-Jarvis, inicia la colocación automática de la Mark 17.
-En seguida, señor.
Me preparaba en pose de recepción. Era la séptima vez que intentaba que la colocación automática funcionara y eso ya se empezaba a notar en mi cara; ya tenía unos cuantos moratones y un poco de sangre por los impactos de la armadura metálica contra mi.
- Señor, ¿seguro que desea...
- Ejecútalo, Jarvis.
- De acuerdo. Inicialización de colocación automática de la Mark 17 en 3... 2... 1... INICIALIZANDO.
Las piezas de la armadura venían a mi a toda velocidad y yo las iba recibiendo como podía. Primero intercepté las partes de las piernas, todo un exito. Luego fue la hora de interceptar la parte de la entrepierna, que para mi agrado; también fue un éxito, no como otras veces...
Ya iba por la mitad y la parte del torso también se coloco correctamente, esa solía ser la más fácil. Le siguieron los brazos y al fi, todo fue un éxito. Estaba eufórico.
- ¡Ha funcionado Jarvis!
- Señor...
Al guirarme, el casco de la armadura me dió en toda la cara, dejandome un ojo morado.
- Se le olvidaba el...
- Lo se, lo se...
Cogí el casco y lo tire por la ventana, rompiendo el cristal.
- ¡Mierda!
Pepper entró al oír todo el jaleo que había montado.
- Tony, ¿qué...? ¿¡Tony!?- Supongo que se alarmo al ver mi ojo morado, los moratones y una ventana rota. - ¿¡Qué ha pasado!?
- El señor Stark ha fracasado en su séptimo intento de probar la colocación automática de la ark 17 y en respuesta a su cabreo, a precipitado el casco de esta por la ventana.
Me levanto del suelo y me quito la camisa para quitarme el sudor y la sangre. Pepper me ofrece ayuda, pero la rechazo. Me acerco al bar y cojo una botella de vodka.
- Tony, no se si será el mejor momento, pero recuerda que tienes una gala benéfica a las 10.
Mierda, la gala benefica. Joder. Cojo la botella de vodka y me dirijo al baño, me siento en el borde de la bañera y empiezo a limpiarme todas las heridas con el vodka, me bebo lo que queda, me desnudo y me meto en la ducha.
Salí de la ducha al cabo de unos minutos y empece a secarme. Fui a mi habitación con la toalla enrollada en la cintura, Jarvis ya me había preparado la ropa que programe para hoy. Me vestí con un traje negro y una corbata roja, bastante sencillo para lo que yo soy. Al mirarme al espejo me di cuenta, se me había olvidado el ojo morado, joder.
Definitivamente, hoy no era mi día.
Cogí mi cartera, las llaves del coche y el movíl y me dispuse a salir; tenía que ir a buscar a la modelo con la que había quedado en ir a la gala.
- Señor, la señorita Martina está indispuesta hoy y no podrá acompañarle a la gala.
Era el colmo. ¿En serio? Aprete mis puños y mis dientes, respiré hondo y conté hasta 10.
- No importa. Gracias Jarvis.
Baje hasta la puerta donde estaba mi coche y lo que mis ojos veían, mi cerebro no lo podía creer. El casco del Mark 17 no tenía otro sitio donde aterrizar que en la luna del Lamborghini.
Me senté apoyando mi espalda en el coche y podiéndo mi cabeza entre mis rodillas. Que asco de día, ¿cómo me podían haber ido las cosas tan mal? Me doy por vencido...
- ¡Ala, que coche más bonito! ¿es tuyo?
Ante mi: una belleza de unos 22 añitos con unas piernas kilométricas, una melena morena y una caita de ángel.
Me puse de pié y dije muy seguro de mi mismo:
- Si, es mío, ¿te gusta?
- Claro que me gus... ¿Tu eres Tony Stark, no? ¿Qué te ha pasado en la cara?
- Nada, accidente laboral.
- Pobrecito.
Lo ví claro.
- Preciosa, ¿te gustaría acompañarme a una gala benefica? No le dirás que no a un herido, ¿verdad?
Ella se rió. Se la veía nerviosa y algo infantil.
- ¿Ahora? Eh... No se que decir...
- Pues di que sí.
La joven se rió y acepto sonrojada.
- Ven, tengo el Ferrari en el garaje.
En fin, ¿qué puedo decir? Supongo que las cosas no pueden irle mal por mucho tiempo al hombre de hierro.