Resubo el capítulo anterior (algunos cambios) y continúo con la historia...
Parque de atracciones de Happy Harbor
Domingo 14 de noviembre
11:30 am
El suelo estaba muy lejos. Muchos, muchos, muchos metros por debajo de él. Su adorado, firme y fiel suelo, cuánto lo echaba de menos ahora mismo... Wally tragó saliva. No quería mirar el raíl, pero... ¿iban a seguir subiendo mucho rato más?
- ¿Te dan miedo las montañas rusas? - preguntó Artemis, divertida, mientras su vagón seguía subiendo lentamente.
El pelirrojo (que aferraba las barras metálicas de sujeción como si en ello le fuera la vida) respondió con voz tensa.
- Claro que no - replicó -
El hombre más rápido del mundo, ¿recuerdas?- ¿Ése no era Flash?- Flash no está aquí ahora.- Estás pálido.- Estoy perfectamente.- Mira, se ve el Monte Justicia desde aquí.- Ajá.- ¿Quieres bajarte? Porque ya no podemos ba... ¡jaaaaaaaaaaaaaaaar!La última frase de Artemis fue interrumpida por la primera bajada de la montaña rusa. La chica recibió la descarga de adrenalina con una sonrisa salvaje, sin dejar de gritar, mientras que Wally, por su parte, empezó el descenso con una profunda expresión de terror. Ciertamente, no tenía ningún problema con la velocidad, pero nadie había dicho que le gustaran las *alturas*.
- ¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHH! - chilló (
oh, mierda, ha sonado agudo, muy agudo, reza para que Artemis esté demasiado distraída como para prestarle atención a *eso*), viendo cómo el suelo acudía a su encuentro, pasaba a estar sobre su cabeza, luego volvía a alejarse y, finalmente, daba unas cuantas vueltas fuera de su alcance.
Problemas de ser un velocista, Parte Uno: vivir una montaña rusa a cámara lenta *no* es divertido.
"Así que por eso el tío Barry prefería llevarme al cine..."Un looping más, y Wally encontró la clave.
No mirar el suelo. No era por presumir, pero siempre había destacado en Física (su segunda asignatura favorita, después de Química, claro), así que no le resultó del todo difícil llegar a la solución teórica: elimina el eje Y. La parte práctica era un poco más complicada (
¿¡y entonces, adónde diablos miro!?), pero hey, estamos hablando de Wally West, un completo genio... de modo que el chico, todo sabiduría, decidió mirar a Artemis; porque eso es lo que hay que hacer, mirar un punto de referencia (fijo, a ser posible) y no dejar de hacerlo, por si acaso.
Resultó ser más entretenido de lo que había esperado. La chica seguía con aquella expresión, a caballo entre el terror y el entusiasmo, con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos muy, muy abiertos, y Wally pronto se encontró sonriendo también, como un estúpido. Tal vez para él hiciera falta más velocidad (como
el doble de velocidad) para eso, pero sí, conocía la sensación. El paisaje convertido en un borrón a ambos lados, el cosquilleo de la aceleración en el estómago y el sentimiento de libertad creciente con cada segundo; sí, tenía cierta experiencia con eso.
"Yo podría enseñarte lo que es la velocidad de verdad, nena", pensó, sonriendo. Y, si fuera Miss Martian, probablemente lo hubiera dicho en voz alta. Pero era Artemis, y eso tenía otras connotaciones, como la cara de terror que acababa de poner Wally al darse cuenta de ello.
"¿¡Qué diablos!? ¡No he pensado eso!"Tal vez Canario Negro tuviera razón, y la negación fuera un problema importante para Kid Flash.
Al cabo de lo que a él le parecieron horas, la montaña rusa se detuvo, para alivio de Wally y no-tan-alivio de Artemis.
- ¿Qué te ha parecido? - preguntó ella, algo inestable al poner los pies en el suelo tras el viaje a toda velocidad.
- No ha estado mal. Un poco *bastante* lejos de la barrera del sonido, pero no ha estado mal. - respondió Wally, condescendiente.
- Te he oído gritar - replicó Artemis, arqueando las cejas.
