Caminaba tan aprisa como sus largas y pálidas piernas le permitían. Sus cabellos oscuros ondeaban libremente y caían sobre su espalda para levantar vuelo de nuevo, debido a la velocidad y el viento mismo. Dio vuelta en una esquina y lo tuvo enfrente, el edificio departamental de Clint Barton, conocido por SHIELD y los mismísimos Avengers como Hawkeye. Claro que el resto de ciudadanos solía confundir al rubio arquero con Iron Fist, lo que resultaba demasiado gracioso para la chiquilla morena que ahora mismo avanzaba a paso veloz hasta cruzar la acera. Tan sólo un par de pasos le separaban de la entrada al edificio. Pero antes de entrar, decidió echar una rápida inspección a los alrededores.
—Santo cielo, Barton, me has convertido en una paranoica — murmuró sin dejar de pasear la mirada por toda la avenida. Sólo una vieja camioneta repartidora estacionada justo enfrente, pero en la acera contraria. Kate bajó un poco sus gafas oscuras por el puente de su nariz, clavando sus ojos azules en el conductor. El conductor captó la mirada ajena y codeó a su compañero copiloto. Este último despertó de su profundo sueño.
—Oh-oh — pensó ella. Corrió dentro del edificio, los hombres no hicieron movimiento alguno, creyendo a Kate una chica asustada que no representaba un sólo peligro. Por su parte, la morena subía los escalones de dos en dos, corriendo, su objetivo era llegar al departamento de Barton y coger su propio arco, el mismo que olvidó la noche anterior mientras practicaba su pentatiro junto al Avenger. Entró al departamento, una vez que sacó la llave debajo del tapete.
Pizza dog se acercó a saludarla, moviendo su cola con alegría de un lado para el otro. Kate le acarició la cabeza —No hay tiempo, Lucky. Los amiguitos de Barton están abajo — Lucky clavó su único ojo sobre la morena, y permaneció quieto, como si comprendiera la gravedad de la situación.
La arquera extrajo su arma de la vitrina de Clint, con sumo cuidado. Cargó su carcaj en la espalda y salió corriendo. Llegó a la calle, y tocó por la ventanilla de la camioneta en que los mafiosos estaban. —Lo siento, él no se encuentra en casa ahora, pero les quiere dar sus saludos — bromeó Kate.
Los hombres bajaron el cristal de la ventana —¿Bro? — preguntó el conductor. El segundo hombre frunció el entrecejo. Kate se dio cuenta que no estaban de muy buen humor. Sonrió y preparó una flecha en su arco, les apuntó directo a la cabeza, ellos se sorprendieron. Entonces, ella disparó a uno de los neumáticos. La camioneta cayó vencida con el neumático roto. Ambos salieron de la camioneta, encarando a Kate a golpes. Ella esquivó una patada del primer hombre, y se agachó justo a tiempo para evitar un puñetazo en la mandíbula por parte del segundo. El primer matón le dio un rodillazo en el vientre, haciendo que la muchacha se doblará del dolor. Pero no se rindió. Aún adolorida, aprovechó que ambos reían de haber acertado un golpe, que bajaron su guardia, fue entonces que Kate contraataco. Sacó ventaja de su cuerpo delgado y flexible, para dar una patada al hombre más cercano suyo, girar y dar ahora una patada al otro. Se agachó en el acto, disparó una flecha en un hombro ajeno, se deslizó sobre sus rodillas, y le disparó en la pierna al hombre que le había golpeado.
—No, bro, no — habló uno de los hostiles, mientras caminaba cojeando hasta la camioneta. El otro hombre igualmente subió al vehículo y comenzaron a alejarse, aún con la llanta averiada. Kate sonrió complacida, guardando una flecha en su carcaj y viendo alejarse a los "bros". Suspiró y volvió dentro, esperaría al arquero mayor dentro del departamento, quizá comiendo pizza junto a Lucky.