La ciudad de Frank Sinatra. [Arturo Lizarraga y Libre]

28 de Junio del 2018


¡Queeeeeeeee haaaaaaaambreeeeeeeeeeeee!

Me había quedado dormida y no me había dado tiempo a pasar por los refugios para coger algo de comer. Ya habían chapado, después de hacer su buena acción del día, pero ya no me había dado tiempo a llegar. Ese tipo de cosas suelen pasar cuando estás tan tranquila por la noche, arreglando una rueda de los patines que chirría y dos calles más allá oyes los gritos desesperados de una mujer, y la risa maníaca de un tipo que intenta por todos los medios llevarse un bolso de fiesta. Que estúpidos eran esos bolsos. Eran una especie de monederos con aires de grandeza a los que les habían puesto una cadenita o un cordón, que habían decorado con tachuelas, lentejuelas y una tela barata que pretendía parecer muy cara, todo para dar como resultado la culminación de la inutilidad que les había llevado años y años estudiar, para que en esos monederos enmascarados no te cupiera ni el Idem, y no fueses capaz de meter un pintalabios de lado. Eran estúpidos. Estupidísimos. Pero eso no es motivo para robar a nadie.

De buena fe había intentado quitarle al susodicho individuo la idea de robar semejante artículo, tratando de convencerlo de que si lo pensaba bien, seguro que querría llevarse cualquier cosa menos eso. Me había costado una patada en la cabeza, y eso me enfadó mucho. Tanto como para empotrarle contra un contenedor de basura del que si había tenido suerte, aún le estarían sacando los bomberos.

¡QUEEEEEEEEEEE HAAAAAAAAAAAAAMBREEEEEEEEEEEEE!

Vagaba por la manzana sin rumbo fijo. Estaba demasiado cansada para llegar hasta el parque, y currarme una exhibición de patinaje que me consiguiera algo de comer, pero no lo bastante para tirarme al suelo a hacerme la pobrecita y competir con los mendigos de la calle por un cochino par de pavos.

Mientras divagaba, una señora envuelta en visón me embistió en su recorrido hacia un taxi que cogió con tanta prisa como si fuera el último transporte que fuese a salvarla de alguna situación post-apocalíptica. La miré arrugando el labio, dejando ver mi diente partido. Tenía toda la pinta de ser de esas que siempre están en el peor sitio, seguro que tenía la oportunidad de salvar su rico culo en otra ocasión, y seguro que de forma totalmente accidental acababa con el abrigo hecho un pellejo achicharrado. Metí las manos en los bolsillos de mi sudadera cochambrosa y seguí andando, pero entonces se me cruzaron por delante dos tipas sacadas de sexo en la ciudad, y una me arreó un bolsazo, haciéndome chocar con otra persona.

-¡Que le pasa a la gente hoy!- berreé siguiendo con los ojos sendos culos envueltos en vaqueros pushup.

En serio. No os hacéis idea de lo jodido que es medir 1.20 en las puñeteras calles de New York.

El día estaba siendo largo, sobre todo sin un buen bourbon, pero no quedaba otra opción que seguir sin pensar en ello, la charla con Arión había sido agradable, era una persona inteligente, pero tan bueno y tan anticuado que no lo parecía, un tipo simpático sin duda y el sueño de cualquier estafador..., pero bueno, ahora estaba caminando con Razor, buscando el puesto de perritos de Jack, nadie como Morrison para animarle el día a cualquiera con uno de sus perritos, de los cientos de puestos de Manhattan el suyo era sin duda el mejor, y que fueran veinticinco centavos más caros que el resto no era un precio excesivo para Tony.

Dieron la vuelta a la manzana mientras Arturo le explicaba algunos detalles de su mundo y por fin lo vio empujando su carrito, nunca se alejaba demasiado de esta manzana, ya que tenía bastantes clientes habituales, Dos con extra de todo y sendas Pepsis Jack, te traigo un futuro cliente habitual, le dijo con un guiño, al volverse con los perritos para darle el suyo vio que el mutante estaba hablando con una andrajosa niñita, ¡Hey! pequeña, ¿quieres uno?, dijo tendiéndole ambos perritos, por su aspecto podría comerse media docena y aún tendría hambre.

Jack un par más y otra Pepsi para la niña, dijo dándole también una de las latas de refresco, luego se agachó junto a ella para quedarse a la misma altura, dime pequeña, ¿estas sola por aquí?, a punto había estado de hacer la pregunta típica de donde están tus padres, pero eso no solía salir bien, se notaba que la niña había estado viviendo en la calle por una temporada, y si era así o se había escapado de casa o de un orfanato, y lo último que querría es que alguien le hablara de sus padres.

Tony tenía muy claro que no podía ayudar a todo el mundo, algunos ni siquiera querían ser ayudados, pero encontrarse una niña tan pequeña tirada en la calle era demasiado, no podría ayudar a todos, pero al menos podía ayudar en unos pocos casos, quizás este en concreto pudiera solucionarlo.

¿Os hacéis una idea de cuanta gente quiere tocarme la cabeza? El mundo tiene alrededor de siete mil millones de personas, y apuesto a que al menos seis mil novecientos noventa y nueve millones estarían encantados de hacerlo. Yo lo odio. Lo odio con todas mis fuerzas. Me hace sentir como si fuera una condenada cría. Además, por algún motivo, todo el que se piensa que te saca más de cinco años de edad se cree con derecho a hacerlo. Te pasean los dedos por encima, urgandote en el pelo, como si fuera un gesto cariñoso. ¡Pues no lo es, maldita sea! ¡Yo no soy un gato! ¡No soy un perro!

Seguramente estaba exagerando, pero vosotros sentiríais lo mismo si lo primero que quisiera hacer todo el mundo fuese tocarte la cabeza o el pelo.

Refunfuñé por lo bajo frunciendo el ceño de forma adorable mirando al tipo del parche y le habría dicho cuatro cosas, de no ser porque sus ojos quedaron interceptados por un trozo de carne, humeante, caliente y lascivo, sobre un delicioso bollo tostado por dentro cubierto de mostaza, ketchup, cebolla, pepinillo, mahonesa, queso y a saber qué más. Miré al trajeado con los ojos como platos, como si me estuviera vendiendo alguna religión, y para convencerme me enseñara un pequeño dios en miniatura bailando en la palma de su mano.

- ¿Es para mi? ¿Me lo das? - casi me echo a llorar ahí mismo -- ¿Estas seguro? Ni siquiera se te ha caído al suelo, ni nada. - dije, pensándolo mejor por un momento.

¿Sabéis eso que suele decirse de que hay gente buena en el mundo? Os asombraría saber cuántas de esas buenas gentes están vestidas con abrigos roídos y camisetas que regalan con los cereales. Normalmente la gente trajeada tiene demasiado en que pensar, mandan el cheque una vez al mes y con eso tranquilizan sus conciencias mientras se tiran a la mujer de otro. Pero no iba a ser ella quien le quitara la oportunidad de redimirse al pobrecito Tony Stark. Pues claro que le conocía. ¿Quien no conoce a Tony Stark? Alargué la mano, cogí el perrito y prácticamente lo engullí como un pato, manchándome toda la cara, mientras notaba la comida caliente dentro de la boca. Normalmente cuando la gente habla de cosas así, yo contesto: "¿Comida caliente? ¿Qué es eso?", pero de momento, más valía disfrutarlo, no fuera a ser que cambiasen de opinión.

