[10 de Marzo de 2018, tarde]
Tal vez, mencionó una parte de la mente de Kurt, no había sido buena idea hacer el vuelo de prueba del recién reparado Midnight Runner ese día.
Era cierto que la aeronave había sufrido daños catastróficos en su último (y primer) vuelo, y que si surgían problemas era necesario que estuviera a punto, sobre todo para no repetir el desastre que había sido el vuelo a Genosha. Eso obligaba a que el vuelo de prueba fuera de verdad un vuelo de prueba y no una emergencia. El plan llevaba trazado desde el momento en que Brian y él habían finalizado las reparaciones. En realidad, había sido más la pura inercia lo que les había llevado a seguir con él, a pesar de que Douglock había estado diciendo algo sobre extrañas mediciones de energía desde el día anterior. Brian había dicho que lo miraría una vez acabaran con el vuelo de prueba.
Sí, sin duda alguna no había sido una buena idea.
El problema residía en que aquella pequeña parte de su cerebro estaba siendo aparcada a un lado por el resto de su mente, que estaba muy atareada intentando evitar que el Midnight Runner se estrellara contra las aguas del Mar del Norte.
Todo había empezado con la luz violeta que había cubierto el cielo como un manto. Por un instante se había preguntado si aquello tendría algo que ver con las lecturas de las que había hablado Douglock, antes de que, con un crujido ominoso, una grieta en el aire se abriera justo delante del morro de la aeronave que pilotaba. Ni siquiera alguien de los reflejos de Kurt, incluso con la velocidad supersónica que la nave podía alcanzar, hubiera podido esquivar la grieta, y el Midnight Runner la atravesó a toda velocidad.
Y en el momento en el que lo hizo, todos los aparatos electrónicos se apagaron como si se hubieran frito, y comenzó a caer.
Kurt no había tardado en actuar. Había activado el sistema auxiliar de energía, pero los aparatos frente a él siguieron apagados. Tirando todavía de la palanca para enderezar de la aeronave, había dado a los contactos de varios sistemas independientes, buscando algo que le indicara qué estaba pasando, sin éxito. Podría teleportarse fuera, por supuesto, pero a la velocidad a la que estaba cayendo la nave, incluso si caía en el agua de inmediato, el golpe probablemente le mataría, y no estaba dispuesto a hacer apuestas de ese tipo.
-¡Enciéndete de una vez, verdammt!- exclamó, dándole un fuerte golpe a la consola con el puño.
Como si hubiera estado esperando a ese preciso momento, toda la maquinaria volvió a la vida, llenando la cabina con el suave sonido de los aparatos electrónicos en funcionamiento, y el aparato respondió por fin a la palanca, frenando su caída a unos meros doscientos metros sobre el mar. Tardó unos segundos en creerse lo que estaba ocurriendo, mientras los instrumentos estabilizaban la aeronave de forma automática, y cuando por fin lo hizo se llevó una mano al pecho, intentando tranquilizar a su corazón que en aquellos momentos latía como si hubiera estado enfrentando a Juggernaut otra vez.
¿Qué había sido eso?
Fuera lo que fuese, se dijo, era algo que no podía resolver allí arriba, ni solo, así que activó el sistema de comunicaciones en la frecuencia que habitualmente usaba Isla Muir.
-Midnight Runner a Isla Muir. ¿Está todo bien ahí abajo?
Pero lo que le devolvió el sistema de comunicaciones fue solo estática. Y tenía suficientes años de experiencia como para saber que eso solo podía significar una cosa: problemas.
No habían pasado ni cinco minutos cuando descubrió por qué Isla Muir no devolvía sus llamadas: el edificio, un centro científico, había sido reducido a escombros. Aterrizó en una zona más o menos despejada, y no tardó en teleportarse a la entrada del complejo, sabiendo que teleportarse dentro del mismo con todo en ruinas podía suponer un problema. La puerta de acceso había quedado sellada por culpa de los escombros, pero encontró un acceso en la pared requemada un piso más arriba, y por dicho acceso entró en el edificio.
