Un oscuro despertar. (Libre) 13 de Marzo de 2018.

"No recuerdo a qué hora me dormí. La puta columna no me salía ni a tiros, y tuve que atiborrarme a cafés para tenerla preparada para la mañana siguiente. El jefe, un gilipollas que le pone los cuernos a su mujer con una puta, no paraba de agobiarme. Maldito cerdo. Arracaría tu cabeza del resto de tu cuerpo sin pensármelo dos veces. Sería terriblemente sencillo, como abrir una botella de champán. Puto engreído. Y para colmo, lluvia. De puta madre. Dios, a veces no entiendo cómo puedo haber llegado a esto. Ah claro, fue por Spiderman. Su afán de mostrar la verdad, de hacer justicia. Toda mi carrera a la mierda por las chiquillerías de un adolescente al que le encantaba hacerse el héroe por las noches. El día que te atrape Spiderman, el día que te atrape...". Eddie despertó a eso de las doce del medio día con un amargo sabor a ginebra y un dolor de cabeza que podrían haber tumbado a un caballo. Sus pensamientos le rondaban la cabeza mientras esperaba al pitido de la cafetera que anunciase que por fin su desayuno estaba listo. Café caliente. Pocas cosas había más revitalizantes que eso, pensaba cada día. Aunque esa noche tuvo que beber casi un litro de ello para poder terminar su reportaje, mandarlo a la oficina y tirarse a morir de cansancio. Toda esa patochada de la colisión de mundos le tenía sin cuidado. A él poco le importaba lo que hiciesen con sus vidas de mierda la gente. Tenía cosas más gordas entre manos.

Bajó al portal del edifico de viviendas y comprobó como alguien ya se había encargado de dar buena cuenta de su prensa. Un periódico con unas letras rojas que ponían "Mentiroso" descansaba en la puerta. Resopló, lo cogió y subió de nuevo a su piso. El olor a humedad era fuerte, camuflado para él por el aroma del café que bebía lentamente. Abrió las páginas hasta encontrar su artículo.

La crisis de los súper héroes

Ayer estaba leyendo tranquilamente el periódico cuando vi
una noticia que anunciaba que el mundo acababa de sufrir
un cambio radical. De la noche a la mañana, las calles se
habían llenado de nuevas y desconocidas personas, cada una
más peculiar que la anterior. Las grandes ciudades, como
Nueva York o Washington sufrieron un aumento de la
población tal que han tenido que llevarse a cabo diversas
ampliaciones de la vivienda, así como apertura de distintos
polideportivos y centros de ocio para poder dar cobijo a la
cantidad de nuevos habitantes con que cuentan. Mujeres,
hombres y niños que aseguran disponían de una casa, y esta
despareció de la noche a la mañana, como por arte de magia.
Naturalmente yo no podía dar crédito a lo que leía, y pensé
que sería una especie de campaña publicitaria para vender
viviendas o cualquier nueva forma de engaño con la que las
aseguradoras querían vendernos nuevamente humo, ante
el riesgo de perder tu casa de la noche a la mañana. Yo,
en mi labor de periodista, me lancé a las calles y al ordenador
para comprobar que, tal y como pensaba, no era más que
un burdo truco nuevo con que colorear las aburridas y
grises vidas del día a día. Mas, aunque cueste creerlo, no
salí de mi asombro al comprobar que, en efecto, las noticias
eran no sólo reales, sino mucho más crudas de lo que yo
había leído esa misma mañana.

A estas alturas mucha gente podría pensar que es imposible
que exista una fuerza mayor capaz de crear ciudades enteras
de un día para otro o multiplicar la población exponencialmente
en cuestión de horas. Sin embargo, existe una explicación
mucho más sencilla a todo eso, y es la intervención de esos
conocidos como héroes. Humanos con super poderes, capaces
de acabar ellos solos con ejércitos sin inmutarse ni lo más
mínimo. Relucientes sonrisas, cabellos perfectamente peinados,
trajes coloridos y llenos de simbología... Un auténtico
excremento. Nadie en su sano juicio confiaría sus vidas ni el
futuro de nuestro amado país a esos supuestos protectores.
Personajes que han causado más desgracias que ayuda,
culpables de la mayoría, qué digo, de todos los ataques que
sufrimos año tras año debido a su mera presencia. Son ellos los
que han causado todo este desorden y desbarajuste. Abrid los
ojos, queridos lectores. No se trata de culparles constantemente
de todo lo que sucede. Yo mismo me considero un ferviente
servidor de mi país y su protección, pero dejarles libre albedrío,
permitirles hacer lo que quieran es lo que ha causado este caos
que hoy sufrimos, este dolor que estamos obligados a padecer
debido a nuestra condición de ciudadanos de a pie. Yo digo,
¡basta de esta situación! Son ellos los que provocan las
destrucciones y el malestar general. Son ellos los que traen
el miedo.

