Sherpa time: ve haciendo el petate que nos vamos de excursión (Damian y Roy)

No vio venir esa respuesta tan lógica para la persona con la que estaba tratando. Sonrió con un gesto cable y conciliador en el rostro. No sabía muy bien por qué siempre se topaba con gente difícil. El clan del murciélago no era la familia más fácil para dialogar. No solo sus miembros más oscos eran complicados de llevar. Si él lo sabía muy bien. Desde su adolescencia había coincidido, convivido e interactuado con casi todos los miembros de esa pintoresca estirpe. Pero no se iba a hacer el remilgado, ese tipo de personas intratables era por lo general con quien más le agradaba tratar.

- Por eso, es hora de que vuelvas al nido. - ¿Qué hacía el menor de los Wayne en un intransitado parque sentado solitario columpio? Estaba claro que por la personalidad agreste y agresiva del muchacho muchos amigos no tenía. Pero tanto Bruce como Dick y Alfred estaban siempre muy pendientes de su príncipe árabe. en algunas ocasiones hasta Tim y Jason. Eran pocas o inusuales las veces que el actual Robin estaba sin la compañía de alguien de su familia.

Después de todo Damian no era un niño corriente. Había sido entrenado por la Liga de Asesinos desde su más tierna infancia. Había sido entrenado y tratado como un adulto cada segundo de su vida. era normal que no se considerase a sí mismo un niño. Pero ciertamente en muchas maneras lo era y necesitaba estar rodeado de sus iguales. También necesitaba estar con personas adultas que le sirvieran de ejemplo y le ayudarán a construirse como un adulto. No obstante, Roy entendía, y más por su experiencia con oliver Queen, que a esas edades se tienen diferencias de criterio con las figuras educativas y de autoridad. El papá Batsy era alguien un tanto intransigente y estricto que no admitía réplica en muchas ocasiones. Era inflexible y en general, no te permitía discrepar. Imponía su criterio y eso causaba muchas discusiones. se las había causado a Dick, a Jason a Tim en menor grado y por supuesto al pequeñín, que tenía un aire reminiscente al segundo y rebelde segundo Robin. por eso, comprendía que el menor necesitase un tiempo a solas.

Ahora el joven Robin estaba en una edad difícil. estaba a punto de entrar en esa edad de crisis personal que es la adolescencia. Esa etapa en la que el niño pasa a ser hombre. Ear un momento del desarrollo humano crucial y más para aquel joven que no había lo que se denominaba una niñez normal. Cuando el pelirrojo había conocido al quinto robin en la Wayne Manor este no sabía ni jugar a pases con un balón de fútbol americano. Algo que era muy básico en la cultura estadounidense. Pero ese Damian inadaptado socialmente era el de su mundo. No sabía si aquel chiquillo era el mismo que había conocido aunque sus maneras de mostrarse al mundo fueran idénticas a las del joven que él conocía.

- Y se puede saber qué haces en este parque o son secretos de Robins …-

Supe que quizás   me había adelantado a los  hechos al decir a este  atolondrado que soy  Robin.

- Por eso, es hora de que vuelvas al nido. -

Ajá, nido. Qué  gran sentido del humor culto y estudiado. Nótese mi ironía. Está siendo una época difícil, no solo por los cambios universales, personales e individuales. Estas fluctuaciones temporales me tienen perdido. No sé en quién confiar, aunque nunca he confiado demasiado en otra persona que no fuera yo. La duda está ahí. Quizás en  mi  espacio- tiempo habitual, habría llamado a Grayson, Batman, Alfred o ( y que me  perdone Rha’s ) a alguno de los pseudohermanos .

Hace tiempo conocí a Roy Harper. En aquel tiempo podría haber confiado en él. Busco con la mirada al perezoso arquero que tengo en frente. Parece lúcido,  y por  lo menos antes era un buen rastreador. Seguro que  puede engañar  para parecer confiable y entregado.