- Mnan, Ghasiah señoh - dije con la boca llena mientras masticaba, dedicando una sonrisa llena de migas y tomate a Tony, despues de tragar, añadí- ¿Oye, qué te ha pasado en el ojo?- pregunté, dando otro bocado.

A veces ser niño tiene muchas ventajas, como no tener que ser políticamente correcto por ejemplo. Ese tipo de preguntas salían así, sin pensar. Si algo las caracterizaba era, primero, que no tienes por que inhibirte ni lo más mínimo, nada de preguntar que tal la familia, como te ha ido el trabajo ni tonterías. Sólo preguntabas lo que querías saber. Y dos, todo el mundo esperaba ese tipo de impertinencias en los niños, cosa que la ayudaba a respaldar su imagen.

De pronto el tipo que había cerca de ellos se dobló por la mitad como si fuera a cagarse encima. Me aparté dejándole espacio, por si lo hacía de verdad, terminandome a bocados ansiosos lo que quedaba del perrito caliente, que desapareció en un visto y no visto, y le oí gruñir el estómago.

- ¿Que te pasa? ¿Vas a gomitar?- preguntó, haciendo que la mala pronunciación de esa palabra sonase adorable.

Por cierto, ¿Cómo te llamas?—le pregunto a la peque después de la escena, supongo que Tony querrá seguir con su improvisada investigación.

Tony recogió los otros dos perritos, ofreciéndole otro más a la niña, y reparando en el tipo que estaba junto a ellos, mirando una hoja de periódico que se había enganchado en su pantalón, su cara le sonaba de algo, pero no acertaba a recordarlo, conocía a tanta gente que era difícil relacionar todas las caras con todos los nombres, no le dio demasiada importancia pero al ver donde estaba parado se dio cuenta de que quizás estaba pidiendo cuando el llegó y se le había colado sin darse cuenta, ¡eh amigo! ¿Estabas en la cola?, perdona, no te había visto, toma quédate el mío ¿vale?, le puso el perrito en las manos y le pidió otro a Morrison, con un poco de suerte este podría comérselo.

La verdad a él le encantaban los críos, quizás era por eso que le decía siempre Pepper de que en realidad seguía siendo un niño, pero para empezar solían ser directos y sinceros, y no unos lameculos que te decían aquello que querías oír, como había dejado muy claro la mocosa ignorando su pregunta, lo que solo hacía que aumentara su interés en ella.

El millonario volvió a agacharse para quedar frente a la niña y le dijo en voz baja, En realidad es mentira, aquí donde lo ves este tío es un caballero andante, lo que pasa es que está de incógnito, se dedicaba a cazar dragones y uno le hizo eso, pero después de matar al dragón le robo su fuego ¿sabes? No le gusta presumir de ello pero si le contestas y se lo pides por favor igual escupe fuego para ti, difícilmente Arturo o Sloan habrían podido escucharle, aunque en realidad Tony desconocía si alguno de ellos tendría un oído capaz de captar lo que le dijo a la niña.

Se termino su perrito aún en cuclillas junto a ella, ¿Alguien quiere otro perrito?, preguntó después, y procedió entonces a pedir los que quisieran y uno más para él, en realidad no había incluido en su invitación al tipo que estaba junto a ellos, pero seguramente eso no detendría a alguien como Jenkins, de hecho, seguramente ni se daría cuenta de que no estaba incluido, de todas formas si se decidía a pedir otro de esos maravillosos perritos Tony se lo daría.

Así que tuerto desde los ocho. Esa edad estaba maldita. Al menos yo le tenía una manía horrible. Se podría decir que ya teniamos algo en común. Me acabe el perrito a bocados, la verdad es que sabían como a unicornios envueltos en algodón de azúcar salpicados en chocolate y arcoiris. Mas o menos. Era algo así, pero salado. El caso es que cuando acabe me di cuenta de hasta que punto echaba de menos la comida caliente y lo solo que ese triste perrito caliente iba a sentirse dentro de mi estomago. Habría que buscarle un compañero náufrago. El tipo que me había tocado la cabeza me preguntó el nombre, de pronto.

- Soy Tortita! - exclame con la boca llena de ketchup, tendiendo una mano pegajosa a Arturo, para presentarme.

Un gesto que quedaba como el de un crío intentando parecer adulto, o como lo que era realmente, un adulto despreocupado que olvidaba que vivía alquilado en un cuerpo de una cría. Tony Stark se agacho a mi lado, ofreciéndole otro perrito que cogí, mientras me contaba un cuento chino. Se me ocurrió de pronto que seguramente era la primera mujer del mundo que había echo arrodillarse al mismísimo Ironman. Aunque fijo que él habia echo que mas de una se arrodillarse. Ya me entendéis.

- tienes fuego de dragón de verdad?- pregunte, un poco mas confiada de que no iban a quitarme la comida, tomándome mi tiempo para saborearla. Me callo encima un montón de cebolla y pepinillo que procedía de un perrito caliente cuyas propiedades físicas desafiaban toda concepcion de la realidad. - EH, aprende a comer, gumias! - refunfuñe de forma adorable, sacudiéndome de encima eso, mientras el tipo del dolor de barriga comía como si le fueran a sacrificar después. - Enseñame el fuego. Quiero ver el fuego, porfi. - pedí.

Que buen día. Comida con espectáculo.

El bueno de Morrison había acabado con su salsa especial a base de recargar los perritos hasta que casi se partían, pero disfrutó como el que más del espectáculo de Arturo, mientras los dos devoradores profesionales de perritos por fin parecían saciados, incluso le había dado tiempo a coger uno de los Hot Dogs menos cargados y comer algo antes de que se lo quitaran también de las manos.

Por desgracia la actuación del mutante fue más llamativa de lo que había esperado y no tardo en formarse el pequeño corro de curiosos típico de la Gran Manzana, que a su vez atrajo a otro mayor, todo ello al lado de un Jack Morrison radiante que sabía que hoy cerraría temprano con todas las existencias consumidas, lo malo de esta situación es que sería difícil salir del corro que se había formado salvo entrando en algún local que restringieran el acceso al público o volando, una vez llegados a este punto podía tardar horas de autógrafos, normalmente lo haría encantado, nada como ser el centro de atención para satisfacer un ego tan desmesurado como el de Tony Stark, pero ahora mismo tenia otras cosas en mente, como la niña que comía perritos como si no existiera un mañana.