No se trata de vivir protegidos, sino de vivir libres, sin ataduras,
sin depender de sus acciones y las constantes amenazas que
sufrimos por su mera presencia. El gobierno debería actuar y
promover leyes que les afecten a ellos también, pues la mayoría
de las veces viven fuera de cualquier multa o pago que deban
hacer. Después de todo, sus identidades son secretas y no se
puede culpar a alguien de quien se desconoce hasta su nombre.
La situación que vivimos es producto de nuestra pereza diaria, la
pereza de no ocupar el puesto que nos corresponde como buenos
y libres ciudadanos americanos que somos. Ensalcemos los valores
por los que nuestros padres murieron, por los que nuestros
antepasados construyeron un pueblo como el nuestro. Tenemos el
derecho y la obligación de mostrar quienes somos. El deber de
honrar esos valores que tan dentro nos inculcaron de niños. Pues,
al fin y al cabo, esto no es una crisis de identidad ni de edad. Es
una crisis causada por nuestros protectores."

Muchos tachaban al periodista de mentiroso y embaucador, quien meramente instaba a los lectores a lanzarse a las calles casi como una anarquía buscando el caos y las situaciones extremas. Pero no era del todo así. Eddie era un incomprendido que tuvo la mala suerte de obtener fama de un modo poco limpio, como algunos dirían. Sin embargo, únicamente trataba de encontrar su hueco en una sociedad cada vez más elitista y cerrada. Todo el mundo adoraba a los héroes, pero él había visto el verdadero lado oscuro. Había visto la cara que todos esos supuestos salvadores ocultaban a la sociedad y al mundo. La de la vergüenza por las cosas que hacían. Sus luchas destruían ciudades, masacraban pueblos, creaban más y más villanos que tan solo buscaban someter al pueblo... Él bien lo sabía. Al fin y al cabo, era uno de esos.

Sonrió ladinamente con su trabajo y dejó el periódico sobre la mesa. Ya había varias revistas de días consecutivos allí apiladas, esperando convertirse seguramente en combustible para el fuego de la caldera. Sacó un cigarrillo del bolsillo de la chaqueta y se lo encendió, mirando a través de la ventana. Aquella voz que tantas veces había oído desde que se unió al simbionte hizo su presencia, hablándole en el interior de su cabeza, envenenando sus ideas ya de por sí oscuras.

- Cada vez somos más, Eddie... He sentido una vivbración en el espacio/tiempo. Algo que nunca antes se había visto ha sucedido... Y nos gusta esa sensación.- Eddie miró al cristal de la ventana que tenía frente a él, viendo reflejado en él a Venom, su forma más oscura y tenebrosa. Esos dientes, esa larga lengua, esas franjas en los laterales de la cara... Tiempo hacía que no pisaba la iglesia buscando consuelo y redención. Con los últimos acontecimientos un nuevo mundo se presentaba ante ellos. Nuevas oportunidades, nuevas formas de actuar. Quién sabe, puede que hasta tuviesen suerte y acabasen por fin con Spiderman. Y luego, con los Vengadores, los mutantes y cualquiera que fuese lo bastante estúpido para interponerse en su camino. Sonrió y se puso la chaqueta. Cogió las llaves y salió a la calle, ajustándose el cuello del abrigo, apurando el cigarro y poniéndose rumbo al centro. Algo le decía que esa noche iba a encontrarse con alguna que otra sorpresa.

Uno... dos... tres... contaba el dinero en mi mano para pagarle al del periódico mientras me miraba de extraña manera por aquellos atuendos que tenia puesto, obviamente lo tenia naturalizado después de la gran colisión de mundos, pero de todas formas en su mirada se reflejaba que en su mente se encontraban dudas y estaba bien, yo sabia lo que estaba pensando. No soy el hombre araña, lo siento.  Tome el periódico y me eleve hacia un edificio alto con mi telaraña. En una de las esquinas desplegué el papel y note que casi todo hablaba de lo mismo pero desde varios puntos de vista, aunque la sección de deportes estaba igual que siempre, quizas algunos equipos consideraban el lanzar caza talentos para adquirir nuevas estrellas de otro mundo.

 Me detuve un articulo que me había llamado la atención completamente pues era bastante subjetivo como se encontraba escrito, era mas una opinion del escritor y no un informe de la situación. Veamos como piensa un nativo de new york. Al terminar de leer suspire y cerré el periódico, puse mi telaraña a trabajar y me fui columpiando por las avenidas de una de las mejores ciudades del mundo mientras ponía mi reproductor de música a funcionar. Mientras viajaba llegaba a una clara conclusión de que el autor de aquel articulo, ese tal Eddie, tenia una gran carga sentimental en su forma de escribir, obviamente trataba de transmitirle un mensaje a todos los patriotas americanos y eso me emocionaba, me alegraba que la gente aun pensara en el pueblo y a pesar de que no compartía muchos de sus argumentos podía estar de acuerdo en la naturaleza de su filosofia, había que tomar nuestro lugar en este mundo para hacer las cosas mejores.


 

  Eddie valorizaba los principios y todo lo que los habia formado como pueblo, eso era algo admirable. Me gustaba cuando la gente tenia ese espiritu aun en su interior, pero quizas le faltaba pulirse mas y de seguro llegaría lejos, no me gustaba que tuviese ciertos prejuicios hacia los super heroes, pero cualquiera puede ser critico en estos dias. Las redes sociales permitían ese lujo que algunos no merecemos, tambien pasaba con los deportes, todos eramos capaces de dirigir un equipo pero cuando a uno le tocaba enfrentar la realidad era muy diferente. 

