Las carreteras, siempre tan seguras (Ignigerd) [28-03-2018]

Los ladridos del perro ensordecían a Sloan. Lo tenía a escasos centímetros de su cara, separados por la ventanilla de una caravana, la cual se estaba empapando con la saliva del perro. Si no fuera porque él mismo tenía mejores dientes y más hileras, estaría cagado, apartándose lo mejor que pudiese de la ventanilla y del puto perro. Pero como no lo tenía, estaba tan tranquilo mirándolo, mascando el palo de una piruleta como si con él no fuera la cosa.

Llevaban como una media hora parados desde que aparecieron unos cuantos agentes de carretera diciéndoles que había un accidente en medio de la autopista, y que tal vez tardarían un poco en despejarla. Claro que, lo de que llegaran a decirles "hey, ha habido un accidente por si no os habíais dado cuenta" fue después de que se comieran dos horas ahí parados. Los ánimos estaban caldeaditos, y solo faltó aquello. Al final de la caravana hubo alguna que otra disputa, zanjada con uno o dos puñetazos bien dados. En la parte de delante estaban un poquito más tranquilos porque tenían el accidente en frente de las narices, por lo que, hasta que eso no desapareciese, todos a cascarla.
Lo peor era por el centro: hubo uno que quiso sacar una pistola para amenazar a otro para que apartara su mierda de furgoneta porque no podía pasar con su coche, y seguramente haría lo mismo con el siguiente, y el siguiente, y el siguiente... Claro que, cuando llegase hasta él, tal vez se llevara una sorpresa.

Y allí estaba él, sentado en su moto (que no era suya, por cierto) esperando a que llegara alguien y apartara esos dos camiones que habían volcado. Los habría quitado él mismo, pero eso habría provocado que SHIELD se cabreara, llegara con sus naves y le dijeran "muchacho, a tomar por culo: te vienes con nosotros por romper nuestro acuerdo", lo que sería, claramente, una tocada de huevos.

Una hora más tarde, por allá las doce del mediodía, llegaron al fin los helicópteros y apartaron el destrozo del medio de la carretera. Por fin podían continuar, pero con todo aquel ajetreo Sloan necesitaba un lugar donde descansar y retomar fuerzas. Por ello, cuando emprendieron la marcha, buscó el primer cartel donde pusiera "salida a tal-sitio".
No tardó mucho en encontrarse en una gasolinera, pillando unas cuantas cosas para comer y beber.

- Son cinco dólares con trece centavos.
- ¿Y con ésto?
- Sube a seis dólares con trece centavos.
- Entonces pongamos ésto también.
- Ahora son siete dólares con trece centavos.
- Bien bien... aquí tienes.
- ... Me ha dado trece centavos. Faltan siete dólares.
- Ah. Creí que solo eran trece centavos. Como era lo único que no subía...
- ¡¿Qué puta mierda de lógica es esa?! Paga ahora mismo los siete dólares o vete de mi tienda.

Sloan pagó los siete dólares, pero a regañadientes. No hacía falta ser tan despectivo, borde o gilipollas por un simple error. Cogió sus bebidas y sus bolsas de comida para el viaje y las metió en una bolsa de esas blancas o verdes, según donde ibas a comprar. Con cierto mal humor abandonó la tienda de la gasolinera y se quedó plantado, mirando la cantidad de vehículos que circulaban por la carretera. Estaba tan lleno que sería imposible para una simple moto meterse. Tendría que esperar un poco, o de lo contrario se quedaría de nuevo estancado en medio de un montón de desconocidos.

- Bueno, a paciencia no me gana nadie.

Se abrió una de las bolsas de patatas y empezó a comerse una patata tras otra mientras se dirigía hacia su moto, estacionada en la parte lateral de la gasolinera. Pero algo captó su atención. Un olor más bien captó su atención. Primero olisqueó el interior de la bolsa de patatas, por si venía de allí. Pero no parecía ser el origen, así que la apartó y levantó la cabeza. Aspiró con fuerza abriendo sus fosas nasales y esperó...
Como si fuera un rastro pintado en el aire, siguió aquella pista hasta una furgoneta bicolor, blanca por arriba y roja por abajo. A su lado, una cabellera roja oscura tarareaba llevando consigo un montón de bolsas de comida. Se paró en seco cuando sintió cierta sensación, como familiar al verla. A simple vista, le recordó a una de esas vikingas de las que hablaban tanto los libros de historia, películas y su vocecilla en la cabeza. Eso sí, más risueña. Pero lo que tenía claro era que de vikinga no tenía nada, ni de humana. Era esa sensación la que se lo decía. ¿Tal vez... hubiera encontrado a alguien con su mismo origen?

- ¿Tu no eres de aquí, verdad? - sutileza freestyle...

