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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015.
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Planaria Glámez
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Mensajes : 698 Fecha de inscripción : 23/04/2014 Localización : En alguna pastelería comiendo chocolate, seguro Empleo /Ocio : Catador maestro de chocolate, sea cual sea… ¡Traedme chocolate! Humor : ¿Qué es una gamba tirando piedras? ¡Una gamberra!
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Tema: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 28th Marzo 2015, 23:34
23 de Octubre de 2015. Theresienwiese, Múnich. Festival del Oktoberfest. 19:45 de la tarde.
- Schlucken! Schlucken! Schlucken! Schlucken!- Todos coreaban al unísono mientras bebía. La cerveza bajaba por mi garganta, fría y deliciosa. La espuma se escurrió por la comisura de mi boca. Aún no me acostumbraba a la nueva barba que acababa de dejarme. La verdad es que me hacía más guapo, o eso me decían las chicas. La jarra fue perdiendo peso a medida que bebía, hasta que tan solo quedó algo de espuma que rebotó por el fondo en cuanto golpeé la mesa.
- Ich bin der König der Berge!- Y todos nos echamos a reír. Acababa de pimplarme de una tajada dos litros de cerveza sin respirar. Noté la adrenalina recorrerme el cuerpo, mientras todos golpeaban mi espalda animosamente. La verdad es que me encantaba el Oktoberfest. Era divertido, la gente era muy agradable y simpática, las chicas eran guapas... Y había comida y bebida a raudales. Nos pusieron una enorme bandeja de salchichas y patatas con varios tipos de salsa. Había ganado la apuesta así que ese día no me tocaba pagar a mí. Las clases acababan de empezar así que no teníamos apenas cosas que hacer ni estudiar. Era la fiesta perfecta para los universitarios a decir verdad. Pinché los trozos de carne junto con las patatas y los mojé en salsa barbacoa y en ketchup. Lo único que no me gustaba de la comida alemana era el chucrut. Sabía demasiado amargo. Además, la carne lo hacían fenomenal. Hans sonreía y se puso las patatas en la boca como si fuesen dientes.
- Madres, esconded a vuestros hijos, ¡pues esta noche el cazador Hans está ávido de sangre de vírgenes!
- Pues entonces cómete a ti mismo campeón.- Un "ooooooh" generalizado recorrió la mesa, mientras Hans reía y le tiraba unas patatas a Lisa por el comentario. Hans era uno de mis mejores amigos. Me contó que se iba a marchar a Hong Kong debido a que destinaban allí a su padre. Una parte de mí murió el día en que me lo dijo, pero me pidió que fuese discreto, ya que quería ser él quien se lo contase al resto del grupo, en especial a Derek, de quien estaba enamorado. Me hacía gracia tener un amigo homosexual. Cuando las chicas me daban calabazas, él siempre me consolaba, y más de una vez me dijo que, si no funcionaba lo mío con ninguna siempre podía pedírselo a él, que haría el esfuerzo. Obviamente bromeaba. Ambos sabíamos que me gustaban demasiado las chicas, pero era un maldito inútil con ellas. Fue él quien me sugirió que me dejase barba ya que me daría un toque sexy. Llevaba un par de meses con ella y la verdad es que me gustaba. Y parecía funcionar entre mi público femenino. Lisa, la chica que había hecho el comentario bromista hacia él, me tenía en sus redes. Era una alemana de las de toda la vida: rubia, ojos azules, generosa de pechos, un poco más bajita que yo... Aún no sabía si decirle algo o no, aunque me temía su respuesta. Pero esa tarde no era para rayarse. Era para pasárselo bien todos juntos y para divertirnos. Y hablando de divertirse. Me subí a la mesa, cogí una nueva jarra de dos litros y la levanté a pulso con fuerza. Me coloqué en una pose de arquero y cambié mi voz como la de un presentador.
- ¡Damas y caballeros! ¡Proclamo iniciados los quincuagesimo novenos juegos del hambre de la cerveza! ¡Y para celebrar este hecho me beberé esta cerveza entera de nuevo!- Y bajo el clamor de mi mesa y la de al lado, me bebí los otros dos litros de cerveza como si nada. De esa mesa la mitad conocían mis poderes, y sabían que para mí el alcohol era casi como beber agua. Pero no bebería más por el momento. No quería despertar sospechas a los demás presentes. Después de todo, seguía manteniendo mi identidad en secreto.
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 29th Marzo 2015, 05:52
–Sie haben sehr viel gewachsen… –dijo mi padre con aquel tono lastimero y victimista del que siempre empezaba a abusar cuando la fecha de mi vuelta a Japón se acercaba– Schau, du bist schön.
–Danke, Vater –respondí yo con una sonrisa algo forzada en los labios. Una vez más agradecí que las personas no pudieran ver mi alma y saber cuándo mis gestos eran fingidos.