  Me detuve un segundo sobre la azotea de un edificio para tomar un respiro. Saque una botella de agua de la mochila y comencé a beber, el fluido de mis telarañas eran naturales de mi cuerpo y eso hacia que me deshidratara si pasaba mucho tiempo viajando. Mientras me tomaba mi tiempo, observe la pantalla gigante que mostraba las noticias, supuse que hablarian de lo que esta aconteciendo, pero lo que paso frente a mis ojos fue la imagen de unos de los periodistas mas importantes de la ciudad, Jane Jonah Jameson que daba un discurso muy energito sobre spiderman, aunque bastante negativo. Las imagenes que el transmitia sobre el hombre araña me cautivaron unos segundos y me hicieron pensar en que debia encontrarlo, despues de todo el sabia mas sobre mis poderes que yo mismo. Observe a mi alrededor con las antiparras, aumente mi visión con la tecnología que estas poseían y pude notar como alguien que debia ser un super heroe por su atuendo ayudaba a una familia, pero luego su manera de actuar se vio cambiada cuando se topo con una persona a la cual con cierta prisa se acerco a hablarle. 

 Automáticamente mis antiparras analizan a todos los sujetos que enfocan y me muestran en una base de datos precarias si son personas conocidas o no. El super heroe de blanco no aparecia en mi registro, pero el otro hombre aparecía como el periodista eddie, el que había escrito el articulo que llamo mi atención en el periodico. Eso era bastante interesante de ver, asi que no dude en bajar hasta la acera donde se encontraban aquellas dos personas, hey, ¿Eres eddie el periodista? Me gusto tu articulo pero me gustaria discutir algunas cosas, ¿tienes tiempo? Le decia esto mientras tenia los pies pegados a una pared y obviamente pasba por alto la urgencia que tenia aquella super heroe de blanco disfraz. 

Otro día de mierda. En el periódico me dieron las gracias medio a regañadientes por mi columna, me echaron un par de miradas de esas que asesinarían y el jefe volvió a echarme la bronca. ¿Que por qué? Vete tú a saber. La gente tenía esa manía de querer a los súper héroes, y en cuanto alguien escribía en su contra todos se subían por las paredes. Algún día enseñaría a todos esos presuntuosos que me miraban por encima del hombro mi verdadera cara. Esa cara que tanto asustaba a la gente, y sólo por tener una lengua larga y unos pocos dientes.

Comí un sandwich de cangrejo con el pan mojado. Eso era lo que yo llamaba una comida nutritiva. Solo, por supuesto, ya que nadie quería ni acercárseme a mí. Ni siquiera las ratas. Los animales en general me bufaban y se apartaban de mi camino. Estaba claro que podían sentirle a él, sentían su maldad y el miedo que les provocaba. Tiré el envoltorio del papel y volví a mi pequeño despacho para pensar en qué escribiría al día siguiente. El toque del director me obligaba a calmar un poco los ánimos. Era posible que hubiese sido más agresivo o extremista de lo que otras veces había escrito, pero estaba hasta las narices de esa actitud positiva y absurda de cuento de hadas en el que todos se empeñaban en vivir. Yo había visto cosas que tan solo viven en las más oscuras pesadillas, secretos y miedos que te dejarían semanas sin poder pegar ojo, y por supuesto recordaba cada día como Spiderman me lo había arrebatado todo. Ni siquiera había intentado llamar a mi ex-mujer para saber si estaba bien. Poco me importaba ya esa zorra. ¿Y mis padres? Ellos sabrían cuidarse solitos, sobre todo mi padre. ¿No era tan duro y tan importante que jamás había necesitado ningún tipo de ayuda? Pues que lo demostrase.

Cuando por fin dejé el edificio donde trabajaba y me dirigí a la calle, la noche ya había caído sobre la ciudad. Me ajusté los cuellos de la chaqueta y me metí las manos en los bolsillos, dispuesto a dar un paseo, escuchar lo que tenía la gente que decir y así encontrar alguna idea para mi comuna de mañana. Y no tuve que avanzar mucho antes de que, casualidades de la vida, una joven araña me asaltó para hablarme de mi artículo. Estaba molesta, eso saltaba a la legua. Un par de personas corearon y celebraron ver a la jovencita, y un chaval le hizo una foto con el móvil. No era Spiderman, eso estaba claro, ya que era mujer y sus ropas eran blancas y negras. Un poco parecido a como era yo. Sonreí y negué con la cabeza.

- ¿No deberías estar en casa haciendo los deberes? Perdona, no quería sonar grosero. Supongo que tú eres otro de esos héroes, o en este caso heroína, que ha aparecido de la noche a la mañana en este mundo. Y qué pasa, ¿te duele lo que he puesto? Pues te voy a decir una cosa, jovencita. Puede que los héroes hagáis el bien y ayudéis mucho a detener a los malos o a ayudar a las ancianitas a cruzar la carretera, pero la verdad es otra muy distinta. No tengo ni idea de quién eres, pero estoy seguro de que alguna vez has causado algún que otro problemilla. ¿Sabes cuál es el problema de la gente como tú? Que cuando una persona normal mete la pata, las consecuencias pueden ser graves, pero a menos que se trate de un tipo con un importante cargo político lo normal es que un pequeño error cause un accidente de coche, un escape de gas o una caída de la tensión eléctrica. Pero cuando los héroes cometéis un pequeño fallo, muchas veces causan grandes destrucciones, áreas enteras de las ciudades devastadas, y arruinan vidas enteras... ¿Tanto adoras a Spiderman que te vistes como él? Pues tal vez te gustaría saber que tu querido hombre araña es el responsable de que muchas personas hayan perdido sus vidas y ahora tengan que luchar por vivir el día a día como pueden.- En mitad de mi charla un chaval me asaltó, provocando que me vuelva a ver quién era. A este le gustaba el artículo pero quería discutir un par de cosas. A ver por dónde me salía este tío... "No es él... Pero hay algo en ella que nos recuerda a Peter... ¡Ataquemos!". No, todavía no... Vamos a ver dónde acaba todo esto...

