina.

Martha se quedó completamente quieta, bueno primero se giró cuando escuchó el golpe y se quedó mirando al hombre que acababa de entrar, llevaba unas pintas ridículas era como “Hey, soy un ladrón, estoy aquí, miradme” además no parecía tener una mochila donde guardar la escopeta, o al menos ella no la veía desde su posición, ¿Donde se la había estado guardando? ¿En serio nadie se dio cuenta de que llevaba una puta escopeta por la calle? Y lo más importante… la tienda tenía cámaras, o eso supuso no se había fijado pero era algo obvio, con tantos robos era estúpido no tener cámaras de seguridad, entonces ¿El dependiente no ha podido ver por las cámaras al tío sacar la escopeta antes de entrar?

Una sonrisa salió en la cara de Martha, en realidad no porque no tiene labios pero si los tuviera el hombre le hubiese visto su sonrisa, sonreía porque le hacía gracia que estuviese teniendo pensamientos tan fríos ante una situación que podría significar su muerte, tampoco es que le importase mucho que ese hombre le pegase un tiro… pero si se acercaba mucho quien sabe lo que podría hacer el ente, era poco lo que ella sabía sobre él pero una de las cosas que si sabia es que intentar atacar con un proyectil a un ser que puede controlar la energía… era un error

Se quedó mirando al atracador con las cejas, que era su única forma de expresar emociones con la cara sin contar sus ojos,  que parecían mostrar enfado al tener el ceño fruncido pero claro no podía poner una cara de miedo ya que se la tapaba la bandana y porque no tenía cara, solo tenía un 50% de esta, así que si alguien miraba a Martha ahora mismo vería a una mujer enfadada más que asustada, y añadiendo eso a su “look” parecería que está enfadada porque el atracador le estaba quitando el trabajo a ella, aunque no era así.

Algo sí que le sorprendió más que el tio que entró con escopeta en mano, y era el chico, no sabía muy bien su edad pero parecía más joven que… aunque ella parecía más mayor de lo que era con esas ojeras y la cara en tan mal estado.. Dijo unas palabras fanfarronas al atracador y este, obviamente, disparó su arma. Martha cerró los ojos esperando ver, cuando abriera los ojos, al joven con medio cuerpo desaparecido, pero en vez de eso vio una.... ¿Cosa? No sabía muy bien que era, rojo y con un aspecto poco deseable, era como si el traje estuviera hecho de blob de la película… “The blob”. Se quedó mirándole mientras esa criatura, que ella suponía que era el joven que había “desafiado” al atracador, seguía avanzando hacia él y este seguía disparando para intentar alejarse de él, no tenían efecto sobre el asqueroso cuerpo de… “eso”. Una telaraña salió del brazo de eso y pego al hombre en una pared cercana, parecía que todo se había solucionado… o eso creía ella. Cuando el atracador ya estaba pegado, eso se le acercó y empezó a… ¿Lamerle? Ahora estaba confusa, ¿Ese era bueno o era malo? Si era malo se supone que era normal que actuas asi, pero si se supone que es “bueno”... lamer, y no solo lamer porque luego escuchó amenazarle con… no lo escucho del todo pero parecía algo de “comer”, era algo que no es que se debiera de hacer, aunque fuese un atracador seguía teniendo derechos y seguía siendo una persona. El Ente estaba callado en esta situación, no por nada sino porque estaba… “fijándose” en el curioso traje del joven, le parecía algo de su interés.

La situación llegó a su fin, vio como eso empezó a mirar a su alrededor buscando… ¿Cámaras? Martha hizo lo mismo y se dio cuenta de que en efecto no había… el dependiente era o muy estúpido.... O muy estúpido, no tener cámaras era casi como poner un cartel luminoso con las letras “ROBE AQUÍ” en grande. Eso después de hacer su amenaza al hombre, y luego decir que era una broma, se despidió de una forma arrogante, como no podía ser otra. Cuando ya se fue, Martha volvió a fruncir el ceño y en voz baja soltó

-Pero será hijo de...

No acabo su insulto, de verdad que no se creía que algo o alguien así existiera, bueno sí, el ente era mucho peor pero por una vez el tema no iba con el. El joven o eso, o lo que fuera, se comportó de una forma muy arrogante y había tratado al atracador como si no fuera una persona, como si fuera un personaje secundario de un videojuego, le pareció algo asqueroso. Además se había marchado haciéndose el chulito, o eso le pareció a Martha puede que no fuese así del todo pero así lo veía ella, además había dejado al atracador en una especie de tela de araña roja muy asquerosa también ¿Quién iba a limpiar todo esto?... y que luego le pregunten porque no le gustan los llamados “héroes”... al menos todo parecía haber terminado, ya podía pagar e irse a su casa mientras pensaba en lo que había pasado hoy… hubiese sido mejor quedarse en casa y pedir una pizza

Obedecer a un criminal nunca es tonto o incorrecto, a veces no hay segundas opciones. Si quieres vivir hay que hacer tal y como dice, muy al pie de la letra, sin rechistar. Y esto se vuelve más necesario si eres un ser humano común y corriente. Todos los clientes dejaron claro entender eso al tirarse contra el suelo, generando un escandaloso silencio individualmente. Bueno, casi todos los clientes. Hubo uno que abrió la boca a sus anchas. Cuando el frustrado vigilante lo escucha hablar con semejante despreocupación desea estar un poco más cerca. La cosa es... que no sabe si es para golpearlo o para intentar salvarlo. Sea lo que sea prácticamente se encuentra al otro extremo de donde él.

El ladrón maldice al chico antes de jalar del gatillo, emocionado por ver un montón de órganos desparramados frente a la entrada del local. Por su parte, Daika cierra los ojos en un santiamén, desviando el rostro hacia un costado. Los gritos pavorosos de la clientela solo lo perturban más. Creyente de que lo que pasó es una abominación mantiene dicha postura aún después del segundo disparo. Escéptico, quiere separar los párpados para echar un vistazo, pero si en realidad está pasando lo que se imagina podría costarle caro a su estómago, mente y corazón.

Lo que nunca esperó fue escuchar un fuerte ruido sordo seguido por un breve alarido, y, menos proveniente del asaltante. Reconoce lo ronco de la voz. Por consiguiente, Spiguelman decide abrir los ojos para admirar la escena.

- "¿No hay sangre?” ¿Qué es? -se le amarra la garganta antes de poder concluir su pregunta.

Es increíble pero, el ritmo que llevaba su corazón cuando el maleante hizo acto de presencia no es rival frente a la actual serie de latidos que trituran su pecho. Además, pierde fuerza en las piernas, como si de pronto no fuera importante usarlas. Ver este tipo de criaturas la primera vez no es fácil, sobre todo cuando su apariencia es viscosa y deforme. Eso es lo primero que nota, sin embargo, lo que más causa terror está relativamente oculto; garras y dientes lo ponen pendiente de sus movimientos.

