Creo que estoy ciego... (Guardianes de la Galaxia, Celsit). 12 de Octubre de 2018.

12 de Octubre de 2018.
11:30 de la mañana.
Nueva York, la ciudad que nunca duerme.
Cerca de una conocida pastelería...


El sol nos pegaba de lleno en la cara, pero gracias a mis gafas Rayban pude bloquear gran parte de los rayos ultra violeta y evitar la ceguera que producía este. Era un buen día. Paseábamos tranquilamente por las calles de la Gran Manzana en busca de alguna nueva aventura que se cruzase en nuestro camino. El cuerpo Nova estaba tranquilo, parecía que teníamos alguna pista de las gemas del infinito y el technarch conocido como Warlock había demostrado no sólo estar del bando de los buenos, sino que había enrolado en los Guardianes con el resto del equipo. La verdad es que, aunque pertenecía a una raza alienígena robótica que había traído de cabeza a varios miembros de los Nova así como a nosotros un par de veces era un buen aliado, entre otras cosas porque teníamos a los technarch controlados gracias a él. Nos informó que de vez en cuando debía informarse de si había crías nuevas en su planeta para rescatarlas y pasarlas al bando de los buenos, lo cual nos venía de perlas. Cuanto más controlados estuviesen y más ojos tuviésemos sobre Magus mejor. Sólo de pensar en él se me ponían los pelos de punta.

El caso, como iba diciendo, teníamos a un nuevo recluta y el joven Sam Alexander nos ayudaba también con el control de Terra, lo cual nos había ayudado a conseguir por fin un poco de reconocimiento de Xandar. Estábamos de muy buen humor. Bueno, todo el buen humor que puedan tener Drax, Gamora y Rocket. Groot... Groot era feliz. Siempre lo era, o al menos esa era la imagen que me daba. Además, desde que conoció a la chica esa de verde hace meses parecía como si una parte de él hubiese renacido. Pues mira, bien por él. Yo me alegraba. Manteníamos buenas relaciones con los Vengadores y la JLA, hacía buen tiempo... Ya era hora de que nos sonriese un poco la suerte porque menudos mesecitos madre mía...

Un fuerte rugido vino de mi espalda, obligándome a parar y a girarme lentamente. Vi a Drax con la mano en el estómago y cara de cabreo.

- Lo siento... Necesito deglutir algo para mantener la energía.-

- ¿Deglutir algo? Yo diría que lo que necesitas es comerte una vaca colega... Madre mía.-

- Yo soy Groot.-

- Sí, la verdad es que yo también tengo algo de hambre...-

Me llevé una mano a la cintura y con la otra me froté el mentón. Hambre... Hombre, aún era pronto para desayunar, pero tomarnos algo para ir abriendo el apetito no era mala idea. Además, habíamos desayunado bastante poquito ya que acabamos con las provisiones que nos quedaban en la Milano. Teníamos que hacer la compra con urgencia. Miré a mi alrededor y vi una pastelería con bastante buena pinta. "Central Tart".

- ¿A alguno os apetecen unos dulces?- Entramos en la tienda y me acerqué con mi paso chulesco al mostrador, apoyándome sobre él y bajando las gafas mientras observaba a la mujer que estaba al otro lado de este. Algo tostadita de piel, con los cabellos grisáceos y las puntas de color rojo brillante, una agradable sonrisa en los labios y unos ojazos... Qué ojazos señor. Le sonreí mostrándole mi sonrisa profident y arqueé una ceja.- Hola encanto... Estoy aquí con mis compañeros y pensábamos pedirte algunos dulces y bombones, pero creo que ya los tengo delante...-

Guiño y mirada encantadora. ¿Qué? Era viernes, los viernes se puede ligar desde primera hora de la mañana. Bueno, y el resto de días, si sois unos mojigatos allá vosotros.

Viernes... ADORABA los viernes. Ese día en el que podía salir a la hora que quisiera porque Elsa y yo trabajábamos juntas, y el día era suyo, pero solía ir. La gente estaba de mejor humor, solían dejar más propina, llegaba el fin de semana... Total, los viernes son maravillosos. ¿Alguien piensa lo contrario?
Por el mostrador rondaban pasteles de todo tipo, muffins, cookies, tartaletas de frutas... Y en una nevera aparte, pequeñita como de minibar , algún que otro sandwich y salados en general. Aparte, en la entrada a la derecha, la nevera de los refrescos y zumos.

El tintineo de la puerta se escuchó por la tienda. Una chica con un portátil, la única clienta que tenía en ese momento,levantó la vista, se colocó las gafas, dio un sorbo a su café y volvió a disimular que bajaba la vista, sin separar la pupila del hombre gigante con tatuajes rojos y del árbol inmenso que apenas se distanciaba del techo.

Yo les miré en grupo, a lo general. Si hubiese sido una humana supongo que habría llamado a la policía o tal vez hubiese salido escandalizada pero la costumbre de trabajar con gente particular, y el hecho de serlo, me ayudó bastante para no gesticular ni poner cara extrañada sino todo lo contrario, esbozar una sonrisa.

- ¡Hola! ¡Bienvenidos a Central Tart! - lejos de sonar empalagosa era simplemente cordial.

Y el rubio se acercó a mí con su frase estrella. (frase ESTRELLA eh?? eh??)

¡Jajajajajajaja! Lo siento cielo - dije guiñándole un ojo - Pero estoy cogida - contesté escuchando a los demás.

Tengo que reconocerlo, me parecían dentro de lo poco común lo normal pero... El mapache parlante era la monda, lo mejor. Y me dieron ganas de abrazarle hasta hacerle estallar.
-Por favor, póngame una de éstas de trufa, otra de éstas de yema y... también una de éstas, éstas y éstas.-
- Muy bien.- dije cogiendo uno a uno todo lo que me había pedido y lo puse en un plato. Mientras lo preparaba, aproveché - Así que... ¿terrana? ¿Sois extraterrestres?- No era la primera vez que hablase con uno. Me vino Serrune a la cabeza y el accidente, la noche sin dormir, el simbionte....

Agité la cabeza y me concentré en el trabajo, era lo mejor que podía hacer. Primero puse la trufa, luego el pastel de yema, el de vahinilla, queso y frutos rojos y el último. Cada postre era como del tamaño de un puño, y me extrañó que cupiese todo en un cuerpo tan pequeño, pero no era quien para cuestionar, y le preparé todo en un plato grande y llano, que puse sobre la bandeja, preparado para llevárselo.

La chica pidió un pedazo de cheesecake con frambuesas, y le serví un trozo generoso, ya que parecían de buen apetito. El hombre enorme se pidió su... Lo dicho, que no era quien para cuestionar.

