Enar Leibniz Matsuoka

Nombre: Enar Leibniz Matsuoka

Alias: Enar. En ocasiones Lei, nombre elegido y utilizado con ironía por sus amigos, por su exitosa profesión.

Edad: 23 años. Cumple años los 29 de Febrero.

Universo de Origen: Marvel

Organización: Ninguna, por el momento

Nacionalidad: Alemana-japonesa

Raza: Mutante. Nació con el Gen X ya despierto.

Mentor: Si bien apenas necesitó ayuda a lo largo de su vida, la particular ideología, filosofía, y creencias de Enar provienen, sin lugar a dudas, de la persona a la que más admira y adora del mundo: su madre. Con respecto a su padre, sigue visitándole de vez en cuando durante sus viajes a Europa, pero desde la separación de ambos su relación se ha enfriado en gran medida.


Bando: Neutral. Con un sentido de la justicia bastante personal y extremista, no han sido pocas las veces en las que Enar ha deseado con todas sus fuerzas hacer desaparecer a todas aquellas personas que han hecho sufrir a inocentes de una u otra forma. “Hacer desaparecer”, no “matar”, puesto que ella es incapaz de hacer daño a nadie, no porque no pueda (no le sería fácil de todas formas, debido a su constitución débil), sino porque el dolor es una visión bastante desagradable en el alma de las personas. De todas formas, siempre ha estado a favor de la pena de muerte. De ahí su profesión, el único método que ella cree tener de castigar a dichos delincuentes (ya sean de poca monta o terroristas, armados o corruptos, callejeros o de altos cargos sociales). Aún así, no es el bien de las personas lo que le motiva a hacer lo que hace. Su principal preocupación es la Tierra, lo natural de ella y su energía propia. La lucha de Enar es por y para la Tierra y su conservación, cosa que ella personalmente no percibe sin la desaparición de una (gran) parte de la especie humana, la cual desde su punto de vista es dañina para el planeta y está exageradamente extendida. Entre estos dos pensamientos en parte contradictorios se basa su modus operandi; ¿odiar a los humanos por su propia condición? ¿o juzgar solo a aquellos que funcionan como parásitos dañinos de la sociedad? ¿merece la raza humana existir y ser el último eslabón de la cadena natural, habiéndose autoproclamado líder de la Tierra? son todas estas y muchas otras preguntas las que cuestionan continuamente la meta de Enar.


Ocupación: Toda la infancia y gran parte de la corta adolescencia de Enar se desarrolló en Tokyo, Japón. Fue en una de sus universidades, la Waseda University, en la que cursó la carrera de derecho. Enar, habiendo acabado la escuela secundaria con apenas 18 años, terminó también la carrera en tiempo récord, y, precisamente por ser una estudiante modelo, ya antes incluso de despedirse de su campus varios bufetes de abogados le habían enviado peticiones para trabajar con ellos. No perdió ni uno de sus primeros juicios, en su mayoría denuncias sin demasiada importancia. Y era de esperar, puesto que gracias a su poder conocía a primera vista (y nunca mejor dicho) quién era culpable y qué preguntas debía hacer para derrumbar su testimonio o coartada. Fue por estos continuos éxitos que fue subiendo escalones poco a poco, hasta que la oportunidad que Enar siempre había estado esperando llamó a su puerta: a partir de aquel día trabajó, y trabaja, sobre todo, como abogada titular de ONGs medioambientales tales como Greenpeace, WWF, etc, aunque sigue siendo contratada en ocasiones para casos algo más “sangrientos”. Sólo acepta un caso cuando su cliente es inocente, cosa que ella reconoce al instante, y esto le ha costado en parte alguna que otra enemistad con ricachones corruptos que intentan ser defendidos por una abogada de renombre como ella.
Aparte de su profesión como abogada, Enar también gana dinero de vez en cuando vendiendo o exponiendo sus propios cuadros, los cuales pinta por afición y no por conseguir beneficios económicos, pues no los necesita realmente. En dichos cuadros, la mayoría representaciones de paisajes o animales pintados de forma bastante peculiar, Enar muestra de la mejor forma posible su propia visión del mundo, una visión que ningún ser humano podría tener.


