Cruce de caminos [Pre-Omega](Tom Schäfer,Planaria,Sunbreath + Rhino volador)

Normalmente cuando su violonchelo necesitaba re cambios, su madre se encargaba de traerlos, pero esta vez la rubia había conseguido convencerla para que la dejara ir personalmente a ella, lo cual había sido una ardua tarea pues su madre la sobre protegía y atesoraba demasiado, tanto que le da una educación privada en casa sin dejarla pisar un centro educativo en su vida. Por tanto, aquel día había sido un logro...bueno un avance, un logro habría sido que la hubiera dejado ir en trasporte público y no en la mega limusina con Nod, su guardaespaldas niñera.

Aquel día Dianne vestía con tonos claros y de forma sencilla: una sudadera malva con un vestido blanco fino, medias a juego y botas. Llevaba el largo y frondoso cabello trenzado hasta la altura de las caderas y portaba sus gafas de sol, su violonchelo en la funda a la espalda y su bastón. Nod la seguía cual sombra, un hombre de raza negra que medía algo más de dos metros, fornido y vestido de negro. Desde luego eran un dúo bastante peculiar entre toda la gente que había acudido aquel día al centro comercial.

La tienda de instrumentos musicales se encontraba en la zona central,en el segundo piso junto a otras tiendas con el centro abierto de forma que se pudiera ver el piso inferior. En el susodicho se encontraban la mayoría de restaurantes y sitios de comida rápida en cuyo centro hay una gran fuente de agua se erigía, había varios bancos alrededor donde la gente se sentaba a charlar y comer aparte de las numerosas sillas y mesas de los locales contiguos. Aparte de las numerosas plantas que decoraban el lugar, ascensores y las escaleras mecánicas también sonaba una musiquita ambiental por los altavoces pero con el ruido no era tan audible.

Tras comprar las nuevas cuerdas para su instrumento, la rubia se encontraba sentada en una de esas mesas tomando un refresco con su mastodonte por compañero sentado al otro extremo.

-¿Sabes? Podría haber venido perfectamente sola.

-No lo dudo señorita, pero esos no son los deseos de vuestra madre.

-Dime Nod, ¿si te pagara más que ella me dejarías en paz?

-No puedes pagarme más de lo que ya me paga tu madre.

-... eres un imbécil ¿lo sabías?¿No te aburres siguiéndome siempre?¿Es que no tienes familia a la que cuidar?

-Es mi trabajo. Quizás si no te hubieras escapado aquella vez tu madre no me hubiera contratado.

La muchacha resopló y se termino su bebida a regañadientes. Tras acabar se incorporaron y el grandullón tomó el violonchelo para cargarlo por ella y volver a la limusina. La chicas se frenó unos instantes y le imploró que la dejara volver sola a la tienda, quería cambiar también en arco del instrumento. Nod mantuvo el silencio unos instantes, siempre decía que no, nunca la dejaba. Realmente sabía de sobra que ella no le necesitaba al igual que conocía lo asfixiada que la chiquilla estaba en aquella jaula que su madre le había creado. Por eso y porque en el fondo la compadecía accedió. Dijo que la esperaría afuera y que no tardara demasiado. Dianne sonrió sinceramente por aquella oportunidad, que no era más que alargar algo sus cadenas, una ilusión de una falsa libertad momentánea. Se separaron y ella se dirigió a las escaleras mecánicas para regresar a la tienda.

Off-rol:Ropa de Didi, es un dibujo muy viejo, no tiene así el pelo.

Spoiler:

Desde que me había unido a esa especie de intento de súper grupo, mi vida no es que hubiese cambiado más de la cuenta. Seguía viviendo con mis padres, los cuales no tenían ni la menor idea sobre mi doble vida, iba al instituto... Lo típico. No obstante, en ocasiones sí que había cosas buenas... ¡Como cuando Rick nos invitaba a vacaciones pagadas por hacer bien algún trabajillo! Esa era la mejor parte. En esta ocasión el destino había acabado siendo Nueva York, al menos para mí y Planaria. Era una buena forma de conocernos un poco mejor y estrechar lazos.

- ¡Venga, Plana! ¡VAMOOOOOOS! ¡Quiero comprar cosas, quiero hacer fotos, quiero un café, quiero ver a los tíos!

Hacía ya un buen rato llevaba a Plana bien agarrado de la chaqueta, tirando de él en la dirección apropiada. La que a mí me interesaba, más concretamente ese centro comercial del que hablaban tan bien en la guía. Tenía mucho interés en ver si podía llevarme algo para renovar mi armario, y un café tampoco estaría mal. La media mañana andaba cerca y tenía hambre. Una vez llegamos empecé a ir revoloteando de tienda en tienda, deteniéndonos en una tienda de ropa que me había llamado la atención.

- ¿Ésta camiseta cómo crees que me quedaría? Y mira, ¡ese pañuelo es genial! Mira y tú te vas a probar esto, y esto, y esto también...

Después de una hora y medía de intensas compras, salí de la tienda con Planaria justo detrás, le estaba haciendo cargar la mayoría de las bolsas. No comprendía porqué estaba de tan mal humor, sí solo habíamos estado un ratito mirando trapos... ¡Menudo marica estaba hecho! Tranquilamente me adelanté hasta una cafetería y me pedí un café para llevar, con eso aguantaría al menos media hora hasta que decidiéramos dónde ir a comer.

- Oye, Plana... ¿A ti qué te apetece hacer?

Aproveché el momento de tranquilidad que nos brindaban las escaleras mecánicas para darle un sorbo al café y preguntarle a mi compañero que planes tenía el pensados. Desde que habíamos puesto el pie en la ciudad, básicamente estábamos haciendo lo que a mí me apetecía... ¿Por qué? Por que sí, mis planes son los mejores y yo me lo paso bomba. En ningún momento había tenido en cuenta a mi compañero, y lo mismo eso era un poco de caradura... Al fin y al cabo ahora formamos un equipo y si estamos aquí es para conocernos mejor el uno al otro.

"Me juré a mi mismo no herir nunca a un civil o un inocente, pero Tom está empezando a colmar mi paciencia con tanto ajetreo y compra... ¡Por amor de dios! ¡Yo soy un súper héroe! Debería estar persiguiendo un furgón blindado o algo por el estilo a toda velocidad y esquivando balas... No yéndome de compras y cargando bolsas... Encima, para mayor inri Tom solo quería comprarme camisas de flores." Pensé para mis adentros. "Aunque, seamos realistas, podría ser bastante peor. Tom podía ser un poco plasta a veces, pero era buen chaval... o no muerto... o lo que leches sea".

- Oye, Plana... ¿A ti qué te apetece hacer?- La pregunta de Tom me pilló desprevenido. Llevábamos toda la mañana haciendo cosas que le apetecían a él. No había tenido mucho tiempo de pensar en qué me habría gustado hacer a mí.

