Contemplaba el tono naranja claro del amanecer desde mi balcón, con un pie apoyado en la parte baja de la barandilla en la más clásica pose de navegante que ha existido jamás mientras mi mano derecha sostenía un martini a medio acabar. Una mañana cualquiera para todo hombre americano de bien, podría decirse.
Una mañana cualquiera de no ser por la armadura roja y dorada que cubría mi cuerpo.
Acabé el martini, paladeando el fresco regusto que me había dejado en los labios, solté la copa sobre la mesita más cercana, cerré mi casco y activé todos los protocolos de la armadura. El visor que quedaba frente a mis ojos se iluminó por completo, los propulsores bajo mis pies se encendieron y despegué a toda velocidad en dirección a la jungla de cemento que se erigía ante mí.
-
Buenos días, señor Stark.-
Buenos días, Viernes.Conviene hacer una pausa para los que acabéis de llegar. “¿Quién o qué es Viernes?”, os preguntaréis. Excelente cuestión, y muy astuta por vuestra parte, pero afortunadamente tengo una respuesta a la altura. Viernes, estimados fans, es la respuesta del futuro al anhelo del ayer tecnológico. Viernes es el progreso de la ciencia y la razón llevado al siguiente nivel de prodigio y funcionalidad. Viernes es el mañana hoy.
Viernes, en otras palabras, es la inteligencia artificial que he programado para que sea mi asistenta virtual. Como Ultrón, solo que sin cuerpo ni delirios genocidas.
Para muestra un archivo de memoria.
- ARCHIVO #000001-NACIMIENTO:
-Ante la triste ausencia de Pepper y asumiendo de una vez por todas que ninguna otra mujer puede ocupar su lugar profesional (las que no han sido despedidas han dimitido personalmente), me veo en la obligación de procurar que la tecnología supla lo que la humanidad no puede completar. Soy Anthony E. Stark y estoy a punto de activar la inteligencia artificial que he desarrollado durante el último mes al completo. Procedo a pulsar el botón. Lo he pulsado.
-Stark.
-Que bonito, su primera palabra... Pero normalmente para saludar a alguien se comienza con un “hola” o “buenos días”.
-Hola o buenos días, Stark.
-Señor Stark.
-Señor Stark.
-Ahora di “equis de”.
-Equis de.
-Que cachondo.
Durante la primera hora me dediqué solo a chorradas similares o peores, aprovechando que el desarrollo intelectual de mi creación era demasiado incipiente como para prever, comprender o evitar mis ataques. Naturalmente su cerebro virtual no tardó en empezar a adaptarse a mi ritmo, monitorizar su propio comportamiento y cuajar una personalidad propia dentro de las limitaciones que le habían sido impuestas de forma previa a su propio nacimiento. No quería marcarme un Pym.
Al cabo de una semana ya se había convertido en una excelente ayudante de profesión, una programadora de horarios consumada y una constante vocecilla en mi oído a modo de Pepito Grillo informático. Pese a estar a mi servicio había demostrado en varias ocasiones cierta independencia, y después de que consiguiese tomar el control de mi armadura para llevarme a rastras a una reunión de la que intentaba escaquearme y me mantuviese atrapado en el interior de la misma durante las dos horas y media que duraba tomé la precaución de restringir su autonomía al mínimo. Viernes había respondido a lo que no dudaba en definir como dictadura siendo el doble de estricta conmigo, y yo había respondido a lo que tampoco dudaba en calificar como tiranía siendo el triple de liberal con ella. Para paliar lo que podría haber acabado siendo una ridícula guerra interna contra mi propio invento decidimos aunar fuerzas en el objetivo primordial de mis ideas, mi trabajo y, dicho sea de paso, mi vida: Ironman.
-
Señor Stark… –intervino Viernes, distrayéndome de mi línea de pensamientos.
-
¿Sí, Viernes?-
¿Podríamos hablar de mi nombre?-
¿Tu nombre? ¿Qué pasa con tu nombre?Me hacía el tonto. Era la tercera vez que sacaba el tema en los últimos días.
-
¿Podríamos cambiarlo?-
¿Qué? ¿No te gusta Viernes?-
No es el nombre en sí lo que me disgusta. Es el origen.-
¿Qué pasa con el origen? –pregunté mientras me elevaba por encima de un rascacielos.
