Visita no tan cortés (Dianne)[Marvel]

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[FDI: Si otros mutantes queréis uniros, por favor, preguntadme primero por PM]

Apenas habían pasado unos días desde el cataclismo ese, y lo primero que hizo según llegó a Nueva York ya entrada la tarde fue dirigirse directamente hacia la mansión X. Después de todo, había pasado de todo, había visto cosas muy chungas y no le había gustado nada el anuncio ese de la tele. Además, estaba preocupada por Bryndar, aunque no quisiera reconocerlo, y también por el resto de habitantes de la casa. Quizás no la recibiesen con los brazos abiertos (especialmente Logan, al que no le había hecho nada de gracia que le volase por los aires su colada justo antes de su huida), pero al menos necesitaba cerciorarse con sus propios ojos de que todos estaban bien.

Una vez vio la mansión desde lejos, suspiró algo aliviada. No había daños visibles, y eso siempre era una buena señal. Estuvo tentada de darse la media vuelta, pero... bueno, ya que estaba ahí, podría colarse en la habitación de Bryndar y pasar algo de tiempo de calidad juntos...

La irlandesa sonrió de oreja a oreja ante la idea, convirtiéndose en una preciosa gata negra mientras se acercaba a los muros de la mansión con un andar despreocupado. Nadie sería capaz de reconocerla con esa forma de buenas a primeras, ya que incluso sus eternas gafas estaban escondidas ahora. Una vez se acercó al muro, miró a los lados, convirtiéndose rápidamente en una chinchilla. Sabía de todo tipo de protecciones, preparadas incluso para evitar que se colasen ciertos tipos de animales, pero precisamente no tenían nada para algo tan pequeño. Comprobó con satisfacción que el agujero que usaba para escaparse seguía en su sitio y se apretujó por él, pasando rápidamente al recinto.

Una vez dentro, se sintió más segura: Después de todo, había más mutantes, y si no la buscaban activamente, nadie se daría cuenta de que había otro mutante más en el lugar, y un gato negro no llamaba tanto la atención una vez dentro. Después de todo, no era la única mutante cambiaformas (aunque sí era de las que podía transformarse en más animales).

Comenzó a caminar por el campus con tranquila indolencia, observando con cierto desinterés cómo había pocos alumnos a esas horas de la tarde. Ya empezaba a caer la noche, y muchos ya se habían dirigido al comedor. Apenas quedaban alguna que otra parejita y algún alumno que prefería la soledad a la compañía, y que prefería aprovechar la tarde de ambiente primaveral que había dominado todo el día.

Así, en silencio, se dirigió hacia unos arbustos cercanos a la pared de la mansión, ubicada en uno de sus laterales...

Ya había pasado una semana escasa en la mansión x y aún se comportaba de una forma demasiado solitaria. No es que no quisiera estar con los otros, es que simplemente no sabía como. Al menos había entablado un primer acercamiento con algunos alumnos el día de la visita del señor Lehnsherr, como Irene, pero aún le costaba abrirse. Aunque no quería agobiarse ni forzarse, sabía que solo ella podía cambiar eso y dejar de ser tan..tímida o solitaria, pero todo a su tiempo...poco a poco.

Aquel día era especialmente bueno, lo notaba por la luz que entraba por su ventana. Era perfecto para sacar su violonchelo, el cual lo tenía abandonado en el armario desde que llegó. Era una de las cosas que le ayudaban a concentrarse junto a la esgrima. Se preguntó si quizá allí alguien supiera y pudiera ser su compañero de entrenamiento. Podría preguntar, además Xavier la invitó a unirse a los entrenamientos los demás cuando se sintiera preparada. Quizás iba siendo hora. Cuando estuvo con Murdock no fue capaz de llegar hasta su nivel, pero consiguió avanzar bastante, lo suficiente para saber plantar cara y ser un contrincante a tener en cuenta. Pero le quedaba mucho aún, tenía que ser más rápida, sus sentidos serlo aún más, tenía que perder miedo a caer...

