Casting de Barry Allen

La gran casa de la opera de Central City. El aforo había sido cubierto plenamente aquella noche. Era la primera representación de una gira por todo Estados Unidos y nadie que fuera conocido en la ciudad se la perdería. Las entradas llevaban agotadas desde hacía meses. En los palcos empresarios, políticos y otras celebridades esperaban ansiosos con sus mejores galas que diese comienzo el espectáculo. Entre bambalinas lejos de las vistas de todos seis figuras ultimaban su trabajo. Aquella noche la obra sería otra.

Todos asintieron de acuerdo en mayor o menor medida. Entre los asistentes sabían que se encontraba el comisario jefe de la ciudad y el alcalde en persona. En el exterior había veinte agentes uniformados velando por la seguridad del evento, una docena más en el interior, sin contar a los que se hallasen de paisano entre el público; más algún que otro guardaespaldas y la seguridad privada del propio recinto. Si actuaban rápido podrían reducir a los problemáticos y cerrar todos los accesos antes de que fuesen a más, después solo tendrían que recaudar y largarse. Aquella noche la opera atesoraba joyas suficientes para que el golpe fuese más lucrativo que robar diez bancos. Los Rogue dejarían huella una vez más en Central City.

Capitán Cold dio la orden y cada uno se dirigió a tomar su posición. Él y Heat Wave cubrirían las salidas mientras el Capitán Boomerang y The Top se encargaban de los laterales, incluyendo los palcos. Mirror Master se encargaría de las gradas y la plebe. El escenario era, por supuesto, el terreno de Abra Kadabra. De todos los miembros de los Rogue presentes él era el único que no estaba allí por el dinero. No, él no era un ladrón, era un mago. Si hacía desaparecer las posesiones de otros era porque tenía el poder para hacerlo. Si estaba allí era porque tenía un público y él les daría su espectáculo.

La orquesta estaba lista para empezar a tocar. Las luces de la opera se oscurecieron y los murmullos de los asistentes fueron apagándose paulatinamente justo hasta reducirse a meros susurros cuando el telón se levantó y los focos se encendieron iluminando es exclusiva el escenario. Antes de que los primeros actores saliesen una voz retumbó por toda la sala seguida de una explosión de humo en el centro de la madera.

¡Abra Kadabra!

La figura del criminal salió del humo que se dispersó en cuestión de instantes. Antes de que nadie pudiera reaccionar todas las puertas del patio fueron cerradas al unísono y el resto de luces volvieron a encenderse. Junto a cada puerta un Mirror Master aguardaba con una pistola de rayos en la mano sonriendo. Los agentes uniformados que las cubrían yacían inconscientes. Cundió el pánico.

- Damas y caballeros... Para mi siguiente número haremos un clásico, leeré la mente a alguien de entre el público, de hecho no será a uno solo. Después haremos el clásico número de desaparición. Si no quieren desaparecer les desaconsejo pensar en hacerse los héroes. Para nuestros invitados más insignes, mis ayudantes pasarán en unos instantes por sus sitios para cobrar el pago por el espectáculo. Dejen todas las joyas de valor y nadie saldrá herido. Si piensan que pueden ocultar alguna... Necesitaré más gente para el próximo número.

El mago buscó con la mirada entre el público. No tardó en encontrarlos. No hacía falta magia para reconocer a los policías entre el público, destacaban como luciérnagas en la noche, pero tener lo último en detectores de metales del siglo LXIV ayudaba a localizar las armas reglamentarias.

- Teniente Edward Brennan, yo de usted no haría lo que está pensando, su dulce Mary está sentada a su lado y no querría que le suceda nada malo. El joven Oliver espera a sus padres en casa, ¿me equivoco?

Abra Kadabra sonrió ampliamente mientras jugueteaba con su perilla. El policía se detuvo paralizado de miedo. Antes de que hiciese una estupidez Mirror Master se aproximó a él y lo desarmó. Parecía que por el momento los agentes de paisano estaban controlados. Había demasiados rehenes para hacer una tontería. En los pasillos se oía ruido de combate pero no duró demasiado. The Top y Capitán Boomerang habían derrotado sin problemas a cuanto quedaba de la seguridad. Heat Wave había derretido todas las puertas metálicas lo suficientes para que no se abriesen ni con un abrelatas de su tamaño y un muro de hielo cerraba el paso a la mayor parte de ventanas como a la puerta principal. El edificio estaba completamente aislado y el robo seguía su curso. En unos minutos habrían terminado.

