Años de Omega |
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| Año nuevo, vida nueva. (Autoconclusivo). 31 de Diciembre de 2015. | |
| | Autor | Mensaje |
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Hellboy Dark Horse Universe
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Insignia de Fidelidad :
Mensajes : 1081 Fecha de inscripción : 26/04/2014 Localización : Donde haya algún cabronazo Empleo /Ocio : Pateador de culos sobrenaturales a jornada completa Humor : ¡No juegues conmigo, mujer! ¡He estado bebiendo con esqueletos!
Ficha de Personaje Alias: Hellboy. Nombre real: Anung-Un-Rama. Universo: Marvel
| Tema: Año nuevo, vida nueva. (Autoconclusivo). 31 de Diciembre de 2015. 28th Marzo 2015, 19:08 | |
| - OCC:
Este post fue concebido para explicar algunas cosas de Hellboy y su situación en el universo Omega. Es demasiado largo para postearlo de una sola tirada, así que iré posteando las demás partes poco a poco. 31 de diciembre de 2014. Base del B.P.R.D. Fairfield, Connecticut. Salón de actos. 23:55 de la noche.Los miembros del B.P.R.D se preparaban para despedir el año reunidos en el salón de actos. Habían puesto un proyector a través del cual veían la famosa Times Square abarrotada hasta las trancas de gente dispuesta a dar la bienvenida al nuevo año en primera fila. En la base de la organización los principales agentes llevaban puestos algunos sombreros cómicos de colores, o gafas de esas tan horteras que dolía con verlas. Las copas de champán estaban llenas y preparadas para brindar con ellas nada más terminar de sonar las doce campanadas. El presentador esbozaba una enorme sonrisa, intentando vagamente ocultar el frío que debía estar pasando. Hellboy sonrió al verlo mientras comía algunos aperitivos de última hora. Hacía unos cuantos meses que había regresado a la organización, dispuesto a ayudarles después de sus años de peregrinaje. Estaban todos sus grandes amigos: Abe Sapiens, Johann Krauss, hasta Liz había ido a pasar las Navidades con ellos, lejos ahora del hospital donde intentaba entender mejor sus poderes. El alemán cantaba una canción tradicional conocida como "O Tannenbaum" mientras se mecía lentamente. Abe llevaba un sombrerito de colores en la cabeza y un matasuegras en la boca mientras sonreía. Liz llevaba un gorrito de esos de Papá Noel mientras bailaba al ritmo de la música de fondo. Habían bebido todos un poco durante la cena, lo que provocaba más de una risa ruidosa y muchos enrojecimientos de mejilla debido al efecto del alcohol. El director Manning se subió a la tarima y levantó los brazos. Llevaba él también un divertido sombrero que simulaba la cabeza de un buey. - Bu… Bueno querida familia. Las campanadas están a punto de sonar, así que preparémonos todos para recibir este nuevo año.- El presentador de la tele ya se había vuelto para ver cómo la bola bajaba lentamente con las luminosas luces de colores que mostraban un “2015”. Hellboy cogió su copa de champán y pensó en aquel año. Sus compañeros se aglomeraron en torno a la pantalla, donde el presentador coreado por los miles de personas que habían salido a sentir el calor humano que sólo se generaba durante el año nuevo estaban ya realizando la tradicional cuenta atrás:“¡Diez!” No había sido tan malo a decir verdad. “¡Nueve!” Había pasado peores. “¡Ocho!” Tenía aquella pequeña familia con la que convivía. “¡Siete!” Unos buenos amigos y hermanos. “¡Seis!” Un hogar donde se le quería. “¡Cinco!” Aunque había fallado alguna que otra vez eso iba a cambiar. “¡Cuatro!”. Claro que iba a cambiar. A partir de ahora sería más amable. “¡Tres!” Ayudaría al resto sin esperar nunca nada a cambio. “¡Dos!” Haría que su padre se sintiese orgulloso. “¡Uno!” Protegería a cualquiera que necesitase su ayuda… Y dejaría de pensar en Liz. La gente enloqueció. Todo fueron gritos y felicitaciones mientras las voces de todos se elevaban al unísono, sin ensayos, con el clásico ¡FELIZ AÑO NUEVO! Y así, tras levantar la voz con los mejores deseos para el año que se avecinaba, empezaron a sonar las campanadas. Con el eco que la primera produjo, y resonó por la sala, Liz miró a su alrededor, intercambió una mirada fugaz con el demonio, y se lanzó a los brazos. Tal vez llevada por el calor de la copa que había bebido, tal vez por la euforia de la situación, la dulzura que conocía latente en Hellboy, su lado más paternal y