Carcel de piel y huesos (Bruce Wayne) Viernes, 13 de Abril de 2018

- ¡BASTA YA! ¡MALDITA SEA CHLOE, ES QUE NO LO ENTIENDES! – Mi abuelo permanecía de pie frente a mí, tenía los puños cerrados y se apoyaba con ellos en el escritorio de su despacho. No me atrevía a respirar, estaba sentada al otro lado enfundada en el traje de piloto y trataba de aguantarle la mirada, creedme no resultaba nada fácil. A sus 59 años era capaz de levantar más peso que muchos cabos, tenía el cuerpo muy curtido por los entrenamientos y una estatura por encima de la media, sus ojos grises habían callado a muchos oficiales de rangos superiores. Empecé a notar que una lágrima se me iba a escapar por no pestañear, entonces se dio la vuelta y se echó la mano izquierda a la cabeza, venía del campo de tiro, llevaba su inseparable Llama M-82 enfundada y su chaqueta militar reposaba en el respaldo de la silla.

– Tu abuela y tu madre de asistencia humanitaria en Birmania, me descuido y no se te ocurre nada mejor que salir de paseo con un F 15, no te imaginas la que se me va a echar encima. Para empezar no deberías ni estar aquí, a ojos del resto eres una civil y muchos saben que trabajas para Stark y otros pocos que eres mutante – Seguía de espaldas a mi, pero después de tantos años me podía imaginar a la perfección la expresión de su rostro y es que razón no le faltaba, le había causado un problema y de los grandes.

Criarme en una base militar no me hacía soldado y mucho menos participar en maniobras con un caza de quinta generación, de hecho no se permitía el alistamiento de mutantes en ningún ejercito de ningún país. Davis estaba enfermo y pensé que poniéndome el traje nadie iba a notar la diferencia, sabía pilotar esas naves, incluso ayudaba a los informáticos cuando tenían que calibrar los sistemas y hacer las revisiones, pero hasta yo misma reconozco que había llegado muy lejos. Se me permitía ayudar en labores de mantenimiento con las aeronaves, participar como una más en misiones humanitarias y de reconocimiento, y a veces cooperar de manera oficial, pero los juegos de guerra eran otro cantar. El bocazas de Cox había dado la voz de alarma en el hangar, tenía ganas de joderme y se lo había puesto en bandeja de plata, cuando puse el pie en el suelo el Capitán Holtom y los tenientes me estaban esperando.

-  Necesito que abandones la base hasta que logre solucionar todo esto, con suerte el asunto no llegará muy lejos, pero si se tuerce no volverás a acercarte a ningún vehículo militar – Dijo con las manos entrelazadas a la altura de las lumbares, cogió una foto donde aparecíamos los cuatro, mamá, la abuela, él y yo. Nunca olvidaré aquel día de verano dos años atrás, me acababa de graduar y nos fuimos a pasar el día a Nueva York, visitamos el Empire State, hicimos picnic en Central Park y al final navegamos por el Hudson atravesando el puente de Brooklyn y admirando la estatua de la libertad.

– Todo ha ido bien, si Cox no hubi…

– Chloe. Vete, cuando las aguas estén más tranquilas te avisaré pero no creo que vuelvas a ponerte ese uniforme - Me levanté sin decir nada más y salí del despacho, anduve tranquila, saludé a Evans y atravesé el recinto hasta llegar a mis dependencias en la base. Me cambié, cogí la mochila que siempre cargaba a cuestas con lo imprescindible y me fui a buscar mi moto al hangar. Cualquiera que me viese no notaría nada, mi apariencia era tranquila pero estaba ardiendo por dentro, cuando tuviese oportunidad sabía de uno que se iba a arrepentir y mucho. Mi abuela ya era mayor y estaba segura de que, en cuanto regresase, mi abuelo le iba a poner la cabeza como un maldito bombo y mi madre… La charla con mi abuelo había sido un piscolabis. No soportaba que me recordara que trabajaba para Stark, el ejército tenía muchos recelos hacía el magnate y en vez de ser la nieta del General Arquero parecía la espía de Stark, era un tema que siempre que tenía oportunidad me echaba en cara.

A decir verdad estaba harta de todo, en Stark Industries no me estaba yendo nada bien, dos proyectos se estaban retrasando y el tercero cojeaba, el cliente no veía garantías y si se venía abajo ya me podía ir preparando, las pérdidas serían importantes. Para más inri cuando llegué vi a Nathan, habíamos discutido hace tres días y seguíamos sin hablarnos, era el mejor amigo que tenía en la base pero en ocasiones… Arranqué la moto, necesitaba salir de ahí, tenía la mandíbula tan apretada que me estaba empezando a doler el cráneo.

No sé durante cuánto tiempo estuve conduciendo, ni tan siquiera el camino que escogí pero en medio de una ciudad la moto se negó a seguir, FAN-TAS-TI-CO. Me dieron ganas de darle una patada y reventarla contra la panadería de la acera de enfrente, ya era de noche y las farolas iluminaban debilmente las calles. Me quité el casco y mi pelo calló en cascada, esa mata blanca que me costaba la vida dominar, no me di cuenta pero tenía la respiración entrecortada y los puños tan apretados que notaba como mis uñas intentaban atravesarme la piel.

