[Minievento WWD] El Terror de Trigon (JLA, Brother Blood) 11/04/2019

- Bienvenidos todos, espero que hayáis descansado -les saludo, parco y conciso como siempre, una vez se encuentran todos sentados en torno a la mesa de nuestra central de operaciones en la Atalaya-. Como sabéis, Diana y yo estuvimos ayer detallando punto por punto todos los detalles de éste ataque, y ahora procederé a exponerlos ante todos vosotros para que cada uno tenga claro cuál va a ser su papel en ésta batalla.

Les miro a todos, uno por uno, con seriedad. El énfasis puesto en el hecho de que ha sido un trabajo conjunto entre la amazona y yo es intencionado. No me quedan dudas respecto a ella, y quiero transmitir esa misma confianza en todos los demás. Es importante si quiero que el trabajo en grupo no vea mermada un sólo ápice su eficacia. De eso depende que todo salga bien y podamos salir victoriosos con el menor número posible de bajas. Porque, por desgracia, la posibilidad de que se produzcan bajas es muy real en éstos momentos, y es algo con lo que no tengo más remedio que contar.

- Es muy importante que estudiéis muy bien la parte que os corresponde, puesto que no vamos a tener tiempo para entrenar ni ensayar y todo debe ser ejecutado a la perfección para que el plan pueda llevarse a cabo de la mejor manera posible.

"De la mejor manera posible". Prefiero no mencionar la posibilidad de las bajas. Habrá quien pueda pensar que es frío por mi parte, que los estoy utilizando como carne de cañón a sabiendas de que pueden morir, pero quien se dedique a ésto sin tener esa posibilidad presente, o es un necio, o un inconsciente, y les necesito con la mente bien fría. Ahora no es momento para vacilaciones.

- El plan se llevará a cabo de la siguiente manera...

>>Primero, Zatanna nos teletransportará a todos hasta allí...



Una distorsión dorada rasgó los cielos carmesíes que se habían cernido sobre la ciudad en las inmediaciones del Templo Dorado. De la fisura que se abrió a continuación emergieron volando la Mujer Maravilla, el Detective Marciano y cuatro Green Lanterns. Del anillo de uno de ellos, el llamado Hal Jordan, emergían tres haces de luz color esmeralda que finalizaban en unas plataformas, también verdes, que mantenían a Batman, Green Arrow y a Zatanna flotando sobre las aguas del lago.


- Guy y John se dedicarán a limpiar la zona del lago, barriendo a los posibles enemigos que podamos encontrar para despejarnos el camino hasta las puertas del templo. Los demonios están por toda Amritsar, por lo que, una vez libre el área, tendrán que generar una cúpula sobre el templo con sus anillos de poder y mantenerla durante todo el rato que dure la batalla para que Trigón no pueda recibir refuerzos desde fuera.


Los dos Green Lanterns extendieron sus anillos para invocar su poder, y sendas metralletas de color verde brillante se materializaron tras ellos, al tiempo que un alargado haz esmeralda se formaba en sus manos hasta tomar la forma de afiladas espadas. Tras verbalizar sus gritos de guerra, los dos guerreros espaciales abrieron fuego sobre las sorprendidas criaturas infernales, sajando alas y cabezas con sus espadas cuando alguna conseguía aproximarse lo suficiente. Pronto, el cielo se llenó de fuego.


- Ahora será tu turno, Barry -digo señalando a Flash. Pulso un botón del mando a distancia de la pantalla que tenemos sobre la mesa de reuniones y el rostro de un hombre bien parecido y cubierto por un dantesco casco con forma de calavera de dragón apareció ante ellos-. No sé si estáis familiarizados con la Iglesia del Hermano Sangre... En mi universo de origen, éste culto no existía, por eso me llamó poderosamente la atención desde el momento en el que apareció en Omega. Tanto el nombre como la imaginería relacionada con la sangre me resultaban como mínimo sospechosos, así que los estuve investigando, y, posteriormente, Dick me confirmó que había tenido razón al recelar. Al parecer, éste es un culto que venera a Trigón en la sombra, y éste hombre es su líder principal. Se mueve con tanta discreción que no hemos sabido nada de él hasta ahora, pero no me sorprendería encontrarlo allí. En cualquier caso, tenemos que estar preparados para el eventual hecho de que esté, pues, según me ha informado Dick, que tiene recuerdos de haberse enfrentado con él en su dimensión, se trata de un hechicero muy poderoso. Barry, en cuanto el ataque comience tendrás que entrar en el templo y hacer un reconocimiento a super velocidad para comprobar a qué nos vamos a enfrentar dentro. Tendrás que visualizar, sobretodo, las posiciones de Trigón y Hermano Sangre. J'onn, tú estarás en contacto telepático con él y nos transmitirás a los demás todo cuanto él descubra.


