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Una dulce melodía inundaba el despacho del presidente de la compañía Lexcorp, la estancia, decorada en un tono minimalista, tenía un escritorio con la estructura metálica al descubierto y con una base de metacrilato blanca, sobre la que había un ordenador e iba acompañada de una silla de escritorio de vidrio transparente y unas butacas de color negro al otro lado, ligeramente más bajas que la silla que Lex solía utilizar, un detalle pequeño para que quien se sentara en ella, se sintiera intimidado, el techo, de unos 4 metros de alto, estaba decorado con paneles blancos, el suelo, era de mármol blanco, reforzando la sensación de luminosidad en la habitación, unos imponentes cristales hacían de pared en la cara que daba hacia el exterior, permitiendo que la luz entrase y dando una increíble vista panorámica de toda Metropolis, la pared opuesta y las adyacentes, estaban hechas de un cristal parcialmente traslúcido, toda la oficina estaba construida con un único propósito, crear la fantasía de que aquel lugar era accesible, pero, a su misma vez, distinguir una fina barrera entre él y el resto de personas de aquel edificio.
A Alexander le gustaba observar le ciudad desde su despacho, desde la última planta de la imponente torre de su compañía, todo parecía menudo, pequeño, insignificante…Mientras las dulces notas de la famosa melodía de Bach fluían a través de la sala, retumbando en las paredes acristaladas que estaban totalmente insonorizadas, Lex observaba de pie, a través de la cristalera, como la luz de la mañana se filtraba por las calles de la ciudad, aquel día vestía un traje de color violeta, con una camisa blanca y una corbata a juego con el traje, tenía las manos en la espalda mientras observaba, con fingida curiosidad, el tráfico de la calle, a pesar de que apenas era visible desde aquella altura, a su espalda, en el centro de la sala, había un músico que tocaba con pasión el violoncello, llevaba el largo pelo negro y largo, a media melena, bastante desarreglada, vestía con unos vaqueros, unas deportivas y una camiseta de manga corta de los Guns n’ Roses, tenía la tez pálida y parecía algo endeble:
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Es suficiente, Cristopher, muchas gracias… - Susurró Luthor, indicando con un gesto de su mano derecha que detuviera la música, se giró hacia el hombre y le dijo: -
Por favor, toma asiento ¿Quieres tomar algo? Mi secretaria te traerá lo que quieras. – Se acercó a su escritorio, se quitó la chaqueta del traje y la dejó colgada en la silla, tomando luego asiento en la misma.
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E-Estoy bien…Gracias señor Luthor…- Murmuró el hombre mientras guardaba su instrumento en un estuche maltrecho e iba a tomar asiento, se sentó con las piernas cruzadas y los brazos, en los cuales, Lex pudo ver unas fugaces cicatrices casi imperceptibles los apoyó nervioso sobre el regazo: -
Tienes mucho talento hijo, cuando te escuché tocando en la calle no pude creerme lo que veía ¿Cómo alguien con tanto talento ha acabado así? Deberías estar tocando en la filarmónica de Metropolis, eso, como mínimo. – El empresario se arremangó la camisa mientras hablaba, luego, le dedicó una sonrisa al chico, este, titubeó un poco antes de contestar, evitando mirar a los ojos al hombre con nerviosismo, finalmente, despegó los labios:
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M-mi familia nunca he querido que me dedicase a la música…Siempre han querido que siguiera con el negocio familiar, hace un par de años, mi padre se puso enfermo, me estuvieron presionando mucho…Así que decidí irme de casa… - Se le quebró la voz mientras hablaba, Lex se puso en pie y se colocó detrás de él, posando una mano en el hombro del chico en gesto fraternal: -
Se lo que es eso, Cristopher…Soportar las cargas familiares, intentar luchar contra el destino que se nos quiere imponer…Eres muy valiente hijo, por atreverte a perseguir tu felicidad. – El chico inspiró con calma, relajado y murmuró: -
Gracias, señor Lut..- Fue interrumpido por el hombre: -
Llámame Lex, por favor, ya llevas viniendo a tocar cada día a mi oficina durante tres semanas, hemos traspasado la barrera del mero formalismo. – El chico sonrió y dijo: -
Gracias, Lex. –
Luthor dio un par de pasos por el despacho, aquel chico que tenía delante, Cristopher Blake era el hijo de Jonas Blake, propietario de industrias Blake, la única empresa tecnológica del país que trabajaba en proyectos de desplazamiento y transmisión de la materia: -
¿Y que sabes de tu padre…? Decías que estaba enfermo ¿No le has visto en estos dos años? Debe ser duro. – Cáncer de colon y de páncreas, después de un largo tiempo de agonía y luchar buscando un tratamiento, Jonas Blake falleció el mes pasado: -
F-falleció…Verá…- Titubeó un poco y prosiguió: -
Mi padre es Jonas Blake…Salió en todos los periódicos de la ciudad. – Había sido mucho tiempo de espera, el cáncer, era letal, pero lento si no querías levantar sospechas (una pequeña cantidad microscópica de substancias cancerígenas cada mañana en el café que Blake tomaba antes de ir al trabajo), sin embargo, eso le había dado tiempo a Luthor de poner las piezas en el lugar mas conveniente, a veces, el ajedrez, se trataba de tener paciencia, ahora que se había deshecho de la torre, el alfil y el resto de piezas, podía poner al rey en jaque con facilidad.
