Comisario James "Jim" Gordon

Nombre: James "Jim" Gordon

Alias: El Comisario, el "Poli Bueno", el "Viejo Gordon"... Según el tipo.

Edad: 50 años.

Universo de Origen: DC

Organización: G.C.P.D.

Nacionalidad: Estadounidense.

Raza: Humano.

Mentor: Ninguno.

Bando: Héroe.

Ocupación: Comisario del Departamento de Policía de Gotham City.

Descripción Física: James Gordon es un varón caucásico alto y fornido, aunque no llegue a nivel de atleta. Tiene una expresión severa y adusta, remarcada por sus gafas de pasta oscura, su pelo canoso con un amplio mechón sobre la coronilla, el bigote poblado y el mentón fuerte. Es normal verle vestido con una gabardina y la placa de la GCPD la mayor parte del tiempo por la dedicación obligatoria que le exige su trabajo. Cuando no está de servicio viste de manera muy clásica y chapada a la antigua, con pantalones de pana y suéters de lana. No se considera un hombre a la última, ni falta que le hace.

Descripción Psicológica: Gordon es la responsabilidad hecha carne. No importa lo mucho que le perjudique a nivel personal, su trabajo y su deber es lo primero. Aun siendo consciente de las escasas posibilidades que tiene frente a otros adalides de la justicia, como el Caballero Oscuro o el Hombre de Acero, eso no le impide hacer lo que sabe que es correcto cuando es necesario.

Otra palabra que le define es honradez. En una ciudad donde la corrupción campa a sus anchas y la justicia está comprada por el crimen, él destaca por su intachable moral y su personalidad incorruptible. Además, ha trabajado el tiempo suficiente con criminales para saber distinguir entre delincuentes de poca monta que sólo necesitan una lección y psicópatas que matan y torturan sólo por placer. Para los primeros está dispuesto a ser una ayuda si estos se dejan y le escuchan. Para los segundos es un muro infranqueable que tendrán que hacer volar en pedazos si quieren sortear.

Historia: La vida de James "Jim" Gordon nunca fue muy destacable antes de ser destinado a Gotham City. Criado y entrenado en Chicago, destacó en su promoción por sus cualidades como investigador, agente de campo, y sobre todo por su inmunidad psicológica a la corrupción. En Chicago conoció también conoció a Barbara Eileen, su futura esposa, con quien parecía estar a punto de establecerse y tener una vida rutinaria, pero feliz.

Todo cambió el día en que lo destinaron. Gordon nunca supo por qué a él precisamente lo eligieron para ejercer su profesión en la famosa Ciudad del Crimen de América, pero tenía la sospecha de que a alguien de arriba no le hacía mucha gracia que fuese tan recto. Intentó consolar a su esposa embarazada, le prometió que todo cambiaría a mejor. Qué equivocado estaba.

Apenas topar en comisaría se encontró con un brazo de la ley pringado hasta arriba de la detritus del crimen, gobernado por un comisario autocomplaciente que se rió en la cara de Gordon y su historial y lo destinó como teniente a misiones de patrulla callejera para mantenerlo ocupado. Tenía la esperanza, como con todos los recién llegados, de que acabase engullido por el aura de indiferencia que nublaba a todos los gothamitas y se resignase a ser otro perrito faldero que agachase la cabeza y obedeciese sin más. Ése fue su error.

Gordon demostró ser un perro indomable y capaz de morder. Lejos de postrarse ante la sombra del crimen, se plantó ante éste. Y el precio a pagar fue su estabilidad personal y mental. Sus compañeros del cuerpo lo defenestraban e insultaban por intentar atacar a los mismos que mantenían su cómodo status quo. Tuvo que trabajar muchas horas extra, resolviendo el asqueroso papeleo de la comisaría o patrullando, teniendo encontronazos que más de una vez estuvieron a punto de acabar con su vida. Aquello empezó a afectar también a Barbara, que con un hijo recién nacido sentía poco a poco que su marido atendía más a un trabajo desagradecido que a ella misma. A pesar de todo decidió luchar a su lado y ofrecerle el apoyo que le denegaban en el cuerpo, todo lo que su cuerpo y su mente pudieron aguantar.

Un crimen en particular marcó el inicio del ascenso de su carrera, aunque Gordon no percibió los beneficios hasta mucho después. Las noticias se pusieron al rojo vivo con el asesinato de Thomas y Martha Wayne, los filántropos multimillonarios de Gotham, a manos de un vulgar atracador callejero. Su hijo Bruce, con tan sólo siete años, fue testigo del crimen y requirió asistencia psicológica. Aun sabiendo que llevaba todas las de perder, Gordon miró a los ojos al muchacho, conmovido por el dolor de su pérdida, y le prometió que encontraría al responsable y lo traería ante la justicia. Y contra todo pronóstico así fue. Gordon dio con su paradero y no tuvo problemas en reducirlo. Pero cuando lo escoltaba personalmente ante el tribunal para que prestase declaración, un matón camuflado al servicio de Carmine Falcone, uno de los clanes mafiosos de Gotham, lo tiroteó antes de ser abatido por los agentes. Gordon no pudo hacer nada por impedir ninguno de los crímenes. Fue entonces cuando se juró a sí mismo que no debía rendirse jamás: encontraría la forma de ascender en el cuerpo y darle a Gotham la justicia que realmente se merecía.  