Un borrón de color rojo brillante emergió de la fisura en el aire, corriendo sobre el agua como si de terreno sólido se tratara, y, levantando pequeñas olas a su paso, se dirigió a la entrada del templo a toda velocidad. A su regreso, ya Guy y John habían despejado la zona de demonios y habían creado una poderosa cúpula verde que cubría toda el área del lago y el templo, manteniendo fuera a los monstruos alados que trataban infructuosamente de pasar, atacando los glaucos muros con su aliento de fuego y embistiéndolos con frustración.

- ¡Ahora! ¡Vamos! -gritó Batman, y el grupo al completo, salvo los dos Green Lanterns que se quedaron fuera manteniendo la defensa de la cúpula, se dirigió a toda velocidad hacia la entrada desprotegida. Dentro, el Templo estaba tan deforme y corrompido como toda la ciudad, con estructuras irregulares recubiertas con lo que parecían ser cuerpos humanos retorcidos con los rostros petrificados en un rictus eterno de terror.

- Ung... Percibo una magia mayor que cualquiera que haya encontrado antes -farfulló Zatanna llevándose una mano a la sien.

- ¡Allí! -indicó Kyle-. Parece una especie de ceremonia mística de algún tipo...

Al fondo del templo, en torno a un altar elevado sobre las mismas construcciones impías había varios cultistas elevando sus manos al cielo, hacia un portal que se estaba empezando a abrir entre la Tierra y la dimensión de Trigón, por donde éste estaba invocando a sus huestes para el futuro asedio a Azarath y Happy Harbor. El gigantesco demonio de piel roja se giró a observar su entrada, y, junto a él, se encontraba el Hermano Sangre, que había sido mágicamente teletransportado para informar de su triunfo. Todo el templo estaba repleto de cultistas adorando a su señor, y rápidamente se dirigieron, en turba, hacia los recién llegados.

- ¡Green Arrow! ¡Flash!

A la orden de Batman, el Velocista Escarlata se abrió camino entre la masa de enfurecidos sectarios, dejando un reguero de adoradores inconscientes, mientras Green Arrow saltaba hasta encontrar una posición elevada en uno de los pilares desde donde disparar sus flechas trucadas, enviando bolas de gas somnífero, otras que se abrían en redes pegajosas y mil artilugios más.


- ¿Y yo, Batman? ¿Cuál es mi función? -inquirió J'onn J'onzz.

- A ti te he reservado a propósito, J'onn. Las criaturas de Trigón escupen fuego, por lo que deberías mantenerte apartado de ellas y reservarle esa tarea a los Linternas. Por la misma razón no me siento seguro enviándote a atacar a Trigón, pero parecería que dedicarte a los cultistas humanos sería un desperdicio de tu poder. Tengo un plan mucho más importante para ti, si Barry llega a confirmar lo que ya sospecho...


- ¡Hermano Sangre!

El rugido alertó a Brother Blood, que pudo girarse a tiempo para ver como un alienígena de piel verde se abalanzaba directamente sobre él arrojando láseres por los ojos, mientras que Wonder Woman, Kyle y Hal, los restantes miembros más poderosos de la Liga, se lanzaban a atacar a Trigón.

Me he enfrentado al Kraken, a criminales, a dolores producidos por conjuros que nunca pensé que mi cuerpo pudiese alcanzar, todo tipo de criaturas, dioses, héroes desviados del camino… Pero Batman, en pleno estado de neutralidad y cuando clavaba su fría y azul mirada sobre ti, tenía un aura especial capaz de que mi instinto se activase en lo más profundo de mi ser, intentando anticiparme a sus acciones…. Pero si él y su némesis tenían algo en común, era que preveer sus movimientos era como intentar leer papel mojado. Además nunca llegaría a anticiparme más de lo que él se anticiparía a mi propia adivinación.

