Call me Maybe [Gabriel]

[26/01/2019, Atardecer]

La chica se echó para atrás en la silla del Cyber, con un suspiro. Esos ordenadores eran una castaña, sólo estaban pensados para poder jugar a videojuegos, y su capacidad de procesamiento era una broma en el mejor caso, gracias a todos los troyanos y mierdas que tenían. No, si parecía que no era la única que se metía en este sitio a hacer de las suyas...

Le llevó media hora dejar suficientemente limpio el ordenador, y un cuarto de hora el preparar todos los programas necesarios para el asalto. Y cuando por fin pudo, el trabajo era contrarreloj. Primero lanzó un ataque al frente desde todos los ordenadores del cyber, provocando un pico en el sistema de login del servidor. Justo cuando los sistemas preparados para los ataques de tipo DoS, Vicky comenzó su verdadero ataque, lanzando una query de superadministrador contra el propio servicio de login, que en ese momento estaba siendo saturado por entradas incorrectas.

Una última conexión antes de que se cayese. La hacker sospechaba que dispondría de cinco minutos antes de que detectasen su intrusión, y otros cinco antes de que la cazasen.

Se equivocaba mucho, ya que no tenía ni idea de que el servicio de alarmas al que acababa de atacar era ni más ni menos que una filial de SHIELD. En cuanto su entrada quedó registrada, empezaron a monitorizarla, encontrando su ubicación en menos de tres minutos. Y en menos de seis, ya habían avisado al agente más cercano.

Sin embargo, en vez de ordenar que la detuviesen, el encargado de seguridad prefirió esperar... Porque algo no cuadraba. La chica no intentaba obtener datos de cuentas corrientes o información privilegiada de los clientes, lo que la hubiera llevado directamente a un Honeypot muy bien preparado. No, en vez de eso, empezó a revisar rápidamente las grabaciones de seguridad, cogiendo aparentemente grabaciones al azar de un polígono industrial abandonado.

Accedió a la información de ubicación y fecha de las grabaciones y se deslogó tan rápido como había venido, lo que hizo que el jefe de seguridad se preguntase qué demonios quería la atacante. Curioso, empezó a revisar él mismo las grabaciones que la extraña atacante había revisado, incapaz de ver nada más allá que una peculiar neblina y alguna que otra interferencia en la propia grabación... algo normal teniendo en cuenta lo viejas que eran las grabaciones.

Mientras tanto, Vicky pagó por el tiempo que había estado en el sistema, se compró un café en el propio Cyber y salió de la puerta del local, comenzando a andar con zancadas largas y rápidas. Si quería llegar pronto al polígono industrial, necesitaría correr durante diez minutos, y preferiría estar ahí antes de que se hiciese de noche...

-Sparrow, agente Taylor al habla. Se ha detectado un ataque informático cerca de tu posición. Quienquiera que haya sido el responsable, solo ha revisado grabaciones de seguridad de un polígono industrial a medio kilómetro al norte del cibercafé desde donde se ha hackeado el sistema. Necesitamos al responsable vivo e ileso en la medida de lo posible.

Una voz femenina surgió del auricular que Gabriel llevaba puesto. Estaba recopilando información sobre distintas ciudades del otro Universo, para completar los ahora anticuados archivos de SHIELD. Solo tenían información de la mitad del planeta ahora mismo, y eso era inadmisible. Los mandos superiores trabajaban día y noche para restablecer el sistema de informadores, defensas y contraataques que la organización manejaba. El caos, en pocas palabras.

Y claro, ¿Qué mejor que un telépata para buscar información? Le bastaba hablar un poco con la gente para rebuscar en sus cabezas. Quizás el ponerse en contacto con otras grandes organizaciones fuera útil, pero esas cosas iban despacio, y SHIELD no podía quedar ciega entre tanto.

-¿Dónde está?

Evidentemente, iba a necesitar algo más preciso que un "cerca".

-Es la chica de pelo castaño y corto que está como a diez metros de tí.

Caminaba a paso rápido, acomodándose al de la mujer. Ambos se movían como peces en el agua entre la multitud que apenas parecía reparar en ellos. Ella tampoco daba muestras de notar la persecución de la que era sujeto. La idea era sencilla: Seguirla hasta el polígono para ver que se traía entre manos antes de detenerla. Estaba de servicio, así que iba bien equipado: El traje blindado de Sparrow bajo la ropa y la pistola reglamentaria bajo la chaqueta además de varias cosas en la mochila que llevaba a la espalda. En principio era humana e iba desarmada, porque no había nada que indicase lo contrario, así que no tenía por qué dar problemas.

Al cabo del rato, llegaron al sitio. Tenía un aspecto de abandono impresionante, reforzado por la cada vez más escasa luz del atardecer. Cada vez había menos gente andando por la calle, y era más difícil disimular. En un momento dado, Gabriel supo que ella lo había detectado. Quizás fue una intuición, pero las cosa era que la chica misteriosa siguió
caminando como si nada. Como si llegara tarde a una cita importante que no pudiera perderse.

Vicky notó que la seguían. ¡Como para no! Llevaba ya ocho años de agente templaria, y sabía muy bien reconocer cuándo la seguían, y por lo general quién.

Y sin embargo, tenía la sensación de que había detectado muy tarde al tipo que la seguía. Debía ser bueno, y eso sólo podía significar dos cosas. O era otro agente de otra organización como la suya, o era un violador muy bueno siguiendo chicas guapas a lugares peligrosos.

Con suerte, sólo sería la primera opción, así que simplemente se dirigió al local que había determinado como el centro de actividad paranormal y se paró ante el cerrojo. Se quedó unos segundos en silencio, sacando uno de los dos mecheros mientras se concentraba en el cerrojo. Su pelo se volvió rojo y una llamarada quemó el metal, permitiéndole romper la entrada. Silbando, se coló dentro del local, mientras su pelo volvía a su rubio natural.

El lugar era una antigua fábrica de coches, abandonada tras un incendio en el que habían perecido varios trabajadores y uno de los capataces... o al menos, eso decían los periódicos. Por supuesto, sospechaba que hubiera algo más en ese lugar aparte de unos espíritus revueltos, como quizás algún demonio o algo así. Nada más justificaría ese tipo de actividad paranormal, pero... ¿Quién era ella para preguntar?

Se colocó a un lado de la puerta y se cruzó de brazos, esperando a que Gabriel se metiese dentro, o al menos, se acercase lo suficiente. Entonces, ladeó el rostro hacia la entrada, sonriendo de lado

Estás muy lejos de Kansas, Dorothy. ¿También vienes a buscar fantasmas? Porque si es así, cielo... acabas de dar con el premio gordo. Si eres un novato, o débil de corazón, te recomiendo que te des la vuelta e ignores los gritos que vas a oír comentó, con cierto sarcasmo, mientras sonreía de lado.

Al final, iba a ser una noche divertida, podía notar cómo el vello se le erizaba con la presencia sobrenatural de la fábrica.

La rubia ser paró frente a la puerta, casi paseando ahora. El pelo le brillaba, dorado, a la luz del sol moribundo y... ¡¿Qué leches?¡ ¡Pero si tenía el pelo castaño! ¿No? A que se estaba quedando daltónico... Lo que faltaba. De pronto, se oyó un sonido metálico y desagradable, y una llamarada apareció ante la ahora pelirroja mujer, recortando su silueta.

Cuando el fuego de extinguió, la hacker volvió a tener el pelo del mismo color que el propio Gabriel. Y entró como Pedro por su casa, la tía. Mon Dieu... ¿Quién en su sano juicio hacía eso? Y más sabiendo que alguien te seguía. Porque lo sabía, seguro. De hecho, lo confirmó cuando lo llamó "Dorothy". La verdad es que se le hacía extraño el contraste: Ella se comportaba como si el estar en un lugar solitario y con un agente a punto de detenerte fuera lo más normal del mundo.

-Menos mal que no soy ninguna de las dos cosas.

Oh, genial. Se había metido en uno de esos líos sobrenaturales que tan poco le gustaban. A pesar de todo, no podía dejarla escapar, fuera quien fuera. Así que entró con paso firme a aquel lugar. Las paredes estaban grises y negras por el humo del incendio que parecía haberse desatado allí hace tiempo. El suelo chirriaba como si quisiera anunciar su llegada. Bueno, la chica ya lo había visto, y lo que fuera que habitara ese edificio posiblemente también. Cuando llegó a ella, se plantó con su aspecto más profesional.

-Te hemos detectado cuando has hackeado el sistema hace 18 minutos y medio, más o menos. ¿Algo que decir?

Gabriel se miró el reloj tranquilamente. Sabía de sobras que no era buena idea empezar de manera violenta, principalmente por que los cambios de color del pelo y las llamaradas de la mujer, junto con el comentario de los fantasmas y los gritos, indicaban que no era humana. Seguramente se trataba de una maga o algo parecido, o bien una mutante. Cualquier cosa, salvo humana. Y si lo que decía era cierto, quizás lo mejor sería salir rápido de allí con la objetivo esposada.

El agente estuvo a punto de pedir más explicaciones, cuando notó que el ambiente se enrarecía. Ambos estaban parados en mitad de la sala, pero se oían ruidos entre las máquinas del fondo de la nave industrial. El aire se hizo más pesado, y el tiempo pareció ralentizarse.

-Taylor, tenemos un problema.

Del comunicador solo salió el zumbido de las interferencias. De cine.

Vicky sonrió alegremente mientras se separaba de la pared, estirándose con parsimonia e ignorando vilmente la mirada de aparente reproche que debía estar lanzándole el rubio. Empezó a quitarse uno de los guantes poco a poco, como si fuera una Rita Hayworth en uno de sus más famosos papeles, sonriendo de lado mientras lanzaba miraditas al chico. Que, francamente, no estaba de mal ver.

-Te hemos detectado cuando has hackeado el sistema hace 18 minutos y medio, más o menos. ¿Algo que decir?

Que si quieres esposarme a una cama, Goldeen, vas a tener que currarte tus frases para ligar la respuesta de la rubia no se hizo esperar, bien cargada de sorna y sarcasmo. Si quería atraparla, iba a tenerlo claro, porque para empezar los empleados de las empresas de seguridad tenían la misma autoridad que un vendedor de perritos calientes: Poca.

Aunque había que darles un voto a los tíos de la compañía de marras si la habían conseguido encontrar tan pronto... ya sabía dónde no colarse la próxima vez.

Y entonces, ambos lo sintieron: El frío sobrenatural, la sensación de ser observados... Los fantasmas estaban empezando a despertar con los últimos rayos de sol. La templaria sonrió, alegre: Estaba deseando hacer un poco de trabajo de campo después de su ajetreada llegada.