- Así es. Eddie Brock. Me alegro de que te haya gustado. ¿Y qué querías discutir?-

Presencie la discusión de ambos desde el lugar en el que me encontraba, sujeto a la pared por unas simples redes. Mis ojos parecian los de un partido de tennis que seguian a la pelota de lado a lado. Pero a pesar de que yo tambien queria unirme a la charla ya que algunos argumentos me parecían equivocados y otros acertados por ambas partes, tuve que detener aquel impetu de entrometerme para sentir la melancolía que me hacia sentir el topico troncal de lo que hablaban... errores... Realmente no sabia como tomar aquello, en mi mente vagaban ideas como "si no fuera por un error yo no tendría estos poderes y no podria ayudar a la gente" o "por errores míos pudiese salvar mas vidas, pero en mi inexperiencia como superheroe era mas probable que le tuviese que dar la razon a Eddie.

 Baje de la pared para estar mas cerca de ellos, sujete la mano de White Spider para devolverle el saludo formal, Riot Spider, un gusto conocerlos a ambos. Dije con cierta tonalidad de alegría, pero en aquel momento me tocaba exponer a mi lo que yo pensaba así que tome la palabra, No olviden algo importante y que todos alguna vez escuchamos... un gran poder conlleva una gran responsabilidad... Yo... no me considero un héroe, tengo un gran poder pero no deseo emplearlo todavía pues tengo miedo a cometer los errores que menciona Eddie. Es por eso que busco a otros que me ayuden a entender lo que poseo y como puedo utilizarlo, es acá cuando tenemos que reconocer si podemos o no tomar esa gran responsabilidad. De la misma manera con aquellos que no tienen poderes, yo tengo un alto nivel de manipulación informatica y como otro gran hombre menciono otra vez... información es poder. No sabia si mis palabras eran para la white spider o para Eddie, quizas queria aclarar todo lo que estaba puesto sobre la mesa.

 Mire al joven Brook y recordé lo que quería decirle, Ah! su articulo... Debo felicitarlo por promover el patriotismo en su pais y querer unir a su gente bajo un ideal, pero sinceramente no comparto el tinte con el que cubrió su motivación, ese ataque hacia los super heroes en su articulo me dejo dudando... Puedo asegurarle que a veces los peores enemigos no son los que tienen superpoderes, no importa si es un heroe o villano, creo que hasta los hombres con mas poder y dinero pueden convertirse en amenazas como lo son aquellos que tienen poderes sobre humanos. Quizas si reflexiona sobre esa idea le vengan ejemplos a la mente. Mi tono era el de un joven tranquilo, uno que no buscaba pleitos sino comprender la verdad, exponiendo mi mente y mis argumentos a alguien que lleva mas tiempo que yo poniendo sus ojos en aquel tema y que quizas aceptara mis palabras y me dijera que estaba en lo cierto o refutarlas completamente y me iluminara mas en el camino que intentaba seguir.

- Oh, me partís el corazón... De verdad.- Dije con una clara mueca sarcástica mientras me llevaba la mano al pecho. Cómo se notaba que todavía eran unos críos que no habían vivido nada. ¿Qué era lo más duro que habían sufrido? ¿Que se les había muerto un abuelo? ¿Que habían suspendido un examen? Por favor, por la forma que tenían de hablar, sobre todo el chico con eso de "yo no me considero un héroe" eran patéticos. De hecho, ¿qué coño hacía yo hablando con unos críos? Como si no tuviese cosas más importantes que hacer. Pero lo cierto era que ambos eran arañas. Riot Spider y White Spider. Puede que no fuesen Spiderman, pero segurísimo que algún tipo de relación guardaban con él. Tal vez podría obtener información de ellos y así usarla contra mi objetivo principal. Y sino bueno, siempre podía divertirme aplastando unas arañitas para la cena.- Mirad, sé que para vosotros es duro escuchar críticas así porque creéis que todo lo que hacéis es bueno y el suelo que pisáis está santificado, pero no es así. He hecho varios estudios acerca de lo bueno y malo de los "héroes" y siento comunicaros que causáis muchos más destrozos y dolor que bien. Sí, vale, puede que salvéis a algún gatito o a algún muchacho, pero a la larga los daños son cada vez mayores y mayores, y termináis siendo una amenaza. Puede que aún no lo seáis. Puede que simplemente llevéis unos pocos meses haciendoos los héroes. Pero os aseguro que tarde o temprano, acabaréis trayendo desgracia.-

Sonreí ladinamente, sintiéndome superior a esos dos mocosos. Vaya humos traían. Ambos nos reímos de ellos mientras nos miraban con cara de que no se podían creer lo que decía, o eso me pareció. Me resultó curioso que ella sacase temas como el 11-S o los atentados de ISIS en comparación. Los atentados en Europa vale, ¿pero las torres gemelas? Esa niña no podía tener más de veinte años, así que lo único que podía saber de eso era que ocurrió.