Miré mi reflejo en el gran espejo de mi habitación. El traje tradicional alemán no estaba mal del todo, de hecho se podría calificar de bonito, si no fuera porque aquella apretada faja exageraba aún más mi ya de por sí estrechísima cintura. Inspiré con fuerza para llenar los pulmones y así intentar aflojar aquella zona del traje sin que mi padre se diese cuenta, pero lo único que conseguí fue que la cremallera que apretaba la zona de mi pecho se bajara unos centímetros. Puse un pequeño puchero y volví a subirla hasta arriba. En ese preciso instante, alguien llamó a la puerta.
No pasaron ni veinte segundos antes de que saliera a toda prisa de la casa de mi padre (el ambiente frío y triste de aquella habitación me estaba matando), tras darle un par de besos, para encontrarme con mi prima y su pandilla. A pesar de que no nos veíamos demasiado, mi prima era quizás la única persona de la familia de mi padre que de verdad me caía bien, y sólo por eso había aceptado cuando ella me ofreció ir juntas al Oktoberfest por segundo año consecutivo.
–Hallo zusammen –saludé al grupo, de unas cuatro chicas y chicos sin contar a mi prima, y di un pequeño abrazo a esta última antes de encaminarnos todos juntos hacia el Oktoberfest. A pesar de que tuvimos que andar durante media hora hasta llegar al Theresienwiese, donde se celebraba festival, el trayecto me resultó corto mientras hablaba con mi prima y nos contábamos una a la otra todas las cosas que nos habían pasado desde el año anterior.
–Es ese de ahí –dijo uno de los chicos del grupo al referirse al bar del cual habían estado hablando durante el camino, conocido por sus exquisitas salchichas y cervezas. Todos al unísono dimos un grito de alegría que más bien pareció un susurro entre el extremadamente ruidoso ambiente en el que ya nos encontrábamos.
Aligeramos el paso hacía aquel local y al entrar un bofetón de aire cargado y (aún más) griterío por todas partes nos dio la bienvenida. De repente me acordé de mi claustrofobia. “Tranquila, Enar, con salir a tomar el aire de vez en cuando será suficiente” me dije a mí misma mientras nos servían la primera bandeja gigante de salchichas con patatas y la primera ronda de cervezas, una vez sentados en la única mesa que quedaba libre del bar. Intenté calmar mi creciente ansiedad, producida en gran parte por el ambiente saturado de almas, a base de llenarme la boca de patatas fritas. El caso es que parecía funcionar. Estaban tan deliciosas que por un momento me olvidé por completo de mi agobio y pude por fin echar un vistazo a mi alrededor. Fue entonces cuando reparé en aquel chico con barba y una gran jarra de cerveza en una mano; jarra que, por cierto, quedó vacía en menos de diez segundos.
–Mutante –susurré para mí mientras mis ojos analizaban su curioso espíritu. No tenía ni idea de cuál podría ser su poder, pero se trataba de un poder bastante potente, o al menos eso era lo que su aura vibrante e inquieta parecía transmitir.
–¿Qué has dicho? –Preguntó una voz a mi lado. Pestañeé un par de veces y enfoqué la mirada hacia mi prima, quien tras fruncir el ceño siguió mi trayectoria visual hasta llegar al mismo muchacho al que yo había estado observando. Volvió a mirarme, pero esta vez con una sonrisa pícara en los labios–. No sabía que a mi prima LE GUSTARAN CON BARBA.
El chillido de mi prima se volvió tan agudo a medida que pronunciaba aquella frase que casi me atraganté con la bola de patatas que aún tenía en la boca y se me había olvidado tragar anteriormente. Tapé con ambas manos los labios de mi prima, aunque ya era demasiado tarde: no sé cómo aquella pequeña víbora lo había conseguido, pero nuestra mesa se había quedado en completo silencio y me miraban fijamente. Tampoco quería comprobar si más allá había pasado lo mismo. Lo único que me atreví a hacer en ese momento fue seguir comiendo la salchicha que había en mi plato, sin mirar a ninguna otra parte, con la esperanza de que al menos sólo hubiera sido mi mesa la que hubiese escuchado aquel grito.
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Última edición por Enar Leibniz Matsuoka el 31st Marzo 2015, 18:18, editado 2 veces
Planaria Glámez
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 29th Marzo 2015, 23:13
Comíamos divertidos y charlando animosamente. Jack me miró con una sonrisa en los labios que me conocía demasiado. El muy cabrón tenía alguna perrada pensada para mí.
- Bueno, querido futbolero. ¿Tu corazón ha podido asimilar ya que el Real Madrid os machacó en la Champions y que este año no tenéis oportunidad de hacer nada?
