Sweet Dreams (Caos)

En principio iba a ser una presa fácil.

Resultaba fácil identificarlas en las discotecas; solían estar solas o en compañía de una amiga, se pasaban la noche sentadas bebiendo sin salir a bailar exudando un halo miserable que las señalaba como víctimas de algún desengaño, generalmente amoroso. En el transcurso de los años Elian había aprendido a focalizarse en esa clase de presas. Para alguien como él, que necesitaba alimentarse con regularidad, era vital aprender a identificar las víctimas potencialmente más fáciles de acceder, y para alguien como él era sumamente sencillo ganarse su confianza, escuchar sus penas mientras se emborrachaban más y más y ofrecerles un hombro sobre el que llorar con el objetivo de conseguir quedarse con ellas a solas el tiempo suficiente para poder alimentarse.

Aquella chica en concreto había terminado tan borracha que no habría podido resistirse a que él la acompañara hasta su casa ni de haberlo querido, aunque ése rara vez solía ser un problema. No había mujer heterosexual sobre la Tierra que no quedara automáticamente prendida de sus encantos, y si a eso se le sumaban las dosis adecuadas de alcohol solían estar más que encantadas de dejarle entrar en su casa.

Todo estaba saliendo a pedir de boca. Estaba tan borracha que el proceso de pasar de la vigilia al sueño resultaría fluido, tan natural que no podría notar que había sido inducido. Elian la condujo hasta su dormitorio, la depositó sobre la cama, puso su mano sobre su vientre y se concentró. Un halo dorado que emanaba de él envolvió el cuerpo de la durmiente mientras entraba en trance para entrar en sus sueños y moldearlos.

En principio la rutina sería la acostumbrada; En sus sueños adoptaría la forma del hombre que la había abandonado y regresaría para lo que ella siempre recordaría como una última noche de pasión. Sólo tenía que coger los elementos que ya existían en su subconsciente y moldearlos a conveniencia. Su marido entrando por la puerta con las maletas de nuevo en las manos, una disculpa desgarrada, una declaración de amor sincera de rodillas en el suelo rogando por su perdón y, acto seguido, tomarla con pasión por la cintura y besarla como si fuera la única mujer sobre la tierra...

Algo iba mal... La realidad que tan minuciosamente había construido para ella comenzó a desmoronarse a su alrededor, como si una especie de tornado estuviera llevándose los ladrillos de la casa uno a uno, hasta dejarlos suspendidos en el vacío en mitad de un huracán de dolor, tristeza y arrepentimiento. No... ¿cómo podía ser? Elian pugnó por reconstruir de nuevo el sueño que había planteado para ella, pero había algo, una fuerza extraña y desconocida que estaba compitiendo con él para lograr el control de sus emociones. Él intentaba que ella experimentara sensaciones positivas para que no notara que se estaba alimentando de ella, pero aquél influjo negativo estaba haciendo peligrar todo el proceso. Tenía que hacer que parara.

Utilizando su fuerza de voluntad sumió a la mujer en un descanso sin sueños mientras toda la escena se paralizaba, como una película en blanco y negro a la que se le ha dado al botón de pausa.

- ¿Quién eres? -inquirió en dirección al tornado de oscuridad y emociones negativas que amenazaba el sueño. ¿Quizá Pesadilla?-. ¿Qué estás haciendo aquí?