- Pero mira, ya que sacas el tema hablemos si quieres. Dices que los atentados son obra del ser humano. ¿Estás segura de ello? Quiero decir, piensa en Osama Bin Laden. El terrorista más buscado del mundo durante décadas y que no había manera humana de encontrarlo. ¿De verdad crees que teniendo héroes habría podido ocultarse tan sofisticadamente? Y poco después consiguen acabar con él, de la manera más simple y absurda que se te pueda ocurrir. Le abatieron a tiros entrando en SU CASA como si fuesen los panaderos. A mí personalmente todo eso me suena a trola. Y los atentados en Europa, algo que sucede justo cuando en teoría el gran poder de los Estados Unidos parecía menguar. Es todo política, chica. Lo hacen para conseguir noticias, para conseguir dinero. Y luego llega el típico héroe de turno y salva a todos. ¡Qué casualidad! A mí no me la cuelan. Además, mis artículos son como yo quiera. Si no os gustan no los leáis.- Venga, mostradme vuestro lado más amargo. Enseñadme lo enfadados que estáis por estas cosas que os he dicho. "Hay algo que no me cuadra... Esa chica parece tener relación con los poderes de Peter... Es como... Si fuese él. Reconocería ese aliento y ese olor...". Eso ya me interesaba más. No podía sentir todo lo que él sentía, pero me lo comunicaba y me decía lo que era capaz de ver. Sabía que si decía eso era por algo. Después de todo, mis poderes eran gracias a que el simbionte pasó bastante tiempo unido a Peter antes de pasar a por mí, lo cual me daba sus poderes de una manera más avanzada incluso. Saber qué sucedía si tocabas su fibra sensible era bueno. A ver cuánto tardáis en saltar arañitas...

Mis palabras no habian llegado de la manera que hubiese querido a los oidos de Eddie, sin duda había fracasado en mi intento de que quisiera comprender las cosas desde mi punto de vista, pero lamentaba mas su actuación de hombre adolorido por las ideas que intentábamos comunicarle. Quizas White era demasiado directa e iba mas a la confrontación, pero por mi parte espera una devolución mas humilde pero a cambio había recibido aquella burla, la misma que colabora en mi interior a encender una llama que siempre trataba de mantener apagada, aquella llama que se levantaba cuando mi pueblo no era escuchado por sus gobernantes y teníamos que salir a la calle a protestar, a quemar neumáticos y a veces inclusive pelear contra los policías y parte del ejercito. Es una lastima... mi voz había cambiado la tonalidad a algo mas serie y a pesar de que las antiparras era con un cristal reflexible, mi mirada no habia cambiado de la melancólica.

 Deje a un lado mis pensamientos para escuchar a White, por lo menos ella si se disponía a ayudar con las cosas que afectaban a mi personalidad como heroe, Seria estupendo y te lo agradecería mucho. No había conseguido dar con spiderman, pero por lo menos tenia una aliada arácnida que me ayudaría, eso era una gran ventaja para mi, una oportunidad para la evolución de mis poderes que todavía se encontraban durmiendo o eso creo yo. Desde que había obtenido mis poderes solo tuve la posibilidad de descubrir alguno de ellos y tratando de imitar a spiderman no habia conseguido mucho mas que buenos reflejos y una red natural que salia de una "mal formación" de mi brazo. \

 Antes de partir quería dedicarle unas palabras a Eddie antes de irme. Señor... provengo de un lugar de medio oriente donde somos reprimidos con armas de fuego y nuestros politicos son una mierda de persona, admiro que usted al igual que otros compatriotas mios traten de unificar a su pais bajo un mismo ideal... ¿Pero sabe que? Si alguien admira su trabajo pero tiene dudas al respecto debe compartir sus ideas en un debate justo, no burlandose. No le estoy enseñando nada nuevo... usted ya lo sabe, por eso estudio periodismo. Camine unos pasos alejandome de el mientras le daba la espalda y miraba a los ojos de white spider, te sigo.


 Me mordi el labio inferior pues en aquel momento tenia ganas de insultarlo por haberse burlado de mi sin necesidad alguna, me había subestimado al igual que lo hacian con mi pueblo y me entraban las ganas de prenderlo fuego o de molerlo a golpes con mis superpoderes, pero tenia en claro que eso estaba prohibido contra un humano, la proxima vez directamente lo haria con mi vestimenta normal y sin poderes, una molotov directamente a los pies seria suficiente.

Sonreí ladínamente, casi como si aquella conversación hubiese sido una victoria para mí. Las dos arañitas parecían enfadadas pero consiguieron reprimir sus instintos de violencia hacia mi persona. Una lástima, me habría gustado que se me hubiesen lanzado encima para mostrar a todos los que estaban a nuestro alrededor lo que eran en realidad. Sin embargo, la gente comenzó a asentir con sus discursos y a mirarme como a un apestado, de aquella manera que hacía que me hirviese la sangre. "Creo que deberíamos darles una pequeña lección. Para que recuerden por qué tienen pesadillas...." Saqué ligeramente la mandíbula inferior ante todos aquellos que me miraban culpándome con sus ojos y negué con la cabeza. Panda de imbéciles. Les llegaba un héroe diciendo chorradas acerca de lo buenos que eran y se lo creían como borreguitos. Miré de nuevo a las dos arañitas que ahora se alejaban de mí y les llamé con un grito.