- ¡Lo del Madrid fue porque el puto Guardiola es retrasado! No sabe jugar contra equipos grandes joder... Pero este año vamos a ganar la Bundesliga y la Champions, ¡ya lo verás!- El capullo de Jack había tocado un tema muy sensible en mí: el fútbol. Durante mi estancia en el orfanato comencé a aficionarme a él, y debido a un amigo que tenía allí, el Bayern de Múnich fue el equipo que elegí de todos para seguir. Era un buen equipo, con una noble historia y varios títulos. Sin embargo, en el pasado campeonato de Europa, el puñetero Guardiola planteó un partido completamente estúpido que provocó que el Real Madrid nos jodiese a base de bien.- De hecho, me juego contigo cincuenta pavos a que ganamos.
- ¿Cincuenta pavos eh? Estás muy seguro de tu equipo Glámez... Perderéis en octavos y os iréis a casita con el rabo entre las piernas.- Y riendo, nos dimos la mano. En ese momento, un chillido llegó desde el otro extremo de la mesa y todos nos quedamos callados. La verdad es que no me había enterado de lo que acababa de pasar. Estaba demasiado ocupado pensando en el fútbol y en los cincuenta eurazos que esperaba ganar. Como perdiésemos de nuevo me iba a cabrear de lo lindo. En la mesa de al lado escuchamos un pequeño rifi rafe pero tampoco le di mucha importancia. Algunos en la mesa se volvieron curiosos, y yo sonreí y negué con la cabeza. Me volví a Jack y di un manotazo en la mesa.
- ¡Pues claro que si joder! ¡Viva el Bayern chaval! Ya te quitaré esa sonrisilla de la cara el año que viene... Pero para que veas que soy un dios generoso, es posible que te invite a cenar con las ganancias.- Y me metí otro tenedor entero de patatas en la boca, disfrutándolas y saboreándolas. Levanté entonces una vez más la cerveza hacia el resto de la mesa con una gran sonrisa.- Quiero hacer un brindis... Por nosotros, porque este año sea tan bueno como los anteriores y por que nuestro querido Hans pille de una vez, que ya le jodido toca.- "Y a ver si yo también me pongo un poco las pilas, porque telita la racha". La racha de no haber besado a una chica en veinte años de mi vida. La verdad es que ya me tocaba un poco. Ese era mi día. Tenía que decirle a Lisa lo que sentía por ella... Pero más tarde. Cuando fuésemos a salir o algo así. Todavía tenía tiempo. Pensar en ello provocó que sintiese una pequeña sensación de vértigo en el estómago, que se incrementó debido a que justo estaba bebiendo cerveza después de chocar entre todos. Joder... Qué complicado era el amor a veces.
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 8th Abril 2015, 03:16
–Enar, ¡Enar! Ya puedes dejar de mirar tu plato como si fuese el centro del universo. Nadie fuera de esta mesa ha escuchado mi grito… Por desgracia –terminó susurrando mi prima con aquella estúpida media sonrisa todavía en los labios. Respondí a aquellas palabras con un gruñido que sólo provocó una risotada por parte de Minna, aunque parecía que ya había decidido dar el tema por zanjado cuando empezó a entablar una nueva conversación con el resto de la mesa, eludiendo así discretamente el tener que dar explicaciones por lo que acababa de suceder. Ni aún así iba a evitar que le guardara una por la que había montado.
Tras varios segundos más, miré de nuevo disimuladamente al chico cuyo espíritu me había llamado la atención, y el nudo de mi garganta se deshizo cuando no percibí en su alma ningún indicio de que se hubiese fijado siquiera en mí. Aunque quizás eso habría sido lo mejor. Tenía un mutante delante de mis narices, algo que apenas me había pasado un par de veces en toda mi vida, y no era capaz de idear algún plan para acercarme a él sin parecer rara, o, peor aún, dar pie a más bromas pesadas por parte de mi prima o del resto del grupo. ¿Qué deseo ilógico tenía mi prima con juntarme con hombres? «Cosas de la adolescencia», pensé.
Las jarras de cerveza y las bandejas de salchichas y patatas fritas iban pasando en lo que a mí me parecía un ritmo cada vez más acelerado. Entre trago y trago, entre mordisco y mordisco, no podía evitar echar rápidos vistazos al mutante. Parecía buena gente, aunque al igual que en algunas personas el alcohol produce una excesiva sinceridad, en otras parecía hacer el efecto contrario… Sin embargo, ahora que le miraba mejor, su alma no se comportaba como la de una persona que hubiese tomado tantas jarras de cerveza como las que le había parecido ver beber a él.
–¿Enar? –Alcé de forma exagerada las cejas en un gesto que, como siempre pasaba con mis expresiones faciales, me delató y, por lo tanto, dejó bastante claro que no había estado escuchando nada de lo que me habían dicho previamente. Quizás por ello uno de los amigos de mi prima, el que me había llamado, se apiadó de mí y me dedicó una sonrisa entre amable y nerviosa antes de repetir–. Decía que, ¿cuándo volverás a Japón? ¿Vas a quedarte aquí un par de semanas como el año pasado?
