(Minievento: I am become death, destroyer of worlds)King of the monsters, reigning of the seas[Arión]{Autoconclusivo}

Era un día ajetreado en la pequeña isla de Shibuya, isla japonesa al norte de Fukushima que gracias a su emplazamiento lejano a la ciudad, se escapó de sufrir contaminación radioactiva… o al menos así fue hasta hace unos meses; los barcos llegaban al puerto sin peces o con tan pocos que no darían de comer ni a una familia de una persona. Cuando el gobierno de la isla usó un contador geiger, descubrieron que los peces estaban contaminados con radiación.

Por eso el equipo científico se encontraban allí, con su barco “Lucky Dragon No 10” para investigar los alrededores. El pueblo les recibió con alegría, pues no era normal que tuvieran visitantes y mucho menos gente importante como aquellos científicos enviados por el ministerio de sanidad. Los habitantes del pueblo no dudaron en dar sus hipótesis al equipo que, como todo japonés bien educado, les escuchó pacientemente… aunque hubo uno cuya voz sonaba por encima de los demás

-Esa radiación… es nuestra culpa

Un viejo hombre que vivía solo en su casa, cuya única nieta a veces venía de visita en avioneta, se acercó al equipo apoyándose en su bastón y cogió al líder de la operación por los hombros, mientras de sus frágiles labios salían unas palabras desesperadas

-Váyanse, váyanse ahora… ya le hemos hecho demasiado daño él… vendrá, tenemos una oportunidad de vivir en paz

Los aldeanos se rascaron las cabezas y evitaron la mirada del anciano, acostumbrados ya a su “locura”, más algunos del equipo si que prestaron atención a las palabras del viejo loco y le hicieron la pregunta ¿A que le hemos hecho demasiado daño? Los ojos temblorosos del hombre se dirigieron al mar y solemnemente pronunció

-A dios.

Aquel mismo día el equipo partió en su barco en busca de la respuesta de aquella radiación, algunos aun con las palabras del anciano resonando en sus mentes, que calmaban haciéndose la idea de que, según los aldeanos, no era más que un hombre llevado a la locura por la edad, que hablaba sobre la “reencarnación de dios” y el demonio de tres cabezas, tenía una palabra para llamar al primero, que venía de fuera de esta isla, una especie de mito que venía desde hace miles de años… “Gojira”.

Decidieron que mandar unas sondas al fondo del mar, a unas millas de la isla, para comprobar cómo estaba el suelo marino sería la mejor estrategia a fin de encontrar la radiación residual que provocaba que los peces estuvieran contaminados. Empezaron por las zonas menos profundas y se dirigieron poco a poco hasta las de mayor profundidad hasta que… encontraron algo extraño; a unas veinte millas de la isla, un enorme agujero parecía haber aparecido de repente, como causado por un movimiento sísmico ¿Era esto lo que estaba causando la radiación? Los contadores así lo decían, pues la radiación llegaba a unos niveles altísimos.... mas no era del agujero de donde salia la radiación.


Los pobres científicos no pudieron hacer nada, ya era demasiado tarde, tuvieron su oportunidad, la oportunidad de escapar la ira del dios que ahora se encontraba en frente suya, con una luz azulada que salia de su boca. En la isla se sintió un temblor y cuando se asomaron, vieron como del mar salía una nube con forma de champiñón… nadie le creyó y ahora el anciano sonreía con tristeza ante la realidad a la que ahora se enfrentaba… habían enfadado al dios y ahora traería la muerte a aquellos que le hicieron daño, a aquellos que lo crearon, que lo llevaron de ser el último de su especie… a ser el primero.

El primer avistamiento fue en las costas de Japón, cuando por unos minutos que se les hicieron eternos a los habitantes de la ciudad costera de Kirigasaki, en donde, al salir del agua, se llevó con él varios barcos que cayeron luego al vacío, destrozados al golpearse desde sus 130 metros de altura contra el agua y tomando pie en tierra, destrozando edificios con nada más rozarlo y aplastando a aquellos que fueron demasiado violentos o que simplemente se paraban a grabar a la criatura.