Sloan se quedó con el mismo semblante que se le queda a alguien cuando ve un bebé al volante de un jet privado. No fue porque la chica le contestara primero con la boca llena sin darse cuenta que llevaba una bolsa de patatas en la boca. No fue porque le dijera que si buscaba al encargado estaba dentro. No fue por la maniobra que hizo para poder abrir la puerta de su furgoneta. Tampoco por la mirada de mala leche y los brazos en jarra. No, no y mil veces no.
Si ya había cosas raras en el mundo, lo de esa chica se llevaba la palma. Al principio pensó que eran postizos, que no eran de verdad y los llevaba para fardar. Pero luego pensó, ¿quién mierdas llevaría esa dentadura tan solo para fardar, y dónde podrías conseguirla sin tener que quitarte todos los dientes para que encajara? No, no tenía sentido a no ser que se tomara como que eran sus dientes de verdad. Entonces... ¿había dado en el clavo, o era otra de aquellas mutantes?

- Uoh uoh... Tranquila chica -  le dijo levantando las manos en son de paz. - Primero que todo, miraba tus dientes. ¿Son de verdad? Además, con lo de que no eras de por aquí, me refería a la Tierra.

Como respuesta a una futura pregunta, y para que no se formulara, sus palmas de repente se abrieron como dos párpados, y un par de ojos la miraron, con el iris amarillo y parpadeando de dos formas distintas. Después, se cerraron como si jamás hubieran estado, tomando la forma de manos.

- El olor te delata. Además, está ese instinto. ¿Tú no lo tienes? Como si de un radar se tratase. Un zumbido aquí, en la cabeza.

Se veía a la legua que estaban afiladas. Seguro que si metiera la mano, perdería al menos los dedos. Y si no los dedos las uñas. Y si no las uñas la roña de las uñas. Pero lo normal es que no tuviera roña en las uñas... ¿O si? La verdad es que siempre se había visto las uñas de los dedos bastante limpias. Y tampoco las había comparado con otras personas. Tal vez podría hacerlo alguna vez...

La chica pareció emocionarse un montón cuando vio que él también tenía cosas "raras". Le dijo que si era otro rarito, lo que le hizo descojonarse. Jamás le habían llamado rarito. Monstruo, criatura o cosas similares, pero rarito jamás de los jamases. Empezó a lanzarle pregunta tras pregunta como si de una metralleta se tratase. Dudaba que la chica necesitase el aire para respirar, porque lo normal habría sido que parara un segundo para tragar aire, pero ni con esas.
Se miró las manos, como si fuera la primera vez que las veía. ¿Rayos? ¿Menos miope?

- Hmmmmnop. Tan solo eran un par de ojos. Y no solo puedo sacarlos por las manos. Puedo hacer muchas más cosas. Pero lanzar rayos aun no sé hacerlo, y tampoco sé si en algún momento podré, así como ver el futuro. Y para ser menos miope antes tendría que ser miope, cosa que no soy, ¿no crees?

Aquella pelirroja le recordaba un poco a los típicos niños humanos preguntones que no paran ni siquiera para decir "tengo pipi", antes de que se lo hicieran encima. Esperaba que no hiciese lo mismo. Pero si le recordaba a un "cachorro" humano, tal vez también fuera una cachorra.

- ¿Así que no puedes? Entonces solo seré yo. Es como cuando sabes que hay comida cerca. Por el olor, pero en lugar de ser comida es otro ser que no es de aquí, y en lugar de un olor es algo más difícil de explicar. Como una sensación. Como si alguien te tocara la espalda y te dijera "eh, tú: por ahí", ¿sabes? Que por cierto, ¿tú de dónde vienes entonces? ¿Hace mucho que estás en la Tierra? - Sloan levantó la cabeza un segundo. Se escucharon unos pasos como subiendo encima de algo pesado con neumáticos. - Ah, veo que no has venido sola. - Alguien intentaba arrancar el motor. Parece que le costaba pero al final lo consiguió. - Que raro: parece que se van sin ti.

La situación era tan bizarramente extraña que Sloan no pudo sino descorchar uno de sus refrescos y darle un sorbo mientras observaba como la pelirroja que no era de aquí pero sí de allí salía corriendo a toda velocidad tras la furgoneta. Además de saber ya de antemano que tampoco conocía su lugar de origen, que no tenía ningún tipo de radar, y que era una despistada del copón, además de eso corría como un puto demonio. Esa velocidad le hizo recordar mucho a si mismo, por lo que no le sorprendió. Tal vez tuviesen cierto parentesco debido a sus orígenes y no lo sabían, pero si quería saberlo, tendría que perseguir la furgoneta, porque se había subido como si nada.

Se fue a su moto, guardó toda su compra dentro del contenedor de la moto, se subió, gafas de sol en ristre, se puso unos auriculares de un reproductor que se había "agenciado" días atrás y le dio caña, tanto a la música como a la moto.


