[La Colisión de los Mundos] Tempus Fugit (Tania, Warlock, Alatariel)

Tania estaba vestida con una sudadera cómoda con capucha de color verde, así como unos pantalones de mallas negros y unas zapatillas deportivas blancas, porque sabía que podían pasar muchas cosas que requerían de libertad de movimientos en aquel día. Una persona normal, sabiendo lo que ella sabía, se hubiese ido al campo, a algún sitio no poblado, donde en ninguno de los dos mundos hubiese gran cambio. Pero, nuevamente, una persona normal no sabría lo que ella. Sonrió ligeramente, observando el cielo para no perder ninguno de los "efectos especiales", que por lo menos eran bonitos de ver cuando una estaba perfectamente a salvo detrás de su escudo mágico. El polvo que empezaba a llenar el ambiente parecía darse un rodeo alrededor de ella, pero no le importaba llamar demasiado la atención: nadie se fijaba en una chica de aspecto corriente en un oscuro callejón, cuando a todas luces el mundo se estaba acabando. Eran estúpidos mortales que emitían prejuicios hacia eventos que no conocían.

Pero sucedió algo poco previsto. Una máquina extraña cayó justo enfrente suya, aunque no se asustó, porque por pura física ningún objeto normal podía alcanzarle, sólo desviarse a su alrededor. Inmediatamente, y porque era más seguro poder usar sus poderes cuando quisiese, un manto de eternidad pura la cubrió como una túnica con capucha, ocultando sus rasgos cuestionablemente femeninos bajo un agujero negro de probabilidades existenciales. La figura espectral voló unos centímetros hacia delante, saliendo de la oscuridad para ver de cerca a la criatura metálica. Parecían los restos de un robot, que parpadeaba intentando manterse encendido. Podría usar sus poderes sobre el tiempo para arreglarlo aunque fuee momentáneamente, pero éste se estaba volviendo un poco loco y quería usarla de ancla, ya que ella podía manejarlo y existía desde que lo que fuese su vida anterior lo había... creado no, "inciado" era una palabra mejor. Bueno, era un término mortal, de todas formas. El caso es que pasaba de usar sus poderes temporales para evitar añadir más incertidumbre.

-Tú sí eres una sorpresa-comentó en alto, hablándole con una voz que parecían millares a la vez. Si Warlock intentaba separar cada una, sacaría al menos en claro la voz de un anciano, una mujer joven, un niño y alguna cosa que hablaba desde las profundidades de una caverna, entre otras-. ¿Puedes entenderme? No importa, la Gran Colisión ha empezado. ¿Qué universo se impondrá? ¿Cuál perecerá?

Despegó su vista sobre la criatura metálica y alzó su vista de nuevo al cielo. Nuevos eventos estaban aún por ocurrir, hasta que toda la situación se normalizase. No estaba segura de los detalles, pero prometían ser interesantes. Grietas de realidad le permitían vislumbrar retazos de otros mundos, espíar un poco en las singularidades de cada mundo que nunca había visto antes. El ser robótico podía esperar, si el tiempo se estabilizaba podía "curarle" y hablar con él, si tenía la capacidad del habla.

"Sistemas restableciéndose. Nivel de energía elevado. Sobrecarga. Necesidad de liberar carga energética. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué estoy pensando? Menudo golpe... Reestructuración de sistemas iniciada. ¿¿Qué?? Qué es esa voz en mi cabeza... Agh, qué dolor... debo estar sangrando"

Al alzar las manos para comprobar si estaban manchadas de sangre, La visión de aquéllas zarpas metálicas y oscuras chisporroteantes asustó sobremanera al joven lesionado.

"¿¿Qué?? ¡¿No jodas, venga, qué es esto?! Reconocimiento del medio. Ubicación: Desconocida. Factor lumínico insuficiente. ¿Quién es esa? Oh por dios, ¿mi brazo acaba de serpentear? ¡Ha vuelto a hacerlo! Qué diantres... ¿Y esa de ahí quién es? ¡¡¡AAARGH!!! Fallo en el sistema, fallo en el sistema, redes neuronales sobrecargadas, se requiere liberar carga energética"

La joven pelirroja observaba con algo más de interés lo que sucedía entre las sombras del callejón, pero por el momento, sin ganas de acercarse. Chispazos dorados iluminaban en ocasiones los cubos de basura mientras una forma se alzaba torpemente, y parecía sujetar su cabeza. Normal tras la caída que había tenido. El ser apenas empezó a asomar de entre la oscuridad, cuando algo lo detuvo.

-Tú sí eres una sorpresa- ¿Qué había ocurrido?  Debía estar teniendo alucinaciones, porque la chica ahora era como una parca envuelta en sombras… Y aquélla voz… Parecían almas d eotros mundos, de otros tiempos… -. ¿Puedes entenderme? No importa, la Gran Colisión ha empezado. ¿Qué universo se impondrá? ¿Cuál perecerá?

"Descifrando mensaje recibido. Proceso interrumpido, fallo en el sistema, fallo en el sistema. Argh, espera, yo... este cuerpo no es el mío... de hecho... qué... ¡AAARGH! ¡¡No, no, he de esconderme!! ¡¡MAGUS!!"

Aquélla idea terrible salida de algún rincón confuso de su mente, hizo que el ente tecnoorgánico huyese a trompicones por el callejón, abandonando al espectro con una velocidad que no esperaba. A su paso, volcó cubos de basura y los gatos se asustaron con sus gritos desesperados, hasta que de improviso salió al paso de una carretera. No lo vio venir, y el confuso e histérico conductor tampoco supo de dónde había salido aquéllo fuese lo que fuese.

Minutos después, la Policía de Gotham y los servicios médicos, se personaban en el lugar a pesar del caos para atender al accidente más extraño que habían conocido; Un Autobús descontrolado estaba prácticamente partido en dos, como si hubiera chocado contra algo inamovible a gran velocidad. El conductor y algunos viajeros habían muerto y había muchos heridos. Un joven alto y rubio de pelo desordenado deambulaba desorientado entre los restos del accidente tratando de ayudar a los pasajeros. Nadie sabía de dónde había salido...

Odiaba aquella ciudad con todas sus fuerzas, no podía evitarlo, le daba asco, repulsión, ganas de que ardiera hasta las cenizas, pero los negocios la habían llevado hasta allí. Tenía unos asuntos que tratar con el banquero de la familia Wayne, y para que negarlo, eso no era más que una excusa que le venía de perlas para otros asuntos que la preocupaban más. El equilibrio se estaba rompiendo, lo sabía, podía sentirlo, era curioso, como habiendo sido creada para la guerra era más sensible a él que el resto de sus congéneres. No le importaba, podían todos seguir lamiéndole el culo a Dios, le importaba un carajo lo que le pasara a todos, a todos menos a uno, no sería hoy, ni mañana, pero un día le arrancaría la piel a Miguel, y se arrepentiría de haberle quitado todo lo que era suyo.

