[La Colisión de los Mundos] Abierto hasta el Apocalipsis (Dianne Albidane, Sloan Jenkins, Contanzie Albidane)

Constanzie se mantuvo mirando aquella aberración de la realidad con una mezcla de miedo y asombro. Estuvo dando varios pasos hacia atrás, temerosa por las repercusiones, intentando mantenerse gélida ante la situación. Ahora casi hubiera preferido aquella fiesta de gala.

- La fusión es un fiasco. Con ésto queda claro que éste motel no es ajeno al peligro de allá afuera. ¿Tenéis sitio para uno más en vuestro vehículo? Mejor ponerse en movimiento que quedarse quietos a que se te lleve la ola, ¿no?

-Cierto. ¡Nod! ¡Tienes que sacarme a Dianne y a mí de inmediato.- Ordenó sin vacilar.
-¿Y… Y los demás, Señora Albidane?
-¿Acaso crees que es buen momento para preocuparse por los demás?- Preguntó, enfadada. –Si son listos harán lo mismo que nosotros… ¡Tú nos has metido aquí! Soluciónalo.
-¡… E-está bien, Señora Albidane!- Acató nervioso Nod, mientras arrastraba a Dianne con brusquedad, forzándola a salir de allí con urgencia. -¡Tengan cuidad…!

Sin que Nod tuviera tiempo para acabar la frase, un gran estallido de luz hizo brotar de la nada un enorme árbol ante la carretera, siguiéndolo por otros de más tamaño, que empezaban a materializarse en aquel escenario caótico, junto a las demás anomalías, atravesando el coche entre dos realidades diferentes. Estaba claro que la fortuna no sonreía.

-… ¡No hay coche!- Exclamó Nod anonadado.
-Oh… No podía sonreírnos el destino, ¿cierto?- Comentó Constanzie en un tono exasperado. Sacó un pañuelo de seda de su escote y se empezó a secar el sudor.

-… Parece que debemos adoptar esta situación con filosofía, señor Sloan. Puesto que usted también carece de transporte, dígame… ¿Tiene alguna alternativa de escape?

-¿Qué desea… a cambio de sacarnos a mi hija y a mí de aquí con vida?

Dianne no sabía muy bien que estaba pasando. Sus sentidos parecían locos. Percibía sonidos y aromas extraños, fluctuaciones de energía que parecían estallar en puntos concretos. Carne quemada, cenizas, arena, toda aquella amalgama de olores penetraban por si nariz arraigándose y provocando en ella unas náuseas terribles. Los gritos de los presentes, mezcla entre asco y pavor, dejaban entrever lo bizarro de la escena, escena que apenas le dio tiempo a asimilar o comprender pues pronto se vio arrastrada por la fuerza de Nod bajo las ordenes temblorosas e inquietas de su madre.

Ahora estaban afuera, en busca de su limusina y seguidos por el tal Sloan. Bueno, eso de buscar el vehículo se quedó en nada, en una mera mueca de estupor cuando los árboles empezaron a parecer alzándose al cielo entrecortando la tierra conocida. El mundo había decidido irse de fiesta hoy, eso estaba claro. Dianne no podía verlo pero si sentirlo, toda aquella locura era como un chirrido en sus oídos, todas esas luces de energía descontrolada. ¿Pararían en algún punto? Probablemente, en cualquier monto, todo pararía y el nuevo mundo quedaría tranquilo...bueno con el caos de después de qué ha pasado, pero ahora tocaba no “ser” uno de los afectados en uno de sus accidentes.

-Tiene....que haber otro coche.¡¡Busquemos otro coche!!

Nod se movía nervioso con la joven señorita en brazos buscando algún método de huida. Ella en cambio no sabía que hacer, por mucho que tapara sus oídos y cerrara sus ojos, la locura seguiría allí.

Sorprendentemente, había coches, algunos con alguna forma imposible, fusionados con algo raro, pero otros estaban completos...algunos aparecían en mitad de la carretera en movimiento, con gente en ella intentando no chocar...y otros con cadáveres dentro.

-Haced..que pare...porfavor.- dijo en un leve susurro agobiada.

Constanzie pudo contener su sorpresa. Reconocía el poder cuando lo veía, pero algo así en aquellas circustancias era sorprendente. Había hecho bien en fiarse de su intención. Alzo la vista a aquel escenario tan tenebroso. De alguna manera no le parecía tan distinto a la vida real.

-Fáscinante…- Acabó reconociendo.-… El corazón de los hombres albergas sombras más oscuras que los infiernos.

Constanzie avanzó unos pasos, analizando con los ojos a aquella caja de sorpresas llamada Sloan. Sus tacones se hacían oir en aquella losa, intimidando con su actitud estoica.

-… Es un refugio adecuado. ¡Qué sorpresa! Estaba empezando a preocuparme.- Suspiró aliviada, con una sonrisa amable. -Temía que tu talento estuviera a la altura de tu atuendo.

La mujer se acercó a su hija sin siquiera rozarla. No veía con buenos ojos aquel contacto entre Sloan y Dianne. Aunque pareciera tranquila, había algunas ideas desconfiadas rondando por su cabeza. Se las habían arreglado para salir de aquella situación conflictiva, esperaba que el remedio no fuera peor que la enfermedad.

-Dianne, recupera el aliento. ¿Te encuentras bien, cielo?- Preguntó con gentileza y sinceridad.

Las energías locas de su alrededor desaparecieron de golpe y porrazo como por obra de magia. Ahora su entorno había cambiado. Los nuevos aromas no fueron lo primero que notó, si no como ahora la energía que había “sentido” de Sloan llenaba todas partes, todos los rincones y los abrazaba en un laberinto de escaleras que ella no podía ver, aunque su madre sí. Ahora sus sentidos se calmaban, no sentía ya el dolor y la desorientación. Aún así algo no dejaba que terminara por sentirse del todo segura, ni aún en brazos de Nod.