–Eso tengo pensado, sí… –en ese mismo momento me di cuenta de que no me acordaba del nombre de aquel chico, aunque sí que me acordaba perfectamente de cómo el año anterior no dejaba de mirarme las tetas estando ebrio. Y no estaba segura de que el hecho de haberme olvidado de su nombre se debiera tanto a mi mala memoria como a las tres cervezas y media que había bebido y que ya empezaban a hacerse notar en mi cabeza y en el resto de mi cuerpo.
–He pensado que quizás podríamos quedar algún día de estos y…
–Lo siento, eh… Tú, ¿me permites? Necesito salir un momento a tomar el aire –y dicho esto salí dando pequeños traspiés, bajo la mirada inquisidora de mi prima y aquel chaval, hacia la salida del local. La claustrofobia no hacía una muy buena mezcla con el alcohol, y esa era una de las razones por las cuales no solía beber, sobre todo en bares o locales cerrados, y de ahí que también sólo un par de cervezas fueran capaces de atontarme.
La primera bocanada de aire fresco fue como un regalo de los dioses, aunque apenas pasaron un par de segundos antes de que la cabeza volviese a darme vueltas. Y cada vez vueltas más pronunciadas. Me senté a duras penas en el suelo –¿en serio era necesario llevar un vestido tan ajustado e incómodo?– a un par de metros de la entrada del bar, y apoyé tanto la espalda como la nuca contra la pared. Si cerraba los ojos el mareo era aún más insoportable, así que intenté distraerme mirando a las personas pasar, analizando alguna que otra alma por simple diversión, aunque en la mayoría de las ocasiones sólo parecían mostrar pensamientos ilógicos o sicalípticos, teniendo en cuenta que casi todo el mundo estaba borracho o en proceso de estarlo, siendo las horas que eran en un Oktoberfest.
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 8th Abril 2015, 11:16
- ... ¡Y diez! ¡Whooooooo!- Joder, esa última cerveza me acababa de matar. Madre mía, no debí habérmela bebido. Aunque a decir verdad, era el que mejor estaba de la mesa. Para mí cinco litros de birra eran el equivalente a un litro para una persona acostumbrada a beber. Lo suficiente para tener el puntillo, pero no como para estar tan pedo que apenas puedas andar. Noté el cosquilleo en mis dedos y que se me iba un poco la sonrisa. Lo bueno era que, gracias a lo que estaba comiendo el efecto se iba lentamente. Miré al resto de mis compañeros. Hans estaba apoyado sobre su mejilla contra el plato. Jack cantaba una canción apenas reconocible. Y Lisa... Lisa no estaba. Qué raro, no recordaba haberla visto levantarse de la mesa. Me levanté frunciendo ligeramente el ceño buscándola con la mirada. Anja me saludó con una enorme sonrisa y unos mechones cayéndole por la cara.
- ¿A... donde vassss Plana? ¡Aún queda muuuuuuuuuuucha fiessssta por delante! ¡Wuuuuuuuuuuu!- Y se sentó en la silla al revés, comenzando un baile un poco subido de tono.
- Voy a... Darme una vueltecilla para buscar a Lisa. No está en la mesa y no me he dado cuenta de que se había levantado... Ten cuidado no te vayas a hacer daño.- Y con una sonrisa y negando con la cabeza, abandoné la compañía de mis amigos y me dispuse a buscar a la rubia por el local. La gente cantaba, la música sonaba a nuestro alrededor y todo el mundo parecía contento por la fiesta. Los sonidos de las jarras al chocar resonaba por todo el bar, y el olor a cerveza y a comida caliente se me metía por la nariz, provocándome una sonrisa de placer. Lisa era bajita, de manera que era complicado verla entre toda la multitud. Entonces, reconocí su camiseta desde atrás, así como su larga melena cayendo por ella. Sonreí y me acerqué para preguntarle qué hacía... Y el corazón se me partió. Allí, apoyados contra una pared, Lisa se besaba con un tío que no conocía de nada. Un castaño alto y fornido. Acariciaba su pelo y la sujetaba por la cintura, mientras ella le abrazaba por el cuello. Toda la alegría y la euforia que tenía debido a la compañía, la fiesta y la comida desapareció al instante, aplastada como un edificio bajo una bola de demolición. La respiración se me entrecortó, y salí del local tan rápido y discretamente como pude. El aire frío me golpeó la cara, así como la frescura de la calle. El ambiente cargado del interior del local me había hecho sudar un poco, mojándome el cuello y la nuca. Respiré agitadamente, pasándome la mano por la nuca...
