Prueba de rol de Nightstar

“Mami, mami, ¡esa chica tiene los ojos raros!”

X’hal. Ya empezaban. ¿Por qué se le tenían que haber roto las gafas? ¿Por qué demonios había tanta gente en Gotham aquel día? Mar’i suspiró y apretó el paso, reprimiendo las ganas de simplemente echar a volar y alejarse de todo.
Era siempre lo mismo, estuviera donde estuviera. Ya fuese en la Tierra o en Tamaran, ella siempre iba a destacar, y no precisamente para bien. Generalmente le daba lo mismo, pero cuando todo el mundo se la quedaba mirando, era irritante. Por eso siempre llevaba gafas de sol y el pelo recogido cuando estaba en la Tierra. Y le molestaba, por supuesto que le molestaba. ¿Por qué tenía ella que taparse porque a cuatro idiotas les molestara que fuera medio alienígena? Aún recordaba cuando de pequeña le preguntaba a su madre por qué tenían que esconderse… y lo mucho que la confundía que ni siquiera ella le pudiera dar una respuesta. Porque no, no le valía eso de “la gente no lo entenderá”. ¿Por qué no lo iban a entender si se lo explicaban? Al fin y al cabo, su padre, su abuelo… ninguno de ellos venían de otro planeta, y sin embargo no tenían ningún problema en entenderlo. Pero, por supuesto, eso sólo lo pensó hasta la primera vez que intentó jugar con un grupo de niños en un parque. Ahí fue cuando comprendió la parte que su madre se había callado: que no era sólo que la mayoría de la gente no lo entendiera, sino que nunca lo iban a querer entender. Para ellos era un bicho raro, y para los padres, un peligro al que no querían exponer a sus hijos. Nunca volvió a intentar jugar con desconocidos.

Apretó un poco el paso, queriendo volver a casa tan rápido como pudiera. Al fin y al cabo, había dulces esperándola, y tenía que regar sus plantas, y Mar’i quería convencerse a sí misma de que ésa era la razón de su prisa, y no las miradas de la gente. Ése no era el motivo, por supuesto que no. Ya estaba acostumbrada, o eso procuraba decirse a sí misma. Además, todavía tenía que entrenar, porque la semana anterior le habían dado una soberana paliza. Cosa que, por supuesto, Mar’i no pensaba admitir, ¡de eso nada! Pero había planeado cuidadosamente su revancha para aquella sesión de entrenamiento, y esta vez no iban a poder con ella. Y luego también quería llamar a su madre. Procuraba llamarla todos los días, porque no podía contar con que ella se fuese a acordar, y Mar’i no se quedaba tranquila si no hablaba un poco con ella cada día y se aseguraba de que estaba bien. Se le hacía duro tenerla tan lejos. Con su familia de la Tierra era, quizá, algo distinto, porque estaban cerca y en un segundo podía asegurarse de que estaban bien, de que nada malo les había pasado. Podía ir a verles si venían de una misión y quedarse tranquila al ver que habían vuelto. Que seguían vivos. Pero su madre estaba demasiado lejos para que fuera tan fácil asegurarse, y, a pesar de que cada vez que hablaban Koriand’r le aseguraba que estaba bien, que no le iba a pasar nada malo, que no se iba a morir, Mar’i no conseguía calmar su angustia. Y era exactamente igual cuando se iba a Tamaran a pasar una temporada: si no hablaba con todos los miembros de su familia cada día, no se quedaba tranquila. Sabía que tenía que sacarse aquellas ideas de la cabeza, pero no era fácil… no cuando casi todas las personas que formaban su familia habían perdido a sus padres.

El pitido de su móvil la sacó de sus pensamientos, y lo miró mientras cruzaba el camino de gravilla que llevaba a su hogar. Pero ya no caminaba encorvada, intentando ocultar su mirada de todos los que pasaban. Ahora estaba en casa.


Tendría que haberse imaginado que algo iba mal. Tenía que haberlo supuesto. Eso sería lo que se repetiría a sí misma constantemente días después.

Fue al abrir la puerta que reparó en que algo no iba bien. La casa era distinta. Al verla por fuera, no había notado nada, pero por dentro no era la misma casa que conocía. Y aquello ya disparó todas sus alarmas; allí estaba pasando algo que ella no comprendía.
Recorrió todos los pasillos de la planta baja, pero no veía a nadie. Y cada lugar por el que pasaba tenía diferencias, cosas que antes no estaban allí. Con el corazón en un puño, Mar’i subió volando las escaleras, en busca de su cuarto, pero, cuando llegó a donde estaba la puerta, no vio sino un armario de escobas. Allí no había nada.
Se dejó caer en el suelo, con el corazón latiéndole desbocado. ¿Dónde estaba todo el mundo? ¿Dónde estaba su habitación? Era como si nada de lo que ella conocía existiese allí. O, más exactamente… como si ella no hubiese existido nunca.
Pero no, eso no podía ser. “Vamos, Mar’i, intenta pensar con lógica” se dijo a sí misma en un intento de calmarse, pero sabía de sobra que la lógica no servía de nada en ese tipo de situaciones. Rebuscó frenéticamente en sus bolsillos, intentando encontrar el comunicador que empleaba para hablar con su madre, pero por más que presionó el botón, el maldito cacharro no se encendía. Llena de rabia, lo estampó contra el suelo, rompiendo la pantalla en mil pedazos, pero ni siquiera eso consiguió calmarla. ¿Cómo iba a hacerlo? ¡Todo lo que conocía había desaparecido!
Tenía que encontrar a alguien. A su padre, a quien fuera. ¡Alguien tendría que darle alguna solución a lo que le estaba pasando! A lo mejor sólo era un error… o una broma pesada. Sí, a lo mejor le estaban intentando gastar una broma… pero eso no explicaba lo del comunicador.