Cuando el gobierno japonés terminó su debate sobre cómo actuar frente a la criatura que acababa de emerger del mar y destrozaba sus puertos, que los medios apodaron “Godzilla”, la enorme criatura ya había desaparecido y varias personas habían muerto o estaban heridas. Más el rastro de la criatura seguía ahí y no solo por la destrucción del puerto; un rastro de radiación que seguía hasta las profundidades del mar, dirigiéndose al sur.

El titan siguió nadando sin descanso, pues en el agua fluía como una pluma que se deja llevar por el viento, hasta llegar al océano que cubría desde las Américas a Europa y África, siguiendo una especie de ruta predeterminada que su especie, antes de morir y antes de ser el mutado, tomaba para sus migraciones. En esas aguas frías, sería su segundo encuentro con una civilización… aunque estos actuarían más eficazmente que el gobierno del país del sol naciente.


- Señor, la encontramos cuando patrullábamos el perímetro de la ciudad -fue la manera en la que los guardias le introdujeron a la hermosa sirena de largos cabellos castaños que aguardaba con ansiedad en la inmensa y majestuosa sala donde se encontraba el trono que ahora ocupaba él. El mismo que le había arrebatado a Arthur. Aquél que nunca había deseado-. Pidió hablar con vos de inmediato. Dice que es urgente...

Habían sido demasiadas... demasiadas cosas que asimilar.

Primero, el Demonio del Mundo Oscuro, al que había derrotado a su llegada a aquél universo en marzo del año pasado, le había tendido una trampa en connivencia con el Cráneo Rojo, que había hecho que Madame Hydra le torturara y le violara para que no fuera capaz de detectar cómo le sometían a un ritual que le había cambiado la moralidad, pervirtiendo todo aquello en lo que creía, todo por lo que con tanto esfuerzo había luchado a lo largo de los siglos. En el proceso tampoco había notado cómo le arrebataban la gema del pecho, donde se encontraba el alma de su álter ego anciano, y la reemplazaban por otra en donde se encontraba el propio Demonio del Mundo Oscuro, quien le había manipulado para que terminara asesinando al héroe de Atlantis después de la traición de la mujer a la que había creído amar, utilizando la Gema del Tiempo para hacer retroceder evolutivamente el mundo y sus especies hasta la época dorada de la Atlántida, antes de su hundimiento. Por si ello fuera poco, había realizado rituales prohibidos que habían provocado que la mismísima diosa Kali se lo llevara al infierno, y, en su ausencia, mientras era sometido a torturas sin nombre, los demonios habían invadido la Tierra.

Para colmo de males, había sido el maestro de la mujer que le había traicionado quien había ido a rescatarle, y, a su regreso, sin apenas haber tenido ocasión de recuperarse de las atroces experiencias sufridas, había tenido que hacer uso de todo su poder para expulsar a los demonios de la Tierra, teniendo después que enfrentarse a su odiado hermano Garn, quien, a diferencia de él, se encontraba en la cúspide de su poder, y todo ello para, cuando finalmente hubo acabado todo, ser aclamado como nuevo gobernante de la ciudad a la que acababa de rescatar.

Y ahora tenía que sentarse en aquél trono, un trono que nunca quiso y que estaba manchado con la sangre de su verdadero dueño, el hombre al que había asesinado con sus propias manos mientras estaba bajo el influjo del Demonio del Mundo Oscuro. Arión jamás pensó que los habitantes de Atlantis le perdonarían por aquél crimen aberrante, sin embargo, después de librar al mundo de la plaga demoníaca, y liberar la ciudad de la tiranía de su hermano, le habían terminado aclamando como un héroe. No era la primera vez que pasaba algo similar. Ya en el pasado los ciudadanos de la Atlántida habían querido que él sustituyera al rey D'Tilluh tras su muerte después de liberar la ciudad, que en aquella ocasión también había estado bajo las garras de Garn, pero en aquella ocasión, D'Tilluh había tenido una descendiente viva de su mismo linaje que él había ayudado a encumbrar al trono. En cambio, Arthur había muerto sin dejar un sucesor válido, con su único hijo asesinado a manos de Black Manta en la terrible guerra que había enfrentado hermano contra hermano hacía más de un año, y Tempest desaparecido. En cuanto a Mera... Se había marchado de la ciudad tras el asesinato de su marido y no se había vuelto a saber de ella.