Entonces el árbol habló y antes de poder contestarle todos contestaron "Paga Quill", por lo que supuse que el rubio era ese tal Quill. El árbol volvió a insistir, debió de ser porque no le había contestado antes . - ¡Hola Groot! ¿Tú no quieres nada?- dije mirando a los ojos oscuros de la planta gigante mientras caminaba a dos mesas que estaban juntas. Dejé en una mesa los pastelitos del mapache y la porción de la chica. En el otro la tarta del grandullón. Volví corriendo tras el mostrador y les llevé cubiertos, un taco de servilletas de papel más grandes que las de los servilleteros (las iban a necesitar) y una jarra de agua con unos cuantos vasos. Volví detrás de la barra.

- Bueno y...- apoyando las manos en el mostrador - ¿Quill qué va a querer?- dije mirando esos bonitos ojos azules.

Central Tart ya era como la cafetería habitual de las hermanas Stavridis. Recuerdo que después de la colisión de los mundos me llamó bastante la atención un local tan bonito y tan cerca de casa. Hay que decir que también me han pasado cosas raras incluso en esta cafetería. Un villano llamado Edward Nigma me estuvo acosando para que le diera información sobre cómo aumentar su popularidad en las nuevas editoriales de cómics... después tuve la mala pata de encontrarme en medio de una situación delicada en la vida personal de Sasha, aunque gracias a ese día mi amistad con ambos se fortaleció, y conocí a su novio Planaria y a Lilith Belmont, una simpática psiquiatra de cabellos rosas.

Más o menos, el 90% de las veces que he ido a desayunar a esta cafetería, con Lissa o sin ella, nunca pasa nada en especial. Tomamos tranquilamente nuestro café, leemos el periódico, mantenemos una charla animada con la dueña... pero claro, no estaría contando esto si hoy fuera de uno de esos días normales. No, hoy era del 10% de esos días en los que sí pasaba algo interesante.

Sasha dejó mi café con leche y mi tarta de manzana encima de la mesa con una cálida y suave sonrisa.

- Gracias, preciosa - le devolví la sonrisa y no tardé en llevarme el café a los labios. Estaba tan bueno que no pude evitar soltar un "mmmmh" del gusto. Y eso a Sasha siempre le hacía gracia. Sabe de primera mano que me encanta todo lo que hace y siempre está todo riquísimo.

Normalmente bajaba a desayunar sobre las nueve, pero hoy me había levantado algo más tarde de lo habitual. ¿El motivo? Me había quedado hasta las 3 de la mañana terminando unas entregas que debía enviar por email lo antes posible. Así que Lissa se levantó a las ocho como cada día y se marchó a trabajar mientras yo me quedaba un rato más durmiendo. Y yo tenía la mañana libre para descansar y desayunar tranquilamente antes de la siguiente entrega de la editorial.

- Esto te lo tienes bien merecido... - pinché un trozo de la tarta de manzana y me la llevé a la boca con gusto. No hay nada mejor que una estimulación "trabajo-recompensa" para motivarse con el curro. Sobre todo si la recompensa era un delicioso pastel de Sasha.

Y ahí acabó toda mi paz interior.

Un terremoto de pasos inundó la cafetería hasta llegar al mostrador, y múltiples y diferentes voces empezaron a pedir pasteles de todos los tamaños y colores hasta decir basta. Asomé mi rostro por encima del periódico para ver a la tropa que acababa de entrar y volví a esconderme cuando me di cuenta de quienes eran.

Los Guardianes de la Galaxia, los héroes que atraen más problemas por segundo de la historia de la humanidad, o de la historia extraterrestre. Da igual. Desgraciadamente no era la primera vez que me había topado con ellos. Habrían dejado la tienda de cómics de la esquina en ruinas si yo no hubiera convertido en confetty sus balas ¿qué podrían hacerle a esta cafetería si alguien cabreara a Rocket? Era mejor prevenir que curar, así que mientras mi cara estuviera escondida detrás del New York Times (que por cierto lo estaba leyendo al revés sin darme cuenta), no les quitaría el oído de encima. No quería que le causaran ningún problema a mi amiga Sasha.

Y ya de paso podría aprovechar para reírme en silencio sobre la insaciable necesidad que tenía Peter Quill de ligar con todo lo que tenía curvas. Tenía que reconocer que el chico tenía imaginación a la hora de echar piropos, pero es que cada uno que soltaba era mejor que el anterior. De cutre y previsible, quiero decir. Menos mal que Sasha es una chica decente y no caería en su embrujo pélvico.

- Ay, no me extraña. Menudo bombón se han... ¡Eh!- Gamora y Drax se abrieron paso hasta el mostrador, apartándome de un codazo y pidiendo de todo. Groot y Rocket hicieron lo propio, y en cuestión de segundos se habían pedido prácticamente media tienda.- Perdonad pero estaba yo primero... ¿Hola?-

- Paga Quill.
- Paga Quill.
- Paga Quill.
- Yo soy Groot...

- Claro, cómo no, para eso sí que tenéis lengua, ¿verdad? Panda de agarraos...- Y me acerqué una vez hubieron dejado el mostrador libre hasta la chica que regentaba la tienda, la cual me preguntó si yo iba a querer algo. Solté una especie de bufido y negué con la cabeza.- Bueno, a menos que tengas ahí a cuatro colegas que no sean unos JODIDOS AGARRAOS, lo cual dudo enormemente, casi que probaré esa tarta de zanahoria... Tiene bastante buena pinta. Dime cuanto te debo de todos estos gumias.-

Cuando me dijo la cifra casi me da un infarto. Saqué la cartera y le pagué todo a la chica, la cual a pesar de que el resto habían sido como una especie de marabunta que llevaba días sin comer nos ofreció una agradable y divertida sonrisa. Negué con la cabeza y me senté junto al resto.

- Que sepáis que sois unos desgraciados. Los cuatro... Bueno, los tres, porque el pobre Groot no ha pedido nada y es el único que no me ha empujado mientras pedíais... Más os vale comeros todo, hasta la última miga, porque me habéis dejado en la ruina más cochambrosa. Bueno, vamos a ver qué tal está esto.- Además de nosotros había una chica en la tienda con un periódico. No pareció inmutarse ante la presencia de un árbol andante, un mapache parlante, una mujer verde y un tío tan ancho como un armario. Bueno, cosas peores se habían visto... En realidad no, pero bah, tampoco era algo que me incumbiese especialmente. Así que por fin, tras el sablazo que se había llevado mi pobre cartera, cogí una cucharada de aquella tarta y la probé. Y como suele decirse, el resto es historia.