Y unas pocas lágrimas se me saltaron de los ojos. No pude evitarlas. Habría dado lo que fuera por hacerlo... Pero fue imposible. Quería a Lisa. La quería muchísimo. Ella me había hecho compañía en largas noches de estudio o de depresión. Incluso conocía mis poderes y no se había asustado ni me había rechazado por ellos... Y hoy, después de un verano pasándolo junto a ella cuando podía, y cuando creía que teníamos algún tipo de conexión o algo, me encontraba con aquella escena. El dolor me pinchó el corazón con fuerza, sintiendo como si me lo partiesen y lo desquebrajasen como un pequeño huevo. Balbuceé y apoyé mi mano sobre mi rostro, frotándome los ojos con el índice y el pulgar, intentando en vano no dejar que la pena me invadiese. Sentí un nudo en la garganta, frío, doloroso. Miré a mi alrededor para asegurarme de que ninguno de mis amigos me había seguido. No me apetecía explicar lo que acababa de ver, ni siquiera a Hans. Había personas por ahí fuera. Algunos fumaban, otros cantaban. Vi a una chica con la piel muy pálida y los cabellos de un rubio casi blanco mirándome. Hice un movimiento de cejas saludándola, y suspiré profundamente, volviendo a mirar hacia la calle. Habría deseado poder estallar, gritar con fuerza, descargar mi electricidad contra cualquier cosa que viese... Pero no podía hacerlo. La gente no estaba acostumbrada a ver esa clase de cosas. De hecho, solían tener cierta repulsión hacia los súper héroes. Pero deseé tener a alguien cerca que me entendiese. Tener a alguien como yo... Pensé en llamar a Tanith y contárselo, pero seguramente no entendería el por qué estaba tan mal. Tal vez la soledad no fuese tan mala compañera.
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 14th Abril 2015, 03:44
Tras varios minutos, y poco a poco, el mareo parecía desaparecer, dando paso a la sed propia de una persona que acababa de recuperar la sobriedad, o al menos estaba en proceso de recuperarla. La lengua se me secó repentinamente, y por más que lo intentaba no había saliva que tragar en mi boca. Tosí un par de veces y puse una mano en el suelo con la intención de levantarme y volver a entrar en el local para beber un vaso de agua, pero justo en ese momento la persona que menos esperaba que saliese abrió la puerta. Era el mutante que había visto antes ahí dentro, el mismo que no había dejado de beber durante todo el tiempo que le había estado observando, ¿habría por fin sucumbido al poder del alcohol y por eso salía a tomar el aire? De cualquier forma, no podía creer mi suerte en ese momento, ya que si ni estando medio borracha ahí dentro me había atrevido a acercarme, la única opción posible para tener el valor de hablar siquiera con él era estando ambos a solas. Sonreí, dispuesta a saludarle por fin, y justo en ese momento, el momento en el que tras mirarle mejor pude ver su alma, la sonrisa se me congeló en los labios.
La poderosa y chispeante alma que anteriormente me había llamado la atención había desaparecido por completo; ahora lo único que podía ver en el mutante era un espectro de colores que transmitían una tristeza tan grande que hasta a mí misma se me encogió el corazón. El comportamiento había pasado de ser casi hiperactivo a ser un flujo de energía débil, como si de una gran cascada de luz oscura cayese por todo su cuerpo hasta el suelo, o como si de unas alas de un ángel exhausto se trataran. Era una visión bastante dramática y espectacular, pero también angustiosa. Claro que había visto en varias ocasiones a personas tan tristes como en ese momento lo estaba él, pero ese tipo de comportamientos, por lo que estaba comprobando ahora mismo, eran mucho más exagerados en el caso de los mutantes.
Me mordí con fuerza el labio inferior por dentro y aparté la mirada de la suya cuando él me saludó con un gesto. Era tal el sentimiento de tristeza que irradiaba el chico que por un momento llegué a sentir lágrimas en mis propios ojos. Cosas de estar tan ligada a los espíritus, a pesar de que ni siquiera fuera el mío. Me pregunté qué podría hacer en aquella situación. En mi caso, siempre prefería estar completamente sola cuando estaba triste, pero los pequeños impulsos de ira que también logré atisbar en su alma me preocupaban. No sabía hasta qué punto sabía controlar aquel chico sus poderes, fueran cuales fuesen.
Así que tras mucho divagar entre las diversas opciones que tenía, por fin me decidí a levantarme del suelo y acercarme muy lentamente hacia el joven con barba. Respiré un par de veces de forma algo sonora para que éste se percatara de mi presencia y no asustarle, o al menos saber cuál sería su reacción al verme con intención de acercarme. Me obligué a sonreír de la manera más sincera posible, a pesar de los sentimientos negativos con los que me había influenciado, y hablé lo suficientemente alto como para que sólo él me oyese por encima de todos los gritos y voces de alrededor: –Uhm… Perdona, ¿estás bien? ¿Necesitas ayuda? Sea lo que sea, ten cuidado con lo que piensas, o conseguirás que algo salte por los aires. O quién sabe qué, ¿no? –dije con aquella misma sonrisa. Elegí una frase bastante ambigua, con la cual esperaba no asustarle o enfadarle, pero que también le llamara la atención, una frase que no se le pudiera ocurrir a una chica que no supiese del tema.