Subo mi vista al cielo, para aclarar mi mente.  Es hoy una  noche despejada, sin nubes, ni viento. La Luna está inundando con su luz el parque. Veo el metal de los columpios reflejar el destello del cielo como si fuera espejo.  Apenas hay ruidos, y puedo escuchar con perfección nuestro incómodo silencio. Vuelvo a observar a Harper, parece confundido, quizás por la situación. Seguro que le es difícil  soportar  estar tanto tiempo sin hablar.

Hubo una época atrás en la que colgué el traje de Robin. Más que nada porque  mi propia  familia Al Ghul  me quería muerto.  Las circunstancias  me llevaron a  adoptar la identidad de Redbird. Enfundado en un traje rojo y negro,  terminé haciendo equipo con Jason, para  poder seguir acechando en la oscuridad al crimen. Esta nueva condición de Robin incomprendido y desconocido, me  hace replantearme cambiar  de nuevo mis colores. ¿Volver  a  ganarme el respeto, confianza y cariño de los Wayne? Ya tienen otro Robin. Aunque no sea Ibn al Xu'ffasc.

Suspiro  con  pesadez, como si realmente pudiera echar toda mi incomodidad por la boca en forma de aire.  Pongo mi gesto serio e intimidante  para encarar al pelirrojo.


- Dejémoslo en que soy RedBird, debido a los últimos acontecimientos sería  confuso usar mi usurpado nombre . -

El pelirrojo vio como el árabe rodaba los ojos al escuchar su analogía. Por el gesto de desagrado del menor supo que le había parecido un comentario tonto e innecesario. El nombre de héroe, que había heredado de sus predecesores pupilos de Batman, hacía referencia a un pájaro. Por eso le pareció chistoso e ingenioso hacer referencia a volver a casa como un pájaro vuelve a su nido.  Que fallo. Como había desperdiciado una buena broma como un de esos Robins serios que no conocían lo que era el humor. Pero al arquero no le importaba mucho después de todo estaba acostumbrado a lidiar con personas de carácter tosco, grosero e impertinente. Pensaba que uno de sus puntos fuertes es que podía lidiar con esta clase de personas que otros consideraban que tenían una personalidad difícil y antisocial.

El muchacho estaba siendo bastante duro, hostil y obstinado. Muy igual que su sacro santo padre. Por algo se decía que el fruto no cae muy lejos del árbol. oh por todo  lo más sagrado esperaba no haber heredado ninguna de las costumbres de Ollie. Damian no había respondido a su pregunta y parecía estar cada vez más cerrado a comunicarse. Como amigo de los dos primeros petirrojos y de la familia Wayne, era su deber ético ocuparse del bienestar de aquel crío. Roy se sentó en el columpio de al lado del niño, miró al cielo. Aquella noche sin nubes se podían ver perfectamente las estrellas. Se meció un poco en el columpio.

-oh. Así que son secretos de Robins y como yo soy una flecha no puedo saber.- Dijo de forma simpática y humorística  al percatarse de que el hijo de Bruce Wayne le había ignorado olímpicamente. Quizá al moreno no lo hiciera ni la más mínima gracia pero era la única manera en la que podía intentar llegar a un entendimiento con el joven. Después de todo, Damian le llevaba ventaja en comportarse de forma borde y violenta. En el terreno del comportamiento resentido y hostil el menor ganaba.

Dejó de mirar el hermoso cielo estrellado para mirar el rostro del menor. Percibió la mirada nostálgica, ausente y confundida del pequeño petirrojo. Estaba como ausente y abstraído en sus pensamientos. Sentía un cierto regusto a tristeza impregnado en aquel joven. Sabía que algo no cuadraba. Lo supo al cetle aquí sentado solo en la noche. La familia murciélago se preocupaba mucho por el bebé de la casa nunca le dejarían deambular sin supervisión por las  sombrías calles de Gotham. Escuchó un largo suspiro escaparse de la boca del preadolescente.  Analizó las palabras que pronunció el jovencito. A través de lo dicho pudo suponer que otro chico  había ocupado el puesto del menor como Robín. Sinceramente el pelirrojo no podía imaginarse a otro chico en el lugar de Damian. Era duro que alguien te sustituyera. Sentirte despreciado y abandonado por tu propia familia.

