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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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Harleen Quinzel
Poison Ivy
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Poison Ivy
DC Universe
DC Universe
Poison Ivy


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Grupo : Gotham Sirens

Insignia de Fidelidad : Año 1

Mensajes : 412
Fecha de inscripción : 04/06/2014
Localización : Flora de Gotham
Empleo /Ocio : Investigadora y madre a tiempo completo.
Humor : Verde

Ficha de Personaje
Alias: Poison Ivy
Nombre real: Pamela Lillian Isley
Universo: DC Universe

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MensajeTema: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime17th Mayo 2018, 12:29

Las noticias sobre la invasión demoníaca corrió más rápido de lo que el río llega al mar. Pensé en Hellboy, en Rebecca, en Halloween…
El demonio rompió mis esquemas sobre lo que pensaba de esas criaturas el día que le conocí. Sabía de su existencia y su mala fama pero después del día de nuestro encuentro evalué mis prejuicios sobre esos seres. Parecía sensible, responsable...a su manera y capaz de percibir las cosas más allá de lo que aparentaban. Por otro lado, se presentó como el guardián del fin del mundo y por lo que decían las noticias, había fallado en su misión.

Luego me vino a la cabeza Rebecca… Mi dulce niña… ¿Cómo estaría ella? La única protección que tenía era el B.P.R.D. y dada la situación actual se había quedado desnuda y vulnerable. Exactamente igual que yo.

Lo último que me surcó la mente fue Crane y su estúpida alianza infernal de ese día… Sentí un presentimiento extraño. Sé que había algo más y sé que tenía que ver con un demonios pero no quería indagar más sobre el tema, y menos después de todo lo que perdí y sufrí aquel dichoso día… Pero al estallar de nuevo el propósito de esas bestias haciendo eclosionar una invasión digna de los peores relatos infantiles, reviví la sensación. El miedo, el dolor de la pérdida total, la inquietud y la paranoia… Esperé unos cuantos días hasta que pasó poco más de una semana luchando por tranquilizarme, por pensar que debía mantenerme serena por los pocos seres queridos que aún conservaba. Estuve investigando tipos de demonios, fui a pedirle toda la información posible a Rebecca sobre el tema y busqué sin cesar información usando mis contactos…
La idea de tener una plaga de seres que salían de un averno ardiente y cuya mayoría controlaba el fuego me aterrorizaba, me inundó las noches de pesadillas y me paralizaba cuando la imaginación se me disparaba en el peor de los casos.
A pesar de todo...fui capaz hasta la nueva fuga de Arkham. La carga de los locos y los demonios fue más de lo que mi cuerpo pudo aguantar. Empecé a planearlo todo y al tercer día la histeria se apropió de mí.

Mi edén, mi propia arboleda paradisíaca invadida y violada por cientos de demonios infernales que lo arrasarían entre llamas asfixiantes hasta reducirlo todo a cenizas. Los crujidos, los chillidos en mi cabeza incesantes de agonía mientras toda la existencia se convertía en un barbecho muerto y sin sentido, cementerio de miles de vidas que nadie lloraría.
No. Nadie en mi circunstancia lo aguantaría.

Tardé cuatro días desde la fuga en organizarlo todo. Fue un proceso lento y arduo que no cesó hasta que no terminé de pensar en cada especie. La naturaleza era indomable, pero los procesos científicos tenían que llevarse a cabo al milímetro y mi labor fue encontrar ese ecuador donde todo tenía que mantenerse en un perfecto equilibrio. Una vez estaba todo terminado… Me puse manos a la obra.

Localicé las ubicaciones donde era más probable que se generasen fuegos o explosiones inoportunas. Me hice con varios mapas detallados de la ciudad y conseguí marcar con todo lujo de detalle gasolineras, bases militares, las principales bases de compañías energéticas, algunas escuelas de química y arte localizadas con sumo cuidado y los vertederos, calderas y plantas de desechos cuyo método era la incineración. Tenía que empezar por ahí o reducir mi plan a cenizas sería demasiado fácil.  

♣️♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♣️

Jueves, 18 de Abril de 2019
03:00 a.m. (GMT-4)
Las noticias de la noche cerraron la emisión con el último informativo climático que avisaba de la prorrogación del temporal tormentoso.

En la noche de Gotham, silenciosa salvo por el violento ruido que la lluvia hacía sobre la urbanización, se reactivan las pantallas de las calles y en cada televisor encendido en los hogares de los ciudadanos se reproducía la misma emisión. El canal principal de Gotham mostraba con imágenes en directo cómo las localizaciones preparadas se encontraban totalmente desvalijadas de combustibles y convertidas en un amasijo de hierro que sólo hacía distinguible los edificios por los logos empresariales. -...han sido totalmente destruidas quedando así inutilizadas, obligando a los ciudadanos a recurrir a fuentes de energía renovable para mantener activos sus hogares. Por el momento no hay víctimas conocidas y todas las sospechas apuntan a la ecoterrorista Poison Ivy - acuñaba la voz de la presentadora mientras mis pequeñas empezaban ese inmenso bosque protector para mí,  para ellas y para quienes más lo merecían.
Entonces, la presentadora llevó dos dedos a su oído - Si… si. Nos informan de que el siguiente posible objetivo podría ser la escuela de artes plásticas y desarrollo de oficios Cosby&Wayne. Varios operativos policiales se dirigen a la zona y hay varios helicópteros patrullando la ciudad. Uno de ellos ha conseguido imágenes de Poison Ivy entrando al viejo jardín botánico con varias cajas de carga apiladas en una carretilla industrial-

La Escuela de artes y oficios Cosby&Wayne era una de las universidades más reconocidas en Gotham, dentro del renombre limitado y poco exitoso que tenían las artes plásticas. El edificio era un objetivo fácil y por ello lo dejé hasta el final. Estaba integrado en una base montañosa y bastaba con intentar que la naturaleza lo reabsorbiera. La estructura se abrazaba con el césped de la propia colina y ante ella unas palmeras salvajes a modo de decoración marcaban su entrada. Para mi suerte, todo era cristal y podría romperse con muy poca fuerza así que arranqué el plan.

El césped empezó a crecer a una velocidad vertiginosa, dejando atrás las hebras y formando poco a poco ligeros látigos que se deslizaban sobre el suelo cada vez más empapado de la lluvia y se enraizaba entre las columnas del edificio ejerciendo tirones cada vez más fuertes, buscando derrumbar la estructura. Las palmeras seguían creciendo cada vez más y más. Cinco, siete, doce, veinte metros… Y junto a ellas, toda la naturaleza de alrededor parecía arremolinarse en un conjunto de manos que ansiaban que el edificio formase parte de las memorias perdidas de la ciudad de Gotham.

_________________
You don´t need a sword to cut two roses...

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Habían pasado algunos meses desde que el castillo de Naipes que había construido el Joker se había derrumbado. Cada día por la mañana, y sin excepción, Harley se despertaba con la misma pregunta en la cabeza. 

“¿Qué hago yo aquí?” 

Se levantaba por inercia, trabajaba porqué su pastelito lo ordenaba, y el miedo la invadía cuando algo salía mal y el Joker tenía que pagarlo con alguien. Harley podría ser perfectamente la siguiente en sufrir la ira del payaso; podía ser abofeteada, pateada, empujada… apalizada con una palanca de hierro o disparada en la columna vertebral con un revólver antiguo. Todo era posible cuando vivías al lado del villano más impredecible de la historia de Gotham.

Y a esas alturas de la situación, Harley no conseguía reunir la suficiente fuerza de voluntad para cambiar su destino y dejar de ser la esclava del payaso. Se sentía como una marioneta sin voluntad que se dejaba llevar por la corriente que otros manejaban. Era incapaz de verle un sentido a su vida, de recuperar esa pasión por el crimen y el caos que antaño le hacía tan feliz y que tanto había disfrutado. Y su sonrisa, no era más que un pegote de pintura pegado a sus labios.

Pero a pesar de sentirse tan destrozada, en el fondo, la arlequina seguía amando con locura a su pastelito de ojos verdes. Era inevitable que todavía sintiera ese atisbo de esperanza que la conducía a pensar que el Joker encontraría en algún momento la salvación. Estaba segura de que ella era la única capaz de devolverle al buen camino, de hacerle realmente feliz… pero a veces la chispa se apagaba y la soledad la inundaba. Quizás se estaba esforzando en vano. Quizás el Joker no podía, o no quería ser salvado.

La psiquiatra vivía todos sus días en el interior de aquel círculo vicioso de situaciones extremas. La montaña de cal y el mar de arena acabarían por volverla loca. Más loca de lo que ya estaba. 

Pero por mucho que dijera, no era tan fácil romper las cadenas.

Aquella noche, Harleen Quinzel no podía conciliar el sueño. Las pesadillas la perseguían todas las noches, y sus pensamientos sobre la cruda realidad en la que vivía no la dejaban descansar. Por eso se levantó para encender la televisión, y que las palabras de otros la distrajeran de las malas conversaciones que surgían dentro de su propia cabeza. Pero ni siquiera eso sirvió para nada, era incapaz de concentrarse en otra cosa que no fuera en sus propias problemas, hasta que…

—¿Poison Ivy?— solo ese nombre logró colarse por sus oídos y hacerla reaccionar. La arlequina saltó de la cama y se sentó frente al televisor con la mirada perdida en las últimas imágenes del telediario. Algo estaba sucediendo en la silenciosa noche de Gotham, y no albergaba nada bueno.

Sacó su teléfono y pensó en enviarle un mensaje a su buena amiga. Pero recordó que la última vez que se vieron las cosas no fueron demasiado bien. Bueno, si, al principio fueron increíblemente bien. Como olvidar aquel intenso beso que se dieron… pero como siempre, el Joker llegó para estropearlo todo. Aunque sería mentira si cargaba toda la culpa de lo sucedido al payaso, ella también puso de su parte, o más bien, no hizo nada para impedirlo. Fue incapaz de mover un dedo en contra de su novio… y se sentía culpable por lo sucedido. Terriblemente culpable…

Dudaba que Pamela tuviera tiempo y ganas de contestarle a sus mensajitos o de coger una llamada de teléfono, así que decidió que si quería hablar con ella, lo más rápido sería presentarse personalmente en la escuela de artes y oficios Cosby & Wayne. Y así lo hizo: 

Caminó por el asfalto mojado de la calle, no sin antes haber saltado por encima de todos los charcos que veía, hasta detenerse finalmente frente al edificio enmarañado de hiedras. La naturaleza había engullido la universidad al completo, y no entendió la utilidad de aquel innecesario destrozo, pero había venido preparada. Llevaba uno de sus atuendos favoritos, que había quedado mojado por la lluvia, pero eso poco le importaba. El bate pintado de rojo y negro en una mano y la pistola en la otra. Había venido armada por si acaso se presentaba la policía y tenía que repartir algo leña. No iba a dejar que su eco-amiga se llevara toda la diversión, ¿No?

— ¿Hooooolaaaaaaa? ¿Pelirroja-P? ¡He visto las noticias! ¿Necesitas que te eche un cable con algo? — gritó desde su posición, esperando que Pamela revelara su posición al ver a su amiga empapada bajo la lluvia.

_________________
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Sentada en el sofá, en una esquina de la tenue iluminada habitación, reposaba la joven británica como la sombra de la chica alegre que una vez había sido. Todo cuanto había vivido recientemente había sido una espiral vertiginosa que se había visto súbitamente detenida en cuanto había pasado la tormenta, dejándola desorientada y completamente aislada. O así era como se sentía ella, con el peso en el pecho de estar completamente sola ante una situación que se le venía demasiado grande, refugios que antaño le habían propiciado la seguridad necesaria para lamerse las heridas parecían ahora un paraíso distante, un espejismo de un oasis lejano al que ya no tenía acceso.

Seguía llevando sus fieles botas de cuero, las cuerdas desgastadas de tantas veces como las ataba y desataba a lo largo del día, y cruzados los tobillos. Las piernas estaban ahora enfundadas en unos tejanos de color negro que se aferraban perfectamente a las formas de sus piernas y las anchas caderas. Pero ya no llevaba aquellos jerseys de lana que le daban aquél aire infantil, cambiados ahora por camisetas de media manga negra, y de cuello redondo. Su mano derecha descansaba sobre el lomo de un libro cerrado en su falda, cuyo punto de libro había sido olvidado en la portada, incapaz como había sido de seguir la lectura que había efectuado, y su mano izquierda acariciaba el brazo del sillón. No era capaz de sentir el tacto del mueble donde se sentaba, pues ya se había acostumbrado a llevar esos guantes de cuero sin muñecas. Y su cabello, ahora corto, ya no podía recogerse en las trenzas y coletas que tan a menudo cambiaba. Ya no llevaba el gorro de lana que hacía resaltar las pequeñas orejas pálidas entre el cabello oscuro. El flequillo había empezado a crecer para cubrir los ojos, y sus ojos bicolores miraban a través del cristal de sus gafas, sin ver nada realmente. Su índice trazaba círculos en el sillón, pero su mirada era incapaz de seguir el movimiento, tan sólo estaban fijos en ese punto como si intentara comprender qué estaba haciendo. Y es que la lectura ya no lograba abstraer su mente, atrayéndola a mundos exóticos, no era capaz de escribir ni componer canciones… Y ya no había música. No era capaz de escucharla, y mucho menos, era incapaz de cantar. La melodía desbordaba los sentimientos de su pecho, y ahora más que nunca, Alice necesitaba tenerlos bajo control, embotellando cada sensación en lo más profundo de su alma, encerrándose, como ella se sentía encerrada a bordo del helicarrier.

Era una suerte que aquella nave gigante fuera capaz de atravesar las nubes con la suavidad con la que lo había hecho hasta ahora. Aunque hubiera escuchado en las noticias todo lo que estaba sucediendo alrededor del mundo, la posición cambiante de la base flotante de Shield las había mantenido medianamente aisladas, y esa sensación era tan protectora como le resultaba inquietante. Porque seguía soñando con la torre de babilonia, y las monstruosidades que había conocido en su interior. Seguía soñando con la invasión de Londres, y su marcha silenciosa, sin explicar a sus padres porqué su hija había estado participando en todo aquello, o cómo había logrado guiar un grupo de civiles hasta un búnker para que pudieran refugiarse. Y seguía soñando con Elektra, en lo que había visto en aquella sala de operaciones, en cómo la griega se había descolgado de aquél balcón ofreciendo consuelo, de la dulzura que había encontrado encerrada en aquel cuerpo curtido por la experiencia y la profesionalidad. Y sobretodo, seguía soñando con Cédric. Las imágenes del francés se sobreponían ahora al concepto que ya había formado de Gabriel, de aquél chico que había sido capaz de entrar en su zona de confort y esperar a que fuera ella la que diera el segundo paso, en aquella sonrisa tranquila que le había hecho anhelar más que nunca el tener un amigo, y se desdibuja en la media sonrisa cruel que la observaba a través de los barrotes. Aquella mano que la había ayudado a sostenerse en el lago de Nueva York se transformaba entonces en un bisturí que cortaba la carne viva como si fuera poco más que un maniquí, y entonces volvía a verse en el hospital, Sasha volvía a ordenarle que fuera a megafonía, volvía a estar escondida bajo el escritorio de un despacho, tiritando de miedo y sintiendo que el mundo se cernía sobre ella.

Tragó saliva, llevándose la mano izquierda a los ojos, presionando sobre los párpados por debajo de la montura, y mordiéndose el labio inferior para contener el llanto y las náuseas. Había perdido el apetito, y cuán poco comía carecía entonces de gusto y sabor. Ni siquiera era capaz de recordar qué o cuándo había sido la última vez que había comido, y empezaba a perder peso. Todo le venía grande. Se decía a sí misma que ayudar a Elektra había sido una gran decisión, que le dotaba de un propósito, algo en lo que ocupar la mente y un punto de referencia para no perderse completamente a sí misma. Pero verla era una tortura constante. Aunque la lógica dictara que ella no tenía culpa, Shield la había unido estrechamente al incidente en el momento en que decidieron llevarla a bordo para interrogarla. Y ahora, era parte de todo aquello, tanto si lo quería como si no. Por supuesto que se quedaba junto a la griega por decisión propia, y era consciente de que hubiera tomado la misma decisión si hubiera llegado al “aquí y ahora” por un camino distinto. Pero no lo había sido. Y el desarrollo de los acontecimientos tal y como habían llegado a ella, había sido tan abrupto que hacían tambalearse los cimientos de su moral y los conceptos del bien y el mal tal y como ella los comprendía.

Alice siempre había tenido un sentido de la justicia muy férreo. Era consciente de la atrocidad que suponía sesgar una vida. Y sin embargo, Elektra lo hacía. Cédric, lo hacía. Y Shield, una fuerza del “orden” y por tanto una autoridad que la británica respetaba, esperaba de ella que lo hiciera. Y de repente, las palabras de Logan cuando la entrenaban, las de Natasha Romanov en el breve y escaso tiempo en que estuvo bajo su tutelaje, volvían a su mente como un martillo. Hay veces en las que no tenemos otra opción. Hay veces en las que matar, era la solución correcta. Y eso hacía que Alice se planteara demasiadas cosas, muchas de las cuales no estaba todavía preparada para afrontar.

Escuchó pasos acelerados al otro lado de la puerta y alzó el rostro con curiosidad, mirando hacia la pared. Afinó el oído, pero más allá del ir de un pequeño grupo de personas, no escuchó nada. Sus ojos se pasearon entonces hasta el cristal que había a su derecha, el que separaba la pequeña antesala donde se encontraba de la habitación acolchada donde se encontraba Elektra. La forma de la griega se dibujaba perfilada en las sábanas que cubrían su esbelto cuerpo, y se movían al ritmo de la respiración pausada. Seguía durmiendo. Descruzó los pies y se alzó, dirigiéndose a la puerta y colocando la mano sobre el pequeño sensor que la abría, haciendo así que se deslizara hacia la derecha. Se había acostumbrado ya a los pasillos de la nave, y aunque todos eran iguales, había aprendido a situarse y orientarse por ellos, y siguió los pasos que había escuchado con anterioridad, esperando encontrar algo que desviara el tren de sus pensamientos. El bullicio de la vida en movimiento la guió hasta una pequeña sala de estar donde un grupo de gente se movían nerviosos y cuchicheaban alrededor de un monitor. Alice escuchó en silencio, esperar escuchar noticias del mundo exterior, tal vez esperando oír que la mansión y que su ciudad natal se encontraban fuera de peligro.

Lo que escuchó, fue totalmente diferente.

La palabra Arkham llegó tan clara y nítida a sus oídos, que su corazón dió un vuelco, como si hubiera caído de su pecho y golpeado con fuerza la boca de su estómago. Y subió de nuevo a su garganta en cuanto supo que todos los presos se habían escapado, hasta el punto de que escuchaba su propio latido en las orejas, y fue incapaz de escuchar el suave golpe del libro al caer. No se daba cuenta siquiera de que lo había llevado consigo, o de que lo había soltado. Sus ojos, teñidos ahora de un intenso verde manzana, observaban desorbitados las imágenes de las pantallas. Los canes infernales sobrevolando una ciudad que no mucho tiempo atrás ella también había visto desde el aire, dándole aquella sensación de vértigo y mareo. No conocía a Poison Ivy, y a sus oídos todo cuanto estaba pasando relacionado al ataque terrorista parecía palidecer por culpa de su propia ignorancia. En su cabeza resonaba una única palabra, poniendole el vello de punta, haciendo que las ganas de gritar le anegaran la garganta.

Cédric.