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 14th Abril 2015, 11:24
Me sequé ligeramente los ojos con las manos y respiré profundamente, intentando aguantar el dolor que me atenazaba en ese momento. No. Tenía que ser fuerte. No era algo tan grave. Aún tenía muchas más cosas a mi alrededor buenas, ¿verdad? Qué va. ¿A quién intentaba engañar? Los desengaños amorosos eran muy dolorosos y tan solo el tiempo los curaba. Tendría tiempo para distraerme, buscar maleantes o criminales contra los que luchar para que la pesada carga que me oprimía el corazón se hiciese más llevadera, hasta que un día, después de un tiempo, el que fuese, consiguiese olvidar todo lo que ahora me destrozaba.
Escuché entonces una respiración a mi lado y me volví. Era la chica de la piel blanca y el pelo platino. Sorbí inconscientemente y le ofrecí una sonrisa algo forzada. Era difícil aparentar estar bien, pero tampoco quería molestarla.
- Ho... Hola. Perdona, el humo tan concentrado me hace daño en los ojos. ¿Querías algo? ¿Puedo ayudarte con algo?- Me ofreció su ayuda, preguntándome si estaba bien. Y luego dijo algo que provocó que frunciese el ceño. ¿Que algo salte por los aires? ¿O quien sabe? No etendí a qué se refería.- ¿Cómo? No entiendo... ¿Hacer que algo salte por los aires? Jajaja no, no creo. No es tan grave lo que me pasa... Simplemente... Un desengaño, nada que no pueda aguantar.
La chica parecía amable, al menos había llegado ofreciéndome su ayuda en el caso de que la necesitase. Un poco como solía hacer yo vaya. Parecía algo mayor que yo, aunque tampoco mucho. Pero claro. Las edades de las chicas siempre se me habían dado mal. En más de una ocasión le había echado más de viente años a algunas que acababan de alcanzar la mayoría de edad, o viceversa. Era un poco desastre con esas cosas. El caso es que, fuera como fuese, parecía más o menos de mi edad. Además, si estaba allí en el bar como mínimo era mayor de edad, de lo contrario no le habrían permitido entrar. Me rasqué inconscientemente la nuca, pensando en sus palabras y miré a nuestro alrededor. Estaba todo lleno de gente y los gritos se superponían entre nosotros. Tal vez fuese mejor ir a otro sitio. Allí apenas podría enterarme de lo que quería decirme ella.
- Oye, si quieres podemos ir a otro sitio a hablar. Aquí con todo el ruido a penas vamos a enterarnos de nada. Por cierto, me llamo Planaria. Encantado.- Y le ofrecí mi mano en señal de saludo unido a una sonrisa. Mis compañeros estaban demasiado pedo como para enterarse de que me había ido. Eso o estaban ocupados en otras cosas. Los efectos del alcohol iban desapareciendo en mi por segundos, y dejé de sentir esa pequeña sensación de hormigueo en las manos. Parecía maja. Y por sus rasgos habría jurado que asiática. ¿De dónde? Eso ya sí que ni idea.
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 22nd Abril 2015, 13:12
Su primera respuesta ante mis palabras me pilló por sorpresa, sobre todo por el hecho de que en su alma adiviné que no se estaba haciendo el tonto, sino que realmente no entendía por qué había dicho tal cosa. Intenté disimular mi gesto de asombro, pero eso era algo que estaba en contra de mí, así que no pude evitar alzar las cejas hasta que pequeñas arrugas se formaron en mi frente. Tras ello, entrecerré los ojos y le miré fijamente una vez más para asegurarme de que era un mutante, que el alcohol no me había jugado una mala pasada con el espíritu de aquel chico. Y no, no me la había jugado; tenía que ser mutante, no podía ser de otra forma. Había ciertos comportamientos en su alma que coincidían con los míos, sin lugar a dudas, y conocía mi espíritu lo suficientemente bien para saber que aquellos comportamientos, en concreto, eran los que me identificaban como mutante. Me pregunté, entonces, por qué no había comprendido mi pequeño comentario, ¿sería quizás que no sabía que era un mutante? ¿un mutante podía nacer sin conocer sus propios poderes? La verdad es que no tenía ni idea, no sabía nada de aquel chico, pero al menos, a pesar de que no había entendido mi indirecta, parecía no haberse asustado por la misma. Podía ver su amabilidad y sinceridad flotando a su alrededor, además de sus intentos por adivinar mi edad, cosa que me hizo soltar una suave risa disimulada.