protector, su lado más salvaje y luchador, o meramente porque era la tradición en EEUU, le atrajo hacia sí sujetándolo por las mejillas y le besó. Aquello pilló al demonio por sorpresa, que no se esperaba en absoluto esa reacción de su amiga. Y allí la tenía, entre sus brazos, besándole con ternura mientras sujetaba sus enorme rostro con sus pequeñas manos. Rojo cerró los ojos, y se dejó llevar. El fuego de la muchacha los invadió a ambos en aquel dulce y apasionado beso. Hellboy comenzó a pensar en todo. En ellos, en la organización, en como se había esforzado toda su vida para protegerles y cuidar de ellos… Y de repente se vio allí, tan frágil, lleno de amor y esperanza como los demás. Por fin, tras mucho tiempo de sufrimiento y soledad, encontró un momento para él y Liz, alejados del mundo que les rodeaba mientras coreaban las felicitaciones y los sonidos de las copas chocando entre sí aquí y allá, se sumían en unos segundos tiernos y únicos que jamás nadie les podría robar. Cuando se separaron, se miraron fugazmente y sonrieron, abrazándose el uno al otro. Escucharon los gritos de Kate a su lado, mantenía a Azul y a Krauss entre sus brazos, felicitando a todo el mundo como una posesa, atrajo a Abe que recibió un sonoro y pegajoso beso en la mejilla que casi le hizo caer, y luego depositó otro sobre la escafandra de Krauss, obligando al rígido alemán a doblarse hacia delante como una ramita partida, antes de arrojarse al siguiente, dispuesta a cubrir de besos a toda la sala, si se lo permitían. - ¡Oj quie*hic*ro a todos chicos!- dijo con un tono propio de los más borrachos - ¡SOisssh lo meg*hic*jor que tengo en eshta vida! ¡Whoooooo!Lyz rió abiertamente, a carcajadas. Sujetó a HB por el brazo, mientras veía como Kate se balanceaba de un lado a otro, cogiendo a cualquiera que pillase desprevenido para colgarse de su cuello con una cálida y contagiosa risa. Tenía las mejillas de un tono casi como el del demonio. Pero el verdadero culmen fue cuando se acercó al director, le hizo una pequeña reverencia y luego besó sonoramente su calva mientras salía corriendo como una niña pequeña. Manning negó con la cabeza, pero fue incapaz de ocultar la sonrisa que se le dibujó en la cara con el entusiasmo de la joven agente. Rojo contemplaba divertido la escena, al menos hasta que notó una mano ceñirse a la suya. Aquel gesto le pilló desprevenido, y pudo comprobar como Lyz se acercaba a él para decirle algo, tratando de hablar de manera que se oyera entre el griterío general de la multitud. - Creo que deberíamos salir de aquí, antes de que a Kate se le ocurra venir a besarnos también.- bromeó con una risilla achispada. Sin embargo hubo algo en su mirada que invitó al demonio a creer que esa no era la única razón. - Sí… Además, ha besado a Abe también. No me gustaría oler a pescado.- Y salieron de aquel lugar, dejando atrás a todos los agentes que comenzaron una conga y a preparar algunos juegos para pasar la noche. | |
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Ficha de Personaje Alias: Hellboy. Nombre real: Anung-Un-Rama. Universo: Marvel
| Tema: Re: Año nuevo, vida nueva. (Autoconclusivo). 31 de Diciembre de 2015. 13th Abril 2015, 23:28 | |
| Todos los que no estaban en el salón, inmersos en la fiesta, estaban o en los baños, o buscando algo de intimidad en las esquinas. A parte de esa ligera actividad, los pasillos del B.P.R.D estaban prácticamente desiertos. Liz mantenía su agarre en la mano de Hellboy, mientras andaban buscando un sitio al que ir.
- ¿Has hecho algún propósito de año nuevo?- preguntó, mirando a Rojo. Su expresión era tranquila y muy dulce, como si para ella estar así no fuese nada raro. Hellboy sonrió, aunque se mantuvo en silencio. ¿Cómo decirle que uno de sus propósitos había sido no darle más la tabarra? Se frotó la mano libre por la nuca.
- Bueno, todos hacemos propósitos de año nuevo obviamente.- Miró a la chica, la cual le devolvió una mirada inquisidora pero traviesa. Hellboy suspiró, sabiendo que hasta que no le contase lo que había pensado no le dejaría en paz.- Quiero volver a ser el de antes… Ya sabes, cuando todos estábamos aquí juntos en la organización. El tiempo que he pasado fuera me ha servido para aprender muchas cosas, para ver de una manera distinta la vida y la forma de actuar hacia ella… Y la verdad es que con una familia al lado es mucho más sencillo todo.