- No sé muy bien que ha pasado, chico. Pero estoy seguro que hay algún lugar al que puedas llamar hogar.- Al menos lo esperaba porque sino tendría que acogerlo. Él no tenía dinero suficiente   para mantenerse a sí mismo, como para mantener a un niño rico.

- No sé muy bien que ha pasado, chico. Pero estoy seguro que hay algún lugar al que puedas llamar hogar.- Escucho decir al muchacho, intentando calmar la situación.

Chistes fáciles, una y otra vez. Este chico realmente tiene  una necesidad de atención  insatisfecha.  Aunque debo reconocer su esfuerzo por sacar tema de conversación en  una situación tan hostil.

Me tomo mi tiempo para pensar con tranquilidad. No tengo muy claro que hacer, resulta sorprendente que lo más  reconocible en este nuevo mundo para mí sean mis acompañantes  y el  estúpido amigo  Jason.  Este siempre solía confiar en el arquero de rojo, a pesar de los suplicios que le hacía pasar. Quizás debería dar una oportunidad al hombre que se ha preocupado por mí a pesar de no tener relación directa conmigo.

Realmente no estoy seguro de tener un hogar  en este panorama. Es decir, protegería con todo lo que tengo la mansión Wayne. No por sus muros sino por las personas que se albergan ahí. De otra forma estaría fallando a Alfred, corrompiendo el duro esfuerzo que supuso para él   mi adaptación.  No tengo  conocimiento social suficiente para  hacer una división satisfactoria entre lo que supone un hogar al que pudiera regresar y al que no.
Empiezo a maquinar  la idea de  buscar a otros de mis seres queridos.  Adoro a Alfred y me preocupo por el resto  de los  habitantes de la baticueva ,  pero tengo otros lazos afectivos. Quizás  debería intentar buscar a mi madre, Talia.  No sé en qué condiciones  está, pero lo más recomendable sea asegurarme de su estado y  descubrir si recuerda mi existencia  u ahora ocupa un rol distinto y no es el miembro honorable de la familia Al Ghul.

- Quizás deba seguir con la intriga de  no saber a dónde llamar hogar, para seguir cumpliendo con mis obligaciones. El deber sobrepasa los deseos personales. Mi encrucijada  se basa en no  poder denominarme como Robin,  pues alguien ocupa  ya mi legítimo  lugar. Es hora de recordar mis orígenes y ordenar mis prioridades. Quizás puedas contribuir  en mi búsqueda. Sun Tzu enseña que el caos proviene del orden, y que  un buen guerrero hace creer a sus enemigos lo contrario. ¿Eres acaso, arquero,  un guerrero digno  que hace ilusiones sobre su propia imagen? ¿Hay más de genio que de loco?.-

El hijo del murciélago se mostraba analítico, serio y extremadamente callado. Señas de identidad de su familia. ¿En qué estaría pensando el imberbe? Los pajaritos siempre tenían que hacerse los enigmáticos. roy miró de arriba a abajo al menor. Cada uno de sus movimientos y expresiones estaba contenido y calculado. Era alguien que medía cada uno de sus acciones y no se permitía tener ni un poco de espontaneidad. Ese era el niño al que Dickie adoraba. Se preguntó por qué. Era solitario, frío, cortante como mil navajas, arrogante y casi inexpugnable. o tenían nada en común. sus personalidades eran del todo contrarias. Sin embargo, parecía tan afín a ellos. Niños devastados con una infancia traumática o rota que ser vestían con sus mayas coloridas, salían a las callesa luchar contra el mal y querían creer en el héroe que era su mentor. Agarrados a un esperanza para frenar el vértigo, para no ser consumidos por el mundo que les quitaba la fe.  