-Taylor, tenemos un problema.

No te imaginas hasta qué punto, Goldilocks...

Entonces, todas las puertas se cerraron de golpe, dejándolos encerrados. Las persianas de las ventanas cayeron y se hizo la completa oscuridad. Durante unos instantes, sólo se podía ver un negro que parecía querer devorarlos, antes de que Vicky encendiese una linterna, colgándola de su escote. Y una vez hecho eso, se pinchó un dedo con una navaja multiusos, escribiendo una cruz con una runa en el centro en la puerta de la que habían entrado

Bueno, ahora ellos están atrapados aquí conmigo... Si quieres sobrevivir, el lugar más seguro ahora mismo es detrás de mi culito respingón. Así que tendrás que hacer lo que yo te diga si no quieres que te arranquen el alma de ese cuerpo serrano. Soy Hellcat, por cierto, un placer y tal. La chica comenzó a andar con tranquilidad, volviéndose a poner el guante mientras lanzaba miradas a su alrededor, curiosa.

Comparado con la universidad de Innsmouth, esto era hasta un paseo en el campo

Esposarla a la cama.

A ver, vamos a pensar con tranquilidad. Cometes un delito. Un agente de la ley va a por ti. Te sigue. Te atrapa con las manos en la masa. Y tú te quedas tan tranquilo, mirándole como si estuviéramos los dos en una discoteca ligando. Ah, y no te lo pierdas: Le había llamado Goldeen y Goldilocks. Doradito y Ricitos de oro. Como quien no quiere la cosa. De donde puñetas ha salido esta tía.

Se lo iba a preguntar, pero el ruido de la puerta al cerrarse de golpe de lo impidió. Lo primero que acudió a la mente del rubio fueron esas pelis de terror que nunca le habían quitado el sueño. Pero una cosa era verlas con gente, en el sofá y con palomitas a mano, y otra muy distinta era estar en un edificio abandonado con una completa desconocida. Una desconocida muy rara, de hecho. Y que se estaba... ¿Cortando?

-¿Qué haces?

Con su propia sangre había dibujado un símbolo en la puerta. Gabriel no sabía demasiado sobre magia, pero algo le decía que esa cruz e mágica. Llámalo sentido común.  De todas formas, parecía que era el único del polígono con algo de eso. Según la chica, los acababa de atrapar con los espíritus en lugar de encontrar una vía de escape. Y tenía que dejar de pensar en ella como "la chica" o "la desconocida", seguramente tendría nombre y esas cosas. Aunque, ahora que pensaba, daba igual cómo pensara en ella. Después de todo, sus pensamientos eran suyos y ella no podía leerlos. O quizás sí. La cuestión es que mientras tanto, ella se presentó como Hellcat.

-Encantado. Me llaman Sparrow. Y creo que me quedaré aquí, gracias. No es que no me guste tu culo, pero es que mis jefes me matan si me acerco tanto a una futura detenida.

La broma le salió sola. Producto de los nervios, de la sensación de no estar solo en esa habitación. De la adrenalina, quizás. La cosa es que lo que iba a ser una respuesta seca y cortante acabó en una sonrisa divertida. Era tan absurdo... Y lo mejor de todo era la actitud despreocupada de Hellcat. Esa chica debía de comer fantasmas para desayunar. Y le sentaban la mar de bien, la verdad. Sin comerlo ni beberlo, se encontró revisando cada detalle de su cara, su pelo, su uniforme... "-No te distraigas, que estás trabajando." Tuvo que recordárselo, para centrarse en la parte que más le interesaba: Su mente.

Solo quería leerla un poco, quería asegurarse de que Hellcat era de fiar. Aprovechando que estaba distraída, entró sin dificultad. Oyó en su cabeza los pensamientos de la chica, que repasaba como podía acabar con los poltergheist. De maneras bastante... Creativas, por decirlo de algún modo. Pero había algo más. No estaba sola dentro de su cabeza, ni mucho menos. Notaba centenares, miles de mentes más. Y todas pensando a la vez. Al principio, apenas las oía... Pero juntas provocaban un zumbido cada vez más penetrante. Dolía. No era algo insoportable ni mucho menos, pero cada vez iba a más.  El zumbido pareció colarse en su propia cabeza, tapando lo que él pensaba ahora mismo. En cuanto esto sucedió, Gabriel cortó la comunicación y se apoyó en la pared, jadeando por el esfuerzo. ¿Qué había sido eso? No, mejor dicho.

-¿Qué... eres tú?

Se dirigió a Hellcat, aún respirando entrecortadamente. La sensación agobiante del lugar tampoco ayudaba a recuperarse, y estar en compañía de alguien con miles de mentes no lo tranquilizaba.

-Encantado. Me llaman Sparrow. Y creo que me quedaré aquí, gracias. No es que no me guste tu culo, pero es que mis jefes me matan si me acerco tanto a una futura detenida.

La chica sonrió, divertida, dándole un leve golpe en el hombro con la mano. No dijo nada más mientras lanzaba un vistazo a la habitación. Sacó su móvil, comprobó que efectivamente los fantasmas estaban interfiriendo con el dispositivo, y volvió a meter el dispositivo en su bolsillo.

Así que Sparrow, ¿eh? Bueno, los fantasmas podrían decir que hoy era el día en el que casi mataban al Agente Sparrow... Se sonrió a sí misma ante la ocurrencia que acababa de tener. Oh, sí, nada como algo de cultura popular mientras estás de caza.

-¿Qué eres tú?

¿Eh? la chica se volvió a girar, rascándose la nuca ¿No había quedado claro? Soy un Winchester con tetas. A uno de esos a los que llaman cuando hay algo raro en la barriada. Soy la que patea en las pelotas a las cosas que reptan en la oscuridad la chica empezó a levantar sus brazos, con una enorme sonrisa mientras hablaba Soy caballero, soy verdugo, Soy cazadora de brujas. Soy Hellcat. Y soy una templaria Sonrió y volvió a acercarse al rubio, posando una mano en el hombro

Y ahora mismo soy lo único que te puede mantener con vida. Mira, entiendo que no quieras venirte conmigo, todo esto da mal rollo, y la primera vez, créeme, siempre acojona un poco. Si lo prefieres, puedo dejarte aquí sólo, con un glifo de protección que quemará a todos los fantasmas que se acerquen... pero sólo durará unos pocos minutos. Después de eso, estarás desprotegido, y francamente, he jurado defender a la humanidad, y la última vez que te miré me parecías humano. Como no puedo asegurar que acabe con la infestación en menos de cuatro minutos, tu única oportunidad es seguirme. le puso una mano en la mejilla, pellizcándola suavemente

Tranquilo, cielo, estás en buenas manos. Piensa en esto como en una manera de demostrar mi inocencia, si lo prefieres... El hackeo, el allanamiento de propiedad privada... todo eso son delitos menores. Con una multa estaré fuera. No merece la pena que desconfíes de mí por eso, ¿vale? Porque, en serio, si quieres vivir vas a tener que hacer un pequeño ejercicio de fe le dio un par de palmaditas en la mejilla y comenzó a andar, con parsimonia

Pero bueno, vamos con las lecciones de historia, ¿vale? Según la web Hellhoundhunter.com, esta fábrica fue creada a principios del siglo veinte, concretamente en 1912 por un joven Henry Ford. Como sabrás, en 1914 fue por fin abierta y Henry contrató a sus trabajadores por la famosa cifra de cinco dólares al día, más del doble de lo normal. Se convirtió en el pulso de la ciudad de Blüdhaven, y ayudó a su crecimiento industrial.

En 1920 Vicky pasó cerca de una de las máquinas, no molestándose en comprobar que Sparrow la seguiría. No parecía idiota, y estaba segura de que lo haría comenzó la Gran Depresión. El capataz encendió la cadena de montaje y directamente se tiró dentro de la máquina. La fábrica se cerró, y no volvió a ser abierta hasta 1931, donde fue reformada para una fábrica de empaquetamiento. En 1932, cinco trabajadores fueron mutilados en un fallo mecánico, muriendo por la pérdida de sangre. Vicky se miró los dedos, polvorientos. Se encogió de hombros, continuando hacia el centro de la fábrica

1935. La fábrica volvió a abrirse, esta vez como una fábrica de Smith & Wesson. Al finalizar la segunda guerra mundial, volvió a cerrarse tras un recuento de un total de tres trabajadores muertos y nueve desaparecidos. Desaparecidos que nadie encontró. 1960, una fábrica de refrigerados, cerrada tras la muerte del presidente por congelación. 1980, una imprenta de cómics. Tres muertes y un nuevo cierre. 1994, de nuevo una fábrica de armas. Cerrada tras un incendio que se cobró a ocho víctimas y dejó a más de treinta heridos de diferentes grados.

Se paró y metió sus manos en los bolsillos, pensativa

Eso hace un total de treinta muertos en el local. Pero ahora viene lo divertido... Durante el salvaje oeste, Blüdhaven fue conocida como una de las ciudades sin ley de América, y hubo una gran cantidad de forajidos que se establecieron en el lugar. Muertes, torturas, violaciones... Al parecer, después de un gran tiroteo protagonizado por el séptimo de caballería, los cadáveres de los forajidos conocidos como "Redhoof" fueron enterrados en una fosa común, sin nombre.

¿A que no adivinas dónde fueron colocados los huesos? La templaria sonrió y señaló a sus pies. Su sonrisa se ensanchó más

Si tengo que apostar, tenemos unos cincuenta poltergheist en el local. Algunos serán asesinos, y otros inocentes. De hecho, yo te diría que los más peligrosos son los Redhoof, y el que lleva el cotarro será... Martha Redhoof, la líder de todos ellos. Si acabamos con ella, podremos acabar con la infestación. Fácil, ¿eh?

Mientras iba hablando, Gabriel podría notar cómo el ambiente se enrarecía. Cómo algo respiraba pesadamente en un rincón. Cómo decenas de ojos se clavaban en su nuca. Y entonces... la luz de la linterna de la templaria empezó a parpadear.

Las dudas de le disiparon lentamente a medida que Hellcat hablaba. La chica charlaba con un descaro que, lejos de incomodarle, le gustó. Vale, estaban juntos en eso, luego ya hablarían de pequeños detalles como si llevarla a rastras al Helitransporte o no. Pero ahora había preocupaciones más inmediatas, como salvar la vida y esas cosas. Bueno, resultaba realmente difícil tomarte en serio la situación si la cazadora de monstruos de turno empezaba a... ¿Acercarse y tocarte?¿En serio?¿A qué estaba jugando? Gabriel se sorprendió a sí mismo agradeciendo que hubiera poca luz en la habitación. No se veía la cara, pero estaba por jurar que había enrojecido un poco. Se removió en el sitio, incómodo por el contacto con una desconocida. Pero la verguenza se le pasó pronto cuando Hellcat se puso a enumerar todas las cosas que era. Eso le arrancó una sonrisa, cuando no pudo evitar pensar que era normal que hubiera tantas mentes en su cuerpo, si era tantas cosas a la vez.