Giró sobre sus talones, olvidando por completo el libro, y la memoria muscular la llevó por los pasillos hasta la sala que hacía las veces de despacho para Coulson, queriendo avisarle del peligro. Sin embargo, estaba completamente vacía. No le extrañaba. Con todo lo que sucedía, el equipo presente en el Helicarrier se había visto drásticamente reducido. Tenían demasiado trabajo. Y dudaba que pudieran hacer más de lo que ya hacían. Volvió a correr tanto como se lo permitían las piernas, volviendo a su habitación, y buscó dentro de su mochila hasta que pudo encontrar el teléfono móvil. Lo desbloqueó y empezó a teclear en la pantalla, pero se le escapó de entre las manos y se detuvo plano en el suelo, con un golpe sordo. No se había dado cuenta hasta entonces de que le temblaban las manos. Se arrodilló en el suelo, retomó el pequeño apartó y una vez más sus dedos volaron deslizándose por la pantalla, tecleando un número de teléfono antes de llevarlo a su oído. Cada tono que daba el teléfono a la espera de que alguien lo descolgara al otro lado era tan intenso como era doloroso. Se llevó una mano al rostro, presa del pánico, y se encontró con las gafas, que se quitó con más violencia de la que pretendía, lanzándolas sobre la cama. Saltó el contestador.

- ¡No! Por favor, ¡no! - gritó en la soledad de su habitación, dejándose llevar por el pánico. Volvió a marcar el número, y esperó con el corazón en un puño. Pero el resultado fue el mismo. Un gemido se convirtió en sollozo, apartando el aparato de su rostro y buscando en su agenda por un número distinto. La mansión no cogía el teléfono, pero no podía decirse que le sorprendiera. El mundo parecía estar volviéndose loco, y la patrulla debían haber sido de los primeros en tomar armas y acudir a ayudar. Sus ojos volaban por la agenda de los contactos, buscando un número en concreto. Tan sólo la había conocido una vez, pero aquella mujer había insistido mucho en tenderle una mano amiga, en ofrecer ayuda. Y la situación era desesperante. Sabía que Lorenzo de Borgia, aquél “médico” al que había afectado en su primer día en el Helicarrier, trabajaba para la MKL. Si podía contactar con alguno de ellos… si podía pedirles ayuda… Encontró el número de teléfono y volvió a marcar. Pero por desgracia, el resultado fue exactamente el mismo. Una insufrible espera y la decepción y la soledad al sonar el último tono. Lo volvió a intentar. Una y otra vez. Cuando el contestador había sonado por tercera vez, volvió a marcar el de la mansión, pero en el fondo sabía que no podía esperar otro resultado.

Dejó el teléfono en el suelo, boca abajo y se dobló hasta tocar las rodillas con la frente, conteniendo como buenamente podía las ganas de gritar y llorar. Intentando encerrar la rabia y la impotencia, como si el gesto de encogerse tanto como su pequeño cuerpo le permitía fuera a impedir que las emociones rebosaran de su ser. Pero no era tan ilusa como para pensar que todo iba a resolverse con quedarse quieta y tumbada esperando a que las cosas volvieran a su cauce. En otra situación, más calmada y compuesta, se hubiera dado cuenta de que estaba a punto de tomar las decisiones equivocadas. Pero su estabilidad emocional se encontraba en la cuerda floja, y tenía la sensación de ser la única que comprendía realmente la gravedad de la situación en la que se encontraban. Por errada que pudiera estar, no había nadie que pudiera convencerla de lo contrario.

Recogió el teléfono de nuevo, y esta vez se puso en pie, marcando los dos números una última vez. Haciendo acopio de valor - y tal vez estupidez - luchó por controlar su poder y así dejar dos mensajes de voz, con un mismo objetivo.

- Soy Alice… Alice Delaney. - tragó saliva la primera vez, con el mensaje de la mansión. - Soy consciente de todo lo que está pasando, pero esto es importante. El hospital de Arkham ha sido atacado y todos los presos se han dado a la fuga, y una terrorista está aprovechando el caos para atacar la ciudad de Gotham. Por favor… Llamadme. - colgó el teléfono, mirando la pantalla unos breves instantes, mordiéndose el labio inferior. No podía decirles lo que pensaba hacer. Sabía que de hacerlo, intentarían detenerla. Y una vez más, Alice cometía el error de pensar que era algo que sólo ella podía hacer. Y no pensaba detenerse.

Enfundó el teléfono móvil en su bolsillo, y preparó su mochila. No pensaba llevarla consigo, no esa vez. Buscó entre sus cosas hasta que encontró aquél cinturón con cartucheras en los muslos, y lo ajustó a su cintura. Buscó el pequeño maletín que encerraba sus dos Desert Eagle, y con la destreza con la que la había educado su padre, se aseguró de que estuvieran ambas cargadas, el seguro puesto, el percutor despejado, y los compensadores que había añadido como modificación perfectamente ajustados al cañón del arma, para enfundarlas a ambos lados de su pequeño cuerpo. Esta vez no se molestó en ocultarlas. No le hacía falta.

Era joven, inexperta, y estaba actuando por un impulso. Lo cual le llevó a cometer su tercer y más grave error. Creer que podía hacerlo todo, usando únicamente sus armas y su voz.

(***)

El aerodeslizador de Shield planeó brevemente a una distancia prudencial de la escuela de artes. Alice no se había molestado en cambiarse de ropa, salvo por una sudadera negra con cremallera y capucha que ahora llevaba puesta sobre la cabeza. Su espalda se encontraba totalmente tensa y presionando contra el respaldo del copiloto. Su respiración agitada a causa de la altura y la inseguridad que le causaba volar, y los ojos cerrados con fuerza para intentar calmar el remolino de sus pensamientos. Llegar ahí no había suponido mucho problema, si no contabas las repercusiones morales a las que a menudo se sometía a sí misma. Una habilidad como la que había nacido en Alice, permitía una cierta libertad cuando se trataba de conseguir lo que quería, siempre y cuando estuviera dispuesta a forzar su voluntad sobre la de otra persona. Y aquel día, había sido la excepción. En cuanto la nave estuvo lo suficientemente cerca del suelo, Alice soltó el cinturón que la retenía en la cabina y se alejó del piloto, consciente de que el efecto de su voz no tardaría en desvanecerse. Y para cuando lo hizo, ya se encontraba correteando por la mágica selva que había crecido inexplicablemente alrededor del recinto.

No había sido capaz de detallar al piloto dónde quería que la dejara. E ir directamente a Arkham parecía un riesgo demasiado grande e innecesario. Gotham era enorme, y era un detalle con el que, en gran parte, Alice no había contado. No era capaz de situar ninguna relación entre los ataques de Poison Ivy y el francés, pero cuando buscabas a alguien tan problemático… Bueno, empezar por donde había problemas, no parecía un mal comienzo. Arriesgado, pero en cierto modo el buen camino.

De todos modos, tampoco tenía intención de inmiscuirse demasiado en todo aquello. En cuanto supiera por dónde empezar a buscar, dejaría atrás aquél lugar… O eso pensó ella.

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Le bastaba con cerrar los ojos, y volvía a estar allí. El goteo del agua, el vapor llenando la habitación. El silencio pesado como una losa, los pensamientos lejanos de un hombre en el salón. Pero esa vez era diferente. Ese día, era su propio cuerpo el que estaba en la bañera, y estaba a miles de kilómetros del lugar en el que había pasado todo. La presencia que sentía merodeando por la casa era bienvenida, nadie había muerto ese día. Ya no era un crío, ya no tenía nada de lo que preocuparse. Todo estaba tranquilo…

Demasiado para su gusto, aunque reconocía que esos cinco días de descanso habían sido necesarios. Recopilar información, asegurarse de que la policía no derribara la puerta a patadas, comprobar que Drago no recapacitara y se le escapara de las manos de repente. El serbio había demostrado ser una mejora bastante importante si se lo comparaba con sus compañeros de pasillo en Arkham, y aunque aún sentía que tenía que mantener las distancias en el plano físico, estaba bastante seguro de que ya podría sacarlo a la calle con la seguridad de que le cubriría las espaldas.

Al fin y al cabo, eran amigos. ¿Por qué no iba a hacerlo?

”-Hablando de Dragoslav… ¿Qué estará haciendo?”-Su cuerpo se tensó, permitiéndole incorporarse mientras sus pensamientos buscaban los de él. -...totalmente destruidas...-¿Las noticias? Debía de haberse quedado viendo la televisión mientras él se bañaba. Realmente, no le extrañaba oír esas dos palabras. Al fin y al cabo, vivían en Gotham, y el murciélago estaba desaparecido en combate. Era solo cuestión de tiempo que todo se fuera al diablo, si había entendido bien cómo funcionaba ese sitio. -Por el momento no hay víctimas conocidas y todas las sospechas apuntan a la ecoterrorista Poison Ivy.-Poison Ivy, Poison Ivy… Ah, sí. La abraza árboles pelirroja, ¿no? Una de las diversas… Ciudadanas notables de Gotham.

Ya vestido, salió al salón, encontrándose por el camino con Luna. La perra de Drago, que había venido a Gotham en el mismo viaje que Cédric había usado para recobrar las armas que le había robado a Smith poco después de su escaramuza con Elektra. Quizás traer una mascota al escondite de un preso recién fugado no fuera lo más ortodoxo, pero… Joder, le gustaban los perros, y le habría costado mucho convencer a Drago de dejarla. Además, podía controlarla en cualquier momento para que no diera problemas, y nunca estaba de más tener un par de ojos extras. Por si acaso.

-¿Algo interesante, Drago?-Apoyó los codos en el respaldo del sofá, aún de pie, para mirar con más comodidad lo que salía por la televisión. Era curioso… La cara de Poison Ivy le resultaba familiar. ¿Se parecería a alguna famosa o algo así? -Si… si. Nos informan de que el siguiente posible objetivo podría ser la escuela de artes plásticas y desarrollo de oficios Cosby&Wayne.-Fuera como fuera, su aspecto era lo de menos ahora. No se había equivocado al prever que alguno de los villanos de Gotham se movería pronto, considerando la fuga en Arkham, la inquietud causada por la aparición de los demonios, y la ausencia de Batman. De hecho, seguramente la policía habría llegado a la misma conclusión, viendo el despliegue que estaban realizando. Sabían que no podían confiar en que un hombre con máscara y capa salvara la noche. Aunque eso no significaba que estuvieran completamente solos, ¿verdad? Cédric le había prometido a Drago que podría ser el Ángel de la Venganza, que volvería a tener poder para hacer justicia. Y, cosa rara en él, pensaba cumplir con lo que había dicho. Más o menos. -Supongo que es un momento tan bueno como cualquier otro para dar un paseo por allí… Por cierto, Drago. ¿Sabes disparar?-Al fin y al cabo, era el momento ideal para usar las armas que tan amablemente le había regalado Johnny… Aunque se veía perfectamente capaz de sobrevivir únicamente con sus poderes, ese sitio se convertiría pronto en un bosque. Un bosque, de noche, lloviendo. Eso significaba poca visibilidad… Y si no podía ver a alguien, no podía manipularlo. Le gustaba el riesgo pero… No tanto como para inclinar el juego en su contra así.

Así que, después de armarse con dos de las cuatro Desert Eagles, reflejando sin saberlo lo que había hecho Alice, esperó a que el otro mutante hiciera lo propio. No estaba preocupado: Drago tenía una potencia de fuego bastante importante gracias a sus poderes, y además podía hacerlos invisibles. Lo más probable era que Cédric no tuviera que disparar ni una bala, siempre y cuando se mantuvieran juntos.

O eso creía él, al menos.

No tardaron mucho en llegar a la futura universidad en ruinas. Era increíble lo mucho que disminuía el tráfico de Gotham cuando la ciudad empezaba a correr el riesgo de colapsar. -Será mejor que dejemos el coche aquí y nos acerquemos con cuidado… No queremos que la policía nos eche ya.-Comentó, poniéndose la capucha antes de salir a la calle. Dios, cómo odiaba la lluvia. No podía negarse que le añadía cierto aire dramático a toda la situación, pero era en general molesta. -Veamos… Qué tenemos por aquí.-Las plantas crecían a toda velocidad, resquebrajando el asfalto y aferrándose a los edificios como si quiseran estrangularlos. Había ya árboles mucho más altos que algunos de los edificios que los rodeaban, y no parecían tener intención alguna de parar de crecer.

Desde allí, podía notar que había gente cerca, seguramente policía tratando de investigar… Aunque ninguna de esas personas llevaba cajas en una carretilla industrial. Si Ivy era lista, seguramente se habría escondido, eso no le debía resultar difícil si podía alterar el paisaje a voluntad. Sería un juego… Interesante. Aunque tendría que ir pensando qué haría con ella cuando la pillara. — ¿Hooooolaaaaaaa? ¿Pelirroja-P? ¡He visto las noticias! ¿Necesitas que te eche un cable con algo?

...De acuerdo, quizás no todo el mundo en la calle fueran agentes del GCPD. Cédric le hizo un gesto a Drago, proponiéndole buscar el origen de esa voz, tan sólo para encontrarse con una mujer con un bate. Una mujer con un vestido corto empapado, dos coletas, una cara bastante mona cubierta de maquillaje emborronado, y un bate. Y quizás una pistola, no podía ver bien del todo la otra mano. Pero seguramente el más importante de sus atributos fuera su relación con Ivy, si es que era recíproca. Harley Quinn era una de las habitantes más célebres de Gotham, con una probabilidad bastante importante de salir en el periódico cualquier día de la semana. Pero Cédric no tenía ni idea de qué pasaba entre ella e Ivy… Lo mejor sería esperar un poco, y ver qué pasaba. La arlequina no podría haber sido mejor cebo ni aunque lo hubiera intentado.

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Desde hacía varios días lo único que escuchaba en su cabeza era ruido constante. Los últimos días de su vida (no, los últimos meses) habían sido un completo fracaso. Había perdido a Cassandra, había dejado escapar a un peligroso djinn, había puesto en peligro las vidas de todos en la mansión al llevarlo allí y no había sido capaz de impedir la fuga masiva de Arkham. ¿A cuántos habría matado el djinn después de huir de la mansión? ¿A cuántos no habrían matado ya los locos y dementes que habían huido del asilo?

La culpa es tuya, y lo sabes -repetían las voces una y otra vez-. Te has vuelto débil.

Débil, sí... La razón por la que había rechazado a Nadine, aparte del hecho de que no quería ponerla en peligro, era que sabía que el amor no tenía cabida en su forma de vida. Era demasiado arriesgado y no podía permitirse tener ningún lastre. Pero, después de ocho años en completa soledad, había tenido un momento de debilidad y había aceptado salir con Cassandra. No mucho tiempo después, la realidad, dolorosa y aplastante, había dejado claro que él había tenido razón desde un principio cuando habían estado a punto de pagar el precio a causa de ésto. Fue durante la invasión de Ultrón; Estaban en mitad de una guerra, con muerte y caos por doquier, y él había estado más preocupado por ella y por su bienestar que por la amenaza a la que se enfrentaban. Ultrón les había atrapado con la guardia baja y de no haber sido por la oportuna intervención de Promethea a un continente de distancia habrían perecido a sus manos.

Hacía trece años que no le ocurría algo así, trece años desde que había caído en la trampa del líder de los Escorpiones en Colombia y había sido sometido a torturas sin nombre, viendo cómo su vida cambiaba radicalmente de la noche a la mañana. Trece años en los que se había vuelto extremadamente prudente y cauteloso. Trece años desde que se jurara a sí mismo que nunca volvería a ser tan inconsciente otra vez. Y, sin embargo, había sido lo suficientemente estúpido como para volver a caer, ¿y para qué? Sólo para ser arrojado a la cuneta como basura a la primera de cambio. ¿Realmente había merecido la pena? Los riesgos, las preocupaciones... ¿para qué? Mientras estuvo solo no tuvo nunca ningún problema. Era todo más solitario, y más triste, pero tenía a Luna, tenía a sus amigos de la mansión y le iba bien. Por más que su educación occidental y el tiempo que había pasado con los mutantes le habían vuelto un hombre de mentalidad abierta plenamente consciente de la valía y capacidad de autodefensa de las mujeres con las que se codeaba, había ciertas cosas, producto de una mentalidad y una cultura determinadas, que pasaban desapercibidas a nivel inconsciente pero que daban la cara en momentos determinados. En el caso de Drago, la caballerosidad era una de ellas. Por más que fuera consciente de que había mujeres entrenadas tan capaces o más que los hombres con el mismo nivel de entrenamiento, y por más que compañeras de la mansión le hubieran dado auténticas palizas en combate, una parte de él, un instinto profundamente arraigado en su interior, siempre se preocuparía por la seguridad y el bienestar de su pareja sentimental si se enfrentaban juntos al peligro, a un nivel que podía poner en riesgo toda la operación. Drago no podía evitarlo, y, aunque había cedido a la petición de Cassandra de volver juntos después de lo de Ultrón, había comprendido que no podrían volver a realizar misiones en pareja si quería mantenerse calmado y con la mente fría. Cuando estaba solo era más eficiente; sin temores, sin distracciones ni preocupaciones. Y, al parecer, al final Cassandra había terminado por llegar a la misma conclusión, a pesar de lo mucho que se había enfadado con él la primera vez que se lo había planteado. Porque tenía que ser eso. Si no le había dejado por ningún hombre, como había pensado en un principio, no se le ocurría otra razón para terminar con una relación que, hasta el día en que habían visitado París, había sido maravillosa. Lo cual significaba que tenía que añadir la hipocresía a la lista de agravios. Y lo peor de todo era que, hasta la fecha, aún no había tenido la decencia o el valor para decírselo a la cara. Cierto, él también se había marchado sin decirle nada la primera vez, pero cuando ella había ido a buscarlo para exigirle una explicación, él se la había dado. Ella no.

El sonido de las pezuñas de Luna contra el suelo le avisó de la llegada de Cédric. Rascó el pecho de la perra cuando apoyó las patas delanteras en el sofá donde se encontraba, con aire ausente, mientras su mirada permanecía pendiente del televisor. Una parte de su mente se encontraba abstraída, dándole vueltas a todo lo que le carcomía últimamente, pero la otra registraba casi de forma automática todo lo que ocurría.

No podía dormir. Las sombras no le dejaban, y, en el estruendoso ruido del silencio nocturno había visto iluminarse el dispositivo de alarma de los X-Men conectado con la radio de la policía, reddit y twitter que le avisaba de incidentes y amenazas en la ciudad. Inicialmente lo había tenido vinculado únicamente con Nueva York, pero después de lo de Ultrón había incorporado también Gotham. De haber tenido su móvil habría hecho primero una búsqueda rápida en la sección de noticias, pero como al parecer lo había perdido el día de la fuga de Arkham hizo lo único que podía hacer: despertar a Cédric y encender el televisor con el informativo de la madrugada.

-¿Algo interesante, Drago? -la pregunta precedió a una ligera deformación en el respaldo del sofá cuando su compañero se apoyó en él. El aludido le miró de reojo mientras tomaba un sorbo de su cerveza sin alcohol.

- Poison Ivy -pronunció en un gruñido sordo al tiempo que unos filos hilos de oscuridad parecían emanar de sus dedos y extenderse por el vidrio de la botella como un cáncer.

Frunció el ceño. Había conocido a la mutante hacía un mes e, inicialmente, su encuentro no se había visto envuelto en circunstancias negativas. La mujer, de hecho, había contribuido a calmar su enojo con una familia inocente por la injusta muerte de un reptil y habían llegado a compartir puntos de vista interesantes. Había ayudado, por supuesto, el hecho de que, al provenir de otro universo, y al no haber protagonizado la ecoterrorista incidentes graves durante el tiempo que llevaban en Omega, Drago no era consciente de su reputación. De no haber sido así, posiblemente se habría dejado arrastrar por los mismos prejuicios de los que se había lamentado precisamente el día en que la conoció.