Guardé esa mirada en lo más profundo de mi ser. Tanto como un recordatorio ardiente de que ese no era mi mundo, ni yo “su Diana”, así a bien como un aviso de que si no les encajaba mi ser, habría consecuencias. Respiré hondo. El Batman de mi mundo ya me miró así en alguna ocasión… pero por lo visto, sin importar el universo, Batman podía desprenderse de su faceta humana con la misma facilidad de quien se desnuda frente a un amante. Dejándola caer al suelo, sabiendo que si quería, sólo tendría que recogerla, quitarle el polvo y volver a ponérsela.

Podría guardarla con rencor, desconfianza, tristeza… Pero en ese instante elegí quedarme con lo positivo que esa mirada significaba. Un hombre que disponía del poder para encubrir su espalda y ordenar a cuantos hombres como quisiera hacer todo el trabajo sucio… Pero que prefería llevar en soledad su estandarte sin manchar otras manos que no fueran las suyas para que los demás pudiesen disfrutar de una vida, si no buena, normal. Así que, con esa admiración, después de unos segundos… sonreí con el cariño que siempre le tuve. -Gracias, Batman…- y proseguimos con la estrategia definida.

Todo trabajo cuya responsabilidad estuviera en sus manos tendía a funcionar, así que no me preocupaba en absoluto delegar en él toda la táctica y el trabajo organizativo. Cubría todos los posibles agujeros pendientes, miraba por el cuidado de todos por encima del suyo propio, se quedaba el último vaciando el barco… y al fin y al cabo… era su equipo.

La táctica de los atlantes me pareció tan brillante que no pensé en lo obvia que resultaba, ni me detuve a pensar en por qué el mismo Batman no la había propuesto. Obviamente no era una opción… -¿Arthur… ha…?- fruncí el ceño. Arión… El mismo mago al que había servido y protegido hacía cosa de un par de meses… ¿¡Por qué nadie me lo había dicho!?

Cerré los párpados con fuerza y apreté los puños luchando por contener las ganas de partir todo lo que se interponía en mi camino. Para mi desgracia, el lenguaje corporal de mi físico era mucho más cristalino que el de Batman, y la rabia mezclada con la tristeza se apoderaron de mi gesto y postura, reflejando agotamiento extremo por la batalla y una rabia que me daba energías para estar viva. Me escondía en la idea de que mi Arthur estaba bien y esto era una “desaparición más”. No podía permitirme una tara  emocional ahora mismo. -¿Y qué propones para adentrarte en el terreno si…- Cuadrar las tácticas llevó más tiempo del que me esperaba. Con mi experiencia contra esos seres y la sabiduría empírica de Batman, conseguimos cerrar una táctica completa para poder despertar mañana con un objetivo claro.
Me acosté en la cama, por fin, las heridas estaban casi sanadas. Apoyé el rostro limpio sobre la almohada y respiré hondo. -Y si salimos vivos de esta… Iré a por Ahri’ahn- y dormí hasta que Morfeo me lo permitió.

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Tomé asiento en la mesa esta vez como una más, con una taza de café manchado en la mano. Mientras daba un sorbo, abriendo la reunión, recordaba cómo habíamos hablado de la estadística sobre las bajas… y cómo habíamos acordado esforzarnos por ser los primeros en morir, si debía morir alguien.

Preparado el plan y resuelto las dudas, poco había más que hacer salvo preparar el equipo y salir al coliseo. Decidí no dejar mucho equipaje atrás. Me armé con dos espadas Hoplitas, el lazo, aspis también hoplita y cargado a la espalda, terminando con la armadura completa. Todo ello, habiendo procedido al despertar con una bendición propìa del mismo Olimpo. Rogué y recé a todos los dioses para que, así como a su vez me otorgaron sus dones, otorgaran a mis protecciones y armas la bendición de sus palabras para que me protegieran en la batalla y fueran útiles para proteger a mis compañeros. Terminé las oraciones viendo mi reflejo en el medallón central del escudo. “Vuelve a casa con este escudo sobre ti…”. Y me incliné para besarlo antes de partir.