Se giró con una mueca de sorpresa en el rostro: -
¿Tu eres el hijo de los Blake? ¿De veras? No te ofendas, pero podrías estarte inventando todo esto…- El chico se apresuró en sacar su carnet de identidad, demostrando lo que él ya sabía: -
…Vaya…Así que es verdad…Hijo…No sé que decirte, todo esto…Es tremendamente complicado. – Luthor le devolvió el carnet y se sentó en el borde de su escritorio: -
Yo no quiero ocuparme del negocio de mi padre Lex, solo me interesa mi música, pero mi familia y los abogados de mi padre llevan semanas buscándome… -
Lex fingió prestarle atención al chico, como si estuviera concentrado en aquellas palabras, el mismo había pagado a los abogados de la familia Blake para que le buscasen: -
Escucha…Se que esto es muy precipitado…Bueno, mira, dejemos ese tema, es una estupidez, yo soy un desconocido al fin y al ca-…- El joven le cortó: -
¡No! Por favor, usted es la primera persona que realmente se ha interesado por mi y no en mi apellido ¿Puede ayudarme? – En su interior, Lex suspiraba aburrido de lo fácil que aquello estaba resultando, se puso en pie y caminó hasta la cristalera del despacho, mirando a la ciudad:
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Puedo librarte de esta carga, hijo, mañana mismo podemos tener aquí a mis abogados, puedes transferirme la compañía de tu padre y yo te aseguro, te prometo, que la cuidaré como si fuera mía, por tu lado, puedo conseguirte una identidad nueva en un país nuevo, dónde nadie te conozca y asegurarme que nunca te faltará de nada. – Mientras le explicaba el trato al chico, caminó por el despacho con las manos en la espalda: -
Una nueva vida, una nueva oportunidad, sin tener que preocuparte de nada, solo haciendo tu música, tu bella música…- Luthor se detuvo delante del chico, que seguía sentado en la butaca, ofreciendo su mano derecha para estrecharla.
El chico estuvo dudando unos instantes, se puso en pie, sin saber que decir: -
E-es usted muy amable Lex…Yo…Necesito pensarlo… - Lex lo sujetó por los hombros, con suavidad, con cariño: -
Lo comprendo, es mucho que procesar hijo, mañana te estaré esperando en mi despacho con el contrato, entenderé si no quieres venir, de veras, pero piensa bien antes de tomar una decisión. –
Hablaron de música y algunas cosas más sin importancia durante un largo rato, comieron juntos comida china y finalmente se despidieron, Lex le dio un abrazo al chico, que se marchó con una sonrisa en la cara:
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Mercy…Que no le saquen el ojo de encima al chico, no quiero que hable con nadie, aseguraos de que va a por heroína. – Lex hablaba con su fiel asistente por teléfono después de asegurarse que el chico había abandonado las instalaciones de Lexcorp.
El perfil psicológico que le habían hecho llegar del joven era muy preciso, tenía una personalidad débil, un carácter de esos que Luthor tanto repudiaba, su historia, no era tan diferente de la tantos muchachos de la ciudad, unos padres que le presionaban, un arte ignorado, una vía de escape a través de las drogas…Colocar las piezas había sido muy fácil, un amigo que te ayuda a tontear con las drogas cuando eres adolescente, un padre estresado por los constantes escándalos dentro de su empresa, una madre con un amante 15 años más joven…Todo ese conjunto, había dado el resultado que Lex había calculado, la única incógnita que quedaba por resolver, era la firma del contrato de traspaso de la empresa y la posterior desaparición del chico: -
Mercy…Contacta con el señor Jurado, en Colombia, dile que dentro de 15 días llegará un chico llamado Charles Robinson al aeropuerto de Medellín, el ya sabe lo que tiene que hacer, pero, por si acaso, recuérdale que no quiero que quede ningún rastro. –
Luthor colgó el teléfono y caminó de nuevo al ventanal, observando la ciudad, ya empezaba a brillar la luz del crepúsculo en Metropolis, y él, desde las alturas, observaba aquella ciudad, aquella hermosa ciudad, teñida ahora de una luz anaranjada que dibujaba las largas sombras de los rascacielos, una ciudad de progreso, una ciudad del mañana, una ciudad que le pertenecía.