Pero ahora ya no era el mismo que era hacía un mes. La influencia de Cédric había ido poco a poco moldeando su manera de pensar, como arcilla dúctil en manos de un alfarero, eliminando, de una manera muy sutil, todo lo que las enseñanzas de Xavier le habían inculcado y haciéndole retroceder a una época en la que se había considerado a sí mismo juez, jurado y verdugo. Una época en donde se creía con el derecho de impartir la justicia divina. Una época donde el mundo se dividía entre la luz de Dios y las tinieblas, sin que hubiera cabida para grises o tonos intermedios. Ante los ojos de éste nuevo Drago, Ivy era una terrorista que le había engañado cuando se habían encontrado en la Provenza francesa, una terrorista que merecía ser aplastada y castigada.  

-Supongo que es un momento tan bueno como cualquier otro para dar un paseo por allí… Por cierto, Drago. ¿Sabes disparar?

Se giró por vez primera para mirarle, alzando una ceja.

- He sido soldado y cazarrecompensas, por supuesto que sé disparar, pero no lo necesito -alzó una mano y, en su palma, se creó una bola de luz candente-. Puedo generar láseres con una potencia destructiva mucho mayor que la de un arma de fuego, y, de hecho, creo que serán mucho más útiles para luchar contra plantas animadas que una pistolita. Quédatelas tú.

Se puso de pie. Cuando había ido a su piso a recoger a Luna se había traído también ropa, discos de música y todo lo que necesitaba para trasladarse al apartamento de Cédric, pero su apariencia era descuidada. Iba totalmente vestido de negro, con una barba de varios días que no se había molestado en afeitar. En principio sólo iba a quedarse durante el tiempo que Cassandra necesitara para recuperarse, pero después de su huida había terminado replanteándoselo, y lo cierto era que, ahora que Xavier estaba disgustado con él, y después de haber fallado a todos en la mansión, no tenía realmente ningún sitio a donde ir. Seguía oficialmente de baja y nadie preguntaría por él (lo cual no hacía más que abundar en su incipiente depresión). Sasha estaba en el extranjero, Cassandra no quería saber nada de él, había defraudado al único hombre que había sido capaz de ver más allá de su aspecto y entregarle su confianza, Logan se había marchado de nuevo y Cédric se aseguraba de tanto en cuanto de mantener a Elissa fuera de sus pensamientos para que no se acordara de ella. Además, se había mostrado como el amigo perfecto, ofreciéndole el apoyo y el consuelo que necesitaba tras lo de Cassandra, y había estado allí cuando le había necesitado (en una situación enteramente fabricada por él, pero eso Drago no podía saberlo). En éstas circunstancias, quedarse en su piso había parecido tan natural que había aceptado casi sin pensárselo cuando el francés se lo había ofrecido.

Una vez Cédric hubo terminado de prepararse, cogió una chaqueta también negra y salieron.

-Será mejor que dejemos el coche aquí y nos acerquemos con cuidado… No queremos que la policía nos eche ya.

Drago asintió, saliendo del vehículo. Al contrario que al rubio, a él la lluvia no le molestaba, y de hecho no hizo el menor intento por resguardarse, aunque tampoco le habría valido de mucho, ya que su chaqueta no llevaba capucha.

-Veamos… Qué tenemos por aquí...

Los ojos de drago se iluminaron mientras activaba su forma mutante, pero algo raro pasó. Drago era un mutante de luz, y, de la misma manera que ocurría con el Hombre de Hielo o la Antorcha Humana, cuando activaba su poder se transformaba en una hermosa y resplandeciente criatura luminosa. Sin embargo ocurría que la manifestación de su poder se veía altamente influenciada por su estado anímico, y, a causa de su control sobre la luz y su capacidad para influir en el espectro lumínico y en la manera en la que los haces lumínicos son percibidos por el ojo humano, a menudo se revestía de ilusiones que afectaban su apariencia original. En ésta ocasión, su alma de luz parecía contaminada por una oscuridad densa que brotaba de su interior, extendiéndose como el petróleo que se vierte en los mares y rezumando como tentáculos a su alrededor.

El mutante miró hacia arriba y creó unas pequeñas gárgolas de oscuridad que se alejaron volando en la distancia. En realidad no eran más que distorsiones del espectro lumínico en forma de espejo en los que se reflejaban los haces de luz para regresar a él, ofreciéndole la capacidad de visualizarlo todo en 360º a la redonda, pero su poder de ilusiones les otorgaba la apariencia de aterradoras gárgolas que lo observaban todo desde la distancia, actuando como unos segundos ojos.

De ésta manera descubrió la presencia de Alice... pero ella era inocente y no le interesaba. No cuando había una presa culpable mucho más cerca, una mujer conocida por su relación con el Joker, un psicópata asesino de masas que había protagonizado el enfermizo concurso de las cartas unos meses atrás, un concurso del que él había sido una de las víctimas. Durante mucho tiempo le había buscado, pero su búsqueda se había mostrado infructuosa, no había sido capaz de llegar hasta él, y ahora, por avatares del destino, le era ofrecida en bandeja una criminal vinculada a él, alguien que podría indicarle donde se encontraba... A Drago no se le ocurría nadie que mereciera más la justicia del Ángel de Venganza que el Joker. Asintió a Cédric y, volviéndolos invisibles a ambos, se aproximaron hasta donde se encontraba la rubia. El bosnio dejó atrás a su compañero y, acercándose sigiloso a la espalda de la mujer la asaltó de repente, inmovilizándole el brazo a la espalda en una llave. Tuvo que salir de la invisibilidad para generar una afilada cuchilla láser que brotó de su índice, cuchilla que acercó al cuello de la arlequina para que fuera consciente de su calor.

- El Joker -susurró con una voz ronca y áspera como la muerte-. ¿Dónde está? Dímelo o muere.

A los ojos del ahora justiciero, la mujer que compartía su vida con el Príncipe Payaso del Crimen y le ayudaba en sus tropelías merecía la misma suerte que él.

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime4th Abril 2019, 01:33

Mientras la escuela y todo Gotham se cubrían con el dulce manto de la naturaleza, terminé de cargar la última de las cajas. Suponía que no debía faltar mucho al GCPD para aparecer en cualquier momento con operativos, así que en cuanto terminé de cerrar la úlima caja la cerré y con una suave caricia sobre el pasamontañas de uno de los esbirros de Dent y una erección más tarde, el último cargamento empezó a movilizarse  hacia la salida de la escuela. Decenas de cajas de madera cargadas en palés con carros empezaron a desplazarse por el pulido suelo de la universidad.

Justo al empezar a salir, por una de las ventanas que acababa de agrietarse por la presión de las raíces que empezaban a abrazar el edificio, escuché su voz. Fruncí el ceño. Comprendía sus razones, no era quien para cuestionarlas. Sabía que esa reacción había sido propia de la absorción que Joker tenía sobre ella y nunca podría culparla ni castigarla por haber permanecido mustia ante la presencia del mal.

La vi allí, en el centro de la plaza esperando, esquivando las raíces que le rozaban los pies. Tomé la Brugmansia bioluminiscente en la que había trabajado para realizar un halo de luz química natural en dirección a la apertura del capullo y le hice un par de señales, cortas e intermitentes a través del cristal cuando aún no estaba cubierto del todo, y detuve el crecimiento en ese fragmento de fachada. Las raíces apretaron con fuerza, un crujido, un chirrido, más crujidos tenues y un estallido de cristal acabó conformando, junto con un marco de raíz, un marco improvisado entre nosotras, sin puerta que dificultara la visibilidad. -No estamos solas… aunque creen que pensamos que sí- sin amago de bajar la voz, con intención de que los hombres me escucharan mientras se aproximaban invisibles hacia Harley.

Si bien mis ojos no podían percibirles, las pisadas fuertes, potentes, propias de dos hombres musculados describían con suma precisión dónde se encontraban acorde al mensaje que mis hebras me comunicaban de manera constante, como si les notase andar sobre mi propia piel. Justo antes del impulso de uno de ellos, cuando la pisada se volvió ligeramente más fuerte, se abalanzó sobre Harley derribándola y poniéndole cerca del rostro una especie de ráfaga constante cerca del cuello. No sabía muy bien lo que era, pero recuerdo que estaba caliente y no me gustaba. No podía permitirme ningún fallo y justo cuando terminó sus frases, las hebras de hierva se envolvieron en torno a su brazo, para retorcérselo en un gesto de luxación que no se llegó a producir, acercando la ráfaga, si es que aún seguía encendía, contra su propia espalda. Respecto a la presencia del otro cuerpo, la hierba empezó a crecer fuerte y cada vez más gruesa en torno a sus pies, trepando por sus definidas piernas hasta la altura de la cadera mientras le iba enterrando poco a poco en el suelo.

-Está terriblemente feo asaltar a una mujer por la espalda- por puro instinto de protección, las feromonas empezaron a liberarse a un ritmo desenfrenado. Ya había comprobado el efecto en Harley y podía controlarla para que no le ocurriese nada malo. Pero los otros dos seres… convenía que no molestasen y siempre era mejor prevenir. -¿Te encuentras bien?- tendí una mano a Harley mientras esta se cubría de hojas con un gesto tan natural como un parpadeo.

Desvié la mirada hacia el hombre que se había desvelado. Era una especie de ser de luz… mezcla extraña que en ocasiones hacía culpables a mis ojos por no conseguir enfocar de la manera correcta. -Así que… Joker- Para cuando el extraño ser voluble se habría dado cuenta, empezaba a correr la misma suerte que el otro cuerpo, ahora por la presión ejercida de mis chicas, a sabiendas de que es un hombre por el volumen de la entrepierna. A modo preventivo, mientras sus mentes intentaban averiguar cómo les había detectado, las raíces en torno a sus cuerpos iban ciñéndose cada vez más fuerte a sus piernas -No sé dónde está Joker. Seguramente ni ella lo sepa- aferré a Harley contra mí, cuidando no tocarla piel con piel. Ahora tenía dos buenos motivos para no volver a hacerlo…

-Si es para hablar con él, te encontrará cuando menos te lo esperes. Si es para matarle, seguramente aparezca antes. Y en ese último caso estaría encantada de ayudarte. Pero estoy bastante ocupada-terminé con un gesto amplio con el brazo, manifestando el orgullo de mi magnífica obra. Acto seguido enfoqué con la Brugmansia directamente al rostro de uno de ellos y al medio cuerpo sin cuerpo, comprobando si al menos producía sombra sobre el suelo y podía hacerme una idea de lo que quedaba de hombre por descubrir.  -¿Qué le pasa a tu amigo…? ¿Es tímido?- dije ya sonriendo confiada mientras buscaba la mirada del ser armado con esa energía extraña.

Estaba dispuesta a jugar un poco. La primera visita de la noche, a sabiendas de que no iba a ser la última y ya tenía que ver con el payaso. Estaba dispuesta a entretenerme un poco, averiguar qué quería del joker (podría ser un plan para hacerme daño) y disfrutar un poco de la atención de Harley una vez se le pasaran los efectos de las hormonas alteradas…  

Pero.


A lo lejos, en un susurro en la parte trasera de mi cabeza, un zumbido con mucho viento. Demasiado silencioso para un helicóptero de policía… Demasiado imprudente para… ¿Aunque quizás…? -Puede que el murciélago esté aquí y no tengo toda la noche- agarré a harley de la mano para correr junto a ella pero en un último gesto de piedad les sonreí -Treinta segundos para explicaros. Nombres completos, tu amigo se muestra,si puede, y me decís qué hacéis aquí y qué queréis- las feromonas apostaban por la verdad la mayor parte del tiempo. Empecé a contar desde que terminé de hablar. Si sonaban creíbles, les dejaría libres para correr al interior y resguardarse del murciélago. Si no, se quedarían plantados.

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime5th Abril 2019, 20:16

La voz... ¿de dónde venía la voz? ¿Sería una de sus sombras? En su estado alterado no podía discernirlo; llevaba varios días sin ser él mismo. En cualquier caso, si la voz no era fruto de un delirio y podía verles o sentirles de algún modo, entonces tenía que darse prisa en atrapar su objetivo y no perder así la única baza que tenía para protegerse usando a la arlequina como rehén. Sí, sin duda era poco noble, pero como hemos dicho, aquellos días no estaba siendo él mismo, y estaba experimentando una especie de regresión a los días más duros que había tenido en la guerra, cuando lo único que contaba era sobrevivir utilizando las herramientas y recursos que tuviera a su alcance.

Su ataque se produjo de manera tan rápida que Harley no tuvo tiempo de reaccionar a la advertencia de la mujer planta y terminó presa de su agarre, bajo el filo de su cuchilla de luz. De poco habría de servirle al mutante, no obstante, cuando la mismísima hierba que pisaban pareció volverse en su contra, enrollándose en torno al brazo armado y retorciéndoselo bruscamente a la espalda. La repentina y potente sensación de calor sobre su propia piel le obligó a hacer desaparecer el láser para no quemarse mientras veía cómo aquellas hierbas endemoniadas que parecían haber cobrado vida propia engullían a Cédric como si de arenas movedizas se tratara, inmovilizándolo y enterrándolo levemente en la tierra.

- No... -gruñó, apretando los dientes mientras luchaba contra la vid que le apresaba el brazo, tensando los músculos para tratar de romperla. Tenía que liberar a Cédric antes de que esa cosa lo absorbiera por completo, pero no podía quemar las hebras con el láser desde donde estaba sin herirle o quemarle, así que necesitaba soltarse para poder cortarlas desde cerca, con mayor precisión.

Sin embargo, sus forcejeos fueron perdiendo el ímpetu a medida que las feromonas iban haciendo mella en su organismo, apaciguándolo y haciendo que la ira se mitigase hasta desaparecer por completo. Casi no opuso resistencia cuando las hebras comenzaron a cubrirle de la misma manera que a Cédric, dejándose hacer con mansedumbre sin poder apartar los ojos de la mujer que acababa de hacer su aparición.

Tenía el vago recuerdo de haber estado enfadado con ella, de que debía odiarla por algún motivo, pero en aquél momento no conseguía comprender cómo nadie podría odiar a una criatura tan maravillosa y magnífica como aquella.

- Me disculpo, Ivy... No sabía que ésta mujer estaba bajo tu protección...

Le estaba diciendo algo del Joker, pero apenas podía prestar atención a sus palabras, perdido en el océano verde de sus ojos. ¿Por qué le estaba hablando de él? En aquellos momentos el payaso le resultaba la cosa más intrascendente del mundo... Tenía una planta que irradiaba luz de manera natural, fenómeno que consiguió despertar un poco su interés, pero después preguntó por Cédric.

- Él es... -dijo mirando hacia él-. Lo siento, Ivy, eso también es cosa mía, él no es responsable.

La luz que se doblaba en torno al francés para impedir la refracción sobre su cuerpo comenzó a comportarse de manera normal en cuanto el otro mutante dejó de utilizar su habilidad para controlarla, dejando a Cédric al descubierto. La propia ilusión que cubría a Drago desapareció también, ya no sólo porque no le viera ningún sentido al hecho de mantener su identidad oculta ante ella, sino porque su poder obedecía a sus niveles de alerta y adrenalina; si se relajaba demasiado, bien por el efecto de alguna sustancia, como el alcohol, o, como en éste caso, las feromonas, su cuerpo interpretaba que no había necesidad de protegerse y revertía a su forma humana.

- ¿No me reconoces? Soy Drago... -en la pregunta había un toque de desesperación-. Hemos venido a investigar lo que estaba pasando, y luego la vi a ella... Llevo buscando venganza contra el Joker desde que me involucró a mí y a varios de mis amigos en su enfermizo juego de las cartas. Pensé que podría conducirme hasta él...

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime19th Julio 2019, 18:28

”-Bueno… Esto podría haber ido mejor.”-Pensó Cédric, observando cómo Drago era inmovilizado por lo que hasta hace un momento había sido césped normal y corriente. Las plantas doblaron su brazo tras la espalda, obligándole a deshacer la cuchilla de luz que de otro modo podría haber acabado en la garganta de Harley. Fueron un poco más amables con él, sin embargo: El francés notó como las enredaderas se deslizaban sobre sus piernas, hundiéndolo poco a poco en el suelo sin dañarlo demasiado. Quizás tuviera que ver con el hecho de que, a diferencia de su acompañante, el telépata se mantuvo perfectamente quieto y tranquilo, moviendo solamente una mano para ver más de cerca la planta que se enroscaba en ella como una serpiente. Visto desde fuera, era un poco… Inquietante, ver cómo esa figura invisible aparentemente aceptaba sus ataduras y el abrazo de la tierra. Pero lo cierto era que Cédric no encontraba una razón para resistirse, ya que ni siquiera se sentía verdaderamente amenazado en primer lugar. -No...-De hecho… Incluso sonrió para sí al detectar los pensamientos que Dragoslav dirigía hacia él. ¿Tanto esfuerzo para tratar de salvarle, a pesar de que se conocían desde hacía tan poco? Le resultaba casi… Enternecedor. Si seguían así, pronto se convertiría en una sombra perfecta para él. Alguien a quien mantener siempre a su lado, ”-Tranquilo… No nos harán daño.”-Susurró directamente en su cabeza, calmándolo. Iba a intentar hablar con ellas, y no le convenía tener al lado un Ángel de la Venganza en pleno arrebato de ira justiciera si quería convencerlas de que, al menos, los soltaran. Ya habría tiempo para eso más tarde… O quizás no, ya que el hombre de pelo negro se relajó por completo, inmediatamente. Alguna vez se había pasado al manipular a una persona, sabía que era posible… Pero Cédric estaba seguro de que, en esa ocasión, había otra persona influenciando al bosnio. Primero, porque el vínculo que mantenía con él era ya lo bastante fuerte como para minimizar esa clase de fallos. Y segundo… Porque él ni por error le haría mirar a Ivy así. Ni a nadie salvo a él mismo, en general.

-Me disculpo, Ivy... No sabía que ésta mujer estaba bajo tu protección...-Esas palabras hicieron que el francés rodara los ojos. Parecía mentira que fuera tan blando, debajo de todo ese juego de luces y sombras. ¿Es que nunca había visto a una chica así? Aunque, bien pensado… Con lo reprimido que estaba, no era una posibilidad a descartar. Pero eso era algo que podían resolver tranquilamente cuando se quedaran solos, o cuando volvieran a casa. No es como si Ivy mereciera tanta atención, al fin y al cabo. Por muy seductora que fuera de pronto la idea de poseerla, ahora que la consideraba. -¿Qué le pasa a tu amigo…? ¿Es tímido?-Cédric se sorprendió a sí mismo siguiéndola con ojos hambrientos, trazando con la mirada el camino que la luz que surgía de esa flor trazaba sobre su cuerpo. ¿Por qué no la recordaba así? A pesar de que era la primera vez que la veía, Gabriel se la había encontrado hacía tiempo en esa misma ciudad. ¿Cómo podía no haber sentido nada absoluto? ”-Porque no era humano. Porque no podía sentir nada… Casi lo compadezco, por perderse esto.”-Se recordó, tensando los dedos sobre la hierba. Sus ataduras empezaban a resultar incómodas, a pesar de que apenas un minuto antes no le habían importado demasiado. -Él es… Lo siento, Ivy, eso también es cosa mía, él no es responsable.

Como si no hubiera sido él el que había propuesto ir a dar un paseo al lugar del incidente. Estaba bien, sin embargo: Las disculpas eran un poco irritantes, pero Cédric veía conveniente que su “amigo” empezara a acostumbrarse a cargar con la culpa de todo lo que hicieran juntos. Quizás decidiera compartir a Ivy con él, a modo de premio. -Me alegro de que ya nos conozcamos todos. Así no perdemos tiempo con las presentaciones… Aunque creo que la última vez me presenté con otro nombre. -Cuando la ilusión se deshizo, el rubio alzó ligeramente la cabeza, buscando hacer contacto visual con su último capricho. Había una sonrisa en sus labios, aunque no tan calmada como de costumbre. -Puedes llamarme Cédric… Y, por lo que parece, estamos todos en el mismo bando, más o menos. ¿Por qué no nos sueltas, y lo hablamos tranquilamente?

