Se había vestido a la manera humana aquel día, no es como si no pudiera usar sus habituales túnicas, pero supuso que su última aparición había llamado la atención, a juzgar por las noticias de los periódicos locales. Afortunadamente nadie había podido dar una explicación acertada, pero quizás sería más apropiado bajarse de un taxi con un traje de pantalón que aterrizar en su balcón con una túnica. A fin de cuentas el asunto que la llevaba hasta allí era algo que prefería que no llamara la atención, Ahri'ahn le había insistido mucho sobre la importancia de mantenerse en las sombras en lo que a ese asunto respectaba, y no tenía intenciones de ponerle innecesariamente en peligro, aunque no fuera el mismo que ella conoció.
Había cumplido con la petición de Ahri'ahn, le había vigilado manteniendo cierta distancia, más como una sombra que como una compañía. En ese tiempo, se había percatado de varias cosas, una de ellas era la caso constante presencia femenina; siempre era la misma chica, una mujer joven de rasgos armoniosos. La otra de la que se había dado cuenta era del casi imperceptible cambio que había tenido en su comportamiento. De lo que le describió el hombre que ella conocía lo que había visto desde el principio de su llegada, a lo que veía ahora, había una sutil diferencia, una que apenas podía verse pero que estaba ahí. No se había olvidado de las palabras de Arión, ni de la promesa que le hizo, así que supuso que algo había sucedido durante el periodo que ella no le estuvo vigilando, tal y como él había predicho, a veces tenía miedo de lo precisas que podían ser sus predicciones, pero lo había amado con todo eso y ahora su recuerdo no iba a empañarse.
Entró en el vestíbulo del edificio y tras solicitar hablar con Tony Stark y dar su verdadero nombre, enseguida la hicieron pasar a un ascensor que según el recepcionista la llevaría directamente hasta la vivienda de Tony, donde la esperaba. Llevaba un pequeño regalo, se había enterado del compromiso de Stark y supuso que sería educado llevar un pequeño detalle, un pequeño recuerdo de los días antiguos. Una cajita de madera con un antiquísimo pugio envuelto en seda, tenía entendido que su futura esposa era una coleccionista de arte, y por lo que había visto, los objetos de esa época solían tener una tasación bastante elevada. No le importaba deshacerse de aquellas chucherías, a fin de cuentas tenía demasiado guardado, cosas que ya no sacaba ni usaba, como siguiera así, pronto no podría guardar más cosas. Afortunadamente, lo que se fabricaba ahora no duraba tanto como antes.
Cuando llegó arriba se sentó en uno de los sillones del amplio salón, no se paró a observar las vistas, algo bastante lógico si uno se paraba a pensar que ella podía tenerlas cuando quisiera. Había pasado bastante tiempo desde su encuentro, un encuentro breve del que ella se había tenio que despedir precipitadamente, aunque la verdad, es que tampoco lo hubiera hecho de otra manera. Él no era Ahri'ahn, y nunca había tenido la intención de que lo fuera.
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