>> Ser un poco más amable también es otro de mis propósitos, así como el de cuidaros como siempre… ¿Y tú?
Liz asintió con la cabeza. Su expresión se tornó un poco más seria, pero aún sonreía ligeramente. Sabía que Rojo era incapaz de dejar a nadie atrás, y aunque era cierto que siempre se perdían buenos hombres y mujeres en las misiones, les recordaban por su empeño y por su esfuerzo. También sabía que la pérdida no era la misma cuando los miembros de “su pequeña familia” eran los que estaban en peligro. Ella tampoco sabría qué hacer si le pasara algo a él o a Abe.
- Yo quiero justo lo contrario.- dijo muy segura de sí misma, mirando hacia adelante. Su rostro mostraba la determinación que solía, ese que Rojo había visto ya innumerables veces. Uno que delataba que podía llegar hasta el final, sin importar lo que hiciera falta. El que mejor definía su carácter.- No quiero volver a ser la que he sido. No quiero volver a vivir con miedo de lo que puedo hacer si pierdo el control. Quiero empezar a ser honesta conmigo misma.- hizo una pausa, en la que tomó aire y observó a su alrededor. Andando, andando, habían llegado a la torre del observatorio.- ¿Subimos? Creo que iba a hacer una noche muy buena.- dijo, tirando de él juguetona.
“No ser la que había sido… Ser honesta consigo misma…” ¿Era aquello una muestra de su nueva sinceridad? ¿Lanzarse a los brazos del demonio? Prefirió no pensar en ello. Ya se había rayado otras veces y prefería que esta vez fuese distinto. Que fuese natural, que tomase el curso que tuviese que tomar… Pero sabía que no iba a ser capaz. La quería, y aquel beso sorpresa le había pillado con la guardia baja.
Ayudó a Liz a subir hasta la pequeña trampilla que daba al punto más alto de la base, a unos cuarenta metros del suelo. Ella corrió hasta el borde, asomándose desde allí. A lo lejos se podía ver la enorme ciudad de Nueva York, llena de arriba a abajo de luces y con fuegos artificiales por todos lados. El viento hizo que la bufanda que Liz se había puesto antes de salir serpentease en su cuello. La imagen que veían desde allí era verdaderamente hermosa. El demonio se acercó hasta ella y volvió a pasar su brazo izquierdo por los hombros de la chica, quien le devolvió el gesto cogiendo su mano y pasando su brazo por la cintura de él. Escucharon ruidos bajo ellos y se asomaron. Las puertas se abrieron, y un par de coches abandonaron la base en dirección a la ciudad o sus casas posiblemente. Un agente corría paralelamente a ellos mientras llamaba a gritos para que le esperasen. Hellboy movía los dedos en la mano que Liz le sujetaba, sintiendo el calor de la chica mientras volvía a dirigir su vista hacia el espectáculo de luces que la noche de año nuevo les ofrecía. Durante un par de minutos se mantuvieron en total silencio, dejando que el tiempo pasara.
- ¿Recuerdas aquella cosa horrible que destruimos en las vías del metro?- preguntó ella, sin mirarle todavía. Sus ojos seguían perdidos en ese informe paraíso de destellos.- A veces me pregunto si no es injusto.
- ¿Injusto?- Hellboy miró a Liz con el ceño fruncido, sin saber a qué se refería.- No entiendo… ¿Qué es injusto?
- Que no lo sepan. Que ninguno de ellos lo sepa.- Liz pareció abarcar de un solo vistazo la ciudad entera.- No estarían aquí de no ser por tí.- dijo, decidida. En ese momento su rostro se giró para contemplar de nuevo el del demonio. Fue una mirada intensa, cargada de fuerza. Ella había luchado toda su vida por ser normal, pero en el fondo de su corazón sabía que su caso no era ni de lejos como el de Rojo y el de Abe. Ella podía pasar desapercibida si se lo propusiera. Manning se ponía histérico con que ninguno de los dos se dejase ver, y eso en parte siempre la había disgustado.
- Bueno… También es cierto que, si yo no estuviese aquí, esas cosas seguramente tampoco habrían aparecido… Pero entiendo a lo que te refieres, y te agradezco que pienses así… No es sencillo llevar la vida que tenemos… Por fortuna os tengo a vosotros.- Y sonrió. Era cierto. Lo pensaba de verdad. La razón de su existencia era terminar con el mundo que pisaban. Abrir las puertas del infierno y desatar el fin de los tiempos. Sin embargo, gracias al profesor Broom, cambió su destino, volviéndose un guardián y un defensor de aquello que debía destruir. Mucha gente no era consciente de ello, pero que Liz, una de las personas más importantes para él lo fuera, valía más que el agradecimiento de todo el resto de personas.