Estaba de pie, frente al museo, parada como una estatua mientras observaba las luces resplandecer en el cielo con un gesto mortalmente serio en el rostro, aquello no podía estar pasando, el equilibrio estaba roto y no podía salir nada bueno de aquello. Una fuente de energía desconocida llamó su atención en un callejón lateral del museo, cerca de la puerta de carga y descarga. El golpeteo sordo de sus Jimmy Choo resonaba ominosamente en el cemento de las construcciones, casi incluso por encima de los pasos apresurados de la multitud. Los predicadores agoreros se giraban para observarla, no era normal ver a alguien vestida tan elegantemente dirigirse a un callejón oscuro con calma y seguridad cuando se acababa de pronosticar el fin del mundo. Pero el fin del mundo era algo muy relativo para un ser que no podía morir.

Cuando llegó se encontró con una figura encapuchada frente a algún tipo de construcción mecánica humanoide en el suelo que intentaba... ¿Levantarse? ¿Un robot? Sea como fuera, nada de lo que había en ese callejón era humano, no había que ser un lumbreras para darse cuenta... De lo que si que no pudo darse cuenta a tiempo fue de que el robot del suelo de repente había saltado a la carretera, provocando un accidente con un autobús. Genial, por si no tuviera poco con aquello encima lo otro... No pensaba ayudar, que se apañaran los humanos como quisieran, tenía cosas más importantes que hacer que preocuparse por la supervivencia de unos pocos. Con cuidado se acercó al rubio sin identificar, supuso que sería lo que antes había sido un robot... ¿Poderes metamórficos? Con bastante probabilidad...

- El equilibrio se ha roto, el fin de todo lo que conocíamos ha llegado. Sígueme, ellos no necesitan saber más. Yo si.

Pero Alatariel no tenía tiempo para ver si el "antes robot estropeado, ahora rubio desconcertado" la seguía, ni tiempo, ni ganas de ejercer una infinita paciencia, así que le agarró del puño de su sudadera y tiró de él alejándole del escenario del accidente para regresar al callejón. Si podía descubrir como había sucedido quizás pudiera... no se... ¿Arreglarlo? En caso de que todo aquello tuviera arreglo...

Tania, en su forma de Mirror, voló por el aire tranquilamente, siguiendo con la mirada a Warlock, mientras de vez en cuando disfrutaba de algunos vistazos hacia el panorama general. Los mortales eran jodidamente estúpidos, no sabían mantener la calma para nada, la verdad. Sonrió debajo de su manto, no había nada que pudiesen hacer excepto esperar la muerte o cundir el pánico, y la mayoría elegían lo segundo. ¿Es que no había nadie con un mínimo de cerebro en todo el lugar? ¿Dónde estaba el murciélago cuando más se le hacía falta? Ja, para eso valían los héroes, para desaparecer. Y la policía. Y los villanos. Al final, al universo le daba igual. Cualquiera de los dos universos. Y no sólo dos, porque el cataclismo había provocado roturas en el espacio-tiempo y algunas dimensiones se podían vislumbrar. Aparto su vista de una especialmente deprimente (ella diría que era más honesta consigo misma) para ver que una mujer acababa por alcanzar y hablarle a la criatura metálica. ¿La conocería de algo? Desde esa distancia no podía oírles, así que se acercó un poco más. Algo había en la mujer que no estaba bien, y no era porque fuese una humana tranquila con todo el tema de la colisión, o porque estuviese bien vestida y fuese voluntariamente a un oscuro callejón tirando del robot. No, era porque veía en ella algo más, que probablemente podría profundizar cuando el tiempo dejase de rodearle como luciérnagas. Era molesto tener lucecitas alrededor, a veces te dificultaban la visión, y no podía moverlas porque podría romper el tapiz de la historia con sus gestos. A veces demasiado poder te llegaba a atar, en vez de liberarte.

Acabó escuchando sólo el final de lo que dijo Alatariel. ¿Con qué quería saber más, eh? Bueno, ella ya sabía todo lo que hacía falta saberse, el resto sólo eran detalles insignificantes. La capa con capucha bajó flotando hasta que estuvo a unos cuatro metros de distancia de ambos, y ladeó ligeramente su cabeza al observar a la mujer. Era atractiva y vestía bien, por lo que Tania la desaprobaba. Ya que tenía ese cuerpo, ¿por qué ir enseñándolo por ahí? Ya saben que estás buena, han captado la indirecta, ahora déjalos tranquilos... En todo caso, no era importante.

-No hay mucho que saber, en realidad-soltó, con esa amalgama inquietante de voces-. Mejor disfruta del espectáculo, no volverá a suceder en mucho tiempo, mortal.

Y volvió a mirar al cielo, donde estaba lo mejor. El cielo se abría y se cerrab por doquier y nuevos edificios brotaban, y otros desaparecían. En el callejón, se podía ver sólo un trozo de él, y Tania deseó subir hasta arriba. Así que empezó a elevarse lentamente, disfrutando del puro caos espacio-temporal que se iba abriendo poco a poco ante sus ojos, que no eran del todo mortales. Sonrió, ebria de poder y conocimientos, pues sabía mucho más que cualquiera de lo que estaba pasando y era un evento que llevaba años y años esperando ansiosa. El Doctor Destino habría sellado sus poderes y su mente, pero ahora ella los tenías ambos de vuelta y su predicción se estaba haciendo realidad. ¡Cuánto caos, cuánta destrucción, igual que en sus sueños! Y ella, como siempre, estaba como simple observadora. De hecho, ambos podrían ver desde abajo cómo los escombros o polvo parecían evitarla siempre, como si tuviese algún tipo de escudo que desviase todo lo que le llegaba a menos de diez centímetros.

El muchacho miraba inquieto a la forma oscura que flotaba sobre ellos gozando del imponente caos que allí reinaba. Él en cambio estaba aterrado, como en shock, y sólo murmuraba una palabra desde el accidente del autobús.

-Doug... Doug...