- ¿Creéis que se lo va a comer todo?-
- Ni siquiera yo sería capaz...-
- Yo soy Groot...-
- Pues se lo está comiendo... Madre mía, le va a dar algo. Peter... ¡Peter!- Ante mí, una montaña de envoltorios de bombones, platos manchados de chocolate y un bote de nata montada descansaban. Di un último bocado a la tarta de chocolate que acababa de meterme entre pecho y espalda y me dejé caer contra el respaldo.- Peter, ¿te encuentras bien?-

- ... Creo que estoy ciego...-

De nuevo en Terra tras una breve estancia con los Guardianes de la galaxia, su nueva "familia". No acababa de acostumbrarse a ella, pero sabía que se le pasaría, como antes había hecho con todos sus diferentes grupos de héroes. Pero no estaba seguro de si las cosas iban bien, pues se habían marchado esa mañana sin decirle a dónde, y por más que buscó, no había ninguna nota ni aviso en la nave. Se sentó a reflexionar sobre si sería exagerado utilizar los sistemas de comunicación para contactar con ellos, o si debía hacerlo, pues quizá no querían que estuviera presente. Era consciente de que no les hacía gracia que fuese un technarch, al menos a parte del equipo... Suspiró melancólico. Al parecer no todos los alienígenas se tomaban tan bien su condición como su amigo Conner, el semi kryptoniano. Llevaba tiempo sin verle, y se preguntaba qué sería de él. Quizá ahora que estaba de nuevo en Terra pudiera verle...

Se levantó y fue al cuadro de mandos; Primero debía arreglar sus asuntos con los Guardianes antes de pensar en los que había dejado atrás con su ingreso, de lo contrario, los motivos que le movieron a ello no tendrían validez. Fundió sus manos con la maquinaria y la activó, viajando por su sistema hasta dar con lo que quería. Pudo localizar la posición de Starlord y los suyos a unos kilómetros de allí, en un punto concreto de la gran ciudad de Nueva York. Una vez terminó, dejó todo como estaba, y salió en su busca, cambiando su aspecto a una apariencia más humana, y llevando la sudadera roja que tanto le gustaba.

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Central tart recibió más movimiento esa mañana, al recibir a un joven alto y delgado que buscó con la mirada hasta localizar a los guardianes. Al ver a Rocket abofetear a un aparentemente enfermo Starlord, sin que hubiera progresos por su parte, el joven alien sonrió divertido y se acercó sin hacer ruido, extendiendo una mano hacia el rostro de su actual líder.

- Deja que Yo lo intente Rocket-amigo- De las yemas de sus dedos salieron pequeños rayitos que azotaron la mejilla de Starlord con una descarga eléctrica suficiente para despertarle en una mañana especialmente remolona. Tras ello, se dirigió a los presentes con cierto tono afligido en la voz- ¿Por qué los Guardianes han dejado a Yo solo en la nave? Yo también quiere divertirse con vosotros...

Menudo festín se estaban dando los Guardianes de la Galaxia, pidiéndole a Sasha la mitad de los pasteles que había preparado para hoy. ¿Ya podrían con todo eso? Porqué la verdad es que había para alimentar a un elefante... bah, pero viniendo de ellos tampoco me extrañaba. Lo más divertido fue cuando todos le hicieron pagar a Quill, se lo merecía por idiota, y por tener unos amigos tan agarrados. Esbocé una sonrisa detrás del periódico y volví a centrarme en las noticias de hoy. Entonces me di cuenta de que estaba leyendo el periódico al revés...

-Oh, Skatá- susurré en griego y le di la vuelta al periódico antes de que nadie se diera cuenta.

Se sentaron no muy lejos de dónde yo me encontraba y de reojo vi como empezaron a engullir como cerdos, cómo si no hubieran comido nada en un mes. En el fondo me alegraba un montón por Sasha, estaba segura que ganaría mucho dinero si les hacía pasteles a los Guardianes de vez en cuando.

- ... Creo que estoy ciego...-- susurró Quill mientras se dejaba caer en la silla con los ojos casi en blanco.

Al igual. A ver, normal, teniendo en cuenta que te has zampado media pastelería ¡so bruto!

Una pizca de preocupación se asomó en mis ojos y bajé un poco el periódico para observar mejor la situación. Apreté los dientes en el momento en el que Rocket se abalanzó sobre Quill y le asestó una bofetada en toda la cara para reanimarlo. Creo que eso no iba a funcionar...

Entonces entró a Central Tart un chico alto y delgado con una sudadera roja. Parecía conocer a los Guardianes, y se acercó a la mesa para tocar las mejillas de Quill para despertarlo.  Dudaba que acariciándole pudiera ayudar con su empacho pero... ¿Habían salido chispas de sus dedos? Ese chico debía de ser también un mutante, con unos poderes parecidos a Planaria...
Pero entonces Sasha se acercó a ver qué era lo que estaba pasando y saludó al chico de la sudadera roja llamándolo Warlock. Ese no era un nombre muy común pero... espera... Warlock...el Warlock que yo conocí en Gotham no se parecía en nada a este...  era muy alto y su cuerpo era negro y dorado, con una melena encrespada inconfundible... no, no podían ser el mismo. ¿o si?

Cerré el periódico y me llevé el último sorbo de café a los labios. Después me levanté y sin dilación alguna me acerqué al mostrador y le pedí a Elsa la cuenta. Cuando Sasha pasó por mi lado para ir a buscar el botiquín, le pregunté si necesitaba ayuda. Me sabía fatal que se la estuvieran liando en la cafetería por culpa de la irresponsabilidad de Quill con los pasteles.
Pagué a Elsa y después me acerqué al chico de la sudadera, y con un aire tímido le pregunté:

-Perdona... eres... ¿Warlock?

Si era mi Warlock esperaba algún tipo de reacción por su parte, obviamente no iba a reconocerle con aquel aspecto. Si era otro Warlock entonces nada, me marcharía de la cafetería antes de que me hiciera más preguntas...

Me dolía la tripa como si me acabasen de clavar un puñal frío. ¿Qué demonios...? ¿En qué estaba pensando? ¿Cómo se me había ocurrido meterme un pastel entero de zanahoria y todos esos bombones? Madre mía, qué tarde voy a pasar... Pero no me hizo falta esperar a la tarde para que todo empezase a ponerse interesante. Rocket saltó sobre mí y me calzó una sonora bofetada que me puso la cara casi del revés. La agité sorprendido y le miré con el ceño fruncido.