- Sólo al principio. Me pilló desprevenido.- "Desprevenido", claaaaaro...- Oye, ¿por qué no nos metemos allí?- ¿La Casa del Terror, Wally? ¿En serio?- ¿Es demasiado para ti?- Claro que no, pero no quiero oírte chillar como una niña.- ¡Eh! ¡Yo nunca chillo!- ¡Eso ya lo veremos!--------------------------------------------
Parque de atracciones de Happy Harbor
Domingo 14 de noviembre
12:00 am
Wally West no creía en la magia. En su mentalidad científica sólo había sitio para una cosa: hechos. Si algo no podía demostrarse en un laboratorio, era que no existía. Por eso, la Mansión del Terror era una auténtica tontería; sólo cuatro o cinco tíos disfrazados haciendo poses ridículas, con unos cuantos efectos especiales de luz, sonido y humo de fondo. Wally sabía que iba a ser divertido, y solamente eso; hacía falta mucho más que aquello para sobresaltar a Kid Flash.
Pero Artemis no las tenía todas consigo. Podía jurarle a Wally (o a *cualquiera*) que no era el miedo a los monstruos lo que la preocupaba. Más bien, fue conocer su tendencia a reaccionar exageradamente a ruidos y movimientos bruscos lo que hizo que tragara saliva, incómoda, nada más poner el pie en el tenebroso recibidor. ¿Y si la sobresaltaban y arreaba un golpe al monstruo en cuestión? ¿Cómo lo explicaba luego? Estaba segura de que la gente normal reaccionaba chillando, o algo parecido, no agrediendo a los pobres trabajadores de la atracción.
"Por suerte, he dejado el arco y las flechas en casa", se dijo, mientras avanzaban por el crujiente suelo de madera.
El sonido de una puerta al cerrarse súbitamente tras ellos la hizo volverse con brusquedad, lo que arrancó una risita burlona de Wally. El velocista parecía totalmente tranquilo, con ambas manos en la nuca y una expresión de escepticismo pintada en aquella pecosa cara suya. Artemis le dirigió una mirada con los ojos entrecerrados.
- ¿Qué? - le desafió.
- Naada - fue la respuesta del pelirrojo, alargando deliberadamente la "a".
Artemis resopló y se metió las manos en los bolsillos; era la mejor forma de asegurarse que no daba un puñetazo a nadie por error, porque no quería hacerlo. Salvo, quizá, si ese alguien fuera Wally; tenía que haber algún modo de darle un puñetazo por error a Wally. Con aquella idea en mente, la rubia siguió avanzando, adelantando a su compañero. ¿Miedo, ella? Por favor, era una Crock, se había codeado con asesinos en serie y supervillanos desde que era una ni...
- ¡AAAH! - chilló el cadáver, apareciendo de la nada.
- ¡AAAAH! - chilló Artemis, retrocediendo involuntariamente y chocando de espaldas contra el pecho de Wally.
-¡Hey! - protestó él, cogiéndola por los hombros en un gesto reflejo, mientras la siniestra figura desaparecía tan bruscamente como había aparecido.
Artemis maldijo interiormente y se apartó de Kid Flash, mientras éste esbozaba una amplia sonrisa.
- ¿Miedo a los fantasmas? - preguntó, mientras ella volvía a adelantarse con un par de pasos furiosos.
- Claro que no - resopló Artemis, pero se detuvo. Era estúpido adelantarse; no quería darle a Wally un asiento de primera fila cuando la volvieran a asustar.
"*Sobresaltar*, no *asustar*", rectificó mentalmente.
- ¿Seguro? - preguntó Wally, pasando frente a ella con esa frustrante sonrisa de superioridad suya.
- Seguro - resopló la arquera, echando a andar tras él.
El velocista tuvo el sentido común de no añadir nada más, aunque Artemis empezaba a sospechar que se estaba guardando los comentarios burlones para más adelante. El pasillo por el que avanzaban ahora tenía música ambiental; el aullido del viento al pasar por una ventana entreabierta. ¿Cuándo sería el siguiente cambio brusco?
Lo que ponía más nerviosa a Artemis era precisamente la anticipación, el saber que *iba a pasar* algo, no ese algo en sí. Si no estuviera tan pendiente, tan alerta, probablemente no pegaría esos botes cuando...
- ¡AAAAAAAHH!... unas manos surgieran del suelo para cogerla por los tobillos.
La primera reacción de la arquera fue sacudir las piernas con rabia y, tan pronto como liberó una, lanzar una patada hacia las manos que agarraban la otra. Recordó justo a tiempo que no estaba en una misión, sino en la Mansión del Terror, y convirtió su furioso golpe en un simple puntapié. Aún así, oyó una maldición y un gemido de dolor en algún lugar, y se sintió culpable al instante. Los dedos, por su parte, la soltaron de inmediato.