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Todo el tiempo en la arena transcurría siempre a un ritmo más frenético que el planeado. En cuestión de segundos nos encontrábamos allí. La boca aún me sabía a café. En la primera línea de infantería los lantern cumplían su función abriendo paso a munición pura, destrozando así alas, piel putrefacta, huesos podridos y demás composiciones físicas de las criaturas que acompañaban la defensa del templo. Junto a ellos, a distancia prudencial para evitar el fuego amigo, fui abriendo camino sobre los monstruos rezagados con los propios puños, pisando todo tipo de restos húmedos y crujientes hasta conseguir pasar.

Desvié mi mirada un instante para comprobar cómo las criaturas que se habían quedado fuera de la cúpula se desgarraban las uñas contra su propia carne luchando por entrar. Golpeaban con todas sus fuerzas y casi se mutilaban para intentar acceder. Parecía un engaño que en el interior todo estuviera tan calmado.

Pero el grito de Batman me sacó de mi ensimismamiento y me hizo reaccionar como el chasquido de un látigo. Volé a ras del suelo a su lado hasta que finalmente conseguimos entrar en un templo aparentemente podrido en su interior. El aroma a carne chamuscada, a sangre sólida y huesos abrasados invadía toda las salas, incluyendo las partículas de ceniza de todo tipo de restos que aún circulaban por el aire. Apenas a simple vista podía distinguirse un cuerpo de otro de la inmensa masa derretida que formaba en todo el interior un nuevo templo, tan sádico por dentro como brillante por fuera.  

No hacía falta detenerse un instante para comprender la escena… y me lancé, espada en mano volando recta en dirección a los propios ojos del demonio buscando uno de los puntos más frágiles y que nos podía dar más ventaja si resulta que surtía efecto. Mientras los esbirros se desplomaron, bien por el golpe efectivo de Flash o el gas de Oliver, busqué el momento ideal para abalanzarme sobre él. Pero al escuchar que J’onn iba a disparar ya, desvié mi trayectoria para esquivar el rayo, lo que me distrajo el tiempo justo para que de un manotazo despreciativo y con el dorso de la mano, Trigon me desviase haciéndome chocar entre dos columnas y la carne caliente y fundida de los restos que ahí yacían.

Agité la cabeza, parte de los restos se quedaron adheridos a mi armadura y el resto se desplomaron aún inseparables de los escombros que descendían con ellos. Miré con el ceño fruncido, imaginando por segundos las vidas que cada uno de los humanos podían haber tenido. Habría padres, profesoras, doctoras, buenas personas que se esforzarían en hacer de ese mundo un Edén en la Tierra… Desvié la mirada un instante hacia donde me había chocado y vi un cráneo que no debía superar los diez centímetros de diámetro.

-[crimson]No…[/color]-

Me desvié hacia trigon de nuevo, moviendo un hombro en círculos para recuperar movilidad y esta vez, desde atrás, me dirigí de nuevo a su cráneo, volando aun más rápido con la espada por delante de mí. Me daba igual si mi propio cuerpo al completo acababa saliendo por el otro lado.  Quería destrozarle y acabar con esto sin perder un segundo ni una vida más.  

Es muy curiosa la manera que tiene el destino de hacernos saber lo que tiene planeado para nosotros.

Hace justo un año recibimos una llamada de los X-Men haciéndonos saber que habían encontrado un volumen extraño en un cementerio de un pueblecito perdido de norteamérica llamado Berryville. El volumen parecía tener propiedades mágicas y, al no tener idea de qué hacer con él, y ante la pérdida de su propia Bruja Escarlata durante la Colisión, decidieron llamar a sus primeros aliados del universo vecino, y, en concreto, a mí.

Cuando llegué al despacho del líder de la Patrulla X, Dragoslav Katich, pude sentir de inmediato la magia oscura que emanaba del grimorio. El inmenso tomo estaba encuadernado en cuero verde y reforzado por componentes de acero. Su portada tenía un relieve inquietante y extraño justo encima de varias runas demoníacas. No es precisamente mi fuerte (siempre fue más el de John), pero juré poner el libro a buen recaudo y he pasado éste último año estudiando sus secretos. El libro contenía los diarios, conjuros y anotaciones de un hechicero árabe loco que ansiaba poseer los poderes de los demonios creyendo que así podría liberarse de las restricciones humanas que limitaban innecesariamente la maestría potencial que podía llegar a alcanzar un usuario de la magia. Absorbido por el poder que creía al alcance de su mano, y ajeno a los efectos secundarios que fue sufriendo por utilizar Magia Oscura, se entregó al saber de la muerte hasta que, un buen día, ya nada más se supo de él.