Pero ahora tocaba sesión musical al aire libre. Tomó del armario la enorme funda que portaba el instrumento y se la echó a la espalda. Luego se encaminó hacia el patio exterior. Aún no se conocía del todo la casa, pero si el jardín, y memorizó un pequeño rincón donde había unos bancos, una pequeña fuente y diversa maleza y vegetación alrededor. Solía estar vacío así que lo consideró un buen lugar. Dejó la funda en el suelo junto a su bastón y la abrió, sacando el enorme instrumento y tomando asiento. Tomó aire y se dejó llevar.


Cuando terminó, alzo el rostro de cabello algo agitado y olfateo levemente. No estaba sola. Era un gato, el olor lo delataba. La cosa es que no creía que fuera solo un gato, no allí, en ese lugar.

-Puedes salir...

Vale, la idea era meterse en los arbustos, subir por el muro y entrar en la habitación de Bryndar. Quizás dejarle un recuerdo si no estaba o lo que fuese, pero... Bueno, tenía que reconocerlo, esa tía tocaba de cojones.

La gata se quedó ensimismada ante la música, agazapada entre los arbustos, observando a la chica rubia tocar. Por un momento, Fauna sintió algo de celos y envidia: La chica era guapa, mucho más que ella misma, y tenía un aire aristocrático, tocaba un instrumento como ella jamás sería capaz de tocar y encima tenía un mejor cuerpo que ella. Vamos, era una clara imagen de feminidad y elegancia, todo lo contrario de lo que la mutante era.

Pero la envidia sólo duró unos segundos, dejando paso a una cierta admiración. Ella no era capaz de crear arte, es cierto, pero sí era capaz de apreciarlo. De hecho, le habría gustado volver a oírla tocar, pero pronto la muchacha acabó la pieza y movió la cabeza, como si olfatease el ambiente. Y segundos después, le dijo que saliese.

Estaba claro que era mutante, y era posible que su mutación tuviese que ver con un olfato fino. ¿Se convertiría en animal como la propia Fiona? No estaba segura, pero como si hubiera sido atraída por un canto de sirena, la gata negra salió de entre los arbustos, soltando un lánguido maullido. Se estiró unos segundos y se acercó trotando hacia la otra mutante.

Con suerte, se pensaría que sólo era una gata algo sociable, tocaría algo más y le dejaría hacer. Con algo menos de suerte, sería alguna de esas frikis con empatía animal e intentaría charlar con ella, y con la peor de las suertes sería una telépata y se vería obligada a partirle la cara en pleno campus. Casi deseaba que no fuera lo último mientras se acercaba con el rabo enhiesto, ronroneando alegremente

La perfecta estampa de la agradable y sociable gata de alguien

El felino salió de su escondrijo, de forma que la rubia pudo escuchar perfectamente las hojas al caer y sus pasitos por la tierra acercándose hacia ella en actitud melosa. Pudo “ver” su raíz, un pequeño bulbo cambiante. Había visto alguno similar por la escuela y asumió que era uno de los alumnos cambiaformas. Tomo aire y suspiró, estaba claro que quería jugar a ser el gato todavía. Bueno, mientras no la interrumpiera no le molestaba. Además, tenía que hacer el esfuerzo de conocer a sus compañeros y ahuyentarlos no era la forma más propicia.

-Está bien, puedes escuchar. No molestas.

Recolocó el cello bien apoyado en ella y tomó el arco. Cerró de nuevo los fantasmagóricos ojos y tomó aire para dejarse llevar y que las notas fluyeran al son de sus movimientos.


Cuando terminó soltó aire lentamente, Parecía como si lo hubiera estado conteniendo todo el rato, aunque no fuera así. Escuchó la cola de la gata moverse en el aire. Había estado espectánte todo el rato, sin molestar. No había sido mala compañía, eso desde luego.

-¿Te...ha gustado?- preguntó suavemente sabiendo de sobras que la entendería.- ¿También estudias aquí? Aún...no conozco a casi nadie.

Empezó a guardar con cuidado el instrumento en la funda de color negro, colocando el arco en otra más pequeña que luego colocó a un lado.

-Me llamo Dianne, ¿y tu?- no más vergüenza. Si quería cambiar debía dar el primer paso.

La tía tocaba cojonudamente, no podía negarlo, y la irlandesa se sentía muy a gusto escuchándola. Los dedos se movían a una velocidad vertiginosa, y las orejas del felino seguían el compás de la música, dejando bien claro que no perdía detalle.