Descripción Física: Enar es mitad caucásica mitad oriental, y este hecho se puede constatar en su físico: pelo completamente liso pero de un rubio platino, casi blanco, muy largo, que por norma general tiñe de negro para evitar llamar la atención, además de tenerlo recogido la mayor parte del tiempo en un moño alto; ojos rasgados, nariz pequeña pero con el perfil propio de la raza asiática... Mide aproximadamente 167 centímetros. Su constitución es estrecha y delgada, siempre dentro de lo saludable, puesto que hace ejercicio de forma regular. Pechos marcados y cintura casi demasiado fina, herencia de su madre. Piernas claramente más largas que el torso y caderas pronunciadas. En general, sobre todo debido a su rostro, el cual le resta aún más edad entre otras cosas por sus numerosas pecas, el aspecto físico de Enar da una sensación de fragilidad, o de enfermedad, que contrasta con su carácter enérgico.

Desde los diecisiete años tiene un discreto tatuaje en el lateral interior de su antebrazo derecho “いちごいちえ” (ichigo ichie), que literalmente significa “las fresas sólo maduran una vez”. Ichigo ichie es un proverbio japonés que la madre de Enar siempre le repitió de pequeña en un intento de inculcar en su hija un pensamiento positivo de la vida, un deseo de vivir y atesorar cada momento como si fuera único, irrepetible e irremplazable, algo así como un “carpe diem” oriental.
En cuanto a su vestimenta, podría decirse que Enar tiene “dos armarios” completamente diferentes uno de otro. Uno de ellos es el que utiliza a diario para su trabajo, lleno de camisas blancas, faldas negras y ajustadas por las rodillas, chaquetas con hombreras y tacones discretos; todas estas prendas repetidas son prácticamente idénticas entre sí. Sin embargo, no se pueden negar los genes e influencias japonesas de Enar, ni siquiera en el ámbito del diseño de moda. Siempre que puede se viste de ese “segundo armario” provisto de multitud de ropa de diferentes colores: faldas de talla alta y camisetas cortas por encima del ombligo, vestidos cortos e informales, casi infantiles, medias llamativas, gorras y gorros graciosos, gafas modernas, pendientes peculiares, multitud de zapatos con plataforma (de los que está perdidamente enamorada)... Toda esta ropa, por supuesto, viene desde Japón (marcas como Avantgarde, Comme des Garçons, Nadia, WEGO...) y es uno de los grandes vicios que tiene Enar, aunque sólo pueda utilizarla en sus días libres o durante sus viajes de vacaciones.

Pero hay algo que siempre lleva encima, desde su infancia, sin importar de cual de los dos armarios se haya vestido ese día: lentillas de colores. Y en este caso, no es por una causa estética o capricho, como la mayoría de la gente cree al mirar a Enar a los ojos, sino que es algo necesario para ocultar su poder. Los iris de Enar no poseen un color en concreto, sino que van cambiándose a cada momento, con cada pensamiento que pasa por su cabeza, con cada sentimiento. “Es como si tuvieras una aurora boreal atrapada tras tu retina” le decía siempre su madre. Es por eso que tiene una amplia colección de lentillas de colores, las cuales va utilizando dependiendo de su vestimenta, aunque sus preferidas son las de color gris azulado.