Tony firmo otro autógrafo y antes de que llegara el siguiente volvió a agacharse frente a la niña, Esto se está poniendo muy concurrido, ¿que te parece si te invito a un helado? Es lo mejor para bajar esos perritos, no muy lejos de aquí ponen unos helados de vainilla con nueces de macadamia que están para chuparse los dedos, ¿te vienes?, de nuevo la invitación no había incluido a Sloan, pero seguramente no rechazaría la oportunidad de seguir comiendo a costa del millonario y se autoinvitaría a la heladería, solo quedaba un asunto pendiente, librarse de la gente para poder salir de allí.

Jarvis, échanos un cable, tráete a una armadura ¿vale?, unos cuantos autógrafos después de aquello y la armadura de Iron Man aterrizó al otro lado de la calle, atrayendo la atención de los curiosos, otra de las características de Nueva York, lo nuevo siempre era mejor, vamos, tenemos unos minutos hasta que decidan que nosotros podemos ser más interesantes, le dio un par de billetes de cincuenta a Morrison y salieron de allí en dirección a la heladería.

- ¡Si que lo eres! ¡Te has comido diez perritos! ¡Eres un gumias! - le recriminé -¡Gumias, Gumias, que comes como un cerdo!- añadí cantarina, señalándole con el dedo. Entonces me hizo una pregunta de lo mas rara y tuve un escalofrío. Lo preguntó como si... ¡Qué cosas se me ocurren a veces! Si, claro. Como si ese tipo fuese a intentar morderme o algo así. - Eres un tipo raro, gumias. - dije, negando con la cabeza, y mirándole guardando las distancias.

A saber qué tripa se le había roto para meterse diez perritos como si fuera una actriz porno. Mejor no estar cerca, no fuera a ser que siguiera con hambre. Arturo me contestó a lo del fuego, puso las manos como si fuera a soplarselas, pero en lugar de hacerlo, salió una llamarada de fuego rojo. Resultaba bastante impresionante, y no se detuvo ahí, si no que siguió haciendo aparecer bola tras bola, hizo malabares y juegos con ellas, deleitándonos con todo un espectáculo que atrajo a todo el que pasaba por ahí, y de milagro no hizo venir helicópteros de las noticias locales. A todo esto, legiones de fans embravecidas se habían dado cuenta de que Tony Stark estaba allí y los que no querían que firmaran sus bragas o sus pechos, querían su firma para colgarla junto a su foto y envidiarle cada día que se levantaban para ir a sus míseros trabajos. Entonces llegó la segunda invitación por parte de Tony y ella se vio en un apuro. Como continuara pagándole cosas tendría que plantearse pasar a segunda base, y eso era sólo la primera cita.

- ¡Si! ¡Voy contigo! - grité entusiasmada, al tiempo que pedía a un tal Harvy que trajera no se qué. Un revuelo se armó en la otra esquina de la calle, cuando aterrizó la armadura. La verdad es que si lo pensaba bien, no me extrañaba nada que sitio por donde apareciera, Tony dejara un rastro de bragas mojadas por los suelos. - ¡Lo del fuego es muy chulo! ¿Cómo lo haces? - pregunté, intentando que me contara el truco. Aunque eso tenía mas pinta de ser algo tipo poder sobrenatural o mutante. Sólo esperaba que no fuese alguno de esos demonios que acababan en la lista de Mephisto. El gumias se apuntó. No me extrañaba nada. Ahora tenía curiosidad por ver cuánto sería capaz de comer. Ya estabamos empezando a andar, cuando tuve una ocurrencia. Cogí a Tony de la mano y le di un tirón. - ¿Me aupas?- pregunté con los ojos brillantes, sujetando con mis pequeñas manitas la suya grande. Sería lo más parecido a tener a un hombre entre mis piernas que iba a sentir, y ya que estaba siendo tan amable, quizá no le importaría concederme ese capricho.

OFF:

El tipo raro, Sloan, se había autoinvitado al helado como había supuesto Tony que ocurriría, pero ¿como librarse de él sin que la niña también se fuera?, momentos después de salir de allí Arturo se puso a hablar con el tipejo aquel, que seguía sonándole de algo pero sin llegar a ubicarlo por completo, algún informe de SHIELD seguro, pero ¿cual?, sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz dulce, ¿Me aupas?, ¿quién hubiera podido resistirse a esa carita?, así que se agacho y la ayudó a subir en sus hombros, pesaba poco incluso después de los perritos.

Llegaron a la heladería y Tony saludó a la propietaria, una joven que había conocido hace algún tiempo, cuando probó por primera vez los helados que preparaban aquí, y ella se ofreció a enseñarle todo el local, Buenas tardes Shelly, le dijo con una sonrisa, ¿te importaría servirnos cuatro tarrinas grandes de tu especial de nueces?, le pregunto una vez hubo dejado a la niña en un asiento, con doble ración de virutas de chocolate para mi amiga Tortita, marchando cuatro especiales, ¿dime pequeña, le ponemos una buena cobertura de nata montada también? Al ricachón seguro que no le importa, dijo la chica con un guiño cómplice.

Shelly les sirvió y todos se sentaron, llegaba el momento de la verdad, el momento incomodo, Tony esperaba que la niña valorara más el helado que su intimidad, Bueno Tortita, ¿me dejas preguntarte donde vives?, verás, soy todo un caballero, y me gustaría que me permitieras acompañarte a casa cuando acabemos, el millonario desconocía la verdadera edad de Kim, eso estaba claro, la trataba como si fuera una verdadera niña de 8 o 9 años, de hecho si fuera una niña posiblemente estaría encandilada, pero habría que ver como reaccionaba Tortita a su pregunta y las que vendrían después, sobre todo la de acerca de sus padres.

Increíble. Si supierais hasta que punto me hizo sentir realizada tener al millonario playboy entre mis piernas, estarías todavía babeando de envidia. Pues empezad, porque aún me quedaba todo un trayecto montando a uno de los solteros mas cotizados de toda la historia del dinero. Me levantó en volandas, me sentó y le abracé con las piernas la cabeza, juguetona. Hubiera preferido tener un cuerpazo en condiciones y que él estuviera en dirección contraria, pero de lo que no me quedé con ganas fue de acariciarle el pelo, hundiendo mis deditos en su melena. Después de limpiármelos contra la sudadera desde luego, no quería enguarrinarle su precioso pelo castaño. ¡Eh! ¡tengo una lujuria de veinteañera y un cuerpo de cría, pero no soy de piedra! ¿VALE?

- Wow... Que pelo tan suave tienes. - le dije, puse cara de alucinada, y luego me reí divertida. - Así que eres un mutante. ¿y como es eso? ¿Te caíste en residuos radiactivos o algo así?- pregunté, haciendo que sonase muy seria mi pregunta.

Infantil, pero seria, porque en realidad no sabía demasiado de esa gente, aparte de que tenían poderes extraños, vivían felizmente en una mansión y comían caliente todos los días. Eso y que había por ahí algunos que eran más feos que picio y que era imposible que hicieran vida normal sin que les señalaran con el dedo y les quisieran meter en una jaula. Yo no tenía opinión formada, aunque me había topado unos cuantos en mi vida, nunca estaba cerca el tiempo suficiente como para poder juzgar.