Tenía la mente como en blanco. Sólo podía pensar en ese nombre. Una sucesión de operaciones realmente complejas estaba teniendo lugar a una velocidad tremenda en su cabeza, y casi podía oír el zumbido de dichos procesos, el pitido intenso de toda una mente reprogramándose a sí misma. Algo estaba mejorando, ya que se pudo oír un mensaje más de aquélla misteriosa voz electrónica antes de que su conciencia volviese milagrosamente de donde hubiera estado todo ese tiempo:

"Reestructuración neuronal básica de emergencia finalizada con éxito. Esperando actualizaciones"

-Doug... Ramsey. Soy Doug Ramsey. ¡Soy Doug Ramsey!- Como si acabara de despertar de un mal sueño, el chico miró a su alrededor con los ojos abiertos de par en par, analizando todo lo que sucedía, hasta que clavó su ambarina mirada color miel en la espectacular mujer que tenía al lado y se sintió violento. Con un ligero rubor y sus cabellos erizándose sutilmente, dijo- Pregunta:Y tú... ¿quién eres?

Recordaba haber visto algunas mujeres en su vida, pero ninguna se podía comparar a aquélla. Su belleza era sencilla pero perfecta, y sobretodo, tenía un halo de luz, un aura poderosa...

-¡Tú es una gran fuente de Luz vital! ¡Suficiente para alimentar mundos enteros! ¡Yo no sale de su asombro!

Alatariel dudaba si tomar aquéllo como un elegante aunque extraño piropo, o despreciar sin medida al andrajoso muchacho.

Vale, ella ya sabía que Gotham estaba lleno de gente muy rarita, el asilo de Arkham estaba lleno de ellos y otros estaban fuera como Batman y todos sus batcolegas, estaba sobre aviso de eso y no le pillaría desprevenida encontrarse un tipo de negro lanzando cachivaches como si no hubiera un mañana ni al resto de sus secuaces haciendo... cosas típicas de secuaces. Pero para eso si que no estaba preparada. Nadie le había dicho que el Hechicero Gris saldría de metrópolis para aparecer en la putrefacta Gotham, y eso no le gustaba, porque no sabía lo que era, lo único que tenía claro es que no era humano; alzó su mirada hasta la figura encapuchada observándolo flotar sin que nada le rozara, lo cual resultaba bastante inquietante hasta que una voz llamó su atención, parecía que el robot-humanoide que tenía al lado se había recuperado.

- Enhorabuena Doug, yo soy Alatariel. ¿Estás bien?

El arcángel volvió a fijar su mirada en el cielo, pero esta vez no al ser que flotaba sobre su cabeza, sino a todo lo demás, no podía saber que sucedería a partir de aquel punto, con el equilibrio del universo roto, absolutamente cualquier cosa podía pasar, y parecía que el que lo había creado no tenía muchas intenciones de arreglar nada. ¡Pero eso no podía ser! ¡Alguien tenía que hacer algo! Y alguien lo hizo, Doug, a su lado, gritó a todo el mundo que quisiera escucharle, con la potencia de voz suficiente como para que el ente flotante los escuchara, que ella no era humana. ¿Como puñetas se había dado cuenta? Y antes de que pudiera seguir diciendo nada le puso la mano en la boca para acallarlo.

- ¿Sabes? Este no es realmente el mejor momento para que te asombres conmigo... Y por si no te lo habían dicho, calladito estás más guapo. Lo que tengas que decir hazlo bajito... ¿De donde has salido? Nunca había visto nada como tu...

Mientras intentaba evitar las miradas curiosas de los aterrados transeúntes que los miraban esperando un milagro después de las proféticas palabras de Doug lo arrastró a la oscuridad del callejón esperando que hablara. No tenía ánimos para enfrentarse a una masa enfervorecida de humanos pidiendo un milagro, ella no había milagros, y aunque pudiera, no iba a hacerle ningún favor a una raza que es más un cancer que una bendición.

Debajo de su túnica, Tania exhaló un suspiro sentido. Podía oír aún a los dos seres de debajo, y los gritos lejanos de los mortales que huían por todas partes. Deseó hacerlos desaparecer de un plumazo, que sus poderesdel Espacio fuesen mucho más poderosos y teleportarlos a todos de un sólo gesto de su mano a algún sitio bien lejano donde no molestasen. Pero, posiblemente por culpa del doctor Destino, aún no tenía esa clase de poder. Llegaría un día en que pudiese, pero ese día noera hoy. Acabó por intentar distraerse agarrando una de las pequeñas luminosidades que parecían rodearle. Un retazo de Tiempo estaba ahora en sus manos, usándola de ancla y formándose ante ella una línea temporal que, como el muy discutido efecto mariposa, se había creado por haber modificado una cosa en él. Vio entonces a un hombre con armaduraroja y amarilla volar pro el aire, peleando junto a todo un hombretón con un martillo y un tío en mallas rojiblancas y azules y escudo, todos contra una especie de alienígenas. Desestimó tamaña nadería, y cerrando su mano la luz se extingió. Ese pedacito de tiempo nunca jamás ocurrió, o volvió a su lugar de origen. Ambas cosas le parecían bien, ntes que seguir siendo parasitada por ello.

Acabó por bajar de nuevo a tierra, más o menos porque se quedó flotando a unos centímetros por el aire. El robot parecía estar hecho todo un lío, y la otra era cierto que tenía algo de especial. Tania era una ferviente defensora de la intimidad... pero sólo de la suya. Pensó en mirar atrás en el tiempo y descubrir cosas sobre ella, pero si empezaba a manipular las corrientes temporales durante el cataclismo no tenía ni idea de qué podría pasar. En todo caso, por lo menos Mirror, el Hechicero Gris, les estaba haciendo por fin caso. La situación aún seguiría un poquito más como hasta ahora antes de cambiar.

-Viene del otro universo. Dos universos están colapsando el uno sobre el otro. Por eso aparecen y desaparecen cosas todo el rato-comentó con tono conversacional, y porque saber más que los demás sólo era divertido si podía demostrarlo-. Cosas vienen del otro lado, otras se van para no volver. ¿No es emocionante?-el tono de sus diferentes voces mostraba un ligero interés, más que emoción, pero por lo menos mostraban algo.

En su mente, Doug aún andaba algo confuso. No sabía bien por qué, pero podía percibir el nivel de energía de sus dos acompañantes con precisión, y si la mujer que lo amordazaba con sus gráciles pero fuertes manos era poderosa, aquélla parca extraña no se quedaba corta. Era como si un agujero negro centrifugase el universo en su interior. No sabía de dónde habían salido, ni qué estaba ocurriendo, sólo se preguntaba cómo había llegado allí y qué pasaría ahora con él. Debía escapar, pero analizando la situación, si trataba de morder la mano de la rubia, probablemente tuviese consecuencias fatales para él... No parecía tener un carácter muy amigable.

Resignado, alzó un brazo y dio unos toques con el índice a Alatariel para llamar su atención, e hizo señas para indicarle que le soltase.