Joder pensó La tía es realmente buena con los dedos... Seguro que se le da bien descerrajar cosas. O toquetear gente

¿Te...ha gustado? la gata lanzó una mirada a la músico con cierta indolencia, bostezando incluso ¿También estudias aquí? Aún...no conozco a casi nadie.

Aaah... mierda, a tomar por culo el disfraz. La mutante se convirtió de nuevo en humana, con una leve expresión de fastidio. Seguro que era de esas que podían olerle el culo a un mutante a tres kilómetros de distancia o alguna mierda de esas. Oh, bueno, ¿siempre podía intentar reclutarla? con suerte alguien así podría venirle bien

Me llamo Dianne, ¿y tu?

Cagonlahostia, Dianne, me has jodido todo el rollo de la música que amansa las fieras soltó la terrorista con esa finura tan característica suya Me llaman Fauna, nena. Y como puedes ver, puedo cambiar de forma y toda esa pesca. ¿Y tú? ¿Le hueles el coño a un mutante a tres kilómetros? ¿Puedes comerte diez tortitas de una sentada? ¿Te cabe tu propio pie en la boca? Vamos, ¿Cuál es tu habilidad en este circo de monstruitos? le preguntó la irlandesa con cierto sarcasmo, antes de soltar una leve carcajada

Eh, no te lo tomes a mal, ¿eh? Aquí soy la más bicho raro de todas, no pasa nada. ¿Eres nueva? No te había visto antes, y créeme que a una golosina como tú le habría echado el ojo hace tiempo ya

Lo curioso de un mutante cambiaformas es el proceso en sí. La gente puede observarlo como algo grotesco, pero ella no lo percibía igual. Cuando su cuerpo mutaba y tomaba forma diferente, Dianne era capaz de captar aromas nuevos provenientes del proceso, como si fuera una fórmula química. Era algo sutil para ella y por tanto difícil de captar para alguien normal. Era como cuando te mojabas la muñeca con una gota de perfume, puede ser intenso en el momento pero solo lo captaras si lo tienes cerca.

Dianne terminó de guardar del todo su instrumento, y mientras esperaba a la respuesta del otro alumno no pudo imaginar lo que por su mente pasaba. Si lo hubiera sabido seguramente su rostro se habría vuelto rojo como un tomate. Lo que no esperaba es que se volvería así igualmente, aunque por razones diferentes.

-Cagonlahostia, Dianne, me has jodido todo el rollo de la música que amansa las fieras. Me llaman Fauna, nena. Y como puedes ver, puedo cambiar de forma y toda esa pesca. ¿Y tú? ¿Le hueles el coño a un mutante a tres kilómetros? ¿Puedes comerte diez tortitas de una sentada? ¿Te cabe tu propio pie en la boca? Vamos, ¿Cuál es tu habilidad en este circo de monstruitos?

La carcajada que soltó por medio no hizo más que acentuar el color de sus mejillas.

-Eh, no te lo tomes a mal, ¿eh? Aquí soy la más bicho raro de todas, no pasa nada. ¿Eres nueva? No te había visto antes, y créeme que a una golosina como tú le habría echado el ojo hace tiempo ya.

La chica, pues así delataba que lo era su voz, era soez y bruta como unas bragas de esparto.¿Había dicho coño? La joven rubia se sentía ultrajada. Podría ser que su personalidad fuera así, pero le resultaba tan hiriente. No se conocían de nada y aunque fuera su forma de ser amable solo conseguía que se sintiera incómoda y su rostro lo delataba claramente.

-No, no puedo “ver”, solo sentirlo, y ojalá mis poderes sirvieran para limpiarte la boca...Creo que no son formas para conocer a alguien nuevo.

No sentía que debiese aclarar sus poderes,pero para ella estaba bien que de momento solo supiera que tenía sentiros superdesarrollados como mutación, aunque no lo dijera expresamente.

No, no puedo “ver”, solo sentirlo, y ojalá mis poderes sirvieran para limpiarte la boca...Creo que no son formas para conocer a alguien nuevo.