- ¿Qué estás haciendo? - preguntó Wally, alarmado.
- ¡No ha sido queriendo! - se defendió Artemis, incómoda.
Wally arqueó las cejas mientras miraba el punto del suelo por el que habían desaparecido las manos fantasma.
- Estoy empezando a pensar que tengo que proteger a los monstruos de ti, y no a ti de los monstruos - comentó.
- A mí no tienes que protegerme de *nada*, Wally - replicó ella.
- ¡Claaaro! - respondió él, divertido -
Ya sabes, sólo tienes que gritar "auxilio" si me necesitas, nena. Estaré allí en un fla...- ¿Por qué no sigues andando? - le espetó ella.
Kid Flash se volvió, mientras su sonrisa se ensanchaba más aún. Tal vez Artemis no fuera de las que chillaba con las películas de miedo (algo que ya había comprobado en el Monte Justicia), pero estaba convencido de que terminaría abrazándose a él en algún momento, antes de que abandonaran aquella atracción. Y luego podría dedicarse a recordárselo durante semanas; pero no delante de Robin, claro, o Robin volvería a soltar algo como
"¿por qué no os vais a un motel?", y Wally no soportaba que Dick hiciera eso. ¡Como si Artemis le interesara lo más mínimo! No tenía absolutamente nada interesante, si descontaba aquella larga melena rubia, o aquella atractiva sonrisa burlona suya, y, bueno, un cuerpo al que le sentaba francamente bien el kevlar ajustado. Nada en absoluto.
Artemis seguía avanzando, tensa, con el ceño levemente fruncido y la mirada clavada en la espalda de Kid Flash. La razón era muy obvia: se negaba rotundamente a mirar a su alrededor. Su estrategia: cuando algo apareciera en medio del pasillo, Wally haría de muro para sus ojos y amortiguaría el impacto visual de... lo que fuera.
"Ojalá tuviera visión de Rayos X", pensó la rubia, imaginando cómo sería poder ver venir a aquellos tipejos, antes de que aparecieran de la nada para sobresaltarla. Era más que obvio que era gracias por aquello por lo que Superman no tenía miedo de nada. Aunque, seguramente, la invulnerabilidad y la visión térmica también tuvieran algo que ver.
¿Cómo habría sido la visita de M'gann y Superboy a la Mansión Encantada? Artemis reprimió un resoplido al imaginarlo:
"Enlace telepático establecido, ¿estás en línea, cariño?",
"Claro, preciosa. Por cierto, oigo a un tipo tras la próxima esquina",
"oh, Conner, tu superoído es fantástico, ya no tengo por qué asustarme de nada",
"claro que no, M'gann, yo estoy contigo",
"oh, Conner, eres tan caballeroso..."Artemis tuvo que detenerse antes de que su propia línea argumental le diera arcadas. Casi prefería haber venido con Wally...
Espera. ¿Qué había sido aquello, justo detrás de ella?
Los ojos de Artemis se abrieron como platos.
- ¡Wally! ¡Corre! - exclamó.
- ¿Qué?- ¡Ya vienen!Cuatro figuras se arrastraban de forma siniestra desde el otro lado del pasillo, en su dirección. Los efectos luminosos, que simulaban los relámpagos de una noche de tormenta, arrojaban sus sombras parpadeantes contra las paredes, pero no las de aquellos... bichos. El efecto era realmente espeluznante, incluso Wally tuvo que reconocerlo.
Ambos chicos echaron a correr pasillo abajo, donde les aguardaba una puerta. La cruzaron a la carrera y Artemis la cerró tras ella, jadeando, mientras los monstruos empezaban a golpearla desde el otro lado.
- ¡Wow! - exclamó Wally, impresionado -
Este número es nuevo. No había nada en ese pasillo la última vez que estuve aquí.- Genial, porque es muy... realista... - resopló Artemis, cargando todo su peso contra la puerta.
Desde luego, los actores se estaban tomando su trabajo en serio, porque la madera temblaba y crujía de veras bajo su furioso embate. De hecho, la arquera hubiera jurado que estaba a punto de...
¿Quebrarse, dando paso a una mano medio podrida a escasos centímetros de su cabeza?
Artemis palideció. O el maquillaje era realmente bueno, o...
- ¡Wally, vámonos de aquí! - chilló la chica, mientras otras manos similares a la primera empezaban a atravesar la madera.