Por los parcos comentarios del joven Wayne pudo entrever que el rol de Robín había sido asumido por alguien más. Puso cara de total sorpresa cuando descubrió la premisa. Alguien tenía que hablar con el líder del Batclan cada vez despedía a los pajaritos a una edad más temprana. En Gotham no faltaban niños preadoleacentes a los que adoctrinar como sidekick. Además Bruce era extremadamente pudiente por lo que podía apadrinar y apoyar a más de uno. Pero una vez que habías elegido a uno de esos huérfanos tenías que hacerte cargo del muchacho hasta que llegase a la edad adulta.¿Por qué a los héroes clásicos les gustaba tanto tener compañeros infanto-juveniles? ¿Sabían que los niños no eran una especie de mascotita?¿No estaba ya de moda tener un mini tú en el equipo? Estaba claro que Batman tenía una clara adicción con adoptar varones de ojos azules. sería algún tipo de trauma de su niñez, algún deseo insatisfecho o se identificaba con los niños del guetto que tuvieran ese perfil. Iba a tener que tener una charla muy intensa con el cabeza de la batfamilia sobre ese tema. Esperaba salir vivo de esa conversación. si había algo que le repatease tremendamente eran los mentores irresponsables que trataban a sus pupilos como criaturas de usar y tirar. Los niños no eran héroes de alquiler de los que te aburrías y buscabas un remplazo.

-Dignidad creo que no tengo mucha. Pero tengo otras virtudes.- Comentó con una sonrisa en sus rostro.- umm- puso un gesto pensante y dubitativo- Si tengo que escoger una de las opciones me declino por genio. Locos ya hay suficientes sueltos por Gotham.- Como el Joven Damian hablaba con esas palabras rebuscadas, rimbombantes y pretenciosas, Roy no entendió muy bien que precisaba de él. Sabía que ayuda pero no tenía ni idea cual era su cometido en aquella historia- Muy bien polluelo, ¿en qué puedo ayudarte?- dijo con su habitual tono entusiasta y amable.

Medito un poco en mi propuesta.  Necesito encontrar a mi madre. Después de todo estoy vivo  gracias a ella, y le debo mi herencia y mi futuro. Aunque no sé muy bien cómo encontrarla o si ella quiere  que la encuentre. Me ayudaría a pensar en mi  próximo movimiento,  saber cómo está.

-Verás, Arsenal. Estamos  ante una situación complicada y muy delicada. Nuestras próximas acciones repercutirán en el destino de otros. Y ningún movimiento debe hacerse en falso. Todas nuestras acciones deben de ser meditadas y comedidas. Me encuentro en una situación personal que dista mucho de la  vida que llevaba antes de la colisión. Como te habrás dado cuenta ( suspiro, porque sé que quizás no es tan listo y  puede no haberse percatado de lo que le cuento), ya hay un Robin. Aunque yo soy el legítimo dueño de esa identidad, debo pensar en el futuro de Gotham. No puedo promover un desajuste espacio- temporal. Si reclamara mi verdadera identidad como vigilante de la ciudad podría dar lugar a una serie de eventos desafortunados. Así que a partir de ahora te referirás a mí como Red Bird, o como Damian. Dejaremos  temporalmente mis lazos familiares a parte. -

Hago una parada dramática para esperar a que Arsenal asimile  todo la información que le  estoy dando.

- Como bien sabrás, mi madre, Thalia Al Ghul suele estar en alguna fortaleza de la familia  o en Nanda Parbat. No puedo llegar a mi destino, por los cambios geográficos que se han llevado  durante la colisión. Así que ni mi memoria ni las formas escritas para llegar,como la hoja invisible, nos pueden ayudar. Te pido que colabores conmigo para encontrar información sobre el nuevo camino, poder llegar hasta allí y ver de qué forma ha cambiado mi madre debido a los recientes sucesos. -

Miro pensativo a Roy. Sé  que Harper  acompañó a Jason hasta el Tibet. Estuvo con él en las puertas de Nanda Parbat y logró pasar sus murallas. Aunque me cueste reconocer que es un arduo  guerrero, sé que podrá  luchar contra la Liga de los Asesinos en igualdad de condiciones. Puedo  ver a través de él. Aunque su cuerpo esté descansando y parezca estar tranquilo e indefenso, veo como sus músculos se tensan al menor ruido, como escucha a través de cada sonido, como observa a través de la oscuridad. Todo en él me dice que está preparado para cualquier sobresalto, listo para la luchar.

