¡Uno para todos, y todos para uno! (Guardianes de la Galaxia, Vengadores) 11 de marzo de 2018

- Sin problemas... y sin mi bomba. Peter, se quedaron mi bomba. ¿Qué derecho tenían en quedarse mi bomba? Además, seguro que la habrán tirado por ahí sin saber desarmarla por completo. Esos núcleos no eran precisamente baratos, ¿sabes?

Si, habíamos salido sin problemas, tenía que reconocerlo, pero porque los problemas los empezamos nosotros en cuando entramos en la estación espacial de la susodicha Liga de la Justicia. No sales de rositas de una estación espacial ajena empotrando tu nave en su interior. Y ya de paso, respondiendo a sus amenazas con otras amenazas.
Resumiendo: una llegada triunfal al sistema solar de Terra. Por suerte si, habíamos salido indemnes de todo eso... como siempre.

- Tranquilo Quill, ya estoy en ello desde que salimos de la estación espacial. Si creen que pueden meternos un micro, un rastreador o cualquier otro cachivache terrano sin que lo detectemos... - Y de paso, como soy un ser previsor, activé un impulso que recorrió toda la nave para eliminar cualquier aparato de transmisión remota que no formara parte de la nave. Eso, con unas calibraciones bien establecidas... Hay que usar bien los conocimientos que uno tiene.

La Milano pasó a modo invisible, sobrevolando por encima de los edificios de la ciudad, en dirección a donde estaban los Vengadores. Recordando la última vez que nos cruzamos Vengadores y Guardianes, no es que acabara muy bien para algunos de nosotros, especialmente la mujer de verde a quien le estaba echando un ojo, pensando lo que haría cuando volviera a ver a Tony Stark. Tal vez le hubiera "perdonado" por su pequeño "desliz" pero... conociendo como conocía a Gamora... Pobre Tony...

Llegamos a la mansión de los Vengadores, y salimos desarmados... bueno, "desarmados", porque yo no voy a ningún lado sin mi cinturón con mis "herramientas".

- ¡Ja! Quill... seguro que así NUNCA lo sabrán...

Aquel Saleen S7, color naranja metalizado, no era un vehículo concebido para la discreción. La fuerza de arranque tras iniciar el contacto, motivaba que mis dedos se aferraran con mayor decisión al elegante volante de cuero negro, mientras oprimía el pedal del acelerador indiscriminadamente en cualquier curva o recta.

-Señor, debería reducir la velocidad. No querrá que los radares policiales vuelvan hacerse con la primera fotografía del día…-advirtió el diligente mayordomo virtual. A pesar de su voz monocorde y metalizada, pude distinguir el ligero retintín residual de aquel 20% de humor que había instalado en su software.

Una profunda carcajada abandonó mis labios, poco después de retirar aquel donut que devoraba incansablemente. -¡Sonríe, Jarvis!-exclamé poniendo los dedos en símbolo de “paz”, símbolo característico del movimiento hippie. El vehículo atravesó el túnel a una velocidad elevada, disparando el dispositivo policial.

-¿Qué quiere que haga con la multa, señor?-inquirió Jarvis trasmitiendo los datos a las pantallas del salpicadero del vehículo.

-Págala y enmarca la fotografía de recuerdo-ordené bromista, extrayendo otro donut de la caja.

Los puestos de comida ambulante que atestaban las calles, sólo lograron acrecentar mi hambre, obligándome a comerme el contenido íntegro que componía aquella caja de dulces.




Una vez en la mansión de los vengadores, anteriormente conocida como la mansión Stark, me deslicé por los asientos de cuero hasta el exterior del vehículo. El aire frío acarició mi rostro mientras me cercioraba de que tanto la fachada como el jardín continuaban en óptimas condiciones, recordando a su estructura y disposición original. Después de la muerte de mis padres, María Carbonell y Howard Stark, aquella casa quedó relegada al olvido, ya que todo evocaba su recuerdo. No podía estar en la cocina sin evitar recordar los magníficos platos italianos de mi madre o en el garaje, donde dedique largas horas a reparar el Ford Flathead Roadster de 1932 en compañía de mi padre. Lo cierto era que toda aquella vorágine caótica de recuerdos infantiles me impedía vivir bajo aquel techo, sin embargo, tampoco podía tasar la casa y venderla, ya que eso equivaldría a deshacerme de gran parte de mí legado familiar. Por ello, y secundando mi decisión,  admití que convertirla en el cuartel general de los vengadores había sido la mejor opción. Aunque claro… ¿alguna vez había estado equivocado?