Que te jodan, Duquesa replicó la irlandesa, haciéndole un corte de mangas al estilo inglés a la otra mujer, sacándole la lengua después, antes de empezar a reírse en su cara, poniendo los brazos en jarras.

Aunque no quisiera reconocerlo, la peliverde estaba demasiado alterada, demasiado afectada por haber volado a su madre por los aires, como para contenerse o controlarse, o mejor dicho, necesitaba desfogarse, y el insultar era su manera de hacerlo. Por supuesto, también ayudaba el que tuviera que haber recurrido a la estratagema de sonar más peligrosa de lo que era para sobrevivir en los internados, pero jamás lo reconocería en voz alta

Mis conocidos, mis formas. Si no te gusta, puedes irte de la mansión. De hecho, mejor que te vayas, así a lo mejor te encuentra algún mutante de la hermandad y te secuestra como juguete es decir, que ella misma lo haría si no tuviera algo parecido a decencia. Sonrió de lado

Si te hace sentir mejor, esas cosas se las suelto a todo el mundo, y es la jerga callejera más normal. ¿De dónde coño te has caído, tía? Si es que no puedes tener más escobas alojadas en el culo de lo estirada que andas. ¿Te mordió un caniche radiactivo al nacer o qué?

“ Bum, bum, bum”. Tenía el corazón que se le iba a salir del pecho desbocado en cualquier momento. No necesitaba acercar oído o mano para comprobarlo, en aquella mínima distancia era practicamente palpable para ella. Súmale ahora el sudor que emanaban sus poros y el timbre de su voz seguido del uso indiscriminado de palabras mal sonantes y violentas. A esa chica, Fauna, le pasaba algo.

Pero ella no iba a hacer de hombro en quien llorar. ¿Porqué debería? No se le daba bien tratar a los demás, pese a que ponía esfuerzo en ello. Llevaba poniendo esfuerzo todos esos días y apenas había conseguido algo. Y ahora tenía a una niña que no paraba de lloriquear a su manera delante y que encima la enjuiciaba sin conocer pero claramente proclamaba que a ella no se lo hicieran y que debía ser respetada por su forma de ser.

-Si esa es tu forma de llorar y desahogarte, arremetiendo con todo, a mi me da igual.

Dejó escapar un pesado suspiro de entre sus labios y se llevó la mano al entrecejo frotándolo algo molesta. No quería perder los estribos y menos por alguien que no sabía controlar sus propias emociones.

-Mira, está claro que nuestros orígenes son diferentes, pero eso no te hace ni mejor ni peor que yo. No se que te habrá pasado, pero ir como una furia por el mundo no va ayudarte en nada.

Si esa es tu forma de llorar y desahogarte, arremetiendo con todo, a mi me da igual.

¿Qué? ¿Pero qué coño...?

Mira, está claro que nuestros orígenes son diferentes, pero eso no te hace ni mejor ni peor que yo. No se que te habrá pasado, pero ir como una furia por el mundo no va ayudarte en nada.

La irlandesa se quedó helada. Quieta totalmente. Incluso a su corazón pareció escapársele un latido antes de reanudar su actividad con un ritmo que iba reduciéndose poco a poco. Las frases de la otra mujer habían sido como un bofetón en plena cara, la habían parado en seco y le habían obligado a darse cuenta de que estaba arremetiendo contra alguien que no se merecía ese trato. La peliverde tragó saliva, carraspeó, desvió la mirada e incluso cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro.

Eehh... guau musitó, rascándose la cabeza, lanzando una mirada avergonzada a la otra mujer que... que no la estaba mirando. O mejor dicho, miraba a un punto indeterminado de su pecho, pero no como alguien que te mira las tetas, si no como alguien que no puede verlas. Fiona agitó su mano frente a los ojos de Dianne, y al confirmar que efectivamente era ciega, se sintió aún peor consigo misma

Dios, lo siento, Duquesa... murmuró, sentándose en el suelo, cruzando ambas piernas mientras también se cruzaba de brazos

Mira... tienes razón, ¿vale? Lo siento mucho, preciosa, pero es verdad, ando algo jodida y he arremetido contigo. Empecemos de nuevo, ¿vale? Me llamo Fiona O'Sullivan y no había visto nunca a una tía que esté tan buena en el campus. Y tocas muy bien. ¿Mejor?