Las ruedas hicieron volar algunas que otras piedrecitas allí y allá, despidiendo una nube de polvo creando una estela que persiguió la furgoneta la cual se estaba metiendo dentro de la carretera (de nuevo). Sloan fue a perseguirla, viendo que aceleraban más de lo debido según las normas de conducción establecidas para ese asfalto. Lo malo fue que no parecía ser el único que seguía de cerca la furgoneta: un par de coches y dos motos se pusieron junto, delante y detrás de la furgoneta, como una especie de comboy. Sloan estaba a cierta distancia de la furgoneta, saltándose también los límites de velocidad.
Fue a acercarse por la izquierda a la puerta del conductor para entablar una conversación con el mismo y que aminorara la marcha, que esas no eran formas de conducir. Cuando fue a girar el manillar se encontró con un brazo saliendo por la ventanilla sosteniendo una uzi. Tuvo tiempo de ponerse de nuevo a su cola con una maniobra algo peligrosa, con la cual casi besa el suelo con una rodilla con la cabeza. Lo único que perdió fue uno de los auriculares.

Escuchó una sirena de policía justo a sus espaldas cuando tuvo el oído libre, los cuales no tardarían en responder a las balas.

Y ellos, los dos seres que no tenían nada que ver con la humanidad, estaban en medio.

- Claro. Estupendo. ¿Por qué no?...

- Empiezo a pensar que soy gafe... - refunfuñó cuando un agente de policía le chillaba (entre comillas) desde atrás con un megáfono a toda pastilla.
- ¡Le habla la policía! ¡Detenga el vehículo inmediatamente!

Sloan no estaba para frenar, y supuso que tampoco lo estarían los tipos de la furgoneta y los demás vehículos. No lo haría ni de coña después de haber visto como los polis sacaban sus pistolas a través de las ventanillas de los tres coches con sirenas que tenía a sus espaldas. Uno de aquellos coches intentó darle a la rueda de detrás de su moto, pero corría demasiado como para que se acercara. Solo vio el peligro cuando el culo de la furgoneta estuvo a punto de tocar la rueda delantera de su moto, lo cual habría acabado en desastre, por lo que decidió ir por el lado derecho de la furgoneta, donde no estaba el tipo de la uzi.
Lo malo fue descubrir que en el lado derecho estaban sus compañeros, con un coche y una moto. El de la moto no dejaba de agitar una botella con una mano mientras manejaba con la otra, y los del coche... bueno, no llegó a ver a los del coche, pero ellos a él si.

Frenaron de golpe, haciendo que Sloan virara hacia un lado para esquivarlos. Cosa que también intentaron un coche de policía y un coche urbano que estaba a sus espaldas. El de la policía logró seguir adelante, pero el coche urbano no lo consiguió, dando dos vueltas de campana hasta caer con el techo como apoyo.
Se cortó el transito de repente tras aquel accidente.

En pocos minutos tuvieron un helicóptero encima y empezaron a instalar puntos de control en la carretera para desviar el tránsito y que nadie interfiriera en aquella persecución que, obviamente, no tardaría en terminar siendo un tiroteo.
Sloan se acercó otra vez por el lado derecho, esquivando al tipo de la botella y la moto. Vio a la pelirroja en el capó, agarrándose como podía.

- ¡Eh! ¡Las cosas se están poniendo muy feas ahí atrás! ¡¿Te echo una mano?!

La chica se había hecho con el control de su furgoneta (obvio: era su furgoneta. Solo ella podía tomar el control) echando fuera a uno de los ladrones de furgonetas, valga la redundancia. Con ello se redujo el número de vehículos de los ladrones en uno, quedando aun las motos y los coches. Si fuese por Sloan los dejaría tranquilos y seguiría su marcha con la chica de origen compartido, pero al tirar a uno de sus compañeros por la puerta, la pelirroja se había ganado el odio de los ladrones. Obvio, también, al igual que era obvio que los policías no los dejarían marchar así como así tras involucrarse en esa persecución/tiroteo, aunque fuera por accidente.

- ¡Dale a esa puta! ¡DALE!

El tipo que tenía más cerca, el de la moto, gritaba como un gorrino en celo señalando la furgoneta y a su ocupante, mandando al que conducía uno de los coches que se acercara a la chica y le pegara cuatro tiros por los gestos que le daba. El conductor del coche no se lo pensó dos veces antes de frenar para pasar por detrás de la furgoneta y adelantarla por el lado izquierdo para dispararle.
Sloan por su parte frenó con él, lo acompañó cuando pasaron por detrás de la furgoneta y se puso a su izquierda. El tipo de dentro lo miró como si no entendiera lo que estaba haciendo. Sloan le devolvió la mirada, sonrió y le profirió una santa patada en toda la cara, lo que hizo que perdiera el control del coche, diera dos vueltas de campana y se estrellara contra la cuneta, donde un coche de policía aparcó cerca para examinar a los ocupantes.

Por otro lado...

- ¡Les habla la policía! ¡Último aviso y abriremos fuego!
- ¡¿No tendría que ser "o abriremos fuego"?!

Sloan recibió una salva de tiros que le silbaron muy cerca de la cabeza, por parte de uno de los moteros. Tuvo que meterse por el lado izquierdo de la furgoneta, a la altura de la pelirroja. Volvieron a escucharse la salva de balas, pero ésta vez, impactando en algo metálico y grande. Seguramente, las puertas traseras de la furgoneta.