- ...

Buscando aliviar su alma intenta recordar situaciones del pasado donde presenció cosas sobrenaturales. Si las enfrentó antes no hay razones validas para dudar en el presente, ¿verdad? No, no. Quizás no para dudar pero no estaría mal ser más precavido... Hay algo diferente en este monstruo... Algo malo. La voz secundaria le parte el valor en dos, de hecho, ahí cae en cuenta: ¿Por qué no corre para ayudar al criminal? Incluso ese sucio bicho rastreo merece ayuda y lo sabe... Va a correr, sí, irá a toda velocidad y le plantará un fuerte patada en la cabeza al ser extraño. Entonces, la voz del joven predomina, diciendo que es todo una broma.

- "Una broma algo pesada" -suspira, aliviado en gran manera.

Los hombros de Daika pegan un salto más justo después de ver cómo la bestia golpea al pobre hombre, quien queda inconsciente y empapado por el área de la entrepierna. La tensión va acabar con sus músculos. Y es raro que cuando la criatura decide irse lo invada una terrible inquietud, en vez de paz. Aprieta los dientes, las manos, aferra los dedos de ambos pies al piso y le tiembla todo el cuerpo. Él como todos ahí está asustado. Por eso avienta la parte superior del cuerpo al frente y hace uso de las dos piernas, corriendo tras aquello que se fue tranquilamente. Porque no va a ignorar algo que asusta o peor aún pueda poner en riesgo a las personas. Sigue corriendo y trepando el edificio muy angustiado. Cada metro que avanza es otro tirón a los intestinos. Al final, quiera o no termina arriba, a pasos del objetivo.

No puede hablar. Le duele la garganta, le pesan las cuerdas vocales. Carraspea.

- No te muevas... -carraspea más fuerte-. ¡No te muevas! Quiero saber... ¿Eso en verdad era una broma?

Spoiler:

OFF:

Savage había notado una presencia siguiéndonos poco después de abandonar la tienda, la verdad es que me sorprendía que alguien le hubiese echado el valor suficiente para perseguirme tras el numerito que había montado. Siendo sincero me arrepentía un poco de haberme dejado llevar por la adrenalina del momento así como por los incesantes susurros del simbionte,  no podía permitir que por tener un día malo se me escapase la mano con cualquiera que se cruzase en mi camino, hoy había sido un delincuente ¿ Pero y si la sigiente vez era una persona inocente que tuvo la mala suerte de toparse conmigo? Por no mencionar la repercusión negativa que tendría en mi reputación como justiciero, iba  a tener que salvar a muchos gatitos para que la gente se olvidase de esto.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de un joven, mejor dicho por sus gritos, ya no sabía si calificarlo de valiente o estúpido, pero el andar con exigencias a un monstruo que acababa de mostrarle sus habilidades escasos minutos atrás no es que fuese una idea muy lógica. Girándome interesado por ver el rostro de mi persecutor, no pude evitar sorprenderme al reconocer al chico con el que me había chocado al poco de entrar en la tienda; el mundo era un pañuelo.

Aunque rápidamente me empecé a emparanoiar, ¿ Y si me había seguido porque fue capaz de reconocerme antes de que me transformase? El miedo a ser expuesto había arraigado al instante en mi, cosa que Savage aprovechó para intentar volver a incitarme a sacar a relucir mi lado más violento; pero esta vez hice gala de todo mi autocontrol y me detuve.

Echando un vistazo más detallado al otro, se le notaba bastante los nervios que tenía al dirigirse a mi. Una persona que me pudiera extorsionar con mi identidad no adoptaría una actitud tan poco decidida, por lo que por ahora parecía que estaba a salvo.

-Una broma demasiado pesada, pero si, se suponía que era una. Se me escapó de las manos, espero no haberos asustado. Aunque he de admitir que me sorprende que alguien me siguiese después de todo, ¿ Qué quieres ? ¿ Una foto con el bicho raro ? Porque ya te aviso con antelación que hoy no es mi día y tengo prisa en irme antes de que la poli venga en mi busca- dije defensivamente mientras cruzaba los brazos esperando una respuesta.

Como si al mencionarlos hubiese dicho las palabras mágicas, unas sirenas de policía comenzaron a sonar al fondo de la calle, sabía que tenía que largarme cuanto antes si no quería meterme en más líos pero no la intriga por saber la respuesta era muy grande.

-Parece que nuestra bonita conversación va a tener que posponerse por ahora, aunque si me sigues el ritmo quizás menos de lo que esperas- dije en tono travieso mientras de un salto me propulsaba a la azotea del edificio de al lado. Aquel individuo había mostrado ciertas dotes atléticas, siendo capaz de alcanzarme entre edificios aún con el traje puesto, tenía ganas de ver si solo había sido cuestión de suerte o en verdad estaba ante otro trepamuros, así que comencé a saltar a un ritmo lento de edificio en edificio buscando que este me siguiese.

Martha pago lo que había venido a comprar, al asombrado tendero le costó reaccionar tras presenciar tal “actuación” de la criatura; aunque él estaba asombrado por la criatura y no por cómo se comportó… ella parecía estar curada de espanto o eso es lo que a ella le gustaba pensar, que el ente le proporciono la habilidad de no sorprenderse al ver otros monstruos… aun así las pesadillas le seguían impidiendo el sueño. Sea como fuera, salió de la tienda con ganas de volver a su apartamento y encerrarse, esperando no volver a ver a ese bicho nunca más. Pero no.

Perdió el control de su cuerpo, cerró los ojos y cuando los volvió a abrir… no estaba en Nueva York. Obviamente no se teletransporto a ninguna parte si no que ahora estaba dentro de su mente en esa “zona segura” de su mente…, mas algo estaba diferente; notaba el frescor de la nieve en sus zapatos que, aun a pesar de no estar “físicamente” en ese sitio, los notaba enfriarse. Delante suya ya no estaba su antigua casa, sino una mansión de pequeño tamaño de aspecto antiguo ¿Esto era parte de su imaginación? No entendía nada, incluso no pudo ni ver a su “hermana” que había estado con ella siempre que estuvo en la “zona segura”, al menos hasta ahora. Vio movimiento en una de las ventanas… tendrá que entrar a investigar.

En el mundo real, el Ente tomo control del cuerpo de Martha ya que a él sí que le intereso saber más de esa criatura; el vio la “transformación” completa desde la gema y aunque pocas cosas en este mundo despertaban su interés, Savage sí que lo hizo. Con total normalidad camino hacia la parte trasera de la tienda por la cual la criatura había salido, vio también a alguien más escalar el edificio claro que esa persona a él no le interesaba lo mas mínimo, tampoco es que le interesase el chico que se encontraba dentro de la criatura. En la parte trasera de la tienda había unos contenedores de basura metálicos y de forma cilíndrica, levanto uno con la energía, tiro la bolsa de la compra de Martha en el contenedor y subiéndose encima de la tapa se elevó lentamente usando la energía y la tapa como medio de transporte. Cuando estuvo a punto de llegar arriba se paró al escuchar la pregunta que le hizo el chico a la criatura, esperaba que a lo mejor eso le diese algo de información, mas no fue así.