-
Un nombre tiene que cumplir una función, aunque solo sirva a modo de presentación. Ironman, Doctor Muerte, Míster Fantástico… Sin embargo, Viernes…-
Esos que citas son apodos, no nombres. Por regla general los nombres no cumplen ninguna función específica al ser impuestos a las personas.-
Yo no soy una persona.-
Buen punto. Sin embargo, tu nombre también tiene una razón de ser.-
Eso es mentira y lo sabe.- ARCHIVO #000007-BAUTISMO DE FUEGO:
-¿Cómo debo llamarme, señor Stark?
-Vaya, no había pensado… ¿Qué día es hoy?
-Viernes.
-Viernes entonces.
No me sentía muy orgulloso de aquella decisión, lo admito, pero lo cierto es que le había cogido cariño al nombre, y debo subrayar que la casualidad de la fecha se alió con la conveniencia del propio día. Domingo es nombre de varón, la del lunes es una jornada desagradable, y tanto martes como miércoles y sábado son muy artificiales (una paradoja, dado que hablamos de una inteligencia artificial, pero es un pensamiento que dejaré para la ducha). De las dos posibilidades restantes, Jueves y Viernes, la primera supone un día corriente y aburrido, mientras que la segunda representa la apertura del fin de semana. Hace años que no noto la diferencia entre un martes y un sábado, acostumbrado como estoy a arriesgar la vida y celebrar fiestas indistintamente de la fecha, pero lo importante es la simbología intrínseca al viernes como inicio de…
-
¿Señor Stark? -
Viernes está bien –resumí.
Viré en el aire, pasando entre una bandada de palomas que se dispersaron a ambos lados como si de mis metafóricas alas se tratasen. Sonreí bajo el casco, complacido por el efecto logrado. Con suerte algún periodista habría captado tan glorioso momento y mañana los neoyorquinos disfrutarían de la más espectacular de las portadas en su periódico favorito.
-
Acelera, Viernes, quiero poner a prueba este trasto.-
¿Qué velocidad desea alcanzar, señor Stark?-
Cualquiera que no suponga romper la barrera del sonido me decepcionará profundamente.-
Señor Stark, si rompiese la barrera del sonido la armadura podría sufrir daños superficiales y perdería el contacto conmigo mientras…-
Era una broma, Viernes. Te programé para comprender las bromas. -
Lo siento, señor Stark. Llevo activa apenas una semana y aun no domino ciertos matices del lenguaje.-
No importa. Y llámame Tony, por favor.Pese a limitar drásticamente el control de Viernes sobre la nueva armadura respecto al anterior modelo (ya no podía tomar el mando de la misma salvo que yo quedase inconsciente o lo autorizase oralmente) había facilitado su integración en gran parte de los mecanismos virtuales, de tal modo que con solo darle una orden podía activar la inmensa mayoría de los protocolos internos y externos, desde los propulsores hasta los disparadores e imanes. Todavía podía usarlos yo mismo manualmente, claro, pero resultaba más cómodo emplear a Viernes como intermediaria entre Tony Stark y Ironman.
Duplicamos la velocidad y, atravesando un torrente de puro viento en mi contra, entré y salí de las nubes a voluntad, tratando de disfrutar de unas vistas que quedaban difuminadas al otro lado de la corriente de aire. La ciudad era apenas un borrón de colores que se extendía hacia el infinito arriba o abajo según la posición en la que yo me encontrase. Di varias vueltas sobre mí mismo, como un remolino, y descendí a toda mecha hasta acercarme nuevamente a la azotea de los rascacielos más altos, girando en el último segundo para esquivar una cornisa a tan escasa distancia que podría haber barrido el polvo de la misma con mi mano.
-
Parece que en velocidad y maniobrabilidad estamos bien.-
Parece que sí –concedí –
Pero aun falta comprobar lo más importante…Me refería, por supuesto, a las labores de combate. Pese a que la nueva armadura distaba de ser una revolución respecto a la anterior había mejorado su aerodinamismo, resistencia y potencial. Sin embargo, el verdadero as en la manga era, por supuesto, la incorporación de Viernes. Con dos inteligencias supremas trabajando y usando la armadura al mismo tiempo, las posibilidades de mis enemigos se reducían al mínimo.