Descripción Psicológica: Sólo quien conoce bien a Enar se da cuenta de sus numerosas contradicciones. Por un lado está la Enar inexpresiva, calculadora, absorta en sus pensamientos, prudente y cortante, carácter alimentado en gran parte por su profesión y por sus metas extremistas. En ocasiones su trabajo exige tanto de su tiempo que esta personalidad fría es la predominante en ella, y es al llegar al extremo cuando Enar suele coger un par de maletas y desaparecer por completo de su vida cotidiana durante un tiempo indeterminado. Porque a pesar de lo necesaria que es en su día a día, y la fortaleza que esa parte de su carácter le aporta, en muchas ocasiones la aborrece. La aborrece porque es la parte de sí misma que ha sido obligadamente contaminada por la humanidad, por el trabajo, por los sentimientos negativos, algo que desde su punto de vista le convierte en un individuo negativo más en la energía siempre positiva de la Tierra. Gracias a estos arrebatos, Enar ha desarrollado un gusto (necesidad en ocasiones) por la soledad. Cuando acaba de conocer a alguien o cuando trata con extraños, con clientes, o con sus superiores, Enar siempre mostrará esta parte fría de sí misma.

Sin embargo, existe una línea divisoria, tan fina pero a la vez marcadora de una diferencia tan grande que el instante en el que la sobrepasas es casi por completo imprevisible. En estas ocasiones, cuando se siente cómoda con una persona, o cuando “ve” que su espíritu es bueno, su personalidad cambia y Enar no puede dejar de sonreír, o de llorar, o de expresar abiertamente cualesquiera que sean sus sentimientos. Se trata de una personalidad casi infantil, llena de energía, alegre y positiva. Una peculiaridad de Enar en estos momentos es su expresividad facial: no puede dejar de hacer pequeñas muecas, mover las cejas o pestañear repetidas veces en gestos que acompañan sus palabras y reflejan sus pensamientos. De hecho, Enar tuvo un par de problemas en la escuela primaria privada por culpa de esto, pues era un fácil objeto de burla frente al resto de alumnos japoneses, duramente educados, y por lo tanto recatados hacia los demás. Otra característica de esta otra personalidad es que se vuelve mucho más cercana y no tiene tanta vergüenza a la hora de dar un abrazo, dar un par de besos, o alguna que otra caricia desinteresada. En resumen, Enar se vuelve mucho más cercana y alegre cuando se siente con la suficiente confianza.
Son varias las aficiones de Enar: practica taichí desde temprana edad y de forma regular hasta ahora, por lo que lo controla lo suficiente como para no necesitar profesor alguno. Gracias a esto puede practicarlo tanto en su vida cotidiana como en sus prolongados viajes al extranjero. El hecho de que el taichí sea su deporte favorito es en parte porque le ayuda a canalizar toda la energía que tiene, que no es poca, a pesar de su físico. En ocasiones también hace footing, yoga... A veces simplemente sale a andar y perderse por Tokyo durante horas. No realiza ningún deporte competitivo ni agresivo. Otra afición ya citada anteriormente es la de pintar; Enar pinta siempre que tiene tiempo libre en su vida diaria. También escribe pequeños relatos, aunque éstos los siente tan personales que no los expone al público, al contrario que sus cuadros. Le encantan los libros, especialmente las novelas, aunque estos últimos meses ha despertado una gran afición por los de filosofía, gracias a los cuales conoció al filósofo Leibniz (casual, o no tan casualmente, tiene su mismo apellido), quien parece conocer y hablar de forma directa de aspectos tan relacionados con el poder de Enar que ella ve improbable que se trate de una mera casualidad. Durante todas o casi todas estas actividades extraprofesionales siempre está escuchando música, ya sea en el equipo de música de su casa o en el móvil. Le encanta la música electrónica suave, con dejes a sonidos naturales.