Se elevó hasta llegar arriba justo para ver a Savage saltar al otro edifico dificultando así el que el Ente pudiese hacerle “algunas preguntas”, estaba detrás del otro chico que parecía estar agotado tras haber escalado el edificio, el Ente lo miro como se le mira a un perro callejero sarnoso y no le presto más atención, se centró en el saltarín Savage, tendría que perseguirle edificio por edificio, usando su energía para moverse…

-Y una mierda, no tengo tiempo para esto

No sabía muy bien la fuerza que tenía esa criatura, mas no creía que fuese más fuerte que el berserker de hace ya casi un año, fijo su vista en él, espero el momento justo en el que se encontrara sobre el techo de un edificio y apretó ambas manos en su dirección deteniéndolo en seco, podía notar que la criatura era fuerte y eso le hizo sentir aún mas curiosidad por él, o por ella, puede que si luchaba por escapar lo consiguiera y el Ente no dudaba de que sería capaz. Se acercó hacia el subido en la misma tapa con la que había subido al edificio y se quedó mirándolo en silencio, lo inspecciono como si de un animal de laboratorio se tratase

-Interesante- dijo mientras lo miraba de arriba abajo -… tengo algunas preguntas para ti… criatura

Apretó aún más sus manos haciendo que la energía que rodeaba el cuerpo de Savage se contrajera comprimiendo su cuerpo aún más, al Ente le gustaría saciar su hambre de conocimiento sin tener que “luchar” por ello; inmovilizar al sujeto era lo ideal para esto, aunque no sabía cuánto tiempo podría estar así

-Y me las vas a responder, quieras o no

OFF:

Sí, esta se une a la lista: Peores ideas de Daika Spiguelman. Además de ser un frágil mortal, se encuentra más expuesto que nunca a terminar en un hospital. No trae ninguna protección bajo la ropa. Ni casco. Ni espadas. Lo único que posee para defenderse son sus nekotes, arma que no resultaría muy eficiente contra esa cosa. El plan es controlarlo con la lengua.

 - "Sigues vivo... mantente así, Daika... mantente" -piensa.

Sus labios tiemblan. Sigue aterrado frente al ser desconocido, observando con cuidado cada parte de él. Le sorprende que este no haya considerado aventarlo del techo ya, en cambio, responde a su interrogante. Asi que escucha atentamente lo que tiene para decir e intenta creerle. Y en una frase, Savage le deja algo claro a Daika.

- "Bicho raro..." -lo sigue afrontando con la mirada, callado.

Es verdad, no lo estaba juzgando igual que a todos. Seguro que si una persona normal hubiese dicho las mismas palabras no lo habría considerado tan malo. Estaba equivocado al verlo como una amenaza, ¿cuántos heroes no poseen rasgos peculiares? Pero utilizan dicho físico para un bien. Debe ser duro intentar ser bueno por dentro, aparentando lo contrario por fuera.

 - No qui... -las sirenas lo interrumpen.

Si fuera alguien terriblemente peligroso tal vez no estuvieran vivos los clientes de la tienda. Entonces, pensó en el tipo de los perros, a quien combatió junto a Razor. Ese tipo pudo ser un civil honrado, de haber recibido un mejor trato por parte de sus familiares cercanos y el resto de su espectro social. Necesitaba conocer mejor a este ser, decirle su sentir respecto a lo que hizo en el local antes. Con suerte, todo podría terminar mejor para todos personalmente hablando. Y para lograrlo debería esforzarse en seguirle el paso.

 - Maldición -susurró, en japonés.

Si bien tiene años trasladándose de edificio en edifico, la historia cambia cuando estos se encuentran demasiado distanciados el uno del otro. Debe convencerlo antes que sea imposible alcanzarlo. Por eso, respira hondo y prepara su corazón para la carrera, pues reconoce que andar sobre las alturas siempre representa riesgos enormes.

 - ¡Espera! -gritó, ahora en el lenguaje local.

Las primeras estructuras fueron fáciles, de hecho, todo iba bien hasta que algo pasó a gran velocidad por uno de sus costados. Era...

 - "¿Una persona? ¿Cómo se mantiene ahí arriba?" Ah...
 
Al principio Daika tuvo dudas. No obstante, la situación cambió cuando se percató de que aquel sujeto en realidad lastimaba a la criatura  viscosa. Conforme avanzaba seguía sin entender completamente cómo, pero tendría que hacer algo rápido o, ¿sería mejor dejarlo en manos de él? No, ayudaría.

Atacar con las garras de gato (nekotes) no le pareció sensato, llamaría la atención del tipo volador. Mejor, aunque sea la idea más torpe del mundo se desató las cuerdas de sus zapatos dos edificios antes y se los sacó. Una vez cerca y aprovechando la velocidad que adquirió en el recorrido, le lanzó los zapatos a la cabeza, uno después del otro. Si el primero fallaba, el siguiente seguro le daría. Por lo menos le otorgaría algo de tiempo a su temporal camarada. Bueno, a la cosa esa.

Spoiler:

Parecía que había llamado demasiado la atención a aquel tío, el cual no dudó en inútilmente llamarme e intentar continuar la persecución a pesar de no haber sido muy "receptivo" en nuestro último encuentro. Hoy no era mi día, pero tenía curiosidad en ver hasta donde llegaba el límite del extraño, y si era sincero, tenía curiosidad en descubrir el motivo por el cual aún no había escapado de mí o intentado atacarme.

Tras dejarme caer en la azotea de un edificio notablemente alejado del resto, me giré con intención de ver el progreso de mi perseguidor cuando una extraña fuerza cayó sobre mi, generando una presión que me hacía imposible el moverme. No tenía ni idea de que me estaba pasando, por un momento pensé que quizás era obra de Savage, aunque dicha idea la rechacé al instante al notar como el simbionte también sufría bajo el yugo inmovilizador de aquella extraña habilidad.

El sonido de sirenas cada vez se hacía más cercano, tenía que escapar de ahí cuanto antes si no quería acabar encerrado o algo peor, por lo que con todas mis fuerzas comencé a resistirme. Mis esfuerzos fueron casi nulos, solamente consiguiendo leves giros de mi cuerpo, así como algún manotazo al aire o deslizamientos de mi cabeza.