Cuando llegamos a la heladería se me acabó el viaje, pero un buen sustitutivo del cigarrito de después era el helado con nueces, chocolate y otras deliciosicosas que le echaron por encima. Me relamí y me senté en una mesita mientras miraba por donde empezar para que no fuera un sacrilegio. Entonces el mendigo insinuó que yo era un mendigo, y le dirigí una mirada entornada. Le saqué la lengua, di un tiento a mi helado y contesté.

- Vivo aquí, allá, en todas partes. Puedes dejarme en el refugio de la sexta con Callaway. Allí ya me va bien. - respondí encogiéndome de hombros.

Eso pecado hecho helado iría directo a mis caderas. Si. Ojalá.

Que la niña olía a calle se veía a la legua, no hacia falta husmear el aire en torno a ella para eso, pero el tipo raro parecía hablar en serio y no ser una simple broma, como lo de mirar a la niña con hambre cuando dijo su apodo, ¿de que demonios le sonaba tanto su cara? Recordaba haberla visto hace poco pero no terminaba de ubicarlo...

Pero antes de que pudiera llegar a concentrarse en el problema de Sloan la niña volvió a atraer su atención, en lugar de salir de allí corriendo o llorar, lo admitió sencillamente y continuó con su helado, a la vez buenas y malas noticias, si vivía en un refugio quería decir que no estaba tan tirada como parecía a simple vista, pero por otro lado eso quería decir que o no tenía familiares vivos o que estos la habían abandonado ¿quien podía hacer algo así con una niñita tan tierna y entrañable?, Joder si hasta había estado jugando con su pelo mientras venían hacia aquí.

La verdad es que Tony no estaba muy seguro de que hacer a continuación, tenía muy claro que no podía ayudar a todas las personas del mundo, pero ¿podía acaso dejar pasar un caso como este?, quizás la fundación María Stark pudiera hacerse cargo de ella, no era la única huérfana que acogían, la propia Doreen Green vivía allí desde los catorce años, aunque no estaba seguro de la edad mínima seguramente a él no le pondrían pegas si les pedía que se encargaran de la chica, durante un instante pensó incluso en ofrecerle que al menos durante unos días durmiera en su casa, pero considerando la clase de ejemplo que podría suponer su estilo de vida a una niña tan joven lo descartó enseguida.

Tortita... ¿te gustaría vivir en otro sitio mejor que ese refugio? Hace unos años creé una especie de colegio para ayudar a niños que no podían permitirse estudiar, allí podrías hacer amigos, comerías caliente todos los días y si te esfuerzas podrías ganarte la vida cómodamente cuando seas mayor ¿que te parece?

X men. Ya. Esos tipos con traje que hacían un montón de cosas y que la gente trataba como a apestados. Les habían salvado el culo un montón de veces y la opinión pública seguía mirándoles como si solo fueran escoria. Desde luego el mundo está loco, y el helado estaba buenísimo. Me metí una buena cucharada en la boca, dejando que se deshiciera, entonces me dio un escalofrío y me agarré la cabeza con las manos. Eso de que el frío da dolor de cabeza es cierto, pero si no aprovechas a hacerlo comiendo helado, nunca te quedas del todo agusto. Hacedme caso. Soy toda una maestra en comer helado.

- ¡BrainFreeeze! ¡BrainFreeze!- grité como si fuera una alarma durante un momento hasta que se me pasó. Luego miré a Sloan al darme cuenta de que estaba dando datos muy concretos, hasta que mentó al viejo Herbert. - ¿Cómo es que conoces a Herbert? - pregunté, señalándole con la cuchara, y metiéndome luego una bocanada de nata montada- Si, claro que sigue vivo. ¡Ahora que le ha empeorado la bronquitis es horrible! Si te entierras la cabeza en almohadas, aún lo oyes. - dije, dirigiéndole por primera vez al gumias una sonrisa divertida y honesta.

EL mundo es un pañuelo. La verdad es que por cómo comía, podía llamársele perfectamente muerto de hambre sin equivocarse. Así lo demostró yendo a por más helado, mientras yo miraba mi tarrina, aún recién empezada. Ese tío estaba enfermo. Daba la impresión de que lo mismo podía comerse un kilo de helado de nueces que de calcetines sudados. Era un poco grotesco pensarlo, la verdad. Para evitar hacerlo retomó la conversación con Tony.

- No te preocupes. De verdad. ¡Puedo cuidarme muy bien, y no puedo dejar a mis compañeros solos! ¡Algunos me echarían de menos! Los entretengo patinando y dejando que me persigan los perros del barrio, haciendo carreras. Se apuestan los cigarrillos a ver si gano yo o ellos. - dije, quitándole hierro al asunto. (¿Se podía hacer eso hablando con Ironman?)

¿Qué iba a decirle si no? "Mira, Tony, además de ser una inmigrante indocumentada y sin papeles por motivos sobrenaturales, me es imposible acudir a tu colegio, ya que, de hecho, ¡VIVÍ allí como dos años y medio hasta que empezó a pegar el cante lo de que no crecía ni un ápice!" No lo habíais pensado tampoco, ¿a que no? Pues es así. No puedo quedarme mas de uno o dos años en un sitio antes de que quieran hacerme pruebas médicas, les de por investigarme o empiecen a hacer preguntas cuya respuesta es bastante incómoda. Luego dirán que me quejo de vicio.

Diantres este helado es muy bueno, no suelo ser exigente pero este helado en particular si me ha sorprendido, tendré que venir aquí más a menudo, faltara aprenderme el nombre del local y la calle.


—¿Goku? No me parezco en nada a ese personaje, solo que en esta ocasión tengo algo revuelto el pelo, en otra ocasión, ya me veras algo mas peinado, y por lo de repetir, no gracias, que ya me llene por completo—que hambre tenia, pero yo no tengo un pozo sin fondo como parecía tenerlo Sloan.

Al escuchar sus ultimas palabras Tony se acercó a su oído y le habló en voz baja, Yo me creo que te sabes apañar tu sola, pero ¿sabes que le pasó al último que me dijo eso de puedo cuidarme solo?, hizo una pequeña pausa y miró a los otros dos, volviendo a susurrar, perdió un ojo, le dijo en tono cómplice, después se echo hacia atrás con una sonrisa, y bueno, yo la ultima vez que lo dije acabe con esto incrustado en el pecho, dijo el millonario levantándose la camiseta y mostrando el generador ARK.

Bueno Tortita, tampoco te estoy diciendo que los abandones, pero tener una cama para ti sola, calentita y un techo no es mala idea ¿no? Por no hablar de comer caliente, y frio si hay helado, todos los días, tampoco quería forzar a la niña con el típico discursito, a lo largo de los años había aprendido que las personas no cambiaban por mucho que hablaras con ellas, él era el mejor ejemplo de eso, cambiaban por lo que les sucedía, por como reaccionaban ante lo que les deparaba la vida.