- Tío, ¿de qué vas? ¡Ay, mi tripa! ¡Me muero! ¡Es la muerte...!- Crucé mis brazos sobre ella queriendo morirme. Estaban todos encima de mí mirándome con cara de preocupación. Qué agobio. Lo único que necesitaba era un vaso de agua para bajarlo todo, en serio. Entonces apareció Warlock por la puerta, con ese tono de cachorrillo abandonado.- ¿Qué? Pero, ¿no venías detrás de...? ¡AYYYY!-

El tacto de Warlock me dio unos fuertes chispazos en la cara, provocando que algunos espamos me recorriesen el cuerpo sobre la silla. Joder, ¡que solo quiero agua! Afortunadamente para mí la chica de la tienda apareció con uno diciéndome que sabía a limón. Como si sabía a clorofila selvática. Me lo bebí de golpe, humedeciéndome de nuevo la boca que tenía como la mojama. Noté como bajaba por mi esófago y me tranquilizaba... Al menos durante un par de segundos. En ese momento, un ruido gutural comenzó a sonarme en la tripa, subiendo lentamente por mi pecho. Cualquier otra persona habría pensado que iba a estallar. Y bueno, más o menos fue eso lo que me pasó, puesto que estallé. Al instante, todo el dolor, el mareo y demás historias desaparecieron, dejándome como nuevo. Gamora me metió una sonora colleja y negó con la cabeza.

- ¡Eres un maldito cerdo!-

- ¿Qué? Ya estoy como nuevo. ¡El dolor ha desaparecido! Y pensar que no era más que un gas tonto...-

- ¡Tú sí que eres tonto! ¡Del culo además!-

- Yo soy Groot.-

- Eres verdaderamente repugnante Peter Quill... ¿Acaso te has lavado los dientes hoy?-

- Oye, hace cinco segundos estábais todos super preocupados por mí. No neguéis que en el fondo os alegráis un poco de que esté bien... Espera un momento... ¿Lyz? ¿Lyz, eres tú?- Estaba seguro de que era ella. La chica con la gemela que nos habíamos encontrado unos meses antes en la tienda de cómics que Rocket se encargó de volar por los aires y que nos habían reconocido por haber leído acerca de nosotros, al menos ella. Fruncí ligeramente el ceño pero ofreciéndole una sonrisa.- ¿Cómo estás? Oye, ¿por qué no te unes a nosotros y te invito a algo? Por cierto chicos, voy a tomarme otra...-

- ¡TÚ NO TE VAS A TOMAR NADA PETER!-

- ¡¿Acaso quieres morir hoy?!-

- ¡YO SOY GROOT!-

- ¡Vale, vale! Ya pillo la directa... ¿Quieres que te invite a algo Lyz? Yo tomaré... Otro vaso de agua si eres tan amable... Por cierto, soy un maleducado. No te he preguntado cómo te llamas.- A la pobre a la que habíamos liado una en la tienda rica (pero que le habíamos hecho el agosto) no le pregunté siquiera su nombre. Qué desastre de persona soy a veces. Sólo a veces. Recordemos que soy el legendario Starlord.

De pronto, mientras trataba de ayudar a su líder Starlord, bajo la mirada inquieta del pequeño Rocket (Muy a su pesar) Warlock se encontró con dos humanas que se dirigieron a él casi a la vez. Paseó la mirada de una a otra y el torrente de emociones que le invadió hizo que recobrase su verdadera forma antes de abrazar a ambas con sus largos brazos, lleno de ilusión.

- ¡Celsit-amiga! Lyz-amiga! ¡Hace mucho que Yo no sabía de vosotras! ¿Qué ocurrió a tú al huir de Gotham Lyz? Yo no pudo encontrarte... Yo pasó mucho tiempo preocupado... -De pronto se dirigió a la pastelera con una amplia y tierna sonrisa- ¿Celsit-amiga ya salió de la mansión? ¿Tú fabrica alimentos dulces? ¡Yo piensa que es una forma encantadora de ayudar a TerraTierra!

Mientras estaba allí haciendo carantoñas a ambas mujeres, olvidando por completo a sus compañeros, recordó a su antiguo compañero de los Nuevos mutantes, Mancha solar; Por alguna razón, las hembras humanas y alienígenas se sentían cómodas a su lado, y Roberto siempre veía a su compañero alien rodeado de muchachas que le ignoraban. Su fastidio era genuino, pero nunca malintencionado. Seguro que ahora, habría maldecido sin descanso.[/b]

Efectivamente estábamos todos preocupados porque Peter Quill no hubiese cogido una indigestión de elefante y que hubiera que llevarlo a urgencias para operarle el estómago y sacarle todo ese azúcar en vena que se había zampado. Pero no, todo fue culpa de un estúpido y repugnante…

- Oh dios… - mi expresión era la personificación del asco, y di un paso hacia atrás  alejándome de la cuadrilla y de la pobre… oh, pobre Sasha….

Me quedé muda durante unos segundos cuando la joven dependienta se disculpó y se retiró a la parte interior de la cafetería. Sentí un sudor frío cuando escuché varios golpes y lamentos al otro lado de la tienda. Era sorprendente la manera en la que se había contenido la mujer, yo conocía a la Sasha temperamental y “ardiente” de primera mano. Hubiera estado bien que mostrara esa faceta suya a los guardianes de la Galaxia, y los hubiera echado a patadas de su local, en especial a ese presuntuoso de Peter Quill, que la había dejado con los pelos para atrás. Sí, hubiera estado bien que le chamuscara un poco... pero Sasha era una buena persona, así que ante todo seguiría mostrando su amabilidad de cara al público.

Y… ahí está cuando me reconoce. Vaya por dios, pero si se acuerda de mí y todo. ¡Incluso ha acertado mi nombre! Que cosa más rara…

- Ah… ¿tu eras? – dije haciéndome la loca- ah si, el estrellado… - dije esbozando una sonrisa llena de escepticismo  - No, gracias, estoy bien. A demás, no tengo la costumbre de comer con animales de granja…

Había sido asqueroso, y no tenía ningunas ganas de sentarme a comer algo con un tipo que podría eructarte en la cara.

-Ey, Rocket – saludé entonces con una sonrisa arqueada al mapache parlanchín – llevo aquí desde antes de que montarais el espectáculo…

Entonces me quedé de piedra cuando el chico delgado de la capucha roja se transformó de golpe en la criatura larguirucha y de cabello encrespado que conocí en Gotham.

-¡Menudo susto! – dije llevándome la mano al corazón - ¡Si que eres tu! – sonreí entonces al ver que me había reconocido y que se lanzó emocionado a abrazarme. Le correspondí el abrazo con unas suaves palmadas y luego miré a Sasha, sorprendida de que también le conociera. El mundo en Omega es un pañuelo.