Historia: Enar, nacida en Tokio un 29 de Febrero de 1992, es hija de madre japonesa y padre alemán, cuyas familias se habían conocido previamente durante la Segunda Guerra Mundial, con la intensificación de los lazos políticos entre ambos países en la década de 1930 y con el consiguiente crecimiento de los intercambios culturales. Sin embargo, la relación entre sus padres se fue debilitando progresivamente tras su nacimiento, ya que, como hija única, su padre (Derek) intentaba educarla a su imagen y semejanza, con los mismos valores estrictos e intransigentes propios de la naturaleza alemana. El único objetivo de su madre (Etsuko) para con su hija, por el contrario, era criarla como una mujer alegre, sensible, “transparente como el agua”. Estas ideologías, que en su momento fueron los contrarios que se atrajeron, se convirtieron en un desequilibrio imposible de sobrellevar. Así, tras el juicio del divorcio, su padre volvió a Alemania, dejando a Enar con su madre en Tokio. Cabe destacar que, extrañamente, el hecho de que Enar fuera diferente desde su nacimiento (sus ojos la delataban), su padre no pareció darle extrema importancia, y su madre incluso parecía estar alegre por ello.

Enar pudo asistir a los mejores colegios privados y a una de las mejores universidades de Tokio gracias al alto estatus de su familia, cuyos miembros trabajaban en su mayoría en embajadas, tanto en Japón como en el extranjero, en especial Europa. Es por esta razón que en la actualidad el principal destino de Enar durante sus vacaciones o escapadas es Europa, para visitar a su familia o a su padre, con quien sigue teniendo relación (el hecho de que se convirtiera en una importante abogada ayudó a que éste se sintiera victorioso con la educación que inculcó a su hija de pequeña).

Tras terminar la carrera de derecho, Enar ganó el dinero suficiente para independizarse, y se compró un modesto aunque espacioso chalé de dos plantas al estilo clásico en la zona más tradicional de Tokio, Ueno, a una hora andando de la casa de su madre. A pesar de tener el dinero suficiente para instalarse en una casa mucho más lujosa, Enar prefiere ahorrar todas sus ganancias para viajar por el mundo, su principal afición, y por lo que ha tenido ocasión de conocer a varios de sus actuales amigos internacionales (controla a la perfección el japonés, el alemán, y casi por completo el inglés, aunque aún no sea capaz de hablar sin el característico acento tokiota). Además, Enar nunca cambiaría su querido chalé lleno de plantas (en especial su mimada colección de pequeños cactus) y su balcón con vistas al parque de Ueno, el pulmón de la ciudad.
El estilo de vida de Enar en la actualidad es prácticamente como el de cualquier otra persona trabajadora: se levanta, va a trabajar, vuelve a casa (a veces a primera hora de la tarde, a veces a última hora, dependiendo del trabajo pendiente), se ducha y lee un libro, dibuja, o practica algo de taichí antes de irse de nuevo a la cama. En resumen, la vida de Enar hasta ahora ha sido una vida relativamente fácil. De hecho, ella misma piensa que en alguna parte algo o alguien está velando por ella desde su nacimiento y que de ahí viene su buena suerte. Al menos hasta ahora.


Poderes: En muy resumidas cuentas, Enar puede ver y sentir el alma/espíritu/aura de las personas y de las cosas, además de poder ver y también controlar el suyo propio. Sus ojos son capaces de definir la dualidad entre cuerpo y alma, de forma que para ella, al mirar a una persona, no existe únicamente la silueta de su cuerpo, sino que además esa misma persona tiene una especie de aura, del mismo color que sus propios ojos, es decir, cambiante, cuyo comportamiento está condicionado por los pensamientos y los sentimientos de cada persona. Enar ha aprendido a leer este comportamiento; así, aunque no pueda leer los pensamientos de una persona, puede adivinarlos mediante la lectura de su alma. Por ejemplo, si una persona está pensando “este tipo es un gilipollas”, no sabrá que está pensando exactamente eso, pero podrá leer la actitud de rechazo que en ese momento expresa su aura o espíritu. Enar ha sabido sacar provecho de este poder para su profesión, de modo que sabe cuándo un culpable está mintiendo, o cuando un acusado es inocente.

