Noche de sorpresas (Planaria Glámez) [Post-Omega]

18 de Junio de 2018

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Lo tenía TODO preparado. Había reservado mesa, volví a reservarme el vestido y me maquillé igual que la otra vez. Todo estaba perfecto. Hacía un mes que Plana había venido a vivir conmigo y había que celebrarlo. Además últimamente habíamos tenido nuestras complicaciones y las misiones habían sido muy costosas. El curso iba a acabar pronto en la mansión, llegaba el verano... ¡¡Mucho que celebrar!! Así que le preparé una sorpresa. En casa justo después de cenar, respetando la sobremesa, le pedí que se tapase los ojos con un pañuelo mío, y se dejó llevar. Bajamos en ascensor hasta el parking, abrí al matalobos con el remoto, emitiendo el pitido tan característico al abrirse las puertas. Le abrí la puerta del asiento del copiloto, llevándole de las manos desde que salimos de casa, y le senté con cuidado de que no se diese en la cabeza con el techo del coche. Cerré, comprobando no pillarle nada y me fui al trote a conducir. Arranqué, encendí la radio y me fui directa al primer garito. EL GARITO. El que estrenó nuestra noche, en Marzo. Aparqué y le saqué con delicadeza. A menudo soltaba frases tiernamente indicativas como - Cuidado amor, eso, así, levanta el pie, a tu derecha...- y estábamos en frente de la puerta del sitio, con nuestras pieles brillando en rojo por el neón de la guitarra que yacía sobre la puerta. Me coloqué detrás de él y le quité el nudo.

-¡TACHÁAAAAAAAAAN!- grité entusiasmada. Me encantaba preparar sorpresas y esa me había costado especialmente, y sabía que le haría ilusión. Si tenía buena memoria recordaría que iba vestida, maquillada y peinada EXACTAMENTE igual -¿Qué, te gusta?- pregunté, mordiéndome el labio nerviosa.

Sin dejar pasar demasiado tiempo, entramos al sitio y el sonido de una acústica con micrófonos que resonaba en la sala invadió nuestros oídos. El caso es que me resultaba familiar...
Saludé al propietario y nos dirigió a nuestra mesa, a tercera fila del escenario. Justo antes de empezar a esquivar mesas y sillas, miré al escenario y me quedé congelada. Mi boca se quedó entreabierta. Ni si quiera recuerdo si Plana intentó hacerme volver al mundo real. Sólo miraba a los ojos azules del guitarrista que acariciaba su amor rasgando las cuerdas y cantando con un micro. Su mirada se cruzó con la mía y sonreí suspirando ligeramente. Él sonrió y en la voz se percibía nerviosismo, en una variación de su timbre. Justo terminó la canción y me miró sonriendo, e hizo una reverencia. Yo seguía pasmada, ni me percaté de que el público también me miraba. Sólo pude concentrarme en que era él.
-Jack...- se me escapó. Si alguien había podido escucharlo entre los aplausos, era Plana.

- Para la siguiente canción me gustaría contar con la colaboración de aquella hermosa señorita- dijo señalándome con la palma de la mano. Agité la cabeza y le miré sorprendida y con una expresión curiosa en mi media sonrisa. ¿Sería la canción...?

Me había descolocado por completo. Jack estaba en uno de mis garitos favoritos, tocando la guitarra tan bien como lo llevaba haciendo desde que le conocía, evidentemente con la mejoría de los años. Desde que hablé con él por primer día en la mansión, luego todas las tardes quedábamos para cantar, ensayábamos nuestras canciones... La verdad, lo echaba de menos. Avancé hacia mi mesa, solté la mochila en mi asiento y subí al escenario sonriendo, nerviosa. Hacía muchísimo tiempo que no tenía un público pendiente de mí....Y había olvidado lo bien que sentía. Cerré los ojos, respiré hondo, apoyé una mano en el hombro de Jack y le robé el trípode con el micro. Lo ajusté a mi estatura y....sí, era la canción. Abrí los ojos decicida y empecé a cantar la canción que hacía años cantábamos cada día. Y parecía que ambos la recordábamos muy bien.  
Mientras la cantaba le miraba de vez en cuando, sonreía y volvía al público, ambiciosa como en el circo. La química no había muerto.


Las canciones duraban mucho menos que un número. Y había que comérselas.

Nunca antes nadie me había vendado los ojos para darme una sorpresa. Fue algo divertido y novedoso, aunque si he de ser totalmente sincero reconoceré que me mareé un poco en el coche. No poder ver y que el vehículo se mueva puede alterar la concepción del espacio que tienes, provocando que tu cerebro de juegue alguna pequeña mala jugada. ¿El qué celebrábamos? Cualquier cosa en realidad: que llevábamos un mes viviendo juntos, que por fin teníamos un hueco para nosotros después de todo lo que había pasado, que estábamos felices el uno con el otro... Realmente no había una razón así más importante, simplemente teníamos ganas de un rato para nosotros.