A medida que hablaba, Valjean empezó a entrar en la mente de la mujer planta. Quizás necesitara un pequeño empujón final para darse por convencida… Pero, sinceramente, al telépata sólo le interesaba liberarse en la medida en la que eso lo acercara un poco más a ella. No, lo que realmente quería era saber si su interior era tan interesante como su exterior, si sería tan buen juguete como parecía. Dependiendo de lo que encontrara, ese “ataque terrorista” podía acabar muy rápido… Pero, para variar, las cosas no eran tan sencillas.

Lo primero que escuchó fue el ruido. Cientos, miles de voces susurrantes e inarticuladas, hilos de sensaciones mezcladas entre sí sin ningún orden aparente. Cédric se tensó contra sus ataduras, sorprendido. Y apenas un instante después, pudo notar un parpadeo en esa maraña de pensamientos que no llegaban a serlo. Como una respuesta, aunque era difícil de decir si tenía que ver o no: El francés estaba acostumbrado a percibir superficialmente a muchas personas al cabo del día, pero encontrar una mente que a su vez contuviera tantas dentro de sí… Era algo nuevo, no se lo había esperado. Y, aunque no quisiera reconocerlo ni ante sí mismo, lo desconcertaba casi tanto como atraía. ¿Cómo podía vivir así, sin volverse completamente loca? Suponiendo que aún no lo estuviera, por supuesto. Su cabeza era como un laberinto, una torre de Babel cuyos habitantes no paraban de gritar en mil idiomas diferentes que sólo entendía a medias. Pero tenía que haber algo familiar también, por alguna parte… Cédric se resistía a creer que la mujer de piel verde no tuviera ni una brizna de humanidad en su interior, que fuera simplemente una marioneta dirigida por una jaula de grillos. No, tenía que haber algo más… Algo que pudiera desearle como él la deseaba. Así que lo buscó, sobreponiéndose al ruido que trataba de inundarle. Era como buscar una aguja en un pajar, pero Cédric estaba dispuesto a encontrarla. Al fin y al cabo, no había nada más importante para él que Ivy, en ese momento… No se iba a dar por vencido tan rápido.

Sin embargo, una parte de él habría preferido no enterarse de lo que escuchó poco después. Sí, había una mujer debajo de todas esas voces, pero… Sus pensamientos estaban concentrados en el bienestar de la arlequina, mientras que para ellos solo quedaba el deseo de que se se mantuvieran quietos y no dieran problemas. Resultaba bastante decepcionante, la verdad… Especialmente, porque su deseo se había cumplido sin explicación alguna, al menos en lo que se refería a Drago. No sabía qué le molestaba más, si el hecho de que la mente de Dragoslav hubiera sido alterada por otra persona, o que Ivy hubiera decidido sólo prestarle atención a él si es que era eso lo que estaba pasando. Porque, desde luego, Cédric se encontraba perfectamente… Nadie podía manipularlo sin que se diera cuenta.

Pero eso no fue, ni de lejos, lo único que encontró al adentrarse en el interior de Poison Ivy. En un principio, le había dado la sensación de que ese cuerpo que estaba empezando a codiciar no era más que una muñeca de carne y hueso, animada por algo que se le escapaba. Pero, observándola más de cerca… Se dio cuenta de que era al revés. Las otras voces parecían responder ante ella, en lugar de controlarla. Y, por lo poco que entendía… Hablaban de la dirección del viento, de la lluvia, de la presión que ejercían sobre ellos al atarlos y hundirlos en la tierra.

Esas voces… Eran las plantas. E Ivy estaba conectada a todas ellas, desde los árboles que sobrepasaban en altura la mayoría de los edificios hasta las briznas de césped que los rodeaban. Como una mente colmena de la que ella fuera la reina, podía controlar sus movimientos y sentir lo que sentían en cada momento. Era algo que él mismo había hecho en el pasado, tanto con sus perros como con otras personas que habían tenido la desgracia de pasar demasiado tiempo a su lado. Pero nunca a esa escala… Y nunca con plantas, ya que no podía leerlas por sí mismo.

Pero, ahora que las había descubierto, llegaba la pregunta inevitable. ”-¿Qué pasará cuando les haga daño?”-Se podía imaginar que para Ivy, nada bueno. Era por eso por lo que estaba tratando de eliminar cualquier cosa que pudiera provocar un incendio en su bosque, al fin y al cabo. Pero para Cédric, desear algo y destruirlo era lo mismo, y las feromonas se habían asegurado de que se encaprichara con la pelirroja. Así que… Solo había una solución que satisfaciera su sed de sensaciones, y pasaba por hacer arder toda esa selva hasta que no quedaran más que cenizas. Ver a través de sus ojos verdes la agonía de miles de seres vivos que, de otro modo, no le habrían importado lo más mínimo. Y, si sobrevivía a la experiencia… Siempre podía jugar con lo que quedara de Pamela, por supuesto. Sonaba como un plan perfecto.

O sonaría, si Cédric todavía pudiera oír algo más que los susurros que infestaban la mente de la mujer planta. Era como si también resonaran en su cabeza… Como si trataran de silenciar sus pensamientos, y arrastrarlo a la red. Dolía, como si las ramas que lo sujetaban hubieran empezado a introducirse bajo su piel para seguir creciendo a través de él, devorando sus órganos, enroscándose en torno a sus huesos. Jadeó, y cortó la conexión rápidamente: No creía poder mantenerla mucho más, y además… Ya sabía lo suficiente, o eso creía. Cuando habló, su mirada parecía un poco más ausente, y su voz acusaba el esfuerzo realizado. -Ese sonido… Es una amiga mía, no Batman. No tienes de qué preocuparte.-Alice. La había visto a través de Drago antes, cuando había reconocido el terreno usando sus gárgolas. Él no le había dado importancia alguna, tan centrado como estaba en vengarse de Joker, pero el rubio sí que había tomado buena nota de su presencia. Sabía que estaba estudiando en la Mansión X, pero… ¿No tendría que estar con el resto de los X-Men, si habían decidido intervenir y llevarla consigo? Pero en lugar de eso, estaba sola y sin el uniforme. Casi como si se hubiera escapado, y hubiera decidido ir por su cuenta.

Sí, probablemente fuera lo suficientemente heroica y estúpida para eso. Pero eso significaba que tendría que ir a buscarla… Sólo había jugado con ella una vez, y no había quedado satisfecho. La única persona en el mundo que le había hecho sentir culpabilidad, aunque fuera artificialmente… Era alguien a quien no quería dejar escapar, si podía evitarlo. Además, sería una pena que muriera en el incendio.

-¿No me reconoces? Soy Drago… Hemos venido a investigar lo que estaba pasando, y luego la vi a ella... Llevo buscando venganza contra el Joker desde que me involucró a mí y a varios de mis amigos en su enfermizo juego de las cartas. Pensé que podría conducirme hasta él...-Cédric no pudo (ni quiso) evitar torcer el gesto al oír hablar a su sombra así. No le gustaba que alguien más hiciera desesperar a Drago, no ahora que lo había tomado como suyo. El serbio notó entonces cómo su alerta aumentaba de repente, una sensación parecida a la que tendría si se hubiera quedado adormilado y alguien le hubiera sacudido de los hombros para despertarlo. Molesto, pero nada verdaderamente desagradable… Todavía. -Pero si ella no nos puede ayudar...-Era posible que pudiera, era posible que no. Fuera como fuera, Cédric se aseguró de que la opinión que la rubia mantenía de ambos mejorara sustancialmente. Joker no le importaba en absoluto… Pero Harley se le planteaba como una puerta de atrás para acceder a Ivy, alguien a quien sí podía manipular y que influiría inevitablemente en la pelirroja. -... Tendremos que hacerlo por nuestra cuenta. Y, hablando de hacer cosas por cuenta propia. Llevo un rato preguntándome, sólo por curiosidad… ¿Por qué has hecho esto, Ivy? ¿Qué esperas conseguir, ahora que todo el mundo debe de estar pensando en cómo detenerte?

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Ajena al conocimiento de que todos los presentes habían sido ya alertados de su presencia, la británica avanzaba cautelosamente en la selva artificial, buscando cualquier entrada que le permitiera adentrarse en el edificio, intentando no ser descubierta. Sus pasos silenciosos sobre la mullida tierra eran interrumpidos únicamente por el corazón desbocado en su pecho, que intentaba a su modo mantenerla en alerta constante. Era la primera vez que hacía algo así por su cuenta. Aunque la lógica dictaba que estaba preparada, que había vivido suficientes situaciones similares para asegurar que podría mantener la sangre fría, aquella era la primera prueba real en la que se arriesgaba por su propia cuenta. Sin embargo, más allá del mecer de los árboles cercanos, Alice era incapaz de detectar a otra alma a su alrededor.

Se valió de la vegetación y las sombras tan a menudo como le era posible, hasta que finalmente divisó a lo lejos varias figuras reunidas en una plaza. Se acercó poco a poco a ellos, intentando no captar su atención, pero sus pasos se quedaron completamente inmóviles en cuanto se acercó lo suficiente para reconocerles. El vuelco de su corazón fue cuanto necesitó para corroborar que reconocía aquél perfil rubio atrapado entre las plantas. Inmóvil... indefenso. Una mano se deslizó silenciosa al a cartuchera, cerrando los finos dedos entorno al mango y liberando el seguro de cuero con el pulgar para poder retirar el arma. Cada latido golpeaba su pecho con la adrenalina de ver a su objetivo al alcance, y enviaba pequeñas olas de terror a un rincón apartado de su mente, que la lógica intentaba callar recordándole que nadie más podía escucharlo. Alzo el cañón hasta situar la mirilla a la altura de su mirada, y los ojos verdes se fijaron en aquel rostro rubio.

Podía acabar con todo, y sólo necesitaba apretar el gatillo...

De repente, Delaney no estaba en la escuela de artes de Gotham. Se encontraba lejos de allí, en la mansión X, en la sala del peligro. James Logan le hacía recorrer una y otra vez la misma simulación, un edificio en el cual se ejecutaba un atentado terrorista. Cada uno de aquellos criminales se lanzaba en oleadas y una vez tras otra, la simulación se detenía cuando la morena era incapaz de arrebatarles la vida. Resonaba en sus orejas la voz de la rusa, Natasha Romanov, que le recordaba una y otra vez que su bondad se desperdiciaba en aquellos que no la merecían. Que tenía que aprender a vivir con aquello y dar el paso que podía significar la diferencia entre salvar o no a los inocentes. Elektra, se descolgaba boca abajo por un balcón, acercandose a ofrecerle consuelo. Tan mortal, tan fría, tan maternal, tan bella. Tan fría... Como aquella vez que la había visto reposando en una camilla en una sala de operaciones, inerte en las fotos que Coulson le había obligado a mirar. Y le temblaron las manos, cuando la imagen de Cédric se sobreponía a la de Gabriel LeBlanc, paseando junto a ella en Central Park.

Podría haber acabado con todo. Pero no tenía el valor de apretar el gatillo.

Tenía que haber otro modo. Tal vez tendría que haber alertado a alguien de que estaba allí, de que lo estaba viendo. Pero en ese momento, no se le ocurrió. Decidió salir de las sombras, sin dejar de apuntar con toda la firmeza de la que era capaz hacia la cabeza del francés, y poco a poco emergió de las sombras. Dedicó una mirada apurada a las dos mujeres, de nuevo, sin ser consciente de la situación a la que paso a paso estaba entrando, y se detuvo sin acercarse demasiado. Lo suficiente para dejarse ver, tan lejos como para que tuviera tiempo suficiente para huir antes de que nadie pudiera siquiera intentar atacarla. Ver a Dragoslav le hizo dudar por un instante, y casi, casi se desconcierta el tiempo justo para perder el norte y olvidar lo que estaba haciendo allí. ¿Qué hacía su profesor con Cédric Valjean? No tenía ningún sentido. Pensó, primeramente, que estuviera allí como ella, para capturarle. Tal vez en la mansión habían alertado del problema de Gabriel, y siendo como era alguien que había estado y paseado por dentro de la mansión y que de algún modo se había vinculado a ellos, le hubieran enviado a por él. Pero estaba a su lado. Estaba atrapado junto al rubio, como si hubieran ido juntos...

Respiró profundamente, controlando su voz para que fuera lo más neutra posible, y habló con la suficiente entonación como para que todos la escucharan, sin gritar, sin emoción alguna.

- ...No quiero problemas. Sólo he venido a por el telépata. - sus ojos verdes seguían completamente fijos en el rubio. Era consciente de lo importante que resultaba cada segundo cuando se encontraba frente al hombre que había conocido en una de las celdas de Arkham. Su voz se tiñó de odio contenido, en el momento que decidió llevar a cabo un edicto. Todavía no conocía a ciencia cierta los limites de su poder, pero empezaba a intuir mejor su funcionamiento. Sabía que había ordenes que no iban a cumplirse... Todo era cuestión de pronunciarlas del modo adecuado. - No vas a entrar en mi mente. Sabes que no te conviene hacerlo, hay demasiado que desconoces y te saldría caro intentarlo. Así que te ordeno, que cualquier intento de usar tus poderes en mi, sea expresado tácitamente en voz alta antes de hacerlo. - tragó saliva, intentando hacer bajar el corazón que amenazaba con escapársele por la garganta. Sus ojos verdes se deslizaron un instante hacia las dos mujeres. Necesitaba un poco más de tiempo para leer la situación y comprender al 100% que estaba sucediendo.

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Harleen Quinzel
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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime27th Julio 2019, 23:13

Harley esperó impaciente a que alguien le devolviera la llamada, y empezó a golpear con suavidad el bate con sus botas para matar el aburrimiento. De pronto, sintió el parpadeo de la luz y un crujido de cristales rotos. Antes de que se diera cuenta, tenía a la hermosa y exuberante pelirroja delante de ella, a tan sólo unos pasos del umbral de raíces. Su primer instinto fue intentar abrazarla, abalanzarse sobre ella y estrecharla entre sus brazos. pero tuvo que contenerse tras la advertencia de su amiga. Antes de que la rubia pudiera decir pío pío, ya estaba en brazos de otro.

Un hombre de cabellos oscuros la había inmovilizado con un brazo a la espalda y una afilada cuchilla láser adornaba su cuello. Era la mar de romántico.

¡HAHAHAHAHAHA! — no pudo reprimir la carcajada a pesar de la repentina sorpresa. ¿A qué venía aquel ataque tan gratuito? ¡Pero si ni siquiera se conocían! —¿Tú también quieres mandarle flores a Mr. J? ¡Pues que no se entere B-Man o te dará una Bat-de-sus-palizas! - volvió a reír, en forma de carcajada interminable.— Pero si quieres saber dónde está… bueno, me parecería más amable por tu parte si me invitas a un café primero. Así nos vamos conociendo un poco, guapo, y te lo explico tranquilamente...— Ante el silencio del hombre, Harley dejó escapar un suspiro de frustración — ¿Es que ya no hay hombres en este mundo que sepan tratar bien a una bella dama?

Aquella palabrería llena de bromas y estupideces sirvió de distracción para que Pamela realizara la siguiente jugada. Era muy molón eso de poder controlar las plantas y el ambiente natural de tu alrededor. Además, aquellos dos tipejos se habían metido directos en la boca del lobo, y si no conocías bien la forma y el tamaño de sus dientes...no vengas a pasarle el hilo dental. Bueno, quizás esas no fueran las palabras que la arlequina estaba buscando para describir la situación.

Sí, estoy bien...— dijo con voz aterciopelada, acariciando suavemente la mano que le ofrecía su amiga. Cuando Pamela la estrechó contra ella, la arlequina empezó a sentir cosas, sensaciones que conocía perfectamente de la última vez que ambas mujeres se vieron en privado. Y se sintió culpable; culpable de volver a querer estar a su lado como si nada, culpable de traicionar el amor del Joker, culpable por dejar libres esos sentimientos sin cuerdas ni ataduras… eran peligrosos y podían morder.

¿Conoces a este guaperas?— parpadeó de pronto Harley, señalando al moreno al que ya le podía poner nombre. Ahora tenía mucho más sentido su extraña venganza contra el Joker. Recordaba su nombre grabado en la carta, durante la locura del juego de naipes. Pero ella, en ningún momento, tuvo interés activo en participar en aquella masacre. De hecho, estaba acojonada, puesto que estuvo a punto de convertirse en una de las víctimas, hasta que consiguió hacer trampas y poner a Lilith Belmont como cabeza de turco.

Pues si querías que te condujera hasta él… haberlo pedido por favor primero. ¡Menudos modales!— entonces la invisibilidad que cubría el cuerpo de Cedric desapareció, revelando sus rasgos y un cabello rubio desordenado, que caía perfecto sobre su frente.— Ala…. ¡Y este también está bueno! ¿Pero qué pasa aquí? ¿Seguro que no son admiradores tuyos, Ivy? ¿O es que reparten caras bellas en alguna feria de por aquí cerca?

La Arlequina disfrutó de su temporal posición de superioridad, y se paseó tranquilamente alrededor de los dos hombres para observarlos con detenimiento. Escuchó atenta el intercambio de palabras entre los asaltantes y su bella amiga, pero sin retener a penas la información en su cabeza. No le importaba quienes eran ni qué hacían aquí. Por ella que se largaran por dónde hubieran venido. Harley sólo quería estar a solas con Pamela. Volver a su jardín paradisíaco tan pronto como fuera posible. Se moría de ganas de continuar por dónde lo habían dejado la última vez… ¡Ostras, Harley! Si que te están afectando las feromonas...

Tienes ojos de psicópata— dijo, finalmente, inclinándose para ver mejor el rostro de Cedric e interrumpiendo así la conexión visual entre los dos interlocutores. — Esos ojos rojos no son muy normales, me dan mala espina… ¿Seguro que no eres un seguidor de algún demonio o algo así? Aunque ahora que lo pienso, es muy trendy ponerse lentillas de ese color...

¿Por qué has hecho esto, Ivy? ¿Qué esperas conseguir, ahora que todo el mundo debe de estar pensando en cómo detenerte?

¡Eso! ¡Es verdad!— exclamó de pronto, irguiéndose y mirando a Pamela. Al fin y al cabo, ella también había venido por lo del alboroto de la tele —¿Por qué lo has hecho, pelirroja? ¿Estabas intentando montar aquí la nueva casa de Papá Noel ahora que el calentamiento infernal le va a dejar sin glaciares?— pero de pronto, a pesar del pequeño barullo que se había montado en la entrada principal a la escuela de artes y oficios Cosby&Wayne, una dulce y suave voz que provenía de una muchacha tímida consiguió hacerse eco.

Hola pequeña, ¿Qué te has perdido? Aquí, sólo repartimos galletas de chocolate los martes y los jueves. Y hoy es… — estaba improvisando totalmente, y cuando se detuvo a pensar por un momento, ya había metido la pata. — ¡¡Juuuueveeees!! Pero mala suerte, a estas horas ya se nos han acabado.

La arlequina guardó el revólver en el cinturón de su falda, y trató de acercarse a dónde se encontraba Alice contorneando la cadera con tranquilidad y sin mostrar nada de hostilidad, llevando el bate encima de los hombros como si fuera una jugadora de béisbol profesional.