- ¡Eh! Recordad lo que me habéis dicho... Causáis más bien que mal. Espero que lo demostréis cuando llegue el momento...- Y me alejé, cubriéndome con la chaqueta como pude el cuello, metiéndome entre la gente.

- Podemos aplastarlas como a insectos. No nos causarían ningún problema.-

- Lo sé, pero quiero que la gente lo vea. Quiero que vean por qué tengo yo razón. Cuanto más odio haya hacia Spiderman y sus amiguitos más fácil será acabar con ellos.-

El simbionte rió con aquella risa metálica y fría, llenándome la cabeza de ganas de machacar a aquellos presuntuosos y mostrar a todas aquellas personas lo equivocados que estaban creyendo en ellos. Encontré lo que buscaba. Un coche en un callejón, aparentemente abandonado y sin nadie cerca que mirase. Mis brazos se volvieron de color negro, aumentando enormemente su tamaño y dándome una fuerza desmesurada. Lo agarré por el parachoques y comencé a escalar el edificio que más cerca tenía. Al cabo de unos segundos estaba sobre él, a unos treinta metros sobre el suelo. Miré para ver cuál podría ser mi mejor objetivo. Allí estaba. Un autobús lleno de gente. Mi cuerpo fue lentamente cubriéndose con aquella masa negra brillante que tanto adoraba, hasta que mi rostro se convirtió en una enorme boca plagada de dientes afilados como cuchillas y una lengua serpenteante roja como la sangre. Levanté el coche por encima de mis hombros y, con un chillido que helaría la sangre hasta al más valiente y experimentado, lo lancé con todas mis fuerzas contra aquel vehículo de transporte público, provocando que el lateral que daba a mí quedase totalmente abollado y se volcase, quedando apoyado sobre el otro lado. Los gritos llenaron el aire y miraban en dirección al accidente. Por desgracia ninguno de los vehículos estalló, de manera que los daños iniciales eran mucho menores. Pero ahora eso poco me importaba. Lancé un rugido al aire que podría haber sido escuchado a varias manzanas de distancia, atrayendo las miradas aterradas hacia mí, y seguramente también las de las arañitas.

- Hora de cazar... ¡GROAJAJAJAJAJAJA!-

OCC:

De un salto alcanzamos la calle con un estruendoso golpe seco, agrietando el hormigón como si de una bola de demolición nos tratásemos. Nos relamimos con malicia, mientras mirábamos a todas las almas atemorizadas ante nuestra presencia. Podíamos oler su miedo, su terror, las fuerzas les abandonaban y no eran capaces ni de gritar. Ante la presencia de Venom todos huían despavoridos. Sin embargo, la fiesta sólo se tornó más divertida cuando escuché la voz de aquel que en más de una ocasión había sido mi enemigo. Apenas un par de segundos después, una chica vestida de blanco que parecía mi némesis pero que no lo era llegó y se posó sobre el vehículo volcado, ayudando al famoso símbolo americano a sacar a la gente. Nuestros sentidos encontraron una enorme similitud entre esa chica y Peter, pero al mismo tiempo tenía algo distinto, algo que no alcanzábamos a comprender. Lástima que tuviese que matarla.

- Vaya, vaya, ¡mirad quién se ha dignado a unirse a la fiesta! El hombre estrellado y su escudito volador. Qué enternecedor, salvando a todos esos pobres e indefensos civiles. Y fijaos, ¡se ha traído una amiguita! Bien compañeros, se nos ocurre un divertido juego. El que más resistencia ponga será el segundo en ser comido. ¡Pero daros prisa, porque el tiempo corre! ¡GROAJAJAJAJAJA!- Cogimos un enorme escombro y lo lanzamos contra una farola que calló al suelo, quebrándose el cristal que encerraba a la bombilla y dejando al aire un cable pelado que lanzaba chispas. Acercándose a este, un río de gasolina proveniente del autobús avanzaba lenta pero progresivamente.- ¡Ups! ¡Qué torpe! Hora de elegir, salvar a los civiles, o salvaros vosotros.-

Y con un fuerte salto nos lanzamos contra el capitán. Era fuerte, sí, pero nosotros lo éramos más. Contaba con su maldito y desagradable escudo, capaz de bloquear los golpes como si nada, lo cual nos limitaba un poco. Lo que teníamos a nuestro favor era el hecho de que no nos importaba golpear con la fuerza que hiciese falta, si por el camino nos llevábamos un par de civiles de regalo. Los dedos de nuestras manos se alargaron, convirtiéndose en largos y afilados látigos negros que usé contra el Capitán. Este se cubriría seguro, levantando más de un chispazo. Más le valía no ser alzanzado por nuestras garras ya que habría sido lo mismo que recibir un espadazo o una cuchillada. La chica por su parte seguía sacando gente del bus. El pequeño río avanzaba sin freno. La cosa pintaba muy bien para nosotros y muy mal para ellos. Mostramos nuestra enorme hilera de dientes y rugimos mientras arremetíamos contra ambos héroes.