Aunque eso tampoco me garantiza una victoria automática.
- ARCHIVO #000013-SIMULACIÓN:
-Viernes, activa el programa simulador que añadí a tu interfaz e introduce los datos de la nueva armadu…
-Hecho.
-Bien, así me gusta. Ahora enfréntala con alguna armadura maligna, para ver los resultados.
-¿Armadura maligna? ¿Que armadura maligna?
-Ultrón es la elección obvia. Eso sí, escoge los datos más actualizados que tengamos de él y auméntalos ligeramente. No quiero que sea demasiado fácil para nosotros.
-Hecho. Ultrón arranca el brazo derecho de tu armadura y te lo hace comer mientras…
No, aun no era tan invencible como debía. Como todo prodigio de la era tecnológica, mi armadura necesita revisarse, localizando sus defectos y potenciando sus virtudes hasta alcanzar la excelencia o lo más cercano a la misma que pueda conseguir. Aunque Tony Stark sea perfecto (lo soy), Ironman tiene que ser más que perfecto. Actualizado, siempre a punto, por delante de los malos. Por eso mi siguiente paso debía ser probar la armadura, enfrentarla a algún villano y comprobar cómo se defendía.
-
Tony, atraco a unas diecisiete manzanas de aquí, en North Aveny –me comunicó Viernes, solícita. Yo le había encargado antes de salir que me informase en cuanto se cometiese algún crimen con supervillanos en la ciudad –
La policía está en camino.-
Contacta con ellos de mi parte y diles que pueden parar a por churros. Es mío.Activando la máxima velocidad de mis propulsores tardé poco más de veinte segundos en personarme en el lugar de los hechos. Me mantuve a la suficiente altura como para poder observar la situación sin involucrarme aun, esperando el momento adecuado de entrar en acción. Durante mi breve trayecto había imaginado todo tipo de escenarios posibles, desde una nueva ofensiva de Iron Monger aterrorizando a la población civil hasta el Super Skrull buscando efectivo rápido. Como mínimo podría conformarme con los Seis Siniestros en su mejor formación hasta la fecha.
Lo que desde luego no esperaba encontrarme era a un tipo con armadura y dos larguísimas piernas de metal andando a zancadas por mitad de la calle.
-
Viernes, ¿te importaría echar un vistazo a tu base de datos y decirme quién es ese patán?-
Zancudo, enemigo habitual de Daredevil –recitó casi al instante.
-
¿De Daredevil? –bufé como si acabase de decirme que era un enemigo habitual de D'Artagnan –
Dios, se supone que tengo que poner a prueba la armadura, no ensuciarla. Bueno, ¿qué habilidades destacables posee?-
Es capaz de estirar y contraer sus piernas metálicas para alcanzar grandes alturas en poco tiempo, así como para reducirlas.-
Gracioso. ¿Qué más?-
Eso es todo. Bueno, su armadura también supone una defensa moderada, pero nada más.-
…Había sentido todo tipo de cosas durante mis muchísimos enfrentamientos con otros héroes y villanos, desde ira o miedo hasta simple respeto (es muy probable que no sea ni el primer ni el último Vengador con ganas de partirle la cara a Steve Rogers), pero jamás había notado en mi interior semejante alarde de vergüenza ajena. ¿No es bastante malo que quieras dedicar tu vida a ser un supervillano como para que además tengas que hacer pasar por semejante ridículo a tus familiares y seres queridos? ¿Quién en su sano juicio querría tener un hijo conocido popularmemente por atracar bancos armado con unos zancos metálicos?