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime24th Septiembre 2019, 00:14

Ver a Harley en esa posición me ponía nerviosa. Estaba en peligro. Y yo había prometido protegerla. A pesar de la poca seriedad de ella, yo sabía que con un gesto de milímetros, podría estar muerta. Cuando por fin les atrapé, ayudé a Harley a levantarse y le guiñé toda mi confianza -Buen cebo…- rematé, pudiendo dar a entender que había sido a propósito.

La voz que salía del que había estado encima de mi amiga podría ser la de cualquier hombre. En sus inicios parecía más templativa que otra cosa, pero a medida que las feromonas cumplieron su efecto, pude notar el habitual semblante de deseo y desesperación. Parte de las fibras que rodeaban los brazos del Bosnio crujieron tensas ante su fuerza, pero resistieron el agarre. Eso me hizo sonreír. Por absurdo que resultase, siempre había un hombre dispuesto a ir en contra de su destino. Poco a poco su resistencia y la de su acompañante fueron cesando, acomodándose en una prisión de la que les costaría escapar. Alcé una ceja, buscando la forma entre una invisibilidad perfecta.-¿Conoces a este guaperas? -  Pues… creo que…-  Al fin, el mutante se rebeló para mi, trayéndome unos recuerdos tan bellos de Europa. -Oh… Disculpa mis modales Drago…- en el mismo instante en el que se identificó, la vegetación le hizo resurgir, formando suelo firme bajo sus pies y despidiéndose de él casi con una caricia al volver al terreno. -Pero reconocerás que no habéis sido muy ortodoxos..- Extendí el brazo hacia su rostro, replicando con el dorso de mi mano cubierta una caricia en su pómulo que colocaría un mechón del oscuro cabello tras su oreja. -Me alegro de volver a verte- le dediqué una sonrisa sincera, lejos de la posición de superioridad que me caracterizaba en esas circunstancias. A pesar de las presentaciones informales, el tiempo corría en mi contra, y la idea de fastidiarla por no ceñirme al horario no se escapaba de mi mente.

Desvié la mirada al hombre para reconocerle, ahora sí le localizaba. ¿Qué tenían esos dos que ver? Fruncí el ceño -Ah, sí. Te recuerdo- el tono era mucho más seco y tajante que cuando hablé con el mutante de luz y oscuridad. -Trajiste esos drones a mi hogar- Por un instante la desconfianza, vieja amiga del Gothamita, me hizo pensar que me estaban investigando y que ahora, les había pillado in fraganti. Él con los drones, y Drago con una cercanía emocional…

El rubio no pareció moverse ni alterarse lo más mínimo salvo por el movimiento de sus pupilas por rincones de piel verde que querían explorar a fondo. -¿A qué te refieres con que es cosa tuya…?- entrecerré los ojos buscando la sinceridad en su mirada, como si pudiera identificarla y aislarla de todo tipo de mentira que fuese a decirme. Al fin y al cabo las feromonas solían colaborar en un examen de polígrafo. Cédric, como se había presentado ahora, hizo un movimiento brusco que me desconcentró. ¿Pretendía mover el suelo? Había parecido más un reflejo nervioso de quien sueña que cae desde un rascacielos. Luego jadeó y miré de nuevo a Drago -¿Qué está haciendo tu amigo Cedric?- pronuncié el nombre de manera forzada buscando una respuesta. No recordaba que ese fuera su nombre, tal y como  él había indicado, juraría que utilizó uno distinto, lo cual reforzaba mi teoría del espionaje. -Tienes ojos de psicópata- Lo bueno de cuando estás loco, es que la gente deja de tomarte en serio. Por un instante olvidan tu doctorado en psiquiatría y las capacidades que aún conservas para dar pistas en voz alta sin que nadie sospeche de ti. Además… ella dormía con uno. Tenía un amplio espectro de experiencia. Cuando habló de demonios pensé en todo lo que ocurría… pero él - ya los tenía así cuando nos conocimos-

En la mente de Cédric, no sólo se refleja toda esa información, sino que también es capaz de percibir que él es el único que no tiene relevancia para Ivy, ya que alberga un buen recuerdo de Drago, un tierno recuerdo de dos personas que conectan en un motivo humano tan básico como puede ser el de pasar hambre. Para quienes fuesen más conservadores podrían interpretarlo como algo incluso romántico

La pregunta del francés me pilló desprevenida. Alzando una ceja, mirándole de arriba a abajo ahora que las plantas le habían aflojado y le recobraban poco a poco a una altura normal (aun sin soltarle los tobillos) - Creo que eso deberíamos hablarlo en otro momento, tranquilos y con una copa… - Por no decir “Métete en tus asuntos”.
Así que… tenían otra amiga. Escondida, un as bajo la manga por si esta incursión no les salía bien. Fantástico.

Debía ser la niña que estaba usando a lo lejos a mis propias hijas para esconderse entre la noche. Tenía un arma. Y a juzgar por la posición de los tres, estaba apuntando a su “amigo”. Giré el rostro hacia la posición de la niña antes de que saliera de las sombras.

¿Telépata...,eh? Interesante punto de vista…Podría matarle en este instante y eliminar un problema de raíz… aunque parecía que la niña lo haría por mi. No me gustaban los listillos. Tampoco consideré necesaria la cobertura ante la presencia del arma de fuego. Ella nos había visto, y aun así había decidido encañonar únicamente al telépata. Ni siquiera había reaccionado al vernos a Harley o a mí. No hizo medio gesto de defenderse. Puede, y sólo puede, que su veredicto de venir a por el telépata fuesen reales.

Me encogí de hombros -Puedes llevártelo- las raíces, que aún permanecían  en los tobillos del francés, le forzaron a dar pasos torpes hacia Alice, avanzando con pérdidas del equilibrio. Tampoco sabía qué pretendía dando órdenes verbales con un arma de fuego a un telépata, pero ese era su problema -Pero te lo advierto, jovencita… No admito le presencia de armas de fuego en mi casa. Si te lo llevas, más vale que sea pronto.-  Enguanté mis manos en un movimiento casi imperceptible de las hojas de mis muñecas y tomé a Drago y a Harley, uno en cada mano y eché a caminar hacia el interior de la escuela. Potentes espinas empezaron a surgir del suelo, impidiendo el paso de cualquier ser, persona, vehículo o animal no volador que quisiera acercarse, formando columnas rígidas de hasta casi dos metros según se alejaban de la zona con los dos desconocidos. -Habéis tenido suerte… Los dos. No os convendría estar con otra persona tal y como está el mundo ahora mismo… Por suerte tengo el control de todo lo que está ocurriendo en la ciudad en este instante- miré a los ojos a mi amiga, y luego al hombre - ¿Tenéis alguien a quien rescatar, alguien querido en Gotham a quien haya que proteger?- torné la vista a la rubia una última vez- Selina está bien, no te preocupes por ella, me he encargado personalmente de que no se pusiera en peligro- le sonreí con calma y nos introdujimos en la escuela mientras esta terminaba de blindarse, capa sobre capa de corteza, formando una cúpula inmensa de madera y verde. Tal vez, si los otros dos mutantes se dieran prisa, pudiesen entrar con ellos, si así lo deseaban.

Esto es el vestíbulo, pero nos repartiremos entre las clases, Harley, tú conmigo a las aulas de la izquierda. Drago, cielo… ¿Me harías el inmenso favor de recoger todo el material inflamable de las aulas? Disolventes, aglutinantes… toda clase de químicos que tengan el símbolo de la etiqueta en la superficie, ¿de acuerdo? Todo lo que tenga un logo de llamarada o similar, tiene que quedar introducido en esas cajas- señalé con la barbilla unas cajas de madera básica, de palé, que llevaban un revestimiento algo viscoso en el interior. -Ah, no toques el interior de las cajas, si el gel te roza la piel… morirás. Confío en ti- Y con un último guiño, me despedí desapareciendo con Harley en nuestro pequeño Iglú vegetal.

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime24th Septiembre 2019, 13:06

Cerró los ojos al sentir su caricia, como un amante enamorado, sintiendo crecer la dicha al escuchar sus palabras y constatar que le había causado una buena impresión cuando se habían conocido en Cévennes. Los pensamientos de justicia y castigo que había albergado hacia ella por lo que estaba haciendo en Gotham antes de ir hacia allí se habían volatilizado, como una gota de agua expuesta durante mucho tiempo al sol.

Se sentía como si estuviera flotando en un océano de nubes. Drago no había probado jamás ninguna clase de droga, pero, si lo hubiera hecho, a buen seguro la sensación habría sido similar. Ajeno en su mundo de idílica ensoñación apenas prestaba atención a lo que ocurría más allá del límite que marcaban los profundos pozos verdes que parecían absorberle por completo. Las palabras de la arlequina se perdieron en aquél mar, y lo único que le hizo reaccionar fue la pregunta de Ivy.

Miró hacia Cédric, confuso. ¿Qué le pasaba?

- No... no lo sé -admitió, preocupado. Nunca le había visto en ese estado-. Parece como si algo le hiciera daño.

El zarandeo mental de Cédric le ayudó a recuperarse más rápido de la ensoñación en la que se encontraba inmerso, justo a tiempo para percatarse de la irrupción de Alice. Sus ojos se agrandaron al ver que empuñaba un arma... y que estaba apuntando hacia Cédric.

- ¡Alice, no! -exclamó, alzando una mano donde refulgía su poder en dirección hacia la pistola. No tenía intención de hacerle ningún daño, por supuesto. Alice era alumna suya, y había llegado a cobrarle mucho aprecio. Además, sabía de sobras que era completamente inocente, pero sus entrenamientos en la Mansión X le habían ayudado a controlar lo suficiente su poder como para ser capaz de efectuar un disparo preciso que únicamente la desarmaría de llegar a ser necesario. Tampoco estaba dispuesto a permitir que el otro mutante sufriera el menor percance-. No sé por qué estás haciendo ésto, pero Cédric no es nuestro enemigo. Cédric es...

-Puedes llevártelo.

Miró sorprendido a la pelirroja.

- ¿Qué? No puedes...

Pero ya la metahumana le había cogido de la mano, arrastrándolo consigo hacia la escuela al tiempo que poderosas espinas comenzaban a brotar del suelo formando muros que le separaban del francés y la británica. Drago sintió la angustia crecer dentro de sí conforme la pareja comenzaba a desaparecer de su vista.

- Ivy, necesito... -las palabras que iba a decir se perdieron en el olvido al sentir una vez más aquella poderosa mirada verde clavada en la suya.

Alguien a quien rescatar... alguien querido en Gotham a quien haya que proteger...

Cassandra... No... Cassandra podía protegerse sola, y además contaba con la ayuda de toda la Batfamilia. Pero había... había alguien más, Drago lo sabía... Sentía que sólo tendría que concentrarse un poco para... El súbito destello de unos preciosos ojos azules pasó por su mente, pero antes de que el rostro que se giraba hacia él pudiera conformarse por completo, la imagen desapareció para ser sustituida por la de Cédric. Por más que lo intentara... por más que se esforzara... el recuerdo siempre huía, escurridizo y fugaz como una mariposa, deslizándose por entre sus dedos nada más que para regresar al francés. Una y otra vez, siempre regresando hacia él...

- Yo... -se llevó la mano a la sien, como si le doliera. Entre el control mental de Cédric y las feromonas de Ivy la sensación era como si le estuvieran partiendo por la mitad. Sentía la urgencia de ayudar al francés, pero, al mismo tiempo, era incapaz de resistirse al influjo de aquellos ojos verdes-. No lo sé... -expresó con frustración-. Cédric... está en problemas, tienes que dejarme ir, Ivy...

Antes de que se diera cuenta, estaban dentro de la escuela, y ya había vuelto a caer, perdida e irremediablemente, en el hechizo de la mujer planta.

- Sí, Ivy... -contestó, y, con la mirada ausente, comenzó a obedecer sus instrucciones.

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-Tienes ojos de psicópata.
-...No quiero problemas. Sólo he venido a por el telépata.
-Puedes llevártelo.
-¡Alice, no!

No era la primera vez que le apuntaban con un arma mientras estaba indefenso, ni sería la última. A esas alturas, ya podría decirse que estaba casi acostumbrado: Tenía muy asumido que eran gajes del oficio, y además, el peligro siempre resultaba mucho más fácil de sobrellevar si podías arreglártelas para que al final la bala no te diera un buen número de veces. Paralizar el dedo del gatillo, hacer que la pistola quemara, distraer o anular a su posible asesino. Normalmente, todo era válido para sobrevivir… Pero, en esa ocasión, no era tan sencillo. Porque por poco que le gustara, no podía estar en todo. Una mente embotada por las feromonas no podía lidiar a la vez con la maraña de conciencias entrelazadas que era Ivy, la jaula de grillos que Harley tenía sobre los hombros, arrastrar a Dragoslav de vuelta a su lado y además evitar que la dulce e inocente Alice se cansara de jugar del todo, recuperara la pistola que Dragoslav acababa de quitarle de las manos y acabara con él. Era demasiado, la cabeza le dolía y sus propios pensamientos se le escapaban de entre los dedos, como si no fueran más que arena.

Sí, definitivamente necesitaba un tiempo muerto para reorganizarse y priorizar. E Ivy, en su divina misericordia se lo ofreció… Alejándose de él, y llevándose consigo a un Drago que cada vez se debatía más débilmente contra su control. Y, por si fuera poco, se tomó la molestia de usar sus plantas para empujarlo contra la inglesa y la orden que esperaba en sus labios, mientras por otro lado empezaba a encerrarse con su sombra. Cédric no tenía ni la menor idea de para qué lo querría, pero… Llegado a ese punto, le daba exactamente igual. No estaba dispuesto a compartir el mando sobre él, así como su ego no se sentía satisfecho en absoluto con la imagen de sí mismo que había encontrado dentro de la mente de la mujer verde. Pero poco a poco. A pesar de la situación, el francés se negaba a darse por vencido, así que tan pronto como pudo, empezó a pensar cómo salir de esa. ”-No te preocupes.”-Musitó en la mente de Dragoslav mientras se alejaba, empujado por las raíces. ”-Estoy bien… Ahora iré a buscarte, pero ten cuidado. No te fíes de ellas.”-No era una defensa muy sólida, pero tampoco podía hacer mucho más en ese momento. No sabía qué le, o mejor dicho les estaba haciendo, así que contrarrestarlo en esa situación era casi imposible… Especialmente porque parecía algo complejo, basado quizás en ese recuerdo teñido de romance que ella conservaba. Lo que sí que podía hacer, y de hecho, haría, sería asegurarse de mantener el canal telepático constantemente abierto para tratar de controlar la localización aproximada y el estado de Dragoslav. No quería perderlo en el bosque después de lo mucho que le había costado conseguirlo, al fin y al cabo… Y menos para que se lo quedara otra persona.

Cuando finalmente llegó junto a Alice, la mutante lo recibió con una mirada helada, un duro contraste con el leve tinte rojizo que coloreaba sus mejillas producto de las feromonas. Eso le hizo esbozar una sonrisa aún ligeramente mareada pero aún así divertida, anticipando lo que venía a continuación. Una sonrisa que no tardó en convertirse en una mueca de profundo fastidio cuando, una vez más, sintió cómo su voluntad se doblegaba ante la de otra persona. Lo odiaba. Odiaba tan profundamente verse limitado… Pero eso solo alimentaba sus ganas de escapar, como un contorsionista que busca con ahínco las flaquezas de sus ataduras para liberarse de ellas. -No vas a entrar en mi mente. Sabes que no te conviene hacerlo, hay demasiado que desconoces y te saldría caro intentarlo. Así que te ordeno, que cualquier intento de usar tus poderes en mi, sea expresado tácitamente en voz alta antes de hacerlo.-Otra orden que no podía ignorar. Otro mandato que cerraba su mente en banda para él, y que, aunque no resultaba tan doloroso como la vez anterior… Limitaba sus movimientos de una forma importante. Porque Cédric estaba acostumbrado a conocer los secretos de todo el mundo sin que nadie pudiera ver sus movimientos, y Alice le había cerrado esa estrategia nada más empezar a jugar.

Afortunadamente para él, el francés no necesitaba esconderse para hacer lo que quería. Así que clavó sus ojos en los suyos verdes… Y le sonrió. Como si ella no quisiera matarle, como si no tuviera razones para hacerlo. Como si nada ocurriera a su alrededor y simplemente se hubieran reencontrado en un parque, días después de la tarde que habían pasado patinando sobre hielo. Porque la distancia con Ivy y el hecho de haber dejado de intentar leerla permitían al rubio algo más de claridad… Y eso era todo lo que necesitaba en ese momento. -Ya veo que no te alegras tanto de verme como yo me alegro de verte a tí.-No hizo ningún movimiento brusco, aún así. No había que olvidar que Alice iba armada, y Cédric no veía necesidad alguna de obligarla a usarlas. Al fin y al cabo, él también iba armado… Pero, ¿por qué resolver eso en un tiroteo, cuando podían tener una conversación? Así era más entretenido, y podían reservar las balas para personas que no tuviera tanto interés en conservar. Como las dos locas que habían robado su sombra, por ejemplo, o la policía que quizás decidiera complicarles la vida. -Y de hecho… No es que no te alegres, es que me da la sensación de que te gustaría meterme en una celda y tirar la llave al mar. O algo peor. Aunque no creo… Si quisieras matarme de verdad, sólo tendrías que habérmelo ordenado. ¿Verdad? O eso, o haber señalado dónde estoy a alguien que me matara por tí. Estoy seguro de que en SHIELD habría gente que se ofrecería voluntaria con gusto.-¿Contraproducente? Quizás, aunque algo le decía que no. ¿Divertido? Mucho. Cédric contempló el rostro de Alice con atención mientras hablaba. Privado del acceso a su mente, era lo mejor que podía hacer para notar lo que estaba provocando en ella.

-Pero, en lugar de eso… Aquí estás. Sola. Armada sólo con un par de pistolas y tu voz, y lo único a lo que se te ocurre obligarme es a decirte lo que voy a hacerte. -Al decir eso, Cédric empezó a caminar lentamente en torno a ella, como si quisiera observarla desde todos los ángulos. En realidad, lo que estaba haciendo era fijarse con más atención en la estructura de la escuela, pero no fue esa la sensación que transmitió a la chica. Su aplomo era exactamente el mismo que el que había mantenido en el interior de Arkham, como si ser un hombre libre o el prisionero de una de las instituciones más emblemáticas del otro universo no supusiera una diferencia para él. -Lo cierto es que, si lo hubieras pedido por favor, yo lo habría hecho igualmente. No me interesa engañarte, ni antes ni ahora.-¿Para qué mentir, cuando la verdad era mejor que cualquier cosa que pudiera imaginarse? ¿Para qué perder el tiempo tratando de convencerla, moviendo los hilos a ciegas detrás de ese bloqueo psíquico, cuando podía dejar que los hechos hicieran el trabajo por él?

-De hecho… Si me lo permites, voy a hacerte lo mismo que le hice a Drago. Voy a hacer que veas el mundo a través de mis ojos.

Alice era una mutante muy poderosa. Era una de las pocas personas que, hasta la fecha, habían conseguido dominarlo de verdad de una forma eficaz, aunque hubiera sido por un periodo tan breve de tiempo. Sin embargo, esa habilidad que tantísimo le jodía, y que tantísimo hacía que Delaney le interesara, tenía una debilidad. Y es que no trabajaba con emociones o ideas abstractas… Sino con palabras y oraciones concretas. Lo que Alice emitía eran edictos… Y como toda ley, siempre había una posibilidad por muy pequeña que fuera de encontrar un vacío legal que explotar. Técnicamente, no necesitaba entrar en su mente, porque no iba a tomar nada de allí. Y ya había expresado lo que iba a hacerle, así que… Eso debería bastar.