Al igual que en mi mansión de Malibú, me obcequé largas horas en complicadas reparaciones mecánicas dedicadas a la defensa de la propiedad.

-Señor, el señor Barton ha decidido instalarse en la mansión-me informó Jarvis obligándome a detenerme. Deje las dos piezas metálicas que me disponía a soldar sobre la mesa, limitándome a encogerme levemente de hombros.

-¿Cuál será su excusa esta vez?-pregunté sardónico, encubriendo mis verdaderos sentimientos. El hecho de que uno de ellos viviera en Asgard, otro poseyera una antigüedad que le convertía en una pieza de valor en el Smithsonian, otro fuese un misántropo radiactivo y la única mujer, dedicase todo su talento a la obra de Shield, dificultaba mucho realizar planes de ocio. Pero por suerte, siempre estaba Clint.

En un momento dado, todas las alarmas comenzaron a sonar al unísono, lo que me llevó a examinar los planos obtenidos por las diversas cámaras que controlaban el exterior.

-Jarvis, reconfigura los parámetros… quiero que bajes la sensibilidad de los sensores hasta…-me detuve en el momento que Jarvis mi interrumpió.

-No son los sensores, señor. Hay algo que amenaza nuestro espacio aéreo-contestó inmediatamente.

-Vamos, Jarvis, ¿te has vuelto paranoico en el transcurso de todos estos años? Porqué te aseguro que no hay nada ahí fuera-suspiré pesadamente, frunciendo ligeramente el entrecejo. –Te prometo que  te pagaré unas buenas vacaciones al Caribe para que te relajes-sentencié tratando de silenciar las alarmas, hasta que la nave se tornó visible ante mis ojos, durante la realización de una maniobra de aterrizaje. -¿Qué?-parpadeé incapaz de comprender lo que acababa de suceder. Intenté recomponerme del susto mientras me dirigía a mis armaduras, incapaz de discernir el motivo de aquella visita.

-Es lo que intentaba explicarle, señor-musitó Jarvis. –De la nave han bajado un hombre que aporrea su  puerta con entusiasmo, una mujer, un árbol andante  y emm… creo que es un mapache, señor-aclaró Jarvis aumentando el desconcierto en mi rostro.

-No vuelvas a llamarlo mapache si no quieres que te corroa los cables del fuselaje, Jarvis-le advertí oprimiendo el botón del dispositivo eléctrónico capaz de contactar con Thor. Si los guardianes de la galaxia estaban en la tierra, era probable que les acompañara alguna noticia sobre las gemas del infinito, entre las que se encontraba el Teseracto.



Corrí hacia la entrada emocionado por el reencuentro.
-Ten cuidado le vayas a sacar un ojo a alguien-le advertí de manera jocosa a Clint, antes de abrir las puertas de la mansión para recibirles.
-No sé si debería sentirme orgulloso de que la Milano pueda eludir todos mis dispositivos de avistamiento-mascullé apoyándome sobre el marco de la puerta.

- ¿Un escudo tan sólo? Por favor, eso sería demasiado poco: si llegaran a atacarnos el escudo no sería para protegernos de sus ataques sino de los disparos de la Milano que activaría por control remoto.... Tal vez tendría que haberte dicho que había hecho ese puente pero... bueno, da igual.

Pero no hubo ningún ataque, lo cual fue una lástima: me habría conformado con que atacaran la base de los Vengadores y nosotros, de casualidad, pasábamos por allí. Todo el asunto de la Liga me había dejado un poco con las ganas de reventar algo. Me moría de ganas, literalmente, de reventar algo. Algo que nadie le tuviera mucho cariño... o a alguien. Lo que fuera.
En lugar de un ataque se nos abrió la puerta y por ella nos apareció el muchimillonario Tony Stark. A veces tenía la impresión de que ese tipo tenía un teleportador o algo por el estilo encima, porque puerta que se abría o habitación donde estuvieras, allí estaba el vengador. La misma sensación tuve en la Milano cuando Tony se nos unió tiempo atrás, cosa que me hizo girar y mirar hacia atrás, hacia Gamora. Se había convertido en un acto reflejo, después de que tuviéramos Tony y yo esa conversación con Gamora como tema principal.

En fin, tiempo pasado.

- Hola Tony. ¿Algún cachivache nuevo que quieras que le de un repaso? - Al poco llegó Thor, la versión terrana de Drax, por así decirlo. Nada más verle Drax infló pecho, en una de esas poses retadoras entre luchadores sin cerebro que se miden los músculos y luego se chocan las manos mientras se ríen a carcajadas. Es lo que iba a pasar, lo más seguro. El Capitán América hizo su aparición y después, detrás de Tony, el chico del arco. - Clint - tuve que corregirle a Quill.