De repente la voz de una persona se alzó entre el alboroto intermitente de las sirenas, provocando que a duras penas girase la cabeza en su dirección. No creo que haga falta mencionar cuan flipado quedé cuando vi a una maldita chica flotar en la tapa de un jodido cubo de basura. No pude evitar fijarme en el peculiar pañuelo que usaba para taparse la boca

- Supongo que tú eres la encantadora causa de que esté atrapado, si esto se va a volver un interrogatorio prefiero empezar yo: ¿Se puede saber que ocultas ahí debajo? Por feos no creo que nos ganes- dije en tono burlón, no obstante la verdad era que estaba nervioso y asustado por los poderes de la mujer, alguien que era capaz de sin apenas esfuerzo paralizarme no podía ser moco de pavo.

La cosa iba de mal en peor, la poli ya había llegado a nuestra posición, 4 agentes nos estaban apuntando a ambos con rifles, esperaba que fuesen con balas de goma o algo por el estilo, mi traje era bastante resistente, pero no creo que fuese capaz de aguantar un mar de balas sin acabar mal parado.

Por suerte, mi ángel salvador apareció en forma de zapatillas voladoras procedentes del chaval que me llevaba siguiendo, las cuales impactaron en la cabeza de mi opresora, cortando momentáneamente el poder que estaba ejerciendo en mi. Sabía que cada segundo contaba antes de que volviese a recobrar el control sobre mi cuerpo, por lo que al instante lancé una telaraña que enganchó al joven y me dejé caer por el borde de la cornisa a toda velocidad.

Alertados por el súbito movimiento, los policías abrieron fuego sobre la terraza donde antes nos hallábamos, esperaba que la bruja esa siguiese viva, pero en este instante tenía que preocuparme de no abrirme la cabeza contra el suelo. De un tirón aproximé el cuerpo de mi rescatador a mi abdomen para protegerlo del impacto. Parecía que el día mejoraba por momentos, ya que en vez de recibir el duro golpe de mi cuerpo contra el suelo, caíamos en un cubo de basura abierto (Los clichés siguen existiendo señoras y señores).

Con esfuerzo me levanté entre las bolsas, seguramente me saldría algún moratón al día siguiente pero al menos no había recibido ningún daño grave. Soltando el abrazo que había dado al chico, di un salto saliendo del cubo de basura para luego tenderle la mano al extraño.

-Puede que hayamos empezado con mal pie, pero te debo una. Si logramos escapar de esta con vida, responderé a todas las dudas que tengas- dije apresuradamente, puesto que solo sería cuestión de segundos antes de que el cuerpo de policía descubriese donde estábamos.

-¿ En serio vamos a seguir huyendo de esa zorra enmascarada? Si me dejases a mi ya hubiese resuelto el problema. Al menos déjame tomar un aperitivo y recobrar fuerzas- dijo Savage relamiéndose mientras fijaba su atención en la basura del callejón.

-Savage, en serio, cada vez me das más asco-

El ambiente afuera de la mansión era… ¿Sombrío? No le era fácil a Martha describir como se sentía ya que la mansión, aunque aparentaba ser algo antigua y al ser un sitio a primera vista desconocido, le producía una sensación un tanto desagradable al verla desde fuera, sin embargo, sentía una… extraña familiaridad con la casa. Ella, claro está, atribuyo esto a que si esto formaba parte de su mente tendría que salir de alguna película que vio o algún libro que había leído; en un video de internet le explicaron que los sueños venían de juntar diferentes cosas o personas que vimos, por ejemplo, paseando por la calle y juntarlas para crear un paisaje, un edificio… o una persona. Puede que esta fuera la mansión de alguna película de terror que vio hace ya años, o de uno de los muchos libros que se tuvo que leer para poder escribir medianamente bien; ella nunca fue la artista de la familia… esa era su hermana.

Dio unos pasos hacia la mansión, la nieve crujió a su paso con su característico sonido hasta que llego a la puerta principal en donde el crujir fue remplazado por el resonar de sus zapatos contra el frio suelo de piedra. Para su sorpresa, la puerta se abrió sola al darle un empujón como si alguien le estuviera esperando… claro que esto estaba en su mente, sería una estupidez que no pudiera abrir la puerta… y aun así…. Al entrar se dio de frente con un pequeño hall con dos puertas a cada lado y un gigantesco cuadro de… de a saber que ya que lo que vendría ser el cuadro estaba totalmente quemado dejando solo un marco dorado extrañamente intacto. Martha se sorprendió cuando al ir a abrir la puerta de la derecha le fue totalmente imposible abrirle, ni siquiera consiguió que el pomo se moviera ni un centímetro, mas al intentarlo con la de la derecha… se abrió sin problema, esto abrió preguntas que Martha no se podía responder, ¿cómo es que estaba pensando si se encontraba dentro de su mente? ¿Encontraría aquí la respuesta a esa pregunta?

El ente miraba a su “sujeto de estudio”, cada reflejo de la luna en su cuero, cada musculo cada… bueno, lo miraba muy detenidamente. Ciertamente que el Ente podía ser muy… “violento” en cuestión a conseguir lo que él quiere se refiere, pero en ese momento estaba siendo bastante “pacifico”, para lo que él era; no le costaría nada sacar unos ladrillos de la azotea y transformarlos en agujas con las que clavar a la criatura al suelo, haciendo así su “trabajo” mucho mas fácil claro que ¿Por qué tendría que hacer eso si nadie podía ayudar a la criatura? Algunos detalles le fallaban al no recordar al muchacho que paso mientras volaba encima de la tapa. La respuesta de lo que le pareció ser el chico que se encontraba debajo de toda esa masa, al ser tan “estúpida” en su opinión que solo un humano podría hacerla, le hizo gracia, tanto que soltó una carcajada sarcástica

-Me hace gracia que creas tener poder alguno como para poder… hacerme preguntas

Apretó su cuerpo contra el suelo con fuerza, si había algo que le molestase al ente es que le hablasen como un igual. Para él ni dioses ni demonios estaban a su altura, él era más poderoso que todos ellos juntos, más antiguo, más inteligente… y sin embargo estaba encerrado en la gema. Aun así, su poder, aunque no estaba en su máxima amplitud, era bastante impresionante, siendo capaz de mantener a Savage quieto solo siendo el capaz de hacer leves movimientos con el cuerpo; si todo seguía así su interrogatorio acabaría pronto y sin nadie sufrir “daños significantes”. Su boca se abrió para pronunciar sus preguntas cuando, de repente, un zapato le paso volando por el lado izquierdo de la cabeza, se giró un poco para ver quien estaba lanzando zapatos hacia el cuándo recibió un zapatazo en toda la cara que el frágil rostro de Martha no aguanto sin sangrar, mas no fue el dolor lo que hizo que perdiera el control sobre Savage si no su enfado; le molestaban mucho las estupideces… y esa había sido una muy grande.

El sonido de los disparos le pillo desprevenido, menos mal que era de reacción rápida y detuvo las balas… a centímetros de llegar a su cuerpo. Con facilidad podría dejar que las balas matasen a su recipiente ya que simplemente podría usar su cuerpo sin más, pero tenía algunos planes para ella y la necesitaba bien viva. Consiguió parar las balas, sin embargo, el sonido de los hombres recargando le hizo darse cuenta de que volverían a disparar… y eso sería una pérdida de tiempo, claro que también lo seria huir de la policía, un engorro, mejor dicho. No le quedaba otra que usar su arma secreta; la palabra.