Los años pasaron, y la situación no mejoraba. Gotham seguía figurando en las noticias como un nido pestilente de corrupción, el cuerpo de policía hacía oídos sordos a la gente que se suponía debían defender, y Gordon se veía atrapado en una espiral sin salida. Su hijo Jim Jr ya había crecido, y había tenido una segunda niña a la que llamó Barbara por su madre, pero su situación en la comisaría no había mejorado, y eso le acabó afectando a su vida en familia. Un día su esposa se terminó cansando de la tóxica existencia en Gotham y pidió a Gordon el divorcio para regresar a Chicago con su hijo. Aunque Jim consiguió la custodia de su hija, ver marchar a la mitad de su familia le partió el corazón, y le costó mucho recuperarse.

Con el tiempo, no obstante, había logrado hacer valiosos aliados que le apoyaban dentro del cuerpo, como la teniente Renée Montoya, o un joven e impetuoso fiscal del distrito llamado Harvey Dent, que apenas topó dejó muy clara a la ciudad quién era él. Otro inesperado aliado fue el mismísimo Bruce Wayne, heredero de la fortuna familiar, que había regresado a la ciudad tras un largo viaje por Europa y Asia. Gordon tuvo el placer de conversar varias veces con Bruce, y más allá de la máscara de playboy ricachón con la que seducía a los medios, el teniente de policía se sorprendió al encontrar a un hombre tan íntegro y firme en sus ideales y decisiones como él mismo. Wayne no tuvo pelos en la lengua a la hora de declarar que deseaba promover un cambio en Gotham, y que contaba con él y el propio Dent como sus principales pilares. Desde entonces Gordon ha respetado al millonario y no ha tolerado que se critique abiertamente a Bruce Wayne en su presencia.

Pero esos fueron sólo cambios menores. El día en que una banda de atracadores apareció amarrada ante la puerta de la comisaría, gritando como locos que un murciélago gigante les había atacado, la vida de Gordon dio un giro de 180 grados. Las noticias estaban al rojo vivo. Pronto toda la ciudad supo de un misterioso vigilante enmascarado conocido como Batman, que sembraba el terror entre los criminales. Gordon no sabía qué pensar al principio, e incluso se planteó la posibilidad de salir en su busca y detenerle ante la fea idea de que alguien se tomase la justicia por su mano. Su primer encuentro con el Murciélago le replanteó las ideas. Batman no era un simple vigilante: él tenía un férreo código moral, muchos recursos a su disposición, una inteligencia y sagacidad que superaban por mucho las suyas. Y lo más importante: él también creía en el valor del sacrificio. Por fin, tras tantos años de una penosa y sufrida lucha contra el crimen, Gordon conoció a su único y verdadero aliado.

Las cosas empezaron a cambiar. Gracias al apoyo de los ciudadanos y de sus aliados Wayne y Dent, Gordon fue finalmente promovido y ascendido a comisario del departamento de policía. Con el poder en sus manos, reformó el cuerpo de pies a cabeza y se sacudió a cuantos oficiales y agentes corruptos fue capaz. El apoyo que le fue denegado en sus años iniciales le llegó como una cataplasma que aliviase el dolor de su camino de martirio. Los ciudadanos vieron en él la respuesta que tanto anhelaban ante la impunidad del crimen en su ciudad. Del lado de la ley estaba Dent, del lado de la defensa estaba Gordon, y del lado de la justicia estaba Batman. La ciudad, poco a poco, empezó a despertar de nuevo.

Por desgracia, no todos los cambios han sido positivos. No tardó en cumplirse la ley de la escalada. La aparición de un individuo excepcional que apoyaba la ley y el orden acabó por atraer a elementos perturbados del lado del crimen que emulaban al Murciélago y se ponían un disfraz, reproducían unas manías psicológicas y cometían fechorías de toda índole. Ambos, Batman y Gordon, han combatido contra el crimen en todas sus facetas, pero de vez en cuando éste se les adelanta un paso y se cobra una víctima. La más dolorosa, para ambos, fue el propio Harvey Dent, que quedó lesionado en su último juicio y se convirtió en lo mismo contra lo que había estado luchando. Aunque, a diferencia de Batman, Gordon ha hecho lo posible por no plantearse quién tuvo la culpa. La lucha sigue, y seguirá hasta que Gotham ya no necesite a Batman.

Y cuando llegue ese día, ambos podrán por fin descansar en paz.


Poderes: Como humano corriente que es, Gordon no posee poderes. Si acaso se puede considerar como tal su voluntad de hierro y su inmunidad natural a cualquier intento de corrupción o soborno.

Habilidades: Gordon posee una buena formación atlética y unos excelentes reflejos. Es un gran tirador, aunque procura evitar usar el arma si no es estrictamente necesario.

A nivel social y académico es un investigador con talento y un buen conocedor de leyes, al menos lo suficiente para evitar que le pisen con cualquier tipo de agujero legal. Tiene también un buen talante con la gente y una gran habilidad para la diplomacia y el acercamiento psicológico al infractor. Siempre que le es posible, evita el uso de la violencia y procura resolver la situación de manera pacífica.

Debilidades: Gordon es responsable al máximo de su trabajo, lo que le lleva a menudo a realizar sacrificios personales o a acabar permanentemente al borde de un ataque de nervios por el estrés que eso le genera. No importa lo mala que sea la situación, no permite jamás que haya un herido en su presencia. Pero quizás su principal debilidad sea su hija Barbara. No quiere ni planteárselo, pero si algo malo llegara a sucederle a la única familia que le queda, es muy posible que el Gordon justiciero y firme deje paso a un Gordon hecho de pura furia y rabia contenida.

Equipo y recursos: Gordon tiene a su disposición la comisaría de policía de Gotham y todos los recursos que ello significa: equipo, agentes, contactos, etc. Cuando patrulla nunca se separa de su pistola reglamentaria.