- Reconozco que el truco de la puerta está francamente...- ¡Wally, *huelen* a podrido!- ¿Qué?Artemis agarró la mano del velocista y ambos salieron corriendo hacia el otro lado de la habitación, con el pelirrojo girando la cabeza una última vez, sólo para ver cómo las manos cadavéricas terminaban de desmenuzar la puerta. Las criaturas emergieron a través del marco, iluminándose un instante con la luz de otro relámpago ficticio. Cuando el brazo se desprendió del hombro de una de ellas y cayó al suelo con un sonido repugnante, Wally terminó de decidir que más valía perderlas de vista.
Con aquellas cosas pisándoles los talones, los dos justicieros descendieron a la carrera unas escaleras de caracol, ignorando los maniquíes que salían a su paso y las telarañas que descendían mecánicamente del techo. Cuando llegaron a la biblioteca y se acuclillaron el uno junto al otro en un rincón, detrás de una estantería, Artemis jadeaba por culpa del esfuerzo.
- ¿Vienen? - logró preguntar, tratando de asomar la cabeza por encima del hombro de Wally, lo que provocó una incómoda situación de proximidad entre ambos.
- N-no - respondió él, tras un instante de vacilación.
- Ya - Artemis se apartó un poco, y ambos miraron en direcciones opuestas -
Bueno, ¿y qué era eso?- Efectos especiales, supongo - empezó el pelirrojo.
- Vamos, Wally, lo has visto tan bien como yo. Esas cosas han *destrozado* una puerta de madera.- Probablemente parte del espectáculo - replicó el velocista, todo realismo.
- ¿Cómo puedes decir eso? - exclamó Artemis, exasperada. No podía evitar que aquella situación le recordara poderosamente al primer encuentro de Wally con el Doctor Destino. -
Vale, tú has estado aquí antes, ¿por dónde se sale?- Creo que hay que hacer girar la típica estantería de la biblioteca, ya sabes, como la de...- Ya, conozco el cliché.- Y bajar a unas escaleras hacia unas... catacumbas.- Suena genial.- Y luego hay como una especie de mazmorras...- Maravilloso.Una breve pausa.
- Vamos.- ¿Estás segura? Está muy oscuro ahí dentro...- ¿Prefieres los muertos vivientes? Mira si está despejado.Wally volvió a asomarse desde detrás de la estantería.
- Campo libre - anunció.
- Vamos.Los dos chicos salieron cautelosamente y empezaron a buscar la famosa estantería. Cuando Wally dio con ella y empujó el libro adecuado, fue recompensado con un "clic" y los estantes se hicieron a un lado, revelando un hueco oscuro y lleno de telarañas. Artemis, que seguía mirando hacia atrás, por si los muertos vivientes llegaban a la biblioteca, dio un bote cuando sintió la mano de Wally aferrar la suya.
- ¿Qué haces? - preguntó, tensa.
- Te he dicho que está muy oscuro ahí dentro. Cuidado con las escaleras.La chica consideró la posibilidad de oponer resistencia para demostrar que
no estaba asustada, pero, finalmente, se dejó arrastrar por su compañero hacia el tétrico hueco. Segundos después, la estantería se cerraba silenciosamente tras ellos.
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- ¿Crees que nos hemos pasado, Zee? - preguntó Robin, dando un mordisco a su nube de algodón de azúcar.
- ¿Qué dices? Me he quedado corta... - suspiró la maga.
Ambos observaron a Wally y Artemis abandonar la Mansión del Terror desde su posición privilegiada, en lo alto de un edificio cercano.
- ¿Ves? - señaló Zatanna -
Siguen discutiendo...Robin esbozó una de sus sonrisas traviesas.
- Bueno, pero... ¿qué me dices del abrazo en las mazmorras? Hiciste un gran trabajo con la lluvia de arañas.Zatanna sonrió también, orgullosa de su número de magia.
- Oh, es un hechizo que perfeccioné asustando a los matones de mi instituto - dijo, divertida.
- Muy efectivo - comentó Robin. Al parecer, Wally seguía intentando quitarse bichos de la ropa.
- Bueno, ¿dejamos que tengan el resto de la cita solos? - preguntó Zatanna, dando un sorbo a su batido.
Robin dirigió una última mirada a sus dos amigos. Le hubiera gustado quedarse a ver el resto, pero, en fin, el deber era lo primero, y Batman lo necesitaba en Gotham.
- Qué remedio - respondió a Zee, encogiéndose de hombros, mientras ambos se volvían para abandonar el parque de atracciones.