Tiro las balas que había detenido, que hicieron CLINK al caer sobre el suelo de la azotea, levanto las dos manos en el aire y se acercó al borde de la azotea, los policías le apuntaron, pero no dispararon

-No disparen, por favor, no disparen

El tono de voz del Ente parecía diferente y no era casualidad, tenía un tono más respetuoso para así ganarse la confianza de los agentes, o al menos para conseguir que le dejaran en paz un tiempo y dejaran de dispararle.

-He estado siguiendo a esa criatura unos días y es muy peligrosa

Aún tenía las manos en el aire, más las iba bajando poco a poco al igual que los agentes bajaban el cañón de los rifles con los cuales le apuntaban

-Soy parte de un grupo de científicos del gobierno- mientras decía esto elevo una de las balas que paro hace unos segundos y haciendo uso de su energía la aplano para hacerla parecer algún tipo de insignia y con sigilo la metió en la cartera que llevaba Martha en uno de sus bolsillos, sacando esta última para mostrarla y hacer creer a los agentes que decía la verdad –y he sido asignada para capturar a la criatura y traerla de vuelta a las instalaciones.

Solo enseño la “insignia” unos segundos asegurándose de que ninguno de ellos la viese lo suficiente como para darse cuenta de que era, en efecto, falsa. Sus ojos transmitían calma y alegría, unos sentimientos que él no sentía pero que estaba dispuesto a fingir si eso le ayudaba a librarse de ellos

-Por favor, déjenme a la criatura a mí. Ustedes ocúpense de que ninguna persona inocente es dañada por ese monstruo. Están haciendo un buen trabajo señores, su país espera lo mejor de ustedes.

Sus gestos eran suaves y sus palabras cálidas, tanto que los agentes bajaron las armas por completo y dejaron la escena esperando que “la experta” fuese capaz de capturar sola a la criatura. Las sirenas se perdieron en la distancia y la “amenaza” policiaca ya no era ninguna molestia, el Ente apretó los puños con rabia; los policías que abrían fuego a la primera de cambio le parecían seres increíblemente estúpidos

-¿Y estos se supone que tienen que proteger a alguien?, inutiles.

Esta pérdida de tiempo le dio tiempo a la criatura y al desconocido lanzador de zapatos de huir y escapar de el… aun que el Ente no dudaría en buscarlos si eso hacía falta.

El salón era grande, una mesa rectangular adornaba el centro de la habitación con cinco sillas a su alrededor, aunque no todas tenían un buen aspecto, dos de ellas estaban quemadas y tiradas en el suelo, dejando solo tres sillas en las que poder sentarse, no solo eso, todo el salón se sentía… vacío. Estanterías vacías, librerías en las que la única historia la contaba el polvo, todo esto producía una imagen de soledad. Y entre todo ese vacío, Martha vio tres puertas en una de las paredes del salón; una de metal de aspecto brusco y antiguo, una de madera suave y muy bien tallada y la ultima de arenisca que le daba un aspecto brillante y nuevo que resaltaba en contraste con el resto de la sala. Las tres puertas en general eran diferentes a las otras que había visto en la mansión… algo tenían en especial, algo en su interior que esperaba a ser revelado, y a paso ligero se acercó a la puerta de arenisca.

El revoltijo del estómago, ligado al repentino crecimiento del ritmo cardiaco siempre lo toman por sorpresa; esa sensación seguirá sintiéndose igual de alarmante, pasen meses o años. Sin embargo, podría decirse que en esta ocasión lo sintió diferente, más "real". Una cosa fue el golpe a la altura del pecho, y otra realmente distinta el tirón  inminente hacia la criatura. Salir disparado, siendo cegado por la fuerza del viento en contra, sólo para caer desde lo más alto de la estructura neoyorquina es... terrible. Durante la caída libre, Spiguelman logró sentir la gran fuerza de su camarada, pero no sólo eso, también notó amabilidad cuando este lo acercó hasta sus brazos protegiendolo de la severa caída. Es evidente que una mala persona no es: siendo peso muerto decidió salvarlo. Si lo hubiera abandonado allá arriba, huir no habría sido tarea fácil.

 - Gracias...

La mano del moreno se aferra a la viscosa, teniendo más facilidad para abandonar el maloliente basurero metálico. Es irónico, hace un rato hizo un berrinche por una mancha de chocolate en la sudadera, y ahora está saliendo de un contenedor lleno con desperdicios asquerosos. ¿Será que la mala suerte no sólo es una supertición? Daika comienza a creer en esas cosas.

 - No me debes nada, supongo que estamos a mano... -dijo, haciendo referencia al salto de fe con una sutil mirada hacia los cielos-. Me llamo... -hizo una breve pausa, escuchando la ¿conversación? Era como escuchar dos voces viniendo del mismo cuerpo-. "¿Estará loco? No, no, deja de juzgarlo. Ya preguntaré luego, de todas formas, no es la primera vez que presencio algo así" -a su mente llegaron varios recuerdos de momentos amenos al lado de Deadpool-. Daika, puedes llamarme así.

Dicho eso empezó a caminar justo detrás suyo. Es raro andar en calcetines por los mugrientos callejones de New York al mismo tiempo que sigues a un ser tan peculiar. Mientras caminan en dirección contraria a la policía, el vigilante se percata de que las luces como el ruido ensordecedor de las sirenas policiacas desaparecen con morosidad. ¿El tipo con  pinta de Slenderman* habrá huido llamando la atención? Es lo único que puede pensar, no cree que sean tan estúpidos como para perder el rastro de ellos dos habiéndolos visto caer por un costado del edificio. Inquieto, pone su siniestra sobre el hombro ajeno.  

 - Oye... -avisó sin más, el otro ya tuvo que haberse dado cuenta-

El problema será si aquel tipo tiene poder como para alejarlos, aunque, no hubo ruidos de ningún tipo. Daika comienza a ver la parte superior del edificio, asi como la entrada por la que suponía entraría la policía. No quiere tomar decisiones, sabe bien que con el fuerte nuevo compañero que tiene se encuentra más a salvo. Otra opción es que el sujeto haya escapado y las autoridades estén engañandolos  y rodeandolos... de todas formas, no va a arriesgarse. Esperará sugerencias.