De no haberse producido la Colisión, de no haber contactado J'onn con Xavier cuando lo hicimos, ahora mismo no tendríamos la menor oportunidad contra Trigón.

El interior del Templo Dorado no es muy grande, y con el hedor de la sangre y la carne resulta agobiante y asfixiante. Oliver y yo nos encontramos en la galería superior que rodea el patio interior. El infierno nos rodea, y, en medio de todo este caos me esfuerzo por encantar la punta de una de las flechas de Ollie mientras él siembra el caos entre las filas de adoradores, sectarios y cultistas armado únicamente con su arco y su carcaj.

Una vez terminado el conjuro preparatorio me descuelgo el diminuto colgante de bronce en forma de cráneo que contiene en su interior la sangre de un demonio mayor que capturamos en los primeros días de la invasión, mojo mi dedo en el hediondo líquido viscoso y comienzo a trazar las runas que aparecen dibujadas en las pálidas páginas de vitela del libro que tengo abierto ante mí, recitando los ensalmos. No es el tipo de magia que estoy acostumbrada a realizar, pero tengo fe en mis capacidades. Cada runa completada brilla con un intenso fulgor carmesí antes de desaparecer, pero, aunque no haya ningún signo visible del conjuro realizado, ahora la flecha posee un aura mágica intensa que evidencia mi triunfo. Observo la flecha con cierto temor reverencial; ahora será capaz de dañar letalmente a cualquier criatura, sea cual sea su naturaleza o nivel de poder. El hechicero que se atrevió a jugar con fuerzas que escapaban a su control podía estar loco, pero incluso él sabía que uno no se mete en asuntos de demonios sin contar con alguna forma de deshacerse de ellos, y esa era, precisamente, nuestra baza. No estoy segura de que se pueda destruir totalmente a Trigón, pero si no me he equivocado a la hora de interpretar el libro y tallar las runas, esta flecha debe ser suficiente para, como mínimo, dejarlo lo suficientemente malherido y debilitado como para que entre Diana y los Green Lantern puedan derrotarlo y desterrarlo de vuelta al agujero del que ha salido.

O eso espero.

Cierro los ojos involuntariamente al ver cómo Trigón intercepta a Diana en vuelo, arrojándola contra una de las columnas con el desprecio de quien se deshace de una mosca. Kyle y Hal siguen atacando con potencia de fuego, distrayéndole lo suficiente como para que la amazona se recupere y cargue de nuevo contra él. El gigante ruge cuando la espada bendita consigue clavarse en la base de su cráneo y se lleva hasta allá una de las garras, atrapando a la mujer entre sus dedos.

- ¡Eh! ¡Trigón!

Allí está Batman, enfundado en su armadura de combate, llevando en la mano el lanzagranadas modificado que en lugar de disparar bombas de humo lanzaba bombas cargadas de agua bendita. En cuanto Trigón se vuelve hacia la fuente del sonido le dispara una tras otra. Trigón ruge, y suelta a Diana en su afán por cubrirse la cara de las quemaduras. Es el momento.

- Oliver -le digo, tendiéndole la flecha.

Todos y cada uno de nosotros teníamos un propósito ésta noche. Porque así es Batman. Bruce nunca deja nada al azar. Todo está siempre perfectamente medido y calculado. Oliver es el menos poderoso de todos los que nos hemos reunido aquí hoy, pero su papel es el más importante, pues él disparará la flecha que será artífice de la destrucción de Trigón. Si Batman no tuviera para él un papel específico asignado, sé que jamás lo habría traído a éste infierno.

Ollie toma la flecha que le doy, la carga en su arco, apunta... y dispara.

Contengo el aliento durante todo el trayecto, que se hace eterno, hasta que finalmente impacta en la espalda del demonio con un chasquido seco y perfectamente audible.


Un silencio estremecedor se extendió por el interior del corrompido templo; La batalla se detuvo y los acólitos aguardaron expectantes, mirando a su señor, que...

comenzó a reír.

Era una risa cruel, terrible, estremecedora. Llevando la garra a la espalda se arrancó la flecha como quien se quita la espina de una rosa y dirigió lentamente la mirada hacia Zatanna.