Viajamos durante unos quince o veinte minutos, no lo sabría decir con certeza, y aparcó. Me ayudó a salir indicándome dónde debía pisar y dónde no, hasta que me colocó valiéndose de mis hombros mirando a algo. Destapó mis ojos con el típico "Tachán". Lo primero fue un pequeño deslumbramiento, no lo suficientemente grande como para cegarme, pero si como para obligarme a parpadear un par de veces. Allí, frente a nosotros, estaba el local donde le canté aquella canción que compuse para ella unos meses atrás, cuando comenzó todo lo nuestro de forma oficial por así decirlo. La miré con la boca muy abierta para comprobar que llevaba el mismo vestido que aquel día. Había cuidado todos y cada uno de los detalles. Reí y la miré de arriba a abajo.

- ¡Sash! Esto... ¡Este es el sitio donde te canté la otra vez! ¡Y vas vestida igual! Eres tonta...- Y la abracé, levantándola unos centímetros y girando con ella sobre mí mismo un par de veces antes de darle un bonito beso y dejarla de nuevo en el suelo. Mis manos recorrieron sus costados, quitándole un pequeño mechón que le caía por el rostro y alejándome un poco para ver toda la imagen.- La verdad es que estás preciosa... No sabía que aquí servían comida. ¡Qué guay! ¡Qué ilusión!

Entramos y nos dirigimos a una mesa. Allí estaba el escenario, con la guitarra y los altavoces. Seguramente luego subiese a cantarle una canción. La verdad es que hacía tiempo que no tocaba la guitarra y lo echaba de menos. De hecho pensé en que las mías seguían en mi piso de Ginebra. Debería ir a buscarlas... Y luego se me ocurrió una locura y decidí ir al día siguiente a comprarme una. Pero no le comentaría nada a Sasha. Sería una pequeña sorpresa para ella. Madrugar un poco, dejándole una nota que dijese que había ido un momento a la mansión a hablar con Xavier sobre las notas de final de curso, y volver antes de que se despertase para hacerlo cantándole una canción. Las notas las habíamos dejado fijadas ayer, pero no se lo había comentado aún a Sasha no por nada en concreto, simplemente quería intentar no pensar en ello estando en casa. Ahí me gustaba desconectar.

Levanté la mirada una vez nos habíamos sentado hacia el escenario y vi que un chaval estaba tocando la guitarra. Debía tener mi edad más o menos, puede que más pequeño incluso. Lo hacía bastante bien. Sabía cómo tratar a una dama de madera. Me volví a Sasha para decirle si quería que luego saliese a tocar y me la encontré mirando al chaval como si acabase de ver un fantasma. Su nombre, Jack.

- ¿Jack? ¿Conoces al tío este?- Pero antes de que pudiese contestarme, pidió que una señorita le ayudase con la siguiente canción. Sasha se levantó y se dirigió al escenario. Reconozco que me quedé un poco con la palabra en la boca en plan "¿qué está pasando?". En ese momento no tenía duda alguna de que se conocían, eso o el tío intentaba ligar de una manera bastante buena con Sasha. Sonreí y negué con la cabeza. El camarero vino a la mesa y aproveché para pedir las bebidas. Sabía lo que ella quería así cuando volviese a la mesa tendría algo que beber y refrescarse la garganta. La canción empezó y me deleité con ella. No la conocía, lo cual me dolió un poco. Me habría gustado poder comentarla o cantarla. En cuanto ella comenzó a cantar cerré los ojos y sonreí. Su voz era pura melodía, una maravilla como pocas había escuchado. Dejadme que me explique. No es como esas veces donde estás enamorado y por tanto la voz de tu pareja es lo mejor que hay y nada se le parece. No. La voz de Sasha ERA increíble. De hecho, estaba seguro de que si se buscaba un buen promotor podría ser cantante. Sin lugar a dudas. Era como escuchar un jilguero en una tarde de otoño, como un canario en primavera. Melodiosa, ligera, fuerte al mismo tiempo, con carácter... Su voz realmente impresionaba. No dejaba indiferente de ninguna manera. Es igual, no lo entenderíais. Si nunca la habéis escuchado es imposible que os hagáis una idea. Y si alguna vez habéis tenido la oportunidad de oírla cantar sabéis de sobra a qué me refiero.

Cuando la canción acabó el local rompió a animados aplausos, lo cual era bastante lógico. Lo habían hecho muy bien, y a decir verdad me gustó cómo habían compenetrado las voces. Estaba claro que ya lo habían hecho antes. Ahora sólo quedaba acabar con mi curiosidad y resolver el enigma de quién era el chico de la guitarra.

