[WWD] Alma de Cazador: Preludio (06-04-2019)

22:00 pm
Apartamento de la família Goodweather, Nueva York

La puerta de entrada se abrió, y el señor Goodweather entraba en casa, quitándose la chaqueta y la corbata del trabajo. Tan sólo tenía una hora de descanso y su trabajo estaba algo lejos. Aún así, tal y como estaban las cosas en todo el mundo, prefería pasar cada minuto que pudiese con su familia.
En las noticias no dejaban de salir gurús profetizando el fin de los tiempos, la llegada del anticristo y mensajes de la misma índole tras los recientes ataques a los centros religiosos más importantes del planeta Tierra y de la cultura humana. El pánico era el hálito que respiraban cada hora: varios supermercados habían sido atracados hasta que no quedaba ni un sólo producto en conserva en las despensas; otros aprovecharon el caos para asaltar tiendas de electrodomésticos, tiendas de moda, cafeterías...
Fuera el infierno estaba desatado. Allí sin embargo, en su pequeño trozo de cielo llamado familia podía respirar en paz. No sabía hasta cuándo sería por lo que aprovechaba cada minuto que podía estando con su querida mujer y su hijo.

- Cariño, ya estoy en casa.
- Hola cielo. Tienes cerveza fría en la nevera. Eran las últimas que quedaban.

El señor Goodweather tomó una de las cervezas con alegrías renovadas y le dio un buen trago.

- ¿Dónde está Sam?
- Está pegado al televisor. Se ha pasado la mañana entera viendo esa entrevista a Blancanieves.
- ¿En serio? Bueno, voy con él.

La opinión de los Goodweather con respecto a las fábulas era clara: no tenían nada en su contra pero no les gustaba que les quitaran un trozo de su ciudad natal porque si. Les daba igual que siglos atrás los padres fundadores les cedieran ese terreno: tras el choque de universos uno no podía estar seguro de qué era real y qué mentira, pero en su universo las fábulas no existían más allá de los cuentos, por lo que ese trozo de Nueva York y las demás tierras donde habitaban las fábulas les pertenecía a los neoyorkinos.
Su hijo tenía una opinión muy distinta: no le importaba lo más mínimo los problemas políticos ni la expropiación de territorio. Estaba contento de descubrir que los personajes de los cuentos de hadas existían de verdad y que una gran mayoría vivían aquí, en Nueva York. El día que salieron a la luz fue el día más feliz de su vida.

Sam estaba sentado en el sofá, con el mando a distancia entre las manos y con los ojos pegados a la pantalla. Su padre se le acercó y con una sonrisa se sentó a su lado.

- ¿Cómo estás, campeón?
- Shhhhhhhh... Que vuelven de la publi. - El hijo subió el volumen del televisor y su padre hizo una mueca: no le importaba el volumen, pero si que su hijo estuviera más pendiente de la tele que de él.
- ¿Qué estás mirando?
- Están entrevistando a Blancanieves en directo, papá. ¡¿A que es guapa?!

Un primer plano de la susodicha se mostró en pantalla mientras la presentadora retomaba el tema de conversación por donde lo habían dejado antes de la publicidad. Si no lo había entendido mal, estaban hablando sobre la última manifestación en contra de las fábulas que terminó en altercado contra las mismas. El programa muestra imágenes grabadas del incidente, donde se podían ver varios grupos de neoyorkinos tirando cócteles molotov a las casas colindantes de Villa Fábula y a varias fábulas peleándose con neoyorkinos. En medio de todo aquel tinglado había un hombre lobo que cogía a los neoyorkinos y los lanzaba lejos de las fronteras de Villa Fábula.
Todo el mundo conocía aquel lobo: el Lobo Feroz. La abuela del señor Goodweather le contó los cuentos de Caperucita Roja y de los Tres Cerditos y siempre pensó que trataban muy mal al pobre lobo. Una vez mayor y viendo lo que estaba viendo, su mente olvidó aquel sentimiento y lo sustituyó por uno más primal cargado con preocupación y miedo.

- Las imágenes, como el público podrá apreciar muestran al sheriff de Villa Fábula, el señor Lobo Feroz arremetiendo contra los neoyorkinos - postulaba uno de los invitados que se sentaba justo en frente de Blancanieves en aquella mesa redonda. La marquesina anunciaba que se trataba del presidente de la asociación NUL (Neoyorkinos Unidos y Libres).
- Parece que se olvida de las imágenes anteriores a ese hecho, señor, donde se ve claramente como los neoyorkinos queman nuestras casas y tratan de entrar a la fuerza en nuestros hogares - anota Blanca Nieves sin alterarse lo más mínimo. - Ante cualquier tipo de agresión hay una respuesta equitativa. ¿Pero estamos aquí para señalarnos con el dedo y decir quién lanzó el primer cuchillo? Creía que estábamos en una mesa redonda para entablar una conversación civilizada en pos de nuestros pueblos.

El público dentro del plató estalla: unos señalando que Blanca tiene razón y otros condenándola por redireccionar las acusaciones. El señor Goodweather se descubrió a si mismo enganchado al programa sin darse cuenta que se había terminado la mitad de su cerveza.

- Por favor, un poco de orden - pedía la moderadora tanto al público como a sus invitados. - Está claro que la violencia se ha visto reflejada en ambas partes. Lo que estamos argumentando aquí es sobre-

Alguien de entre el público grita. No para hacerse notar ni por levantar la voz: un grito de puro miedo.
Parece que hay algo encima del plató y tanto los invitados como la moderadora se remueven en sus asientos. El público señala sobre los focos y las cámaras encuadran dicho punto de atención. La fuerte luz de los focos intensifican la oscuridad y las lentes no consiguen captar bien lo que están viendo.
Hasta que algo cae sobre la mesa redonda, aplastándola y convirtiéndola en astillas. Un cuerpo peludo, de color marrón, más grande que una persona, tal vez dos, reposa inerte con las zarpas extendidas y sin apreciarse vida alguna.
Lobo Feroz reacciona, convulsionando y tratando de decirle algo a Blanca Nieves desde el suelo, la cual se acerca al malherido lobo con preocupación en su rostro, agarrándose una y otra vez por la mata de pelo de su marido. Una segunda figura cae también desde arriba, pero aterriza sobre sus dos piernas y sin derrumbarse. Lleva puesta una gabardina negra, oscura, y un sombrero de ala ancha. Recuerda mucho a los religiosos colonos que desembarcaron en ésta tierra de oportunidades.
Levanta la mano derecha y apunto a Blanca con una pistola antigua.

- Las brujas serán castigadas - se le escucha decir, tras lo cual abre fuego contra Blanca Nieves, la cual sale proyectada hacia atrás, tumbando por el camino su antiguo asiento.

El público se levanta, gritando y buscando la salida de una forma caótica y sin control. La emisión se corta poco después.

El señor Goodweather tiene abrazado a su hijo, el cual no deja de mirar la pantalla del televisor con los ojos abiertos por completo mientras sus labios tiemblan por la desesperación y el miedo.

- Papá...
- Shhhh... Tranquilo campeón, tranquilo. Te tengo.

El mundo es un infierno. Su familia es un trozo de cielo.

Habían manchado su trozo de cielo.