- Eso ha sido un desperdicio inútil de poder, hechicera... Mientras mi alma viva a través de mis hijos soy imparable...

La Homo Magi palideció de puro horror cuando la comprensión hizo al fin mella en su mente.

- ¡Raven! -gritó para que los demás pudieran oírla-. ¡Raven es la...!

El juego de ojos superior que Trigón tenía sobre la frente se iluminó de repente, enfocándose en la hechicera, que lanzó un alarido de dolor al sentir cómo la sangre comenzaba a hervir en su interior, acallando sus palabras.

- ¡Zatanna! -dejando caer su arco, Oliver corrió a su lado, tratando de sostenerla entre sus brazos mientras la carne de la mujer comenzaba a llenarse de ampollas y a burbujear desde dentro.

- Desde el momento en que llegué a vuestro planeta he exigido obediencia y sumisión completa, pero vosotros, los llamados héroes, insistís en negarme el respeto que demando. Haré de vosotros un ejemplo. Vuestra irrupción aquí me ayudará a hacerle comprender al resto de los humanos que soy su Dios, y que el destino de sus patéticas vidas depende de mí.

- ¡Trigón! -suplicó Oliver, la voz rota por la angustia y el dolor-. ¡Por el amor de Dios, para!

- La lección debe ser enseñada. La disciplina debe ser restaurada -replicó el demonio en tono indiferente volviendo hacia él el influjo letal de sus ojos, y de inmediato el arquero comenzó a retorcerse de dolor sintiendo su sangre arder y burbujear en su interior.

Los restantes miembros de la Liga reanudaron sus ataques con una fuerza que nacía de la desesperación, pero él, simplemente, les dirigió una mirada llena de condescendencia, como si sus ataques no le supusieran la más mínima molestia.

- No permitiré que nada ni nadie me dispute la autoridad. Vuestras muertes serán una lección para los demás.

Hubo un momento de silencio, seguido por un desgarrador grito de horror y el nauseabundo hedor sulfúrico de la descomposición cuando los miembros de la Liga de la Justicia que estaban más cerca de Trigón comenzaron a envejecer de manera acelerada, el otrora poderoso cuerpo de Batman derrumbándose bajo el peso de la armadura de combate mientras Kyle se desintegraba, convertido en polvo desgastado por el tiempo.


La supervelocidad puede ser tanto un don como una maldición. Es una maldición cuando puedes ver a tus amigos muriendo a cámara lenta sin que puedas hacer nada por impedirlo, pero significa también que tienes la opción de hacer algo por los que aún quedan vivos.

Moviéndose a súpervelocidad por el interior del templo reconvertido en catedral de carne, Barry tuvo tiempo más que de sobra para visualizar sus posibilidades. Zatanna y Oliver habían muerto, víctimas de la Mirada de la Muerte de Trigón, Kyle y Bruce se habían reducido a polvo ante sus ojos, J'onn estaba en el suelo ocultándose el rostro tras las manos mientras los puños de Hermano Sangre centelleaban dispuesto a lanzar un nuevo ataque y Hal y Diana estaban en el aire, como petrificados en el tiempo. Diana estaba más cerca de Trigon que Hal, y posiblemente era su fisiología de amazona inmortal lo que la había protegido del conjuro de envejecimiento, pero tal como Barry lo veía, en la situación en la que se encontraban era cuestión de tiempo que acabaran todos muertos. A él nadie le había explicado lo de las bajas asumibles, pero, aunque lo hubieran hecho, estaba seguro de que el equipo entero no contaba como tal. Además, no parecía que se hubieran acercado ni de lejos a hacerle daño a Trigón. En esa situación tan sólo había una salida posible...

Dejando una estela dorada y carmesí a su paso se dirigió primero a por J'onn, cogiéndolo en brazos antes de que la descarga de Hermano Sangre llegara a impactarle, transportándolo hasta los grandes y tranquilos jardines que había justo delante de la Mezquita Real de Lahore en Pakistán, a 54 kilómetros de distancia del lugar invadido por las huestes de Trigón.