La cosa se estaba poniendo de mal en mal en mal en mal y en peor de lo peor. Por detrás, los policías que no dejaban de disparar. Por los lados, los tipos con los vehículos que también disparaban pero más a lo bruto. Sin ton ni son. Sloan tenía que ir haciendo movimientos bruscos para poder esquivar los coches, las balas, las patadas de algún loco con moto cuando pasaba a su lado... era eso, de locos.

Y para colmo, a la chica pelirroja se le debió acabar la paciencia porque se la jugó y bien jugada.

La furgoneta invadió el carril contrario, con la moto de Sloan detrás. El problema fue que los otros también quisieron seguirla: coches de policías, motos salvajes, coches tuneados con pistolas saliendo por las ventanillas... bueno, brazos con pistolas siendo más exactos. Y estaban los coches que venían de frente: esa pobre gente no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde que se les echaba encima una marabunta de vehículos.
Los coches de policía fueron los primeros en caer. No estaban dispuestos a organizar semejante caos así que intentaron volver al carril normal, pero al hacerlo chocaron contra otro coche. Uno voló, el otro dio una vuelta quemando ruedas y los demás se quedaron parados detrás del segundo.
Los siguientes en caer fueron los coches con pistolas. Quisieron celebrar demasiado pronto que se habían deshecho de la pasma, disparando al aire, pero cuando el primer coche los arrolló seguido de unos cuantos más y una furgoneta, las pistolas callaron y no se supo más de ellos.

Aun así quedaban los de las motos. Al igual que Sloan se habían metido en la parte de atrás de la furgoneta para evitar los vehículos que venían de frente.Y los muy cabrones se pusieron de acuerdo para joderle las ruedas de la moto a Sloan. Tuvo que saltar y agarrase a la parte trasera de la furgoneta para no caer con la moto. Esos tipos seguían insistiendo en tirarlo al asfalto, agarrándolo por las piernas mientras seguía colgado.
Entonces la furgoneta dio un cambio brusco de nuevo para coger una salida. Los de las motos no lo vieron venir, y siguieron adelante cuando la furgoneta tomó otro camino. Se quedaron con las botas de Sloan en las manos antes de salir volando cuando se estamparon ambos contra un coche que les venía de frente.

- Mierda... esas botas eran buenas... - Se impulsó para subirse arriba de la furgoneta, avanzó hasta llegar a lo que sería la cabina del conductor, se colgó del lateral derecho y le dio unos golpecitos a la ventanilla, señalando a la conductora que si por favor, podría abrirle para poder sentarse dentro. - Porfaplis....

Sloan aceptó sin pensárselo dos veces el pasar dentro y ocupar el asiento del copiloto. Fuera se estaba bien: hacía fresquito y el aire en la cara siempre era bienvenido, pero como que uno se sentía más seguro si tenía bajo su culo un buen sillón acolchado y reconfortante. Vamos, no hay comparación alguna.

- ¿Llamas locura a ésto? - Señaló por la ventanilla, claramente apuntado hacia la autopista que estaban dejando atrás. - Yo creía que ésto era el pan de cada día en éste mundo. Desde que tengo uso de razón siempre he visto ésta clase de situaciones. ¡Oh gracias! Yo también he traído un poco. - Abrió la cremallera de su chaqueta y sacó un par de bolsas de patatas fritas, ambas destrozadas. No hacían tanto bulto como cuando se las metió dentro de la chaqueta, y eso le hizo recordar otra cosa. - Ah, mierda... tenía toda mi comida en la moto... Bueno, habrá que adaptarse.

Pese a que no había desacelerado lo más mínimo, la furgoneta parecía reducir su velocidad poco a poco. Una luz parpadeante se iluminó ante las narices de la pelirroja. Era la señal de que necesitaban gasolina. Y cómo puede ser, se preguntaría ella. Fácil: si mirase por el retrovisor podría ver que había una fuga en forma de agujero de bala por donde perdían combustible. Habían tenido buena suerte en no saltar por los aires de haberse metido una bala al rojo vivo dentro de aquel "charco" de perdición.
Sloan abrió las tres bolsas y las mezcló entre ellas para que no se perdiera nada (aunque fueran trocitos pequeños y diminutos). Le ofreció un poco a la conductora ya que ella se la había dado con una amplia sonrisa pirañil. Cada vez que veía esa sonrisa Sloan tenía la certeza de que no estaba tan solo como en un principio creía (aunque no tuvieran un origen idéntico).

- Parece que tu ballena metálica también tiene hambre. Y no veo una gasolinera por aquí cerca. ¿Tienes algún mapa en la guantera? ¿Sabes dónde estamos? Y por cierto, ¿segura que no te acuerdas de nada de tu lugar de origen? Haz un esfuerzo mujer, o sino voy a empezar a llamarte rarita yo a ti.