- Bueno, no me importaría ir a hacer una visita al museo de historia natural y pasear por Central Park con un perrito en la mano.- dije casi saboreando el sabor de un perrito con mostaza y cebolla crujiente...- Pero nada de acercarnos al lago. Y no estaría de más que pasásemos un momento por el hotel para dejar todas las dichosas compras del señorito... Espero que al menos luego me des un poco de alfalfa, que es lo único que me queda para parecer un burro de carga total.

Otras opciones que se le venían a la cabeza era visitar la estatua de la libertad... Pero lo de ir a un pequeño islote rodeado por el mar tampoco es que me hiciese especial gracia. Si el barco parecía seguro era posible que lo hiciesen. Pensar en el agua me dio un fuerte escalofrío. Mire a Tom que se tomaba tranquilamente su café. Eché de menos las cafeterías europeas donde siempre puedes tomarte una birra bien fresquita. Estos americanos no sabían lo que se perdían.

Bryndar aún no se había acostumbrado a su vida en la Mansión y sin Fiona, el único apoyo moral que tenía era de Kevin, que muchas veces no parecía comprender los sentimientos del joven islandés, a pesar de que ambos poseían cierto aspecto intimidante. Pero, a diferencia de su azulado amigo, Sunbearth era más agresivo y se protegía del mundo atacándolo primero por lo que, combinado con su aspecto antinatural y su físico portentoso, era una persona solitaria e intimidante que alejaba a los demás. El encierro en la Mansión X era atenazante para él y para colmo de males el Profesor le había dejado claro que estaría obligado a retomar las clases de secundaria que aún le habían quedado por terminar cuando se transformó y se convirtió en un proscrito. El agobio era tal, que en toda la semana tenía que haber ido a descargar energía cinco veces por la noche, en la Sala de Peligro. Cuando miró los registros, Xavier acabó por tomar la decisión de que Bryndar necesitaba un respiro, por el bien suyo y de todos, y le dio un día libre. Le recomendó ir a Nueva York para recordarle por qué luchaba, pensando que quizás pensase mejor de los humanos "normales" a la vez que se relajaba. Lo que el Profe no sabía es que Bryndar odiaba a la gente mucho antes de convertirse en un mutante.

Con su gabardina marrón y su sombrero embutido, Bryndar paseaba por las calles sin un rumbo fijo, asqueado de la vida semi-pacífica que la gente normal podía tener. Rebelde por naturaleza, el rubio los observó con una ligera mueca de desagrado en su rostro, estando especialmente amargo esa mañana. Y fue precisamente esa amargura y observación la que le hizo notar que había una figura muy parecida a la suya por la calle, en dirección a un centro comercial. Siguiéndola, empezó a pensar en las posibilidades, y las que se le ocurrían eran las peores. Se confirmó cuando Aleksei Systevich, alias Rhino, se paró justo delante del escaparate de una joyería, observando la bisutería expuesta con ambición y una sonrisa maliciosa. Bryndar no estaba de muy buen humor (como si eso fuese un cambio, vaya), pero decidió administrar un poco de la justicia al estilo X-Men. De haber sido por él, le hubiese golpeado la nuca sin avisar, dejándolo KO para que los cuerpos de seguridad se lo llevasen. Se plantó justo a su espalda y decidió dirigirse a él de forma pacífica primero.

-No lo hagas, Rhino.

No era la primera vez que se veían. Incluso en una ocasión habían intentado robar un banco juntos, pero las maneras violentas de Rhino fueron demasiado para Bryndar y los dos acabaron confrontados, hasta que llegó Spiderman y se encargó del gris mientras Bryndar aprovechaba para escapar. Desde entonces no se llevaban nada bien, pero habían sido criminales y lo que peor que llevaba Rhino era que Bryndar se había pasado al grupo de los X-Men, algo imperdonable en su retorcida manera de ver las cosas. Era de los "malos" y ahora de los "buenos", era un traidor. Como ya lo había visto en el reflejo del escaparate, no se cortó ni un pelo. El rinoceronte se llevó una mano al sombrero y se lo tiró a la cara a Bryndar, que intentó defenderse sin saber muy bien qué le hacía. En el pequeño segundo que transcurrió entre que miraba al sombrero caído y volvía a ver a Rhino, éste ya se había colocado su ridícula capucha y dio la primera zancada para embestirle.

-¡PAR-UFFF!-intentó disuadirle, pero sólo recibió un cabezazo en el pecho que le dejó sin respiración.

Pero no quedó ahí la cosa, porque Rhino echó a correr hecho una furia y dio hasta cinco o seis pasos a la carrera, para acabar por frenar de golpe y elevar sus poderosos músculos del cuello hacia arriba. Como resultado, a Bryndar se le cayó el sombrero y salió volando de espaldas por todo el centro comercial. Atravesó dos escaparates, con muchos cristales volando y un ruido de cojones, e incluso rompió una columna que por suerte era decorativa, hasta casualmente caer patinando a los pies de Dianne. Acabó por inspirar aire mientras se levantaba pesadamente. Su gabardina había acabado destrozada y empezaba a pensar que iba a quedar así todas las veces que saliese a Nueva York. Al menos ya era algo más de su estilo, luchar y golpear.

-Me cago en la puta,* Rhino. Te dije que no lo hicieses. Disculpa, tía-acabó por decir, para levantarse y poner un brazo por delante de la rubita, de ofrma protectora-. Mejor aléjate, que viene el toro.

Pero obviamente la chica no se iba a mover. Bryndar no tenía ni idea de que era ciega y que por tanto con el cambio de terreno necesitaba un tiempo para acomodarse y poder moverse sin tropezar, pero tampoco le importó. Se echó hacia delante mientras Rhino veía corriendo como una furia hacia él. El choque de ambos musculosos súper hombres hubiese provocado una onda expansiva que rompería los cristales de alrededor, pero Bryndar agarró sus piernas agachándose y lo levantó, de tal forma que salió volando hacia un lado y chocando con un puesto de comida, llenándose de manchas.

-¡Ja! Tienes una mancha ahí, Rhino-soltó el islandés, que señaló en su dirección mientras Rhino empezaba a perder la cordura que tenía en favor de una ira tremenda que era mejor no provocar, pero que a Sunbreath se la sudaba ampliamente.

Spoiler:

Mientras subía por las escaleras mecánicas no pudo obviar la conversación de los dos chicos que hablaban animadamente varios peldaños por debajo de ella. Su acento no era americano, probablemente eran europeos, ingleses. Además uno de ellos estaba tomando el café, el aroma alcanzaba a impregnar pronto su nariz. Uhm...café y con amigos, algo que nunca había tenido oportunidad a probar. El otro chico al parecer cargaba con bolsas, al menos eso parecía por el sonido del roce de las mismas con su ropa y entre ellas, el típico que hacen cuando llevas de más. Conversaban de ir a visitar varios lugares de la ciudad. Por un momento se vio tentada de girarse y ofrecerse como guía pero hubiera resultado absurdo. Además no los conocía, solo era un anhelo estúpido por no sentirse diferente.