Cuando Alice parpadeó, el mundo a su alrededor había cambiado ligeramente. Los colores eran vivos, vibrantes. Pero no era eso lo que él quería enseñarle. Desde donde estaban, se podían oír las risas desquiciadas que surgían de Harley Quinn. Risas como las del Joker mientras anunciaba su juego de cartas, carentes de alegría, nada más que un ruido estridente que anegaba su mente y hacía difícil ver más allá. Podría estar yendo a organizar una fiesta de globos o a volar la ciudad, y su risa sería la misma. Ivy no era mejor. Sus pensamientos eran un coro atronador, compuesto de las voces de miles de seres vivos completamente ajenos a ellos, cuyo único objetivo era crecer. Invadir. Si Alice llegó a ver algún destello de humanidad, quizás lo distinguiría de la voz del bosque porque era lo único que proyectaba una emoción: Odio y disgusto por el resto de personas, salvo por la rubia. Quizás fueran las partes más humanas de Pamela la que le resultaran más aterradoras, porque, a diferencia del murmullo incomprensible de la selva que los rodeaba… Ese odio era perfectamente familiar. Pero quizás el peor de todos fuera Dragoslav. Verlo era como ver a alguien ahogándose en la imagen de Hiedra Venenosa, luchando sin esperanzas contra una marea que anegaba su mente sin descanso. Y, aún así… Pensando en ellos dos. En que debería volver con ellos, porque eran su alumna y su amigo, y no quería que este último sufriera daños. Pero su voluntad se estaba apagando como la llama de una vela, a medida que las tres figuras se separaban de ellos. Pronto, ya no quedaría nada de él… Solo una marioneta lista para ser usada por Ivy.

-¿Lo entiendes ahora?-Poco a poco, la conexión entre ellos se cortó… Aunque no sin que Alice echara un vistazo en dirección al propio Cédric. Sus pensamientos estaban dispersos, focalizados simultáneamente en las otras cuatro personas… Pero, al mismo tiempo, podía oírse algo diferente. Algo que sonaba demasiado al sonido de pasos. Sin embargo, el francés no hizo ningún comentario al respecto. -Entiendo que me odies. De verdad, no te culpo. Pero estaría bien que miraras a tu alrededor, y te dieras cuenta de que el problema es un poco más grande que lo que tenemos pendiente. A menos, claro, que prefieras deshacerte de mí ahora y arreglar este jodido desastre tú sola con tus dos pistolas. Lo cual sería espectacular, pero dudo que puedas.-La ironía tiñó su sonrisa al decir eso. Quizás pudiera llamar a los de SHIELD para que se hicieran cargo, pero si la provocaba lo suficiente… Veía una posibilidad real de que ni se le pasara por la cabeza. Lo cual le convenía, y mucho. Una Alice obcecada era una Alice entretenida, y a la vez, manejable. Dos de sus cualidades preferidas en una compañera de juegos. -Si no piensas coartar mi libre albedrío más, o dispararme, yo voy a ir a detener a esas dos y a rescatar a tu profesor. Eres libre de acompañarme, si quieres. Ya resolveremos lo nuestro luego. -Comentó, de forma casual, mientras se dirigía hacia la escuela.

Era una apuesta arriesgada, en la que podía tanto perder como ganar mucho. Pero eso era lo que le gustaba tanto de la situación. Al fin y al cabo… No merecería la pena si no hubiera riesgo, ¿verdad?

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime1st Octubre 2019, 22:08

Ver cómo la mujer pelirroja se llevaba consigo a su profesor, y las débiles réplicas de Dragoslav, no hicieron si no confirmar aquella sensación de cautela que cargaba consigo desde el minuto en que había desbordado el aerodeslizador de SHIELD. Era la sensación que la había acompañado en Babilonia, en el hospital, en aquellos sótanos en los que había conocido a Mística y Magneto. Fue aquella cautela la que la llevó a mantener el silencio cuando Poison Ivy se dirigió a ella, hablando de ese lugar como su casa, y haciendo que Delaney se tragara la réplica de que eso no era su hogar. No, tal vez no tenía todas las piezas del puzzle pero la actitud de Drago había sido suficiente para ponerla alerta, de que algo ahí no iba del todo bien. Y para colmo, Eclipse había apuntado hacia ella. Ese medio segundo de duda era todo cuanto necesitaba para ver su valentía sobrepasada. Tenía que ser, que Drago desconociera la verdadera identidad de Cédric. Le parecía inconcebible que siendo el francés quien era, su profesor realmente le apoyara y quisiera protegerle. Le faltaba información.

Tal vez de no estar distraída por ese pequeño hecho, habría prestado más atención a las palabras de Cédric. Por descontado no había bajado la guardia en ningún momento, el arma seguía sus movimientos y su pulso era firme, pero no reaccionó a tiempo a las palabras del rubio para detenerle, antes de que el mundo a su alrededor se saturara de color. Parpadeó, confundida, a medida que las voces arrullaban su mente y se volcaban en ella, todas a la vez. Se llevo la mano al rostro, cubriendo sus propios labios de forma refleja para evitar que el sonido escapara de ellos, y bajó el cañón del arma. Tardó unos segundos en comprender qué pasaba, en separar las voces y comprender que eran ellos, quienes minutos antes habían estado en esa misma habitación con ellos.

Cuando se cortó la conexión y los ojos verdes de Alice buscaron la mirada de Cédric, lo primero que pensó era en herirle. Darle un puñetazo en la boca del estómago, cortarle la respiración, golpearle con la culata de la pistola, cualquier cosa que pudiera borrar de sus labios aquella sonrisa irónica que tan poco apropiada resultaba para el rostro de Gabriel, demostrarle que una vez más, como siempre, la estaba infravalorando y no la conocía tan bien como pensaba. Pero por suerte para ella, los entrenamientos que había recibido no la habían preparado solo físicamente. Se esforzó en mantener una perfecta máscara inexpresiva que no dejara ver en absoluto lo que sentía. Que la vieran más inofensiva de lo que era realmente solo podía jugar en su favor y decidió mantener el silencio y la ilusión de que Cédric estaba en lo cierto, y no sería capaz de hacer nada en su contra. Porque desde su punto de vista, era así como el telépata debía verla, o no se acercaría tanto a ella.

Y para colmo, estaba Dragoslav. No tenía claro qué sucedía. Si de verdad su profesor necesitaba ayuda, si estaba siendo subyugado como parecía insinuar el rubio, o si de hecho, había muchísimas más piezas en el tablero que ella no lograba ver. Cédric parecía no querer esperar a ver su respuesta y decidió caminar en dirección a la escuela… Y Alice decidió rápidamente seguirle, enfundando la pistola en la cartuchera, para liberar una mano. No necesitaba demasiado tiempo, ducha como era en escribir en aquél dispositivo. Necesitaba que alguien, al menos una persona, supiera donde estaba.

La mansión le había fallado. SHIELD le había fallado. Sus mentoras no estaban disponibles. Y la presencia de Drago hacía que descartara al resto de mutantes. Y entonces, pensó en Lorenzo de Borgia. En Solaris. Escribió tan rápido como pudo su localización, que su profesor Eclipse la necesitaba… Y que Cédric Valjean estaba ahí. No dio más detalles, pues no quería que el aparato acaparara su atención durante más tiempo del necesario. Cruzaron la puerta instantes antes de que las cortezas terminaran de cerrarse a sus espaldas, convirtiendo aquél edificio en una suerte de búnker vegetal. En cuanto volvió a guardar su teléfono en el bolsillo, tuvo la breve tentación de hablar. De decir algo, cualquier cosa y transmitir a Cédric algún sentimiento que le hiciera perder las ganas de reír y sentir que podía disfrutar de aquella situación. Tal vez vergüenza, o tristeza, o aquella ansiedad que tantas veces le quitaba el sueño por la noche.

Por suerte para ambos, Alice era lo suficientemente madura para no hacer el imbécil en una situación tan peligrosa como aquella.

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime5th Diciembre 2019, 18:57

Harley se sorprendió ante el cambio de actitud repentino de Ivy, en cuando ésta reconoció al hombre de la melena negra. Pasó de ser la espina agresiva y amenazante, a la dulce y tierna rosa en un abrir y cerrar de ojos. Pamela se disculpó por sus modales y liberó al preso, para después acariciarle amistosamente la mejilla.

La novia del Joker frunció el ceño. Odiaba tener la sensación de que algo se le escapaba, y más cuando se trataba de Ivy. Ella creía que las mejores amigas siempre se debían contar absolutamente todo la una de la otra, y Harley nunca perdía detalle cada vez que la pelirroja le contaba una de sus anécdotas. Pero en aquellos momentos, se sintió desconcertada por el hecho de desconocer que había otra persona, completamente desconocida para ella, que se había ganado la estima de Ivy. Pues los gestos que se habían intercambiado ambos conocidos normalmente los tenía reservados para personas cercanas.

¡Yo soy Harley Quinn! — exclamó con una enorme sonrisa en el rostro, mientras estiraba la mano en dirección a Drago— Aunque eso ya lo sabías...— susurró mientras estrechaba los ojos y le miraba de manera sospechosa— ¡Un placer! Los amigos de Ivy también son mis amigos. — respondió de nuevo con entusiasmo, y su expresión cambió de golpe. Cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta de que algo no andaba bien con la rubia, sobretodo si era capaz de cambiar de emoción a cada frase que decía.  

Harley ya había avanzado en dirección a Alice para sugerirle que bajara el arma a pesar de que ya no tuvieran galletas de chocolate a esas horas, pero detuvo sus pasos en cuanto Pamela le puso a Cedric en bandeja de plata. Antes de marcharse por donde había venido, observó durante un instante a la joven de la pistola. Seguía apuntando al chico de ojos rojos con tanta fuerza, que los dedos de sus manos se habían vuelto de color limón por la presión. El gesto parecía decisivo, pero a veces una firmeza sólida podía significar otra cosa. Una tapadera con la que trataba de disimular un sentimiento oculto: el miedo. Y Harley tenía experiencia en eso de disimular tus verdaderas emociones con tal de sobrevivir un día más.

Cuando llegó con sus amigos, el gesto de Pamela le pilló desprevenida, pero reaccionó con una sonrisa sincera en los labios cuando sus dos manos se entrelazaron, y empezó a balancear su brazo con entusiasmo. Como si fueran dos niñas pequeñas paseando alegremente por el patio del colegio, mientras las gigantescas espinas cortaban el paso a todo aquel que quisiera seguirlas, convirtiendo la escuela en su fortaleza de entretenimiento privada.

Ya sabes que conmigo no hace falta que uses los guantes...— le susurró a la pelirroja con una sonrisa tierna en los labios. No podía negar que le gustaba mucho más el tacto de piel con piel, pero Hiedra debía preocuparse también por no envenenar a Drago con sus toxinas, así que comprendió que tomara precauciones.

Su propia intuición no la había engañado. Sabía que Pamela no se había vuelto loca, simplemente hizo lo que tenía que hacer para protegerse de la masacre infernal que estaba a punto de engullirles a todos. En cuanto preguntó acerca de rescatar a alguien querido, la primera persona que le vino a la cabeza  fue Catwoman. Pero la pelirroja ya se había adelantado antes de que la arlequina despegara los labios. Después pensó en el Joker. No tenía ni idea de donde se había metido el payaso, ni que planes macabros había puesto en marcha a raíz de la invasión demoníaca. Estaba preocupada, pero quizás no tanto por la seguridad física de su novio, sino por lo que aquello podría implicar para los demás…

Escuchó atentamente las órdenes que impartió la pelirroja a sus dos amigos, y observó con detenimiento el comportamiento extraño y contradictorio de Dragolsav. Sus ojos se abrieron de par en par cuando la mujer de piel verde habló sobre la capacidad mortífera del gel que había en el interior de las cajas de madera. ¿Qué demonios sería eso?

En cuanto las dos mujeres, todavía cogidas de la mano, se dirigieron a las aulas de la izquierda a continuar con su misión, Harley decidió preguntar lo que llevaba rato rondando por su desordenada cabeza.

¿Crees que hemos hecho bien dejando a esos dos fuera? Tengo la sensación de que esa chica estaba temblando por dentro…— quizás era la primera vez que apuntaba a alguien con una pistola, y dudaba de que tuviera el valor suficiente para apretar el gatillo. Además, había dicho que no iba a dejar que el hombre tuvo entrara en su mente. ¿Qué quería decir con eso? ¿Había sido buena idea dejar a dos personas armadas y con altas probabilidades de que se mataran la una a la otra?

Se llevó la mano al mentón, como esperando a que le viniera alguna idea alocada y brillante de las suyas para encontrarle algo más de sentido a la situación, pero como no pasó nada, decidió mejor esperar a las órdenes de Pamela. Todavía no le había dicho lo que tenían que hacer en aquella aula.

Oye… tu amigo Drago, no parece aclararse con lo que dice… — empezó, primero con la mirada baja, acariciando lentamente una de las esquinas de los pupitres más cercanos. Pero de pronto la miró a los ojos— ¿Has usado tus poderes con él?

Quería averiguar si aquel comportamiento tan servicial del mutante se debía a las feromonas de Ivy o a otra cosa. Y si supuestamente, Drago era su amigo… ¿Por qué se comportaba así con él? Es decir, un amigo ayuda a otro por propia voluntad, igual que lo estaba haciendo ella ahora mismo. Pero Drago parecía más bien estar continuamente debatiéndose entre si quedarse con Pamela o volver a fuera con ese Cédric…

Esa sospecha hacia su mejor amiga plantó una pequeña semilla de duda en el corazón de Harley. Ni siquiera quería pensar seriamente sobre ello, ni dudar de Hiedra...pero... ¿Y si también había sido objeto de su seducción y no se había dado cuenta hasta ahora? ¿Y si lo que sentía verdaderamente por Pamela era fruto de poder? Jamás se había sentido tan atraída antes por una mujer, de hecho, el protagonista de su vida siempre había sido el Joker. Hasta que sus emociones explotaron en nubes de colores dentro de aquel invernadero. Después de aquello, se pasó las siguientes semanas culpabilizándose y replanteándose seriamente su sexualidad, y todavía no había llegado a ninguna conclusión. Y si tuviera que malpensar, tendría todos los elementos a su favor. Pues aquella excitante locura había sucedido en el jardín secreto de Ivy, y todo parecía estar perfectamente predispuesto para dejarla atrapada bajo sus enredaderas. Como un pequeño roedor que camina lentamente sobre las fauces de una planta carnívora, sin pensar en lo que pueda pasar después...

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime9th Diciembre 2019, 03:57

Dragoslav resultó ser un esbirro sorprendentemente fiel a pesar de ese extraño cariño que parecía profesar al rubio. Sugirió entre suspiros y palabras que luchaban en su mente por no llegar a producirse, que le cuidase. Que no le entregase. Sin embargo, como comprobé a primera vista, ahí estaba guardando los tarros cuidadosamente de no rozar el gel.

-Si estaba temblando o no, no es mi problema. Hay que saber medir a lo que nos enfrentamos y no parecía ser una niña imprudente. Las noticias ya han dado parte de lo que está ocurriendo y sabía dónde se estaba metiendo. Además la policía aparecerá de un momento a otro Harl… No puedo preocuparme por todas, y menos por una que tiene un arma de fuego- comentó distraída satisfaciendo la curiosidad de la rubia con una explicación que no tenía porque dar. No paraba de buscar y rebuscar aula por aula más materiales que pudieran contener ese dichoso logotipo, ni siquiera miraba a Harley mientras hablaba  -Pero si tanto quieres ayudarla, abriré la cáscara del edificio para que puedas salir a ayudarla- sabía que no lo haría.

-Sí, una dosis leve de feromonas para que se mantuviera servicial. No sé qué tipo de influencia tiene el rubio sobre él o si solamente es pleno cariño, pero yo también me he dado cuenta- cargó los botes en sus hombros y entonces vio que su amiga no sostenía ninguno. Se los dio a ella y siguió en búsqueda de más. El tono de Pamela era serio, frío. No era circunstancia idónea para expresar ningún tipo de afecto o debilidad.

Habiendo repasado las aulas de media escuela, ya que era una simple revisión y no una incursión inicial, recogió una de sus cajas que se encontraba abierta en el centro del pasillo que conectaba las puertas y dejó con suavidad los líquidos dentro con un sonido viscoso y cristalino. - Apóyalos ahí… no toques bajo ninguna circunstancia su interior-  terminó de colocarlos, aunque yo sí rocé sin problema el gel.

Solté los últimos frascos de golpe, cuando algo me sacó de mi concentración. Alcé la vista , giré el rostro hacia un punto muerto y luego busqué con la mirada entre la más absoluta oscuridad algoo que no estaba allí. Agarré lla mano de harley, una vez estaba la caja ya cerrada, para colocarla sobre el manillar del carro con ruedas que la sostenía. -Arrástralo hasta el hall principal, por donde hemos entrado. Estoy justo detrás de ti - y corrí junto a ella.

Fuera, luces rojas y azules se empezaban a desplazar por el bosque. Policías a caballo y en motocicletas se habían reunido en patrullas preparadas para impedir que Hiedra hiciese… lo que fuera que quisiese hacer con la escuela, detuviera aquella invasión vegetal y la capturasen de una vez para devolverla del psiquiátrico del que había salido hace ya muchos meses. Para cuando ellos llegaron, podían ver dos figuras humanas que corrían veloces al interior de la escuela antes de que esta terminase de quedar herméticamente cubierta a cal y canto. A favor de la suerte de los comisarios, la figura masculina se había tajado uno de los pies en el proceso de crecimiento del campo de espinas y con ello, las toxinas recorrían su torrente sanguíneo. Pronto empezaria a notar los primeros efectos de comezón e hinchazón en la piel. Una vez los policías observaron que las puntiagudas estalagmitas habían terminado de crecer, hicieron avanzadilla, ya andando siguiendo sus pasos hasta la entrada, el último punto del envoltorio que Poison Ivy había cerrado.            

Cuando llegué al hall pude ver a Dragoslav, que traía obediente no sólo una sino dos cajas repletas de los materiales químicos. Pero para mi pronta decepción, una docena de esbirros se encontraban también allí, con una caja cada uno en proceso de una discusión bastante estúpida.
- No, vosotros ibais en el camión número doce - ¿¡Pero tú eres gilipollas!? ¡Íbamos en el quince! Somos el último turno - Y una mierda, Ivy nos dijo en persona que a nosotros nos correspondía el trece y a vosotros el doce - Mira, me estás tocando los cojones y - ¿¡QUÉ HACÉIS AQUÍ!?- el grito invadió toda el espacio posible donde el aire se movía, pude notarlo yo misma. -Me estáis diciendo… que esas cajas están aún aquí… ¿¡PORQUE ESTÁIS DISCUTIENDO EL NÚMERO DE LOS CONDENADOS CAMIONES!? OS HE DEJADO UNA SALIDA LIBRE PARA QUE EVACUARAIS ESTO- mi voz pareció partirse en dos tonos diferentes por un instante. Comprobé que de esos 12 los que no me siguieran por feromonas, me seguirían por miedo. Permanecieron completamente inmóviles ante mis cuestiones, pero para su suerte, me distraje presenciando cómo los humanos que se habían quedado atrás, habían conseguido acceder a la escuela. -Cerradlo todo. Ahora. Tenemos que irnos, no hay tiempo para más juegos de sobremesa- Cerrando cajas a mi paso, me dirigí a la pareja recién llegada al enjambre -Si entorpecéis mi camino lo más mínimo, os mataré en menos de un segundo.- Añadí a modo informativo mientras acariciaba la espalda de Drago como muestra de gratitud por sus servicios.