-¿Y te pagan por trabajar de todo eso? No sé como es el sueldo de los Winchester, pero sólo por cantidad de trabajos, debes de ser rica.

Pero la realidad le golpeó como una maza cuando la conversación viró de nuevo a temas más serios. De acuerdo, no le quedaba otra. Y Hellcat parecía que estaba del lado de los buenos, así que... Además, ya sabía que fiarse de las apariencias era mala idea, pero la rubia le había caído bien. De alguna manera, tenía ganas de estar cerca de ella, lejos del frío y de la oscuridad penetrante que los rodeaba.

-Entonces, voy contigo. No quiero quedarme aquí solo. Esto me supera bastante, nunca había hecho nada así. La chica había llevado su mano a la mejilla de Gabriel, quien posó su propia mano encima de la de la cazadora. -Si vamos a ir juntos, creo que debería contarte un par de cosas sobre mí. La primera, que no soy humano.

Las pupilas escarlatas del rubio brillaron en la oscuridad por un momento, gracias a una luz que parecía no venir de ningún sitio. Al cabo de unos instantes, la luz parpadeó y se extinguió como había venido. Sólo deseaba que Hellcat no fuera una de esas personas que odiaban a la gente como él. No tenían la culpa de haber nacido con el gen X, no era algo que pudieran cambiar. Quizás algunos mutantes fueran peligrosos: Los que no podían o no querían controlar los poderes que la naturaleza les había regalado. Pero eso no se podía impedir: Lo llevaban en la sangre.

-Soy un mutante, un telépata. Lo cual me lleva a la segunda cuestión. Soy un agente de SHIELD, una organización secreta que cuida de el mundo y eso. Por eso iba a por tí por lo del ataque. Pero visto lo visto... No creo que mis jefes tengan ningún problema contigo. Bueno, en otro orden de cosas... ¿Qué es lo que hay ahí?

Deseó no haber preguntado. Después de un repaso a todos los espíritus que podían estar mirándoles, Gabriel se sentía mucho más inclinado a pegarse a la templaria. Escuchó en silencio la retalía de fechas, accidentes y muertes, mientras seguía a Hellcat a las máquinas que antes habían hecho ruidos sospechosos. Todo estaba cubierto de polvo, que flotaba también en el aire y se pegaba a las telarañas. Oyó cómo algo correteaba tras los restos de una caldera. Seguramente sería una rata, pero visto lo visto bien podía ser el sonido de un cadáver abrasado arrastrándose por el suelo. Uf.

-Pues... A mí me parece aún más difícil ahora que lo explicas. Entonces, eliminamos a Redhoof y ya está, ¿no?

Si Gabriel ya tenía la sensación de estar en una película de terror, cuando la ya de por sí escasa luz de la linterna flojeó esa sensación se hizo tan real como la vida misma. Podría ser que se le estubieran acabando las pilas, o cualquier otra cosa normal y corriente. Pero no. Porque en cuanto la linterna se apagó, una puerta que Gabriel no había visto antes se abrió con un chirrido. Un sudor frío recorrió la espalda del mutante, quien se volvió hacia Hellcat.

-Y ahora, ¿qué?

-¿Y te pagan por trabajar de todo eso? No sé como es el sueldo de los Winchester, pero sólo por cantidad de trabajos, debes de ser rica.

Ah, el tema del vil metal. No, no la pagaban. Bueno, sí, la organización de los Templarios la mantenía y le daban dinero para gastos extra y manutención, pero ahora que estaba en medio del campo, no tenía trabajo. Vamos, que no la pagaban, y los pocos dólares que se había traído no le iban a servir de mucho.

Iba a necesitar empezar a robar o buscarse algún método para que le pagasen mientras seguía con la buena lucha

Vicky sonrió cuando Gabriel le dijo que la acompañaba. Ya se imaginaba que iba a aceptar, pero era bueno obtener una confirmación. Sin embargo, Gabriel le indicó que no era humano, y sus ojos brillaron rojos. La chica arqueó una ceja, mirándole con interés

-Soy un mutante, un telépata. Lo cual me lleva a la segunda cuestión. Soy un agente de SHIELD, una organización secreta que cuida de el mundo y eso. Por eso iba a por tí por lo del ataque. Pero visto lo visto... No creo que mis jefes tengan ningún problema contigo. Bueno, en otro orden de cosas... ¿Qué es lo que hay ahí?

Pff. ¿Mutante? ¿Telépata? Como si no se hubiera encontrado antes con pobres almas desgraciadas con las que habían experimentado por tener potenciales como esos. No, para ella no había distinciones en ese aspecto, así que simplemente prefirió ignorar el hecho de que el chico no se considerase humano, y le enumeró lo que había en la fábrica

-Pues... A mí me parece aún más difícil ahora que lo explicas. Entonces, eliminamos a Redhoof y ya está, ¿no?

Eso, y después una ronda en algún bar para celebrarlo. Un día más de trabajo

Y entonces, la luz de la linterna se fue al garete. Vicky se tensó, agudizando el oído.

-Y ahora, ¿qué?

No se hizo esperar. Con un ruido gutural, algo apareció a espaldas del rubio. Algo que tenía claras intenciones homicidas, y que acababa de cogerle del culo y empujarle hacia adelante. No, espera, la mano que tenía en el culo era femenina y pertenecía a una chica pelirroja que lo acababa de apartar de lo que parecía una suerte de vaquero pocho. Uno cuya cara estaba ardiendo mientras Vicky sonreía

Joder, qué pedazo de culo se gastaba el chaval del escudo ese...

¡Ahora toca trabajar! la chica separó su mano del glúteo del muchacho para darle un revés al vaquero, girando sobre sí misma para propinarle una patada con el pie envuelto en fuego. El espectro voló por los aires, convirtiéndose en un humillo negro contra la pared

¡Vamos, corre! Vi algo raro en los planos, y quiero comprobar si tiene algo que ver con la infestación... ¡A la oficina del director! ¡Sígueme! Dicho eso, la ahora pelirroja comenzó a correr mientras una llama de fuego flotaba a su lado, permitiendo iluminar la sala. A medida que pasaban, las máquinas empezaban a encenderse, chirriando y convulsionándose, como si quisieran agarrarles. Como si... estuviesen vivas

De hecho, una de las máquinas se despegó del suelo, comenzando a deformarse en una enorme figura humanoide de dos metros de alto por uno y medio de ancho, que rugió molesta

Joder, toma revolución industrial... murmuró Vicky franqueando el paso al rubio dentro de lo que era un despacho. Por desgracia, había sido muy lenta, y la mole de metal la cogió, aplastándola contra la pared con un crugido y chasquido de huesos para nada agradable. La sangre lo salpicaba todo mientras la criatura cogía el cadáver y lo arrojaba contra el agente de SHIELD...

Y, sin embargo, el cuerpo de la rubia nunca llegó a tocarle.

Con un siseo, se convirtió en luz de color miel, deshaciéndose en el aire como lo había hecho el vaquero.

Segundos después, un enjambre de abejas comenzó a converger cerca de la puerta del telépata, reformando un cuerpo humano. Uno que acababa de conocer. ¿Pero no acababa de morir hace unos segundos?

Gabriel oyó un ruido a sus espaldas, y notó que algo le manoseaba el culo. Se volvió para eliminar a quien fuera, y se topó con una pelirroja Hellcat quemando a un vaquero de aspecto cadavérico hasta reducirlo a cenizas. Ahora a trabajar, decía. Menudo trabajo.

-Uh, gracias... Casi me mata el bicho ese.

El francés enrojeció, algo cortado. Normalmente se llevaba bien con las chicas, nunca había tenido problemas con ninguna. Pero en cuanto entraban en ese terreno, la cosa cambiaba. Por suerte, la cazadora apenas pareció darse cuenta del tema y siguió a su bola. Como el resto del tiempo, vamos. Cualquiera que la viera, bien podría pensar que estaba en la rebajas o algo. Cuanto entusiasmo, por Dios. Como no le quedaba más remedio, se lanzó tras ella camino del despacho del director, que tan interesante le había resultado. Además, tenía que darse prisa, o si no se quedaría a oscuras en medio de la vieja fábrica.

-Y dime, ¿Qué es eso tan raro?

Un chirrido ahogó su pregunta. Las máquinas a su alrededor ser retorcieron, y una gigantesca caldera de encendió de golpe en un rincón. La más grande se despegó del suelo, arrancando varias tablas, y se deformó hasta alcanzar una forma parecida a la de una persona. Eso sí, una persona enorme y metálica, y con una pinta de estar cabreada tremenda. Casi le recordaba a Fury, salvo por el detalle de que la máquina tenía un ojo menos que el director de SHIELD. Y era también bastante más alto que él. Pero por lo demás, podrían ser gemelos. Estaba a punto de comentárselo a Hellcat, cuando la oyó gritar a sus espaldas. Esa cosa la había cogido. Antes de que Gabriel pudiera hacer nada, la máquina aplastó contra un muro a Hellcat, destrozándola totalmente. "-Oh, merde... "

No era la primera vez que el agente veía morir a alguien. Por eso, no quedó tan impresionado como cabría esperar, aunque la pena que le daban estas cosas se resistía a desaparecer. No contenta con eso, la máquina agarró el amasijo de vísceras, carne, piel y ropa y lo arrojó contra él. Eso pilló por sorpresa a Gabriel, quien no se esperaba tanta brutalidad. Pero una luz dorada barrió la oscuridad que los rodeaba. De ella surgieron unos pequeños insectos alados que Gabriel no supo identificar. Se agruparon, como un enjambre junto a él. Una intuición asomó en su cabeza, y cerró de golpe la puerta antes de que la bestia mecánica pasara. Dejó un poco de espacio a la nube de criaturas doradas, que identificó como abejas, para que formaran una silueta humana.

Ante él, apareció una figura esbelta y femenina, con curvas sinuosas. La melena rubia y los rasgos aparecieron a partir de esa masa de criaturas con aspecto de joyas vivientes. Hellcat. Estaba en pie frente a él, con los ojos cerrados. Ahora parecía algo más joven, pero era indudablemente ella. Tenía los ojos cerrados, y se mantenía en pie por alguna extraña razón. Hasta que ya no se mantuvo más, y cayó hacia un lado. Gabriel la cogió en brazos antes de que se diera el trompazo de su vida contra el suelo, y la sentó en la butaca que había tras la mesa del director. Podía notar su respiración, calmada y regular. Estaba viva. En contra de toda lógica, pero así era.