Las escaleras mecánicas ya llegaron al final de su recorrido y finalmente alcanzó el segundo piso. Redirigió sus pasos hacia la tienda de instrumentos musicales pero sus oídos captaron algo que en un inicio alguien normal no habría escuchado hasta que casi lo tiene encima. Se paró en seco al sentir como el suelo temblaba. La gente grito del susto al ver como un chico naranja hacía de proyectil destrozando varios escaparates de tienda hasta caer practicamente a sus pies. El chico proyectil se levantaba de forma pesada ahora, emitía calor de una forma que no era natural. ¿Acaso era otro meta-humano? El chaval le dijo que se apartara y se dirigió a ella como “tía”, algo que la ofendió. Fue a replicarle cuando este se lanzó de nuevo a enfrentar a la otra mole que previamente le había mandado de viaje por los aires. Ambos cuerpos cayeron en un puesto de comida cercano. El de mayor masa parecía especialmente cabreado, Dianne los sabía incluso a esa distancia, su respiración agitada lo delataba. La gente del lugar empezó a gritar y correr para huir de allí. Recibió un par de empujones hasta que sus oídos captaron el llanto de un niño pequeño que no encontraba a su madre.

-¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿MAMIII???!!!!¡¡¡BUAHH BUAHHH!!!

El dúo dinámico estaban luchando sin importar la gente de alrededor y la gente lo sabía. Pero que huyeran cual estampida no ayudaba, podrían aplastarse entre ellos. La situación empeoró cuando Rhino empezó a cargarse las columnas que sostenían la 2º planta y esta empezaba a venirse abajo. El suelo tembló y se desquebrajó bajo sus pies. Recordó las enseñanzas de Matt Murdock quién le enseño a exprimir su capacidad de orientarse como un murciélago. La chica agarró su bastón y se movió de forma grácil sobre el suelo que se estaba viniendo abajo y fue en dirección al llanto del crío. Una vez alcanzó el pequeño cuerpo del infante lo aprisionó entre sus brazos y activó un escudo alrededor de ambos de casi 3 metros al caer, de forma que los escombros no los aplastarían. El problema ahora es que estaban sepultados y si retiraba el escudo morirían aplastados. Además, no todas las personas había conseguido escapar de aquello y algunas habían caído. El dueño de la tienda de música se encontraba colgado del 2º piso apunto de caerse gritando por ayuda.

Afuera del centro comercial la gente salía corriendo sin importar a quién se llevaban por delante. Nod el guardaespaldas mirada con la boca abierta la escena y blasfemo por todo lo alto. Tenía que sacar a su protegida de allí o cierta diablesa le cortaría el cuello. El gigantón intentaba abrirse paso entre la gente pero aquella marea ahora era casi imposible de eludir.

Tras un rato diciéndole algunos de los planes que tenía pensado me dí cuenta de que Tom hacía rato que no me escuchaba. Suspiré para mí mismo e intenté acomodarme como pude la montaña de bolsas que llevábamos. Tom se alejó de mí en dirección a una papelera.

- "Vámonos de compras Plana, ¡será divertido!"- dije imitando su voz. - ¡Pamplinas! Menudo tostón de mañana... Menos mal que ya se ha acabado porque madre santa, otra tienda más y hoy cometo un crimen.- me callé al ver que Tom regresaba.

- Vale, ya podemos irnos Plana. Dejamos las cosas en el hotel y...- un enorme estruendo de cristales y piedras cayendo contra el suelo cortó a Tom de golpe. Una figura aparentemente humana voló unos diez metros antes de estrellarse estrepitosamente contra el suelo a pocos centímetros de una niña. En un instante, toda la gente del centro comercial comenzó a gritar y a correr en todas direcciones. Dejé las bolsas inmediatamente y me puse en movimiento... ¡y Tom haciendo fotos con el móvil! Todo el mundo corriendo en todas direcciones y el melón este posteandolo en twitter.

- ¡Joder, Tom! Déja el móvil y mueve el culo. Hay civiles en problemas.- dije mientras corría hacia donde se encontraban el humano volador y una enorme figura metálica con un gran cuerno en la frente que apareció por el hueco que había dejado el otro al atravesar la pared. "Maldita sea, y yo sin el catalizador" pensé. "Bueno, tendré que hacerlo a la vieja usanza". Un montón de luces de colores provenientes de mi espalda indicaron que Tom ya había sacado la gema y se había convertido en "Super rainbow dash" o como leches se hacía llamar. Perdí ligeramente el equilibrio al empezar a desmoronarse el piso en el que estábamos. Tantos civiles y tan poco tiempo, ¿qué debían hacer? De entre unos escombros pude vislumbrar una especie de luz y me dirigí a toda prisa hacia allí. La chica que había estado a punto de ser atropellada por el otro tío que entro volando había generado una especie de escudos que la mantenían a salvo a ella y a un niño de ser aplastados. En ese momento Tom reapareció a unos pocos metros de mí.

- ¡Tom! ¡Saca con tus teletransportes a todo el que puedas y veas en peligro!- dije mientras me cubría la cara de unas pequeñas rocas que caían del techo. - ¡Yo intentaré sacar a esta pareja de aquí! Tranquila, todo va a salir bien.-

Toqué la pared con la yema de los dedos y la recorrí unos pocos centímetros. Ahí lo noté. Un cable de alta tensión pasaba en el interior. De un puñetazo atravesé la pared y agarré fuertemente el cable. El brazo se me recubrió de rayos azules que recorrieron todo mi cuerpo, haciéndome levitar unos centímetros hasta que pegué un estallido del que salieron miles de pequeñas chispitas azules. Me dirigí a toda prisa hacia la chica y comencé a quitar pedruscos. Gracias al potencial eléctrico extra mi fuerza aumentó notablemente, al menos lo suficiente como para mover grandes piedras. Pero debía darme prisa ya que el efecto desaparecería pronto. Tras quitar varias pequeñas llegué al punto donde un enorme rectángulo amenazaba con aplastar a los niños si los escudos cedían. Lo agarré con ambas manos y comencé a tirar. Pesaba como un demonio, pero poco a poco empezaba a moverse. Si al menos tuviese algo más de metal podía usar el campo electromagnético para hacerla levitar, pero era en su mayoría yeso y otros materiales. De mi pecho comenzaron a salir en dirección a las manos algunos pequeños rayitos azules que morían en la superficie del muro caído. Ya quedaba poco, sólo un empujoncito más... Y entonces se me paró el corazón. Como si de una locomotora descarrilada se tratase el enorme hombre bicho-rinoceronte-plancha se dirigía hacia nosotros.