–¡Oh! ¿Planaria? Es la primera vez que oigo ese nombre, ¿eres alemán? –Pregunté, de nuevo sorprendida. Aquel chico era un saco de sorpresas. Cogí su mano y la apreté ligeramente, respondiendo a su sonrisa con una aún más amplia– . Yo me llamo Enar, mucho gusto. Ah, y por cierto… No me creo que con esa barbota seas más joven que yo.
Dije eso último cuando ya había soltado su mano, dedicándole una expresión de burla al arrugar la nariz y cerrar los ojos con fuerza por un momento. Después, con una risa divertida, me di la vuelta y comencé a andar a paso lento por el camino que llevaba a las afueras del Theresienwiese, una zona mucho más tranquila, esperando a que él me siguiera. Me hubiera encantado ver su cara de sorpresa ante mi comentario, pero me pareció un momento chulo para darme la vuelta y empezar a andar. Al menos en mi mente se me pareció a una de esas escenas típicas de una serie en las que la chica, tras un comentario perspicaz, se aleja andando como una modelo. Yo omití la parte de lo de la modelo. Demasiado cursi y pomposo para mi gusto.
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Planaria Glámez
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 22nd Abril 2015, 13:37
- Suizo para ser exactos. De Ginebra de hecho, pero mi madre era alemana. ¿Cómo que más joven que...? ¡Eh! ¡Espera! ¿A dónde vas?- Me dejó allí con la palabra en la boca. Fruncí el ceño y aceleré el paso para alcanzarla. Cuando lo hice me dio la impresión de que me miraba de reojo, seguramente divertida ante mi reacción y ante el hecho de que había provocado que corriese para alcanzarla. Sin duda había captado mi atención, al menos más que el local donde estábamos bebiendo. Preferí ni siquiera pensar en ello. Para qué añadir más leña al fuego.- Enar, espera. ¿Cómo que más joven que tú? Pero, ¿cuántos años tienes?
Veintitrés. Veintitrés años tenía. Dos más que yo. No los aparentaba ni mucho menos. Ella parecía más joven se mirase como se mirase. Aunque también era cierto que la edad de las chicas se me daba mal. En cualquier caso, allí estábamos los dos, paseando tranquilamente, alejándonos del bullicio del bar, llegando a un parque mucho más tranquilo. Empezaba a anochecer, y las primeras farolas de la calle comenzaron a encenderse, dándole un toque amarillento al camino.
- ¿Y qué tiene de malo mi barba? A mí me gusta. Bueno... En realidad es la primera vez que me dejo. Decidí que al alcanzar la mayoría de edad mundial lo haría. Me da un aspecto más mayor, pero a los tíos nos favorece, o eso he creído siempre... Es igual, el tema de la barba es lo de menos. Así que Enar... ¿Y tú de dónde eres? Por los rasgos diría que tienes parte asiática... ¿Corea? ¿China? ¿Japón? Siento si sueno racista, se me da muy mal distinguir a la gente de esa zona. Sé que tienen rasgos distintivos, pero yo no consigo diferenciarlos... Hablas bien el alemán en cualquier caso, tienes que haber vivido en Alemania o algún país de habla alemana algún tiempo. Eso o alguno de tus padres también es alemán. Mi padre era de Italia. Ya sabes, "sei una ragazza molto carina" y esa clase de cosas.- Yo sabía hablar cuatro idiomas: alemán por mi madre, italiano por mi padre, inglés por Sophie y francés por ser el idioma oficial de Ginebra. El alemán además lo había perfeccionado enormemente desde que empecé la carrera, especialmente para palabras técnicas y esa clase de cosas. Con ella estaba hablando en alemán, aunque no sabía si habría otro idioma que supiese hablar mejor. Mientras no me empezase a hablar en chino...- Por cierto, ¿qué te trae por el Oktoberfest? A juzgar por tu careto fuera del bar no parecía que estuvieses muy cómoda. A ver si te crees que eres la única que se fija en los detalles, guapa de cara. Yo estudio aquí en Múnich ingeniería industrial. Sí, lo reconozco, soy un friki de esos a los que les gustan las matemáticas y la física. ¿Y tú?
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 12th Mayo 2015, 02:24
Tras decirle mi edad, le mostré una sonrisa llena de dientes al adivinar sus pensamientos. La verdad es que siempre había aparentado menos edad de la que tenía, tanto físicamente como por mi carácter extravagante e infantil, al cual se le añadían continuas expresiones faciales de lo más cómicas y exageradas –y difíciles de controlar, para ser sincera–.