Mientras ella se recuperaba, Gabriel se dedicó a hechar un vistazo por el despacho. No había nada que llamara su atención, salvo los diversos documentos esparcidos aquí y allá. En ese lugar se había blanqueado dinero a espuertas, pero, aparte de eso, no había nada más reseñable. Sólo se detuvo cuando oyó un murmullo procedente de donde había dejado a Hellcat.

-¿Cómo te encuentras?¿Qué te ha pasado antes?

Había algo de preocupación en su voz, para qué negarlo. Quizás para ella esto fuera rutinario, pero desde luego, para Sparrow, no lo era. Además, la templaria no parecía estar en su mejor momento, ni mucho menos.

Genial. Morirse nunca era nada agradable, y la reconstrucción, aunque relativamente rápida, tampoco lo era. Para empezar, notabas cómo tus huesos se moldeaban, cómo los cientos de abejas corrían por tu cuerpo, reconectando los nervios con un dolor similar a cientos de estrellas volviendo a encenderse. Cómo los músculos lo recubrían todo, cómo se volvía a generar la piel... y por último, la primera bocanada de aire, siempre llena de ese dulzón olor a miel.

Vicky gruñó levemente, incorporándose en la butaca. Al otro lado podía oir a la bestia rugir y golpear una barrera invisible, y lo que sus ojos azules vieron por primera vez de nuevo eran unos enormes y dorados. La chica sonrió. No se encontraba en su mejor momento, tenía unas ojeras de narices, y notaba cómo empezaban ya los malditos retortijones de la regla. De puta madre

-¿Cómo te encuentras?¿Qué te ha pasado antes?

Me morí por un momento, la voz de la chica sonó como si hubiera emergido de cientos de alas vibrando a la vez. La chica carraspeó, antes de suspirar, negando con la cabeza Ese hijo de puta me pilló desprevenida, no es nada. La muerte no es algo que vaya a pararme, cielo la chica se pasó una mano por la frente, como si se encontrase cansada

Es una larga historia, pero morir nunca le sienta bien a nadie, ¿eh? y entonces se dio cuenta dónde estaban. Sonrió al agente de SHIELD, dándole una palmada en el hombro

¡Buen chico! Veo que me atendiste, Sparrow... Como sospechaba la chica empezó a mirar las paredes con cierta curiosidad, las manos e la espalda hay algo raro en este despacho. Fíjate, los fantasmas no pueden entrar. Es como si alguien lo hubiera protegido a sabiendas de lo que había bajo el edificio. Pero sólo esta zona. La chica arrancó un pedazo de papel de la pared y contempló con ojo crítico el glifo grabado bajo él

Joder. A los demonios puedo entenderlos, pero a los humanos... la chica suspiró, negando con la cabeza Fíjate, este glifo es de protección, sí. Pero no es de origen humano. ¿Ves los bordes que...? Huy Rápidamente lo tapó de nuevo, sonriendo nerviosa Perdona, esa cosa tiende a volver loca a la gente normal. El caso es que el bicho ese cambia solo, ¿vale? Es que no se rige por las leyes de nuestro plano. Es... humm... ¿un glifo no euclidiano? Algo así.

Dicho eso, la chica empezó a rebuscar en el suelo, como si intentase encontrar algo allí. O se le hubiera caído una lentilla

Si mi teoría es correcta, esta es una fábrica, sí. Pero de fantasmas. En algunos sitios se usan almas humanas para fabricar armas u objetos mágicos... Me pregunto si Henry Ford era consciente de ello

La rubia parecía a punto de desmayarse. Tenía unas ojeras prácticamente negras bajo los ojos, que se abrieron lentamente. Gabriel se inclinó sobre ella, y le tomó el pulso del cuello, para asegurarse de que en efecto seguía viva. Cuando aún parecía algo atontada, le sonrió, y habló con una voz extraña, como el zumbido de las abejas que la habían u reconstruido hacía un momento. Estaba agotada, se le notaba, pero no tenía ganas de parar no un minuto más. Por suerte, la máquina no podía entrar en el despacho por algún motivo, así que podían respirar tranquilos de momento. Todo lo tranquilos que podían estar en una fábrica abandonada llena hasta el techo de fantasmas.

-De todas las personas que conozco, eres la que lleva mejor eso de morirse.

Ambos se rieron, aunque Hellcat tosió un poco al final. No estaba en condiciones de investigar nada de nada, pero, como buen había dicho, ni la muerte era capaz de pararla. Así que Gabriel tampoco,por mucho que su conciencia le empujara a sentarla en la butaca y arroparla con algo hasta que pudiera tenerse en pie. En lugar de eso, la chica se transformó en un torbellino que se paseaba por la habitación hablando consigo misma sobre temas que solo ella comprendía. El francés consiguió sacar lo básico, a pesar de todo.

-Ford no lo sé, pero desde luego el director de este sitio sí... si no, no habría protegido su despacho, ¿no?

Lo de utilizar almas ajenas parecía complicado, cuando no imposible. Pero claro, él no sabía nada de magia. A saber. Lo mejor sería dejarla trabajar, ese era su campo después de todo. Y cuidar de que no le pasara nada, por descontado. Aunque no tuviera problema con morir, estaba algo débil, y podían herirla si nadie le cubría las espaldas. Aunque cualquiera se lo decía.

-Esto... ¿Te ayudo en algo?

Se había tirado al suelo, buscando Dios sabe qué. Ni siquiera le respondió, estaba muy ocupada murmurando algo incomprensible y examinando las tablas del parquet, que de pronto se habían vuelto algo sumamente interesante. Se apoyó en un archivo, observándola totalmente concentrada. Sus ojos recorrían la superficie cubierta de polvo, leyendo alguna señal invisible. No era consciente de que, al rejuvenecer, el uniforme le había quedado un poco más ancho de lo normal. Al inclinarse, enseñaba bastante más piel, pero Gabriel prefirió no decir nada para no distraerla. De pronto, el rubio escuchó un clic tras él. Y el suelo de abrió bajo sus pies.

Con un exclamación ahogada, Sparrow cayó al vacío por la trampilla que se había activado al apoyarse en el fichero. Reaccionó rápido, y se agarró al borde con las manos. El agujero estaba completamente oscuro, y de él surgía un hedor indescriptible. El agente se balanceó y se elevó sin mucho esfuerzo, acabando tendido boca arriba junto al hueco.

-Uf, menudo susto... ¿Qué demonios es esto?

Olía como a podrido, y la verdad es que el rubio no quería saber exactamente lo que había bajo él. Pero algo le decía que iba a acabar sabiéndolo muy a su pesar. Aún por los suelos, volvió la cabeza, para encontrarse a Hellcat que se acercaba rápidamente. Igual hasta lo felicitaba y todo por encontrar algo.

-Ford no lo sé, pero desde luego el director de este sitio sí... si no, no habría protegido su despacho, ¿no?

¡Exacto! Chico, eso de adivinar cosas se te da bien... la chica sonrió, ignorante del hecho de que su culo marcaba demasiado. Negó con la cabeza cuando el rubio le preguntó si necesitaba ayuda, husmeando el suelo. No, no, era mejor no moverse demasiado, no fuera que...

CLICK

No, si basta con que lo digas para que pase... Vicky se levantó rápidamente, intentando alcanzar al agente de SHIELD antes de que se cayese, pero este demostró que no era agente por nada, saliendo del agujero con habilidad. La rubia soltó un silbido apreciativo mientras se rascaba la nuca

-Uf, menudo susto... ¿Qué demonios es esto?

Eso, cielo, es la entrada a la guarida del conejo. la chica se acercó, posando una mano en el hombro del muchacho antes de lanzar una mirada hacia abajo. Creó una pequeña bola de fuego y la tiró hacia abajo, permitiendo ver que había una escalera a un lado y que descendía al menos un piso. Y a juzgar por la llamarada, había una bolsa de metano un tanto gorda. Énfasis en había

Si no quieres, no tienes por qué acompañarme, aquí dentro estarás a salvo de los fantasmas que estén fuera. Pero si quieres venirte, no te diré que no, parece que me traes suerte dicho eso, la chica se tiró directamente por el agujero mientras el pelo se volvía de color verde. Segundos después, un huracán frenaba su caída hasta hacer que resultase relativamente suave.

Se limpió las manos y miró a su alrededor, encendiendo una nueva llama en la punta de sus dedos

Este tipo de sitios suelen servir dos propósitos. O bien crear un ejército de almas o bien usarlas en la fabricación de objetos mágicos. dicho eso, le tendió uno de sus mecheros, por si quería observarlo Objetos como estos. Se llaman Chispas de Forneus, y permiten crear fuego de la nada. En fin, el caso es que usar almas humanas acelera mucho el tiempo necesario para crear este tipo de objetos, pero sobra decir que el resultado suele ser un objeto maldito y además no es algo muy... ético. la chica se metió las manos en los bolsillos, caminando por el largo pasillo que se adentraba al corazón de la fábrica

Pero tranquilo, te puedo asegurar que todos los objetos que yo hago respetan las almas humanas. Finalmente, llegaron a una sala perfectamente esférica. En las paredes había todo tipo de glifos dibujados con algo de color rojo que parecían palpitar a un ritmo propio, como si la sala estuviera viva, con un pilar justo en el centro. Vicky se paró en la puerta, poniendo la mano delante de Gabriel

¡Espera! No entres, ni mires lo que hay dentro, Sparrow. Esos glifos podrían volverte loco sólo de mirarlos. Joder la chica entrecerró los ojos antes de darse la media vuelta

Espérame aquí, y oigas lo que oigas, no entres, ¿Vale? El ambiente va a caldearse de un momento a otro...

Dicho eso, Vicky entró en la sala.

Durante segundos, no se oía nada de nada, hasta que de pronto se pudo oir ruido de lucha. Aullidos guturales que ponían la carne de gallina. Rugidos no humanos. Gritos provenientes de gargantas humanas pero con tintes inhumanos. Carcajadas. Explosiones.

Y entonces... el silencio.

Poco después, una Vicky algo más magullada, algo más chamuscada y con peor aspecto emergió de la sala, suspirando

Ya es seguro entrar. Los fantasmas son libres de irse al más allá, pero me da que vamos a tener que hacer algo de limpieza. Putos encantamientos no euclidianos refunfuñó, intentando echarse el pelo hacia atrás me han jodido del todo la permanente añadió, sonriendo de lado.

