Boris llegó a las instalaciones temprano, como todas las mañanas. Resultaba difícil llegar tarde cuando vivía a apenas ocho kilómetros de las mismas, dormía como máximo cinco horas diarias y no tenía ningún hobby. Saludó al mismo guardia de todos los días, fue chequeado igual que todos los días y un guardia le indicó el camino hacia el sector Alfa, también igual que todos los días. Cada vez que se cruzaban con algún científico, técnico o soldado que rondase los pasillos tan temprano podía percibir como éstos le rehuían la mirada sin ni siquiera posar sus ojos en ellos. En aquel lugar todos temían a Boris Bullski, temían su fuerza y sobre todo temían su ira. Todos menos…
…el hombre trajeado.
-Llegas a tiempo, Boris –le comentó, apoyado junto a la puerta de su sala de laboratorio con los brazos cruzados. Nadie sabía cómo se llamaba en realidad, y aunque llevaba una tarjeta identificativa con el nombre “Klaus” en el dorso de la chaqueta Boris sabía que era un falso apodo –El proyecto Stark está terminado.
La noticia le cogió por sorpresa. En realidad no habían puesto ninguna fecha para la finalización del proyecto, pero contaba con que faltarían semanas o incluso meses. La alegría que sintió al oír que toda la preparación y esfuerzo invertidos habían dado por fin sus frutos no consiguió arrancarle una sonrisa, pero su mirada traslucía un brillo acerado y renovado del que carecía desde hacía tiempo.
-¿Terminado? ¿Seguro? ¿Y las pruebas?
-Boris, Boris, Boris… Tienes que aprender a confiar un poco más en mi labor. Yo no cometo errores –respondió con una mueca –Si digo que el proyecto está terminado significa que está terminado, pruebas incluidas.
Como Proyecto Titanium Man le había parecido a Klaus un nombre demasiado obvio habían optado finalmente por Proyecto Stark, que a Boris le seguía pareciendo demasiado obvio y además un innecesario halago a la egolatría del millonario, pero había tenido el sentido común de guardar silencio. Nadie le llevaba la contraria al hombre trajeado en las instalaciones, ni siquiera él.
-¿Puedo ver la armadura? Estoy cansado de hacer simulaciones, quiero usarla de verdad.
Aquello debió de parecerle muy divertido a Klaus, ya que sonrió ampliamente, una sonrisa lobuna que incomodó a Boris, pero finalmente abrió la puerta del laboratorio y encendió las luces. La sala entera titiló varias veces antes de iluminarse por completo.
-Vuestros recursos no pueden superar a los de Tony Stark –declaró el hombre trajeado sin inmutarse, como si aquello fuese un dato de lo más intrascendente. Tenía la costumbre de nunca incluirse a sí mismo en sus declaraciones cuando conllevaban malas noticias –Sin embargo, podemos enfrentarlos. Enfocando su armadura como un arma, podemos crear un arma mejor. Una más letal.
Con un movimiento de muñeca abrió paso a Boris hacia la sala de control, repleta de ordenadores pero vacía de científicos. En el centro, instalada dentro de un panel de cristal reforzado, esperaba la armadura, gigantesca, colosal, titánica, imponente. Los dos enormes ojos del casco estaban apagados, a la espera de que la energía les devolviese la vida, y el color verde que recubría la coraza brillaba con la intensidad de lo nuevo. Sobre el hombro derecho destacaba la presencia de un gran cañón. La contempló extasiado de un modo primitivo y guerrero. Había visto fotos del prototipo antes, pero tenerla frente a él era totalmente distinto. Parecía sencillamente invencible.
-Hemos imitado las características principales de su armadura y las hemos adaptado a nuestro propio sistema de combate. Cuenta con propulsores, turbinas y un centro de energía basado en el reactor ARK, por supuesto; pero también es más fuerte y resistente que la armadura de Iron Man. Además de eso hemos añadido rayos de plasma teledirigidos, mucho más letales que los cañones de energía de Stark y con una potencia de impacto de 27kg de TNT a 12 metros. El cañón de riel montado en el hombro derecho puede disparar tanto una cinta de fuego rápido de ametralladora pesada como proyectiles de MK19.
-¿Qué hay de los comandos por voz?
-Están implementados, pero hemos trascendido la necesidad de una IA como intermediaria. Iron Man requiere dos cerebros para funcionar, pero Titanium Man sólo necesitará uno, el tuyo –señaló a Boris, como si quisiese reafirmar sus palabras –La armadura responderá de manera automática a todas las órdenes que le mandes con un retardo de apenas 0,1 segundos.
Boris meditó tan solo un instante sobre las posibilidades ampliadas que ofrecía el uso de una inteligencia artificial, pero rápidamente aplastó ese pensamiento y lo desechó. Si el hombre trajeado había decidido que no era necesaria, significa que no era necesaria y punto. Asintió y esperó a que prosiguiese.
-¿No te preguntas cual es tu misión, Boris?
-Me lo pregunto –respondió, algo molesto por el tono –Destruir a Iron Man. Stark.
-Eso se da por sentado, Boris. Pero tienes que pensar a lo grande. Ampliar perspectivas. ¿Por qué queremos destruir a Stark?
Odiaba que le recordasen que tenía que pensar más. La especialidad de Boris no era esa, y ni Klaus ni ningún otro de los científicos se la habían exigido durante todo el proyecto. Lo único que requerían de él es que se mantuviese en una forma física perfecta para el empleo de la armadura en combate, y eso había hecho mediante entrenamiento y simulaciones casi constantes. Respondió lo primero que se le ocurrió, con desgana.
-Es el enemigo.
-Ampliar perspectivas, Boris –comentó Klaus con la sonrisa más falsa que había visto en toda su vida –Es un símbolo. Un símbolo enemigo, sí. Por lo tanto debemos hacerlo nuestro. Arrebatarle su tecnología. Pero antes de poder hacerlo tenemos que hundirlo. Aplastarlo. Hacerlo pedazos –amplió la sonrisa, pero esta vez sí era sincera –Asalta Industrias Stark, destruye todo lo que ame, roba todo cuanto necesita y traenos su cadáver dentro de la armadura. En ese orden. ¿Te pido demasiado, Boris?
¿Demasiado? No dejaba de ser lo mismo que había dicho él, pero un poco más desarrollado: el objetivo final seguía siendo la destrucción de Tony Stark. Y teniendo en cuenta eso lo demás importaba poco.
-No.
La gente hablaba de su transformación en superhéroe, pero él sólo lo recordaba como un vendedor de guerras. Los medios no dejaban de mencionar que ya no fabricaba armas, pero él no podía olvidar las que ya había repartido por el mundo. La historia señalaría cuántas vidas había salvado, pero para él las únicas que importaban eran las que había arrebatado. Eso era lo que se repetía a sí mismo una y otra vez durante las simulaciones, cada vez que se enfrentaba a Iron Man, que aprendía sus trucos y movimientos, sus armas y sus debilidades, que combatía todos sus recursos, que desataba su ira, que lo mataba una vez tras otra, una vez tras otra…
-Lo haré –respondió clavando la mirada en el hombre trajeado. Por fin había llegado el esperado momento.