Juego, set y partido. Había lanzado la bola y su oponente no pudo atraparla. No pudo evitar pensar como lo haría su hermano ante un partido ganado. Una media sonrisa de satisfacción que procuró reprimir rápidamente se dibujó en la comisura de sus labios. No es que fuera a restregarle nada a la muchacha, pero se sentía satisfecha al menos de haberla hecho recapacitar sobre la actitud que estaba tomando. Notó su cambio de actitud, su nerviosismo. Acaba de percatarse de su invalidez. Conocía ese sentimiento, ¿como no notar algo tan obvio? Era algo que te hacía sentir estúpido así que pronto se sintió identificada con ella, pues acostumbraba a sentirse así a menudo.

Se disculpó añadiendo un halagador duquesa que de inmediato supo muy en su interior que iba a ser su nuevo apodo por parte de ella. Escuchó como dejaba caer su cuerpo sobre el suelo para sentarse, algo vencida.

-Mira... tienes razón, ¿vale? Lo siento mucho, preciosa, pero es verdad, ando algo jodida y he arremetido contigo. Empecemos de nuevo, ¿vale? Me llamo Fiona O'Sullivan y no había visto nunca a una tía que esté tan buena en el campus. Y tocas muy bien. ¿Mejor?

Desde luego su vocabulario no es que fuera el mejor o el más extenso, pero no iba a enjuiciarla por ello, aunque por desgracia si le incomodaban los halagos hacia ella que la hacían dudar si la estaba “cortejando”. Carraspeó llevando una mano hacia la boca procurando disimular el rubor y luego le ofreció la mano.

-Un placer Fiona, Dianne Albidanne. Llevo solo un par de días aquí, es normal que no me hayas visto antes. Y gracias, practico desde muy pequeña. ¿Cuanto tiempo llevas tu aquí?

¿Cuánto llevo? No sé... ¿Entré con quince? Así que diría que hace unos tres años que voy dando tumbos por la zona. La verdad, he pasado por tantas cosas que no sabría decirte exactamente cuánto. se encogió de hombros, aunque Dianne no fuera capaz de ver el gesto. Después de todo, era demasiado natural para ella

Pero voy mucho por libre, así que aunque hubieras estado meses, no me habría dado cuenta. Claro que con eso de que el mundo se nos ha ido a la mierda, ahora todo ha cambiado demasiado la chica suspiró, levantando un mechón de pelo rebelde con su gesto, poniendo los ojos en blanco Pero ¿Qué le vamos a hacer? Hay que vivir el jodido momento, y si no, patada en los cojones, coño. añadió, golpeándose en la rodilla, mirando fijamente a la rubia que tenía delante

Pero no pareces de por aquí, ¿verdad? Muy repija y esas cosas. Pero... Eh, no soy quién para decir nada, ¿no? Yo no tuve la oportunidad de aprender a tocar nada más, pero sé apreciar lo bueno, palabra. Que tuviera que aprender a partir cráneos no significa que no me mole la buena música. Y con esas manos tan ágiles seguro que eres buena tocando uno podría pensar que lo estaba diciendo con doble sentido... y teniendo en cuenta quién era, lo estaba haciendo

¿Por qué no me tocas otra, anda? Total, había venido a relajarme, y me viene tan bien la música como pegarme con el tapón maloliente

Escuchó una a una sus palabras, haciendo idea de como había sido la vida de la muchacha en todo aquel tiempo (o en parte). Tenía la sensación de que la chica era una criatura itinerante por aquella mansión, y en general, en su vida. Seguramente tenía sus razones para ello, y una vida llena de dificultades era suficiente. Ella parecía tener una, bueno, cualquier mutante la tenía. Incluso la rubia, quien pese haber vivido entre lujos, era solo una jaula, una jaula del más fino oro, pero al fin y al cabo, una cárcel. Ahora había decidido escapar, por eso estaba allí, en la mansión del profesor X. Mansión, estaba en otra. ¿Acaso había escapado de una jaula para entrar en otra? Alejó aquellos pensamientos de un movimiento negativo de cabeza. No, hora ella tenía poder de decisión, ¿verdad?