El hechicero gris finalmente bajó y tras ponerse a su altura explicó la procedencia del bocazas al había atropellado un autobús. Otro universo, colisionando, con este... Un buen motivo para que el equilibrio se rompiera, pero no suscitaba más preguntas que las que respondía. ¿Porque dos universos que en condiciones normales no deberían ni tocarse estaban colisionando? Demasiadas preguntas y muy pocas respuestas que Alatariel tenía.

Cuando quiso darse cuenta Doug estaba haciéndole señas para que lo soltara, cosa que hizo inmediatamente, no creía conveniente seguir teniéndole amordazado, no podía dar por hecho de que no se hubiera enterado de lo que había dicho y él no había dado ninguna señal de no haber comprendido.

- Pues no, no veo lo emocionante del asunto...

Pronto Alatariel comenzó a barruntar la idea de que quizás necesitaría las dos manos, o no... El tiempo parecía haberse vuelto literalmente loco y los dinosaurios del museo cobraron vida, saliendo a la calle dejando al arcángel con cara de total pasmo y una duda muy grande en su cabeza. ¿Debía matarlos? Estaba claro que no era normal que camparan a sus anchas por Gotham, eran una especie extinta y todas esas cosas, pero... ¿No era mejor dejar que se comieran y/o aplastaran a todos? Y luego dejarlos ir hasta la siguiente ciudad, por ejemplo Metrópolis y así una detrás de otra... ¡Se resolvería el problema de la humanidad! Que dilema... que gran dilema...

Todavía con esas preguntas revoloteando por su cabeza se acercó hasta la entrada del museo para sentarse en las escaleras, un lugar alejado en el cual las colas de los dinosaurios no pudieran alcanzarla, no le apetecía andar desvelando nada sobre su verdadera identidad, aunque ya había dicho su nombre por descuido, pero que más daba... Era sólo un nombre. En una época en la que Miguel era un nombre de lo más común entre humanos pensarían que lo suyo era un capricho exótico de sus padres... Tenía cosas más importantes en las que pensar... ¿Dejaba que los dinosaurios corretearan alegremente por Gotham o los mataba? Difícil decisión, y algo en lo más profundo de ella le decía que lo mejor era dejarlos hacer lo suyo...

Mirror el Hechicero Gris flotó tranquilamente hasta la zona delantera, para ver mejor a los dinosaurios. Acabó por quedarse flotando al nivel de un primer piso, sobre las cabezas de Alatariel y el robot llamado Doug. Los primeros en salir fueron un triceratops, que rompió con las cristaleras, y pronto fue seguido por los velociraptores, que hicieron honor a su nombre y fama debido a cierta película, empezando a graznar con ruidos agudos, comunicándose entre ellos. Pero la gran atracción, que hizo que el resto se apartaran a su paso, fue sin duda el Tiranosaurio Rex, grande y poderoso, majestuoso a su manera, que escupió un rugido bestial que hizo amedrantarse a todos por igual, reptiles o mamíferos. El enorme depredador soltó un mordisco intentando cazar a uno de los velociraptores, que saltó a un lado y empezó a escabullirse. Entonces fue cuando vio a Mirror, flotando tranquilamente y observándolo con interés.

-No, no, mal dinosaurio. A mí no...-comentó con desinterés.

El monstruo abrió la boca, y la cerró sobre Mirror. Pero justo cuando las fauces tenían que triturarlo, Mirror apareció sobre la cabeza del dinosaurio, negando con la cabeza. Acarició la piel escamosa y chasqueó la lengua, una no veía un depredador extinto en acción y mucho menos uno que el ser humano no había visto jamás, pero por desgracia se había atrevido a atacarle a ELLA. El roce hizo al Tiranosaurio estremecerse, pues todos los siglos empezaron a pesarle de nuevo en sus viejos huesos, y cuando Alatariel se dio cuenta de lo que le pasaba, toda la carne y cartílago del monstruo se lo había llevado el viento, convertido de nuevo en el polvo que le correspondía ser. Con tan mala suerte que los pesados huesos caerían sobre ella, pues Mirror parecía muy descuidado en la integridad de los demás. De hecho, ignoró por completo a su víctima y pasó a mirar a los velociraptores, que parecían empezar a analizar la situación. El Triceratops se limitó a cargar como una bestia estúpida que era a un camión.

-Pequeñines, tenéis un montón de humanos allí-señaló a la gente aterrorizada-. Ya sé que el cielo da miedo, pero sois depredadores. ¿No vais a hacer lo vuestro?-comentó, como si le pudiesen entender- Son más divertidos en los documentales.

Doug contempló asustado la escena; Primero aquéllos monstruos prehistóricos destrozando la entrada del museo para abrirse paso hacia un mundo que desconocían, como si fuese una película de terror, y luego aquélla sombra convirtiendo en esqueleto de nuevo al formidable Tiranosaurio. Agradecía que no fuesen a ser devorados, pero la lluvia de huesos que se cernía sobre él y Alatariel era casi tan temible como el mordisco que hubieran recibido momentos antes.

- ¡¡Cuidado Alatariel!!

Pensó en saltar sobre la rubia para apartarla del peligro, pero su cuerpo reaccionó ajeno a su cerebro, como si lo guiase un instinto desconocido, y su cuerpo entero se deformó formando una cúpula protectora sobre la muchacha, recibiendo todos los impactos. Aún sin comprender del todo lo que había hecho, vio que un Ankylosaurio atravesaba la pared y golpeaba su alrededor enloquecido con su cola como una maza de demolición. Deshaciendo su transformación, se volvió hacia la joven ejecutiva:

- ¡Corre, Yo se encarga de esto! Aunque no sé cómo... - Poco importaba. De nuevo su cuerpo reaccionó al peligro, aunque esta vez sabía qué era lo que quería hacer. Sin saber cómo, sus brazos se estiraron convertidos en una amalgama de maquinaria negra, y uno de ellos aferró la cola de la criatura con fuerza, mientras el otro lo rodeaba pasando por debajo de su panza. En un descuido, el reptil se vio volteado patas arriba, con su cola inmovilizada para hacer de apoyo.

"Así por lo menos ya no puede moverse..."

Contempló a la extraña criatura. Estaba asustada y perdida, como todos ellos en ese momento. Por un momento sintió compasión de ella, cuando de pronto vio que empezó a cubrirse de circuitos. El Ankylosaurio bramó y movió las patas histérico ante el proceso.

"¿¿Qué?? ¿Qué está ocurriendo? ¡Oh, no, joder, seguro que es culpa de Yo!"