Más bien parecía la guarida del lobo, la verdad. Ningún conejo se atrevería siquiera a acercarse a ese pozo sin fondo visible. Por curiosidad, Gabriel tiró un trocito de metal que había por ahí suelto, por si se podía oír cuando tocaba el fondo y así hacerse a la idea de la profundidad. Pero el rato pasaba y pasaba, y el agujero parecía no acabarse. Hellcat lanzó una bola de fuego, y ambos vieron como se inflamaba al consumir el gas. Entonces la rubia sentenció que iba a bajar ahí. Gabriel decidió que, si la detenía, la enviaría derecha a Arkham. Estaba completamente chalada, no podía ir a otro sitio.

-Espera, voy contigo. Tengo que vigilarte, no vaya a ser que te escapes o te maten, aunque eso da un poco más igual.

Y le guiñó el ojo. "-Ella estará loca, pero tampoco te quedas atrás precisamente." Reflexionó, antes de ver como Hellcat se lanzaba al vacío con el pelo de color verde. Ah, que además volaba. Menuda suerte había tenido en el reparto de poderes esa chica: Sabía magia, podía hacer fuego, podía resucitar, y encima volaba. Y el arreglándoselas leyendo mentes por el mundo. En fin, tendría que hacer algo menos espectacular pero igual de efectivo. Sacó de su bolsa una cuerda con un pequeño aparato en un extremo, y lo fijó al borde. Luego, simplemente, se deslizó por la cuerda hasta llegar al fondo. Ya en el suelo, tomó el cabo inferior y lo retorció entre los dedos. El gancho de arriba se desenganchó con un chasquido y cayó. El agente lo recogió todo, y siguió a Hellcat mientras la escuchaba. Parecía un alumno escuchando las explicaciones de su profesora, a diferencia de que el tema de los fantasmas, las almas y las maldiciones le interesaban muchísimo más que lo que pudieran contarle en clase. Examinó el mechero y le dio vueltas entre sus manos: Parecería normal si no estuviera cubierto de runas. Además, no había nada para encenderlo. Por lo que sabía, eso solo podía significar que se activaba con magia.

-¿Tienes más objeto mágicos como...?

Le llamaba bastante la atención ese tema ahora que lo tenía delante, para qué negarlo. La pregunta se le quedó en la boca, por que Hellcat se paró sin previo aviso y se chocó con ella por detrás. Como acto reflejo, la cogió de la cintura, para que no cayera al suelo. Se estaba luciendo, al final iba a pensar o algo raro, o bien que era un torpe. Y no quería quedar mal de ninguna de las dos formas.

-Está bien, está bien... No voy a entrar, pero ten cuidado.

Lo que siguió fue un concierto de ruidos que le pusieron la carne de gallina. Estuvo tentado de entrar, pero, si lo hacía, no tenía nada claro qué hacer una vez dentro. ¿Pelear?¿Contra quiénes?¿O contra qué, mejor dicho? No, lo mejor sería esperar a que ella saliera por su propio pie. O desearlo, al menos. Al final, la rubia apareció en la puerta, con una cara de resaca que casi daba más miedo que los ruidos de antes. Por supuesto, el sentido común más que la educación le impidieron hacer cualquier comentario: Con la mala uva que tenía, igual le daba por prenderle fuego.

-No te preocupes, estás preciosa.-Gabriel le sonrió, apartándole un mechón de la cara.-Ahora, vámonos.

Volvieron sobre sus pasos, y cuando llegaron al hueco, el agente usó el gancho con la cuerda, que se fijó al borde.

-¿Subes? Agárrate bien.

FDI:

¡Uf! Estoo... ¡Vaya! ¿Hace calor aquí, o es que este chaval está hecho de fuego? ¡Madre mía! Normalmente me habría reído si alguien intentase cogerme de la cintura. Quizás incluso habría hecho algún comentario sobre las cartucheras o sobre el pedazo de asidero que tengo por culo. Posiblemente algún comentario sobre mesitas de noche o algún "¡agarra, agarra, que no me escapo!". Pero no. No pude en esa situación. Sólo pude agachar un poco la cabeza, notar algo de calor en la cara y soltar una risilla tonta. ¿Qué demonios me estaba pasando?

A lo mejor tenía algo que ver con eso del cambio de dimensión. O quizás que simplemente ese chico era mucho más refrescante que la mayoría de mis compañeros, estirados y demasiado dedicados como para aprovechar los pequeños momento de la vida. O tal vez... tal vez es que me gustaba. Por primera vez desde Tommy, alguien me interesaba, genuinamente. ¡Y acababa de conocerle! O quizás era como aquella vez con Alex, cuando aún estaba en la secundaria. Cuando la vi en los cambiadores en sujetador después de ese partido de Soccer en el insti. Joder, menudo cuerpazo que gastaba... ¡Y qué bien besaba!

Me di una palmada en las mejillas, cerrando los ojos. ¡Vicky, céntrate, joder! Después me deslicé de entre sus manos, le sonreí algo torpemente y le expliqué lo que había en la sala

Está bien, está bien... No voy a entrar, pero ten cuidado. ¡Joder, Dios! ¡No me pongas ojitos, que se me hace todo agua! Sonreí levemente y asentí. Tampoco era para tanto cuando habías destruído otras cámaras no euclidianas en el pasado.

Y finalmente, salí. No pienso describir lo que había ahí dentro, no me alcanza el vocabulario para empezar y para continuar podría volver loco a alguien de leerlo. Palabra, ya he visto cómo una operadora templaria se convertía en una masa babeante después de leer mi primer informe. La pobre tardó tres meses en salir del hospital psiquiátrico, y estoy segura de que sigue mirando las esquinas de las habitaciones con recelo.

Como para reprochárselo, vaya.

Y ahí estaba. Vengo yo haciéndome la dura, todo magullada y despeinada y el muy cabronazo me suelta un piropo. Así, sin lubricación ni hostias, a pico y pala, oye. No, si a este paso me lo voy a arrastrar a un motel, quiera o no. Como se le de tan bien usar la lengua fuera y dentro de conversaciones, este chico es para atarlo a una cama y no soltarlo. Le sonreí algo tontamente mientras empezaba a juguetear con uno de los mechones de mi pelo.

No, si iba a lograr que actuase como una puta colegiala con mis treinta tacos. ¿Sería eso de la crisis de los treinta de la que tanto había oído hablar? Y yo que pensaba que tenía que ver con gordos calvos vistiendo como adolescentes...

¿Subes? Agárrate bien. ¡HUUUUUYYY... CHA-VAL! ¿Es que quieres llevar mis bragas de sombrero o qué? ¡Pero no me sonrías así, que me deshago entera! Así que hice lo único que podía hacer. Sonreír de oreja a oreja, pegarme bien a él... Sí, BIEN pegada. Ya sabéis, que note mis tetas en su pecho, mi aliento en su cuello, mis manos peligrosamente encima de su culo... Si vas a usar artillería pesada, guapo, que sepas que soy más caliente que el nápalm.

Disculpe, ¿este taxi va al centro? Es que tengo una cena pendiente con este pedazo de rubio que... comenté, divertida. Dios, quería comerme ese cuello ahí mismo. Hasta estaba empezando a salivar...

Pero no, no pudo ser, porque subimos inmediatamente y ahí sí que tuve que agarrarme fuerte. Que eso de tontear está bien y tal, pero paso de descalabrarme y morir por segunda vez en lo que va de noche.

Finalmente, llegamos hasta arriba, y mantuve el contacto durante unos segundos de más, antes de separarme de él. Estaba algo acalorada, lo sé, y seguro que tenía las mejillas rojas, pero... uff. Empecé a juguetear con uno de los mechones de mi pelo, sonriendo tontamente. Me mordí el labio inferior y le di la espalda, que estaba montando mucho espectáculo ahora...

Bueno... Ya estamos arriba de nuevo. Con suerte sólo quedarán unos pocos Poltergheist... Si quieres, Sparrow, quédate aquí sin camisa, animando... Y yo hago limpieza. No te preocupes, no me volverán a pillar desprevenida, palabra Bueno, a no ser que le diese por animarme sin camisa, que entonces es que ya una no respondería de sus actos.

Podían decirse muchas cosas de Hellcat. Que era extraña, interesante, divertida, inteligente y guap... Esto... "-Ve al grano, chico, que te pierdes." Gabriel interrumpió su propio hilo de pensamiento para centrarse un poco. Hellcat era sorprendentemente obediente, por que no tardó ni dos segundos en abrazarse a él para elevarse usando el gancho y la cuerda. Vale, le había dicho que se agarrara por pura costumbre, pero no contaba con el hormigueo que empezó a sentir en cuanto la tuvo a pocos centímetros. Eso, por no describir detalladamente el nerviosismo que sintió cuando lo único que separaba sus cuerpos eran unas pocas capas de tela. Demasiado pocas, por que él estaba seguro de que la templaria podía sentir cómo se calentaba. Inexplicablemente, su mano izquierda se deslizó por la sinuosa espalda de la chica, despacio. Acariciándola casi, hasta llegar a sus caderas. Sin prisa, las rodeó, acercándolas a su propia cintura. Gabriel no lo sabía, pero él no había hecho eso coscientemente. Inconscientemente tampoco. Sencillamente, no había sido él el que había provocado un escalofrío para nada desagradable en Hellcat, pero poco importaba eso ahora.

- ¿Pedazo de rubio? Tendrás que presentármelo cuando puedas. Pero puedo acompañaros al rubio y a tí a cenar cuando acabemos con esto, si no te parece mal.

¿Por qué no? Hellcat parecía buena chica, y le apetecía un poco de compañía fuera de SHIELD. Estaban bien, pero quería cambiar un poco de aires. Hizo que la cuerda los elevara rápidamente, y no pudo menos que entornar los ojos y disfrutar del momento. Mon Dieu... Hellcat estaba poniendo a prueba su capacidad de mantener la calma muchísimo mejor que cualquier entrenamiento, simulador o lo que fuera. Podía oír su sangre hirviéndole en las venas: Seguro que ahora estaba completamente rojo, y no podría disimular su embarazo una vez se soltaran. Cuando llegaron arriba, Gabriel descubrió que, por suerte o por desgracia, Hellcat se había puesto del color de su uniforme. Dios sabe por qué, siguieron abrazados un rato, hasta que ambos se dieron cuenta de que no había ningún motivo razonable para ello. Por pura verguenza, el francés bajó la vista. Le costó algo de esfuerzo bajarla del todo, la verdad sea dicha, en vez de quedarse por el camino entre la cara de la maga y el suelo. Ella se dio la vuelta, y Gabriel vio por un segundo sus pensamientos. Napalm. Atarlo. Motel. Bragas. ¿Artillería pesada? ¡¿Qué leches estaba pensando esa mujer?! Es decir, habían intentado matarlo unas cuantas veces, pero a nadie se le había ocurrido atarlo en un motel y luego destruirlo con napalm y artillería pesada con él dentro. Pero...¿Dónde cuadraban las bragas en esa historia? Quizás esos pensamientos fueran de las abejas, después de todo. Los había escuchado sin buscarlos, como si estuviera pensando en ello muy intensamente. O quizá fuera por que las miles de mentes que la habitaban tenían la suficiente intensidad como para que él las detectara sin proponérselo. En fin. Lo mejor sería que ignorara esos pensamientos tan... Perturbadores, por llamarlos de alguna manera.