Me alegre al ver que mi repentino rescatador no se había tomado como ofensa el que le hubiese agarrado tan bruscamente, sabía de buena mano por Gwen que la primera experiencia al tacto de mi traje simbiótico era de todo menos agradable. Con suavidad le di un apretón de manos para girarme en busca de una salida cercana que nos ayudase a escapar de la situación. Ya tenía que descartar el volver a subir a las azoteas mientras aquella cosa siguiese por la zona, ni Savage ni yo queríamos volver a repetir aquella molesta experiencia. Normalmente intentaría pillarla desprevenida y noquearla para sonsacarle información sobre que quería de mi, pero teniendo a Daika conmigo y sin armas la prioridad había pasado a librarlo del peligro. Aparte de eso, aún no sabía el número exacto de agentes de policía que estaba en nuestra busca, esperaba que la mayoría de los de alrededor se hubiese quedado comiendo donuts en un bar mugriento, pero conociendo mi suerte lo veía jodido.

Irónicamente el molesto ruido procedente de las sirenas de los numerosos coches que rodeaban la zona parecieron poco a poco alejarse de nuestra posición, como si los agentes de la ley decidiesen cesar su búsqueda. Por una parte eran buenas noticias, menos ojos de los que preocuparse y más libertad para luchar sin tener que preocuparme de daños colaterales. Pero por otra no pude evitar preocuparme por el hecho de que aquella chica los había hecho huir, ¿ tan poderosa era? Mis ensoñaciones fueron cortadas por el leve toque de Daika, el cual volvió a hacer que pisase los pies en la tierra.

-Parece que nuestros invitados inesperados por fin se han largado, tenemos que aprovechar ahora que tenemos ventaja. Sígueme el rollo-le dije mientras volvía atrás hasta el contenedor de basura. Dándole la espalda a Daika comencé a hurgar entre las bolsas hasta encontrar un abrigo viejo y sucio a juego con un gorro roñoso y manchado de algo que mejor desconocer.

Con un poco de asco le pase las prendas:

-Con un poco de suerte este disfraz cutre puede colar. A mi aún no me vio por debajo del traje, así que con mi aspecto civil debería pasar desapercibido- le expliqué mientras le señalaba unas botas viejas tiradas cerca del contenedor para que se las pusiese.

Mientras tanto volví a darle la espalda desmaterializando el traje para volver a mi aspecto habitual, rápidamente me coloqué la capucha y me dirigí de nuevo en dirección contraria a la anterior pelea esperando que el joven me siguiese. Una parte de mi contaba con que respetaría mi intimidad y no se fijaría mucho en la cara detrás de la capucha, pero no tenía otra opción si quería pasar desapercibido; mejor que viese mi cara un chaval que que una especie de bruja psicodélica me intentase volver a transformar en su marioneta personal

Se sacudió los brazos y se crujió el cuello, luego pasó a sacudirse las manos de lado a lado rapidamente. Cuando termino miro a la gema de la mano de Martha, la gema en la que estaba encerrado… llevaba mucho tiempo ahí metido y aun no se acostumbraba a ver su prisión desde fuera, claro que estar encerrado en una prisión de ese estilo tiene sus ventajas; tienes mucho espacio para hacer lo que te dé la gana y tienes una vista de 360 grados al mundo exterior lo que le permite ver cosas que a lo mejor a Martha se le pasarían… al Ente no, el lo veía “todo” (Mejor dicho, casi todo) y de esa manera sabía qué aspecto tenía el chico de la criatura; le vio transformarse y fue así cómo pudo determinar que no era un traje lo que llevaba si no un ser vivo o al menos tenía todo la pinta, era eso o un traje de nanotecnología… y uno era más probable que otro.

Miró a su alrededor buscando algo que usar para bajar por donde había caído la criatura de su interés. Aun tenia la tapa de la basura y perfectamente podría usar eso… sin embargo, no era lo suficientemente “extra” para el, asi que hizo levitar todas las balas que paró momentos antes y las junto en un montón, a continuación se acercó el zapato que le había lanzado el desconocido a la cabeza. Al mirarlo soltó una carcajada; la persona que se lo lanzo o era muy estúpida o muy valiente, sea como fuera el Ente no estaba muy contento con ese ataque tan imprevisto y… tonto. Destrozó la zapatilla y la aplano al completo, seguidamente coloco todas las balas debajo de esta y haciendo levitar todo se subió encima de ellas, levitando de esta manera hacia el suelo lentamente.

Una vez llegado a tierra dejó caer al suelo a lo que antes fue una zapatilla y sujeto las balas con la energía, por detrás suyas para evitar que fueran vistas. Estaba en un, mejor dicho en otro, callejón con basura y estaba enfrente de lo que parecían dos vagabundos, aunque enfrente suya no es que estuviera ya que les estaba dando la espalda a los dos… el Ente no es que fuese el ser mas inteligente del universo, aunque él pensase así, más no tendrías que ser muy inteligente para darse cuenta de que esos dos vagabundos de aspecto harapiento eran las dos personas que momentos atrás se precipitaron al vacío, si por el fuera les daría la pista de que si van a disfrazarse para intentar escapar, primero escapar y luego empezar a disfrazarse, claro que eso no le sería divertido para nada; prefirió fingir el desconocimiento de que eran ellos

-Perdonen, estoy buscando a una criatura

Alzó la voz para llamar su atención, aunque capaz de que ya le hubiesen visto levitar hacia el suelo

-Tiene apariencia humana, aunque parece mas una mierda llena de sangre- en ese momento tuvo que evitar soltar una carcajada -¿No lo habrán visto, no?

Si le querían engañar, allá ellos, pero él se iba a divertir al menos un poquito; de algo tenía que servir estar vivo.

Al pasar su mano por la puerta de arenisca esta desapareció como si polvo en el viento, dejandole pasar a una habitación que al principio no tenía nada de luz pero que al dar el primer paso dentro de ella se iluminó, mostrando lo que guardaba en su interior. Las paredes estaban llenas de papeles con garabatos que le eran imposibles de descifrar, al igual que las ecuaciones que habían sido pintadas de color rojo en la pared. Además de los “adornos” en las paredes, en la habitación solo había una silla, una mesa y un reloj de arena cuya arena no parecía moverse, aunque al acercarse a mirar si que se estaba moviendo la arena, salvo que muy lentamente y al intentar coger el reloj se dio cuenta de que no parecía poder moverlo, incluso cuando lo intento con toda su fuerza no consiguió moverlo ni un centímetro y lo único que consiguió en resbalarse y salir despedida de la habitación. Intento volver a entrar pero al hacerlo se dio cuenta de que la puerta de arenisca volvía a estar allí como si nada hubiera pasado y no se volvía abrir. Martha ya no le podía encontrar sentido a nada de esto, y había dejado de intentarlo; solo quedaban dos puertas más.

Off:

Las sugerencias no tardaron mucho en llegar, luego de echar la mirada de aquí para allá un par de veces la criatura tuvo una idea curiosa. Daika apoyó la idea sin quejas, al fin y al cabo a él no se le ocurrió nada mejor que correr, cosa poco fiable considerando la situación. Sin embargo, entre las palabras que recibió por parte del otro cierta expresión lo dejó pensativo.

 - "¿Traje?" -preguntó mentalmente. No había tiempo de preguntas todavía.