Con todos aquellos tesoros diseminados por encima de sus piernas, Sloan se quedó con la boca abierta (o mejor dicho, con los abiertos como platos, porque tenía la boca cerrada) y por un momento pensó si no sería mejor abrir la puerta del coche, tirar todas las cosas fuera y buscar entre los "escombros" el susodicho mapa. Pero de haberlo hecho, y en el estado en que se encontraba la pelirroja, mejor habría sido ni pensarlo, porque al igual le pega un mordisco y a tomar vientos el ir en son de paz.

- A la orden... - Metió la mano en la guantera esperando sacar el mapa a la primera, pero tan solo consiguió una rosquilla a medio morder... cosa que se llevó a la boca sin pestañear. - ¿Sinceramente? No del todo. Verás, yo estoy buscando de dónde vengo, o de dónde salí. Llegué a éste mundo como si una lejana llamada me dijera "vente, vente, que aquí vas a tener alimento con el que empacharte". Pero lo único que encontré fue una mentira, un cabreo monumental y mi otro yo humano. ¿Cómo lo ves?

El borde de lo que parecía un mapa apareció entre las migas del queso y unas revistas las cuales no se sabía si estaban anunciando pechugas y muslos humanos o lencería. En cualquier caso, tiró de él para desplegarlo y ponerlo encima de la guantera y sus piernas. Con un dedo buscó la carretera y la autopista cercana para situarse.

- Veamos... según ésto... la gasolinera más cercana está en ésa dirección, a unos 15 km más o menos. Hmm... no creo que tengamos suficiente combustible para llegar. ¡Te diré qué haremos! Tú quitas el freno de manos, y salgo, empujo, y cuando lleguemos a la gasolinera me hablas más sobre ti y sobre tus orígenes, ¿vale? Eso de que "sé de dónde vengo" y ya no me vale. Quiero saber de dónde vienes, cómo era tu planeta de origen, si hay más como tu... ¡lo que sea! ¿Prometido? Prometido.

Bajó de un salto sin darle tiempo a rectificar, se subió las mangas mientras se acercaba a la parte trasera del coche y apoyó las manos sobre sus puertas.

- ¿Lista? ¡Allá voy!

Si la pelirroja no quitaba el freno de mano, lo más seguro fuese que la furgoneta se levantase de alguno de sus dos extremos mientras Sloan empujaría sin parar hasta la gasolinera marcada. Si quitaba el freno, podría conducir como si la furgoneta tuviese carburante.

El viaje fue movidito más que nada: pese a las dotes de conductora de la pelirroja (si las tenía) y a que las ruedas giran cuando el volante también lo hace, uno no puede comparar la fuerza de empuje del carburante a la de un ser extradimensional comparable a meter un cohete dentro de la furgoneta y esperar que tome las curvas a la primera. En más de una ocasión Sloan se vio con un pie fuera de la calzada o dándole una patada a un vehículo adyacente que no tenía nada que ver con un "¡Lo siento!" como compensación.
Cuando pararon en la gasolinera, el primero que lo notó fue el propio Sloan: había gastado muchas energías entre empujar la furgoneta y correr sin parar. Necesitaba comida y la necesitaría pronto, o empezaría a auto-nutrirse y eso era mala señal para el pacto con SHIELD. Solo esperaba que los de "allá arriba" lo estuviesen vigilando y le mandaran pronto una de esas cápsulas tan prácticas.

- ¡Buf!... Arff... Menudo paseito... - le dijo a la furgoneta tras darle dos palmaditas, como si fuera un ser vivo y le estuviera escuchando. Lo malo fue que, al darle las dos palmaditas se dio cuenta que había dejado la marca de sus manos en la parte trasera, junto con el mosaico compuesto por agujeros de bala.

Esperando que nadie lo viera, se alejó de la parte trasera del vehículo como diciendo "yo no tengo nada que ver" y se acercó a la puerta del piloto. Si querían seguir el viaje (¿le dejaría ir con él?) debían rellenar el depósito de gasolina. Sloan, sin preguntar ni afirmar, agarró uno de los surtidores (como si todos dieran la misma "mierda"...) y se acercó a la furgoneta... parándose en seco.

- Hmmm... ¿Dónde tiene éste trasto el agujero para ponere el surtidor?... Hablando de agujero, ésto no estaba ante¡CAGUEN TODO! ¡DITA SEA! - Tiró al suelo la manguera. Suerte que tan solo estuvieran ellos dos y el trabajador de la gasolinera estuviera viendo "Amores Desperados" por la televisión de dentro. - Con razón perdía gasolina. ¡¿Has visto qué boquete?! Hijos... de puta... ¡HIJOS... de puta!

Lo más gracioso de aquella escena es que ni siquiera era suya la furgoneta, pero se enfadó como si lo fuera.

- Hmmm... creo que con una chapa de metal y un soplete podríamos apañar algo para tapiar ese agujero. Lo que no puedo asegurar es lo que dure, y si dura... ¿Tú qué dices? ¿Alguna idea entre esos dientecillos trituradores?

