[Minievento WWD] Cuervo de Sangre - Prólogo (Sebastian Blood) 4 de abril de 2019. Amritsar, la India.

Lo había visto todo, había oído las noticias, pero ante todo, lo había sentido... la euforia y la satisfacción de su señor ante lo que estaba por suceder. Mientras el mundo ardía en la superficie, la Iglesia de la sangre llevaba días entonando cánticos por la gloria de su señor Trigon, esperando una señal del mismo que no llegaba...

... pero ¿cómo iba a llegar? ¿Cómo con aquéllas voces apagadas y desganadas? Sebastian observó con odio intenso desde su altar a los cientos, tal vez miles de creyentes ante él, y apartando su capa con gesto brusco, se dirigió a ellos como un general enfurecido a sus tropas cansadas, mientras bajaba lentamente las escaleras esculpidas en la roca de la caverna que hoy era su templo.

- ¡¡Necios!! Hoy, cuando al fin las creencias indignas son sometidas bajo el poder verdadero, hoy, que por fin nuestro señor cosecha la gloria de los impíos caídos, ¿es hoy cuando elegís  ofender la grandeza de Trigon con vuestras voces vacías de pasión y euforia?!

- Perdonadnos oh señor, sentimos en nuestros corazones alegría intensa por la llegada del purgador, pero nuestros cuerpos y espíritus están débiles y agotados tras dos días celebrando su grandeza...

Musiquita para el momento:

Blood observó al encapuchado que había osado hablarle con tal intensidad que parecía que sus iris rojizos arderían como ascuas en cualquier momento. Aquél hombre, uno más de entre sus acólitos, entregado a su fe en cuerpo y alma, se dirigió a él sin permiso, echando por tierra la autoridad vertida por Trigon sobre su persona... Sebastian se aproximó a él ante las miradas atónitas del resto de creyentes, y ordenó al hombre levantarse con un gesto sutil, cosa que éste hizo sin demora. Una vez cara a cara, Sebastian esbozó una sonrisa que dejó ver los afilados dientes por los que muchos de sus creyentes se habían dejado sacrificar.

- Eres un hombre compasivo, preocupándote por el bien del resto de tus hermanos, que sin embargo...- Abrió los brazos en cruz y señaló al resto. Fue entonces cuando el encapuchado se dio cuenta; Sólo él había dejado de cantar. Un escalofrío le recorrió la espalda cuando su líder prosiguó- Te han abandonado ¿Pero sabes? tienes razón; Sus almas están desmotivadas, necesitan un incentivo ¡y sé cómo ayudarles! Parece que serás un héroe después de todo...

El hombre se sintió profundamente honrado ante las palabras del pontífice, hasta que la garra de éste atravesó su estómago propiciándole un dolor intenso que finalmente acabó con su vida. Dejando caer el cuerpo al suelo, Sebastian regresó al altar y señalando a sus acólitos con la mano ensangrentada, les dedicó unas palabras:

- Este hombre, creyó saber lo que sentíais y necesitábais incluso mejor que vosotros mismos, y osó dirigirse al Hermano sangre como a uno más, burlando así la voluntad de nuestro señor al escogerme como su elegido, y abandonando los cánticos en su honor! ¡Este repugnante insecto, habló en vuestro nombre, con la esperanza de que le acompañaseis en su error, y ahora jamás contemplará el reinado de gloria que Trigon dejará tras de sí a todos los que sigan su brillante estela. Muchos estaréis pensando que sólo era un hombre cansado... pero su agotamiento le llevó a pensar que su bienestar estaba por encima de todo lo respetado en este templo. La fe es un camino duro, como la propia vida. Frustrante, agotadora, dolorosa... pero siempre tiene compensación. Sé que estamos llevando a cabo una costosa tarea, pero ello nunca debe debilitar nuestra fe. ¡¡Esto...!! -Señaló al cadáver- ¡¡Es lo que le ocurre a quienes dejan flaquear su fe!! Si no queréis que el vuestro sea su oscuro y frío destino, mostrad vuestra adoración por él, ¡¡Alabad al purgador!!

Las voces a su alrededor corearon frenéticas, con fuerzas renovadas, atronando en la sparedes de la caverna mientras él subía de vuelta al altar. Por el camino, una nube sulfurosa lo absorbió, y comenzó a reír satisfecho. Al fin había acudido a él...

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Al despejarse su visión, contempló el lugar en que se hallaba; La destrucción y el caos reinaban alrededor, podía sentir el pánico en el aire, mientras la hordas demoníacas luchaban contra el patetismo humano. De pronto, al darse la vuelta, le vio... Al fin estaba cara a cara con su señor, aquél que le había brindado tanto poder, aquél al que debía todo, sentado en un trono como el rey que era. Al asimilar la situación, y sentir todo el poder que tenía frente a sí, no pudo evitar arrodillarse y mostrarse servil ante su amo. Escuchó su potente voz hablarle de esa mujer, Raven. Su señor tenía una hija... Sin duda otro ser que debería respetar y adorar, ¿por qué sus escrituras no hablaban de ella? el choque de universos había vuelto el mundo aún más confuso si cabía, pero pese a todo, lo único que sobrevivía era la fe. Trigon deseaba reunirse con ella, y él debía hacerlo posible, así que tendría que posponer su búsqueda del Rojo... pero conforme iba sabiendo más sobre la desconocida, más le atraía su misión; No sólo era portadora de la sangre de Trigon, si no que también era una émpata. No había conocido a ningún otro en toda su vida, sin duda sería interesante ver de qué eran capaces juntos...  Y de pronto, Trigon le inundó de promesas; Más poder que nunca, ser soberano en la tierra purgada... junto a ella. Su señor le honraba una vez más, esta vez entregándole a la sangre de su sangre, copado de regalos...

Cuando llegó el momento de hacer las preguntas, prefirió ser práctico y no dejarse llevar por la curiosidad. Ya habría tiempo de conocer a la heredera de Trigon. Reflexionó sobre su situación y entonces se alzó del suelo e inquirió al demonio:

- Sólo tengo una petición para tí, mi señor. Muéstrame a tu hija. Desconocía su existencia, y necesitaré saber qué apariencia buscar entre los mortales.

No pudo evitar sonreír. Su alma ardía en deseos de conocerla.