Quiso soltarlo, dejarle marchar, pero no pudo. Sus extremidades no le hicieron caso hasta que el animal no sólo estuvo convertido en un montón de chatarra, sino que dejó de moverse. Su cuerpo sintió una mejoría, como si acabase de comer una buena hamburguesa tras un día de duro trabajo. De algún modo, había absorbido la energía de ese antiquísimo animal. Recogió sus brazos, que volvieron a su tamaño y aspecto normales, y contempló lo que ahora era una extraña estatua de un dinosaurio robótico cabeza abajo. Se volvió hacia Alatariel con los ojos llenos de una infinita tristeza.

- Yo... no quería...

Mierda. Palabras como esa y de parecido significado fue lo que pasó por la cabeza del caído arcángel cuando vio aquella enorme mole de huesos cernirse sobre ella; no porque fuera un problema real para su seguridad, sino porque lo que menos le apetecía en ese momento era dejar clara cual era su naturaleza. Para que mentir, no era una cosa del momento, siempre era lo que menos le apetecía; humanos revoloteando a su alrededor, pidiendo milagros, mensajes de dios... argh, eran como moscas cojoneras.

Sin embargo cuando quiso cuenta, una cúpula protectora la envolvía, Warlock se había convertido en ella delante de sus narices para protegerla. Un ser extraño, que protegía a otros sin tenerse en cuenta a sí mismo, no pudo evitar esbozar una sonrisa enternecida cuando le pidió que corriera, que él se encargaría de todo. La verdad es que ella tampoco tenía muy claro como lo haría, pero parecía decidido, sobre todo cuando agarró a aquel enorme ankylosaurio para que no se moviera, aunque lo que pasó después fue algo que sorprendió a Alatariel, algo nunca visto.

Delante de sus narices, había visto convertirse a un dinosaurio de carne y hueso en chatarra electrónica, no sabía como, pero estaba claro que tenía que ver con Doug, que parecía desconsolado; quizás demasiado sensible con la vida a su alrededor. Enternecida con el dolor del ser que provenía del otro universo, se acercó para acunarlo entre sus brazos.

- No te preocupes, su tiempo había pasado hacía mucho, ya no debía estar aquí. Y mejor llamame Alice, me gusta más.

Un ligero "mmm" de interés fue lo que escupió Mirror, mirando el proceso de conversión a chatarra del dinosaurio. Era un poder interesante, ¿había convertido a un ser biológico en una masa de metal? Seguramente tendría que ver con las nanomáquinas, porque si fuese poder arcano estaría siendo obstaculizado por la desestructuración de la realidad. Bajó lentamente levitando, ignorando a los feroces velociraptores que seguían intentando buscar una salida al caos. Vio cómo Warlock se lamentaba y como la mujer lo acunaba entre sus brazos. Puagh, ella había convertido un Tiranosaurio en fósil con un toque y no la veías lloriquear. Además, eran animales, el ser humano los mataba para comérselos todo el tiempo, para alimentarse y cubrirse con sus pieles. Inclinó la cabeza a un lado, mirando a ambos, claramente interesado ahora en ellos. De su capucha no se podía ver ninguna cara, sólo un pozo de negrura que recordaba a la representación de los agujeros negros en la televisión, que formaba unas ondulaciones espirales que se tragaba cualquier pequeño retazo de luz que pareciese intentar atravesarlo.

-Matar forma parte de la naturaleza de los seres biológicos, para alimentarse de otros más débiles que ellos. Es simple evolución-comentó-. Así que tranquilo, no has hecho nada que ellos-soltó, haciendo un vago gesto con su brazo hacia las pocas personas que seguían por la calle- no hayan hecho ya incontables de veces.

Entonces los velociraptores entendieron que lo que estaba ocurriendo no les estaba haciendo daño, sólo era raro, y que había un montón de mamíferos de sangre caliente corriendo por todas partes. Tenían que conservar el orgullo depredador, al fin y al cabo, incluso si no sabían muy bien qué estaba pasando. Uno de ellos soltó unos chirridos agudos que recordaban a una trompeta, y otro le contestó con dos sonidos cortos y uno largo. Mirror se giró para mirarlos, justo cuando uno de ellos había saltado hacia él. Sin saber nadie qué sucedió, el reptil se vio golpeado contra el muro cercano, como si hubiese saltado de morros contra él, en vez de hacia la figura fantasmagórica. Los otros empezaron a rodear a las tres personas, calculando sus altos sin saber qué le había ocurrido al primero. En todo caso, eran unos reptiles de inteligencia limitada y tenían hambre, así que porqué no optar por la mamífera y el pájaro extraño con forma humanoide, ya que eran los más cercanos.

-¿Qué manía me tenéis, estúpidas criaturas?-soltó con sus voces múltiples Mirror, elevándose de nuevo un metro y medio del suelo- El meteorito fue demasiado clemente con vosotras.

Doug aún aferrado a la joven ejecutiva miró alrededor, a las fieras prehistóricas que les rodeaban, ¿Acaso no tenían nada mejor que hacer en medio de todo ese caos que amenazarles? Qué sabría él... Pero ahora la prioridad era salvar el pellejo. Ahora mismo sólo pensaba en defender a su compañera, ya que el espectro parecía apañárselas bien solo. Si pudiera repetir lo que hizo antes, y convertir a esas molestas bestias en basura...

...pero entonces se sintió culpable por tal deseo, y viendo que aún estaba en contacto con Alice, la soltó y se apartó de ella asustado. No quería descontrolarse y convertirla a ella también... ¿Qué podía hacer?

Observó una farola cercana y estiró un brazo para agarrarse a ella, impulsándose hasta encaramarse encima. Los saurios le siguieron con la mirada curiosos, y aprovechándose de tal circunstancia, el muchacho estiró repentinamente su otro brazo hasta alcanzar uno de los cubos de basura, rodearlo, y lanzarlo contra uno de los reptiles. Todo pasó en cuestión de segundos. El animal, aturdido, pataleaba en el suelo algo mareado, mientras que su compañero se ponía al frente algo asustado, emitiendo unos bufidos de amenaza. A pesar de intentar repetir la operación, el Velocirraptor no era tan estúpido, y aprendida la lección, esquivó el objeto saltando a un lado y de un segundo brinco, alcanzó a morder el largo brazo que colgaba frente a él. Doug sintió un dolor espantoso al sentir cómo los dientes desgarraban sus tejidos, lo cual hizo que se marease y perdiese el equilibrio momentáneamente. El velocirraptor tironeó de su brazo hasta que el chico quedó colgando agarrado de una mano a la farola. La situación era límite...

-¡¡Socorro, Ayuda!! ¡¡Por favor, AAAAGH!!

Todo iba bien, o al menos todo lo bien que podía ir una colisión de dimensiones. Los dinosaurios hacían su trabajo salvo dos hechos puntuales no parecían reparar demasiado en ellos, o eso pensaba Alatariel hasta que los velocirraptores centraron su atención en ellos. Nunca le habían gustado esos... tenían la maldad metida en el cuerpo...