Mira, se me ocurre una cosa, ¿que te parece si coges esto?, dijo tendiéndole uno de sus comunicadores, te puede servir de teléfono, pero esta integrado en mi red privada, así si algún día cambias de idea o necesitas algo puedes llamarme, y si te encuentras con algo peor que unos viejos aburridos puedes llamar a Iron Man para que te ayude a derrotar a los malos ¿que te parece?, le pregunto a la niña.

Joder, que insistentes. ¡Que no podía volver allí, que ya había estado viviendo hace tiempo! ¿Que cara creéis que se le quedaría a alguien cuando seis años después de desaparecer vuelve una niña que no ha crecido ni un ápice? ¿Es que ninguno había dado cursos de esos contra el acoso sexual? ¡NO - SIGNIFICA- NO! De todas maneras, ella nunca había dicho que podía cuidarse sola, y cuando alguien se ofreció a hacerlo acabó sirviendo de chacha a un demonio, y con una aberración metida dentro. Estaba claro que ganaba por goleada ¿no?.

Iba a decírles que no se preocuparan, pero Tony me susurró al oído provocándome un escalofrío. De verdad, ¿De qué estaba hecho Stark? Era como una mezcla de Cassanova, modelo masculino y Atila el uno. ¿Que el último a que viene? Pues porque follaba con todo lo que se movía. ¿No lo sabíais? Seguramente todos vosotros sois parientes de él. Por si fuera poco se levantó la camiseta. Evidentemente el generador Ark fue lo ultimo que vi. Que cuerpo se gastaba el colega. Me quedé embobada con el six pack, hasta que me ofreció el comunicador.

- ¿Eh?- menudo pantallazo me había pegado la cabeza. Lo cogí rápido, para disimular, roja como un tomate. Si es que no se puede dar pan a quien no tiene dientes. - Si, claro. A ver. ¿hola? ¿Probando? ¡Una hamburguesa doble de queso, patatas paja y tarta de manzana! ¿funciona esto?- dije, utilizándolo para probar.

Entonces Gumias se ofreció a acompañarme. Le miré de arriba a abajo, con cara rara, pero luego le dediqué una sonrisa. La verdad es que bien mirado, tampoco estaba mal. Era alto, con barbita, y si obviabas el hecho de comía como si reventar por gordo fuera un objetivo en la vida, tenía su puntito.

- Sé que es difícil de entender. Pero allí estoy bastante contenta con la gente. Estoy ayudando a algunos viejos a desengancharse y pasar tiempo conmigo les ayuda. No puedo irme y dejarles así. - expliqué, procurando que lo comprendieran. Mientras le fuera posible, no dejaría a sus chicos de Callaway.- Se hacen donaciones a menudo, pero nadie te dirá que no si quieres llevar algo de calderilla. - añadí, sonriendo a Tony, por la idea del gumias. Pocos sabían cómo las pequeñas cosas  eran capaces de mejorar la vida. Algo como unas mantas nuevas y un queso mejor en los sándwiches podían hacer muy feliz a un pobre hombre.

¿Demonios cuanto ha comido Sloan? le ha chupado más dólares en helado que yo y Tortita juntos, ¿Cuántos días llevara sin comer? ¿1 semana?

Si todavía te queda hambre conozco el lugar ideal para ir a continuación, dijo el millonario dándole un “puñetazo” en el hombro, las mejores hamburguesas con queso de la ciudad y una tarta de manzana que es capaz de resucitar a los muertos, no se si servirán patatas paja, pero eso solo lo descubriremos si vamos, además si no conoces el sitio estoy seguro de que te sorprenderá, le dijo con un guiño, seguro que el gumias se apuntaba, pero bueno, estaba resultando una compañía interesante, extraña, pero interesante.

La verdad es que estaba muy liado estos días, se había tomado un pequeño descanso por ayudar un poco a Arturo y conocer mejor al mago que se encontró en japón, pero aunque era hora de volver al trabajo no podía dejar las cosas así, Tony sabía perfectamente que no podía ayudar a todo el mundo, que el dinero que destinase a ese refugio dejaría de llegar a otros, pero quizás había otra forma de conseguirles dinero y ayudar a la niña en el proceso.

Se me acaba de ocurrir algo Tortita, dijo con una sonrisa en la cara, que te parece si organizamos algo para el cuatro de julio, hay poco tiempo pero puede hacerse, una carrera de patines o algo así, eso le daría publicidad al centro, aparte del dinero de las entradas y las apuestas, que seguro que les vendrá bien, puedo encargarme de organizarlo todo y darle un toque a la prensa para que lo cubran, podrías competir con uno de mis androides o algo así, eso atraería a mucha gente ¿que te parece?, preguntó el millonario mientras se terminaba el helado.

La idea le parecía buena, no tardaría demasiado en adaptar uno de los prototipos que ya tenía construidos y cargarle los movimientos adecuados para el evento, la publicidad que generaría eso repercutiría en un aumento importante de las donaciones y la propia Tortita podría mejorar rápidamente sus condiciones de vida si le llamaba la atención a algún productor.

- ¡No podría comer ni un bocado mas!- dije, dándome una palmada en la tripa. Hacía tiempo que no me daba un festín como el de hoy. - ¡Claro, venid conmigo! ¡Así conoceréis a la buena gente de allí, os caerán genial, ya lo verás!- dije muy animada.

La idea de Tony era una pasada. Qué digo una pasada, era impresionante. Qué digo impresionante, ¡ERA LO MÁS! Me vi a mí misma durante un momento compitiendo con uno de los famosos trajes robot de las empresas Stark, poniendo todo mi empeño en correr más que uno de esos cuerpos de metal programados para ser perfectos. Imagínate que ganaba. Jo, eso era de lo más tentador. Pero seguro que habría otros competidores por ahí dispuestos a hacerle frente. Gente que pagaría por poder competir con uno de esos trajes vacíos, aunque no estuviera Ironman dentro.

- ¡Es una muy buena idea! ¡Podrías cobrar por las inscripciones! ¡Conozco a un montón de Skaters que se reúnen en Central Park, seguro que estarían dispuestos a dar un montón de pasta por competir por uno de tus robots! ¡ESO MOLARÍA MAZO!- dije, dejando que se me escapara un tono claramente callejero.

Ahí podía moverse bastante dinero, aunque me hacía menos gracia aquello de que el asunto fuera televisado. Eso me ponía en un compromiso. Si gente que me conocía me veía por la tele, alucinarían. Empezarían a sospechar o a preguntarse cosas. Por otro lado, si intentaba mantenerme oculta, con una capucha, o una máscara, como solían hacer las tribus urbanas, despertaría el interés y conseguiría mantener mi anonimato. Si había mas corredores, era mucho menos probable que se centraran en ella.