Era muy usual en esa familia dar largas y usar más palabras de las necesarias para decir cualquier cosa. Siempre daban mil vueltas y adornaban sus mensajes con florituras para decir solamente lo estrictamente necesario. Aunque parecía que hablaban mucho, en realidad decían tan solo lo justamente necesario. De entre el lenguaje rebuscado y rimbombante del Robin, pudo extrapolar que alguien proveniente de otro universo había robado el lugar de Damián como principal Robin de Batman y había desplazado al joven de la familia Wayne. Cosa que le hacía hervir la sangre. Porque sabía lo que era que tu tutor te dejase abandonado. Conocía muy bien lo que era sentirse desplazado. Que alguien más te quite tu lugar en el mundo duele. Te hace sentir inútil, miserable y prescindible, como si tu existencia no le importase a nadie. Tener que aceptarlo se hace muy arduo y difícil. Supuestamente eran una familia, no podían dejar tirado a un menor de edad por alguien recién llegado. La visión del pelirrojo era que la Batfamilia tendría que aceptar a todos y cada uno de los miembros de los universos que les fueran llegando. Era algo impropio de una persona como Bruce, que tanto aprecio les tenía a sus hijos, dejar a uno de ellos en la estacada por mucho que no conociera al muchacho. Le resultaba bastante paradójico esa extraña cerradura de Batsy. Pues ese hombre en su universo tras enterarse que el pequeño era suyo le había llevado a la mansión Wayne. Para el Bruce de su mundo nuevos hijos y Robins eran como regalos de navidad. Se encogió de hombros. Eso era Omega cualquier versión ramdon estaba en el lugar de algún conocido o amigo. El mundo se había vuelto un caos aleatorio, donde todo y nada eran posibles a la vez y simultáneamente.

Aquel niño se sentía excluido de la familia que una vez le brindó un hogar. No tenía un lugar al que pertenecer. ¿Cual es el lugar al que regresa cuando todo lo demás falla y se desmorona? ¿A quién acudes cuando todos los que te rodean te falla? El joven mestizo quería volver con la única persona que a pesar de sus descabelladas ideas y su estricta crianza siempre le había acogido como al hijo pródigo que era. La única persona en el mundo que puede perdonar tus actos una y otra vez por más crueles y miserables que sean, la única persona en el mundo que puede quererte a pesar de todo, nuestra madre. No la de Roy, pero por regla general las madres solían ser las personas más fiables para sus hijos. Damián quería regresar con Thalía Al Ghul, su madre. Por eso precisaba su ayuda para llegar al recóndito lugar donde el Clan Al Ghul tiene su imperio escondido.

-Chico, nos conocemos de hace tiempo. Ahora estamos solos y no necesitamos de momento nombres en clave. Soy amigo de la familia desde tiempos casi inmemoriales, me puedes llamar Roy. -

Pensó un momento si era una buena idea en llevar al chico a Nanda Parvat. Ese lugar era un nido de villanos y asesinos con muy pocas buenas intenciones. Lo que sabía el arquero de Thalía es que sin duda era una mujer de armas tomar y no en sentido figurado. No estaba muy bien de la cabeza. No es que la cordura mental reinase entre sus conocidos y allegados pero sin dudar esa mujer los superaba con creces. Sin embargo, había criado a ese joven más años que Bruce. Thalia había cuidado de Jason en las primeras fases del proceso de resurrección. Sobretodo se había mantenido al lado del birdie en los estados de intensa rabia e incomprensión, los momentos más difíciles cuando alguien vuelve a la vida. Su querido amigo confiaba en ella. Sabía que como heredero del Demonio sería bien recibido tanto por ella como por el viejo Ras. No obstante, eso era lo mejor para Damian, volver con esa parte de su familia que tengas un muy poco calado moral y unas pretensiones Hitlerianas de conquistar el mundo y moldearlo a su antojo. Tampoco era bueno para un menor carecer de alguien que supliera sus necesidades básicas mientras crecía. Era más que evidente que él no podía ejercer un rol de figura paterna. No tenía ni los medios económicos ni la responsabilidad para esa labor. Suspiró.Él sabía muy bien cómo era ser el hijo desobediente e insurrecto. Recorrido daba muy bien esa sensación de enfado y repudio que producía el rechazo parental. Decidió que iba a ayudar al muchacho a llegar donde su madre. Si por un casual ella le parecía una persona irresponsable y un mal ejemplo se llevaría al menor de vuelta a Gotham y que se encarga su padre. Siempre podrían denunciar al murciélago. Es decir, había leyes que garantizaban el bienestar y la integridad de un menor. Siendo su hijo biológico seguramente ganase en un juicio.