-
¿Tony?-
Lo he estado pensando y prefiero señor Stark. Es más formal –respondí al mismo tiempo que activaba lentamente los jets propulsores en dirección a mi vergonzante enemigo –
Por mucho que me duela, y créeme que me duele, no me queda más remedio que impedirle que haga lo que sea que esté haciendo. Pero Viernes…-
¿Sí, señor Stark?-
Esto no habrá sucedido, ¿de acuerdo? Si alguien pregunta se encargó Spiderman o… o Daredevil, mismamente, mientras nosotros salvábamos la Tierra de Galactus o el Doctor Muerte. Esta armadura no merece menos en su estreno.-
De acuerdo, señor Stark.-
Definitivamente me quedo con Tony –jets a máxima potencia –
Es más personal. Más íntimo.La explosión sónica estalló como una bombona de gas de más de cien decibelios al mismo tiempo que el Zancudo pasaba de ser una patética mancha estirada en la lejanía a ser una patética realidad que estrellaba contra el pavimento entre mis manos. Apenas hubimos rozado el suelo yo ya me había elevado de nuevo con los propulsores y preparaba un segundo ataque. El lugar de aterrizaje era un polvoriento descampado en el que no parecía haber nadie más, pero por si acaso decidí asegurarme.
-
Viernes, número de civiles y posición, rápido.-
El más cercano se encuentra a treinta y siete metros.-
En ese caso ve elaborando una lista de los familiares más cercanos de este payaso para que pueda invitarles al funeral –respondí mientras extendía la mano derecha y apuntaba de lleno al casco protector del Zancudo –
Sayonara, baby.Reduje al mínimo la potencia del rayo para no cargarme al pobre infeliz, pero en mi exceso de generosidad me pasé de suave y la mayor parte de la energía rebotó contra su armadura, apenas resquebrajando la capa exterior de la protección facial. Fruncí el ceño, molesto por mi error, y me preparé para corregirlo de inmediato. El villano, recuperándose de la caída, aprovechó sin embargo para extender al máximo sus piernas, saliendo disparado por encima de mí.
-
¿¿Por qué estás tú aquí?? ¡¡Se supone que los Vengadores tenéis mejores cosas que hacer!! –me gritó con indignación mientras se alejaba más y más de mi posición.
-
Ni me lo recuerdes –respondí resignado, aunque sabía que no podía oírme desde tan lejos –
Viernes, ¿qué altura puede alcanzar con esas cosas?-
No esperes que pueda escanearlo desde aquí y mientras se mantiene en constante crecimiento.-
Vale.Abrí la mano derecha con todas mis fuerzas, notando como la energía se acumulaba en el orificio de salida, pugnando por hacer pedazos a ese bufón, y en el último momento arqueé los dedos hacia dentro. El chorro dorado salió disparado en forma punzante y, con un rápido giro de mi muñeca se extendió horizontalmente, partiendo en dos los zancos como si fuesen mantequilla y deshaciéndose por sí solo al alcanzar el máximo de distancia posible. Las nuevas modificaciones de la armadura parecían funcionar a la perfección.
-
Ahora: ¿qué altura ha alcanzado?-
Ochenta y tres metros con cuarenta y seis centímetros.-
No está mal.El pobre Zancudo caía en mi dirección alargando y reduciendo sus zancos cortados de un modo patético, como si tratase de volar con ellos. Aguantándome las ganas de dejar que se estampase contra el pavimento me desplacé hacia él y extendí las manos para recogerle, sosteniendo su peso sin la menor dificultad.
-
¡A mis brazos, Romeo!Si mi oponente se sorprendió a causa del repentino rescate debió disimularlo muy bien. Lo más seguro es que no fuese la primera vez que uno de los héroes que enfrentaba tenía que salvarle el culo. Semejante despliegue de inutilidad no dejaba de sorprenderme e incomodarme a partes iguales.
-
No debiste venir… –murmuró el Zancudo, que parecía tan hecho polvo como yo por la situación. Antes de que pudiese responderle que estaba de acuerdo con él me apuntó con una especie de pistola –
No debiste venir. Lo siento.Apretó el gatillo y una vaharada de gas me envolvió el casco, lo cual me arrancó una carcajada triunfal. Era el broche perfecto a la pelea, como la guinda del postre que remata un menú exquisito: que ese lamentable infeliz con ínfulas de mecánico pretendiese derrotarme con una vulgar pistola somnífera. Podría haber respondido a su afrenta con una descarga de energía, con una dosis de mi propio (y naturalmente superior) gas calmante, con un hackeo de su patética imitación de tecnología de mercadillo por parte de Viernes o incluso dejándolo caer al suelo desde la ya reducida altura que nos separaba de él. En lugar de eso le di un guantazo con la mano abierta que, gracias a la superior dureza de mi traje, terminó de hacer añicos su casco, dejando la cara al descubierto. Tenía el enjuto rostro contraído en un rictus de terror, mirándome como si supiese que la hora de su juicio final había llegado.