- Oh, ¿tienes algo que puede usarse como soplete? ¡Genial! - Aunque la sonrisa de alegría le duró lo que viene siendo el tiempo entre que se pone el semáforo en verde y te pita el de atrás. - Mierda... tienes razón. Tal vez se nos salte un chispazo y mandemos a volar toda la gasolinera... tsk... Mierda.

La cosa se complicaba. Si no les bastaba con tener un boquete en el depósito de combustible, ahora no tenían forma de repararlo sin usar algo de fuego. Es lo que tiene; por algo la gente cuelga alertas de "no fumar aquí" o "cuidado con los móviles" (aunque eso de los móviles lo veía una chorrada muy pero que muy grande. ¿Dónde se ha visto que un móvil prenda fuego a algo por solo llamar o recibir una llamada? De locos...)
Sin nada en mente, se sentó al lado de la furgoneta, usándola como apoyo para la espalda. Se rascaba el mentón pensando en alguna forma de poder arreglar la furgoneta y seguir el camino (por cierto, ¿qué camino? Porque se había unido a la pelirroja sin preguntar siquiera si le gustaría que la acompañara).

- ¿Se te ocurre alguna forma de poder arreglar éste boquete? Porque otra opción sería esperar a que llegue otra furgoneta, cambiar sus cosas por las tuyas y seguir el camino. O eso o llamar a algún técnico de esos. ¿Llevas dinero? Porque yo no llevo suficiente dinero. - Estaba más seco que una rata. Imposible. Niet. Nada de nada. - Por cierto, ¿nos hemos presentado? - Le extendió la mano para saludarla, por si acaso. A veces tenía esos momentos en que se le olvidaba incluso en qué ciudad estaba o si llevaba pantalones. - Sloan Jenkins. ¿Y para dónde ibas?

Ignigerd. A ver cuánto le duraba ese nombre en la cabeza. Pero por suerte, Igni era más corto, más entendible y como no, más legible. Igni, la mujer con los bolsillos mágicos que encuentra cosas perdidas. Igni, al boca-piraña. Y en verdad, eso último lo tenía desquiciado (bueno, no tanto, pero por el estilo). Supuso que ella no sería la única con esa dentadura tan característica, y que toda su raza serían más o menos como ella. Y pese a que le preguntó varias veces, no sacó nada en claro. ¿Tendría amnesia como tantos otros protagonistas de novelas y películas clásicas de misterio?

Cosas más raras se han visto.

- Igni. Encantado como se suele decir. Y arreglado el problema de la identificación... - se quedó mirando el boquete de la furgoneta. - Un tapón... Buf, a ver dónde encontramos algo que nos sirva y que no estalle por el camino. - Volvió a sacar el mapa y lo miró detenidamente. - Veamos... según ésto no hay vida inteligente por ésta carretera hasta pasados unos 50km más o menos....

Lo tenían jodido si querían reparar la furgoneta (bueno, en realidad no era suya, así que a él plim....). Si no eran capaces de encontrar una solución, se veía a los dos tirando a por la madre naturaleza para que les ayudada con alguna chorrada de corteza y... espera... ¿Naturaleza? ¿Ellos? ¿ÉL? ¡¿POR QUÉ NO SE LE HABÍA OCURRIDO ANTES?! Ha si, la amnesia selectiva. Siempre tan oportuna ella...

- Vale, creo que tengo la solución. Tal vez te merees un poco pero aguanta, ¿vale?

Se levantó e hizo crujir los dedos. Sacudió ambas manos y las puso una en la cabeza de Igni y la otra en la furgoneta. Dio un paso hacia delante y de repente, todo cambió. Lo que estaba arriba estaba abajo, y lo que estaba abajo desapareció por algún vórtice dimensional. La realidad se había vuelto loca y durante al menos dos segundos, Igni tuvo la sensación de que su cuerpo se movía mientras permanecía quieta. Durante un segundo vio ante sus narices escaleras que subían, bajaban y no daban a ningún sitio, y al segundo después, las puertas de un taller del cual surgía un estruendo infernal les dio la bienvenida.

- Recordé que pasé por éste taller hará unos cuantos días para arreglar una moto (que no era la que llevaba). El jefe es un manta y mientras sus chicos arreglan la furgoneta, él se olvida de cobrar. Un cachondo completo, vamos. - Sloan se acercó hacia uno de los técnicos y le habló sobre la furgoneta, señalando el boquete que tenía, además de los innumerables agujeros a su alrededor. El chico palideció al verlos pero le dijo algo a Sloan que le hizo sonreír. - Dice el chico que lo tendrá listo en un par de horas. Mientras podemos dar una vuelta. ¡Ah! Estamos en Nueva York.

- Vale, espero. - Sloan se quedó en cuclillas mientras esperaba a que se le pasara el mareo a Igni. La verdad es que tenía razón: aunque le avisara de que podía marearse, no implicaba que podría evitarlo. Era una respuesta sistemática del organismo al cambiarse el centro de gravedad de una forma porto ortodoxa... por decirlo de alguna forma.