Volví a alzar la vista. Mis hijas me habían notificado los movimientos de la policía y me estaban comunicando nueva información. Miré intrigada a un punto concreto del techo. -Cuerpo de explosivos  y Deltas. Tenemos que movernos ya. En caso de que consigan volar mi cáscara, entrarán y dispararán sin hacer media pregunta. Ya sospechan que sois todos cómplices.- Giré el rostro hacia el punto donde la policía intentaba también quebrar la cobertura, el punto exacto por donde habían accedido la chica y el francés. -No os quedéis ahí parados, coged una caja y corred- la caja que sobraba, junto a drago, y la que llevaba Harley en sus manos, que le lancé junto con el carro al rubio para que lo cogiera antes de que se desviasen las ruedas. -Corred y no paréis. Seguid a Conall.- Conall  era uno de mis esbirros más fieles desde que tengo memoria. Y no eran necesarios el uso de feromonas o amenazas, honestamente creía en mi causa. Alzó la mano para que supieran a quién me refería y echó a correr con su correspondiente carro cargado. Varios esbirros salieron detrás. Aguardé a que todos emprendieran la marcha para quedarme detrás con Ivy buscando la única salida que había dejado accesible al mundo exterior y sacar esas cosas de ahí de una vez.  

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”-Ya tardaban.”-Sirenas, helicópteros, el ruido de motores y gente acercándose a toda velocidad. Una sinfonía que no le era en absoluto desconocida, ya que albergaba recuerdos de pertenecer tanto a perseguidores como a perseguidos en esa clase de situaciones. Eso no hizo que se rezagara, precisamente. Una vez se aseguró de que Alice le seguía la corriente, aceleró… Corriendo entre la maleza con el sonido del puñetazo que la británica quería pegarle y la llegada del GCPD de fondo. Por poco que le gustara reconocerlo, sabía que no tenía la potencia de fuego necesaria para abrirse paso a través de ese caparazón vegetal, y no iba a permitir que lo separaran así de su última obsesión. Su vínculo con Drago, su venganza hacia Ivy y su deseo de controlar a Alice competían por ser su prioridad número uno en ese momento, y fue por eso por lo que no dudó en encerrarse con la mujer verde y sus lacayos en su propio territorio, aunque no sin antes asegurarse de que la británica seguía a su vera. Quizás si hubiera tenido menos cosas de las que preocuparse, hubiera caminado con más cuidado… O quizás no, ya que su propia integridad nunca había sido algo especialmente importante para él. Fuera como fuera, para cuando las muralla verde se cerró a sus espaldas, el francés notó un leve dolor en el pie que se apresuró a ignorar. Esa combinación de autoconfianza extrema y resistencia adquirida al dolor le hacía subestimar siempre sus propias heridas, hasta que estas se volvían demasiado graves como para ser pasadas por alto. Era entonces cuando su cuerpo fallaba y llegaban los problemas de verdad… Pero, hasta entonces, Cédric podía seguir funcionando. Ya se preocuparía por las toxinas que corrían por su torrente sanguíneo más adelante, cuando se hubiera refugiado en un lugar seguro y pudiera hacer que alguien lo sanara.

La policía tampoco era un problema a sus ojos. La oscuridad, lo difícil del terreno y la capucha que ensombrecía su rostro mantenían oculta su identidad incluso aunque alguno de los policías presentes pudiera hacer la conexión con el incidente que había tenido lugar en Arkham hacía unos días. Y, además… Tan pronto como recuperara a su juguete favorito, podría hacerse invisible de nuevo. Sí, a pesar de lo descontrolado de la situación, Valjean seguía viendo las cosas en parte a su favor. Sólo tenía que hacer lo que hacía siempre: Jugar… Y dejar que todo se derrumbara a su alrededor.

Con un chasquido, el caparazón vegetal se cerró a sus espaldas, bloqueando a la policía fuera. No tardarían en abrirse paso, por supuesto, y eso era algo de lo que Ivy también era dolorosamente consciente. Podía notar su nerviosismo como un perro de presa olería la sangre de su presa herida, impregnando cada uno de sus gritos y órdenes. Empezaba a sentirse acorralada, atrapada dentro de la madriguera que ella misma había creado… Lo bastante desesperada, incluso, como para confiar en los dos recién llegados para ayudarla, bajo la premisa de que ahora que parecían cómplices, estaban todos en el mismo barco. El problema radicaba, sin embargo, en que Cédric no estaba en el barco de nadie… No, él era más bien una grieta en el casco, dispuesto a hundir lo que la mujer verde estaba tratando de hacer. Fuera lo que fuera. Honestamente, sus planes no le podrían importar menos, y podría haberla llegado a dejar en paz… Si no se hubiera puesto a tocar sus cosas, por supuesto. Esa era una ofensa que no podía ignorar. -No os quedéis ahí parados, coged una caja y corred.

Sin comerlo ni beberlo, el rubio se encontró con una caja de lo que quiera que estuvieran transportando delante. Un breve vistazo bastó para identificar de qué se trataba: Inflamables, explosivos… Todo aquello que podría reducir su imperio a cenizas. Y se lo acababa de poner literalmente delante, confiando en que fuera buen chico y le ayudara a quitar eso de enmedio. ”-Oh, vamos… No puedes ponérmelo tan fácil, preciosa. Así no es divertido.”-Pensó, sonriendo para sí, mientras metía la mano en el bolsillo para alcanzar el mechero. Hubiera preferido quemar primero el bosque para leer el dolor de miles de seres vivos a través de ella… Pero suponía que quemar directamente a la mujer planta era casi igual de bueno, dadas las circunstancias.

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Acababa de traer las últimas cajas donde aguardaban los demás, y las dejó en el suelo mientras escuchaba a los sicarios discutir por algo que Drago no consiguió entender. Él era un soldado, y cuando un soldado recibe órdenes de un superior las obedece y punto. Aquella clase de discusiones eran improductivas y absurdas, y no hacían más que hacerles perder el tiempo en una situación en la que, a juzgar por el sonido de las sirenas, no es que andaran precisamente sobrados de ello. Por suerte, Ivy no tardó en salir y poner orden, y rápidamente los hombres se dirigieron a cumplir su trabajo. Drago se disponía a recoger las cajas del suelo cuando vio aparecer a Cédric en compañía de Alice. Una sensación de profundo alivio le embargó al ver que estaban los dos bien. Sus ojos se cruzaron con los del francés y quiso decirle algo, pero en ese momento sintió los dedos de la mujer planta recorrerle la espalda y fue como si una descarga eléctrica erizara cada vello de su piel, haciendo que se le olvidara lo que iba a decir. El gesto no pasó por alto alto tampoco a ojos del francés, que fulminó con la mirada a la pelirroja nada más ver lo que estaba haciendo.

Eclipse miró también hacia arriba en cuanto escuchó los helicópteros. Estaba claro que la situación pintaba muy, muy mal.

- No os quedéis ahí parados, coged una caja y corred -ordenó Ivy lanzándoles una a cada uno-. Corred y no paréis. Seguid a Conall.

Para Drago, los siguientes segundos transcurrieron a cámara lenta. Su mirada pasó, obediente, de Ivy a Conall, pasando después por Cédric y Alice para asegurarse de que le seguían... Y, entonces, le vio sacar el mechero. Y algo hizo click en su mente.

Recordó la razón por la que habían ido hasta allí. El hecho de que Ivy estaba tomando toda Gotham bajo sus plantas. Entonces no había comprendido la belleza del Verde. Lo sagrado de la misión de Ivy... Ahora lo entendía, pero Cédric no... Cédric no conocía a Ivy como la conocía él. Estaba equivocado... pero no merecía morir por ello, y Drago estaba convencido de que si hacía lo que seguro estaba pensando... si la dañaba a ella o a aquellas a las que llamaba sus hijas, Ivy posiblemente le mataría. Y eso no podía permitirlo. Por más que la adorara a ella, profesaba un profundo aprecio hacia Cédric y no estaba dispuesto a perderlo así.

Dio un sólo paso hacia él mientras todos los demás corrían llevando las cajas, y, en un movimiento fluido propio de alguien con mucha experiencia en combate, le rodeó por detrás. Con una mano le inmovilizó la muñeca que sostenía el mechero y se la retorció, obligándole a soltarlo. Con la otra, le tapó la boca para que no profiriera el menor sonido. Sin embargo, eso no impidió que la exclamación de sorpresa y enfado llegara igualmente a él, aunque fuera por medio del vínculo telepático que ambos compartían; ni que el cuerpo del francés se tensara contra el suyo por instinto, deseoso de escapar a su agarre. Al mismo tiempo, un manto de invisibilidad les cubrió a los dos. Mientras le mantenía la boca tapada, Drago le hizo una llave en la muñeca para mantenérsela inmovilizada a la espalda de manera que no podría liberarse a menos que se la rompiera, y le arrastró en silencio hasta un rincón algo más apartado aprovechando el caos reinante. Esperaba que entre toda aquella confusión, con el sonido de los helicópteros, las sirenas de la policía, las luces de los coches, las órdenes de Ivy y los esbirros corriendo y subiendo a los camiones nadie notara su repentina desaparición. Alice posiblemente lo haría, pero no podría encontrarlos. En cuanto se quedaron a solas, Drago se acercó más para susurrarle al oído:

- Ssshhh... No hagas ningún ruido, nos sacaré de aquí -le dijo en tono tranquilizador.

- No quería que "nos sacaras de aquí", no todavía -espetó el hombre más joven, sus palabras cargadas de frustración.

Aprovechando el jaleo provocado por los camiones, Drago condujo a Cédric por el hueco que aún permanecía abierto. Una vez fuera le soltó indicándole una única orden: "¡Corre!".

Los dos hombres corrieron, envueltos en el manto de la invisibilidad, en la dirección contraria a la que habían huído Ivy y sus secuaces y manteniéndose lo más lejos posible de las sirenas de la policía.

Una vez completamente a salvo, se detuvieron para recuperar el aliento en una zona boscosa.

- Lo siento -jadeó el mutante-. Vi lo que ibas a hacer... Ivy te habría matado, y yo... No podía... no podía permitirlo.

A Cédric no le gustaba que le llevaran la contraria. Ni siquiera le gustaba que sus marionetas pensaran demasiado por sí mismas en primer lugar... Pero tenía que reconocer que esa preocupación, ese afecto, resultaba divertido. Lo habría apreciado, incluso... Si no estuviera de tan mal humor.

-No habría podido, lo tenía todo controlado. Y ahora has dejado a Alice con ella... -una nota de preocupación se filtró en sus palabras, puesta adrede para elicitar la mayor culpabilidad posible en su oyente. Quería hacerlo sentir mal. Quería hacerle pagar por ese placer que le había negado... Por haber hecho uso de ese libre albedrío que tanto quería arrebatarle. Y ojalá fuera solamente una táctica para seguir manipulándolo. No sólo odiaba haber dejado escapar a la pelirroja... Sino que también detestaba haber dejado atrás a la única mujer que había conseguido hacerle sentir algo nuevo. Quería seguir jugando con ella, quería romperla entre sus manos. Y ahora, era imposible-. Espero que la policía llegue a tiempo para salvarla. Vámonos... Ya hemos visto suficiente.

Sin embargo, a pesar de la dureza de sus palabras... Cédric no dudó en caminar junto a él cuando su pie empezó a fallar, reduciendo su paso a un ligero cojeo. Confirmando lo que Drago ya sabía, o al menos, lo que creía saber: Que, pese a todo... su amigo lo apreciaba de la misma manera que hacía él.

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime20th Junio 2020, 03:38

El plan no tomaba un rumbo perfecto pero se desarrollaba con la suficiente fluidez para no tener que preocuparme. No me percaté de la duda del rubio ante los inflamables por estar centrada en mi tarea, mucho más importante y peligrosa de lo que ellos eran siquiera conscientes.

El acceso de salida daba directamente a la parte de carga de un furgón policial de operaciones especiales del GCPD. Supuse que mi rubia se inquietaría con esa imagen, pero también supe que era lo suficientemente lista para calmarse al ver a Conall abrir las puertas de par en par y empezar a cargar las últimas cajas mientras el agente que conducía me miraba casi sin parpadear por el retrovisor. Y por si fuera poco, en el interior esperaba sentada, tranquila y dispuesta a ayudar la tercera sirena gothamita que faltaba en espera, mi ladrona favorita. Me detuve y di la vuelta. Sólo quedaba la caja que el francés había sujetado, pero cuando me di la vuelta, no había nadie. Supuse que habían huído. Típico de los cobardes invisibles…

Volví atrás, agarré la caja con una mano y pisé algo rígido con la mitad del pie que estaba a un palmo de distancia tras la caja. Me incliné para recogerlo sin saber que mi pelo estaba a punto de rozar con las rodillas de los hombres. Cuando identifiqué el objeto como un encendedor, lo aplasté entre mis dedos dejando las esquirlas en el mismo sitio donde lo había encontrado. Un suspiro y una revisión después visual rápida después, ya estaban todas las cajas en la parte trasera de la furgona, con Conall, Harley y Selina en sus sitios. Sólo quedaba un sitio, el mío, ya que no contaba con visita. Y vi a la chica armada a los ojos una sola vez. -No es nada personal- la aparté con un empujón en el hombro y cerré desde dentro mientras me abría paso hasta el primer asiento libre, junto a la arlequina. -Perdona que no te avisase, no he sido muy considerada a la hora de mandar invitación- dije mirándole a los ojos. Selina era fácil que se apuntase a un bombardeo pero Harley y más después de la última vez, podía largárselo al Joker entre cualquier broma translúcida. Y que Joker se metiera en esto era lo último que necesitaba.

-Vamos a un nido de las alcantarillas, bajo el viejo jardín botánico. Estoy acumulando todo lo que sea potencialmente inflamable y explosivo para asegurarme de que no hay percances.- Alcé la mirada al hombre que sostenía el volante - Donde antes, ¿De acuerdo cielo? Da la orden- La furgoneta arrancó dejando claro que conocía el rumbo y que no dudaría en aprovechar la sirena. - Aquí Brown, otro corte de suministro en el sector 7, nos desviamos para cubrirlo - Un crujido electrónico de walkie se accionó al otro lado - Recibido, esperamos orden -

-Mientras llegamos, chicas… Quiero que me contéis todo lo que sepáis sobre Batman y sus allegados. ¿Habéis sabido algo nuevo? Yo no he vuelto a verle en mucho, mucho, mucho tiempo... - una mirada persistente se clavó en Selina durante un par de segundos más necesarios de lo habitual. Sabía que con mi la arlequina no debía preocuparme, me lo diría sin problema. Además parecía tener un clavo de culpa que no le dejaba descansar bien por nuestro último encuentro y parecía querer intentar enmendarlo.


FDI: Como hablamos. Con esto quedan fuera Alice, Cédric y Drago. Nos quedamos las musas, se incorpora Selina. Contestad como queráis. En principio el viaje (salvo que se os ocurra algo chulo que lo interrumpa) va a ser tranquilo hasta llegar a un acceso a las alcantarillas bajo el jardín botánico y vais a ver una reserva inmensa de químicos, etc. Hay que descargar y un par de turnos más como mucho. ¡Gracias!

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime21st Julio 2020, 21:33

Pamela estaba más seria de lo habitual. Cuando le hablaba, apenas la miraba a los ojos, y su voz sonaba fría y superficial mientras le iba a pasando los botes con la etiqueta de riesgo de incendio. Al menos fue sincera cuando le explicó que había usado sus poderes con Drago, para alejarle de la perturbadora  influencia del señor con ojos de psicópata.

¿Qué es ese gel viscoso?— dijo, haciendo una mueca al ver como las manos de pamela se impregnaban en él.— ¿Es venenoso?

La rubia asintió a la orden de la pelirroja, y sin más demora empujó el carro con las cajas, en dirección al vestíbulo principal de la escuela. Allí les esperaba una estúpida discusión de números y camiones que hizo estallar la paciencia de Ivy en mil pedazos. La arlequina se llevó las manos a los oídos para evitar que un posible daño a sus tímpanos, y esperó a las nuevas indicaciones.

Eran malas noticias, la policía ya había llegado, y probablemente no tardarían en rodearnos. Corrimos como si no hubiera mañana, atravesando todos los pasillos principales de la escuela hasta llegar a la supuesta salida, donde nos esperaba un furgón de la policía de Gotham.

Ohhhhhmiiiierdddddddaaaaaaaaa—empezó a murmurar la rubia con intención de dar la vuelta, hasta que vio al lacayo más fiel de Ivy, el tal Conall, salir por la puerta trasera del automóvil— aaaaauuuuffffffff….

Dejó escapar un largo suspiro de alivio, y de un salto, Harley se metió directa al interior del furgón policial con la caja de inflamables en la mano. Sus ojos se abrieron de par en par, emocionados, al ver a la gatita más escurridiza de todo Gotham sentada frente a ella.

¡SEL! —gritó, dejando la caja de madera a un lado y lanzándose a los brazos de su amiga. La estrujó en un cálido y poderoso abrazo, y después le plantó los morros en esa felina mejilla — ¡Qué alegría volver a verte! ¡No sabíamos nada de ti tras la invasión demoníaca! ¿Estás bien?— después, sus ojos fijos en Catwoman pasaron a posarse en la hermosa figura de su amiga Pamela, que acababa de cerrar la puerta de la furgo en las narices de la niñita con pistola. Supuso que cuando la policía encontrara a Alice, la pondrían a salvo. La niña no tenía nada que ver con los planes de Ivy, ni tampoco lo hacían Cedric ni Drago, a los que no les había vuelto a ver el pelo desde la huida. Así que simplemente se encogió de hombros y se sentó entre sus dos amigas, agarrando por los hombros a cada una con un brazo.

¡Como me alegro de que estéis todas bien! — sonrió, con una felicidad visible que alcanzaba a sus claros ojos. Después le comentó a la pelirroja. — No pasa nada, simplemente estaba un poco preocupada por ti después de ver las noticias… me preguntaba en que lío te habrías metido ahora. — parpadeó, deseando que no la hubiera ignorado por culpa de lo que pasó aquella tarde en el invernadero— Que por cierto… ¿Qué es exactamente lo que estamos haciendo?

Vamos a un nido de las alcantarillas, bajo el viejo jardín botánico. Estoy acumulando todo lo que sea potencialmente inflamable y explosivo para asegurarme de que no hay percances.— explicó la pelirroja, ahora todo tenía mucho más sentido. Todo lo que implicara la palabra “fuego” significaba problemas para su querida amiga mitad planta-mitad persona. Era lógico, así que simplemente estaba evitando que sus enemigos usaran su debilidad más efectiva contra ella y sus hijas.

Sus hijas. ¿Sus hijas?

De pronto, se imaginó siendo también la madre de aquellas florecillas traviesas y hermosas del jardín botánico, en el caso de que decidieran continuar con lo que no terminaron de hacer la última vez. Rápidamente, la arlequina agitó la cabeza para intentar borrar esas imágenes mentales. Por suerte, Pamela inició un tema de conversación totalmente diferente a lo que estaba pensando.

Umh… pueeeeessss…— balbuceó, llevándose la mano al mentón mientras trataba de buscar alguna información de provecho para la pelirroja— la verdad es que no tengo ni la más remota idea… ni siquiera sé dónde anda el Joker… desde la fuga de Arkham, parece que se haya… “esfumado”.— confesó, mordiéndose el labio inferior. No quería decirles que llevaba durmiendo en moteles desde entonces, se sentía demasiado acobardada con todo lo que estaba pasando con los demonios que ni siquiera había vuelto a la Milla de la Diversión tras dejar el maletín robado por los secuaces de Mad Hatter. Y lo que sabía, era básicamente lo que sabía todo el mundo porqué había salido en las noticias. — Lo único que sé, es que la Raven esa de los Titanes se ha vuelto loca y está masacrando a todos los amigos del pajarito… ¿Dónde demonios se habrá metido Batman y la Liga de la Justicia?— se preguntó, y en ese momento, no se dio cuenta de que la palabra "demonios" era la clave de la resolución del enigma.