- Yo también me quedé bastante preocupada por ti y por Wiccan… fue Sloan quien me sacó del tejado antes de que las cosas se pusieran más feas, y me llevó a casa… - expliqué, recordando la crueldad de aquella noche, el odio humano irracional y la matanza de aquellas pobres criaturas. Nunca me había sentido tan impotente por no poder ayudar a cambiar las cosas… por suerte me había vuelto más fuerte, y mi vida había tomado un rumbo diferente.

- ¿Y tú cómo conseguiste escapar? ¿Estás bien? – le pregunté, dedicándole una suave y amable sonrisa. – Gracias por salvarme la vida, fuiste muy amable conmigo…

Entonces Sasha volvió con esa sonrisa encantadora e impecable y empezó a colocar tres sillas más alrededor de los guardianes. La dependienta se sentó al lado de Peter y yo lo hice al lado de ella, dejando que Warlock se sentara a mi izquierda. Si no hubiera aparecido el Technarch no me hubiera entretenido más en Central Tart, pero tenía mucha curiosidad de saber más sobre la criatura.

- ¿Qué has estado haciendo desde entonces, Warlock?

La chica de la pastelería se disculpó y se fue a la trastienda, desde donde se escucharon unos gritos y unos golpes secos. Fruncí el ceño sin entender muy bien qué había pasado y miré a Gamora.

- ¿Por qué se va? ¿He dicho algo malo?- Mi compañera abrió mucho los ojos sin dar crédito a lo que acababa de decir.

- Dime que estás de coña Peter... ¿En serio me estás preguntando eso?- Asentí sin entender nada. Ella puso los ojos en blanco y negó con la cabeza resoplando.- Peter, le has eructado en toda la cara... Y encima no te acordabas de su nombre a pesar de que nos lo ha dicho antes... ¿Crees en serio que va a tirar cohetes?-

- ¿Que yo qué?- Mi cara se volvió totalmente pálida con lo que me acababa de decir Gamora. Ella asintió con los ojos muy fijos en mí y los labios metidos hacia dentro.

- Sí hijo sí, así que más te vale disculparte porque te has comportado como un imbécil...- Me quedé helado, con la vista en la puerta que daba a la trastienda. Me sentí verdaderamente mal. Encima que se preocupaba y me traía un anti ácido iba y le soltaba todo mi aire en la cara. Joder, eres un jodido genio Peter Quill. Ni siquiera di importancia a la salida de tono de Lyz al llamarnos animales de granja. Estaba demasiado bloqueado por lo que había hecho. Una cosa era ser un poco metepatas o ligar con una chica de la que pasaba al día siguiente, pero aquello era una falta de respeto y modales en toda regla, sobre todo porque era únicamente culpa mía por haberme puesto hasta el culo de dulces. En cuanto ella salió y se dirigió al grupo me levanté, frotándome las manos y sonriendo totalmente nervioso.

- Eh, esto Sasha... Yo... No sé cómo decirte esto... Siento de todo corazón lo que ha pasado... De verdad, lo siento. No sabía que era un gas lo que me estaba matando, y de haber sabido que iba a eructar jamás se me habría ocurrido hacerlo en tu cara... Y siento no haber recordado tu nombre... Desde que llegamos a Terra todo nos ha ido de mal en peor. Nos estrellamos contra una estación espacial de unos tíos que casi nos matan; nuestros aliados no saben quienes somos; perdí nuestra nave al estrellarla en un bosque; hemos salvado varias veces la tierra y nadie nos recuerda; nos insultan por la calle y nos llaman raros; casi pierdo la vida tres veces desde que estamos aquí... Sé que puede sonar a excusa, pero no es eso... Simplemente no tengo ni idea de qué demonios hacemos aquí o cual es nuestro siguiente paso, y al ser el líder de este grupo a veces se me hace todo muy cuesta arriba, no porque ellos sean malos, ni mucho menos... Pero veo el asco y odio que mucha gente profesa hacia nosotros... Y ellos no se lo merecen, no después de todo lo que hemos pasado... Sólo quería invitarles a un desayuno para ver si conseguía animarles... Y ni siquiera soy capaz de hacer eso sin liarla o provocar una horrible situación... Lo siento de veras Sasha... De corazón que lo siento... Si quieres que me vaya lo haré sin dudarlo, pero deja que ellos se queden... No te darán guerra...-

Todo esto se lo dije lejos del resto porque no quería que nadie escuchase lo mal que me sentía al no ser capaz de llevar todo a buen puerto a pesar de que me esforzaba día y noche por hacerlo. En mi corazón sentía que les había fallado desde la colisión de universos y de que no podría conseguir sacarnos de aquel pozo... La verdad es que hacía tiempo que no me sentía tan mal.

Warlock se separó de sus conocidas y fue a su asiento junto a Lyz, dispuesto a responder a su complicada pregunta. Reflexionó sobre si sería peligroso contarle la totalidad del relato, pero si tenía algún tipo de relación con el hombre del casco que generó todo el embrollo de Gotham la otra vez, seguro que habría visto cosas peores, y no parecía ser la clase d epersona que revelaba tu posición a un laboratorio armamentístico por dinero. Miró a la mujer y alargó dos de sus dedos para coger un trozo suelto de pastel de un plato cercano que perteneció a Quill hacía unos momentos, llevándoselo a la boca. Estaba delicioso, y eso le dio ánimos para empezar:

- Yo acompañó al joven Wiccan para llevar a su amiga en estado de inconsciencia a su hogar, y estuvo hablando con él hasta el amanecer. Yo creyó que era un momento conveniente para partir. Yo pensó en volver a Gotham, pero entonces detectó la presencia de tecnovirus en un vhículo cercano y se coló en él para ver a dónde iba. Yo trajo el virus a este planeta, y es responsabilidad de Yo cabar con todos sus restos... Así que yo esperó en vez de destruir las mustras, porque seguro que en el destino del vehículo habría más, y Yo acabó su viaje en una ciudad llamada Metrópolis. Allí Yo consiguió localizar el laboratorio donde trabajaban con el virus, pero detectaron a Yo, y fue capturado, aunque al final, Yo tuvo suerte y pudo huir, pero estaba asustado, y se refugió en las montañas, muy muy lejos, para no ser descubierto. Pero los humanos que s encontraban con Yo por casualidad, extendían rumores, y Yo pensó que debía asustarlos, así que Yo se hizo pasar por un monstruo, pero todo fue peor... vino más gente... -Suspiró recordando todo aquéllo- Y yo acabó uniéndose a los Guardianes de la Galaxia. Era la opción más segura para Yo, y a ellos también les interesó mi relación con la tecnarquía. Pero Yo no olvida pese a ello que aquí aún tiene mucho por hacer. Demasiadas cosas unen aún a Yo con Terra...