El duelo de musculitos siguió su ritmo brutal y destructivo. Rhino cargaba y golpeaba sin miramientos, cargándose cualquier cosa en su camino mientras Bryndar no podía controlar del todo su fuerza, por lo que hacía grandes esfuerzos para muy pocos resultados. Lo peor vino cuando toda la segunda planta empezó a temblar como si se fuese a desmonorar... y obviamente eso era lo que estaba sucediendo. Mirando a todos lados, el islandés murmuró un "a la mierda" y le propinó un directo a Rhino que lo mandó a volar como él había hecho antes. De suerte no golpeó a nadie, pero a diferencia de lo que cualquiera podría pensar, Sunbreath se echó sobre varias personas para escudar con su cuerpo a cuantos pudo. Para cuando el derrumbe terminó, había salvado a una pequeña familia compuesta por un hombre, una mujer y un niño llorón. Enterrados sobre los escombros, Bryndar se levantó haciendo gala de una fuerza sobrehumana y apartando las rocas que se encontraban encima de él como si fuesen una molestia. Su cabeza le dolía horrores porque le había caído una bien gorda en toda la nuca, y para empeorarlo el hombre del matrimonio escudó a sus dos seres queridos como si él fuese el villano.

-¡No te acerques a mi familia, mutante!-le espetó.

-¿Cómo te atreves, gusano? ¡Debería...!

No acabó su frase, porque Rhino hizo lo mismo que él, saliendo de una montaña de escombros con un géiser de polvo y rocas. Al ver a Bryndar, sus dolores desaparecieron gracias a la inyección de adrenalina que le producía su frustración. Quería hacerle daño o directamente matar al puto muante amarillo, y al no lograrlo, decidió seguir con su estrategia de embestida, esta vez preparado para la proyección que Bryndar podría hacerle. El único problema era que por el camino había un hombre intentando mover una cosa enorme y una pila de escombros... Pero eso no era problema para el poderoso Rhino. Que se apartasen o muriesen, no le importaba lo más mínimo.

-¡Tu puta madre!-contestó al nuevo ataque de Rhino con toda la elocuencia que su cerebro le dejó mostrar, mientras ignoraba al estúpido homo sapiens que le había insultado.

Se lanzó a la carga también, siendo más rápido pero menos destructivo. Mientras Rhino apartaba todo a su paso a base de patadas y embestidas, Bryndar esquivó todos los obstáculos de una forma más rápida, eficiente y menos agresiva, hasta el punto de llegar un par de segundos antes adonde estaba el hombre que soltaba chispas. Podría pararse a pensar qué hacía una persona así en el centro comercial justo en ese momento, o quien era la persona que hacía espectáculos de luces extraños, pero Bryndar no era una persona que se pensase mucho las cosas. Nueva York siempre estaba petado de héroes y villanos y si no estaban armando jaleo entonces no eran problema suyo.

-¡Agáchate!-le soltó al tío chisposo.

Bryndar pegó un salto soberbio pero demasiado alto, no iba a aterrizar antes de encontrarse con Rhino y, sin plantar un pie en el suelo, la embestida sería fatal para él en primera instancia y luego los que estaban detrás en segunda. Sin embargo, Bryndar no creía en repetir el mismo plan dos veces, así que demostró que era un movimiento deliberado al bajar sus dos puños cerrados con los dedos entrelazados. El golpe sordo y poderoso que le dio en toda la cabeza a Rhino le aplastó la cara contra el suelo, incrustándolo temporalmente. Bryndar se sacudió las manos y miró hacia el cuerpo arrodillado y gris del villano, sintiendo una mezcla de desprecio y admiración. La cabeza de Rhino había sido lo más duro que había golpeado en su vida. Pero no había tiempo de contemplaciones, así que se tragó el dolor y siguió adelante. O mejor dicho, giró hacia atrás y hundió sus poderosos dedos en la forma ortogonal que el hombre eléctrico había intentado mover con anterioridad.

-¡Largaos ahora mismo, venga!-les espetó, mientras con un sólo brazo levantó la cosa aquella y les daba la espalda. Bien pensado, esa cosa bien le servía para ablandar un poco a Rhino, que ya se había desincrustado la cabeza y recuperaba el equilibrio. Esa cabeza era dura, así que Bryndar suponía que tendría que castigar su enorme cuerpo, que tampoco era moco de pavo. La cosa iba para largo...

La joven se encontraba con el crío bien agarrado entre sus brazos, intentando calmarlo. “Shhh tranquilo, te voy a sacar de aquí...tranquilo. ¿Sabes? ¡Tengo super poderes! ¿Te gustan los super héroes?” El pequeño asintió entre sollozos, parecía algo más calmado, creía en la chica y al fin al cabo era muy pequeño, ¿a quién no le gustaría ser salvado por un super héroe a esa edad? Incluso ser uno. Pero claro, la verdad es que no sabía como salir de allí puesto que cuando crea un escudo mayor que el que suele usar para cubrirse a si misma no puede moverse con el activo. Si quería salir de allí debía retirarlo y si lo retiraba los escombros caería sobre ambos y ella carecía de la velocidad suficiente para escapar.

Entonces notó el acercamiento de una energía. Giró el rostro en dirección al hueco de los escombros y escuchó la voz de un joven diciendo que todo iba a salir bien. ¡¡Otro mutante!!¿Que como lo sabía? Porque veía la raíz de su poder. Veamos, Dianne no podía ver, su mundo era oscuro, pero sus sentidos iban mucho más allá de los normales, además, era capaz de “ver” lo que ella llamaba árbol o raíz de poder en aquellas personas especiales. Esto era parte de su poder, si los veía era capaz de “frenarlos”. La raíz de aquella persona era azulada y emitía chispazos y ahora brillaba aún más pues estaba haciendo uso de sus facultades especiales para retirar los restos que estaban sobre ellos. Entonces “vio” otra raíz llegar corriendo, esta era más luminosa de tonos cálidos, probablemente la misma que le pareció percibir caer a sus pies momentos antes del caos. ¿Hoy era el día d ella visita mutante al centro comercial? Una vez que entre ambos retiraron los escombros, ella pudo salir con el crío, tenía que sacarlo de allí. Entonces, como si de un fogonazo se tratara, ¡¡Una tercera raíz!! Definitivamente era del día del descuento mutante o algo. En esta ocasión, no para de cambiar de color de forma frenética, lo cual quería decir que su poder debía ser algo como super velocidad o teleportación. ¡Era perfecto! Se acercó hacia el dueño de aquella luz y le colocó en los brazos al chaval. El niño miró con ojos llorosos a Tom y la mirada se le iluminó como si estuviera viendo a un gran super héroe.

-Hay que sacar al chico de aquí, tu puedes, ¿verdad?

Entonces el suelo volvió a temblar. Sus gafas de sol se escurrieron por la nariz hasta caer al suelo y la chica redirigió su rostro hacía la procedencia de las hondas de aquellos pasos demoledores. El mastodonte volvía a la carga e iba a por ellos. La voz del que había iniciado la pelea con el se alzó, diciendo que se largaran y consiguió detener al otro de lo que pareció ser un fuerte golpe en su cabeza hasta incrustarlo en el suelo. El sonido de la piedra al romperse era inconfundible. Mientras Rhino se volvía  a levantar pesadamente y el otro esperaba que se marcharan, Dianne no meditó aquello como una opción de huida. ¿Porque no iba a luchar? Ella también podía, no era ninguna inútil y no iba a hacer caso a un desconocido porque sí. Bueno en verdad lo que decía era lógico pero la joven tenía cierto problema con las figuras autoritarias en algunas ocasiones y le salía la vena de “a no, pues ahora no”.