Arión no deseaba el trono de Atlantis. Nunca lo había querido. Nunca había buscado poder, fama ni gloria. Y estaba extremadamente cansado después de todos los terribles castigos a los que había sido sometido, en cuerpo y espíritu, en los últimos meses. La mayoría de las cicatrices habían desaparecido ya, pero había algunas más profundas que no desaparecerían tan fácilmente, como la que le había quedado en el corazón tras la traición de Dalae. Ahora mismo lo único que desearía sería descansar, recuperar energías en algún lugar aislado y remoto y llorar por el amor que había vuelto a escapar de entre sus dedos antes siquiera de haber podido llegar a alcanzarlo. En lugar de eso, se encontraba sentado en el trono de Atlantis, y las Parcas parecían dispuestas a no permitirle un sólo momento de paz...

- Mi nombre es... -empezó ella.

- Lori. Lori Lemaris -la interrumpió él-. Te conozco. Mi antiguo yo... y tú... formásteis parte de la Liga de la Justicia de Atlantis.

Ella asintió. Allí todos estaban enterados de que no era la misma persona que había estado caminando por la tierra los últimos 45.000 años. El Demonio del Mundo Oscuro le había arrebatado la gema corazón, y posiblemente hubiera destruido el alma de su otro yo, pero no antes de que el otrora Sumo Mago le hubiese transferido la mayor parte de sus conocimientos y recuerdos.

- Continúa, por favor -pidió, haciendo un gesto con la mano.

- Todo comenzó con rumores que venían de las ciudades cercanas, historias de extraños cambios en el comportamiento de la fauna local -empezó Lori-. Decidí salir a investigarlo por mí misma y me encontré en una zona muerta, contaminada y repleta de cadáveres podridos. El hedor a descomposición se volvió insoportable, pero había más... el sabor de otra cosa. El fondo del mar estaba infestado de algo, algo... venenoso, letal... Podía sentirlo drenando mi propia fuerza vital, así que salí a la superficie, y lo que vi, confirmó mis peores temores... Era una bestia... inmensa, enorme... Más grande que cualquier criatura que hubiera visto antes, sobre o bajo el océano. Todo el hedor procedía de ella -dijo, mientras usaba sus poderes telepáticos para transmitir al mago una imagen mental de lo que había visto, enfrentando después su preocupada mirada-. Sea lo que sea lo que está destruyendo nuestros océanos, no es de ésta tierra.

- ¿Y dices que ése ser se dirige hacia Atlantis?

- Así es, mi señor... Se dirigía justo hacia Tritonis, mi hogar... Tenéis que hacer algo para protegernos.

Proteger un continente entero... En otra época habría podido hacerlo sin apenas esfuerzo. El año pasado habría podido hacerlo con las reliquias adecuadas tras un tiempo previo de meditación en su Sancta Sanctorum. Ahora... ahora era poco lo que podía hacer, y, con un estremecimiento, pensó en las teorías que siempre había defendido su otro yo: Cuando se rechaza una ola de oscuridad, otra aún más grande volverá a golpear. Es el intento de la naturaleza de encontrar el equilibrio...