- Veamos... ¿Por dónde empiezo? Hmmm... Diciéndolo de alguna forma, soy casi como tú. Podrían llamarme extraterrestre porque soy de fuera de la Tierra, así que el término está bien dicho. Pero a la vez no lo soy: Tengo un origen diferente al tuyo. Mientras tú naciste en un planeta y llegaste a éste (supongo), yo nací en alguna parte del universo inexplorado como un ser amorfo y con la única consciencia de sobrevivir y alimentarme. Y de repente me encuentro con éste cuerpo humano y ésta consciencia también humana. Se podría decir que contesté a una mala llamada y bueno, tengo ciertas capacidades innatas como lo de viajar de éste espacio a mi propio plano dimensional. Mola, ¿eh?

La nariz de Sloan se movió, de arriba a abajo y abriendo y cerrando las fosas nasales. Estaba oliendo algo, y por el interés que le ponía, no era nada que saliera del taller mecánico. Se levantó alzando la cabeza para poder captar mejor aquel olor. Sonreía, alterado, pero sonreía. ¿Qué era? ¿Por qué le era tan familiar?

- ¿Mejor? Bien; vámonos. - Agarró por un brazo a Igni y la levantó, saliendo del taller y caminando en una dirección concreta sin saber cual era.

Sloan apartaba gente con una mano mientras cruzaba calles y avenidas sin pensárselo dos veces o sin darse cuenta de que pasaban coches a escasos centímetros de la pareja. Tenía una meta clara, y la estaba siguiendo como si tirara de un cordel invisible.
A lo lejos se abrieron unos matorrales, seguidos de unos árboles y acompañados de gente que se cruzaba en su camino con el único pretexto de salir a dar una vuelta. Estaban en un parque cercano (preguntar a Sloan cual de todos los parques de Nueva York era sería considerado como una pérdida de tiempo y esfuerzo), y el olor se convirtió en una humareda gris con el aroma de las costillas de cerdo, las salchichas, las hamburguesas y los trozos de ternera que se hacían a la parrilla.

Se habían metido en la parrillada anual de la policía, y allí tan solo habían policías vestidos de paisanos con sus familias. ¿Pero eso detendría al hambriento, hambriento Sloan? Para nada.

- Actúa con normalidad. Si alguien te pregunta, somos familiares de Smith, ¿vale? - Se acercó a los platos de plástico y agarró unos cuantos. - Igni, ¿por qué no me hablas un poco más de ti? Hasta el momento me has dicho poco y nada. De verdad que estoy muy interesado en conocer a una "compañera de cuna" como tu... ¿Se dice compañera de cuna?

Cada vez que Sloan abría la boca, por lo visto le metía más preguntas e incógnitas a la tal Igni. Con lo del ser amorfo la confundió y la remató con lo de la llamada. ¿Pero cómo iba a contárselo cuando ni él mismo lo entendía del todo? Había acudido a la llamada, eso era todo. Imposible de seguir explicando más allá de dicho concepto. Pero tendría que haber otra forma de contarlo para que fuera más plausible de entender. A fin de cuentas, se había topado con una "prima". Un familiar lejano y tejano (¿tejano?).

- Si, compañeros de cuna. Ya sabes, una cuna. Eso que usan los humanos para meter a sus pequeños bebés y que se duerman, con forma rectangular que parece una celda de madera o plástico. Pero yo me refería a que ambos provenimos del mismo sitio: fuera de éste planeta. A eso me refería. - Con dos bocados se zampó dos trozos de carne con pan, ketchup y todo lo que le pudo meter para ir inmediatamente al siguiente. No tenía los dientes de Igni para comer como ella... Buff, si los tuviera, serían la hostia. Comería mucho mejor. - Roma no es un restaurante. Roma es una ciudad que está en Italia. Lo sé porque estuve hará unos cuantos años que sino... ¿Y cómo es eso de que te echaron de tu planeta? ¿Qué hiciste o qué motivos tenían para echarte? Si yo viviera en una comunidad familiar donde hubiera más de los míos, conociendo como conozco la soledad de ser el único, no los echaría ni les dejaría marchar.

En mitad de la explanada donde habían montado la barbacoa, un policía bastante gordo y con mucho bigote se subió a una silla y pidió que todo el mundo le prestara atención. Estaba algo borracho a juzgar por el color de su cara y la sonrisa tonta que llevaba, pero a los demás no les importó. Es más, se acercaron con rapidez y júbilo, levantando sus vasos de cerveza y vitoreando al gordo para que hablara.
Sloan por su parte se mantuvo en su sitio, llevándose dos trozos más a la boca. Entre él e Igni iban a arrasar con toda la comida.