Sonrió inconscientemente. Cada vez eran más las cosas que le unían a ese maravilloso planeta en realidad. Con cada nuevo amigo que hacía, el vínculo era más fuerte.

Al parecer, el famoso Starlord no se dio ni cuenta de lo que acababa de hacer, y se fue en busca de la pobre camarera a pedirle mil veces perdón. Sasha no era de las que se andaban con hostias, así que no tardó en zanjar el tema. Entonces escuché en silencio el discurso de Rocket que me dejó bastante sorprendida.

- Sabéis… para ser un extravagante grupo espacial tenéis un bonito sentido de la amistad – les sonreí – seguro que Peter está muy orgulloso de todos vosotros.

- Vaya… no tenía ni idea… - seguí escuchando el relato de Warlock, que al parecer había sido bastante largo e intenso desde la última vez que le vi. – Has debido de pasarlo muy mal, me alegro de que ahora estés a salvo y con buena compañía. Estoy segura que los guardianes sabrán cuidar bien de ti. ¿Conseguiste detener ese virus?

Coloqué mi mano en su hombro para que se sintiera  poyado, a pesar de ser una criatura de voz inexpresiva había mucho dolor en sus palabras. Había sido capturado, torturado y después aislado por miedo… ser diferente a los demás siempre conllevaba a tener una vida solitaria. Eso me recordó a alguien.

- Después de lo que pasó en Gotham no he vuelto a ver a Sloan. También me planteé dejar de hacer… lo que hago – dije, Warlock era el único de esta mesa que me había visto usar mis poderes en condiciones. – pero al final encontré a alguien que me ha ayudado a ver las cosas de otra manera y ahora estoy aprendiendo mucho.

Me llevé una mano al bolso, y saqué una tarjeta de color turquesa. Apunté mi número de teléfono en ella y se la entregué al tecnópata.

- Toma, esta es mi tarjeta de artista. Si algún día necesitas charlar puedes llamarme. – le dediqué una suave sonrisa y entonces me levanté del asiento.
 
- Un placer haberos visto de nuevo, espero que vuestra estancia en Terra sea de vuestro agrado – dije dirigiéndome al resto de los Guardianes de la Galaxia- yo me iré ya, así os dejaré charlando de vuestras cosas.

Me acerqué a la barra y dejé en el mostrador un par de monedas para que Elsa me cobrara el pastel de manzana y el café. Me sentía bastante rara rodeada de variopintos individuos espaciales. Yo no encajaba allí.

Tío, vale que a lo mejor no había sido muy educado, pero joder, era un eructo. A ver si aquí ahora la gente no se los tiraba nunca, ni tenía que ir al baño para tener su momento All Bran...

- Vaya, mira qué bien. ¡Por fin alguien se sabe mi nombre!- Dije con un tono cláramente sarcástico. Mandaba cojones. Llega aquí la primera persona que por fin sabía quiénes éramos (sin contar Lyz que encima nos conocía como los Guardianes esos moñas que el prota se llamaba Star príncipe) y le faltaba medio segundo para atravesarme con un puñal el corazón. Hay que joderse con el mundo a veces, el grano en el culo en que se puede volver. Ella se alejó de mí después con un cabreo rico y sin aceptar mis disculpas.- Pues nada, pa mí todas.-

Me senté en la mesa y tamborileé los dedos después de que Drax me dijese lo de Rocket. Suspiré algo cansado y cerré los ojos pensativo. Entonces Lyz se levantó, despidiéndose y diciendo que se marchaba, esperando que tuviésemos una buena estancia en Terra y que se alegraba de habernos visto.

- Es bueno saber que alguien se alegra de ver a un grupo de animales de granja...- Dije con el rostro serio mientras bebía un poco de agua del vaso que tenía delante.

Warlock miró al animalillo con estupefacción. No solía dirifirse a él, pero además, creía haber respondido a esa pregunta muchas veces desde que se unió al equipo. Por si acaso, se proclamó una vez más al respecto:

- Sí Rocket-amigo. Hay humanos muy obsesionados con conseguir dominar el T-virus que yo trajo consigo a Terra, pero ignoran que sólo un technarch puede manejarlo.-Suspiró- Los humanos tienen grandes ambiciones, y yo comprende que quieran mejorar armamento de ellos para proteger su mundo, pero deberían aceptar sus limitaciones. Esa es manera de Yo de proteger este mundo; Yo siente el virus cerca, y yo acude a destruirlo, pero por desgracia, siempre hay alguien que consigue muentras nuevas. Yo no pudo ocuparse de todo el material de Lexcorp, supervivencia de Yo era prioridad en ese momento...

Había tomado la determinación de ocuparse de ese asunto en cuanto pudiera, y de hecho, había pensado aprovechar aquélla visita a Terra para proponerlo a sus compañeros. Debía comunicar su ausencia, y debía buscar ayuda, pues el personal de Lexcorp estaba preparado para luchar contra gente con poderes, y no podía enfrentarles de nuevo solo, o acabaría distribuído por cada sucursal de sus laboratorios en pequeños frascos. Mientras andaba sumido en dichas reflexiones, observó que Lyz se despedía, y estiró todo su cuerpo hasta desplazarse junto a la puerta, que abrió para ella. Luego sonrió de un modo algo melancólico.

- Lyz-amiga, Yo siente no haber estado más tiempo contigo. Yo espera que estés bien. A Yo le ha alegrado mucho verte, y espera hacerlo de nuevo.

Esperaba realmente poder hacerlo.

Después del rapapolvo que le había echado Sasha en toda la cara con su mala furia, Starlord parecía haberse deprimido. La verdad, entendía que la camarera estuviera enfadada, yo también lo estaría, pero no hacía falta montar un circo por este tema en medio de la cafetería. Bueno, estábamos en Omega, era el pan de cada día.

Cuando me despedí de ellos, escuché la irónica frase de Starlord y puse los ojos en blanco. En fin, al menos se había molestado en percatarse de que me iba, aunque no era la mejor manera de despedirse.

- Claro que sabemos tu nombre, eres Peter Quill, el legendario “Starlord” - suspiré mientras me colocaba el bolso en el hombro – y pensaba que sabías encajar una broma… -  aunque mi sentido del humor fuera algo irónico y amargo, fácilmente malinterpretable. Pero me daba igual, nunca he sido amable con los desconocidos y menos con los que tienen un largo historial como mujeriegos. A esos directamente ni les hablaba.

Esa era una de las muchas razones por las que despreciaba al sexo masculino. Los hombres que se dedicaban a perseguir a las tías, a tener relación con varias a la vez, o con muchas aunque fueran de una en una. Eran la clase de hombres que sólo les importaba el cuerpo de una mujer, que la trataban como un objeto que podían usar cuando quisieran y después deshacerse de ella como si no hubiera pasado nada. Estaba claro que no toda la culpa la tenían esos hombres, no harían tales cosas si dejaran de existir las mujeres machistas y les cortaran el grifo. Muchas mujeres aún tenían que aprender a decir “No”, y una de ellas es mi madre.