-Creo que voy contigo. Total, he sobrevivido a lo que quiera que sea eso. No creo que unos pocos fantasmas me asusten ya, y alguien tiene que recogerte si mueres. O al menos eso esperaba, por que como ahora apareciera un monstruo enorme iba a quedar peor que rematadamente mal. Bueno, habría que arriesgarse a pesar de todo. ¿Qué era lo peor que podía pasar?

...

2 metros. Se habian alejado 2 metros de la maldita puerta del maldito despacho cuando se cerró de golpe. Había nulas posibilidades de volver a entrar en esa zona protegida, seguro. Sólo les quedaba ir al piso de arriba, que no habían visitado aún. Nada ni nadie les impidió llegar hasta una estrecha escalerilla de metal oxidado que había empotrada en la pared. No se veía otro modo de llegar al segundo piso, por supuesto. Además, sería difícil que pudiera subir volando. A poca altura, la escalera quedaba cubierta por la pared, quedando como un estrecho hueco con los peldaños en un lado para subir. El espacio mínimo para que cupiera una persona adulta. ¿Quién habría sido el gracioso que había construido esa cosa? Por que Gabriel pensaba hacerle una visita para escupir en su tumba. Por dios, ya eran ganas de complicarles la vida. Después de comprobar si era seguro, Sparrow sw hizo a un lado.

-No creo que se caiga... Pero se ve como una luz verdosa al final. No sé qué será, pero igual si lo ves se te ocurre qué bicho hay ahí arriba. Si quieres, voy yo primero.

De todas formas, él podía resistir mejor si lo golpeaban con algo físico. Además, no quería que le diera un infarto subiendo por ahí con la parte baja de Hellcat delante. Sería muy desagradable. Y no era justo que se comiera todas las leches de esa noche, había que repartir: Ella ya había muerto y Gabriel solo andaba algo magullado. Lo ideal sería que acabaran los dos igual, que para eso trabajaban en equipo.

¿Había dicho de atarle a una cama? ¡NI HABLAR! ¡¡QUIERO ESAS MANOS SUELTAS Y LIBRES COMO EL  SOL CUANDO AMANECE!!

No, en serio. No me había estremecido tanto con un mero roce en toda mi vida, ni si quiera desde esa noche en el campamento de verano con Alexis que... que me voy por las ramas. Que el tío acariciaba muy bien, vaya.

¿Pedazo de rubio? Tendrás que presentármelo cuando puedas. Pero puedo acompañaros al rubio y a tí a cenar cuando acabemos con esto, si no te parece mal.

¿Y tener que compartirte con él? No sé yo, señor Sparrow... comenté, sonriendo de lado. Así que quería invitarme a cenar, ¿eh? Pues... ¡Venga, va! Hacía tiempo que no comía en condiciones con tranquilidad con alguien más. Así, en general. Y mucho más que no tenía una cita. Así que sonreí algo enrojecida y le di un suave golpecito en el hombro

Hecho, luego nos vamos a cenar a donde te dé la gana

Y finalmente salimos de nuevo a la fábrica. La criatura de metal se había desmoronado cerca de la puerta, posiblemente afectada por la explosión ectoplásmica provocada por la destrucción de la sala no euclidiana. No era de extrañar, sólo los espíritus más fuertes y más empecinados en mantenerse habrían sobrevivido a la destrucción de semejante ancla. Sonreí confiada mientras caminaba, las manos en los bolsillos, cuando la puerta se cerró de golpe tras nosotros.

Bueno, ahora sí que estaba claro que había que hacer limpieza, pero no sentía nada más en esta planta, así que nos acercamos a unas escaleras que llevaban al siguiente piso. Sparrow se asomó y comentó que había un brillo verdoso arriba, lo que me hizo fruncir el ceño. Encima, no eran cómodas de subir, y no podría hacerlo de un salto.

Suspiré, sacando uno de los mecheros. Necesitaba concentrarme para hacer las marcas adecuadas desde aquí, pero estaba segura de que lo conseguiría. Tras grabar unas runas de protección al final de la escalera, sonreí, mirando a Sparrow

He puesto un círculo de protección arriba. No durará mucho, pero debería cubrirnos en la subida. Así que... ¿Los guapos primero? Y así de paso podría verle un poco mejor ese culo que... ¡Uf! Vicky, céntrate, por Dios...

Inexplicablemente, Gabriel se puso a repasar los restaurantes que conocía en Blüdhaven, en lugar de plantearse primero el modo de salir de la fábrica abandonada de una pieza. Por mucho que fuera más importante, su rubia cabecita voló hacia un par de trattorias italianas, un local de vanguardia... "-Pero vayamos por partes: Antes de todo eso, vamos a patear culos fantasmales. Luego ya veremos." Por suerte, Hellcat le cedió el paso.

-Yo aquí no veo a ningún guapo, tendrán que pasar entonces las guapas...-Dijo en broma, haciéndose a un lado con una sonrisa como para dejarla pasar, mirándola a los ojos.-¿No? Entonces, ya subo yo.

Gabriel se acercó a los primeros peldaños, y trepó por ellos. No había subido ni medio metro y una de dos: O se había vuelto ciego, o es que eso estaba la mar de oscuro. Por Dios, que fuera lo segundo. Necesitaba los dos ojos, al menos de momento. Sorprendentemente, a medida que subía, los peldaños de la escalera parecían más ¿nuevos? Ya no estaban a punto de caerse, como los de abajo del todo: Sólo estaban un pelín oxidados. Pero eso no era lo mejor de todo: Se oían murmullos, cada vez más claramente.

-Ey, ¿oyes eso? Creo que son voces.

Presa de la curiosidad, Gabriel aceleró el paso. Bueno, la escalada. Lo que sea. La cosa es que empezó a ascender más deprisa, hasta que se dió cuenta de que se estaba agarrando a unos peldaños de metal pulido, perfectamente brillante. Como nuevos. La luz verdosa se reflejaba en ellos, distorsionando al imagen que devolvían del agente. Ese edificio llevaba años abandonado, pero eso estaba nuevo, como si acabaran de construirlo ayer mismo. Desde luego, no era lo más raro que había visto, pero no dejaba de ser muy, muy, muy raro. Al fin, llegó a la parte de arriba, que estaba bloqueada por una rejilla. Ningún problema: En menos de un minuto ya había apoyado la espalda contra la pared, sacado un par de herramientas y desatornillado el obstáculo. Por supuesto, también estaba limpísimo, como si a alguien le hubiera dado por fregarlo durante días enteros con Fairy. Con un pequeño impulso, salió del agujero. Tuvo que cerrar los ojos por un momento, la luz de los fluorescentes lo cegaba. Espera... ¡¿Fluorescentes?! Aún algo confundido, se agachó para ayudar a Hellcat a subir también, y ambos se quedaron pasmados por lo que había a su alrededor.

-¿Qué...?

La fábrica. Estaba intacta. Funcionando. Con trabajadores. Vivos y todo. Las máquinas emitían un murmullo de fondo, que se confundía con el roroneo de los obreros charlando entre sí. Todo tan normal que daba grima, por que nadie parecía verles a ellos dos. Simplemente, es como si no estuvieran, o como si todo el mundo los ignorara adrede.

-¿Qué ha pasado aquí? No me digas que hemos viajado en el tiempo o algo. Creía que ya no se podían hacer esas cosas.

OCC:

Uf, Dios. Joder. ¿Estaba mal que quisiera hincarle el diente a ese pedazo de cacho de trozo de carne que se meneaba ante mi cara? Porque joder, que culo más... más. No había palabras para describirlo, excepto hipnótico. Joder, me había quedado embobada verlo moverse mientras subía por la escalera tras el agente rubio. Madre mía, hoy iba a ser una noche completa con fantasmas, cena y juro que iba a haber magreo. Como que me llamo Victoria

Entonces empecé a notar cómo el entorno cambiaba a mi alrededor. Cuando llevas años cazando fantasmas y espíritus te terminas acostumbrando a registrar este tipo de cosas, sobre todo porque tienden a pasar con mucha frecuencia.

Asi que cuando Sparrow se mostró confundido, yo simplemente agradecí que me ayudase a salir de la escalera y metí mis manos en los bolsillos con tranquilidad

Oh, ¿Esto? No, no, nada de eso. Es un Eco. Cuando una fantasma quiere que algo de su historia se sepa, suele dejar tras de sí uno de estos. Es una pequeña alteración de la realidad, pero sólo afecta a tu percepción, posiblemente estemos de pie inmóbiles cerca del círculo de protección que creé. comencé a caminar con seguridad hasta uno de los trabajadores, atravesándole con la mano

¿Ves? Sólo somos espectadores, no podemos cambiar nada. Es posible que alguno de los fantasmas que se haya quedado atrás quiera contarnos algo. añadí, con tranquilidad. Miré a mi alrededor y me rasqué la nuca

Sparrow, veas lo que veas, nada es real, ¿entendido? Ni si quiera yo. Es decir, yo soy real, pero no estoy físicamente aquí, ¿vale? Si de pronto nos separan no te asustes, y recuerda que lo que no existe no te puede hacer nada. comencé a caminar hacia lo que era el despacho del capataz, pues habíamos salido de un desagüe de alcantarilla, silbando alegremente

Parece una fábrica de munición... es posible que sea la iteración de 1994 a juzgar por lo recientes que parecen las máquinas comenté, echando un vistazo a las distintas balas que estaban saliendo de las cintas transportadoras Esta fue la que se incendió, así que es posible que veamos lo que la causó, o algo así

Empecé a andar hasta lo que era el despacho del director, pero entonces me paré en seco, echando un vistazo a Sparrow. Sonreí de lado y seguí andando

Vicky. Creo que podemos dejar los motes después de poner nuestras vidas en juego.

Finalmente, justo ante la puerta, me paré, poniendo mi mano en ella. Algo invisible me impedía pasar Parece que el eco acaba aquí, así que supongo que... y entonces lo noté antes de oírlo. Una perturbación en el tejido de la realidad, como un parpadeo en el que podía ver dónde estaba antes de volver otra vez al Eco. Como una distorsión en la realidad, como si de pronto hubiera nieve en el televisor.