Doug intentó deshacerse de ellos con un cubo de basura, pero pronto se dió cuenta de que eso no iba a ser suficiente, esos cabrones eran listos y agresivos, algo que quedó claro después de que con uno de ellos derribado, el otro decidiera vengar a su compañero, o no, porque nunca había tenido muy claro que mierda pasaba por esos cerebros pequeños y retorcidos. Pero los gritos de dolor y pánico de Doug fueron la señal de que debía empezar a hacer algo.

No quería hacer algo, usar sus poderes realmente era algo que deseaba haber podido evitar, pero una cosa era dejar que se pusieran las botas a humanos y otra muy distinta que intentaran despiezar a un ser que no había hecho nada y con bastante piedad y remordimientos dentro de él. Afortunadamente el velocirraptor no parecía haber reparado en ella, una lástima, para él, claro. Cuando quiso darse cuenta de que había alguien frente a él Alatariel había hecho aparecer su espada y la había clavado en su cuerpo, prácticamente hasta el mango como si el dinosaurio estuviera hecho de mantequilla. Tras un rugido de dolor, se abalanzó sobre ella para acabar con el ser que había osado a herirle, lo siguiente que vieron sus compañeros verdes y de muchos dientes fue su cabeza cayendo a los pies de la farola sobre la que el metálico chico estaba encaramado.

- Deberías bajar de ahí antes de que decidan que están muy cabreados con nosotros. ¿Estás bien? Deberíamos irnos, la salida del museo no parece el sitio más seguro...

Sin perder el tiempo se coló por una de las callejuelas aledañas al museo, con un poco de suerte, esas bestias no se dedicarían a perseguirlos y volverían a su entretenida de comer humanos. Todo dependía de las posibilidades que hubieran calculado sus cerebros reptilianos, si de verdad no tenían el cerebro frito por eso de volver a la vida, se largarían. El arcángel no era una presa que estuviera precisamente a su alcance, otra cosa es que fueran lo suficientemente listos para darse cuenta.

Al final, los pocos velociraptores que quedaron escaparon corriendo de lo que era una amenaza. Aunque fuesen reptiles básicos, mostraban bastante inteligenica y, de todos modos, cualquier depredador normal hubiese hecho lo mismo, a no ser que fuesen algunos de los más rabiosos. Mirror negó con la cabeza decepcionada y alzó una mano hacia ellos, con la palma extendida. Al instante los reptiles se volvieron a convertir en fósiles y el resto de sus cuerpos en polvo que se llevó el viento. Podía haber solventado el problema de los lagartos hiperdesarrollados recondándoles a las partículas temporales cuál era su sitio, pero la situación le había parecido entretenida y graciosa. Ahora que la mujer y el robot parecían defenderse muy bien y que los lagartos grandotes no deseaban probarse contra ellos, se habían vuelto inútiles y aburridos, así que había decidido reparar el tiempo. Entonces varios focos luminosos, como niebla que brillase con luz propia, se arremolinaron alrededor del cuerpo de Mirror.

-¡No pienso repararos!-les espetó, ofendido- No sois más que deshechos temporales.

Los apartó con una mano que los hizo apartarse a un lado y flotó lentamente hacia delante, para observar la ciudad. Cruzó los brazos por delante suya y el dedo índice de una de sus manos golpeteó su brazo impacientemente. Nuevas formas de tiempo y espacio aparecían y desaparecían y era la única que podía disfrutar del espectáculo en todo su esplendor, pero aún así empezaba a pensar que le iba a llevar todo el día asentarse el conflicto y que se decidiese cual de las dos dimensiones saldría ganadora. A este paso, casi compensaba que se diese el raro suceso de la creación de una nueva dimensión que recogiese los restos aún intactos de ambas. De hecho, empezaba a verlo como una posibilidad. Las nieblas luminosas volvieron a perseguirla lentamente.

-El museo es seguro, mortales. No hay más fósiles dentro de él que puedan cobrar vida. ¿Veis estas nieblas? Son los restos de lo que pudo haber sido y no ha sucedido. Están intentando llamar mi atención para que los repare, así que ahora no están causando acontecimientos. Por ejemplo, éste de aquí-agarró con dos dedos un jirón de niebla, y parecía que pudiese arrastrarlo como si se tratase de alguna suerte de tela-, es lo que pudo suceder si los atlantes no se hubiesen hundido. Un presente un poco aburrido, si se me permite la opinión. Y ahora, ¡puf!-la niebla desapareció- Reparado, que es lo mismo que decir que lo he mandado a su lugar. Pero no me interesan, ¡dos dimensiones están chocando! Quiero saber cual de las dos saldrá ganando, tendré que vivir en ella.

Doug estaba más que harto. No sabía cómo había ido a parar allí, no sabía quienes eran sus acompañantes, ni qué le pasaba a su cuerpo... sentía que de algún modo era totalmente normal y aterradoramente confuso al mismo tiempo. Sí, recordaba algunas cosas... como que era mutante, tenía poderes, y que fue a una academia especial por eso mismo. Por alguna razón sentía un terror inconcebible hacia su padre, un tal Magus, y también sabía que era peligroso el contacto con él. Un dinosaurio había acabado hecho chatarra, y no quería hacerle lo mismo a nadie más. Alice se mostró amable con él, pero por su bien era mejor mantenerse alejado hasta que controlase la situación, o al menos hasta que supiese qué sucedía. La parca no paraba de hablar de dos mundos que colisionaban, y estaba algo furioso con aquélla entidad por haber lanzado los pesados huesos sobre ellos hacía unos momentos sin mostrar aún ningún remordimiento. Ya bastaba de palabrería...

-¡Sea lo que sea que ocurre, Yo no se va a quedar aquí mirando sin hacer nada! Tú quédate flotando y esperando cuanto quieras, pero ahí hay gente muriendo y muy asustada, Yo se incluye, y prefiere morir haciendo algo que cuestionándose cosas que no llevan a ninguna parte. Alice-amiga y Yo en peligro hace un momento por tu culpa, y ni siquiera disculparte. Yo cree que mejor buscar lugar seguro, pero Yo duda si tú no eres una amenaza también.-Se dirigió decidido hacia la salida de otro callejón, y se detuvo para voltearse hacia Alice.- Pregunta: ¿Vienes con Yo, Alice-amiga? ¿O crees que debemos confiar en ser extraño rodeado de luminarias?

¿Qué demonios estaba ocurriendo? ¿Qué había pasado con el mundo que tanto amaba? Doug deseaba de todo corazón que Alice le siguiera, pero se preguntaba qué decidiría sobre el ente misterioso que hasta ese momento les acompañaba...