Le hizo entrega de su bastón al que tenía más cerca (Planaria) y avanzó sobrepasando a Brydar como si nada, aunque con cierta torpeza debido al suelo irregular por los escombros. Se plantó frente al mastodonte y este la miró incrédulo y rompió a reír. Para el era una insulsa pulga que iba a aplastar ahora mismo. Alzó el enorme puño hacia ella dispuesto a ello cuando se topó con el inesperado escudo invisible.

-¿uh?

Cabreado empezó a golpearlo con rabia pero este no se rompía, aunque toda esa fuerza se dividía y hacia que el suelo se fuera hundiendo un poco más. Mientras el intentaba sin resultado alguno traspasar aquella barrera, los ojos de Dianne tenían en su punto de mira su raíz, una raíz roja e intensa que denotaba una clara fuerza antinatural.

-Así que...ahí estás...

Alzó una mano y el escudo desapareció, pero en ese mismo momento hizo un gesto con la misma, como si “atrapara” algo y y lo estrujara, lo contuvo en la misma. La mano de Rhino bajó y ella la eludió gracilmente gracias al sonido del viento cortándose a su paso. Cuando se estrelló contra el suelo no pasó nada. El villano se sorprendió, ¿y su fuerza? ¿Se había ido? Normalmente hubiera hecho un agujero pero no pasó nada. Ahora solo tenía la fuerza que un hombre de su tamaño común pudiera tener.

Spoiler:

-¡Agáchate!-  el grito provino del tío que había entrado al centro comercial volando. Saltó entre el rinoceronte-plancha y nosotros, clavándole el cuerno en el suelo y frenándolo en su carrera. Ya casi había levantado el muro de hormigón cuando el chaval este clavó los dedos en él. Tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas ya que fue un fuerte mazazo y empujó el muro hacia abajo. De repente, lo levantó con una sola mano y se lo reventó en la cabeza a hombre plancha rinoceronte.

-¡Largaos ahora mismo, venga!- me quedé un poco descolocado. Entre él y el rinoceronte ese iban a acabar por reventar el centro comercial. Ya estaba preparándome para echarle un cable cuando la chica que estaba debajo del muro me dio un bastón. Un bastón de ciega para ser exactos. De manera que ella era ciega... Eso explicaba que cuando le había hablado no me hubiese mirado directamente, sino que parecía que buscaba un poco alrededor de mi pecho. El enorme rinoceronte se puso de pié y se avalanzó sobre la chica. Iba a advertirla del peligro cuando el puño del mastodonte se frenó en su trayectoria contra ella. Había una especie de campo de fuerza o escudo invisible que paraba sus golpes. Entonces todo encajó. Esa chica rubia era también una mutante. Y por su comportamiento una súper heroína como ellos. Generaba escudos al menos. Entonces estiró la otra mano hacia el rinoceronte y este se quedó quieto mirando sus manos. Sus puños ya no eran tan devastadores. Sería posible... ¿era capaz de anular los poderes? Si eso era así podía convertirse en una poderosa aliada para la orden. Pero no había tiempo para eso, al menos hasta que hubiesen parado a aquel criminal. Tom saltó detrás del enorme bicho y le lanzó una enorme flecha que lo dejó totalmente quieto.

Y ahí estaba yo, delante del enorme ser recubierto de metal. ¡Metal! Era un conductor como una catedral. ¡Y estaba ahí para mí! Lo único que le faltaba era tener un lacito. Mi sonrisa llegó hasta casi las orejas, y comencé a hacer lo que más me gustaba del mundo: teatro del bueno.

- ¡Damas y caballeros! ¡Presten atención pues están a punto de ver la jugada del año! El pitcher se dispone a lanzar, ¡qué tensión querido público! Todo el mundo está espectante, esta puede ser la bola del partido.- paso el bastón a mi mano izquierda y en la derecha genero una pequeña bola eléctrica con casi cien mil voltios. Con eso lo dejaría totalmente fuera de combate. Empecé a lanzar hacia arriba la bolita como si fuese un lanzador de baseball. Aspiré arqueándome totalmente hacia atrás. - ¡Y ahí va el lanzamiento damas y caballeros! ¡Qué velocidad lleva la bola! ¡Es prácticamente imposible que el bateador la vea!


La bola salió disparada de mi mano a toda velocidad e impactó de lleno en el cuerno del rinoceronte. Un gigantesco estallido azul iluminó la sala entera y el cuerpo del mastodonte calló al suelo con un ensordecedor ruido seco. Unos pocos rayos azules lo recorrían aún. La pesada respiración mostró el estado de inconsciencia del criminal. Me soplé el dedo índice de la mano derecha como si de un revolver recién disparado se tratase y sonreí.

- ¡Toma matraca! ¡Eso es lo que yo llamo un final con chispa!-

Normalmente Bryndar tendría un choque de opiniones con el chavalito rubio cuando le gritó, pero se había quedado totalmente desconcertado cuando la chica acabó con la fuerza descomunal del mismísimo Rhino, añadiendo el hecho de que parecía poseer alguna suerte de campo de fuerza que la protegía. Después le tocó al chico gritón, que se había posicionado de forma mágica detrás del grisáceo titán y le había descargado una flecha de luz que se había convertido en ataduras lumínicas. Si él hubiese tenido ese control de sus poderes, probablemente el edificio estaría entero, pero Bryndar más bien pensaba en que era una pirotecnia muy intensa, ¿así se le veía a él cuando lanzaba flashes cegadores o disparos de calor? Esperaba que no, ya sabía que su aspecto no se podía hacer mucho por ser atrayente pero por lo menos no era un "tiraluces" ni se llamaba Rainbow nosecuantos...

El cuerpo de Bryndar estaba recubierto de un traje especial, mezcla entre un polímero altamente resistente patentado por el famoso Redd Ricchars y, por supuesto, circuitos eléctricos entre los que había una buena cantidad de metal. Además, el traje no estaba diseñado para ser aislante de ningún tipo, así que cuando Planaria usó sus poderes no se vio impedido de ninguna forma a usar la canalización de su traje. Aún así, Bryndar notó las chispas eléctricas recorrer por su cuerpo sin daño y se llevó una mano al pecho, como si quisiese intentar que no siguiese aquella manipulación. Su traje era complicadísimo, caro y difícil de mantener, así que le tenía cierto apego. Por no decir que era lo único que le separa de convertirse en una bomba de más megatones de los que la ciencia había podido crear hasta ahora. Con un teatrillo exagerado y rimbombante, si se le preguntaba a Bryndar, el hombre que controlaba la electricidad acabó por tumbar finalmente a Rhino con una contundente bola relampagueante. El islandés se llevó una mano a la cabeza y se rascó el pelo. No había tanta aglomeración de poderes extraños desde que había practicado en la Sala de Peligro de la Mansión X con el resto de la Patrulla y no sabía muy qué hacer o decir.