-Re...pija...-musitó suavemente repitiendo las palabras de la peliverde.- Bueno, vengo de una buena...familia- dudó por unos instantes.¿Realmente era una “buena” familia? No nos engañemos, no lo era, solo lo aparentaban. Pero tampoco iba a hablar sobre el tema con alguien a quien acababa de conocer.- Eso no quiere decir que no sepa  “partir” cráneos.- le dedicó una sonrisa a la muchacha.

Al parecer quería seguir disfrutando de su música. Lo podía comprender, no por ser egocéntrica, si no porque al ser alguien con cualidades animales, era capaz de apreciarlo mejor. Ellos tenía mejores sentidos, como ella, y los sonidos era algo a lo que eran especialmente sensibles. Armonizarlos para atraerlos sin espantarlos era algo complicado. Mucha gente creía que cualquier sonido bastaba para gustarles, como la gente que les compra a sus gatos un cascabel. Gran error, así solo conseguirás volverlo loco u sordo.

Asintió suavemente a la petición de ella y volvió a sacar con cuidado su instrumento de la funda. Se acomodó en el banco de piedra donde minutos antes ya estaba y coloco el cello entre sus piernas, apoyado en el suelo. Tomó el arco y se dispuso a recitar otra melodía, esta vez para ella.

La cambiaformas sonrió de oreja a oreja, dejando que de nuevo apareciesen unas orejas de gata negra en su cabeza y una larga cola del mismo color, que empezó a moverse rítmicamente de un lado a otro. ¡Así que la cegata tenía cojones! Bueno, eso le gustaba, la gente tenía que tener carácter o palmarla en este mundo, y merecía la pena saber defenderse al menos, cojones.

La sonrisa se ensanchó cuando la rubia retomó de nuevo la música, quedándose en silencio escuchando, lo cual era sorprendente en la irreverente mutante de la hermandad, que era tristemente famosa por no tener ni paciencia con la gente ni por estarse en silencio demasiado tiempo.

La canción acabó, y el silencio se hizo en el jardín, mientras la híbrida de felina movía suavemente la cabeza de un lado a otro, como si aún la escuchase, antes de soltar un leve suspiro

Jo, así da gusto... Menuda envidia me das, Duquesa: Ojalá me hubieran enseñado a tocar algún instrumento, pijo o no. No sé, como el violín, el piano o una de esas. sin embargo, le habían enseñado a hacer explosivos. ¡Y le encantaba! Pero no era lo mismo, ella sólo sabía hacer cosas para destruir, no era capaz de crear en sí, vaya. Y la música... la música sí era creación, aunque no durase demasiado.

O alguna paparrucha así

Dejó que la melodía fluyera bajo el movimiento de sus manos, suave e intensa. La música siempre era intensa, al menos la que ella hacía. Terminó de tocar y pese a ello, parecía que las notas aún resonaban en el aire como si fueran eco en recuerdo. Fiona tardó en demostrar su opinión ante la canción apenas unos minutos, tiempo que al parecer se tomó para disfrutarlo.

-Nunca es tarde para aprender.- dijo suavemente cuando esta expresó su decepción al no haber tocado instrumento alguno en su vida. Ciertamente tocar alguno y hacer música era algo muy ventajoso, ayudaba a la concentración, a la creatividad. Y no en términos de estudios, si no aplicados a muchos ámbitos de la vida cotidiana, como saber resolver situaciones complicadas.-¿Quieres intentarlo?

Con un gesto suave de mano la invitó a sentarse en el banco junto a ella. Esperó paciente a que así lo hiciera para poder colocarse tras ella y colocar el cello entre sus piernas, bien situado. Tomo su mano izquierda y la guió hasta el mástil para que lo sujetara como es debido, situando sus dedos en los sitios concretos, donde pudiera manejar las cuerdas. Luego colocó el arco en su otra mano y mantuvo sus dos manos sobre las de ella para así poder guiarla.

-Bien, ¿preparada?-movió su mano para tocar un primer acorde.-Como ves, las cuerdas parecen delicadas, pero el cello es un instrumento vigoroso, puede tocarlo con fuerza, estas se cortaran pero seguirán emitiendo el sonido.- Hizo mayor presión para subir en la escala. -¿Ves?