-Bienvenidos a mí.

Palabras muy desconcertantes para ella ahora mismo, y mas cuando notó como Nod desaparecía y pasaba a estar en brazos de Sloan. Que el mismo dijera que estaba a salvo no la preocupaba menos, ni estar en sus brazos. Ella confiaba en Nod, en el no. Usó el acercamiento de su madre para deshacerse de los brazos del recién conocido y bajó al suelo, separándose de el.

-Si...ahora si. No te preocupes madre. Aunque me preocupa más saber el tipo de amigos que tienes...aunque no me sorprende.

Estaba claro que ya no estaban donde antes. No sabía si aventurarse a asegurar que era otra dimensión puesto que ella no tenía precisamente conocimientos al respectos, solo podía imaginarlo. Sabía de sobra que había mucha gente “especial” por el mundo, por muchos motivos diferentes.

-¿Como sabremos que “afuera” ha vuelto a la normalidad? O al menos...a la calma.

-Cielo, me ofendes. Hay muchos que me admiran, y abarco a un gran público –Dijo con orgullo. –Además, ¿Acaso no tiene recursos? Agradece que nos ha salvado de un destino peor que la muerte…

Las visiones de aquellos cambios tan catastróficos hicieron tocar la fibra más sensible de Constanzie. No era algo relacionado con el placer, si no que alimentaba su morbo por la destrucción. No era lo que ella esperaba, pero tales hechos cambiaron la perpetuidad no solo del planeta, sino de algo superior. Tanto poder le hacía estremecerse de miedo.

Fue entonces cuando no pudo contener una sonrisa, a espaldas de Sloan.

-Debo suponer que es demasiado tarde para llegar al recital… ¡Es una verdadera lástima!- Suspiró aliviada, acompañada de una sonrisa tétrica. -… ¡Aunque si lo deseas, todavía estamos a tiempo Dianne!

Constanzie termino con su humor y volvió a alzar la vista a la cúpula llena de ojos. Volvió a reflexionar sobre el poder de aquel extraño, como si aún quedaran secretos inescrutables en su interior. Constanzie adoraba esos rompecabezas, pero lo que le apasionaba es que viniera de alguien como ella, de otro marginado. ¿De dónde residía tanto poder?

Probablemente se convirtiera en una amenaza… Según transcurran los acontecimientos.

-… ¿Y podemos volver a nuestro hogar desde esta… espléndida manifestación de poder? Espero que el viaje no sea solo de ida, señor Sloan.

Las energías locas de su alrededor desaparecieron de golpe y porrazo como por obra de magia. Ahora su entorno había cambiado. Los nuevos aromas no fueron lo primero que notó, si no como ahora la energía que había “sentido” de Sloan llenaba todas partes, todos los rincones y los abrazaba en un laberinto de escaleras que ella no podía ver, aunque su madre sí. Pese a la complejidad de la situación, no le costó comprender al fin que, efectivamente, estaban dentro de el de alguna forma y que así estaban a salvo de las energías locas del exterior que amenazaban con acabar con ellos en un mal movimiento.

-Pues ya has compartido mucho con mi madre...- musitó cuando este relató las vivencias del primer encuentro con su familiar.

Aunque no le hiciera gracia, se aferró a su madre para poder seguir con mayor facilidad a Sloan por aquel entresijo de escalones que iban surgiendo bajo sus pasos poco a poco. Las guiaba por su interior hasta llegar a una sala lo suficientemente fría como para saber que estaba a oscuras. Escuchó como su anfitrión les invitaba a abrir “ventanas” para ver. No sabía si le estaba tomando el pelo o que, ¿como iba a ver ella? Luego consideró que iba más allá de la simple concepción de ver. Hizo caso y pensó en que deseaba ver, e irremediablemente, pensó en su hermano. Uno de los ojos que surgió enfocó lejos de allí, entre el laberinto de calles de New York. Un joven de cabellos rubios despuntados se encontraba ayudando a gente entre el caos formado aquel aciago día. Su hermana no pudo contener las lágrimas mientras sus manos cubrían su temblorosa boca. En su cabeza las imágenes se formaban tan nítidas, como si su vista nunca hubiera fallado. Había crecido tanto y aún así era capaz de reconocer a su hermano. Pero no solo sintió alivio tras saber que estaba a salvo, si no orgullo, orgullo de ver en quien se había convertido, en ver como ayudaba a los demás. El no tendría poderes como ella, pero era su super héroe, era quien ella quería ser. Desconocía si Sloan o su madre podían ver lo mismo que ella, así que prefirió dejar de pensar en el para evitar que Constanzie lo hiciera. No quería escucharla de nuevo despotricar contra su propia progenie. A veces se preguntaba como era posible que la quisiera a ella. Luego pensó en el lugar donde estaban, más bien el nombre de la zona y esta apareció en su mente. El paisaje ya calmado podría parecer desolador, pero curiosamente ella lo encontraba hermoso. Había árboles gigantes donde solo había tierra, cambios de terreno, edificaciones surgidas de ni ninguna parte. Y entre todo ello, ella podía percibir como toda esa energía se movía alrededor de su propia creación, majestuosa como una criatura milenaria.

La voz de su madre pronto hizo que dejara de atender a las “ventanas”. ¿Tiempo para ir a la gala? Eso era absurdo...pero si su madre quería algo, ella era incapaz de negarse. Si deseaba ir, irían. Suspiró sin más y espero a la respuesta de Sloan ante la duda de Constanzie.