Asintió con la cabeza aún un poco dubitativo. - Es hora de aventuras.- Estaba bastante emocionado. Le producía cierta ilusión. Roy tengas a trato con los dos primeros pajaritos del murciélago, se sentía por ello como alguien cercano a ese Clan y coincidir con alguien de esa familia siempre le brindaba un sentimiento cálido. Hacía tiempo que no emprendía ninguna hazaña con un Robin. - Un viaje al Tibet cuesta unos cuantos verdes. Espero que te diera la paga papi antes de que te mandase al exilio porque yo soy un tirao.-

Damian miró con asombro a Roy. Su inexistente capacidad de sustentador económico era palpable.
- Mi padre, El Señor Wayne, no ha sido mi principal sustentador económico a lo largo de toda mi vida. Aunque, por derecho  me pertenezcan  las fortunas de  la familia Wayne y la de  los Al Ghul.  Yo tengo mi propio poder, poseo riquezas  ganadas  en las misiones como  miembro de la Liga de los Asesinos.  Aunque por desgracia, ahora no puedo disponer de ellas. Sería una pérdida de tiempo  ir a buscar mi dinero, que está guardado junto al resto de mis pertenencias en un lugar recóndito.
Poseo  en la actualidad algunos objetos de valor, que puedo sustituir por dinero,  y el metálico de mi cartera. Lo cual nos es suficiente para pagar el viaje.  
Una vez acordado el tema económico del viaje, debo de recordarte que  vamos a un lugar con normas propias. No son el tipo de personas a las que estás acostumbrado. La Liga de Asesinos está formada por  un ejército  de  élite, seguidores de Ra’s .  No sabemos  si somos bienvenidos.   Como legítimo heredero,  no debería tener problemas al ir. Pero no sabemos si estas nuevas circunstancias han dado lugar a un cambio en el poder en Nanda Parbat . -

Damian se tomó un momento para pensar sobre su futuro viaje. Siendo conscientes de la inmensidad de la situación.  Muchas cosas habían cambiado, y muchas cambiarían con el tiempo.  Apreciaba a su abuelo Ra´s,  él  junto con su madre le habían enseñado  todo hacer  de su faceta como guerrero.  Sabía que Roy era un experto arquero y que se desenvolvería bien en el campo de batalla, y como espía.  Pero  tener una perspectiva  real y  hacer un pronóstico del viaje asegurarían  su bienestar.



-Roy, no dudes. Te veo  bacilar sobre nuestro viaje. La duda lleva al fracaso.  He encontrado un lugar abandonado donde he previsto alojar a mis acompañantes.- dijo Damian señalando a Goliath, Batcow, Titus y Alfred – Está todo  preparado para mi partida. -

Al contrario  que a Damian, a Roy no se le había enseñado tener una economía  solvente. Oliver era bastante despilfarrador y no sabía  cómo ahorrar. El arquero no había tenido nunca a nadie que le enseñase a prever y a guardar dinero por si llegaban las vacas flacas. Sí que sabía formas de conseguir alimento y refugio pero a un nivel básico. No como crear una fortuna de la nada y mantenerse económicamente solvente.