Nuestros puñetazos y latigazos, a pesar de su fuerza y brutalidad, quedaban en nada contra aquel círculo de metal con una estrella en medio. Nos relamimos de nuevo, sabiendo que nuestra fuerza tal vez consiguiese derribar al Capitán en algún momento, pero posiblemente para cuando eso sucediese se habría acabado la diversión. Lanzamos un nuevo golpe hacia él, esquivándolo como pudo y golpeándonos el pecho y la mandíbula con el escudo y el puño. No fue un dolor horrible, pero sí molesto. Para ser un humano normal golpeaba con fuerza. No tan fuerte como Peter pero no me esperaba un golpe así. Nos tambaleamos ligeramente y volvimos a encajar la mandíbula con un desagradable crujido."Ese maldito escudo es demasiado molesto..." "¿Y qué quieres que hagamos? No podemos romperlo. Es la mierda esa del vibranium..." "¿Quién ha dicho nada de romperlo?"

¿Intentar arrebatarle el escudo? Podía funcionar. Desde luego si lo hacíamos el capi ya podía correr o se convertiría en un precioso sello americano. Pero para hacerlo teníamos que conseguir que se sintiese seguro, que bajase en un determinado momento la guardia. Los héroes a veces tienden a pasarse de listos o a confiarse si ven que la situación corre a su favor, y desde luego que el capi no iba a ser distinto. A todos les pasaba siempre, incluso a los mejores. Lancé unas redes negras a un coche cercano y tiré de él hacia mi, levantándolo sobre nuestros hombros y lanzándolo contra él con fuerza y velocidad mientras soltábamos una nueva carcajada. La chica se unió al capitán, poniéndose a su lado. Al verla miramos en dirección a la farola que habíamos roto. La había arreglado.

- Vaya, muy bien. Al final habéis podido evitar que el coche estalle. Qué lástima. Seguro que habrían quedado unos fuegos artificiales preciosos.- Lanzamos unas nuevas telas negras que se estrellaron contra el escudo del capitán. Un fuerte tirón y tal vez podríamos quitárselo. Y sino seguro que lo traíamos hasta nosotros y podíamos darle un buen puñetazo. Cualquiera de las dos opciones nos parecía viable.

El tirón fue efectivo y suficiente para arrancarle de las manos ese maldito escudo que empezaba a molestarnos. Cuando lo tuvimos entre las manos sonreímos e intentamos partirlo, sin éxito. Esa mierda era más dura que nada contra lo que nos hubiésemos enfrentado, y aunque los músculos y venas de nuestros brazos se marcaron como tuberías no conseguimos nada. Era imposible romper eso. El capitán sacó su arma y disparó contra nosotros, y aunque la dura piel del simbionte nos habría protegido de manera efectiva, usé su propio arma para bloquear las balas, escuchando como rebotaban y sin sentir ningún tipo de empuje ni nada por el estilo. Sonreímos sacando esa enorme lengua roja y rugimos al cielo.

- Vaya, si al final sí que va a ser un juguete divertido este escudo.- Escuchamos unas palabras detrás de nosotros y nos volvimos para ver a la arañita. Le ofrecimos una desagradable sonrisa y los relamimos con sus palabras, cumpliendo "sus deseos", mostrándole que éramos peor que cualquier cosa que hubiese podido ver en internet. Con esta distracción no vimos la pequeña granada que lanzó contra nosotros. Estalló a nuestros pies y un fogonazo brilló con tal fuerza que tuvimos que cerrar los ojos por el dolor. Los rugidos ya no eran de satisfacción y burla, sino unos chillidos agudos tan desagradables que podrían haber partido el cristal. El dolor era punzante, y sin apenas ver lanzamos el maldito escudo contra el capitán, con la esperanza de golpearle a pesar de no ver casi nada. Notamos un ligero impacto en nuestra espalda pero no le dimos importancia pues aún nos estábamos recuperando de la ceguera. Cuando podíamos ver algo mejor clavamos las garras en el suelo y arrancamos un trozo de hormigón que lanzamos en dirección a donde pensábamos que estaba el capitán. Parpadeamos un par de veces hasta que la calle comenzó a hacerse nítida entre toda aquella luz blanca. Un coche, una farola, un par de escombros. Agitamos la cabeza y mostramos los dientes en una mueca que mucho distaba de las sonrisas que habían decorado nuestra cara hasta entonces. Se acabó el ser buenos. Caminamos en dirección al capitán dispuestos a asestarle un golpe definitivo y quitárnoslo de en medio de una vez. Nuestros dedos se convirtieron en afiladísimas agujas del tamaño de un clavo.- Bueno, la partida ha estado divertida, pero ya nos hemos cansado. Es hora de morir capitán. Despídase de su querida nación y bandera.-

Levantamos la garra cogiendo fuerza para atravesarle de parte a parte... Y entonces, un tirón en nuestra espalda. Miramos por encima del hombro al momento en que otro segundo tirón llegó, alejándonos del hombre al que nos disponíamos a matar. Miramos el origen de aquello, y lo que vimos fue una tela que nos envolvía en la zona del cuello y la pequeña arañita tirando de nosotros desde lo alto de un edificio. Agarramos la tela después de un tercer tirón que consiguió desequilibrarnos ligeramente. Si quería jugar aquella niña al tira y afloja se había equivocado de contrincante. Otra que deseaba morir esa tarde.

¿Alguna vez os habéis cruzado con una mosca cojonera? De esas que no te dejan en paz hasta que las aplastas como el maldito insecto que son, convirtiéndolas en una pequeña mancha en el cristal o en la mesa. Bueno, pues la niña se había convertido en eso para nosotros. La comida se había jodido por ella. Intentábamos comer apaciblemente, despedazar al capitán como si fuese un vulgar muñeco de trapo, pero con aquella arañita tocándonos lo negro ya nos habíamos cansado. Apretamos los dientes y bufamos con un sonido que claramente no era de ese mundo.