En ese mismo instante Peter Quill no me parecía el mismo hombre chulito que había entrado por la puerta alzando la voz; ahora tenía la mirada algo perdida y el rostro serio. Le había afectado seriamente lo que acaba de pasar en la cafetería. Vacilé un segundo, quizás sí que me había pasado con él… ¿Le digo algo o…? pero antes de decidir si acercarme a él Sasha ya lo había hecho. ¿Pero hace diez segundos no estaba sacando fuego por la boca? No entiendo nada. La camarera le abrazó por detrás y juntaron sus mejillas, le cogió de la mano y después le besó en la frente… ¿cómo podía hacerle eso a un hombre que acababa de conocer? Yo era incapaz, directamente, de mostrar algún tipo de cariño hacia alguien con quien no tengo confianza. Pero era así como funcionaba, ¿no? Peter Quill siempre podía tener la atención de cualquier mujer que quisiera. Genial, casi me lo había tragado.

Me quedé sin decir nada, mirándolos a los dos y entonces escuché hablar a Rocket, como si le importara mi partida cuando había estado ausente en la mesa, mirando hacia otro lado.

Cierto, me tenía que ir.

Les di la espalda y fruncí el ceño, dirigiéndome hacia la puerta, pero entonces Warlock alargó su cuerpo y me la abrió amablemente. Fue el único que había conseguido sacarme una sonrisa en esos momentos.

- Wow, gracias Warlock…. Espero volver a verte – dije con sorpresa y sinceridad, aunque esperaba que la próxima vez no fuera rodeado de tanta gente. No me gustaba la multitud, me ponía nerviosa con tanta gente hablando a mí alrededor, y yo siempre había sido una chica solitaria.

Sinceramente, esperaba no volver a toparme con los Guardianes de la Galaxia. Atraían los problemas como moscas, y yo no necesitaba más problemas en mi vida.

- ¡Nos vemos mañana! – me despedí de Warlock y Sasha, y salí a las frías calles de Nueva York.

- Lo siento, es igual. En el fondo sé que tenéis razón, no ha sido especialmente agradable lo del eructo... Es solo que no sé, a veces siento que a pesar de esforzarme en hacer las cosas bien se termina torciendo un poco todo. Tonterías mías, se me pasará.- Groot nos abrazó a la chica y a mí, y la verdad es que agradecí una muestra de cariño por pequeña que fuese. Sasha pareció calmarse un poco y me revolvió algo el pelo. Suspiré con una sonrisa y recuperé un poco el ánimo. Sentía que Lyz se tuviese que ir. No sé por qué pero algo me decía que no me tragaba, lo cual no lo entendía, ya que yo era un amor de persona y un encanto, y dejando de lado lo del eructo no recordaba haber hecho nada malo ante ella... ¡Si hasta le tiré un poco la caña cuando la conocí! ¿Se habría molestado por eso? ¡Qué tontería! No podía haber alguien que se molestase porque le dijesen un par de piropos o intentasen ligar con esa persona.- Lyz, quédate un rato más hombre. Al menos así tenemos aquí a gente que conocemos. Invito yo a esta ronda y prometo no tomarme nada.-

Pero parecía tener prisa o estar ocupada. Me encogí de hombros y entonces escuché la conversación que estaban teniendo Rocket y Warlock, y se me tensaron los pelos de la nuca como a un gato. Me incliné sobre la mesa y abrí mucho los ojos.

- Warlock, repítenos eso ahora mismo por favor.- Estaba claro. Cómo no, los humanos intentando controlar algo que no podían ni entender. ¿Qué? Ah, sí, que yo también soy humano. Y he aprendido a base de tortazos, lo reconozco. Las gemas eran un claro ejemplo. Pero bueno, ahora mismo me interesaban más otras cosas, como el hecho de que se estuviese intentando experimentar con el virus T. Escuché lo que explicó Warlock y me rasqué la barba, meditando.- Ya, hasta que alguien consiga controlarlo o hacerse con una cepa lo suficientemente pura como para extenderla por toda la galaxia. Y aunque confío en lo que dices de que no son capaces de hacerlo, tampoco eran en teoría capaces de controlar las gemas y ya hemos comprobado varias veces que esto no es así. Es solo cuestión de tiempo, me temo.-

Me mordí el labio y comencé a hacer repaso de las cosas que habían pasado últimamente por la galaxia. No recordaba que hubiésemos registrado ningún indicio de que los technarch o los phalanx se hubiesen puesto en movimiento. Pero claro, la mitad de las cosas estaban muy en el aire todavía desde el famoso choque, así que no estaba muy seguro de qué podía estar pasando o no, y naturalmente nuestra misión era la de encontrar todas esas cosas.

- ¿Dices que hay un sitio llamado Lexcorp que todavía tiene datos de ti y los technarch? Cuéntanos todo lo que tienen o sepan de ti o qué hicieron. Es muy importante que no te dejes detalles.- Si activaban algo que no debían lo mismo mandaban una señal de socorro o de aviso a nuestros queridos amigos cibernéticos que habría sido como encender una luz en mitad de la noche. Atraería a todos los bichos que hubiese por ahí flotando.

Warlock sabía que estaban a punto de sumirse en un asunto muy peligroso. Era inevitable, pues no podía eludir esa responsabilidad eternamente, de hecho, no deseaba hacerlo, pero la experiencia con los enemigos del otro universo había sido terrible, y no estaba seguro de si sería capaz de volver a enfrentarlos… de hecho, temía convertirse en un estorbo más que en una ayuda, o incluso en una amenaza… Pero si no contaba lo sucedido, sus compañeros no podrían ayudarle. Posó las manos sobre la mesa y comenzó a hablar muy serio.