-Nunca es tarde para aprender. la peliverde arqueó ambas cejas, antes de rascarse el cogote. La verdad es que no podía decir que tenía mucho tiempo, pero... ¿Quieres intentarlo?

Vale, está bien. Pero soy una manazas, palabra replicó, sentándose delante de la ciega. Se acomodó como pudo el celo entre las piernas y tuvo que hacer verdadera fuerza de voluntad para no dejarse llevar por su excitación. ¡Pero era normal! ¡Era muy guapa, y olía muy bien!

-Bien, ¿preparada? No pero no hubo resistencia, dejando que la otra muchacha le colocase la mano adecuadamente, arrancando un sonido que le resultaba agradable. Eh, no parecía tan difícil, pero había visto cómo se movían los dedos de la otra mujer, por lo que estaba segura de que de fácil no tenía nada

Como ves, las cuerdas parecen delicadas, pero el cello es un instrumento vigoroso, puede tocarlo con fuerza, estas se cortaran pero seguirán emitiendo el sonido

Vamos, que era como hacer el amor, algunas podían aceptar poca presión y otras respondían mejor cuando las metías bien de caña

¿Ves?

Creo que sí, pero... no sé, Duquesa, yo no valgo para crear cosas comentó, con algo de desazón Y no sé si me podrás enseñar todo lo que necesito saber. Pero... venga, qué cojones, vamos a ver hasta dónde llegamos

-Todos somos manazas la primera vez.- dijo con una sincera sonrisa pues comprendía perfectamente esa sensación. La primera vez que se hacía algo en apariencia delicado, todos eramos torpes. El nerviosismo de la muchacha le era prácticamente palpable, lo cual no lo comprendía del todo puesto que no podía salir herida de aquello y desde luego su mente no podía vislumbrar más opciones a tal estado.- Tranquila, si hace falta, respira y aspira.- Le dijo con calma, buscando tranquilizarla.

Colocó con cuidado sus dedos sobre los de ella, con su mano izquierda, y los guió de forma que fueran pulsando las cuatro cuerdas del cello, haciéndolas vibrar.

-Como ves, tiene cuatro cuerdas y puedes pulsarlas sin necesidad de usar el arco para conseguir otros sonidos más cercanos a la guitarra eléctrica y al bajo.

Escuchó las palabras de duda de Fiona, como no se veía capaz de crear. Pero aún así sacó fuerzas y se animó a seguir adelante. Dianne sonrió ante la fuerza repentina de su actitud y siguió enseñándole.

- Mientras deslizas el arco y pulsas una cuerda haciéndola vibrar...así...- guiaba sus manos en los movimientos con bastante habilidad.- … conseguirás variaciones en las notas, ¿ves?

Tranquila, si hace falta, respira y aspira. Joder con los ciegos, cuando decían que eran capaces de percibir mejor que otros no se equivocaban. Fiona tragó saliva, intentando mantener la compostura, a sabiendas de que cualquier animal a la redonda podría oler su excitación.

De pronto, los dedos de la ciega tocaron los suyos propios y la peliverde reaccionó como si la acabasen de electrocutar, dando un respingo. Los dedos eran muy suaves, delicados y femeninos, pero también tenían las rugosidades y callosidades en las yemas. Esto sorprendió a Fiona, pero pronto se dejó llevar por su contacto que era tan placentero como el que acariciasen su pelaje mientras tomaba el sol

Como ves,  tiene cuatro cuerdas y puedes pulsarlas sin necesidad de usar el arco para conseguir otros sonidos más cercanos a la guitarra eléctrica y al bajo.

humm... la chica no parecía muy convencida, pero simplemente se dejó hacer

- Mientras deslizas el arco y pulsas una cuerda haciéndola vibrar...así... Dianne guiaba las manos con habilidad, y Fiona se estremecía cada vez que el aliento de la mujer le golpeaba en la nuca, intentando concentrarse en lo que estaba haciendo … conseguirás variaciones en las notas, ¿ves?