-Sí, vale, habéis sido útiles-reconoció a regañadientes-. No os conozco pero os he visto salvar a algunas personas, así que sois... ¿superhéroes, no?-siguió manteniendo las distancias- Estoy seguro de que podréis hablar con las autoridades por mí.

Sunbreath era un conocido criminal en New York y aunque ya llevaba tiempo sin dar uno de sus famosos violentos robos a bancos y llevaba una "X" amarilla bien vistosa en su pecho, no esperaba realmente ser bien recibido entre los "héroes" de esta ciudad. Miró a su alrededor y observó la destrucción... el Profesor tenía razón, necesitaba lecciones de control, no podía hundir edificios a puñetazos sólo porque estuviese peleando con alguien que puede encajar sus golpes. Pero no se iba a disculpar delante de los dos lanzachispas, obviamente. En cuanto a la otra, la chica, le intrigaba el poder que había usado sobre Rhino, pero no creía que fuesen a escucharle, menos responder a una pregunta acerca de sus poderes.

Tras esquivar a la mole enfurecida, ahora sin poderes, se sintió aliviada al notar que aquel tal “Rainbonosequé” (lo había dicho tan rápido que no había alcanzado a entenderlo) se había llevado al crío para ponerlo a salvo y había vuelto tan fugaz como la velocidad de la luz. Tenía que admitir que había sido una suerte encontrar más gente con superpoderes allí, ella sola ni aún esforzándose al máximo hubiera podido salvar a todas las personas del lugar. Percibió como su raíz de poder volvía a parpadear con intensidad y se colocaba tras las espaldas del desorientado Rhino, quién aún no entendía que pasaba. Tuvo que cubrirse los pálidos ojos cuando este lanzó su flecha deslumbrante, aunque fuera ciega, las luces intensas le afectaban (como a cualquiera con ojos claros aunque con ella algo más) y como ya no portaba las gafas de sol pues se cayeron al suelo tuvo que girarse.

-Agh...eso escuece.- dijo por lo bajo, frotándose los humedecidos ojos.

Luego sintió el vello de su cuerpo erizarse y parte de sus pelos alzarse un poco debido a la electricidad que se generó en el aire tras la bola de poder lanzada por el otro chico, el de la raíz azul. Pero aquello no era lo que captó su atención, si no la parafernalia que hizo para derribar a Rhino. Hizo como si estuviera jugando al béisbol, lanzando una bola. Aquello había alterado el corazón de la invidente. Su hermano Jackson se había ido tiempo atrás de casa, y razones tenía para ello. Ahora vivía lejos de ella aunque aún se mantenían en contacto. Su unión era muy fuerte pero las rencillas de el con su madre lo eran aún más. Ahora el era jugador profesional de béisbol. Acostumbraba a sentarse ceca del televisor cuando emitían algún partido en el que el jugaba  y lo imaginaba. Aunque el tiempo que había pasado sin vista era mayor que el vivido con ella, aún siendo muy joven, recordaba colores y formas, y aunque tampoco supiera el aspecto exacto de su hermano, en su cabeza lo había hecho crecer a partir de como lo recordaba. Y recordar todo esto le dolía, pues le recordaba el temor que siente a olvidar como eran las cosas.

-Sí, vale, habéis sido útiles. No os conozco pero os he visto salvar a algunas personas, así que sois... ¿superhéroes, no? Estoy seguro de que podréis hablar con las autoridades por mí.

La voz del rubio la alejó de sus pensamientos. Es verdad, ¡¡¡acababan de salvar a todos y vencer a un malvado supervillano!!! ¿Eso la convertía oficialmente en superheroína? Abrió mucho los ojos emocionada, aunque le escocían aún un poco. Estaba emocionada y al girarse hacia ellos se tropezó y se dio de bruces contra el suelo, haciéndose un agujero en las medias a la altura de la rodilla derecha.

Vergüenza.....vergüenza...vergüenza,vergüenza,vergüenza ¡¡¡¡VERGÜENZA!!!!

Tenía las mejillas tan rojas y calientes por la estúpida caída. Había pasado en menos de un segundo de superheroína a torpe e inútil. Odiaba esos momentos, son los que siempre le daban la razón a  su madre. Se incorporó de forma rápida y se sacudió el vestido ahora sucio.

-Ejem...yo-se aclaró la garganta- no, no soy...eso... solo pasaba por aquí y entonces... ¡ah! ¿Quién tiene mi bastón? ¿Me lo po-podrían devolver por favor?

-Sí, vale, habéis sido útiles. No os conozco pero os he visto salvar a algunas personas, así que sois... ¿superhéroes, no?

- Exacto, directamente traídos de Europa (al menos el rubiales y yo) dispuestos a sacarles de más de un apuro si llegase a ser necesario.- me limpié la chaqueta del polvo que me había caído con todo el derrumbe. La verdad no había sido tan difícil tumbar al bicho ese. Entre que Tom lo había atrapado y la otra chica... La miré. La pobre se levantaba del suelo con la cara totalmente roja.

-Ejem... Yo... No, no soy... Eso... Sólo pasaba por aquí y entonces... ¡Ah! ¿Quién tiene mi bastón? ¿Me lo po-podrían devolver por favor?- en ese momento me di cuenta de quien tenía el bastón era yo. Me sentí algo culpable por la caída, pero antes de que pudiese mediar palabra Tom me había cogido del brazo y nos había acercado a él. Aproveché para darle el bastón a la pobre muchacha, que no dejaba de mirar al suelo.

- El bastón lo tiene mi compañero. Se llama Plana, a mí puedes llamarme Tommy. Y para celebrar el día de hoy, vamos a hacernos una foto. Venga, sonreír todos y decir... ¡SELFIIIIEEEEE!- ya estaba Tom con las fotos. A veces era un poco cargante, pero le encantaban las redes sociales. No sabía cuantas cosas tenía. Que si Facebook, que si Twitter, que si Myspace (¿eso todavía lo usaba alguien?)... y llenaba todas ellas de fotos nuestras de cuando íbamos al parque. En parte me preocupaban un poco, ya que si alguien descubría su identidad, con sólo meterse en las redes sociales tendría la información de casi todos los demás.

- Estoy seguro de que podréis hablar con las autoridades por mí.- el otro tío de la armadura había hecho el amago de irse de allí. ¿Tal vez fuese un criminal igual que el que estaba tumbado frente a nosotros? Quién sabía, podía haber sido una pelea por quién tenía la esquina del Mc Donalds. Según había oído, allí en EEUU los Mc Donalds eran como una mina de oro.