- ¿Porqué no vamos ahora? ¡Seguro que hay alguno y conseguimos correr la voz! También pueden venir grafiteros, podrían pintar tablas de Skate y cobrar por ello, y destinar una parte del dinero al albergue. ¡JO QUE GANAS TENGO!- dije, saltando de la silla emocionada, y corriendo en el sitio. Entonces, Gumias empezó a poner una cara de lo más rara y juraría... juraría que me había gruñido. Me le quedé mirando como si acabara de salirle un tercer brazo en la frente. - ¿Y a tí que te pasa?- contesté un poco de mala gana. Pensé que ese bufido había sido de desprecio, y que se estaba metiendo con mi idea. Pues a mí me parecía genial, dijera él lo que dijera.

bueno yo solo había dicho eso de las hamburguesas porque tu las pediste Tortita, dijo Tony al ver la poca acogida que había tenido la idea, la verdad es que incluso él empezaba a estar lleno, no sería mala idea parar de comer un rato, al menos parece que con lo del evento de patinaje si he dado en el blanco, el millonario sonrió al ver a la chica tan ilusionada, la verdad es que sus ideas eran buenas, por supuesto que el podría dar el dinero, pero siempre era mucho mejor que la gente se lo ganara, les ayudaba muchísimo más, era una importante inyección de autoestima.

La verdad es que tus ideas son geniales y se nota que conoces el mundillo, ¿querrás ayudarme a organizarlo todo?, si me tengo que poner a montar los robots para el día 4 voy a estar bastante ocupado, ademas tengo una reunión ineludible el cinco e igual Pepper me saca del taller algunos días para prepararme, no solo era cierto, sino que ademas era una excusa perfecta para alejar un poco a la niña de las calles, además una pitufa tan adorable enternecería incluso a Virginia.

Venga, pues si hemos acabado aquí discutamos los detalles de camino al refugio, el paseo nos servirá para bajar los perritos y el helado, Tony se levantó a pagar y volvió a reunirse con el variopinto grupo, ¿nos movemos?.

- ¡Si anda, gumias, vete al baño! - si ya lo sabía yo. No podía andar bien del estómago. Ya había hecho ruidos raros al encontrarse con ellos, y ahora esto. Para estas cosas tengo un sexto sentido. Adivino quien tiene ganas de cagar en kilómetros a la redonda. Prácticamente huelo la mierda antes de que salga. - ¡Y lávate las manos, no seas cochino!- le advertí, viendo como se iba. Tenía una cara rarísima, blanco como la leche. Debía encontrarse realmente mal.

- Podemos pasar por Central Park de camino al refugio. Así les aviso, y cuando sepa qué día les va bien, te llamo por el pinganillo y te lo chivo. ¿Vale? - pregunté emocionada.

Este día estaba resultando ser una maravilla. Buena comida, buena compañía, buenos tíos, y tíos buenos, porque para qué engañarnos, aunque el del parche no era su tipo, ninguno de los tres estaba mal. Esperamos pacientemente a que Gumias saliera del baño. Tardó un rato largo y al salir, lo hizo con el pelo empapado, como si hubiera metido la cabeza en un cubo de agua. Me incliné hacia Tony y puse una mano tapando mi boca, para que nadie pudiera saber lo que le estaba susurrando. Era un gesto que podía parecer que era por disimular, pero sólo hacía el hecho de contar secretitos aún más cantoso.

- Es como si acabara de salir de un parto. - le murmuré, para luego taparme la boca y contener bastante mal una carcajada que acabó saliendo de todas maneras.

Cuando llegó, nos pusimos todos en marcha. Tuve que detenerles un momento porque me decidí por ponerme los patines. Así me sería más fácil mantener el ritmo de sus zancadas enormes. Cuando terminé de abrochármelos, enlacé los cordones de los zapatos y me los puse alrededor del cuello, como antes habían estado los patines. Me deslicé en torno a los tres chicos y empecé a avanzar entre la gente, zigzagueando, esquivando, rodeando, como si fuese muchísimo más fácil de lo que realmente era. Años de práctica, nenes.

Vamos a tener que irnos antes de que lo que ha echado el gumias nos devore a todos, dijo Tony divertido ante la reacción de Arturo, perfecto pues, el millonario se levantó, primera parada Central Park, respecto a la fecha lo mejor sería que fuera un día señalado, como el que te propuse antes, el cuatro de Julio la gente estará mucho más dispuesta a hacer donaciones, Tony sujetó la puerta para que todos pudieran salir, por el camino podemos ir perfilando la idea si te parece bien Tortita.

Podríamos dar un premio de seis mil dolares al ganador, dos mil al segundo y mil al tercero, pensó en voz alta el millonario, eso atraería muchos competidores y aumentaría bastante la recaudación, atraería más público y … si, ¿crees que esos premios atraerán suficiente gente Tortita?, preguntó Tony, yo creo que están bien, pero supongo que tu sabrás mejor que yo cuanto será lo adecuado, que yo de patinaje estoy totalmente pez, no tengo ni la más remota idea, supongo que tendré que empaparme bien para programar el robotito, dijo el millonario con un guiño.

Tony seguía pensando que conocía de algo a aquel tipo, pero no era capaz de ubicarlo, de todas formas no parecía mala gente, un poco imbécil y bastante guarro en varios aspectos, pero parecía un buen tipo en el fondo, su instinto no solía fallarle así que finalmente se decidió a darle una oportunidad al gumias y le dio otro comunicador a él, Pues si necesitas más comida gratis alguna vez llámame, lo único que te pido a cambio es que le eches un ojo a Tortita de vez en cuando, por si alguien trata de causarle problemas ¿te parece?.

Tenía que haber alguien. Siempre había alguien. Si llegaban y no estaba ninguno de los habituales, como JinJan o Poly D, iba a quedarme con un palmo de narices, porque sería la primera vez en la historia que eso estaba vacío. Allí había Skaters a todas horas. Me movía entre las calles de Nueva York como si me las conociera al dedillo porque así era. Tuve que cambiar mi recorrido habitual, porque dudo que Tony o Arturo estén dispuestos a pasar a rastras por el agujero de una verja por la que yo hubiera entrado perfectamente de cuclillas, para ahorrarnos cuatro minutos de trayecto. No sé por qué, pero a gumias sí me lo imaginaba haciéndolo, sin despeinarse. A lo mejor era porque tenía cierto aire asilvestrado, mas como el mío.

Central Park a estas horas estaba lleno de cualquier cosa que te puedas imaginar. Parejas, vendedores, fulleros, carteristas, ex-maridos furiosos, niños, skaters, yonkis, chicos con guitarra, chicas rodeando a los chicos con guitarra, marionetistas, músicos callejeros, espectáculos de malabares, y un largo etc. que discurría caminando con prisas entre todo lo anterior.