- Y nosotros a ti.- su sonrisa se amplió un poco más. Luego volvió a hacerse el silencio, pero esta vez no desvió la mirada hacia Nueva York. Se mantuvo observando a su amigo, a su compañero, a aquel que en más de una ocasión se había mostrado dispuesto a ofrecer su vida por ellos. Le invadió una sensación de ternura y de cariño que, seguramente sin esas copas de más, habría tratado de reprimir. Pero esa noche no era momento para hacerlo. La mano que mantenía entrelazada en la de él se liberó, llamando así la atención del demonio. Liz se giró, para quedar de cara a él y elevó su mano hacia su mejilla, otra vez. En lugar de atraerle hacia sí, sólo se acercó un poco y levantó el mentón, muy despacio. No estaba segura de lo que estaba haciendo, pero tampoco quería pensarlo. Sólo quería mostrarle por primera vez a HB, de manera sincera y genuina, todo el cariño que sentía por él. El demonio se agachó ligeramente, y sus labios volvieron a encontrarse en un nuevo y cariñoso beso, el primero de muchos que se sucederían aquella noche mágica. Después de separarse, Liz miró a sus ojos amarillos, profundamente.
>> Es como si llevaras fuera una eternidad.- su expresión se volvió nostálgica al recordar todo el tiempo que había pasado Hellboy lejos del B.P.R.D. De su hogar. De su familia. Claro que habían mantenido el contacto por radio, pero no era lo mismo que tenerle cerca. Que saber que estaba allí. Poder pasar por la puerta de su cuarto, viéndole a él tumbado bajo una montaña de gatitos, y apestando todo con el humo de sus puros. Incluso eso había llegado a echar de menos.
- Ya, perdón por aquello. Pero ya sabes que, si me fui del B.P.R.D no fue sólo por decisión propia. Había cosas que necesitaba entender. Cosas que necesitaba saber de mí y del mundo que me rodea... Pero te prometo que ya no pienso irme a ningún lado. No sin vosotros al menos.- Dijo sonriendo a su compañera. Las razones que le llevaron a viajar a lo largo y ancho del mundo fueron varias. Entender mejor cuál era su verdadero cometido, descubrir las distintas criaturas que habitan la tierra, encontrar algunos objetos mágicos que pudieran ayudarle a ver la realidad... Pero la más fuerte de todas ellas fue sin duda alguna las palabras de su padre antes de morir. " Lo que estés destinado a hacer no tiene que ser lo que haces. Todos tenemos la posibilidad de elegir como vivir el día a día, como enfrentarnos a los problemas cotidianos. Y yo creo en ti, y en que encontrarás el camino adecuado llegado el momento.
En muy pocas ocasiones Liz había visto al demonio triste o melancólico. No era lo mismo oírle hablar a otros que a Abe, Kate, o ella misma. Siempre se había mostrado protector con aquellos que le importaban. Pero siempre que él había buscado a quien recurrir, la piromántica era su primera opción para hablar de esos temas. Era de las pocas con las que podía abrirse, y por eso, reconocía a la legua cuando la mente de su amigo divagaba hacia el peligroso terreno de la muerte de su padre. Era uno de los acontecimientos que habían marcado a HB, y siempre que lo recordaba, su expresión cambiaba, se volvía tan concreta, que Liz casi era capaz de ver los recuerdos reflejados en sus ojos.
- Él estaría muy orgulloso de tí.- Acarició su mejilla, con el reverso de los dedos.- No lo dudes ni un segundo.- dijo, dirigiéndole una sonrisa cómplice. Hellboy la sonrío y apoyó su mano izquierda contra la de ella mientras le tocaba el rostro. Llevaba mucho tiempo con mierdas en la cabeza, dudando acerca de durante cuánto tiempo más sería capaz de luchar contra sí mismo. Pero ahí, junto a ella, todos esos pensamientos desaparecieron en la noche.
- He visto cosas que no pensé que existiesen. He viajado hasta los rincones más recónditos del mundo en busca de respuestas. Algunas las he encontrado, otras no. Pero ya me sentía con fuerzas para volver junto a vosotros de nuevo. Con fuerzas para volver a ser miembro de la familia.- Esta vez fue él quien acarició el rostro de ella con el dorso de la mano. Delicadamente, tanto como podía llegar a serlo a pesar de que con esas mismas manos había matado a miles de criaturas durante toda su vida. Ahí, junto a ella, se sentía feliz.- Bueno, ¿y tú que? ¿Qué tal tus poderes? ¿Has hecho algún progreso? Estoy convencido de que sí.- Ante la pregunta, Liz sonrió.