¿Acaso los dioses le estaban castigando por haber expulsado los demonios de la Tierra enviándoles una nueva amenaza con tan poco margen de tiempo desde la anterior? ¿Tenía razón su antiguo yo? ¿Acaso sus esfuerzos por proteger el planeta terminarían siendo los propios artífices de su destrucción? ¿Pero qué podía hacer? Los demonios ya estaban destruyendo el planeta, y, de no haber llegado a intervenir, posiblemente habrían arrasado con todo. ¿Y qué se suponía que tenía que hacer ahora? ¿Quedarse sentado y permitir que aquél monstruo destruyera la Atlántida? No... tenía que protegerla... Como había hecho tantas y tantas veces en el pasado. Pero él sólo no estaba en condiciones de hacerlo...

- Rodunn -le dijo al capitán de su guardia-. Necesito al ejército en sus puestos de combate a lo largo de todo el Reino, preparados para la batalla.

- Sí, mi señor -dijo el hombre de piel azul.

- Y mandad aviso a Namor. Que movilice a sus ejércitos también.

- Así lo haremos, señor.

- Lori... ven conmigo.

Utilizando un hechizo de teletransportación, el mago y la sirena atravesaron en un parpadeo los 17.936 km que les separaban de la Fosa de las Marianas, donde se encontraba el activo más valioso con el que podían contar para lo que se avecinaba.

- ¿Dónde estamos? -preguntó la desorientada mujer mientras nadaban en dirección a las profundidades de la fosa-. ¿Qué hemos venido a buscar aquí?

- Un aliado cuya fuerza bruta supera la imaginación -explicó el hechicero-. Es un guerrero salvaje y voluntarioso aunque puede ser también peligroso, pero no tenemos muchas opciones -viendo que la sirena esperaba que desarrollase la información, continuó narrando la historia-: En los antiguos días de Eld, se creó mediante magia una poderosa raza de guerreros, pero rápidamente se volvieron berserkers, incontrolables, enfrentándose unos contra otros e incluso volviéndose contra sus creadores, así que nos vimos obligados a exterminarlos a todos... Excepto uno, que permaneció leal, pero decidimos ponerlo en hibernación y arrojarlo a las profundidades para evitar el riesgo de que se volviera loco como sus hermanos. Una vez lo despierte no podemos contar con que esté dispuesto a volver a someterse voluntariamente a la hibernación, pero, francamente, es un problema que prefiero dejar para después. Ahora mismo tenemos preocupaciones más inminentes.

Deteniéndose en el borde mismo de la Fosa de las Marianas, Arión extendió sus manos entrelazadas ante sí, se concentró y cerró los ojos.

- Permite que las ataduras se suelten, para que lo que yace dormido pueda vivir de nuevo -musitó, separando lentamente sus manos al tiempo que un brillante resplandor púrpura se extendía más y más entre sus dedos.

Un poderoso temblor sacudió entonces el fondo marino, y una poderosa y gigantesca garra negra emergió de las profundidades de la fosa.

- ¿Quién se atreve a convocar a Devilfish? -bramó una voz cavernosa al tiempo que una inmensa criatura humanoide con cola de pez se erguía, imponente, ante ellos- ¿Quién de vosotros se atreve a despertar al Terror de las Profundidades?

- Yo -dijo el mago, flotando hacia adelante sin miedo-. Soy Arión, rey de la Atlántida, y uno de los que te encarcelaron hace milenios, por lo que te dirigirás a mí con el respeto que corresponde. Te ordeno que nos ayudes contra una bestia que amenaza no sólo la Atlántida, sino todo el océano y las criaturas que en él viven.

- ¿Quieres que vaya a la batalla? -inquirió el ser, acercando su enorme rostro al de Arión, que no vaciló en lo más mínimo.

- Así es.

- Entonces te serviré con gusto. ¡Conducidme hasta el enemigo!

- ...Tendremos que hacerte más grande..