La paciencia de Alatariel se estaba agotando, y eso era peligroso. Cada vez que esa cosa flotante emitía algún sonido sólo era "bla bla bla bla" Un montón de mierda que si bien no era completamente inservible, le importaba bastante poco. A fin de cuentas, la que podía hacer algo con eso era "ello" no ella, y no lo estaba haciendo, así que le importaba un rábano lo que le estaba contando en ese momento.

- Que si, que todo es muy bonito, las luces brillan, universos colisionan. ¿Vas a hacer algo con ello o no? Si lo vas a hacer, deja de contarme tu vida, que es muy triste y hazlo, y si no... Vete a la mierda, pero con la boca cerradita.

Si había algo que no aguantaba eran los discursos inútiles, si alguien va a hacer algo, que lo haga, pero que no cuente detalles pormenorizados, en el mejor de los casos, no le interesan y suelen ser bastante inútiles. Y Alatariel no era tan idiota como para no darse cuenta que la ruptura del equilibrio involucraba a dos dimensiones. La mierda sobre el tiempo, el nâzgul podía metérselo por la capucha.

- Vamos Doug, tengo el coche aparcado por allí ¿Donde vives? ¿Tienes donde quedarte? No importa, puedes quedarte en mi casa...

Agarró de la muñeca a Doug y se dirigió sin perder tiempo hacia su deportivo aparcado en el centro, afortunadamente no había sido aplastado, aunque tenía la pintura algo rayada y algunos cascotes dificultaban la salida, pero no era problema, lo único que quería era llegar a su casa, darse una ducha y ver si podía informarse de que mierdas estaba pasando y por qué.

Tania frunció el ceño refugiada en el manto de eternidad que ocultaba sus rasgos y torció la boca en una mueca. La mujer rubia había sido muy maleducada a su parecer, les estaba desentrañando los misterios del universo, les había asegurado que el museo era seguro y lo que había hecho ella había sido despreciarla. El robot parecía tener algo de código de moral elevado que le impedía quedarse quieto y Tania no sentía nada hacia esa moralidad anticuada y equivocada, pero le había dicho que era su culpa que hubiesen estado en peligro antes. Sólo les iban a caer una huesecillos de nada, no era nada de lo que preocuparse... En realidad le daba todo igual, incluso se encogió de hombros mientras los vio partir hacia el coche pero... bueno, no podía dejar pasar una ofensa, o nadie tomaría en serio a Mirror. Se cruzó de hombros, pensando en cual sería la mejor manera de hacérselo saber a la mujer. Podía empezar por lo más fácil, claro... Chasqueó los dedos, y de pronto ya no estaba allí.

-Eres una maleducada, deberías mostrar más respeto.

El cuerpo fantasmal de Mirror estaba ahora flotando sobre el coche, justo antes de que llegasen a él. Señaló con un dedo hacia abajo y un rayo igua de fino que su índice salió despedido, golpeando el centro de la máquina. No era un rayo fácil de ver, porque era invisible a las percepciones normales del tiempo, pero se pudo intuir gracias a una especie de doblez en el espacio, como si estuviese hecho de algo que no dejaba pasar la luz a la misma velocidad, lo cual era cierto. La pintura del coche empezó a desconcharse, el metal empezó a perder su brillo y oxidarse y la tapicería se destrozaba sola por momentos, sintiendo el objeto el peso de decenas de años sobre él. Para cuando pasaron tres segundos de reloj, el coche se abía convertido en una ruina.

-Respeto por esta dimensión en la que vives y sobretodo respeto por los seres claramente superiores en la escala cósmica que una simple...-torció un poco la cabeza hacia un lado, mirándola. No era un mortal normal, sino más largo y significativo en el universo... pero nada comparado con un dios, así que no le importó- Una pequeña lucecita en el enorme vacío universal-señaló con un dedo entonces al robot-. Y tú, chatarra con patas, ¿no te das cuenta de que a esta mortal no le importan los seres atrapados en el cataclismo más que a mí? Si te vas con ella harás lo mismo que yo por ellos: nada.

Sonrió entonces debajo de su capucha, donde no podían verla. Sabía que estaba jugando a un juego peligroso pero ya había levantado un escudo que desviaría absolutamente toda la materia y energía que le llegase hacia la derecha o la izquierda, lo que fuese más fácil, como un cuña de Espacio doblada delante suya. El escudo era invisible hasta que algo lo atacase, momento en el cual sería evidente sus efectos, pero hasta entonces, Tania reía debajo de la seguridad del manto de Mirror. No sabía porqué tenía interés alguno aquel ser femenino en la criatura artificial, pero si el androide tenía valores morales elevados, entonces vería que lo que Mirror estaba diciendo era inquietante, por lo menos. Nadie insultaba a Mirror y se iba de rositas... Era divertido hacer de "mala" de vez en cuando, lo suficiente como para ignorar el espectáculo de dimensiones chocando durante un tiempo. Si reaccionaban con violencia, verían sus intentos fútiles, lo cual le hacía sonreír incluso más.

Doug se dejó llevar primero por la ejecutiva hasta el coche, y después contempló atónito la escena del vehículo convirtiéndose en poca cosa más que un montón de basura. Luego aquél desagradable ser dijo eso sobre su compañera... ¿Realmente era cierto? ¿Alice sentía tanta indiferencia por la desgracia a su alrededor?

Lo cierto es que no había mostrado preocupación por lo que sucedía, se movía entre la gente gritando sin un mínimo gesto de lamento, como si fuese un día tal que otro cualquiera...

¿Qué hacer? Qué debía creer?

Indudablemente aquélla criatura se había delatado a sí misma en su última afirmación; Él tampoco pensaba hacer nada por la gente en peligro, ni por ellos. Entonces recordó de nuevo el momento en que los huesos cayeron sobre Alice, y también cómo ella fue a consolarle cuando se sintió culpable por el asesinato accidental del dinosaurio. Aquélla fue la primera muestra de calidez que había recibido en ese extraño lugar...

No. Definitivamente aquél ser mentía. Había bondad en esa mujer. Ambos habían demostrado su verdadera naturaleza en un momento dado.

- Alice-amiga, vámonos. A Yo no le gusta que le llamen chatarra...

Antes de marcharse, echó una última y furiosa mirada a la Parca. Tanto poder, tanta energía como para solucionar algo, lo que fuera. Y prefería mirar...