"Encarguémonos primero de ella. Matemosla y luego volvamos a por el plato fuerte." Asentimos y nuestra sonrisa se alargó hasta el final de la cara. Lancé unas redes que salieron de nuestras manos y cogieron un coche que estaba ahí cerca. De un tirón lo acercamos hasta que estuvo a nuestra altura. Lo cogimos y lo levantamos sobre nuestra cabeza con una sonrisa triunfante y se lo colocamos al Capitán encima para evitar que se moviese. Queríamos deleitarnos de aquella presa, matarlo lentamente. No habría tenido sentido acabar con él de un solo golpe. No era un insecto cualquiera. Era un pez gordo. Había que disfrutar con aquel bocado. El capitán se resistió debajo del coche, forcejeando para intentar salir. Nos agachamos sobre el automóvil y le pasamos la lengua por la cara, quedando a escasos centímetros de la suya.

- No nos eche de menos Capitán. En seguida estaremos aquí de vuelta.- Un silbido anunció la cacería. Nos giramos y bramamos con tanta fuerza que la tierra casi tembló. De un salto nos alzamos más de veinte metros en el aire y una nueva tela negra como nuestra alma salió del dorso de nuestra mano. Ahora tocaba cazar. La arañita comenzó a correr por los edificios. Ah, ¡sí joder! ¡Esas persecuciones, esos balanceos por toda la ciudad! ¡Le hacían sentir a uno vivo! Y más vivos nos sentíamos al pensar que en cuanto atrapásemos a esa pobre e indefensa niña se convertiría en nuestra cena. He de reconocer que era rápida. Muy rápida, y bastante ágil. No recordaba a Peter ser así de rápido, pero tampoco me importó. En seguida la habríamos alcanzado. Solo un par de manzanas más y se acabó. Casi sentí lástima por ella. Se esforzaba pero recortábamos distancia muy rápido. Estiramos la mano para coger su tela... Y entonces varió su trayectoria tan abrupta como ágilmente, cayendo casi en picado. Eso nos pilló por sorpresa y lanzamos un alarido de frustración al aire. Parecía más lista de lo que había pensado. Bien, mayor será la derrota.

Al final de la calle se veía la playa, llena de los primeros valientes que se atrevían a pisarla a pesar del frío. ¿Acaso les importaba mucho esperar al verano? Estúpidos... Dad gracias a que tenemos prisa, de lo contrario estaríais en nuestra tripa antes de que canta un gallo. Pero no eran nuestra prioridad. Ella lo era. Vamos arañita, ya casi te tenemos... Todo sucedió muy deprisa. Cuando nos lanzamos como una bola de demolición hacia ella consiguió esquivarnos por milímetros. Habría jurado que le llegamos a arañar la espalda. Y allí, delante de nosotros, el gran azul. Nuestra velocidad era vertiginosa, y la visión de túnel en ella nos había privado de lo que había al otro lado. Gritamos furiosos y nos giramos para ver como ella describía una circunferencia perfecta gracias a aquella grúa. Miramos al frente y vimos el agua. Maldita niña. Un fuerte golpe en la espalda y chocamos contra la superficie. Lo que nos había golpeado era un coche que a saber de dónde había salido. Arañamos el capó de este, rajando el metal como si fuese mantequilla con nuestras garras, mientras lentamente nos hundíamos. Sabía que el agua no nos mataría, pero no podía creer que hubiésemos caído en la trampa de aquella puta cría. ¡Necio! Apretamos los dientes y dejamos que nuestro peso y el del coche nos sumergiesen en las aguas del puerto.

30 minutos después salimos del agua en el otro extremo de la playa. La arena se pegó en su piel, pero en seguida la abandonó. Las gotas resbalaban por ella, haciéndola brillar con ese característico azul marino. Abrimos la boca y mi rostro salió de dentro, quedando como la única parte de mi cuerpo visible. Golpeamos el suelo con fuerza, dejando un pequeño agujero en la arena. Habíamos decidido pensar y no salir del agua mientras ella estuviese allí. El Capitán tendría que esperar a otro día para rendir cuentas con nosotros.

"Al parecer tenemos una nueva enemiga en esta ciudad..." Asentí, sorbiendo por la nariz, dejándome ese regusto salado en ella y los labios. Me sorprendió que Peter no hubiese aparecido por ningún lado. Cuando la liábamos él siempre estaba ahí para pararnos. Más no había sido así esta vez. Ni rastro de él. Solo de aquella arañita blanca. Miramos la ciudad, la cual comenzó a teñirse con las miles de luces de colores que anunciaron el final del atardecer y el inicio de la noche.

- Algo me dice que antes de lo que pensamos volveremos a toparnos con ella... Y esta vez estaremos preparados.- Reí. Reí con fuerza. Reí salvaje y cruelmente mientras mi rostro volvía a cubrirse con aquella sustancia negra y mi voz se distorsionaba, volviéndose una con la de él. Y de un salto nos dirigimos a la noche de la gran Manzana. Aquello no era más que el inicio de una gran amistad... ¡¡GROAJAJAJAJAJA!!