Respirando hondo, se puso en pie con cuidado, dejando los restos del comunicador roto esparcidos en el suelo. Las piernas le temblaban de tan nerviosa como estaba, pero consiguió acercarse de nuevo a las escaleras, y fue entonces cuando les vio. En la entrada, junto a las escaleras, pero ellos no podían verla a ella. Y Mar’i sólo quería gritar. Porque aquellas personas que estaba viendo eran miembros de su familia… pero no lo eran. O al menos no eran la familia que ella había conocido.
Se dio prisa en esconderse de nuevo en el piso de arriba, donde no podrían verla, mientras intentaba mantener la cabeza fría para poder pensar. Porque si aquella no era su casa, ni aquella era su familia… ¿dónde estaba?

Sus pensamientos volvieron a los últimos sucesos que habían ocurrido. A lo último que había vivido. Kansas, todos aquellos horrores… ¿acaso eso no estaba sucediendo en donde quiera que estuviera? Abajo todos parecían demasiado tranquilos para estarse enfrentando a un desastre así. Y eso sólo podía significar que no. Que allí no estaba sucediendo. Que mientras ella estaba allí, en ese lugar desconocido, su familia podría estar muriendo. Todos sus seres queridos podrían estar en peligro, quizá muertos. Y, a pesar de lo mucho que estaba intentando que nadie se enterara de que estaba allí, Mar’i gritó. Gritó por todos aquellos a los que quizá jamás volvería a ver. Y gritó por ella misma, encerrada en un mundo al que no pertenecía y sin saber cómo volver a su hogar.

Bien, Mar'i, en tu prueba de rol decías que se sabía muy poco de la infancia y adolescencia de éste personaje, y después de leer por encima casi todas sus apariciones he de confirmar éste hecho, ya que sólo tenemos breves flashbacks para mostrarnos su infancia. A menos que algo se me haya escapado deduzco pues que no te basas en ningún cómic específico en el que aparezca la infancia y adolescencia de Mar'i, sino que pretendes recrearla tú en base a lo que conoces del personaje, corrígeme si me equivoco.

Respecto a la prueba en sí, tengo que hacerte algunas matizaciones. Vayamos por puntos:

1. Lo que me muestras aquí es su vida antes de Omega. Sobra decir que tu Dick no es nuestro Dick, y tu Batman no es nuestro Batman (nuestro Dick de hecho tiene 22 años, si no recuerdo mal). Eso significa que toda la realidad que me narras en la prueba no se aplica a Omega. La princesa Koriand'r desapareció tras la Colisión, el Dick que existe en Omega es una versión más joven que la que tú conoces y nunca ha tenido una hija, y nuestro Batman es también una versión completamente diferente a la que tú conoces, por tanto no podrías vivir en la mansión Wayne (sobre esto, por cierto, ¿de dónde lo sacas? Porque no me queda claro del cómic que estuvieran viviendo en la mansión Wayne, ni que vivieran con el abuelo) ni tener ningún acceso a los recursos de Bruce. Para la mayoría de habitantes de Omega (salvo los que procedan de Tierra 22 como tu personaje) serías una completa desconocida, y nadie le cede sus recursos a un extraño de buenas a primeras. Dichas relaciones y lazos familiares los tendrías que trabajar on-rol.

2. Tu prueba de rol me ha parecido muy cortita. Justo cuando creía que iba a empezar la historia en sí, va y se termina, y no he visto en ella prácticamente ninguno de los rasgos que definen la personalidad de Nightstar según los cómics. Según he podido ver de ella, ha heredado el carácter pasional e impulsivo de su madre (cosa que no se refleja en tu prueba) y le tiene un miedo irracional a la muerte por el hecho de que su padre fuera humano y mucho más débil que ella, que eso si lo reflejas (¡muy bien!). Lo que he visto en tu prueba de rol me ha parecido en general demasiado estándard, carente de personalidad. Podría haber sido un día corriente en la vida de cualquier adolescente con características que le hicieran diferenciarse de los demás, como por ejemplo un mutante. Creo que te ha faltado desarrollar la prueba un poquito más.

Por ello te hago la siguiente propuesta: ¿por qué no continúas narrando la historia y contando lo que ocurre a continuación? Podrías introducir el tema de la Colisión y cómo eso afecta a tu personaje; cómo acabas en un mundo completamente nuevo y desconocido en el que las personas no son las mismas que tú conoces. Podrías ir a buscar a tus compañeros y no encontrarlos, llamar a tu madre y no conseguir contactar con ella, etc etc. ¡Échale imaginación! Recuerda que éste es un foro narrativo, y es divertido explorar las diferentes facetas del personaje.

Dale un empujoncito más, estoy segura de que se te pueden ocurrir mil cosas  

¡Un saludo y ánimo!

¡Ya he hecho los cambios, gracias por la corrección!