Ni siquiera fui capaz de contestar a Plana cuando me preguntó. Me quedé ensimismada con el sonido de su arte, mirando sus manos, las venas de su brazo y sus tendones. Se movía enérgico y elegante a la vez. Sólo salí de mi trance cuando me invitó a subir. A medida que cantaba me venían las escenas de toda nuestra vida juntos. Desde las primeras miradas indiscretas en la cafetería, cuando no podía escucharle porque debía estudiar. Cuando fui agarrando más tiempo y me quedaba a escucharle alguna que otra vez y sonreíamos, y me las dedicaba.


Recordé aquel momento, el día que me sorprendió sola cantando en el patio, apartada y me dijo que tenía una voz preciosa, y que quería que acompañase a "su novia", la guitarra, con un canto. Él, el chico de las canciones sin letra. Y yo, tímida para esas cosas, canté con él. Y no cantaba con nadie más.


Y él me quitó la vergüenza y de ella hizo nuestro ritual. Casi cada tarde, ninguno de los dos teníamos familia ni nadie a quien visitar en vacaciones. Pasábamos mucho tiempo juntos. Llegamos a terminarnos las frases, a comprendernos con una mirada y a ser inseparables. Recordé el día en el que casi nos besamos.


Y nunca pudimos cumplir el amor que sentíamos el uno por el otro. El único beso. Aquel lleno de lágrimas de cuando me marché... Lo último que supe de él.



Hasta hoy.

La canción terminó y mis latidos sonaban para mí más fuerte que todos los aplausos de la sala. Nunca consideré que cantase demasiado bien. Sabía que me gustaba, que me ENCANTABA, que me hacía libre. ¿Pero esto? Terminé con los ojos cerrados, suspiré y pude ver las caras sonrientes mirando hacia mí, las manos juntándose una y otra y otra vez. Le miré una última vez, sonreí para  nosotros y bajé las escaleritas hasta volver a llegar a nuestra mesa. Estaba aceleradísima. Me senté y vi que me había pedido un tequila con granadina. Me encantaba la mezcla de potencia de alcohol con el dulzor del rojo. Miraba al tendido intentando no concentrarme en algunas miradas que aún seguían sobre mí. Agarré el vaso de tubo y miré a Plana sonriendo - ¡Oh, gracias! - y volví a mirar al escenario, debido a unos toquecitos que Jack dio en el micro.

-Bueno, creo que ha sido una noche bastante intensa y me merezco un descanso. No sé si volveré, ¡pero no me echéis mucho de menos! - dijo con una sonrisa encantadora y ganándose los aplausos del público, se bajó dejando la guitarra en su trípode adecuado. Caminaba hacia nuestra mesa y le hizo un gesto a la camarera que aparecería más tarde con una Desperados. Jack se sentó en una silla vacía de la mesa de al lado y se acercó. - Bueno...- dijo mirándome a los ojos como siempre hacía, y con esa sonrisa de imbécil - Ya- me limité a decir. Y giré mi vista a Plana, apoyando una mano en su hombro para hacer las presentaciones de rigor.- Él es Plana, llevamos juntos tres meses- dije mirando de nuevo los ojos de Jack que tornaron una expresión ligeramente triste. No sé si Plana lo notó, pero yo le conocía. - ¡Oh! Un placer, cuánto me alegro. Espero que te trate bien- dijo intentando sostener con naturalidad una situación que yo no me tragaba. - Soy Jack, es un placer- dijo extendiendo su mano hacia Plana.

El chaval se despidió del escenario diciendo que no sabía si volvería. Una parte de mí esperaba que sí, ya que me gustaba que hubiese gente que, al igual que yo, disfrutase con la música, tocándola y sintiéndola recorrer sus venas. Para otros músicos esos siempre nos llenaba el alma y nos animaba bastante. Sonreí a Sasha cuando volvió a la mesa, y antes de que pudiese hablar con ella acerca de lo que había pasado y felicitarla por las canciones, Jack se sentó cerca y se unió a nosotros. Ella hizo las presentaciones pertinentes y le estreché la mano.

- Encantado. Y con respecto a si la trato bien, quiero pensar en que así es.- Sin duda, eso era lo que quería pensar. Por lo general, sabía que ella estaba contenta, que era feliz estando junto a mí. Sin embargo, aquel comentario me hizo fruncir ligeramente el ceño. Si le preocupaba debía ser que eran buenos amigos de hace tiempo. No le dices a la pareja de otra persona que esperas que le cuide bien así como así. Eso, o que ellos habían tenido algo en su día. Bah, fuera como fuese, me alegraba que Sasha se hubiese reencontrado con un antiguo amigo. Yo no quería ser indiscreto así que opté por una pregunta tímida y sencilla.- Bueno, y... ¿Cómo os conocisteis?-