Pero todo esto no se limita únicamente a personas. De hecho, todo ser vivo de la Tierra posee un alma, e incluso en la mayoría de las ocasiones es un alma mucho más poderosa y pura que el de un ser humano, es decir, tiene una “energía natural” mucho más fuerte y resistente. La gran mayoría de las almas humanas están “contaminadas”, no de la misma forma que el aire contaminado, pero sí de una manera metafórica que sólo Enar puede comprender, y es por ello que son almas mucho más débiles e impuras (el hecho de que el ser humano cada vez viva durante más tiempo es gracias a sus medicinas y avances en la investigación; si no fuera por estos, se produciría el efecto inverso y el ser humano, poco a poco, se iría degradando debido a esta alma contaminada, o esto es lo que Enar cree). De cualquier forma, cada aura es única, tanto en personas como animales, plantas e incluso organismos. Gracias a esta característica de los espíritus Enar también ha sabido desarrollar una especie de “sexto sentido” que se encuentra también en sus ojos: el poder rastrear la energía reminiscente de un espíritu conocido (ya sea una persona, una planta o un ser vivo) en un objeto o lugar. Este sentido no está tan desarrollado como el anterior, pues no ha tenido apenas la necesidad de ponerlo en práctica, pero sí que le ha venido bien en un par de ocasiones para encontrar el típico objeto que no te acuerdas de dónde lo has guardado, para seguir el rastro de sus padres aquella vez que se perdió por Shibuya siendo apenas una niña, o... Para ser la mejor de su clase jugando al escondite cuando era pequeña.

A pesar de que estas sean las dos únicas utilidades que ha sacado de su poder hasta el momento, Enar está segura de que podría llegar a mucho más, por ejemplo, a controlar otros espíritus, como aquella vez que con sólo seis años consiguió separar el alma de una flor de sí misma y volver unirla a ella. Su sorpresa y horror fueron tan fuertes (Enar nunca ha soportado hacer daño, y menos aún a un alma pura como es el de un animal o una planta) que desde entonces no ha vuelto a intentar algo así. Es por esta anécdota que Enar no está dispuesta, por el momento, a seguir indagando en las posibilidades de su poder.

Nota: El espíritu de las cosas no es sino la energía que las hace “ponerse en marcha” y “crecer”. Es lo que hace que cada elemento de una planta o de un animal esté vivo y evolucione. Esto quiere decir que un cuerpo sin espíritu no tiene por qué estar muerto, sino que entra en una especie de fase de letargo o parálisis total, aunque sus órganos se mantengan con las características necesarias para seguir viviendo, y sólo se irán deteriorando muy poco a poco a medida que pase el tiempo sin tener un espíritu que les ponga de nuevo en funcionamiento (aunque en caso de órganos, por ejemplo, serían más vulnerables a enfermedades, ya que no podrían crear anticuerpos hacia una enfermedad externa). Así pues, en el momento en el que un cuerpo vuelve a poseer su espíritu, este cuerpo recobra su funcionamiento sin problema alguno. Increíblemente, Enar no es el único ser que tiene/puede tener la habilidad de controlar los espíritus. Un ejemplo real de esto se puede encontrar en la wood frog (Rana sylvatica), de Alaska, que durante el invierno se congela casi por completo y sus órganos dejan de funcionar (se separa de su propio espíritu), y cuando llega la primavera se descongela y vuelve a la vida como si nada hubiera pasado (vuelve a unirse a su espíritu). Otro ejemplo real serían los pacientes en coma, aunque son un caso particular: se han separado de su espíritu pero sólo hasta cierto punto. Sería una especie de fase intermedia, en la cual los órganos siguen funcionando, pero el espíritu no llega a estar unido del todo a su cuerpo. El hecho de que un paciente en coma llegue a despertarse depende del grado de control que tenga el individuo sobre su espíritu (aunque no sean conscientes de tener dicho control). Enar, por ejemplo, podría despertar de un coma al segundo siguiente de estarlo gracias a su gran control sobre su propio espíritu.