(Off rol: Tania, no te odio, me sabe muy mal este pique entre los personajes, de veras T__T)

Alatariel contempló estupefacta, como su coche se convertía en un montón de basura inservible... ¡Su coche! ¡Era prácticamente nuevo! Pero no era el fin del mundo, podía comprar otro en Nueva York, el único problema es que lo necesitaba ahora para salir de aquella ciudad, pero seguro que había algún amable ciudadano de Gotham dispuesto a prestarle el suyo. Y tuvo una idea, si, seguro que a él no le importaba nada de nada.

- Doug, querido, voy a conseguir otro coche, tu espérame aquí, vengo en un segundito.

Alatariel se alejó con paso ágil, el obispado no estaba demasiado lejos, pero con las calles en aquel estado, sus tacones no ayudaban mucho al desplazamiento. Como había esperado, en la fastuosa iglesia, había un buen puñado de fieles que rezaban suplicando ser salvados del apocalipsis. Algo inútil, no porque no merecieran ser salvados, que tampoco, sino porque si aquello fuera el apocalipsis, ella lo sabría. Se dirigió a la sacristía sin impotarle las miradas reprobatorias, escandalizadas e interrogantes de todos aquellos cuantos la veían pasar como Pedro por su casa, allí se encontró, tal y como esperaba, con el Obispo, recogiendo todo lo que podía de valor para pirarse sin más. Un tipo despreciable, gordo, egoísta, y cliente habitual de los burdeles de la ciudad. El mejor representante de los valores católicos que tanto defendía públicamente. La verdad es que su padre debería agradecerla lo que estaba a punto de hacer.

Lo que sucedió a continuación sería complicado de explicar, podría decirse que una mujer rubia entró en la sacristía, el obispo la instó a irse de no muy buenas maneras y la mujer se convirtió en un arcángel armado delante de sus narices, el obispo cayó de rodillas suplicando por el perdón y dando gracias a dios, el arcángel le amenazó con el infierno, la muerte y un montón de cosas más, el obispo se meó sus caros pantalones y el arcángel le pidió su coche. Cuando las manos temblorosas del obispo atinaron a dejar las llaves de su Mercedes sobre la mesa, el arcángel se transformó de nuevo en una mujer, cogió las llaves y tras salir de la iglesia y encontrar el coche, se dirigió hasta donde había dejado a Doug, asomándose por la ventanilla para indicarle que subiera.

- Doug, querido, voy a conseguir otro coche, tu espérame aquí, vengo en un segundito.

La joven ejecutiva se marchó a paso seguro, quién sabe a dónde. Doug pensó en seguirla pero entonces la maliciosa risa del espectro sobre los restos del coche distrajo su atención. De algún modo percibía que los pequeños escombros y otras partículas físicas lo evitaban como si una fuerza actuara de escudo a su alrededor. Era realmente poderoso... Algo en su cuerpo que actuaba a modo de escáneres internos le indicaba que aquélla cosa era una inmensa fuente de energía. De nuevo, tanto poder, y tan poca iniciativa, le revolvía el estómago... ¿o era hambre lo que sentía? ¿Cómo demonios podía sentir hambre en una situación cómo esa? Daba igual, lo cierto es que se hallaba solo ante un ser poco amigable y terriblemente fuerte, y sin embargo, a pesar de sentir miedo, pensaba con claridad. Por alguna razón, a pesar de no recordar apenas quién era, ni saber dónde se encontraba o en qué consistían sus poderes exactamente (que parecían además, actuar por su propia cuenta en más ocasiones de las que él querría), notaba mucha seguridad. Tanta como para permanecer allí impasible, observándole, en vez de huir junto a Alice. Incluso se permitió esbozar una inquietante sonrisa. Su cuerpo actuaba bajo órdenes de una mente subyacente que no atendía a su pánico actual...

Y entonces Alice reapareció con otro vehículo haciéndole señas para que se acercase, pero cuando había dado dos pasos hacia allí, la idea de que Mirror les atacase y destruyera ese otro coche atravesó la mente del muchacho como un rayo, y decidió prevenir antes que curar.

- Yo necesita también un segundito Alice-amiga. No tardaré.

De hecho, no era algo cierto, pero por alguna razón, podía asegurarlo con franqueza. Se volteó hacia Mirror y dio algunas zancadas, tomando impulso para lo que iba a hacer. La parca, refugiada en la seguridad de su escudo, continuó riendo, incluso más fuerte, dado que aquélla afrenta estaba destinada, según sus predicciones, al fracaso más absoluto. Warlock detuvo su carrera en un punto determinado, y lanzó un puñetazo hacia el ser con todas sus fuerzas, dejando una estela de brazo interminable a gran velocidad, y durante algunos segundos, retomó su apariencia original, sin darse ni cuenta. Era una locura, se lo gritaba una parte de su mente, y Mirror lo secundaba con sus burlonas risotadas...

Pero era lo único y mejor que podía hacer.

Seguían sin escucharle, y en situaciones normales se hubiese ocupado de mostrarles más respeto a sus mayores, pero lo que le descolocó fue el último gesto del robot. El brazo se desvió sin más a un lado, y lo miró unos momentos antes e ver de nuevo al ser que le había atacado. Su cabeza se inclinó hacia uno de los lados mientras lo examinaba, y de dio cuenta de que estaba perdiendo el tiempo con mortales idiotas que no admiraban la belleza de semejante evento interdimensional. El flujo mágico del universo se retorcía y la propia estructura del espacio y la materia competían unas con otras. Ella se estaba perdiendo un espectáculo que sólo sus ojos podían apreciar de verdad, y todo porque esos dos habían quedado fortuitamente cerca de ella cuando empezó a suceder todo. Eran una distracción y como tal decidió desdeñarlos.

-Suficientes interrupciones. Si quieres irte con esa mujer que no le importan nada los humanos, adelante, pero no me acuses de inacción, porque tú estás pecando de lo mismo. Sí, puedo hacer algo por todos ellos, pero ellos jamás harían nada por mí. No pretendo tener un código de moral elevado o ético, pero deberías preguntarte tú si lo que haces marchándote es bueno o malo. Si es que te importa, claro...

La última frase la digo empezando a elevarse aún más en el aire, y le dio la espalda, zanjando el asunto. Corrientes mágicas se acumularon alrededor de su dedo índice cuando lo alzó delante suya, y su cuerpo desapareció de la vita, a varios cientos de metros, en otro lugar donde podría ver mejor el cataclismo sin interrupciones. Había vaticinado que aún quedaban cosas por suceder de importancia cósmica, y no deseaba seguir perdiendo el tiempo con simples mortales. ¿Qué le importaba a ella la muerte de unos pocos cientos o miles de personas, si en e lfondo todos acabarán muriendo de viejos en unos años? Era estúpido preocuparse por ellos, ella estaba muy por encima de las tribulaciones mortales tales como la ética o la moral.