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime28th Julio 2020, 18:58


- Buenas noches, señoritas - ronroneó Catwoman, divertida, desde el interior de la furgoneta.

Sin duda, Selina Kyle sabía cómo hacer una buena entrada. Al fin y al cabo, era capaz de desaparecer sin dejar rastro. ¿Por qué no iba a saber hacerlo al revés? La ladrona adoraba presentarse como si nada a una cita, ya fuera inesperada... o convenida.

Lo cierto era que la llamada de Pamela la había cogido por sorpresa. Lo mismo que el caos verde que se había adueñado de Gotham de la noche a la mañana. Así funcionan las cosas: una noche estás siguiendo pistas de un gas venenoso; la siguiente estás abriéndote paso por una selva recién nacida. Una noche estás descubriendo la identidad secreta de Batman; creyendo que te has acercado lo suficiente...

Y, la siguiente, la cama está vacía, salvo por unas vendas salpicadas de sangre.

Sí, Selina tenía un digno rival a la hora de desaparecer en un parpadeo. Batman... Bruce Wayne, aún no podía creerlo... se había desvanecido por completo, poco después de su encuentro en las alcantarillas.

Probablemente, aún herido. No había vuelto a verlo desde entonces.

Hasta que se anunció la muerte de Bruce Wayne en las noticias.

No había querido creerlo. Por favor, si Batman llevaba años burlando a la muerte… Los pensamientos habían abarrotado la mente de Selina. ¿Sería un plan, otra de sus artimañas…? Tal vez estuviera embarcado en otra misión secreta para salvar el mundo.

Tal vez se hubiera arrepentido de revelar a Catwoman su secreto, y había decidido hacer desaparecer aquella vulnerabilidad acabando con su identidad civil. ¿Por qué no? Ella misma lo hubiera hecho. Acababa de exponerse ante ella, y ambos sabían que Selina no era de fiar; ambos sabían que podía traicionarlo en cualquier momento. ¿Por qué iba a confiar en una ladrona, después de todo? Por mucho que le hablara de redención, el Murciélago no creía en ella.

Ante el espejo, Selina se encogió de hombros, y fingió que no le importaba.

Probablemente fuera mejor que creerlo muerto.

Decidió vestirse de su color favorito para acudir al funeral. Era una ceremonia privada, de modo que saltó la valla. Al entrar en la Mansión no sintió ni un ápice de la emoción que había mencionado a Bruce, días atrás.

Sólo venía a despedirse, de un modo o de otro. No había nada que robar.

El ataúd estaba cerrado. Selina intentó imaginar que estaba vacío. Se repitió mentalmente su teoría. Pero aquellos chicos vestidos de negro - Robin, Batgirl, Nightwing… comprendió, a medida que recorría sus siluetas con la mirada - lloraban. Lloraban de verdad.

No era una actuación. No era un entierro de cara al público.

Un nudo se cerró con firmeza en su garganta.

Se marchó a casa sin mirar atrás.

Unos días después, había recibido el mensaje de Pamela. Para ser sincera, no un mensaje, sino otro tipo de aviso, mucho más efectivo y directo. Selina se levantó de la cama para descubrir que un dosel de enredaderas había trepado, sin ningún tipo de reparo, por las ventanas de su ático.

Así, sin más, Gotham se había convertido en una jungla.

Selina no tenía ni idea de lo que pasaba por la cabeza pelirroja de Ivy, pero aquello era cosa suya. Envió a Holly a reunir información mientras se enfundaba en su traje negro para ir al encuentro de su compañera.

Media hora después, se estaba deslizando en el asiento trasero de un furgón de la GCPD… el nuevo coche de Ivy. Curiosa elección. Sus secuaces la aceptaron sin preguntas, pese a que era evidente que la pelirroja y Harley no estaban allí. Selina supuso que Pam contaba con ella. De modo que se dispuso a esperarla.

Cruzó las piernas, recubiertas de kevlar como una segunda piel, adoptando una postura engañosamente relajada. Dejó que una media sonrisa curvara la comisura de sus labios. Y así fue exactamente como, minutos después, recibió a sus dos amigas.

***

¡SEL! ¡Qué alegría volver a verte! ¡No sabíamos nada de ti tras la invasión demoníaca! ¿Estás bien?

Selina se preguntó si estaba “bien”. Bueno, desde luego no estaba herida. No estaba muerta. Aquello debía de valer.

- Estupendamente - respondió -He estado cuidando del End - dijo, en cuanto a su “desaparición”.

Lo cierto era que se alegraba de verlas.

Salió de la furgoneta para ayudarlas a cargar las cajas que habían traído con ellas.

- Has estado descuidando el jardín - le dijo a Ivy tras depositar el último paquete, estirando los brazos y la espalda en un único movimiento fluido. - Tengo la ventana llena de zarzas... - y no era una exageración - ¿Qué te traes entre manos?

Una pregunta que enlazó con las últimas palabras de Harley.

Que por cierto… ¿Qué es exactamente lo que estamos haciendo?

-Vamos a un nido de las alcantarillas, bajo el viejo jardín botánico. Estoy acumulando todo lo que sea potencialmente inflamable y explosivo para asegurarme de que no hay percances.

Material inflamable. Algo lógico e ilógico a la vez, dentro de un esquema que incluía un bosque gigante. En apariencia, una salvaguarda para Ivy. Potencialmente, un peligro para su plan. Las piezas no terminaban de encajar para Selina. ¿Por qué Pam iniciaba una invasión vegetal, allí y ahora? ¿Y por qué acumulaba algo tan peligroso en mismo lugar, justo debajo de su sede, sabiendo que podía hacer boom y saltar por los aires?

- Donde antes, ¿De acuerdo cielo? Da la orden - dijo Pamela, y la furgoneta arrancó.

Hasta donde sabía por el momento, Pam la quería para trasladar bienes... y eso era lo que Selina iba a hacer. Tal vez por amistad. Tal vez porque le debiera un favor o dos... la ladrona no era buena recordando deudas.

Pero se cocía algo raro, podía sentirlo. Y Selina no tenía intención de obedecer ciegamente a su amiga. Cumplía los dos requisitos de una buena gata: no tenía amo, y era curiosa. La única manera de averiguar qué pasaba, y de salir ilesa de ello, era estar dentro.

Escuchó el intercambio de la radio, pensativa. La voz de Pamela volvió a llamar su atención.

-Mientras llegamos, chicas… Quiero que me contéis todo lo que sepáis sobre Batman y sus allegados. ¿Habéis sabido algo nuevo? Yo no he vuelto a verle en mucho, mucho, mucho tiempo... - su mirada se detuvo en Selina.

Y la gata se la sostuvo, pese a que el nudo en su garganta volvió a tensarse.

Umh… pueeeeessss…— dijo Harley, sonando aún más confusa de lo habitual. Parecía avergonzada. Selina la miró, extrañada. ¿Qué diablos les pasaba a aquellas dos? Estaban rarísimas. — la verdad es que no tengo ni la más remota idea… ni siquiera sé dónde anda el Joker… desde la fuga de Arkham, parece que se haya… “esfumado”.

Aquello eran malas noticias. Muy, muy malas noticias.

Selina detestaba al novio de Harley.

Lo único que sé, es que la Raven esa de los Titanes se ha vuelto loca y está masacrando a todos los amigos del pajarito… ¿Dónde demonios se habrá metido Batman y la Liga de la Justicia?

Selina tenía la respuesta a aquello, pero… ¿debía compartirla?

Lo ponderó en silencio.

- No lo he visto desde hace días. En las calles se rumorea que Batman ha desaparecido - dijo, finalmente.

Dos verdades para esconder otra verdad aún mayor.

Bruce Wayne y Batman eran la misma persona.

Y Batman estaba muerto.

La furgoneta se detuvo al cabo de unos minutos que a Selina se le antojaron eternos. Bajó de un salto, agradeciendo la ocupación de descargar las cajas. Habían cruzado un acceso subterráneo hacia las entrañas del Jardín Botánico, y se encontraban en un lugar lleno de cajas y más cajas, bidones y otros recipientes que parecían almacenar todo tipo de sustancias químicas e inflamables.

Selina recordó la reserva de gas del miedo de Crane, y se estremeció.

- ¿Qué está pasando, Pam? ¿Por qué… esto? - volvió a preguntar, con un gesto que pretendía abarcar los químicos, pero también las plantas. - ¿Has decidido invadir Gotham?

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MensajeTema: Re: [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)    [Mini-evento: La milla verde] Prólogo: Si quieres esconder un árbol, llévalo a un bosque - ESCUELA - (Cédric, Drago, Alice, Harley)   Icon_minitime14th Agosto 2020, 04:17

El plan se erguía sobre los mortales como tantos meses de dedicación y duro trabajo merecían. La súbita desaparición de los europeos no me tranquilizaba lo más mínimo, pero supuse que fuera de la ecuación me resultaría más fácil y cómodo a la hora de trabajar y desarrollar mi peripecia. La furgoneta del GCPD se movía a gran velocidad como buenamente podía entre la vegetación cada vez más extensa. Las pocas carreteras libres que quedaban empezaban a resquebrajarse bajo su suelo por las cientos de raíces que luchaban en busca de su libertad. El conductor era hábil, sin embargo y aunque con algo de tumbos, baches y el incesante clamor de la sirena en el techo, llegamos más rápido de lo que había esperado.

-¿Descuidarlo? Selina… Todo lo contrario. Está más radiante que nunca- Durante el viaje pude percatarme de la persistente mirada de Conall sobre Selina. A mis ojos todas las miradas masculinas son susceptibles de ser atracción pura… pero pude notar, lejos de la tensión, un interés genuino en su persona y su figura.

Él… era algo moralista pero sobretodo entregado con las causas en las que creía y quién sabe. Quizá hubiese encontrado algo que poder compartir con Selina. A fin de cuentas, sus caminos criminales no habían sido muy diferentes y era lógico pensar que se viese motivado también por su historial.

Sin embargo, era la naturalidad de Harley la que me llamó la atención. Supuse que la culpa de la otra noche le estaba apuñalando el costado como un cruel femicida. Seguía mis órdenes sin cuestionarme, sin importar lo que le mandase. Lo hacía con su sonrisa y con esa hermosa dicharachería suya, pero deseaba que no fuese por devolverme un daño que este simple trabajo de esbirro no iba a reparar. No. Sabía que detrás de la máscara de arlequín había una mujer capaz de llevar una gestión emocional de un modo mucho más sano que pretendiendo que no había pasado nada y ayudándome a cargar unas simples cajas. Intentaba acercarse a mí… ¿Con qué propósito si con una mirada huiría a su lado? Apreté el puño. Agitamos la cabeza. Ese no era el momento…

Concéntrate en la información sobre Batman.

-ni siquiera sé dónde anda el Joker… desde la fuga de Arkham, parece que se haya… “esfumado”- Así que era eso… Y tú, como siempre, vas a responder cumpliendo tus labores de postre, completamente prescindible mientras el plato principal haga presencia. Como ahora no está… A nadie le amarga un dulce. Sí. Voy a estar, por ti, Harley… hasta que no pueda soportarlo más. -¿Raven? ¿La niña de la capa…? Parece lista… Bien por nosotras si les está manteniendo lo suficientemente ocupados- Y mal para el mundo… si nos coge con vida…

No lo he visto desde hace días. En las calles se rumorea que Batman ha desaparecido - Esto, definitivamente es mejor para nosotras. Necesito evitar el mayor número de obstáculos posibles en este cuchitril al que llaman ciudad. Esto… tiene que salir bien- el tono de mi voz bailaba con una mezcla de esperanza, ilusión y excitación. Pero, ahí estaba mi amiga felina cuestionándome. -Sé sincera y dime que no ves consecuente que intente salvaguardar mi vida con la invasión de grandes entidades en la que ahora mismo nos encontramos. Esos demonios… no son males menores. Son de los grandes. Los jefes del mismísimo infierno, quitando al pez gordo, han decidido pasearse por nuestro mundo y ejercer la peor de las torturas que nosotros podemos presenciar. ¿Tan ilógico y tan irreverente resulta que quiera ocultar, proteger y encargarme del mundo en el que vivo cuando algo así está en nuestras noticias día tras día?- No. No lo era… pero reconocer que había invadido este cuerpo en busca de algo más… de esas ansias de poder y de la necesidad de sentirme más grande… hubiese sido un error. Aún no…

Selina pudo notar cómo de reojo Conall asentía con la cabeza a su pregunta, con unos ojos amistosos y empáticos.

Salté de la furgoneta y la decena de secuaces que se encontraban ya en el tunel de las alcantarillas se encargaron de descargar. El hedor repugnante del detritus humano y urbano resultaba vomitivo. -Aguantad el aliento- dije acompañando a mis esbirros a una pila inmensa que sostenía cajas, bidones y gas de todo tipo, apilado en una inmensa pirámide sobre la que caía la luz de una boca de alcantarilla que daba al jardín botánico. -Terminad de guardar lo que queda. Chicas, dejadlo, ellos se encargan- Supervisé con las manos sobre las caderas aguardando la reacción de mis compañeras ante un trabajo de colecta tan bien coordinado y de unas magnitudes tan absurdamente inmensas. -Está casi todo lo que quería… Casi todo lo que puede destruirme- Quizá no lo haga. Lo sé… Pero no quiero arriesgarme.

Miré a Harleen, cruzando un brazo protegido por sobre sus hombros. -¿Qué te parece, pequeña?- Con el Joker y con Batman fuera de la ecuación no dudaba de mi plan. Sería coser y cantar… Recoger los frutos de un arduo barbecho de trabajo de laboratorio que parecía que no iba a merecer la pena y sin embargo… estaba resultando tan sencillo.

Distraída, no me percaté de cómo Conall se acercaba a Selina. Recogía la última de las cajas que reposaba a su lado y le extendía un trozo de papel arrugado con un número de teléfono anotado en él a mano. - Si tienes dudas y no terminas de sentirte cómoda… házmelo saber. - Susurró acercando su bigote a la mejilla de la gata, respetuoso. La miró con complicidad y le dio la espalda con la caja en brazos. ¿Cómo saber qué estaba sucediendo en ese instante? ¿Acababa de insinuar una traición… o Pamela estaba poniendo a prueba a su otra sirena?

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Hasta que Selina no lo dijo en voz alta, el hecho de que Pamela estuviera invadiendo Gotham con sus poderosas plantas, no pareció asentarse en la despistada cabeza de Harley. La rubia abrió los ojos de par en par cuando se dio cuenta de su propio asombro.

Alaaaaa ¿Qué diceeeeeees?— parpadeó incrédula, dedicándole una mirada de sorpresa a Selina. — Ivy está protegiendo la ciudad de los demonios, ¿No es así, pelirroja? — se giró rápidamente en dirección a la Pamela, para escuchar la respuesta de la acusación de la gata, y sonrió al ver que había acertado.

¿Tan ilógico y tan irreverente resulta que quiera ocultar, proteger y encargarme del mundo en el que vivo cuando algo así está en nuestras noticias día tras día?

Bueno, quizás de una forma un poco más radical que de costumbre… pero podría ser peor, ¿no?— la arlequina sonrió de oreja a oreja y le restó importancia a esa conversación. Le alegraba mucho el corazón ver que las Sirenas de Gotham se habían reunido de nuevo, y lo demás no parecía importarle.

La furgoneta del GCPD se detuvo de golpe, y Harley rió ante el repentino traqueteo. Después siguió a sus dos amigas y observó con muy poco interés como los siervos de Ivy dejaban todos los trastos que habían traído desde la escuela y los metieron en la boca de la alcantarilla del antiguo jardín botánico.

Terminad de guardar lo que queda. Chicas, dejadlo, ellos se encargan. — ordenó la pelirroja.

Ni que lo digas, ¡No pienso meterme ahí dentro ni loca! —  protestó la rubia, tapándose las fosas nasales con los dedos, para evitar respirar el fuerte hedor que desprendían esas alcantarillas.  

¿Qué te parece, pequeña?— preguntó Ivy, sintiéndose poderosa con su obra de arte.

¡Me parece una pasada! — exclamó entusiasmada la novia del Joker— Y creo que va siendo hora de que hagamos algo divertido, ¿No creéis chicas? —sus azulados ojos vibraron, traviesos.—¿Qué tal si subimos por una de las plantas de Ivy y nos deslizamos en plan tobogán?

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Selina Kyle
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-¿Descuidarlo? Selina… Todo lo contrario. Está más radiante que nunca.

La gata no estaba de acuerdo, pero se guardó mucho de contrariar a su compañera. Supuso que sus gustos en decoración nunca habían coincidido.

- Esto, definitivamente es mejor para nosotras. Necesito evitar el mayor número de obstáculos posibles en este cuchitril al que llaman ciudad. Esto… tiene que salir bien.

Qué era "esto", se preguntaba Selina. Y cómo iba a afectarla a ella aquella nueva aventura de Pam.

Alaaaaa ¿Qué diceeeeeees?— dijo Harley — Ivy está protegiendo la ciudad de los demonios, ¿No es así, pelirroja?.

Pamela confirmó sus palabras.

-Sé sincera y dime que no ves consecuente que intente salvaguardar mi vida con la invasión de grandes entidades en la que ahora mismo nos encontramos. Esos demonios… no son males menores. Son de los grandes. Los jefes del mismísimo infierno, quitando al pez gordo, han decidido pasearse por nuestro mundo y ejercer la peor de las torturas que nosotros podemos presenciar. ¿Tan ilógico y tan irreverente resulta que quiera ocultar, proteger y encargarme del mundo en el que vivo cuando algo así está en nuestras noticias día tras día?

- De acuerdo... Pero... ¿No es demasiado... grande para nosotras? - se arrepintió al momento de decirlo. Desde luego, Hiedra parecía cómoda manejando toneladas de vegetación. Selina se mordió la lengua. Seguramente nunca había sido consciente del verdadero poder de su amiga.

La gata podía sentir la mirada de uno de los hombres de Pam sobre ella. ¿Cómo se llamaba? ¿Connor, o algo parecido? Le dedicó una sonrisa fugaz y guardó silencio el resto del viaje.

Pamela les dijo que no necesitaban seguir cargando con las cajas. Fueron sus secuaces los que se encargaron de la última parte.

-Está casi todo lo que quería… Casi todo lo que puede destruirme- dijo Pamela. Selina se preguntó si se lo decía a ellas, o simplemente pensaba en voz alta.

La pelirroja volvió a dedicar su atención a Harley. Selina lo aprovechó para reconocer el terreno. El Jardín Botánico era el coto de Hiedra, y ella nunca lo había recorrido en profundidad. De hecho, desconocía la existencia de aquel aparcamiento.

El hombre que la había estado mirando en la furgoneta se aproximó a ella. Selina arqueó la ceja, interrogante, mientras él le tendía un pedazo de papel. Había una serie de números anotados en él. La gata esbozó una sonrisa, divertida. Era la primera vez que la abordaba un hombre de Hiedra. La mayor parte del tiempo estaban demasiado distraídos por las feromonas como para reparar en su existencia.

- Si tienes dudas y no terminas de sentirte cómoda… házmelo saber - le dijo, en un susurro.

Selina parpadeó, algo confusa. No era la frase que esperaba.

Tampoco podía preguntar. El hombre ya se alejaba, caja en mano. Si aquél era un intento de ligar con ella, era el más extraño que había presenciado en su vida.

Se preguntó si Conall era su tipo. Lo cierto era que los prefería oscuros, con armadura y capa. Pero nunca se sabía cuándo podía necesitar un amigo. En especial cuando no sabía dónde se estaba metiendo.

Bajó ligeramente la cremallera para poder deslizar la nota tras el escote de su mono. Después regresó junto a Harley y Pamela, haciendo como si nada hubiera ocurrido.



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