Yo iba esquivando a todo el personal, procurando llegar cuanto antes a la zona de los Skaters. Si alguien me llega a decir que hoy, después de comerme unos perritos y un helado, y habiendo recibido un paseo a caballito por parte de Tony Stark, van a organizar por mí un evento de patinaje con premio para recaudar fondos para el refugio, me seguiría meando encima de la risa mañana por la mañana. De verdad. Me meo encima. Literal. Pero parecía que iba en serio. Por tramos iba patinando, por tramos corriendo. Atravesaba zonas de césped o de grava con la misma soltura que cualquiera que hubiera llevado zapatos corrientes. Es algo que los más entrenados pueden hacer, porque a base de patinar, y patinar y patinar acabas con los tobillos duros como una boca de riego, porque si no se te van para todas partes, te das la ostia padre, y encima puedes perder algún diente.

La música de hip hop, y los rapeos improvisados me avisaron de que ya estábamos llegando. Un montón de tipos jaleaban a otro que estaba haciendo una buena demostración de break dance. Atravesé por medio, sin molestar, y me fui directo a la mini rampa. Había tres chavales ahí subidos, y otros tantos abajo esperando el turno.

- ¡Eh, gente! ¿Qué hay? - saludé.

A mi llegada, unos cuantos chicos me dirigieron asentimientos, gestos y manos para chocar que devolví. Nunca me lo planteaba pero en cierta manera, ellos eran mi familia. A algunos no los conocía más que por el apodo, a otros sólo les pedía consejo para mejorar. Pero si necesitaba un repuesto me lo daban, si me caía me echaban un cable o si tenían batido, siempre me ofrecían. Las únicas personas que formaban mi entorno eran así. Gente anónima de la que no conocías nada, pero que siempre acudían cuando se les necesitaba, sin siquiera llamarles.

- ¿qué hacemos hoy?- pregunté mirando a la rampa, donde un chico se había lanzado hacia delante. Cuando acabó la curva, en lugar de darse la vuelta, permaneció en la misma posición. Asentí con la cabeza, sonriente.

- Estamos de Aggressive. ¿Te apuntas? - preguntó uno de los chicos, tendiéndome un puño.

- ¡Fijo, tío!  Espera que me truque los patines.- añadí, olvidándome por un momento de que el grupo había venido conmigo. Me senté, me saqué los patines, abrí mi riñonera y saqué un estuche pequeño con llaves, y dos pares de ruedas pequeñas. Me puse a trastear los patines, mientras todos los demás levantaban la vista topándose con el grupo, entre los cuales estaba Tony Stark. Un conjunto de murmullos silencio el ruido de las ruedas contra la rampa, hasta que al final alguien se atrevió a chillar como un fan histérico.

- ¡Ey! ¿Es Tony Stark? - preguntó, haciendo que todos miraran hacia el millonario playboy - ¡Si! ¡Joder de Dios! ¡ES TONY STARK! - dio la voz de alarma.

Hubo una marabunta de Skaters, grafiteros, y demás presentes que se acercaron a él, dispuestos a ofrecerle manos y puños para chocar, y un millar de comentarios del tipo “Que guapo el traje, tío”, “Que campeón”, “Como chanas”, y varias cosas así, con mucha jerga y dejes callejeros todas ellas. Mientras tanto, yo andaba arreglando mis patines. Los comunes no me valían porque no se podía hacer las figuras con las ruedas normales, así que había customizado los míos. Saqué las dos ruedas centrales y las cambie por unas más pequeñas, dejando al descubierto una muesca en la zona central. No es que fuera lo mejor, porque se desgastaban, pero algo era algo.

- ¡Tony, explícales esa cosa guapa que vas a montar! - dije entonces, acordándome repentinamente de porqué estábamos allí, y para qué. A decir verdad, me convenía que se lo oyeran de sus propios labios por una razón sencilla. Nadie se cree nunca lo que dicen los niños. Si yo llegara allí diciendo que Tony Stark me iba a montar un concurso a su nombre, el descojone habría hecho que se colapsaran los hospitales. Todo el mundo asfixiado de tanto reír. Me levanté y patiné un poco cerca, habituando mis pies al ritmo diferente de los patines, calentando, estirando, mientras dejaba que el millonario recibiera todas las miradas y la máxima atención de los presentes. Miré a Sloan y a Arturo, y les sonreí alzando ambos dedos pulgares, en un gesto de aprobación. Aprovechando que estaba la rampa libre, me subí encima, y empecé a ir hacia delante, hacia atrás, y en cuanto me noté en forma, empecé con una de las combinaciones de patinaje agressive que yo misma había configurado, bastante chunga, muy impresionante de ver, y que cuando la ensayabas lo suficiente, parecía salir como si no costara. En resumen, que era de lo más cabrona.

No tardaron demasiado en llegar a Central Park, y Tony se quedó admirando los movimientos que eran capaces de hacer aquellos chavales... aproximadamente unos cinco segundos y medio, que fue lo que tardaron en reconocerle, el millonario se mantenía al día, pero la mitad de las palabras que utilizaron le sonaban a chino, pero eso no evitó que chocara puños o firmara autógrafos a diestro y siniestro durante los siguientes minutos, por fin la cosa se calmó un poco y Tortita, tras acabar de desmontar y montar sus patines le cedió la explicación del motivo que les había traído allí.

Bueno, pues se nos había ocurrido una idea a Tortita y a mi para recaudar fondos para el refugio en el que vive, veréis, la idea es montar algo que la gente pague por ver hemos pensado que una buena opción sería un espectáculo en el que pudierais participar todos vosotros, ya sabéis, exhibiciones, carreras, cualquier tipo de competición que se os ocurra, incluso había pensado que para el fin de fiesta podría hacerse una carrera y diseñar un robot para que participase en ella y se enfrentase a los mejores ¿que os parece?.

Se escucharon gritos de júbilo y vítores, pero rápidamente el primer espabilado hizo la pregunta que muchos ni siquiera se habían parado a pensar aún, Y ¿cual sería el premio?, Tony no pudo evitar soltar una carcajada, bueno, eso dependerá de las categorías que creemos y de las pruebas en sí, pero creo que para el premio gordo podrían valer tres de los grandes, aparte de que todo lo recaudado con entradas y apuestas sería para el centro de Tortita por supuesto, se escucharon diferentes sonidos de los presentes, pero todo indicaba que ninguno de ellos se renunciaría fácilmente a ese premio.

Pero para montarlo y organizarlo todo necesitamos vuestra ayuda, ¿que me decís entonces?.

Frené un momento a media rutina, para ver que al pobre Tony se lo estaba comiendo una marabunta de peña mientras Sloan y Arturito se libraban del tema, cada uno a la suya. Así era mejor. Cuando Arturo pidió mesa para uno, sonreí abiertamente y le alcé los pulgares.

- ¡Claro, piratón! ¡Mira y aprende!- dije lanzándome de nuevo contra la pista.

Los chicos en torno a Tony Stark intercambiaron unas miradas de aprobación. Lo que oían les estaba gustando y mucho. La mayoría de ellos no sabrían que hacer con mil pavos, y cuando el millonario habló de tres de los grandes, algunos de ellos empezaron a echar cuentas a ver cuantas tablas, ruedas, bafles y sprys de grafitero se podían comprar con eso. Menos mal que la mayoría llevaban pantalones anchos, porque si no habría sido difícil ocultar tanta erección. Así funcionaba la vida. De alguna manera la pasta había aprendido a ponérsela dura a mas de uno. Mientras ultimaban los detalles con Tony acerca de las sugerencias, del modo de contactarle, y alguien sugería la creación de una web para el evento y modos de publicitarlo con el boca a boca, los pocos patinadores que quedaban cabalgando rueda seguían a lo suyo.