Mierda me giré sobre mí misma, viendo cómo de pronto los trabajadores empezaban a correr. Uno de ellos sonreía maníacamente, sus ojos brillaban de color amarillo y juraría que algo verde emanaba de los orificios de su cara. El tío soltó una carcajada maníaca, incontrolada, lo que hizo que arquease una ceja. Entonces se tiró de cabeza a una de las máquinas mientras sus compañeros gritaban algo sobre un comodín o un bufón o algo así.

Segundos después, la máquina en la que el tío explotó y prendió fuego, empezando a afectar las municiones cercanas, que provocaron una explosión en cadena.

Reaccioné instintivamente, saltando sobre Sparrow y tirándole al suelo conmigo, cubriéndole con mi cuerpo. Luego me di un par de bofetadas mentales al recordar que era un Eco, y como tal, el fuego pasó por encima nuestro sin afectarnos en lo más mínimo. Con las mejillas ardiendo, aparté un poco la mirada, antes de incorporarme.

El eco se había desvanecido, y en vez de una fábrica en llamas estábamos en una sala negra, casi carbonizada, en la que no se veía absolutamente nada. Ayudé al rubio a levantarse, tosiendo por culpa del polvo que había levantado al tirarme encima de él

Estoo... nunca había visto a un poseído que sangrase algo verde comenté, limpiándome el traje Suele ser más normal sangrar o dejar escapar ectoplasma, que suele ser negro al contrario de la creencia popular. ¿Se te ocurre qué podría haber pasado?

Gabriel se frotó los ojos, sin dar crédito a lo que veía. Era tan real... Jamás se habría dado cuenta de que era todo una ilusión. Bueno, hasta que intentara tocar algo, porque nada de la fábrica de munición que los rodeaba era tangible, como Hellcat demostró al atravesar con una mano el cuerpo de uno de los supuestos obreros.

-No se si a tí también, pero a mí me da la sensación de estar en una serie. Como si lo que tuviéramos que hacer fuera ayudar al fantasma de turno a pasar al otro lado en vez de patearlo. -Comentó, caminando distraídamente entre y a través de los trabajadores. Hellcat también le contó que podía estar tranquilo: Nada de lo que ocurriera en el Eco podía afectarles. La verdad es que era todo un alivio, aunque no le gustaba mucho la idea de que todo aquello fuera una alteración de su percepción: Si alguien fuera del Eco llegaba, no podrían verlo no oírlo, si no había entendido mal.

-Entendido. ¿De verdad te has aprendido toda la historia de la fábrica para esta misión? Eso sí que son ganas. O tienes demasiado tiempo libre, que también puede ser.

Fue siguendo a la rubia por aquel escenario, hasta que se dio cuenta de que no sabía su nombre real. Ya llevaban un buen rato juntos, ya podían ahorrarse los nombres clave. Aunque tampoco estaba muy seguro de si llevaban encerados una hora o un día, por que su reloj se había parado nada más entrar en el edificio y las ventanas de la parte de abajo estaban todas cegadas con tablones.

-Por cierto, ¿cómo te llamas? Nadie nos ha presentado como es debido. Yo soy Gabriel.

-Vicky. Creo que podemos dejar los motes después de poner nuestras vidas en juego.

Se paró, como si hubiera chocado con una pared de cristal justo ante la puerta del despacho del director. No podían ir mucho más lejos, pensó el chico. De modo que, quisiera lo que quisiera mostrar el pesado del espíritu que los había metido en su Eco, tenía que estar ahí. Uhm, igual era ese loco que reía... pues eso, como un loco. Todo el mundo se apartó, asustado. La verdad es que Gabriel también estaba muy tenso, pero se calmó al recordar que nada de eso era real. Era más bien como una peli en 3D. Muy, muy realista, eso sí. El trabajador corrió como una flecha hacia una de las máquinas que había en marcha. Y se tiró dentro con un grito que les heló la sangre en las venas. Un pensamiento sombrío llegó a la cabeza del francés: ¿Vicky seguiría ahí físicamente, o era solo un espejismo? La realidad se había retorcido, cualquiera podía notarlo. Por si acaso, alargó una mano para tomarla de la muñeca: Era la única manera que sabía de momento para distinguir si algo era real o no. Apenas la había tocado, cuando todo explotó. La pólvora de las municiones apiladas por todos lados comenzó a quemar por igual muebles, paredes y personas aterrorizadas. La ilusión era completa, podía sentir el calor de las llamas en su cara. Pero no se movió ni un ápice, después de todo, no pasaba nada. Ahora ya sabían lo que había pasado, solo tenían que... ¿¿¿QUÉ LECHES???

Algo lo derribó mientras estaba distraído. Para cuando quiso darse cuenta, estaba en el suelo, con Vicky encima. "-Esta mujer quiere matarme. Seguro." Aunque no tanto del susto como del infarto. ¿Por qué tenía que pegarse tanto? ¿No se daba cuenta de que igual estaba intentando no hacer ninguna gilipollez? No, por que si no no tendría su boca a escasos centímetros de la suya. Toda la sangre del cuerpo de Gabriel se concentró en sus mejillas. La ilusión desapareció, y ellos se quedaron en el mundo real, sin saber muy bien qué decirse o hacerse. Vicky fue más rápida, y optó por el "aquí no ha pasado nada". Tosiendo, la cogió de la mano para levantarse.

-No tengo ni idea, todo ha sido muy rápido. Pero lo primero que se me ocurre es que ese tipo o bien no era especialmente humano, o lo era pero había otra cosa actuando a través de él. Quizás jugó con magia oscura o algo así y eso lo volvió loco. O igual fue la cámara no eucalidiana. Dijiste que podía hacer perder la cabeza a quien mirara dentro sin protección, ¿no?

Los conocimientos sobrenaturales del agente eran tan enormes que no tenía ni idea de que el ectoplasma fuera negro, así que imaginaos. Y encima, se le había rasgado la camisa con la caída, además de que se había vuelto gris con la carbonilla del suelo. Suerte que tenía más ropa de civil en la moto, pensó al quitársela. Rota, no era más que un estorbo. Se volvió a poner la chaqueta, para cuando salieran al exterior. Si llegaban a salir, claro.

Ehm... esto... uf. ¡Uf! ¿Es cosa mía o hace calor aquí? No, en serio, que estoy sudando y... va a ser cosa de la puñetera chaqueta, fijo. Porque claro, yo no me sonrojaría por ningún hombre. Nunca. Ni muerta. Que no, que no, que te lo estás imaginando todo. ¿Yo? ¿Como un tomate por un rubiales con unos abdominales que daban ganas de hacerse una fondue en ellos? ¡Venga ya!

No, en serio, deja de mirarme así. No era por Gabriel. Bueno, a lo mejor un poco, pero ¡No me sonrojé por él! ¿Capisce?

El caso es que caí encima de él, rasgándole la camisa en el proceso. Lo siento, camisa, tú que valientemente te has sacrificado para alegrarme la noche, tu recuerdo jamás será borrado. Me aparté de él, y éste procedió a quitarse la camisa, por lo que me quedé embobada mirándole. Dios santo de todos los abdominales, bendito seas entre todos los musculitos y bendito es el fruto que hay en su vientre, joder.


Tras unos segundos largos aparté la mirada, carraspeé y empecé a mirar por toda la zona, incorporándome

No... sé, no tenía pinta de ser ningún veneno o infección mágica conocida. Quizás fuera algo más mundano, como alguna sustancia estupefaciente o algo así. O también la cámara no Euclidiana, sí... Pero vamos, que no me suena haber visto nunca nada así... a lo mejor en tu organización saben algo, cielo me rasqué la cabeza y negué con ella.

Mira, eso era lo de menos ahora, nos quedaba algo más de trabajo, y no era plan de escaquearse ni entretenerse. De hecho...

Un momento, Gaby ¿Te puedo llamar Gaby? Me ha parecido sentir algo comenté, adelantándome mientras levantaba mi mano. De la nada apareció fuego, y ese fuego iluminó a un trío de esqueletos vestidos de vaqueros, que me devolvían la mirada Mieeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrr esqueletos que levantaron sus revólveres fantasmales mientras yo levantaba un muro de piedra ante ellos rrdaaaaaa y entonces el infierno en la tierra comenzó, con balas golpeando contra el muro mágico que acababa de crear.

¡Yo me encargo! ¡Están débiles y aturdidos, sólo serán unos segundos! No salgas hasta que yo te lo diga, ¿entendido? Y dicho eso, salté al otro lado del muro. En segundos se desató el caos con fuego, hielo, balas y rocas. No puedo decir que saliese indemne. De hecho, salí bastante vapuleada, pero finalmente terminé acabando con todos los fantasmas antes de sentarme en el suelo con un suspiro. Tenía un balazo en el brazo (uno que no tenía bala, por cierto, sólo el boquete), una herida en la frente que sangraba, moratones por todo el cuerpo y un labio roto.

Nada grave, pero joder cómo dolía

Eh... ¿Qué tal si nos vamos a cenar algo? Creo que me lo he ganado...

-¿SHIELD? No creo, no es su especialidad. Aunque puede que consigan contactar con el Doctor Strange, o con algún otro mago si hace falta.

La verdad, nunca había visto agentes de SHIELD entrenados para actuar como fuerza de choque contra amenazas sobrenaturales. Aunque claro, no era ningún secreto que la mayor agencia de espionaje del mundo estaba llena de secretos, incluso para sus propios efectivos. Se hacía incómodo, pero Gabriel se había acostumbrado en poco tiempo. Si de repente tenías que intervenir en una misión junto con una unidad que hasta ahora no tenías noticia de que existiera, te limitabas a leer los informes, cogías la armadura y al lío. Que para eso estabas, y no para beber un café tras otro en la sala de reuniones.

Vicky dijo que sentía algo, y eso tratándose de ella era ya una mala noticia. Cada vez que decía algo por el estilo o se ponía en plan cazafantasmas, algún bicho salía de algún sitio y la liaba. Y como no, la rubia se adelantó, para que lo que fuera que hubiera en esa zona le pegara primero. Igual le gustaba, quién sabe. El taco no se hizo de esperar, y pilló a Sparrow con la pistola fuera y la mente preparada para atacar. Pero una pared de tierra evitó que se metiera en la pelea, como habría sido lo normal. A Hellcat le faltó tiempo para ir a ocuparse de los sheriff zombies, por supuesto. Tan protectora como siempre con la gente que podía morir. Al rubio no le quedó más remedio que rastrear por si podía toquetear las consciencias de los vaqueros. Por supuesto, como buenos zombies, eran un trío de criaturas descerebradas imposibles de manipular. Por suerte, sí que había algo que podía hacer para resultar algo útil u además distraerse del follón en el que se había metido Vicky. No tardó mucho en localizar una salida por una parte derruida de la pared, que daba a la calle. Estaban en un segundo piso, pero eso para él era como si estuvieran encima de un escalón: Ningún problema. Los disparos, gritos y gruñidos varios empezaron a atenuarse en un momento dado, y la pared que cortaba el paso al agente de deshizo al fin. Así, pudo verla tirada en el suelo, bastante rota y rodeada de lo que quedaba de los fantasmas. Y aún bromeaba.

