El aire era toxico, como el sueño de Morfeo donde los cuervos se transformaban en angeles de la destrucción, asi era Gotham, la ciudad del sueño del murciélago, el monstruo espantoso que había criado con desgana y cuidado al cazar uno por uno los demonios monstruosos que daban bienvenida a ese dantesco escenario de polvo y desesperanza, hogar del miedo de la humanidad, el hogar del hombre que le había dado la espalda a dios y ahora adoraba a un murciélago, el hogar del miedo rodeado de polvo e industrias que hacían toxico el aire, como un sueño de Morfeo, donde la anestesia parece perseguir tu mirada cada vez que intentas quitarla del símbolo de Batman que ahora se erigía en el cielo, aquella luz abrazadora que daba paz a las noches infernales del hogar del diablo, allí, en el infierno personal donde alguna vez se miró al sol sin temor a la eterna noche del demonio, allí era el destino de mi autobús del pánico, donde las esperanzas de un futuro mejor se estancaban en el descuidado cemento por el que viajábamos.
Quizás hubiera podido escapar de aquel monstruosos agujero del demonio pero aun en aquella disyuntiva y temor la justicia era imperante, 10 personas muertas, 5 mujeres y 5 hombres en una serie de frías noches de Nueva york era mi razón, hasta donde tenía conocimiento por una serie de rumores extraños el monstruoso espectáculo había sido perpetrado sin razón por un asesino desquiciado que ahora mismo estaría en Gotham y sin la mirada atenta de los disfrazados nunca seria detenido. –
Nunca murciélago – El aire toxico hacia rogar por palabras a mi garganta, que sentía el peso de las décadas de contaminación arreciar como una tempestad temerosa de lluvia acida y lágrimas sobre la ciudad de las luces. Gotham a pesar de haber visto la implosión del universo conocido seguía su ritmo, empequeñecida por el demonio y viviendo en el infierno noche tras noche, como el vaticinio inequívoco de desesperanza. Y aun asi, el murciélago y su familia seguía protegiendo aquella mancillada tierra. Un sin sentido que hasta yo encontraba gracioso y que seguramente El comediante también… Disfrazados, nunca entenderán la naturaleza del hombre a pesar de serlo algunos.
Entramos a la ciudad, un abrazo extraño siento al llegar allí, el aire sucio golpea mi cabellera pelirroja mientras la mascara del miedo se balancea sobre mis manos, cambiando de forma, convirtiéndose a la ciudad, sonriente a pesar de todo, sonriente por el miedo de la tempestad. Park arrow era mi destino y, aun asi, las direcciones rapidas sentenciaban al menos media ciudad por delante en autobús, 2 manzanas delante estaba la la comisaria de policía y 2 atrás un robo con arma blanca hacia convulsionar la lluvia pero no las sirenas. De fondo, la W de industrias Wayne se refleja en el cielo con pavor y ceguera selectiva, entre pobreza, miedo y muerte los ricos aun sonríen y olvidan el mundo que les rodea pues la policía vive para ellos.
Pero no para el hombre a dos manzanas que pronto serian tres. Me pongo de pie y pido descender de aquel transporte infernal, suspiro, las alarmas policiacas aun no se escuchan, la muerte si.
Camino por calles creadas específicamente para cercar a la población en caso de disturbios, calles con parales en cada extremo para colocar barricadas policiales, bonitas maniobras que no detenían que aquel fuera el hogar de mil demonios y pronto hogar de dos mas, de mi perseguido y de mi. Camino entre callejones y me coloco mi mascara, el resto de mis pertenencias fueron enviadas hace 2 dias por mensajería a un casillero cerca a mi destino. Las calles vacias logran olvidar el grito desesperado del hombre que pronto guarda silencio, debo ser rápido, el cuchillo se inyecta como una vacuna de realidad en su piel, siento miedo por su destino, logro dar con el callejón y entre jadeos y suspiros impotentes logro dar con el herido.
Extrañamente, el imbécil ladron cuenta el dinero al lado del cuerpo.
- Idiota – El aire es pesado y raspa mi garganta, el hombre me mira y yo a el sin que el lo sepa, bajo la mascara de mil caras, sonrio para mi y escucho aquella pregunta que siempre les remueve el corazón con terror e instinto.
- ¡¿Quién eres?! El hombre de quizás 30 años y 1.80 de altura se abalanza sobre mi al unisono con sus palabras, cuchillo en mano, es tenaz pero lento, lento e idiota, demasiado fácil.
Me movi a la izquierda y esquive su cuchillo, mientras daba un golpe en su cuelo, haciéndole perder equilibrio y dejándolo aletargado no por mucho tiempo, pero suficiente para empujarle y hacerle soltar el cuchillo. Me abalanzo sobre el y por muy poco siento el metal pasar cerca de mi gabardina, cae al suelo conmigo encima… Muy fácil. Gancho izquierdo, derecho y de nuevo izquierdo, sus dientes se rompen como su alma que se aferra a la vida con terror y gritos de desesperanza, monstruosos gritos pasmados que me recuerdan lo cruel que es la ciudad, nadie observa, nadie ayuda al herido, nadie llama a la policía o a una ambulancia.
La ciudad es cruel y aun asi, esto es demasiado fácil.
Todo pasa muy rápido, ruego entre gritos para que el hombre a mis espaldas siga con vida, termino rápido con el, su cuello se tuerce y sus gritos cesan de golpe, como el cuchillo en las entrañas del hombre a mis espaldas, busco un móvil, allí esta, busco dinero, alrededor de 300 dolares y algunas joyas, fácil y aun asi, una vida se me escapaba entre la sangre mezclada y oscura bajo mis botas.
Camino con rapidez al hombre de mis espaldas y reviso sus heridas, una en el abdomen como había predicho minutos atrás, vivirá si soy rápido y la ambulancia lo es, afortunadamente, 3 manzanas al oeste podía verse el altísimo hospital de Gotham donde seguiramente a estas horas estarán atentos al despertar de la muerte. Marco el numero dando las indicaciones del lugar, no necesito verlas, las había observado al pasar por aquí.
- Vivira – Me repito para calmarme y volver a revisar al ladrón, tomo 200 dólares que esperaba no fueran del hombre a mis espaldas, papeles, joyas y… una foto, un hijo, una ex esposa quizás a la que ruego siga con vida y se haga responsable del chico. Sonrío, a pesar de todo, había hecho lo correcto, seguía repitiéndomelo.
Salgo de allí en cuanto por fin escucho el sonido de la ambulancia una manzana atrás, la gabardina y el sombrero me hacen pasar insospechado por aquella fría y solitaria noche de Gotham. Vivira, repito mientras observo la luz de batman en el cielo apagarse, un nuevo monstruo había sido detenido por un tiempo y, aun asi, a mis espaldas estaba por morir un hombre cualquiera, el murciélago no es dios, pero tampoco había hecho lo suficiente.
Vivira me repito con satisfacción aun cuando se que sobrevivir en el infierno es una agonía aplazada.
Larga noche, una de miles por delante, una por cada infierno por delante.