Prueba de Rol de Lex Luthor

—¿Cuánto tiempo llevas siendo mi asistente, Kazia?

La mujer se quedó pensativa unos segundos. —Siete meses, seño... Lex.

—Y en todo ese tiempo, ¿cuántas veces he arriesgado mi vida?— preguntó el empresario, visiblemente irritado.
—¿Cuando te enfrentas a Superman?
—No. Yo podría matar a Superman si quisiera, él a mí no. Va contra “sus reglas”.

Asumiendo que la chica había entendido el mensaje, Luthor regresó su mirada hacia la computadora que tenía enfrente, poniendo atención a los números y gráficos que aparecían en ella.

—¡Pero tú podrías salvarlos!— insistió Kazia. —Podrías ponerte su traje de batalla y...

—Salvarlos, así es— la interrumpió Luthor. —Y también podría fallar. En el peor de los casos podría morir o ser transportado al otro extremo del universo. Reporta el incidente a la policía, con algo de suerte Superman intentará sacarlos de allí y será él quien falle.

Días antes, varios de los centros de investigación de LexCorp habían detectado emisiones de ondas zeta en diversos puntos de la Tierra. El fenómeno había comenzado sin razón alguna y la frecuencia de las ondas se incrementaba, sin ningún efecto aparente en los alrededores. Uno de esos puntos estaba en las afueras de Metrópolis, por lo que Luthor había enviado a un equipo especial a analizar la zona y recopilar datos. Fue entonces cuando los cambios comenzaron a ocurrir. Luthor llamó a esos puntos “rupturas” y los datos corroboraron sus sospechas de que se trataban de cierta clase de portales. Ahora, mientras las rupturas alteraban la realidad a su alrededor, su equipo seguía allí dentro, recopilando datos, esperando lo que parecía una muerte segura o algo peor.

—Superman debe estar ocupado con tantos incidentes ocurriendo en todas partes— dijo la asistente. —Podría no llegar a tiempo. Esos hombres podrían morir.
—Tal vez— respondió Luthor encogiendo los hombros. —Y en dicho caso, sus familias serán generosamente recompensadas. Pero lo que están haciendo en este momento es más importante que sus propias vidas.

Un minuto después, la computadora de Luthor emitió un pitido y el hombre sonrió con satisfacción al ver el mensaje que anunciaba que la recolección de datos había sido completada.

—Supongo que parte de los cambios que está provocando la ruptura es que Superman ya no puede salvar a todo el mundo— dijo Luthor aún sonriendo. —Podría acostumbrarme a ello.

Presionó un par de teclas en el teclado de la computadora y hubo una enorme explosión a lo lejos, lo suficientemente grande como para hacer que Kazia, que veía a través del cristal, se asustara un poco.

—¿Tú... tú hiciste eso?
—El equipo estaba haciendo la emisión de la información vía satélite, no podía permitir que alguien más la interceptara. La Liga de la Justicia, por ejemplo.

Luthor caminó hacia su minibar, colocó un par de hielos en un vaso y se sirvió un poco de whiskey.

—Planeabas matarlos desde el principio...
—Esperaba que Superman apareciera, realmente— respondió Luthor al terminar su trago. —La bomba tenía un núcleo de kriptonita. Pero en vista de que parece estar atendiendo otros asuntos...

La chica comenzó a buscar algo entre sus ropas. Luthor caminó tranquilamente hacia ella y cuando estuvo a su lado, cambió el vaso a su mano izquierda y con la derecha tomó a la joven del cuello, levantándola un par de centímetros, justo antes de que la chica pudiera marcar a la policía con su teléfono celular. El aparato cayó al suelo.

—Siete meses, Kazia— dijo Luthor, moviendo la cabeza de lado a lado. —Pensé que después de siete meses, podía confiar en ti.
—Mataste a esa gente, Lex— dijo Kazia, tratando de respirar.
—Ellos sabían el riesgo que corrían, Kazia, ¡firmaron un maldito contrato!— respondió Luthor levantando la voz. —Un contrato que tú también firmaste.

Aún sosteniendo a la joven, Luthor dio un par de pasos hacia el ventanal y arrojó a la chica contra el vidrio, haciendo que cayera al vacío. Luego, el empresario dejó caer el vaso de su bebida que también se despedazó al caer. Recogiéndose las mangas de la camisa, tomó un palo de golf de metal que colgaba de una de las paredes de su oficina y comenzó a destruir todos los cristales del ventanal, uno por uno. Había un librero a unos cuantos centímetros de la ventana y Luthor lo empujó un poco para que también cayera al frente del edificio. Colocó el palo de golf nuevamente en su lugar y caminó hacia su escritorio, descolgando el teléfono y marcando un solo número.

—Jameson, acaba de ocurrir un terrible accidente. Sí, yo estoy bien, gracias. ¿Podrías avisar a la policía, por favor? Ah, y otra cosa, avisa a Recursos Humanos que voy a necesitar una nueva asistente.


Al día siguiente, mientras Luthor se encontraba en el recibidor del edificio de LexCorp hablando con el portero, una chica delgada y bonita se acercó a él, sonriendo.

—Aisha Carter, su nueva asistente. Le estoy muy agradecida por haberme dado esta oportunidad, señor Luthor.
—Por supuesto que lo estás— respondió el empresario devolviendo la sonrisa a la chica. —Y por favor... llámame Lex.