Los ejércitos de las ciudades se dispusieron a las afueras de Tritonis, donde la sirena aviso al nuevo rey de Atlantis que se dirija la colosal criatura y en efecto, la bestia no tardó mucho más en dar señales de vida cuando, a lo lejos, se vio la silueta de la enorme criatura que nadaba como lo haría un cocodrilo, con sus miembros junto a su cuerpo y usando su cola y un movimiento serpenteante para moverse. Sabían que si esperaban a que se acercara más, la ciudad podría estar en peligro así que decidieron actuar ahora; el primer ataque sería el de Devilfish acompañado por parte del ejército de Atlantis que dispararon sus armas desde lejos a la bestia, asistiendo a Devilfish en el combate.

Sin embargo, al principio el titan no parecía tener ningunas ganas de combate y siguió nadando sin ni siquiera inmutarse al ataque de los atlantes, mal a recibir el puñetazo de Devilfish esto le hizo reaccionar

-¡No te escaparás tan fácilmente de mi, criatura!

Los soldados que agradecían para sus adentros tener a Devilfish con ellos para ayudarles en esa cruenta batalla contra el monstruo… no sabían que acababa de hacer lo peor que podría haber hecho. Habían sido afortunados, Godzilla no notó su presencia y habría seguido su camino, el dios les había perdonado la vida… pero una vez más, encontró una amenaza en Devilfish y en aquellos pequeños seres que le disparaban desde lejos. Apoyó sus pies en la dura roca del fondo marino y miró con sus ojos vacíos a aquellos que osaban ponerle frente.

Devilfish volvió a lanzar otro ataque, moviendo con rapidez entre el agua hacia la criatura y dándole otro fuerte golpe en la cabeza… ni siquiera ese golpe, que podría haber destrozado a cualquier otro monstruo, hizo que Godzilla sintiera más que una ligera molestia y un enorme enfado porque claro… él no era un monstruo cualquiera, él era el rey de los monstruos. Devilfish siguió intentando golpear al titan, sin embargo este, en un momento de descuido, aprovechó para agarrar con sus garras mutadas el brazo del monstruo creado por los atlantes que luchaba en vano para zafarse del agarre de Godzilla mientras gritaba a la criatura con todas sus fuerzas.

De nuevo, esta no se inmuto ya que el destino de devilfish estaba sellado desde aquel primer puñetazo que le propinó en la cabeza. De su espalda de las placas que tenía en ella, empezó a salir un brillo rojizo que iluminó sus alrededores, llegando el brillo a salir incluso de su boca en el cual tomó un tono más morado. Abrió la boca, dejando ver que no tenía lengua nada más que dos agujeros, uno por el que salia su voz y otro… por el que salia un arma terrible que ni el más oscuro de los magos se habría imaginado


El agua a su alrededor empezó a calentarse, burbujas se formaron alrededor de la boca de la criatura y, en menos de un segundo, atravesó su cráneo como si de un cuchillo caliente cortando mantequilla se tratase, atravesando su cuerpo hasta partirlo por la mitad, dejando que el cuerpo flotará hacia la superficie, en donde los tiburones se alimentarán de su carne.

Ante la increiblemente facil derrota de Devilfish, el ejército de Atlantis aumentó sus esfuerzos para apartar a la criatura de la ciudad, pero como hormigas enfrentadose a un elefante, ni sus mayores esfuerzos fueron capaces de hacer el más mínimo rasguño a la criatura, que volviendo a cargar otro ataque de su aliento atómico, esta vez lo usó para destruir la armada de Atlantis, desintegrando todo lo que su láser tocaba convirtiéndolo en cenizas y dejando una marca ardiente en la roca por la que pasaba.


Los esfuerzos militares se transformaron en esfuerzos para evacuar a los habitantes de Tritonis, mientras el titán se acercaba poco a poco y sin piedad alguna, como lo haría un depredador ante una amenaza ante su supervivencia, cargo otra vez el ataque y esta vez lo dirigió hacia la ciudad submarina, destruyendo sus edificios y a los habitantes que no pudieron huir a tiempo. El ejercito junto a los habitantes de las otras ciudades de Atlantis se refugiaron en la Atlántida, pero Godzilla ya había dejado en ruinas la ciudad de Tritonis y su enorme silueta se podía ver acercándose a la ciudad… si no querían correr el mismo destino, tendrian que encontrar una forma de protegerse de la enfurecida bestia… y pronto.