B-bueno... la irlandesa tragó saliva, nerviosa Creo que entiendo... comentó, antes de volver a estremecerse ¡Joder, Duquesa, no me soples la nuca que me pongo a tono! añadió, notando cómo se le erizaban los pelos de la nuca, encogiéndose levemente hacia adelante. Que no es que le molestase, pero coño, ¡no era el lugar! ¡Al menos podría ser en un sitio con menos ropa!

La clase iba bien, Fiona se dejaba guiar por los movimientos de Dianne y así, ambas podían hacer sonar el cello en busca de crear música. Entonces toda aquella actividad en apariencia tranquila, al menos para la rubia, se cortó ante el estremecimiento de todo el cuerpo de la peli verde entre sus brazos. Dianne se apartó un poco para darle espacio sin entender que pasaba.

-¡Joder, Duquesa, no me soples la nuca que me pongo a tono!

¿A tono? ¿Qué quería decir con aquello? Era una expresión que se escapaba a su entendimiento pues nunca la había usado u escuchado... oh espera, quizás si. La televisión era una gran enciclopedia de palabras y dichos ajenos a los que ella pudiera usar por su educación, y esa en concreto la recordó. Ponerse a tono era una forma de decir que la excitación, sexualmente hablando, se apoderaba de uno, por tanto ahora mismo Fiona se sentía … ¿cachonda? Odiaba esa palabra, le resultaba tan vulgar.

El caso es que en cuanto comprendió lo que pasaba, se apartó de ella y se incorporó del asiento mientras carraspeaba y se sacudía la ropa. Intentaba parecer calmada pero lo cierto es que su pálido rostro estaba más rojo que un tomate.

-Disculpa si te he ...incomodado no pretendía. No volverá a pasar. Será mejor que recoja mi instrumento.

Acercó la mano pidiendo el arco del cello para que Fiona se lo devolviera mientras en su cabeza seguía rondando el porque una chica podría excitarse con otra chica. Bueno tampoco es que hubiera conocido mucha gente con gustos diferentes a los tradicionales y ella, al fin y al cabo, poco sabía de estas cosas.

Disculpa si te he ...incomodado no pretendía. No volverá a pasar. Será mejor que recoja mi instrumento.

¿Qué pasa, duquesa? Fiona se cambió de mano el arco, con la clara intención de no devolvérselo a la música. No quería acabar la interacción con ella. No tan pronto al menos ¿Es que tienes miedo de la fruta prohibida? la peliverde sonrió de oreja a oreja, de un modo realmente peligroso, mientras acortaba las distancias con la rubia. Parecía que fuera a hacerla daño o quizás a besarla, pero en vez de eso, simplemente le pasó la mano por la cintura, con intención de atraerla contra sí mientras su mano izquierda le dejaba el arco en sus manos

No me incomodas, ¿Ok? Pero si sales corriendo porque me van las tías, me ofenderé. Mucho. ¿O es que soy un bicho raro para tí? ¿Me vas a marginar por mutante y bollera, hmm?

Su mano se encontró con la nada cuando intentó alcanzar el arco de su instrumento. Claramente la mutante se lo había alejado para dejarlo fuera de su alcance.

-¿¿Fruta…. ¡qué!??

Entre sonrojos, la joven Dianne percibió como la mano de su compañera la atraía sin su consentimiento hacia ella mientras le hacía aquellas preguntas tan descaradas que la dejaban en desconcierto. Y luego, para más inri, jugó con sus palabras en busca de no dejarla escapar abogando por la homofobia.

Dianne se apartó con cuidado de ella, respetando las distancias y guardó su arco una vez le fue devuelto. Luego se giró hacia la peliverde y, aunque sus ojos no reflejasen signo alguno de mirarla, lo hacían. Y de una forma muy seria.

-Por lo que veo siempre piensas en ti. Si no te aceptan un coqueteo o un acercamiento es porque eres mutante u homosexual, ¿no? Querida, el mundo no gira a tu alrededor. Me incomoda cualquier contacto que no permita o tenga previsto, es así de sencillo. No tiene nada que ver con tu sexualidad. Y recurrir a tu condición de mutante…¿acaso yo no soy una? Tus coqueteos me incomodan tanto como los que pudieran hacer un hombre o un asno. Simplemente es algo a lo que NO estoy acostumbrada.

Tajante y directa. Quién diría que es hija de su madre…