Habilidades: Enar es una persona extremadamente autodidacta y con una gran memoria fotográfica. Todo lo que sabe de pintura lo ha aprendido por ella misma y a base de ver cuadros de todo tipo de artistas (de arte contemporáneo la mayoría, como Picasso, su favorito) y práctica propia. Sucedió lo mismo con el taichí, con el que apenas necesitó un año de clases para controlarlo y memorizar casi todas sus formas (formas: ejercicios en los que está dividido el taichí) por sí sola. Otra habilidad que parece tener Enar es la de inspirar confianza a las personas. Aparte de aquellos pequeños encontronazos con sus compañeros durante la primaria, y varias enemistades que se ha buscado por negarse a ayudar a acusados que solicitaron su servicio, a sabiendas de que eran culpables de los cargos por los que habían sido imputados, Enar nunca ha tenido problemas para socializarse. Las personas parecen sentirse cómodas a su alrededor y sus amigos no tardan mucho en abrir su corazón a ella y contarle sus secretos. Y es que Enar, normalmente, es una persona de confianza, amiga de sus amigos, aunque sea bastante selectiva en cuanto a las personas que pueden entrar en su círculo de amistad.


Debilidades: El poder de Enar se neutraliza progresivamente con los objetos, materiales, o cualquier cosa que no sea natural. Esto quiere decir que Enar no podrá ver correctamente el aura de una persona si, por ejemplo, está rodeada de una capa suficientemente gruesa de un material plástico, metálico, etc. Los edificios, los vehículos, los espacios pequeños (delimitados por paredes no naturales, o sea, que una cueva de roca natural, aunque fuese pequeña, no causaría este efecto) debilitan sus habilidades. De ahí que Enar sea claustrofóbica; al llevar toda su vida viendo almas por todas partes, el hecho de dejar de verlas le crea una sensación de nerviosismo que puede llegar incluso al pánico. Algo parecido sucede con la oscuridad, la cual aunque no reprime por completo su poder, también lo obstaculiza en gran medida (Enar es capaz de ver el aura de las cosas muy vagamente incluso en la oscuridad, lo que le daría una especie de “visión nocturna” muy débil), y más aún cuando esta oscuridad está contaminada con las luces nocturnas artificiales, de las que se abusa demasiado en Tokio, para el gusto de Enar. Por esto también sufre de cierta nictofobia. Apenas sale de su casa tras el atardecer y durante algunas temporadas le es casi imposible dormir por las noches, así que hay veces que simplemente duerme siestas de tres o cuatro horas en todo el día, cuando el trabajo se lo permite. Para una amante del sueño como es Enar, es algo muy duro...

Por último, Enar odia a muerte los medicamentos, y es alérgica a una gran parte de ellos (no al paracetamol o al ibuprofeno o medicamentos típicos). Sólo se tomaría uno en caso de extrema necesidad, y en caso de que estuviera completamente segura de que un tratamiento natural, como el de un herbolario, no fuera a surtir efecto.


Equipo y recursos: Algo que se podría considerar “equipo” para ella son las lentillas de colores que siempre lleva encima, las cuales se tratan de unas lentillas hechas a medida para que, sin perder la opacidad del color (el cual tape su peculiar iris), sean lo más finas posibles y del material más natural de las que puedan estar hechas. En el apartado anterior se ha mencionado que el poder de Enar disminuía con la materia artificial. Pues bien, las lentillas no son una excepción a esa regla, por lo que cuanto más gruesa y más artificial es la misma, más molestias le causa a la hora de ver el aura de las cosas, sin llegar a resultar realmente una dificultad de todos modos. Aparte de estas lentillas especiales, su chalet ya mencionado anteriormente y un sistema de seguridad de hogar eficaz, Enar no dispone de recursos muy diferentes a los del resto de personas trabajadoras. Tiene una cuenta bancaria con bastantes ahorros e ingresos regulares, eso sí, pero materialmente no ha tenido nunca ningún capricho extraño aparte de su obsesión por la ropa.