¨Que los dioses nos protejan", pensó Arión al ver la facilidad con la que el gigante había destruido a su principal baza defensiva. Desde lo alto de las cúpulas doradas de su ciudad veía como los últimos aterrorizados ciudadanos de Tritonis buscaban refugio en su ciudad mientras Rodunn impartía órdenes e instrucciones a diestro y siniestro. Aunque sus ojos permanecían fijos en el avance implacable del monstruo, podía sentir las miradas desesperadas de sus súbditos fijas en él como si fueran lásers que quemaban su carne, aguardando, esperando que su líder les salvara, de la misma manera que les había salvado de Garn y Ocean Máster. Apretó los puños hasta clavarse las uñas en la piel.

Atlantis había sido su hogar desde que tenía memoria, y la destucción de Godzilla y el sufrimiento de su pueblo eran como acero ardiendo en su piel. No tenía la fuerza suficiente como para enfrentarse contra aquél monstruo, las últimas batallas le habían pasado factura. Pero él era Arion, Sumo Mago de la Atlántida, y mientras le quedara una chispa de poder en su cuerpo, nadie más moriría.

Alzándose rápidamente impulsado por la magia hasta superar las torres más altas de la ciudad, extendió sus brazos y las asombrosas fuerzas que comandaba chisporrotearon al entrar en contacto con las gélidas aguas cuando se extendieron para cubrir toda el área en una gigantesca cúpula de energía de color esmeralda. Resistiría todo el tiempo que hiciera falta... aunque tuviera que morir en el proceso.


Godzilla miro confundido el escudo que ahora protegía la ciudad de Atlantis, confuso y algo atraído por el brillo del hechizo mágico, algo que él nunca antes había visto, mas no era más que otro obstáculo del que deshacerse. Lanzó otro ataque de su aliento atómico contra el escudo, sin embargo este no tuvo mucho efecto, dejando perplejo al titán… no era esa su única arma;; sus espinas dorsales empezaron a brillar con un color rojo aún más intenso que antes y de su boca empezó a salir un brillo rojizo muy intenso, las burbujas a su alrededor se intensificaron, este ataque iba a ser más poderoso que los anteriores y si lo llevaba a cabo, no solo destruiría el escudo sino gran parte de la ciudad de Atlantis, sus habitantes viendo a través del escudo la enorme figura de la criatura y su brillo rojo que solo indicaba una cosa… muerte.

Por suerte para ellos, Namor llegó con su ejército y fue él mismo quien dio el primer golpe a Godzilla, que se sacudió cuando recibió el fuerte golpe del mutante en una de sus mejillas, sintiendo claramente que era más fuerte que su anterior contrincante. El ejército de Namor empezó la ofensiva, pero la criatura parecía no estar interesada en ellos; incluso un tiburón hambriento sabe cuando una presa no merece la pena. Tal y como vino, el titán se marchó, dejando tras de él un rastro de destrucción y radiación.

Arión estaba equivocado al pensar que ese monstruo podría haber sido creado por los dioses, no… ese monstruo no era la creación de ningún dios, él era una creación de la humanidad, de los pecados de la humanidad, un dios reencarnado que no quería estar en este mundo, sufriendo el dolor de las mutaciones en su cuerpo, cada segundo de su vida un terrible e indescriptible sufrimiento… pero que mientras tuviera un corazón palpitando, seguiría hacia delante en este mundo a pesar de no ser ya el mundo en el que él, junto a los de su especie, una vez camino, su instinto de supervivencia guiándole en el camino

Nada podía detenerle, en su camino no había más que muerte, destrucción… él era el último de su especie y la humanidad lo convirtió en el primero, incluso cuando no podía estar más solo… la humanidad se aseguro de que así lo fuera y ahora se había convertido en la muerte, el destructor de mundos.