Desvió la mirada por un momento, pensando. Realmente había hecho muchos progreso. Algunas terapias le habían venido bien. Había sido capaz de concentrarse mucho mejor, de mantener su temperamento a raya, y también de evitar las provocaciones que tan fácil la descontrolaban cuando estaba inmersa en demasiada presión. Ahora todo iba mejor, y quería confiar en que continuaría así.
- Bueno. Algo he aprendido. ¿Quieres verlo?- le ofreció, sonriendo. Si con alguien podía atreverse a usar sus poderes, era con él. Nunca le habían hecho daño, y eso resultaba un alivio para ella, porque no quería hacérselo. Tomó distancias, retrocediendo y colocándose a un par de metros. Cerró los ojos, concentrándose, mientras recurría a ese increíble y fiero fuego que guardaba en su interior. Colocó las manos como si contuviera algún tipo de pequeño orbe, con los dedos extendidos y casi a punto de tocarse. Una esfera de llamas emergió del interior, brillante y perfecta. Frunciendo suavemente el ceño, sus manos empezaron a separarse poco a poco. La esfera ígnea comenzó a crecer de tamaño, proporcionalmente, perfectamente contenida en el interior de sus dos manos. El resto de su cuerpo no estaba en llamas. Hasta entonces, siempre lo había estado al usar su poder. Cuando sus manos se abrieron lo suficiente como para que tuviera un metro de diámetro, la contuvo así durante unos cuantos segundos y luego, la volatilizó con un suspiro contenido, al tiempo que las llamas se consumían en el aire.
>> Parece poca cosa, pero no lo es.- dijo al fin, dejando reposar sus manos a los lados, de nuevo relajada. Se retiró un mechón de pelo tras la oreja. Para ella ese sencillo ejercicio era un gran triunfo. Un nuevo comienzo que le hacía ver la vida con nuevas perspectivas.
- Es mucho más de lo que crees. Sé lo difícil que es para ti ser capaz de controlar bien tu poder. Es algo muy grande y que casi podría decirse que tiene vida propia, y tú has sido capaz de domarlo durante todo este tiempo como nunca habías hecho antes.- La abrazo con ternura, besando su cabeza y acariciando su espalda lentamente.- Estoy muy orgulloso de ti Liz. De corazón. Siento no haber estado aquí para ayudarte con todo eso. Seguramente haya sido muy duro, y a lo mejor Abe se ha llevado un par de quemaduras... Pero me alegra que lo hayas hecho. Demuestra un gran valor por tu parte... Sabía que podía confiar en ti.
Liz obtuvo sus poderes siendo apenas una niña, pero estos empeoraron enormemente cuando tocó el pecho de Roger el Homúnculo, produciéndole casi la muerte. Desde entonces, había luchado día y noche sin descanso por ser capaz de retenerlos y de ser la dueña de ellos, no a la inversa. Muchos esfuerzos, sacrificios y sufrimientos que aún le pesaban en el alma cada día. Pero su entrega y su tenacidad parecían dar sus frutos por fin, algo que el demonio admiraba como nada en ese mundo.
Envuelta en aquel cálido abrazo, se sintió segura como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Azul había sido un gran amigo, casi un hermano para ella. Había tolerado muchas cosas, incluso cuando estaba de mal humor, y nunca le había puesto mala cara. Pero a veces no podía evitar pensar que toda esa mala uva no se debiera a la ausencia de Rojo. Cuando Azul se lo planteó, casi cenaron sardinas fritas. Pero cuanto más tiempo había pasado alejada de él, más se había percatado de hasta qué punto HB era importante en su vida. Hasta qué punto su marcha le había provocado un vacío que le había sido casi imposible llenar.
- Te he echado de menos.- fue todo lo que pudo articular, perdida entre sus brazos.
- Yo también pequeña... Yo también.-
La noche fue pasando, mientras seguían inmersos en el cariño mutuo que sentían el uno por el otro. Hablaron de todo, de sus promesas para año nuevo, de las aventuras que habían vivido, y antes de que se diesen cuenta, ambos se quedaron dormidos, apoyados el uno sobre el otro. | |
| | | | Año nuevo, vida nueva. (Autoconclusivo). 31 de Diciembre de 2015. | |
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