- Sí, sí, ahora vamos... ¿Tú quieres salir en la foto? Te dejo salir en la foto si reconoces que sin nosotros la hubieras liado muy muy parda. Pero vaya, si no quieres nada.- dijo Tom algo enfadado. Yo me había acercado a la chica que todavía estaba un poco en shock. Era normal. Yo ya estaba acostumbrado al dinamismo de Tom, pero para alguien que le acababa de conocer podía ser un poco escandaloso. La cogí tímidamente del brazo y sonreí para mí.

- Oye, lo que has hecho ha sido realmente impresionante. El cómo has protegido a ese pequeño niño del gigantesco muro... Es tener valor, y mucho.- la chica me "miró".- Creo que ya te has enterado por mi compañero Tom, pero mi nombre es Planaria. No somos de por aquí. De hecho, somos de bastante lejos. De Europa para ser exactos. Pero nos habéis pillado aquí de vacaciones... ¡No somos pareja! De hecho, bueno, yo no tengo pareja... ¡A mí me gustan las chicas! Las chicas guapas, buenas, amigables... Pero, ¿eso a quién le importa, verdad? Jejeje.- ¿SE PUEDE SABER QUÉ HACES? ¡Menudo pringado! ¿Por qué me había puesto tan nervioso de repente? Sólo era una chica, había tenido un montón de amigas antes, ¿por qué había empezado a decir toda esa clase de tonterías de repente? No sé, ella tenía algo... distinto. Algo especial, como un aura de bien que la rodeaba. Solté su brazo discretamente y me aclaré la garganta.- Bueno, nosotros deberíamos ir a hablar con la policía para informar de todo digo yo... ¿Quieres venir con nosotros? Si quieres podemos acompañarte a tu casa o a donde necesites ir.

Bryndar alzó una ceja mirando al rubito que se le había enfrentado enfadado. En cierto modo tenía razón, pero eso no quitaba que no tuviese la situación controlada desde el principio. Rhino era un tipo duro y muy fuerte, pero Bryndar también y aunque no fuese el cuchillo más afilado del cajón por lo menos era más listo que el puto Rhino, por no mencionar el añadido extra que era su capacidad de exhalar radiación en forma de luz y/o calor que le proporcionaba una ventaja a distancia que el grisáceo tontorrón no poseía. Era sólo cuestión de tiempo que le ganase, y francamente, lo que le sucediese a un puto centro comercial se la sudaba muchísimo. Oh sí, habían roto unas cuantas cosas pero, ¿qué creían que iba a pasar cuando la policía descubriese que Sunbreath estaba allí? No les iba a importar una mierda que hubiese salvado a la gente de Rhino, le intentarían atrapar sin tiempo a excusarse.

-¿Y porqué coño iba a querer salir en tu estúpida foto, niñato?-acabó por espetarle al rubito- ¿No te das cuenta de que cuando lleguen los pitufos van a querer mi puta cabeza? No tienes ni idea.

Después de decir esto, se fijó un momento en los otros dos, y finalmente en Rhino apresado fácilmente y KO por aquellos nuevos héroes. De haberlo sabido, Bryndar se hubiese limitado a alejarse del edificio para que no le descubriesen, pero ahora su gabardina estaba destrozada y tenía que empezar a pensar una vía de escape que incluyese llegar a la Mansión X sin que le persiguiesen. Esos guapitos de cara no tenían ni idea de cómo vivían los mutantes como él, que no podían pasear por la calle sin que les señalasen y odiasen automáticamente.

-¿¿Una foto?? Es...espera...¡no!

Daba igual que intentara resistirse, el chico que se teleportaba ya la había agarrado y pegado contra si para la dichosa foto. ¿De que le servía aquello? ¡No iba a verla! Además seguro que salía con cara rara. ¿Y porque debería preocuparle? Bueno claro unos completos desconocidos (si, por mucho que dijeran sus nombres y hubieran combatido juntos, lo eran) iban a tener una foto de ella que no iba a ver. Además, ¿que era un selfie? Que estúpida se sentía, solo quería su bastón el cual aferró con fuerza en cuanto se lo devolvieron.

El tercero en discordia, el borde que había causado mas caos que solución, parecía querer irse por la policía. ¿Hablar con la policía? Claro, eso también era deber de un super héroe. De alguna forma se sentía orgullosa por hacer algo así, pero tampoco sabía que iba a decir. Entonces notó como uno de ellos le tomaba del brazo, uno de los europeos.

-Oye, lo que has hecho ha sido realmente impresionante. El cómo has protegido a ese pequeño niño del gigantesco muro... Es tener valor, y mucho. Creo que ya te has enterado por mi compañero Tom, pero mi nombre es Planaria. No somos de por aquí. De hecho, somos de bastante lejos. De Europa para ser exactos. Pero nos habéis pillado aquí de vacaciones... ¡No somos pareja! De hecho, bueno, yo no tengo pareja... ¡A mí me gustan las chicas! Las chicas guapas, buenas, amigables... Pero, ¿eso a quién le importa, verdad? Jejeje. Bueno, nosotros deberíamos ir a hablar con la policía para informar de todo digo yo... ¿Quieres venir con nosotros? Si quieres podemos acompañarte a tu casa o a donde necesites ir.

Para empezar, ¿porque todos se tomaban esas libertades en tocarla?¿No comprendían que para ella era incomodo y algo demasiado personal? El contacto era otra forma de ver para ella y quería ser ella quien decidiera hacerlo, por tener algo de control que al parecer, nunca iba a ser así. Agradecía que la valoraran, al menos alguien lo hacía, pero eso no quitaba las extremas confianzas que notaba. Por no decir que el nerviosismo del tal Planaria casi se saboreaba en el aire. Nadie había dicho que fueran pareja, y tampoco entendía esa repentina necesidad de explicar su prototipo de chica ideal. Encima el otro era un borde, aunque ella presentía que simplemente no estaba acostumbrado a tratar con los demás, como ella. Solo que lo expresaba así. Igualmente consideraba que merecía una reprimenda por toda la destrucción. No comprendía como un super héroe no cuidaba de las personas y sus vidas.

Pero daba igual, no iba a poder decir nada porque su guardaespaldas Nod ya había conseguido traspasar el muro de gente de afuera, superar los escombros y encontrarla. Puso su manaza negra encima de su hombro y con cuidado la giró hacia el.

-Señorita Albidanne, menos mal que está bien. No sabe el susto que me ha dado.- luego dirigió una mirada evaluadora a sus acompañantes. El hombre se espantó, no por sus aspectos, si no porque eran mutantes y hombres, algo de lo que su jefa había dejado claro que su hija no podía estar cerca. Si se enteraba que su hija, su adorada hija se había quedado sola, se había expuesto al peligro, había usado sus dones delante de otros y había estado en contrato con hombres con dones excepcionales, estaba muerto. Muy muerto.- Lo siento, pero la señorita no va a hablar con la policía.

-¡¡Pe-pero...!!

-No replique señorita, debo llevarla de regreso antes de que la relacionen con este estropicio.- Se dirigió a los chicos y sacó algo de dinero para cada uno, un buen fajo de billetes para cada uno para ser exactos.- Por favor, no la mencionen ante las autoridades. Por el bien de la señorita no debería salir en medios de comunicación. Pueden aceptar o no el dinero, pero por favor, no la impliquen.