Acto seguido volvió sobre sus pasos para atrapar a Hal en el aire, cargándolo sobre su hombro todo el camino de vuelta hasta Lahore, dejándolo al lado de J'onn ante la mirada atónita de algunos fieles. Diana fue a la última a la que recogió de los que estaban en el interior del Templo, tanto por saber que era la que más posibilidades tenía de aguantar cualquier castigo que Trigón quisiera imponerles como por el conocimiento de que ella así lo habría elegido. La amazona estaba aturdida y mareada por el hechizo del demonio cuando la soltó con delicadeza sobre la hierba del jardín antes de volver a por Guy y John, que se habían quedado fuera defendiendo el Templo de los demonios del exterior.

Cuando todos estuvieron a salvo en la explanada se derrumbó sobre el suelo y empezó a sollozar.

- No he podido salvarlos a todos... Zatanna, Oliver, Kyle, Bruce... No he podido...

El hedor era cada vez más persistente y difícilmente erradicable. El calor del aire hacía que notase perfectamente los canales de mi respiración hasta el pecho, donde moría y se desinflaban mis pulmones  para respirar de nuevo esa pestilencia. Casi agradecí cuando Trigon me constriñó entre sus garras, impidiéndole la respiración durante unos instantes.

Su piel era especialmente cálida y sentía más que nunca estar en una prisión de la que tenía que ser liberada cuanto antes. Junté las extremidades a mi cuerpo, empezando a oponer resistencia a su fuerza colosal y traté de resistirme todo lo posible. Su mano empezó a distanciarse de mí hasta que lo hizo súbitamente con un quejido que estuvo a punto de estremecer mi alma. Su voz sonaba como si miles de penitentes acordasen un grito unísono. En el mismo instante en el que vuelo alejándome de él, arrastrando en la trayectoria el corte de mi espada, consigo observarle desde una distancia prudencial. Nunca pensé que vería un demonio derretirse, pero esa sería la descripción más acertada para la escena que protagonizaba la liga esa noche.

Miré su piel siendo erosionada por instantes, el hedor… era aún peor que el de la carne humana siendo abrasada. Me llevé el dorso de la mano a la nariz, intentando bloquear el olor al tiempo que vi cómo Green Arrow hacía otra de sus maravillosas dianas.

Aguanté el aliento, tanto como mis compañeros. La batalla se detuvo durante esos instantes esperando una respuesta….

Y la decepción no pudo ser mayor.

El chasquido que parecía ser nuestro cuerno de la victoria resultó ser la triste realidad de este mundo chocando con todas nuestras esperanzas. Mi rostro se descompuso en un gesto que emanaba la misma confusión que horror.

El grito de Zatanna fue como una llamada para mis pupilas. Raven… ¿Raven es su fuente de poder?

La piel de Zatanna comenzó a enrojecer según su voz terminaba de convertirse en aire y de ese aire al más puro silencio. Un sonido burbujeante acompañó a que la sangre brotase de entre sus labios, lacrimales, oídos y fosas nasales, cálida y humeante. Todo su torrente sanguíneo luchaba por encontrar un hueco de su cuerpo en el que hervir sin límite. La piel empezó a estirarse generando bolsas de sangre que se ennegrecía cada vez más y más, quedando solidificada sobre sus huesos, alguno de ellos reducidos en tamaño por la temperatura y la fusión con la propia carne que quedaba.

Oliver, siempre rápido y tan humano, corrió a su lado, luchando por mantener entre sus brazos lo que quedaba de estructura antropomórfica, retirando los brazos en instantes para no quemarse con el contacto.

Llevé una mano al lazo, soltándolo de su agarre y empezando a dar vueltas sobre mi cabeza, preparando una carga potente con la que pensaba cegar al demonio.

Intenté hacerlo todo lo rápido que pude, moviendo el brazo sobre mi cabeza todo lo que mis músculos lo permitían… pero para entonces los gritos de Oliver me hicieron detenerme en seco. Corría la misma maldición que la hechicera, retorciéndose, perdiendo toda posibilidad de reconocerle por instantes. El calor abrasó desde el interior de su cuerpo todo su ser, reventando las ampollas, uniendo sus ropas con la piel... La perilla ahora deshilachada y casi inexistente se rizaba y adhería al maxilar mientras sus pómulos se derretían entre sus dientes…

Trigón había convertido a mis amigos en un Vesubio humano… y yo… sólo podía observar al cielo viendo como la ceniza, y la lava abrasadora se ceñía sobre mí y sobre todos nosotros.  