- Sabes... he estado pensando en ésto desde hace mucho tiempo, pero no lo tengo del todo claro. Aquí, en la Tierra, antes cuando aparecía un ser como nosotros y lo descubrían lo cazaban, lo encerraban y experimentaban con él. Al menos si lo atrapaban vivo. Si no podían, se lo cargaban. Tras el gran choque me pregunto, ¿habrá más como nosotros venidos de otros universos? Y si es así, dime Igni, ¿qué pensarías de una comunidad colectiva de todos los entes exteriores y extraterrestres? Una especie de pueblo al que poder llamar "segundo hogar".

- Lo de la cuna era metafórico. Ya sabes, como decir que vienes de la misma familia o que sois hermanos cuando no lo sois. Ya sabes, metáforas. - Se paró a pensar si tal vez la chica tuviera una forma de pensamiento literal, y si sería cosa de toda su raza o solo de un individuo. - ¿Nidos de arena y pieles? Bueno, al menos son más agradables que mi primero nido - si es que lo recordaba, pero más que recordarlo, le venía una extraña sensación como de flashback lejano y confuso... Raro, muy raro.

- Si, estuve en Roma y bueno... no se diferencia mucho de una ciudad normal. Ya sabes, todas son ciudades... aunque muchos lugares estaban rotos, como si hubiera pasado algún graciosillo y apedreado todo edificio histórico que tuviera delante, ¿sabes? Por lo demás, los romanos hablan mucho y gesticulan mucho, y las romanas son algo raras. ¡Ah si! La comida. Pueeees... si, se come bien, aunque abusan mucho de la pasta para mi gusto. En cualquier lado te meten algo de pasta sin que te des cuenta.

El discurso del policía gordo se estaba terminando, y con ello también su tiempo en aquella "festividad": Sloan había notado alguna que otra mirada indiscreta, como preguntándose si los habían visto por alguna parte. No tardarían mucho en alertar a los demás miembros de la fiesta e irían a hacerles algunas preguntas. Pero de mientras, disfrutaría de la hamburguesa que tenía delante antes de que Ignis se la comiera junto con su mano.

- En eso te doy la razón: la Tierra tiene algo... especial. Supongo que, como dice el dicho, "no te acostarás sin saber algo más". Cada día que te levantas te parece que hay algo nuevo por descubrir. No sé, me da esa sensación. No es como el espacio exterior. Oh si, es todo lo bonito que tu quieras, pero a la vez es aburrido. Por algo se le llama espacio, ¿no? Porque de eso hay mucho.

Le dio dos toques en el hombro con el índice, y con la misma le indicó con el dedo gordo que era hora de marcharse de ahí. Las miradas se estaban reproduciendo a una velocidad alarmante.

- Estaría bien, ¿eh? - le dijo mientras se alejaban de la comida (la dulce y jugosa comida...) - En éste planeta tienen una gran variedad de etnias por lo que he visto, más ahora con eso del cruce de caminos entre universos. Se podría... se podría hacer. Por cierto, ¿me lo ha parecido a mí o te has zampado unas cuantas brasas? ¿También comes brasas? ¿Y piedras? Y esos dientes que tienes, ¿pueden morder cualquier cosa?

- Yo no tuve un nido como tuviste tu, y si no se me va la pinza, tampoco tuve unos seres a los que llamar padres o algo por el estilo. Simplemente, un día aparecí, o tal vez ya existiese desde el principio de los tiempos y no tenía voluntad propia. Fuera como fuese, ahora estoy aquí, con medio pensamiento humano y el otro exterior.

Aprovecharon el mejor de los momentos para dejar la fiesta de la policía y meterse entre los árboles del parque. Desde esa distancia ya nadie se fijaba en ellos. Sloan se fijó en el sol y su posición (una vieja costumbre de cuando era niño para saber la hora que era sin necesidad de reloj). No tardarían mucho en volver al taller, sabiendo que las reparaciones estarían casi listas.
La dieta de su compañera le dio por sorpresa. Jamás había escuchado de ninguna criatura que tuviera que comerse el fuego para alimentarse, o añadirlo a su dieta diaria. Heces, piedras e incluso carbón si, ¿pero fuego? Claro estaba, Ignis era de otro planeta, con otra estructura corporal (extraño porque, sin contar los dientes, era como un humano normal y corriente. ¿Significaba que el cuerpo humano era como un modelo común por todo el universo? Entonces, ¿él por qué jamás tuvo un cuerpo como tal? Había demasiadas preguntas sin respuesta por su cabeza, pero al menos tenía una que podía tachar de la lista: la alimentación de la especie de Ignis.

- Oye, mejor que volvamos: yo diría que ya tienen tu furgoneta lista, y si no les quedará poco.


Como esperaba el moreno, la furgoneta estaba ya lista. Habían soldado y cerrado el agujero del depósito de combustible, y las puertas traseras estaban como nuevas. Si no fuese por los años que ya tenía encima, cualquiera diría que la furgoneta estaba sacada de fábrica.

- ¡Ea! Ya está lista. Igni, dime, ¿ibas a alguna parte en particular? Te lo digo porque yo seguramente me quede por aquí, pero si quieres te puedo llevar donde nos quedamos para que sigas tu camino. No me costaría nada.

...