La Leyenda de Slenderman [Warlock, Hellboy]

Era como estar encima de una lavadora que daba vueltas con el tambor lleno de piedras. Es difícil marearme, teniendo en cuenta el tiempo que llevo acostumbrándome a ir a velocidades frenéticas, en cualquier lado o dirección, haciendo quiebros imposibles. El patinaje te da una gran estabilidad para saber donde mirar. Pero lo único que a mi me llegaban eran secciones del exterior, junto con el brazo de rojo, y flashazos directos al iris una vez cada tres segundos, lo cual, además de estar poniéndome de los nervios, me estaba levantando el estómago, como si me hiciera alguna falta pasar por mas cosas desagradables hoy. Seguimos corriendo, mientras las balas silbaban a nuestro alrededor levantando de vez en cuando alguna corteza, o clavándose en la madera cercana de los árboles que dejábamos atrás.

- ¡¡¡POLICIA, HIJOPUTAS!!- berreé por encima de los ladridos de los perros, que sonaban cada vez mas y mas cerca. - CERDOS, CABRONES, PEDAZO DE MIERDAS. - me lié a gritar improperios, como si eso pudiese valernos de algo, aunque sabía que no.

Pero es que sentía la necesidad de gritar, de gritarle al puto universo, que ya valía, que por favor, me dejara en paz ya. Solo que redigirí toda esa ira hacia nuestros perseguidores, puede que porque la poli tampoco me caía demasiado bien. Si lo pensaba, esa noche había sido un resumen de todo lo que me parecía una puta mierda. Monstruos, demonios, la policía... y la idea de morirme. Al recordarlo volví a sentirme herida, sola y frágil. Por tanto, mas cabreada.

- ¡¡¡¡HIJOPUTAAAAAAAAAAAAAAAARGH!!!!!- mi grito de ira se convirtió en uno asustado, cuando dejé de ver. Fué como si me hubiera quedado ciega, y de pronto sentí un vértigo. Llegué a creerme por un segundo que toda esa mierda de noche no era si no un sueño lúcido, del que me despertaba ahora con esa sensación de caerse de la cama, o de los cartones en el suelo, o de lo que fuera. Pero no tuve esa suerte. Me vi amarrada a un asiento de un avión, con Hellboy sentado a mi lado, sin saber como. Así que me quedé allí sentada, con expresión confundida y ausente, incapaz de que mi cerebro procesara mas cosas. Una voz monótona, como de grabación sonó por toda la cabina, y algo respondió. Pero yo no estaba ni para entender ni entrar en conversación. Me quedé obnubilada mirando el cuadro de mandos, y la palanca de vuelo, que parecía manejarse sola.

Ya esta bien. YA.ESTÁ.BIEN

- ¿QUE COÑO ESTÁ PASANDO AQUI!- grité en una explosión de rabia, tratando de quitarme el cinturón. No podía estar ahí atada, empecé a agobiarme de lo lindo.

Warlock anotó mentalmente el destino proporcionado por el demonio, e iba a responder cuando la pequeña llameante pareció perder el control en el asiento. Unos ojos dorados luminosos aparecieron en la parte superior del cuadro de mandos con expresión preocupada, y el cinturón de seguridad de Kim desapareció. En su lugar, de los laterales de su asiento salieron dos brazos que empezaron a masajear sus pequeños hombros con mimo.

- Yo siente haber estresado a tú, pequeña niña flamígera. Yo espera que esto haga sentir mejor a tú- Los ojos miraron entonces a Hellboy con curiosidad- Pronto nosotros entrarán en el espacio aéreo americano, ¿Qué harán nosotros para evitar que nos bormbardeen? Yo ahora es un objeto volador no identificado invasor, ¿Tiene tú un plan?

El horizonte se abría ante ellos en una estampa muy hermosa, mientras las montañas nevadas y los frondosos bosques de avetos quedaban atrás, dando paso a montes rocosos y llanuras, y más tarde a granjas rodeadas de maizales. Los granjeros observaron los cielos con curiosidad al ver un avión caza totalmente Negro atravesar los cielos, preguntándose qué maniobras militares secretas llevaba a cabo ahora su país.

Me estaba poniendo histerica. No. ¡ESTABA HISTÉRICA! Llevaba como diez minutos sin entender nada mas allá de que toda la situación se había ido de madre, era un absoluto descontrol, y entre el demonio y la cosa voladora cambiaformas estaban haciendo conmigo lo que querían. No pensaba tolerarlo mas.

- ¡QUIERO BAJAR YA MISMO! ¡NO ME TOQUES! ¡DEJAME EN EL SUELO HOSTIAS!- dije revolviéndome para que esas manos salidas de la nada me soltaran. Pero dudo que la criatura me oyera, porque en ese momento una señal irrumpió en el espacio aéreo.

- ¡Nos dirigimos a la Nave no identificada que tiene en su interior al agente Hellboy! ¡Le habla el apoyo aéreo del B.P.R.D! ¡siga nuestras instrucciones, le daremos un sitio seguro en el que aterrizar!- esclamó una voz masculina, que reververó hasta en el último rincon del objeto volador improvisado que Warlock había creado con su cuerpo.

Parecía absurdo decir que aquello me tranquilizaba, pero lo hacía. Pronto sobrevolamos cielo americano, y después, tierra americana. Me negué a perder ni un segundo mas con ese par de monstruos. Ya me habían amargado bastante la noche entre los tres. Si. ÉL tambien. No podía olvidar sus cuencas negras clavadas en mi, mientras le suplicaba. No hizo nada. No quería hacer nada. La agonía que sentí, mientras creía que me moría, le dió igual en absoluto. Despejé mi mente, y miré hacia warlock y hellboy, que estaban recibiendo un rapapolvo de un hombre, el uno por dejarse ver, y el otro, por haber montado todo ese cisco para nada.

Yo puse rumbo directo a la salida del aeródromo. No tenía ninguna intención de quedarme allí para ser la siguiente a la que iban a embroncar. Sólo quería un día de puta tranquilidad. ¿De verdad era tanto pedir?

Aparentemente si.