–Estoy acostumbrada a que los occidentales no sepáis distinguir entre razas asiáticas, así que no te preocupes –me encogí de hombros mientras seguíamos andando, y cuando por fin nos alejamos del bullicio lo suficiente como para no tener que alzar la voz para oírnos mutuamente, respiré, casi con necesidad, el agradable aire que el anochecer traía consigo, tan diferente al aire sobrecargado del Theresienwiese. El alcohol parecía haber dado paso a una confortable sensación de libertad y serenidad, que, sumada a la grave y tranquila voz del chico mutante, me hizo olvidar, sin darme cuenta, que quizás mi prima se preocuparía cuando ella y su grupo saliesen del bar y no me vieran por ahí cerca. Pero nada de eso me importaba en aquel momento–. Mi padre es alemán, vive de hecho por aquí cerca, y mi madre es japonesa. Están separados, así que yo vivo normalmente en Tokio, junto a ella, pero por muy japonesa que me sienta nadie puede negarle a un alemán de sangre este tipo de fiestas de vez en cuando. Supongo que sabrás a lo que me refiero, seniorinni.
La verdad es que yo no tenía ni idea de italiano, pero no creo que haga falta describir el gesto que hice con la mano junto a esa última palabra. Me hubiera sentido estúpida por ello si no fuera por el hecho de que a cada segundo que pasaba me sentía más a gusto con dicho “seniorinni” Planaria. Su alma era, sin duda alguna, de las más reconfortantes con las que me había encontrado.
–En cualquier caso, mi padre se encargó personalmente de que aprendiese alemán como si fuese mi primera lengua, es un hombre bastante patriótico –seguí diciendo, sonriente, hasta que escuché su siguiente pregunta. Entonces fijé la vista en el suelo, algo avergonzada, e intenté disimular esto último subiéndome a un bordillo de la calle, haciendo como que intentaba guardar el equilibrio sobre éste a cada paso, y que por ello no le miraba a la cara–. Bueno, la verdad es que lo estaba pasando bastante bien… Hasta que me di cuenta de que me había pasado un poco con las cervezas. No estoy muy acostumbrada a beber, ¿sabes? Además, sufro claustrofobia, así que imagínate qué bomba de relojería tenía en la cabeza entre una cosa y otra.
Me fijé en un banco que había junto a una farola cercana, y me dirigí al mismo, andando alegremente. Le indiqué que se sentara a mi lado con una rápida mirada antes de continuar hablando.
–Friki… –susurré, aguantándome la risa–. Yo acabé la carrera de Derecho hace un par de años, y ahora me gano la vida siendo abogada. Soy bastante buena, la verdad, aunque teniendo en cuenta que dispongo de una gran ventaja… –había estado pensando durante todo el camino cómo volver a sacar el tema de sus poderes, así que cuando me preguntó por mi oficio, casi sentí mi corazón dar un pequeño salto en el pecho por la emoción. Era la ocasión perfecta para lanzar una nueva indirecta–… gracias a mis poderes, mis éxitos no tienen tanto mérito.
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015. 13th Mayo 2015, 10:36
Claustrofobia y no estaba acostumbrada a beber... El modelo típico de alguien que va a la feria de la cerveza alemana, sin duda alguna. ¡Ay, señor! ¿Quién querría ir al Oktoberfest a pasarlo mal? Era una de las fiestas más divertidas a escala mundial. Se celebraba prácticamente en cualquier país, como el día de San Patricio o el de la independencia americana.
Habló entonces de que era abogada, que había estudiado derecho... Y entonces sugirió que lo buena que era provenía de sus poderes. Arqueé una ceja y sonreí.
- Perdona... ¿Qué? ¿Tus poderes? Si, ¿no? ¿En plan royo como los poderes de los héroes esos que salen en los cómics y que se enfrentan a las fuerzas del mal, o más bien poderes persuasivos? Ya sabes, una especie de femme fatalle de esas a lo James Bond.- "Si crees que voy a hablarte de mis poderes así por las buenas lo llevas claro chica. Llevo demasiados años peleando contra criminales y perdiendo a compañeros por desvelar antes de tiempo mi identidad, como le sucedió a Leroy. Si quieres esa información vas a tener que ganártela...". No pensaba contarle nada. Podía ser cualquiera. Una espía de Zenn, una agente encubierta del gobierno intentando seducirme o sacarme información para que le confesase lo que era. Si creía que por su cara bonita podría convencerme de que le hablase de mis poderes así por las buenas lo llevaba claro. Tal vez en cualquier otra situación le habría valido. Tal vez si no tuviese el corazón partido en aquel momento le habría contado cosas o habría hecho alguna que otra demostración de mis poderes bonita para camelármela un poco. Pero no en ese momento. Era una distracción, eso era innegable, pero acababa de conocerla. Que me diese un poco de tiempo y tal vez le contase las cosas que me pasaban por la cabeza.
- Venga, ahora en serio. ¿Tienes algún tipo de poder o algo? ¿Eres capaz de ver las leyes que nadie más ve y aplicarlas? Porque la verdad es que sería bastante divertido ver eso... Y sin duda alguna vendría bien en más de un país sumido en la corrupción.-
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Tema: Re: Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015.
Eins, Zwei, Drei, Bier! (Enar Leibniz Matsuoka). 23 de Octubre de 2015.