Una de las innumerables  destrezas del menor de los Wayne era la de prosperar. Sabía cómo sobrevivir y hacerlo de forma acomodada. No como el de ojos verdes que había subsistido cual rata callejera, siempre conformándose  con las migajas del pastel. Había en el quinto Robin unas enseñanzas y una ideología  muy diferente de la que tenía Arsenal. Los Wayne y los Al Ghul no sobrevivían, domaban la vida y la encauzaban para no sólo tener lo suficiente para subsistir. Conseguían dotarse de una cuantiosa suma de recursos que les hacía encumbrarse una y otra vez. Quizá era lo que algunos denominaban mentalidad de hombre rico y mentalidad de hombre pobre. Gracias a esto el árabe tenía recursos con los que podrían emprender el viaje hasta las tierras del Tibet donde se situaba la endiosada ciudad de Ra´s.

- Eres rico y además un genio en hacer dinero, me ha quedado claro. Yo tengo el talento de gastarlo.- dijo en un tono humorístico. Porque aunque el menor era un joven tremendamente serio e irónico, las bromas y chistes malos de Roy no iban a acabar.

-En eso sí que puedo ayudarte. Conozco los sitios donde te darán más dinero por tus objetos y aunque siempre van a intentar llevarse el mejor acuerdo para ellos, como era cliente regular y me conocen no serán tan usureros.-

Los dos varones se encaminaron a una casa de subastas cercanas. el pelirrojo conocía aquel lugar de las veces que había tenido que empeñar objetos robados o hallados por casualidad en sus tiempos como niño de la calle o adolescente mendigo en la dura ciudad de Gotham.

“ Roy, no dudes”. Pues ya lo llevaban mal porque dudar era un imperativo categórico para él. Estaba indeciso porque si bien Talía era la madre del menor, tenía unas enseñanzas y una actitud materna bastante desaconsejables. No obstante, ella se había ocupado de Jaybird en tiempos de necesidad y le guardaba un gran cariño por ser hijo adoptivo de Bruce. Suponía que al tratarse el pequeño Robin de su descendiente, le tratase de igual modo.   Así que, seguramente sería lo más lógico pensar que la espectacular fémina tendría hacia su propia prole al menos ese cuidado y ese  amor por ser hijo del murciélago. Damian era un hijo querido por los Al Ghul, era un heredero. El arquero sabía como iba ese concepto en la Liga de Asesinos. Al que estaba destinado a reinar se le perdonaba cualquier desacato. Eso le hacía sentirse un poco más cómodo con la idea de dejar al menor con sus malvados parientes.

Cuando llegaron a la casa de empeños, en el mostrador se encontraba un hombre mulato de gran envergadura  de unos profundos ojos azules. El contraste de sus rasgos  llamaba mucho la atención; su piel oscura y sus ojos claros. Roy conocía a aquel hombre, era Regi. Regi era un tipo duro pero no muy buen negociador, habían tenido un poco de suerte. El pelirrojo se puso a negociar con el mestizo. Al cabo de un rato pudo sacarle una buena suma de dinero por los objetos que el heredero Wayne había decidido empeñar. Una vez que dispusieron de efectivo y hubieron dejado a los animales del muchacho en un lugar seguro, Arsenal y Robin se encaminaron a Nanda Parbat.

Los objetos que deseaba vender no tenían más valor que el económico. Sabía con certeza que aquel muchacho lograría un precio  decente en la casa de subastas.   Quizá podría obtener más  dinero después de encontrarse a Ravi.  Su fiel sirviente había ayudado durante toda su vida  a la casa Al Ghul, y los últimos años había  protegido sus pertenencias.

Roy consiguió  una suma de dinero considerable después de  negociar duramente.  Obviamente era un chico  con dotes callejeras.   Damian se alegró internamente  de conseguir tal compañero para una travesía poco ortodoxa.  Los siguiente sería dejar a  Ravi a cargo de sus compañeros más peludos.  Tenía sentimientos encontrados por tener que  despedirse temporalmente de ellos  en este nuevo mundo en el que él resultado un desconocido para todos, aun siendo consciente del grave peligro que corrían  cerca de Nanda Parbat.  Su seguridad era lo más importante,  y Ravi   tenía toda su confianza. Esperaba que nada pudiera  hacerle olvidar  su persona. Quizá en otros universos y en otras circunstancias Ravi hubiera  tenido una vida distinta alejada de los Al Ghul,  con una familia propia y con deberes  distintos.  Lejos de aquella isla remota y   sin  ataduras de por vida.