Pronto se dio cuenta de que las cosas no iban bien. El edificio en sí parecía llevar destruido hacía ya tiempo, con partes metálicas oxidadas y plantas surgiendo entre las grietas de las paredes. Toda la parte de arriba estaba desplomada, y si la parte de abajo estaba medianamente descubierta era porque todos los escombros habían caído al sótano. Estaba claro que, de haber gente en aquel lugar, hacía mucho que se había marchado.
Si se hubiera tratado de otra persona, y no de uno de los miembros fundadores de Excalibur, se habría estado preguntando qué era lo que había ocurrido allí, y si se estaba volviendo loco. Pero Kurt había acabado viajando entre dimensiones, y a un futuro de una dimensión alternativa. No le llevó mucho tiempo deducir que la grieta en el cielo, fuera lo que fuese, le había llevado a un sitio que no era ni su tiempo ni su dimensión. Ahora, según se teleportaba al exterior de lo que antaño fuera el complejo científico de Isla Muir, lo que se preguntaba era cómo demonios había acabado allí, y cómo volver a casa. Por norma, en todos aquellos viajes con Cacharro, o al "pasado" de Rachel, no habían tenido que esperar mucho a que les ocurriera algo, pero allí se había tomado su tiempo en hacer sus observaciones y todavía no le había atacado nada. Aunque agradecía no verse asaltado de buenas a primeras, no le hubiera venido mal una pista de lo que había ocurrido allí.
Se dio cuenta entonces de que había una señal en el sistema de comunicaciones, indicando una transmisión entrante. Bueno, ahí estaba su pista, supuso, mientras sintonizaba la frecuencia del mensaje.
-Aquí Midnight Runner.
-¡Wagner! ¿Qué demonios haces en Escocia?
La voz le era conocida.
-¿Wisdom?
-¿Quién esperabas que fuera, Caperucita Roja? ¿Cómo cojones has acabado allí? ¡Deberías estar arreglando ese desastre que tenéis en Nueva York!
¿Desastre? ¿Nueva York? Ahora Kurt estaba perdido.
-He atravesado un portal dimensional sobre el Mar del Norte- explicó-. ¿Qué está ocurriendo en Nueva York?
-Hay de esas mierdas por todas partes. Y Kitty lo hacía parecer interesante...
"¿'Kitty'?"
¿Desde cuando Wisdom se refería a Katzchen por su nombre y no por su apellido?
Sacudió la cabeza, pensando que aquello en ese momento era secundario, mientras escuchaba algo sobre incendios, robots gigantes y zombis. Y no era el único sitio en el que estaban teniendo problemas, con ciudades y países enteros surgiendo de la nada, y ataques de cosas desconocidas hasta el momento.
-... y la más de la mitad de mi maldito equipo ha desaparecido. Solo tengo localizada a Sage, y porque está aquí.
El nombre le sonaba. ¿No era un miembro del Club Fuego Infernal en Estados Unidos? Empezaba a sospechar que aquello se parecía más al viaje al futuro de Rachel que a los viajes con Cacharro, y eso explicaría el por qué de la familiaridad de Wisdom, o un cambio de lealtades que él desde luego no conocía, pero aquello estaba muy lejos de clarificar la situación. Si acaso, planteaba más interrogantes. Y si quería resolverlos, no podía hacerlo en aquel rincón olvidado de la mano de Dios a través del sistema de comunicaciones.
-Dime dónde podemos hablar.
-Sage te enviará las coordenadas de una pista gubernamental. Yo me encargaré de que tengas un sitio donde meter ese trasto antes de ir a por ti.
Segundos después, apenas un instante antes de que se cortara la transmisión, Kurt recibió unas coordenadas que según el ordenador correspondían a una pista abandonada de Heathrow. Sí, había aprendido a esperarse esas cosas mucho antes de tratar con Wisdom con primera vez. Puso en marcha el Midnight Runner, y lo hizo despegar antes de dirigirse a las coordenadas que le había indicado el londinense.
Necesitaba respuestas sobre lo que estaba ocurriendo. Y no creía que Wisdom las tuviera. No todas, al menos. Pero las cosas rara vez eran sencillas, y al menos ya tenía un sitio por dónde empezar.
Aunque estaba comenzando a preocuparle un poco dónde acabaría.