Dicho esto y si aceptasen o no el dinero, Nod tomó a la joven en brazos. Esta mostraba algo de molestia en su rostro pero no dijo nada y simplemente lo aceptó resignada. Hizo un leve amago de adiós con la mano a los otros y el dúo se alejó de allí antes de que las autoridades o medios televisivos aparecieran.

- No, no queremos dinero señor. No buscamos la fama ni recompensas, simplemente estábamos en el lugar indicado en el momento preciso, nada más...- nunca me habían pagado por salvar a nadie ni quería que nadie lo hiciese. Lo que nosotros teníamos, esos poderes, nos ponía en una situación de deber para con el prójimo, para los más necesitados. Había quienes aprovechaban sus poderes para esclavizar o extorsionar a los que no los tenían (o los que sí pero eran menos poderosos o numerosos), y a él le gustaba verse como un defensor, un vigilante que cuidaba de aquellos que no tenían el poder ni la fuerza para luchar contra estas amenazas.- No se preocupe buen hombre, será como si nunca hubiese estado aquí... ¡Espera! ¿Cómo te llamas?...- pero ella ya se había ido acompañada por el enorme hombre que debía ser su guardaespaldas. Suspiré.

Me di la vuelta y miré a Tom quien se entretenía mirando las fotos que acababa de sacar.- De verdad Plana, eres un caso. Menudo careto tienes hijo... ¿Esque no sabes salir bien en las fotos?- pero yo no le prestaba mucha atención. Mutantes. Habíamos conocido mutantes allí en Nueva York, ¡igual que nosotros! Tanto el chaval de la armadura como la tímida chica rubia habían demostrado un enorme potencial al luchar contra la gigantesca mole que roncaba ante nosotros. El chico de la armadura parecía algo más brusco, pero no tenía pinta de querer hacer daño a ningún inocente, y tras lo que le dijo a Tom supuse que tal vez la gente le mirase con mala cara sólo por ser diferente. Los mutantes como yo podíamos disimular nuestros poderes, pero él... En fin, tenía la piel de color amarillento e iba vestido con una enorme armadura. Desde luego discreto no era que digamos. Pero lo que más me sorprendió fue el hecho de que hubiese más como nosotros en América. A ver, nunca había descartado la posibilidad de que hubiese más gente así, pero coincidir todos en un sitio tan grande desde luego sólo podía significar dos cosas: que hubiese tantos como personas o que hubiese sido un capricho del destino. Fuera como fuese, tenía que informar de este encuentro a Tanith en cuanto volviésemos. Si había más gente así yo quería ayudar en lo que pudiésemos, y estaba seguro de que el resto de mis compañeros pensarían lo mismo.

- Sabes Tom... tal vez no deberíamos hablar con la policía. El chico de la armadura parece no llevarse muy bien con ellos y el hombre que se ha ido con la chica rubia nos ha pedido por favor que ni la mencionásemos... Al fin y al cabo, el criminal está atrapado, los civiles están a salvo, y no parece que haya que reportar mucho más al respecto... Deberíamos recoger nuestras cosas y salir de aquí de la manera más discreta posible...- ya había empezado a recoger nuestras bolsas y revisaba con la vista que no quedase nadie allí dentro a quien todavía pudiesen ayudar.

- Además, nosotros ni siquiera somos de aquí, y el chaval amarillo ya ha causado bastantes problemas. Venga, vámonos. Con un poco de suerte todavía podemos llegar a uno de esos museos aburridos tuyos...- Tom guardó su cámara en una pequeña bolsa que llevaba y se puso a mi altura. Empezamos a bajar las escaleras dejando atrás el derruido centro comercial, con algunas luces parpadeando y la música de fondo todavía sonando.


Ya estábamos en la habitación del hotel. La noche caía en la "Gran Manzana". Los pitidos de los cientos de coches sonaban a lo lejos, veinticinco pisos más abajo. Nuestra habitación era más o menos grande, con dos camas (como yo había exigido de una manera discreta pero tajante cuando hice la reserva) y unas grandes ventanas que dejaban ver en la acera de enfrente el enorme y majestuoso edificio "Chrysler". Tom se arreglaba en el baño mientras canturreaba la versión del divertido personaje de "los Simpsons" Ralph de "Wannabe" . Se había empeñado en salir de juerga y no había dado pié a posibles negociaciones. La verdad a mí también me apetecía algo. Desconectar un poco siempre venía bien. Lo único que me daba miedo era el sitio que podía elegir Tom para salir. Me terminé de abrochar la camisa y me quedé mirando por la ventana a que mi compañero terminase de acicalarse.

- Plana, ¿te encuentras bien? No me has soltado ningún comentario mordaz de los tuyos en la última hora ni me has achuchado por décima vez par aque termine de arreglarme... Si no te conociese bien diría que tiene algo que ver nuestro encuentro del medio día, en especial de la chiquita de rubio, ¿eh pillín?- las palabras de Tom me despertaron de golpe. Me giré y le vi sonriendo pícaramente mientras se echaba algo de colonia.- ¡PLANA TIENE NOVIA! ¡PLANA TIENE NOVIA!

- ¿Qué? ¡No, no! No es eso...- el repentino color rojizo de mis mejillas no me ayudó en absoluto a parar la cantinela de Tom. "No me pagan lo suficiente por eso" pensé. Pero no iba mal encaminado, así que decidí contarle lo que pensaba. Ahora éramos compañeros, y los compañeros están para ayudarse.- La verdad es... que sí tiene que ver con eso, con el encuentro de este medio día. Quiero decir, nosotros luchamos en Europa y tratamos de frenar los ataques de la organización esta asquerosa que trata a los mutantes como nosotros como si fuésemos aberraciones o máquinas de guerra que sólo servimos para matar o cometer crímenes. Nunca me había parado a pensar que hubiese más gente como nosotros en otros países. Era de esperar, desde luego. Pero no sé, hasta que no te topas con ello de frente no lo piensas tan profundamente, o eso creo. Creo que hablaré con Tanith cuando volvamos a Europa para decirle que quiero hablar con los mutantes americanos y entablar una unión de cooperación mutua y ayuda, y vendré a hablar con su líder o con quien sea que actúe por aquí.

- Sí, sí... con su líder.- con una pequeña sonrisa lancé un rayo contra Tom que le puso todos los pelos de punta.- ¡Muy bonito! ¡Ahora me tengo que arreglar otra vez! ¡No quiero ni una queja por tardar!

Yo me reí. En el fondo era buena gente Tom. Le tenía cariño, aunque a veces resultase algo molesto. Suspiré mientras él seguía farfullando y quejándose por su peinado de loco. Miré a través de la ventana a la enorme luna llena que flotaba en el firmamento. "No estáis solos chicos... Volveré a buscaros para ayudar en todo lo que pueda".