Se quitó la sudadera gris para reemplazarla por el abrigo tieso a causa de la suciedad que le brindó su colega, este casi le llegaba a la altura de las rodillas, asi que se encargó de frotar la zona baja del pantalón contra el contenedor de basura, teniendo un conjunto más parejo. Al final, poniendo un gesto de desagrado se colocó el gorro. ¡Listo! Parecía un completo vago y, bueno, lo era pero al menos siempre traía limpias sus ropas. El olor era desesperante, aunque no se comparaba al de un cadáver en descomposición, seguro aguantaría el tiempo necesario. Cuando la vida pende de un hilo el humano rechaza las delicadezas, la mayoría del tiempo.

Entonces, cuando quería ir hacia el otro extremo del callejón lo miró señalar el basurero, más concretamente un par de botas desgastadas gracias al uso excesivo desparramadas al lado. Como un can bien educado fue tras ellas y metió los pies dentro, gracias a Dios conservaba los calcetines puestos. Aparentemente, el mundo se burlaba del candidato a héroe, pues las botas viejas de quien sabe quien coincidieron perfecto con la medida de sus pies. Al darse vuelta, finalmente disfrazado al 100% se llevó una gran sorpresa.  

 - "Tra... je" -tragó saliva.

¿Era humano? ¿No una especie de monstruo en el buen sentido? ¿Cómo aquella cosa viscosa podía ser un traje? Ha visto cosas muy raras y aún así, siempre surge algo más que puede dejarlo boquiabierto. Las dudas se acumulaban una tras otra conforme convivían frente a la amenaza del sujeto misterioso, la charla que tendrían después  --en caso de sobrevivir-- se extendería bastante.

Empezó a caminar junto a él, ligeramente atrás.

"Daika Spiguelman". La gente escucharía ese esplendoroso nombre en el futuro, incluso por la televisión. Sería un ejemplo de valentía, un pilar de la sociedad, alguien que dio todo de sí voluntariamente para ayudar a otros. Contarían historias de sus grandes batallas, seguro, algo maravilloso. Pero la triste verdad es que pase eso o no, Spiguelman no se considera nada parecido a ello. Al contrario, se caracteriza por entrar en pánico ante situaciones complicadas, debatiendo consigo mismo qué estaría bien o mal hacer. De ese punto en adelante todo puede terminar o bien o muy mal, depende el estado de sus emociones.

Cuando vio bajar al tipo detuvo la marcha física e inició a usar la cabeza. Por un lado, no se han librado. Por otro, tiene la valiosa ayuda del de rojo. Tiene miedo, sí; sabe que no tiene posibilidades estando desarmado, sí; lo mejor sería quedarse callado cual muñeco de trapo. Pero... también sabe que ese sujeto no lo está cazando a él, y de todas formas se arriesga acompañando a la verdadera presa. El miedo no puede ganarle a esa otra sensación que le invade el cuerpo cuando está dispuesto a morir por lo que cree, por lo que defiende... por lo que le enseñaron.

 - Si quieres hablar, primero dame dinero para comprar un hot dog... ¡Tengo hambre maldita sea!

Si actuar como un vagabundo no brinda frutos se adaptaría a las acciones del muchacho a su lado. Al menos buscaba darle algo de tiempo para pensar. Si las cosas salían mal se refugiaría en el contenedor e idearía otro plan mejor que el de los zapatos. A pesar de resultar un estorbo no saldría huyendo.

Savage instintivamente reaccionó ante la burla de la mujer, casi saltando de mi cuerpo para intentar estrangularla. Por suerte pude contenerlo, o si no ya veía a una masa roja brillante lanzarse en contra de ella dejándome a mi totalmente indefenso. Un rápido ojeo a la zona me confirmo que por fin no había ningún transeúnte por la zona, por lo que no tendría que preocuparme de daños colaterales.

Aunque el verdadero problema era los extraños poderes que la mujer poseía, no era la primera vez que trataba con poderes que no era capaz de comprender, diablos Raven era mi amiga, pero no puedo negar que la rama mística siempre fue mi talón de Aquiles. Siendo criado por una reputada científica, todo este enorme mundo mágico que escapa a las leyes naturales de la ciencia me parece demasiado extraña, y basándome en dolorosas experiencias pasadas, peligrosa. La mayor amenaza era su poder telepático, ya tenía suficiente dolor de cabeza con Savage como para tener que resistir otra voz intentando controlar mi cabeza.

No sabía si el disfraz había colado, viendo que las únicas personas de la zona éramos nosotros, suponía que ya nos habían reconocido como las presas que estaba buscando, por lo que o para ella esto era un juego o era muy tonta. No sabía hasta donde llegaban sus poderes, pero éramos dos contra una, había al menos que intentarlo.

-Colega creo que tengo algo suelto -dije mientras fingía rebuscar en los bolsillos para bruscamente elevar ambos brazos trasformados en tentáculos con la intención de atraparla firmemente.

No habían tomado una cosa en cuenta, bueno no habían podido ya que no conocían ese detalle y es que desde la gema el Ente podía ver más de lo que parecía, lo que le permitió ver a Shawn ser “envolvido” por Savage. ¿Y que tenía que ver eso ahora? Bueno, tenía delante a dos seres humanos, dos posibles personas que podían tener a “eso”, una fue la que le lanzó ese zapato que le distrajo y por ende no podria tener ningún poder oculto del que preocuparse; alguien con poderes no se molestaria en lanzar un zapato como ataque. Se fijó muy fijamente en cómo se movían los dos hombres, si uno era un simple humano y el otro tenía…”algo” eso significaba que este último sería el más “valiente”, claro que eso era mas una teoria del Ente que una realidad y puede que el otro desconocido si que tuviera poderes, entonces se tendría que enfrentar a dos “seres” con poderes: casi casi sería un enfrentamiento justo. En su cabeza contaba cada segundo que pasaba esperando la reacción de los hombres.

Esa frase, “dame dinero para comprar un hot dog” sí, en un primer vistazo podría demostrar seguridad y valentía, el no tener miedo a pedir dinero a un desconocido… lo malo es que el Ente ya sabía que ellos dos no eran vagabundo así que esa frase no mostraba seguridad si no todo lo contrario, ya que seguía con una mentira con la cual intentaba esconderse; él era el posible humano. Por lo tanto, solo quedaba… el otro.

Su atención se centró en el que quedaba por hablar, movía las balas detrás suya preparada para usarlas si era necesario, ellos tenían la ventaja numérica, el tenía la ventaja de estar preparado. Otra frase que parecía no indicar nada y no lo hacia, pero el gesto si que mostró algo ¿Para que se metia las manos en los bolsillos? Si le intentaba lanzar algo sería inútil, él podía pararlo y lanzarselo a el. Tendría que esperar a que el actuara para ¡!