Noté cómo el látigo caía al lado de mi cuerpo y no podía moverme. Fue como si mis conexiones neuronales hablasen distintos idiomas entre sí y no pudiesen comprender mi voluntad con una orden tan sencilla como levantar el brazo.

El ruido metálico de la armadura de Batman a mis pies hizo que pusiera todo mi empeño en mirar hacia abajo, viendo unos labios agrietados y plegados sobre una boca que carecía de varias piezas dentales, ya amarillas y agrietadas.

Una neblina de cenizas negras y verdes se elevó en el aire, regalándome el último contacto que tendría con Kyle. Cerré los ojos mientras notaba una corriente especialmente cálida deslizarse desde mi pómulo hasta mi cuello en forma de lágrima salada.

Todos… estaban…

Escuché el zumbido típico de Flash. Tal vez…  una oportunidad para los demás. Giré la pupila, lo único que mi cuerpo podía asimilar y vi esa estela de esperanza que hacía desaparecer a
Por favor, Barry… si vuestra Diana era remotamente parecida a mí… espero que me dejes para cuando todo lo demás esté perdido.  

Por un instante minúsculo noté que esa fuerza que me mantenía inmóvil se desvanecía, supuse que por la sobrecarga de mantener tanto hechizo simultáneo y alcé la espada sobre mi rostro, volando en línea recta hacia los ojos del demonio que brillaban más potentes que nunca.

Iluminada por esa luz abrasadora de los ojos que me miraba fijamente, estrechándose por una sonrisa infernal, hundí la espada en vertical notando cómo topaba con su carne y terminaba en otro destello más rojo y dorado, terminando el trazado de la espada en un césped mullido, fresco y verde. Miré la punta de mi espada clavada en medio de ese parque y luego miré a Flash.

Apoyé parte de mi peso en la espada, tratando de enfocar la mirada de manera definitiva. Me tambaleé, luchando por notar mis piernas y me derrumbé sobre mis rodillas, sin soltar la espada. Desvié el rostro para que mi estómago hiciese alarde de las náuseas, fruto del conjuro y el viaje del velocista, y echase todo cuanto había. Fue más una purga emocional y de olores que por necesidad de vaciar la poca comida que había en mi estómago.

Tras la última arcada me sequé con el guante que me protegía de la armadura y me percaté entonces de un zumbido en el fondo de mi cabeza que poco ayudaba a la sensación que tenía de estar sumergida en el centro de la Tierra. Apoyándome en el arma, que se hundió en la tierra, conseguí ponerme en pie, pateando un fragmento del suelo.

-Lo tenía… ¡¡Sólo tenías que esperar dos segundos más y hubiera podido…!! - No he podido salvarlos a todos... Zatanna, Oliver, Kyle, Bruce... No he podido…-  

¿Venganza? ¿Eso era realmente importante? Miré al suelo, reflejando mi rostro en la ùnica esquina limpia de mi arma.
No eran… “mi” liga estrictamente… Pero eso no tenía la menor relevancia. Acababa de ver morir a mis amigos, compañeros y camaradas. Ni siquiera el ser más preparado para los peores males del mundo había podido detenerle.
Alcé la vista al cielo.
Aquel libro… ¿Era tan bueno? ¿Tan convincente resultaba para haberte engañado… a ti?

De un paso me acerqué a Barry, extendiendo los brazos sobre sus hombros y cubriendo con la palma de mi manolo máximo que me permitían. Le abracé como nunca lo hice. Ni siquiera al de mi mundo… y sólo me vino a la cabeza la suave presencia de Platón que susurré al oído del velocista.

-Cuando la muerte se precipita sobre el humano, la parte mortal se extingue... pero el alma inmortal se retira y se aleja sana y salva- Quise cuidar de él. De ellos… convencerles y convencerme a mí de que la liga debía prevalecer, de que debíamos estar más unidos y fuertes que nunca… Pero las piernas me fallaron y liberando así a Flash de mi abrazo, mi cuerpo se rindió precipitándose de espaldas contra el suelo. Lo último que vi antes de desmayarme fue el rostro de Barry, que me había recogido antes de caer. Y no recuerdo nada más…
Supongo que fue mi alma… retirándose por un momento. Alejándose...Sana y salva.