-Si entras así a cualquier sitio, se asustan y nos echan a la calle. Mejor si te arreglamos un poco antes, ¿Te parece?-Intentó sonar despreocupado, pero en realidad andaba algo nervioso. Respiró hondo, y se arrodilló junto a ella. La rodeó con cuidado con los brazos, de modo que cuando se levantó de nuevo la llevaba en volandas. A pesar de que ella quisiera hacerse la dura, Gabriel la iba a curar. Sí o sí.

Buscó con la mirada, y la apoyó en un fardo de telas que había por ahí, sentada en el suelo y con la espalda recostada contra eso. Habría venido muy bien un sofá, una cama o una camilla, pero era lo que había. Tendría que hacerlo así, aunque era algo incómodo, especialmente para ella. Sacó una jeringuilla de anestesia de las que todos los agentes llevaban, y la abrió.

-No te voy a mentir, esto duele un poco, y es posible que te marees. Apriétame la mano si quieres.

En su voz había un algo especial, como una velada dulzura detrás del tono entre cordial y confiado que estaba usando. La tomó de la mano, y clavó la aguja cerca de donde el balazo había convertido su piel en un agujero negro. La inyección era dolorosa, pero por suerte eso se pasaba rápido. Además, siempre era mejor que el dolor de la propia herida. Sacó vendas, y se ocupó de controlar la corriente roja que se empeñaba en escapar del cuerpo de Vicky. Eso era lo más importante, seguido de la herida de la frente. Un poco de desinfectante, unos puntos adhesivos (Y unos pocos comentarios algo incoherentes por parte de la chica que tenía debajo. Espera, ¿Cuándo se había puesto él arriba? se preguntó, mientras se inclinaba de nuevo sobre ella) después, Vicky estaba casi lista. Cuando acabó, procedió a dar una crema especial a las distintas magulladuras que se repartían aquí y allí para que se curaran más rápidamente. Le habían dado por todos los lados, y cada golpe había dejado su correspondiente huella de color añil. Gabriel siguió con quizás más gusto del que debería esas huellas, dejando caricias allí donde la templaria había recibido puñetazos. Por un momento, perdió la moción del tiempo y el espacio. Estaban allí, ellos dos. Daba igual dónde, cuándo. Daba igual quiénes fueran, o quiénes quisieran ser. Lo único que le importaban eran esos ojos violetas en los que se estaba ahogando sin remedio, pero sin querer evitarlo tampoco.

Para cuando volvió en sí mismo, se dio cuenta de varias cosas. La primera, que estaban muy cerca. La segunda, que se le estaba acelerando el pulso. Y la tercera, que seguramente estaría rojo. Muy rojo. Se separó casi imperceptiblemente, como para comprobar que no se había dejado nada. Con infinita delicadeza, apartó un mechón de pelo de la cara de Vicky, para ponérselo detrás de la oreja.

-Lo siento, no debería haber hecho eso. Perdóname si te he molestado. -Fue apenas un susurro avergonzado, pero Vicky lo pudo oír claramente. Aún así, Gabriel no se movió del sitio. Tenía una mano a cada lado de la chica, apoyadas en el suelo en un gesto protector. Algo le dijo que la besara, que le desabrochara la ropa y se dejara llevar. ¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Que lo rechazara? Tenía la inexplicable certeza de que no. Ninguna mujer a la que deseara se le había resistido jamás. Pero sentía ese recuerdo como algo ajeno a él, como cuando te implantan algún miembro y lo notas extraño, aunque es parte de tí. Confundido, apartó la mirada, rogando por que Vicky no se diera cuenta del trabajo que le estaba costando contenerse.

OCC:

-Si entras así a cualquier sitio, se asustan y nos echan a la calle. Mejor si te arreglamos un poco antes, ¿Te parece? Intenté decir alguna cosa divertida o algo así para quitarle hierro al asunto, pero lo que hizo Gabriel me dejó sin palabras.

Seamos sinceros: Soy una chica dura. Soy la que salva a la gente de un incendio, la que baja gatitos de los árboles o la que arrastra a otros agentes heridos fuera de los campos de batalla, por lo que nadie me había cogido en brazos desde que soy mujer. Ninguno de mis ex lo ha intentado (principalmente porque no me suelo dejar), y tampoco lo ha logrado ninguno de mis compañeros: por lo general tiendo a morirme rápido, y el no poder andar deja de ser un problema

Así que simplemente me arrebujé, me sonrojé y no dije nada, escondiendo mi cara entre mis manos y mi pelo, avergonzada. Maldita sea, que no soy ninguna dama en apuros...

Gabriel no me llevó mucho más tiempo en brazos de todos modos, ya que poco después me recostó en unos petates. Aún sonrojada le miré entre mis dedos, y deseé que NO me mirase a la cara. O que me besase. Maldita sea, si no fuera por el dolor me estaría poniendo bien a tono con tanta galantería y gilipollez

-No te voy a mentir, esto duele un poco, y es posible que te marees. Apriétame la mano si quieres.

Qué majo. No, en serio, estaba demostrando mucho cariño y cuidado en sus atenciones, aunque la mirada de pánico que le eché a la aguja dejó claro que no me gustaban nada. Tan poco que aparté la mirada antes de que tocase mi piel y apreté la mandíbula y resollé un poco cuando me pinchó.

No, en serio, tengo un problema con ellas, me dan mucho mal rollo, ¿vale? Y tampoco es que me gusten los matasanos, todo sea dicho.

El caso es que segundos después solté un suspiro, relajándome y empezando a reír tontamente. Era como estar entre nubecitas, así, flotando, con unas cosquillitas la mar de tontas en el abdomen y un tío bueno encima mío...

Un momento.

Empecé a reírme como una tonta mientras él me limpiaba las heridas y me echaba cosas y... y qué bien olía, y qué ojos más bonitos y qué labios más... uffffff...

Apartó un mechón de pelo de mi frente, poniéndomelo tras la oreja mientras mis pupilas se dilataban y mis labios se entreabrían. Mi pecho subía y bajaba rítmicamente, y la sonrisilla tonta todavía estaba en mi rostro

-Lo siento, no debería haber hecho eso. Perdóname si te he molestado.

¿Perdonar? ¿Molestado? ¡Venga ya! Le cogí de la pechera torpemente, sonriendo, mientras mis dedos se deslizaban por la piel, algo más torpes de lo que me gustaría reconocer por culpa de las drogas que acababa de meterme. Madre mía, el chute era de los gordos, y no me dejaba pensar con claridad. Porque vamos, yo no me froto con nadie en la primera cita, mucho menos le meto un morreo de película y aún menos lo abrazo contra mí.

Porque no era lo que estaba haciendo, no...

Bueno, vale. En un momento de descuido le había abrazado con los brazos y las piernas. Y me había reído. Y había notado que se alegraba de verme. Y le había morreado.

¡Pero no soy una fresca! Es... es culpa de las drogas. Palabra. Y bueno, que me hacía tilín. pero principalmente las drogas.

Y Vicky le besó. Así, por que sí. Empezó llevando sus manos al pecho desnudo de él, con torpeza. Gabriel contuvo el aire mientras Vicky agarraba su chaqueta y tiraba hasta prácticamente tumbarle sobre ella. Sobra decir que no ofreció resistencia, y que la abrazó cuando sus labios se juntaron. No estaba haciendo las cosas bien, y lo sabía. Había intuído una risilla tonta en boca de la rubia, pero no le había dado importancia hasta ahora. Quizás le estuviera haciendo cosquillas o algo, pero no había pensado en lo mal que le podía haber sentado la anestesia. "-Para." La conciencia hizo su aparición, tan inoportuna como siempre. "-No puedes hacerle eso." La templaria le rodeó con la piernas, sin que eso interrumpiera sus labios, que se dedicaban a devorarse mutuamente. "-¿Por qué no? "

Su cuerpo no tenía tantos dilemas, sin embargo. Más bien ninguno. La besó en el cuello en cuanto pudo liberarse de sus labios. Sabían a miel, y Gabriel era muy, muy goloso. "-Porque está atontada, imbécil. No puedes aprovecharte de ella." Pero lo estaba haciendo. Sus manos la atraparon con la rapidez del pensamiento. Porque era un pensamiento lo que las guiaba. La voz escarlata sonrió con sarcasmo a la parte más racional de Gabriel. "-Como si no quisieras nada...¿O eres demasiado buena persona para esto?"

-Vicky... Para... No quiero hacerte daño.

El corazón del chico iba a mil por hora, latiendo a toda velocidad en una carrera hacia ninguna parte. Intentando frenar. Pero estaba muy lejos de parar ahora que había empezado. Se deshizo de la chaqueta de Vicky de alguna manera, y comenzó a recorrer su piel como si quisiera memorizar su tacto."-No soy así..." En un momento de lucidez, consiguió apartarse. Lo suficiente para volver a la realidad. Tenía que dejar descansar a Vicky, o se le volverían a abrir las heridas y se desangraría ahí mismo. ¿Y... qué hacía hablando consigo mismo? "-Tú no eres así... Pero yo sí." Se quedó en blanco. ¿Cómo que...? Se hizo a un lado, aún entrelazado con ella. Respiraba entrecortadamente, en parte por el miedo que se había causado él mismo, en gran parte también por la propia excitación. El suelo estaba frío contra su espalda llena de cicatrices, descubiertas cuando había perdido la chaqueta en algún momento. Resultaba realmente difícil calmarse si Victoria no tenía intención de parar. Y no la tenía. Inconscientemente, acarició el torso de Vicky en un movimiento lento y cuidado. Ahora era ella la que estaba arriba, distrayéndole de las dudas que su voz había sembrado en sí mismo. No tenía ganas de pensar , pero tampoco podía seguir. No quería tener que explicarle a su compañera de misión lo que había pasado entre ellos cuando se despejara del todo. Lo más sensato sería levantarse y... y... Habría que buscar un plan B, porque le resultaba materialmente imposible apartarse un solo centímetro.