- ¡Me adelanto!

Tras saludarlos a todos y que éstos nos saludaran, tomé prestadas las palabras de Rogers y entré en la mansión el primero, seguido por Groot. Quedarnos en las puertas era una tontería teniendo en cuenta el motivo principal por el cual habíamos ido a hablar con los Vengadores.

- ¡Vamos! Que no tenemos todo el día.

Llegamos entre chácharas, saludos y presentaciones hasta el laboratorio, donde cada uno pilló un sitio. Las sillas no eran lo que se diga muy altas, así que tuve que conformarme con ponerme de pie para poder preparar la presentación y dar apoyo visual al Quill en lo que tendría que decir. Groot, quien se sentó a mi lado, me ayudó a preparar el holograma, sujetando los cables y las partes del mismo mientras yo lo montaba.

Una vez Peter dio comienzo la charla fuimos interrumpidos por un tipo que tenía todas las pintas de ser un científico... hasta que caí en quién era. No es que sea muy reconocible sin su particular color verde y su masa muscular.

Volvimos al tema que tocaba, ésta vez si mostrando en medio de la sala el holograma para que todos pudieran verlo.

- Para los que no lo conozcáis, éste de aquí es Thanos - y les monstré la imagen del mismo, el Titán loco". - No sé si alguno de vosotros se ha enfrentado a él en el pasado, y lo pregunto por el efecto Omega y lo que conlleva. Por si acaso, Thanos está considerado como uno de los mayores enemigos de la galaxia. Y éste de aquí es el Guantelete del Infinito. - pasé a la siguiente imagen. - Si consigue reunir de nuevo las gemas, será una catástrofe. - Y para finalizar, les puse la imagen de las gemas, dejándolo de fondo mientras Quill terminaba con la explicación.

Nuestros radares y los del Cuerpo Nova indicaban que las gemas se encontraban en Terra o cerca de ésta. Una gema con semejante poder no pasaría desapercibida debido a sus efectos y esperábamos que al menos alguno de los Vengadores pudiera darnos una pista que seguir.

- Si vais a contactar con la Liga de la Justicia, os recomiendo contactar directamente con Nightwing. De los que conocimos allá arriba era el que mostraba mejor disposición para hablar tranquilamente. Los demás me dieron bastante mala espina, sobretodo la mujer: ya me estaba viendo en medio de un tiroteo en la estación espacial, con cañones de fotones por todas partes, una escapada a última hora, unas cuantas explosiones... ¡JA! Habría sido la bomba. - Aunque lo más seguro que no hubiéramos salido muy bien parados de aquella situación, ni teniendo la "flor" de Quill.

Me quedé un poco parado al ver la reacción del capitán cuando sacamos el tema de la Liga. Según recordaba, el capitán que conocimos era un tipo más servicial y preparado para tender la mano para la paz antes de alzar el puño para la guerra. Ordenar todas esas medidas sólo porque había otro grupo de héroes en Terra me pareció excesivo. Tal vez el capitán que teníamos delante no era el mismo que conocimos en nuestro universo, lo cual me hizo replantearme si todos los que estaban en esa mesa eran los mismos que conocimos... Exceptuando a Clint. Seguía siendo el mismo de siempre sin duda alguna.

Volvimos al tema que realmente importaba: Thanos y las gemas, y la historia que nos contó Thor a todos nos sonó con las mismas letras de la misma melodía: una pista de las gemas. Revertir el crecimiento de una persona, por no hablar de un dios como era Thor y volverlo un infante contaba a las mil maravillas a la gema del Tiempo, como había sugerido Quill.

- Lo que está claro es que, si las gemas están en Terra, siguiendo la lógica de que todo lo que suele pasar en el universo acaba irremediablemente en Terra - y era una teoría contrastada un millar de veces desde que conozco la existencia de éste planeta - las gemas acabarán apareciendo en éste planeta, y con ellas, Thanos. La pregunta es, ¿nos vamos a quedar de brazos cruzados hasta que ésto pase? Lo que podríamos hacer para empezar es investigar sucesos extraños que hayan pasado después de la colisión de mundos y que tengan cierto patrón relacionado con las gemas, como lo que pasó con Thor, y ponernos manos a la obra. Ir descartando yo con un poco de suerte, encontrar otra pista de estas escurridizas gemas.