El camino que les esperaba era  arduo y  laborioso. No sería la primera vez que llegaba hasta allí. Pero su recién estrenado compañero había logrado llegar sin indicaciones a Nanda Parbat.  Por lo que resultaba una buena simbiosis el nuevo equipo formado. Con sus  grandes capacidades y su experiencia en el recorrido podrían llegar sin problemas.


Por suerte, la búsqueda de Thalia había empezado desde la colisión. Por lo que  ya había   logrado  comunicarse con Ravi  desde hace días.  Habían acordado esperarse en la ciudad cuando hubiera estado  preparado. Era consciente de que dada las nuevas circunstancias no podía  hacer frente al viaje solo, porque había esperado hasta encontrar a alguien.
Cuando todo comenzó,  Damian  intentó comunicarse con todos los seres a los que conocía de antes. Ravi había sido el único que había respondido a su llamada. Contento de poder acudir a alguien cercano, había esperado con paciencia el momento oportuno.
La situación era propicia,  tenía dinero,  un  acompañante para el viaje y sus amigos estarían seguros  con alguien de confianza.

Simplemente tuvo que acercarse al punto de encuentro con Ravi  para despedirse, duramente,  de los peludos.  Con algo más de efectivo en sus bolsillos, se adentró en  una nueva aventura con el  amigo de Jason, en busca de su madre en un  mundo desconocido.

El pelirrojo, aunque  no era alguien muy pícaro, sabía de los tejemanejes de las calles. Con lo que aprendido  al vivir por su cuenta en Gotham, pudo conseguir un buen precio por los objetos que le entregó  Damian Wayne. Una vez con el dinero en mano, los dos varones partieron rumbo a la isla de los Al Ghul.

En el viaje Roy se había aburrido bastante. El pequeño  pajarito se había montado en el avión privado que habían  rentado y tras asegurar a Goliath, Pennyworth y Titus, se había sentado en su asiento, se había puesto los auriculares  y había puesto la música a todo volumen para no escuchar el parloteo superficial  del amigo de sus “hermanos” mayores.  Aunque  el pelirrojo  pilotaba el vehículo y tenía  que estar centrado en su labor, no habría despreciado  algún tipo de conversación. Fuera del tipo que fuera. Sabía  que con el menor de los Robins nunca había  temas superficiales. El hijo de Thalia solo sabía insultar o filosofar sobre los temas más  arduos de la existencia.

Una vez en la propiedad de aquella  la dinastía de la que descendía el hijo de Bruce Wayne por vía  materna, dejaron los animales del actual  Robin a su fiel criado. Ravi era un hombre ciego pero se las arreglaba mejor que cualquier persona vidente. La dedicación y devoción   de aquel hombre a los miembros Al Ghul eran tan grandes que había  sido el fuego que había quemado los obstáculos creados por su discapacidad  física. Embarcaron de nuevo en la aeronave y el pelirrojo  la condujo hasta las montañas de Tíbet.

Antes de adentrarse en las regiones montañosas del Himalaya, Roy y Damian se cambiaron sus ropajes  a unos más acordes a las condiciones  del lugar. Se pusieron botas, pantalones y chaquetas de montañoso. También  tuvieron que preparar unas mochilas con provisiones y mantas por si tardaban en llegar.  La dificultad  de aquel periplo no residía solamente en el complejo entramado y empinada ruta de montaña. Además de esa complicación, se le sumaba que no existían  mapas que detallasen cómo llegar a la urbe. La ubicación  era secreta y casi inalcanzable  para quien no hubiera estado ya allí.

Empezaron a ascender por la senda. Desde el pie a la cima el camino era tedioso y largo. Los dos muchachos tenían tanto la formación física como psicología para enfrentarse a aquel enrevesado recorrido. Desde el comienzo del ascenso, el arquero  fue guiando la expedición.