-
No vuelvas a intentar eso. Jamás.- ARCHIVO #000024-ACTITUD:
-Tony, tu problema es que eres demasiado… amigable.
-Llámame señor Stark. Y… ¿a qué te refieres con amigable?
-Alegre, cercano, incluso infantil.
-¿Qué tiene de malo? Forma parte de mi encanto.
-Eso es discutible, pero aun así dicha función es inherente a Tony Stark, el multimillonario playboy; no a Ironman, el superhéroe vengador.
-Entiendo a qué te refieres, pero…
-Puedes permitirte gastar bromas, ser irreverente y todo lo que te apetezca dentro del contexto de la pelea, pero tienes que hacer entender a tu enemigo, una vez que acabe, que no puede tomarte a la ligera. Que eres superior a él y hará bien en recordarlo mientras esté en prisión o a donde sea que lo manden tras la batalla. Si no te temen o al menos te respetan no dudarán en volver a intentar derrotarte en el futuro. Reed Richards se encontró una sola vez con el Doctor Octopus, y no sé qué le dijo, pero no se ha vuelto a atrever a mencionar siquiera su nombre.
-Vaya con Reed, así que cuando quiere puede echarle hu…
-Señor Stark, ese no es el tema. Limítese a ser intimidatorio cuando la situación lo requiera.
Cumplí con lo acordado. Cuando la policía llegó hasta nosotros el Zancudo parecía dispuesto a suplicarles que le dejasen subir al coche patrulla. Yo no me había quitado el casco en ningún momento, ni tampoco le había vuelto a dirigir la palabra. Me limité a permanecer frente a él, observándole con el visor bajado, en completo silencio. Según Viernes el efecto logrado había sido el apropiado, y con un poco de suerte nuestro enemigo no olvidaría jamás esta breve batalla.
-
A su servicio, oficiales –saludé a los agentes que se personaron antes de echar a volar y alejarme con la mano alzada.
Correspondieron a mi despedida y, al llegar al final de la avenida, aceleré y me elevé de nuevo por encima de las azoteas más altas, girando hacia la luz del sol. Estaba satisfecho con los resultados mostrados por mi nuevo modelo de armadura, pero aun así apenas había podido rascar la superficie de su poder con tan pobre rival. Contemplaba la posibilidad de ir a Ryker y solicitar que liberasen a un par de sus presos más peligrosos para enfrentarme a ellos cuando Viernes llamó mi atención de nuevo.
-
Tony, ¿sigues queriendo la lista de familiares?-
¿Qué lista de familia…? –pregunté antes de caer en la cuenta –
Era otra broma, Viernes.-
Esta vez lo supuse, pero quería estar segura –hizo una breve pausa –
Te noto frustrado. ¿Es por el Zancudo?-
En el pasado me enfrentaba a escoria como esta con una cadencia alarmantemente regular. Látigo negro, por ejemplo, solía darme problemas hasta que se pasó a aquel rollo raro del sadomaso –recordaba con escalofriante cercanía aquel perturbador cambio de estilo –
El caso, Viernes, es que todo aquello se acabó. Un Ironman 2.0 merece enemigos 2.0.-
¿Por ejemplo?-
Algo como el Mandarín en su máximo apogeo estaría bien para empezar, pero ni la elección ni el orden son realmente importantes. Lo que cuenta es que ahora puedo hacer más y mejor que antes, y pienso aprovecharme de esta ventaja mientras dure.Me posé en la azotea de un rascacielos, adoptando nuevamente la postura de navegante sobre la cornisa exterior, y contemplé la ciudad abrirse bajo la luz solar. Pensé de repente que, si se podía decir algo bueno del Zancudo, es que había sido madrugador. Sin embargo, en contra de lo que sugería el famoso dicho, eso no le había ayudado en absoluto. Tras meditarlo durante unos instantes me encogí de hombros y supuse que yo me habría levantado más temprano que él. Curiosamente no me parecía del todo irrelevante.
Pasado medio minuto despegué de nuevo y me fui a por donuts.