A pesar de que a mí no me pasaba demasiado a menudo cuando hacía rutinas que había hecho ya millones de veces, en el patinaje la única manera de mejorar es cayéndote hasta que un día ya no te caes. Ensayo, error, ensayo, error, y a menudo esas dos palabras van seguidas por una tercera que es ostia. Pero al final, cuando consigues que algo te salga, no veas el careto que se le queda el personal en cuanto te ven haciendo algo que chana de verdad.

Aún patinando me di cuenta de como el gumias se levantaba la camiseta. Madre. ¡MADRE! En esos abdominales se podría rayar queso. ¿Cómo puedes tener ese cuerpazo con todo lo que comes, pedazo de cabrón? Pegué un silbido de esos tipo obrero de la construcción, y luego le guiñé un ojo al moreno. La gente se pensaría que estaba de broma, aunque igual no entendían como alguien de mi edad podía bromear con esas cosas. Joder. Ojalá fuera broma. No contentos con eso, el moreno se metió en medio de dos chavales que estaban discutiendo en la pista más cercana. El tío cogió un pedrolo del suelo, y tuve que parar al final de la rutina por que se puso a arreglar la pista a puñetazos. Me quede mirandole un momento mientras hundía un pedrolo en la pista, igualándola. Vale. Eso no es normal. Ese tío debe ser una versión de superman a lo gitano o algo así.

- ¡¿QUE DICES DE BRUTO?!- grité al chaval, de buenro. - ¡Es colega mío, no me hagas ir ahí a partirte la cara!- berreé. Los chavales se rieron. ¿Bruto? ¡UN JODIDO ANIMAL DE BELLOTA! ¡ARREGLANDO UNA PISTA A PUÑETAZOS!

Los chavales estaban entusiasmados, ¿Tenemos un trato entonces?, preguntó el millonario, que obtuvo por respuesta una variopinta colección de afirmaciones y algunas palabras en esa jerga que utilizaban que no supo muy bien que significaba, bien, pues dentro de unas horas vendrán unos ingenieros a montar sensores por la pista si os parece bien, no tengo mucho tiempo para programar y construir un robot que sea capaz de mantenerse sobre los patines si queremos que el cuatro de julio esté todo listo, vosotros encargaros de hacer correr la voz, a partir de esta noche podréis manteneros informados en el centro donde vive Tortita, me encargaré de que lleven allí panfletos informativos y se monte una taquilla para las entradas y las inscripciones, ahora si os parece bien me gustaría ver en vivo una demostración de vuestros mejores trucos, dijo acercándose a la pista aún a tiempo para ver a tortita hacerle esa demostración a Arturo.

Tony no había visto lo que había ocurrido con Sloan, pero si escuchó el final de aquella extraña conversación y sin mucha ayuda fue capaz de identificar al animal de bellota como el tipo que había devorado media docena de perritos y dos cubos de helado, para más tarde escandalizar al pobre Arturo al hablar de sus deposiciones, ¿que habría hecho esta vez ese tipo?, se pregunto el Vengador sin darle demasiada importancia, y apartándolo de su mente en cuanto la niña comenzó con su exhibición, no debía perder detalle si quería construir algo capaz de imitar esos movimientos.

Resulta que los adultos son aún más exagerados. Yo y los chavales fuimos los únicos que entendimos que realmente todo ese griterío era puro teatro. Algo de buen rollo que no pretendía acabar en nada serio, a pesar de lo cual, nada impidió que trataran de relajar unos ánimos que no estaban alterados. Bueno, cosa de la típica mentalidad de agravar los problemas diminutos. Después de ofrecerles algunos trucos buenos, (no los mejores, claro, no soy tonta. Esos se reservan para competiciones, no sea que los muy gualtrapas de los otros te los roben) bajé de la plataforma de patinaje, dejando espacio a los siguientes patinadores que tuviesen algo digno de enseñar al multimillonario que ahora les prestaba toda su atención. Para ellos era como hacer una función privada para el millonetis. Todo por que alguien les prestara atención, y ese alguien era famoso, ya te cagas.

- ¿A que son buena gente? - dije acercándome al trío.

Miré a gumias, al que repentinamente le entró prisa, y sólo entonces me di cuenta yo de la hora, de la posición del sol, y de ese picorcillo que me entraba a medida que se acercaba la puesta de sol. La cara me cambió radicalmente sólo una décima de segundo, por una inquieta, antes de disimular con una apenada.

- ¡Jo, que pena que te vayas, gumias! - dije, cogiéndole de la mano con las dos mías. Eso era muy de los niños. Desarrollar enseguida sentimientos por la gente que se porta bien con ellos. - Vale, nos vemos por allí. - contesté alegrándome de manera repentina, cuando dijo que nos veríamos.

Luego corrí acercándome a Tony, mientras observaba a otros patinadores.

- ¡Debería ir ya al refugio! ¡Si llego más tarde no voy a poder ponerme la primera en la cola de la cena, y yo quiero ser la primera!- pedí, mirando alternativamente a Tony y a Arturo, con los ojos brillantes y haciendo pucheros. Lo que se llamaría vulgarmente poner cara de cachorro. - ¡Hasta luego, tíos! ¡Ya nos veremos, y ya sabéis, que rule la noticia! ¡Que se entere todo NY!- me despedí, recibiendo una oleada de contestaciones emocionadas. Luego, metiendo las manos en la cochosa sudadera, empecé a alejarme de la zona, intercalando en las secciones rodadas algún que otro bote, al más puro estilo Heidi. La idea de competir me emocionaba, pero aún más lo hacía la posibilidad de ganar tres mil pavos.

Finalmente los chavales acabaron más entusiasmados por practicar, contar lo ocurrido o hacerle publicidad al asunto que por seguir allí parados, poco a poco se fueron quedando solos, hasta tortita y Sloan se habían ido... Sloan... ¿de que le sonaba ese nombre?, hasta ahora no se había parado a pensarlo, estaba más preocupado por la chica que por el Gumias, pero ahora que se habían ido Stark empezó a reírse, me parece que habrá sido el tío del estómago sin fondo..., dijo Tony en plan enigmático y se dirigió a un puesto de prensa cercano, donde tras ojear un par de números le pasó una revista a Arturo.

Miralo por ti mismo, le dijo, pagina diecisiete, lo tienes en un precioso primer plano, pero si quieres que te diga la verdad creo que se han exagerado los hechos, se encogió de hombros y se alejó silbando sin esperar a comprobar si Arturo le seguía o no, había sido un buen día y tenía trabajo en que pensar, diseñar ese robot no sería algo sencillo, pero estaba seguro de que sería algo estimulante.