- Yo logró infiltrarse en el laboratorio de Lexcorp, en la ciudad de Metrópolis, cuando el vehículo que transportaba el virus se adentró en un aparcamiento privado de la compañía. Yo se camufló como una de las etiquetas de los depósitos, y lo almacenaron en una cámara especial, junto a otros elementos. Yo pensó entonces en destruir las muestras, pero yo necesitaba saber qué estaban haciendo, y si había más virus-T en el edificio, así que yo esperó que recogiesen los recipientes y los llevasen hasta el área de trabajo. Allí yo descubrió que los científicos trataban de hallar una secuencia de descargas con energías diferentes que permitiesen a ellos controlar el virus-T, y parecían felices, ya que un mineral llamado Kryptonita parecía catalizar el tipo de energía necesario. Según dijeron, con los rayos krypton podrían manejar el virus a voluntad, y según los más entusiastas, a los technarch también… -Parecía cada vez más preocupado con su relato, pero trató de disimular tal hecho y prosiguió- Yo se quedó solo por la noche y desactivó las cámaras de seguridad, luego comenzó a ocuparse de las muestras, pero un vigilante nocturno acudió a revisar el fallo en el sistema de vigilancia, y dio la voz de alarma. Yo tuvo que ocuparse de él, y de unos cuantos guardias más, pero finalmente fue atrapado por un científico que lanzó una red magnética contra Yo. Yo estuvo retenido varios días en un campo de fuerza, y fue obligado a contagiar a diversos seres vivos con el virus-T al principio, y después yo tuvo que luchar por no ser controlado por impulsos krypton en sus pruebas de mejora del sistema. Era doloroso para Yo… Y por ello Yo muchas veces cedía. Cuando Yo escuchó a los encargados del laboratorio decir que controlar el virus no podía compararse a controlar a sus portadores, y que la compañía pensaba usar el virus-T para que Phalanx convocase a la tecnarquía y así vender el rayo krypton a diferentes países como medio para obtener su propio ejército alienígena. Yo enloqueció, ¡no podía creer que estuvieran hablando en serio! Yo comenzó a descargar energía hasta hacer saltar los dispositivos que le retenían y escapó de allí a través de la rejilla de ventilación, volando hasta un lejano lugar llamado Canadá. Yo se ocultó por un tiempo allí, pero fue descubierto, afortunadamente no por científicos esta vez .

Miró a sus compañeros algo compungido. Tendría que haberles contado todo eso mucho antes…

-Es todo cuanto Yo sabe. Yo lo siente…

Sasha se disculpó y se puso a hacer cosas de la tienda, moviendo alguna que otra caja. Pero en ese momento toda mi atención estaba puesta en el último miembro de los Guardianes, a quien miraba atónito, con los ojos como platos. La historia que nos estaba contando no hacía más que empeorar. ¿Kryptonita? ¿Eso era la piedra verdosa del otro universo, no? Me sonaba haber leído acerca de ella cuando nos pusimos a investigar todo el tema del universo contra el que habíamos chocado, pero no sabía que podía llegar a desplegar un poder así. Joder, no contentos con todo el tema de las gemas del infinito ahora también teníamos que vigilar que la gente no usase la kryptonita esa. Cuando terminó su relato, me quedé callado, pensativo, y mis compañeros sabían perfectamente por qué.

- Bueno, ya era hora de entrar en acción. La verdad es que desde el choque hemos estado bastante parados.- Drax se crujió los nudillos y sonrió.

- Tendremos que andarnos con mucho ojo. No sabemos cómo funcionará la LexCorp esa. Puede que tengan un armamento muy sofisticado.-

- Quill, no me irás a decir que tienes miedo... Nos hemos colado en sitios mucho más peligrosos. Pero tranquilo, si tienes miedo yo te protegeré de los malos...- Dijo con una sonrisa sardónica. Negué con la cabeza mordiéndome ligeramente el labio.

- Chicos, esto es serio. No tenemos ni idea de cómo funciona la kryptonita esa, y si es cierto que puede controlar el virus T podría ser más peligrosa de lo que pensamos. No me gustaría que llegásemos y tuviesen un ejército de technarch preparado para atacar. Tenemos que trazar un plan. Lo mejor sería una infiltración doble. Me explico. Un grupo de distracción para que el otro grupo se cuele discretamente y elimine todos los datos y lo que hayan conseguido. Rocket, cuento contigo. Tu tamaño y conocimientos de informática son perfectos. Warlock irá contigo para indicarte dónde estaba él encerrado. Sam también puede ir con vosotros. Gamora y Drax vendréis conmigo en el de distracción. Pero creo que podríamos buscar a alguien que nos ayude... Ya sabéis, algún ladrón o ladrona que quiera sacarse unas pelillas.- Gamora frunció el ceño y me miró.

- No necesitamos ayuda. Nos hemos colado en sitios mucho más peligrosos que ese.- Asentí y suspiré ligeramente.

- Si, es cierto, pero también debemos pensar que no sabemos muy bien cómo estará la cosa ahí dentro. Rocket, ¿tú cómo ves lo de contratar a alguien más para que nos ayude a infiltrarnos? Además, si al final hay que salir por patas y alguien tiene que pagar el pato, casi prefiero que no seamos nosotros a decir verdad.- ¿Qué? Sí, vale, somos héroes y todo eso, pero también forajidos, y desde luego no me voy a quedar pudriéndome en una cárcel de Terra. Qué vergüenza y qué manchurrón tan feo para mi expediente...

Me froté las manos y miré la hora y la fecha.

- ¿Cuándo saliste tú de ahí Warlock? Lo ideal sería no retrasarlo demasiado... Creo que en una semana podemos reunir a un par o tres personas más y colarnos en la LexCorp esa. Eso sí, tienes que contarnos qué sistema de vigilancia y demás tienen ahí. Y preparar bien el plan. Esto va a ser movidito chicos...- Y por fin, una misión de la talla de los Guardianes. La verdad es que yo también lo echaba de menos.

El technarch empezó a sentirse mal por momentos... Sus compañeros iban a enfadarse de verdad si sabían que hacía por lo menos un par de meses que sucedió todo lo referido a LexCorp. Las siempre erguidas puntas de su melena espinosa cayeron hasta casi formar una melena lisa pegada a él. Estiró los brazos y despejó una bran superficie de la mesa apartando las cosas al fondo, y de su ojo derecho, siempre rodeado por una pieza circular que ejercía diversas funciones, brotaron una serie de haces de luz azulada que proyectaron un holograma con un plano detallado de las instalaciones de Lexcorp, junto a sus sistemas de ventilación, seguridad, entradas, salidas, conductos de toda clase, etc... Todo lo que Warlock pudo escanear en su estancia para guiarse se mostraba en aquélla ilusión virtual.

- Yo espera que esto sirva... Yo siente haber tardado tanto en relatar esta experiencia a compañeros de Yo. Yo tomó la responsabilidad de controlar el virus transmodal de especie de Yo en este mundo, y siempre creyó que no debía implicar a nadie, por seguridad, pero Yo ha sido un completo estúpido... Yo... Tal vez sea demasiado débil para afrontar esta tarea solo. Yo os pide disculpas...

La robótica voz del alienígena reflejaba un profundo sentimiento de tristeza. A veces creía que no sólo era indigno para los de su especie, si no que tampoco sabía ser bueno para la humanidad que tan bien le había acogido.