Y ahí vino, unos tentáculos aparecieron de los brazos del hombre y fueron directos a por el Ente. Su primer idea fue lanzar una de las balas para ver cómo interactúan con los tentáculos, más al ver como una de ellas lo atravesaba sin hacerle el más mínimo daño decidió pararlos usando la energía, lamentablemente solo pudo parar el tentáculo izquierdo y el derecho impactó contra su hombro izquierdo, inmovilizando ligeramente

-Vaya… parece que estamos en un tiempo muerto

Parecía que todo había salido bien a los dos hombres, más el Ente aprovecho esta “pequeña distracción” para lanzar su ataque, que consiste en arrastrar con energía al otro hombre a su lado y sujetarlo firmemente en el aire evitando así que hiciera cualquier movimiento

-¿No creen?

Si la cara de Martha pudiera sonreir, el Ente ahora estaría esbozando una sonrisa de oreja a oreja

-Veras yo no… busco el enfrentamiento, ni mucho menos. Si hubiera querido vosotros dos ya estariais muertos… sí, no, yo busco el … “entendimiento”

El ente hablaba tranquilo y sin prisa, con un aire de superioridad en cada palabra que esbozaba

-Me interesas, criatura… no tu, humano- dijo refiriéndose a Shawn -A … “eso” que llevas contigo

Con los ojos señaló al tentáculo que la sujetaba

-Eres más interesante que estos dos humanos

Eso ultimo lo dijo con un tono despectivo, casi como si se estuviera refiriendo a ellos como seres inferiores… bueno, eso era justo lo que estaba haciendo

-¿Tienes voz con la que puedas hablar? ¿O tienes que hablar usando al humano como receptáculo?

Claramente no tenia el mas minimo interes en Shawn ni en Daika, ya que lo único que él quería era saber más sobre Savage… nada más

-Y por favor, abstenganse de intentar cualquier cosa, no creo que quieras ver que es lo que pasa si empiezo a apretar un poco más a este. O quizas sí, yo no... "juzgo" los intereses de nadie

Se refirió a Daika, al cual empezó a girar poco a poco hasta tenerlo prácticamente al revés  para seguidamente volver a ponerlo derecho

-Tu decides

Le guiño el ojo. Claramente el Ente se lo estaba tomando todo con mucha calma, la situacion era similar a un adulto hablando con dos niños pequeños.

Ahora que Martha había perdido la capacidad de abrir la puerta de arenisca, se centró en la puerta que estaba a su lado; una de madera suave policromada con un tallado elegante y un pomo dorado, no tenía nada que perder así que hizo lo único que podía hacer en esta situación; cogió el pomo y lo empezó a girar lentamente. Lo primero que noto nada más hacer eso es lo cálido que estaba el pomo, no es que eso fuera algo raro pero la casa no es que estuviese precisamente cálida y el exterior estaba nevado por lo tanto no tenía sentido que el pomo estuviese caliente. Al entrar en la habitación lo primero que le chocó fue la inmensa cantidad de flores que había en ella; en las paredes, en el techo e incluso en las paredes, en todas partes salvo en una pequeña mesita en el centro de la habitación que tenía un ramillete de Jazmines y entonces se dio cuenta; esta habitación representaba a su madre. Se dio cuenta no solo por la cantidad absurda de flores que había, a su madre le encantaban, sino que el Jazmín era su flor favorita y siempre tenía un ramillete puesto en su mesita de noche para dormir. Martha cometió el error de intentar coger el ramillete lo que hizo que el jazmín y todas las flores de su alrededor convirtiéndolas en polvo, segundos después un fuerte viento hizo volar todo el polvo y empujo a Martha fuera de la habitación, haciendo que se cayera al suelo. Al levantarse la puerta estaba cerrada, esta vez no intentó abrirla si no que se centró más en averiguar que representaba la primera puerta en la que estuvo; llego a la conclusión de que representaba a su hermana. Los garabatos que no entendía, las ecuaciones, todo eso argumentaba a favor de que la habitación fuese una representación de su hermana, que siempre fue la más inteligente de la familia, aunque el reloj de arena no entraba en esa teoría pensó que a lo mejor representaba el hecho de que su hermanita nunca fue capaz de crecer; por eso no se movía. Ahora la cosa era… ¿A quien representaria esa tercera puerta?

Off:

Todo pasó muy rápido. Cuando los grandes tentáculos salieron disparados cual serpientes por su presa, lidiando con el fuego enemigo sin problema y abriéndose paso hasta el enmascarado exitosamente, Daika se sintió tranquilo. Era un alivio que su compañero se hubiera hecho cargo, pues ni siquiera él mismo creía que aquella frase burda los salvaría de algo.

Soltó una bocana de aliento cálida y cerró los ojos despreocupado. Por desgracia, no tardó mucho en abrirlos de par en par al sentir un fuerza extraña envolver cada centímetro de su cuerpo bruscamente. Instintivamente trató de estirar su siniestra lo suficiente como para agarrarse del joven con "traje especial", pero tan pronto fue capturado no pudo moverse casi nada.

 - ¡Ghhh! -pujó, impotente.

Estando arriba, aparentemente ingravido, dejó de luchar y prestó atención a lo que el sujeto tenía para decir. Cosa que no fue buena idea. Los ideales ajenos, sobretodo de criminales siempre le molestaban. No es que le importara ser menospreciado por alguien más, sino que aquellas palabras reflejaban lo que todo villano sentía aceptaba como base para su supuesta motivación: claro desprecio o indiferencia por las personas. Personas a las que él quería proteger, a quienes podía conocer y quedar maravillado. Y si bien no quería lastimarlos en ese momento nada aseguraraba qur después lo hiciera, porque si no le importan los humanos, tampoco le importará lastimarlos a cambio de beneficios. No permitiría que seres como él consiguieran sus objetivos. Por otro lado, desconocía la relación entre "eso" y el muchacho, pero los había escuchado conversar antes y pelear de forma ejemplar. Parecían estar acostumbrados el uno al otro, asi que no era una opción ceder por culpa de un rehén desconocido. Lo dejaría claro.

 - ... "Eres... humana" -cuando su cuerpo entero giraba pudo centrarse en los ojos de la joven, dándose cuenta que no solo era mujer sino humana también-. Hablas de los humanos como si fuéramos inútiles, cuando en alguna parte de ti lo eres... ¡No le hagas caso, chico! ¡Estaré bien, solo debes irte!

Empezó a forcejear aunque no sintiera ni el más mínimo movimiento, creyendo que igual que usar el cuerpo durante cierto tiempo cansa, los poderes perderían fuerza. No moriría hasta destruir A.I.M. Pero no solo basaba la victoria en esos dos factores.

 - ¡Y tú mujer! ¡Déjame ver qué pasa si aprietas un poco más! -gritó, mostrando una mirada desafiante.

Todo lo depositó en sacarla de sus casillas, al menos un instante, lo suficiente para que el muchacho le atacara desprevenida.