Un borrón escarlata cruzó uno de los pasillos de la Opera. La bolsa con las joyas cayó al suelo y el sonido de varias peonzas explosivas estallando cerca alertó a los Rogues. Abra Kadabra acercó su mano al comunicador en su oreja y la voz de Cold sonó gelida como el hielo.

- Está aquí. Hemos perdido a The Top.

Abra Kadabra sonrió más si cabía. Lo que para el resto del grupo era el mayor contratiempo imaginable para él era una oportunidad. La de hacer desaparecer a Flash.

- Damas y caballeros, nos acercamos al gran número de la noche. Para el cual no necesitaré uno ni dos voluntarios, sino a todos ustedes. No se molesten en rechazar la oferta, van a participar en el mayor número de magia jamás visto. Harán historia.

- Detente Abra Kadabra. Tus imitaciones de Houdini han ido demasiado lejos. - sentenció la figura roja junto a una de las puertas del patio.

Los rehenes rompieron a hablar entre ellos al reconocer al hombre más rápido vivo. El héroe de Central City. Barry Había tenido que vibrar para atravesar la puerta cerrada sin alertar a nadie pero una vez hecho eliminar de un golpe a uno de los hologramas físicos de Mirror Master había sido sencillo. Abra Kadabra estaba rojo de ira. No soportaba la mera mención de Houdini. Todo era una burla a sus habilidades.

- ¡Silencio!

Barry no esperó a que el falso mago contase sus planes y echó a correr. En segundos había acabado con todos los hologramas de Mirror Master a puñetazos. El original no surgió por ningún lado. Aquello no le gustaba nada, pero el ilusionista se revelaría tarde o temprano. En aquel instante la verdadera amenaza era Abra Kadabra. Cruzó las escaleras del patio y subió al escenario para noquearlo pero el mago pulsó un botón de un diminuto mando antes de que lo derribase. En el suelo rió satisfecho mientras un extraño campo de energía comenzaba a envolver al público.

- ¡Llegas tarde, Flash!

- ¡¿Qué has hecho Abra Kadabra?!

El mago se limpió la sangre de la boca mientras miraba al velocista. Barry no perdió una sola décima de segundo y trató de averiguar la naturaleza del artefacto y de aquel campo. No podía atravesarlo, el público estaba atrapado en efecto y el dispositivo solo activaba lo que fuera aquello. No lo detenía.

- Un mago no revela jamás sus trucos. Solo admitiré que pronto habrá hecho desaparecer al público mismo.

Barry agarró el cuello de la camisa del criminal.

- !Detenlo!

Abra Kadabra sonrió. De todos los Rogues era el más calificado para engrosar una institución sanitaria. Barry lo soltó de nuevo tras propinarle un par de golpes más y despojarle de todo lo que llevase encima que pareciese peligroso o extraño. No parecía que incluyese una solución mágica para sus problemas. Regresó a la linde del campo de fuerza. Él se movía más rápido que ningún ser humano pero desconocía si tenía tiempo suficiente para detener lo que hiciese aquello. Acercó la mano y chispas azules salieron en su caza entumeciéndole el miembro. Era algún tipo de distorsión espacial. Aunque no podía llegar a entender por completo la tecnología que utilizaba Abra Kadabra aquel dispositivo debía ser alguna especie de teleportador y había dado al botón de llevarse a todo el mundo. Hacer desaparecer al público... Entonces reparó en ello. Recorrió en menos tiempo del que lleva un suspiro la sala y encontró tres aparatos extraños en los extremos del campo. El mago necesitaba triangular a sus víctimas, ese era "el truco". Ya tenía el teleportador instalado en la Opera antes de que siquiera empezase el número. No le quedaba tiempo pero sabía que hacer. Comenzó a correr.

Utilizando paredes y techo mismos para tomar velocidad Barry se convirtió en un torbellino que rodeaba el campo. Cuando alcanzó suficiente golpeó a la vez los tres aparatos. Por un instante dudo, pero funcionó. Había parecido una eternidad pero solo habían sido tres segundos. El campo se diluyó y nadie desapareció. Calculaba Abra Kadabra no debía tener control alguno del destino de las víctimas para un grupo tan grande. Habría sido una carnicería si alguno hubiese acabado a más de 6 metros del suelo o en medio de una pared. La gente aplaudió aliviada. Barry levantó la mano agradecido.

- ¡Nos vemos Central City! - sentenció antes de desaparecer a toda velocidad por una de las puertas ahora abierta.