Miré a mi alrededor, ante mí se extendía una ciudad con una arquitectura entre lo elegante, lo clásico y lo lúgubre, había edificios altos que contrastaban con otras fachadas salpicadas de gárgolas y figuras místicas, en resumen, no tenía ni idea de a dónde había ido a parar. Un cartel borroso por el paso del tiempo indicaba que estaba en Devil´s Square, giré la esquina y pronto encontré lo que buscaba, empecé a subir por unas escaleras de servicio hasta que llegué lo más arriba que pude. Jadeante miré hacia abajo, suficiente. Saqué mi traje, era una especie de wingsuit hecho con materiales ligeros y reforzados para soportar el impacto de balas de 10 mm, me resultaba bastante cómodo pero ya llevaba mucho tiempo conmigo, otro asunto más del que ocuparme. Dejé la mochila y el casco en la azotea y subí por la estructura de un cartel publicitario, noté el viento azotándome la cara, por lo visto hoy la corriente de aire era lo único que estaba a mi favor.

Cerré los ojos, extendí los brazos y me dejé caer mientras hacía huecos mis huesos, ascendí casí en vertical y en cuestión de segundos la ciudad latía bajo mi atenta mirada. Noté como mis pulsaciones descendían y mi mente se aclaraba, volar era mano de santo me hacía conectar conmigo misma y verlo todo desde otro punto de vista. Planeaba tratando de aprovechar las corrientes de aire y manteniéndome alejada de los edificios más altos, un impacto con los huesos huecos y tardaría días en curarme en el mejor de los casos. Según me calmaba iba descendiendo, la ciudad estaba prácticamente muerta se oían sirenas de la policía y olía a humo pero no había un alma por la calle.

Por el rabillo del ojo vi algo que se aproximaba, un pájaro pensé, pero parecía demasiado grande a medida que se acercaba, cuando giré la cabeza me desestabilicé, me asusté y perdí el control. El aire hizo lo que quiso conmigo, empecé a caer y a girar sobre mi misma, traté de densificar mis huesos todo lo que mis nervios me permitieron, pero era incapaz de calcular la distancia hasta el suelo. Mi pierna derecha chocó contra algo y grité, tibia y peroné fracturados como mínimo, supe que me desmayaría del dolor antes de poder hacer nada, cubrí mi cara con los antebrazos y… Me rendí.

Chillidos, golpes, voces irreconocibles… Muevo mi cabeza de un lado a otro y abro los ojos algo aturdida, al principio todo es borroso y tengo el cuerpo rígido pero conozco esa sensación. Mi temeridad ha comprobado más veces que Newton la ley de la gravedad y se que el golpe no ha sido de los peores, finalmente logro enfocar y la situación ante mi es algo confusa. Cuando me incorporo noto como mis huesos crujen, mis ligamentos se regeneran y mis músculos se recolocan, no es agradable pero hace tiempo que me acostumbré, hace tiempo que aprendí que mi cuerpo era capaz de cuidarse solo.

Justo a mi lado, pero unos pasos por delante, tengo a una mujer pelirroja y enfrente puedo ver una pelea entre un hombre con capa y una especie de humano con alas, pero no acaba de ser humano, mi cerebro no es capaz de procesar, mis neuronas están demasiado ocupadas tratando de buscar un sentido a todo esto.

Veo como un proyectil impacta en el animal, chilla y se da la vuelta, el hombre lo trata de sujetar pero es inútil, antes de que pudiese hacer nada es lanzado por el suelo y ya nada puede impedir que se acerque a nosotras. Extiendo las garras entre mis dedos y veo como la pelirroja esquiva con movimientos acrobáticos los golpes de la bestia, pero en un descuido corre la misma suerte que su compañero y es alcanzada por la zarpa del animal. Cae a escasos centímetros de mi, es mi turno.

Ahora cara a cara me doy cuenta de a lo me enfrento, es una mezcla entre humano y murciélago, su altura es considerable y sus facciones no son antropomórficas: Orejas amplias y puntiagudas, ojos rojos y una boca repleta de colmillos. Sus brazos son más largos de lo habitual y de ellos cuelgan unas finas membranas, chilla y se acerca decidido. Enserio, ¿De dónde salen estas aberraciones? Corro en su dirección y cuando levanta su brazo dispuesto a atacar, doblo las rodillas y me deslizo entre sus piernas por el suelo, giro con rapidez y clavo mis garras en sus gemelos. Noto como se hunden, como si fuese mantequilla, la sangre brota de las heridas y la bestia cae de rodillas, aullando dolorida. Estoy en una posición vulnerable, densifico mis huesos y saco las garras de entre su piel pero no he sido lo suficientemente ágil y de un manotazo el animal me ha lanza a la otra acera. Estoy cabreada, joder ¿Es que nada me va a salir bien? Me levanto, mi piel está desgarrada y mi traje echo jirones pero mi orgullo está herido y eso es lo que más me duele. Es un mal día, demasiada mierda acumulada, demasiada rabia contenida y ahora este engendro desbocado que aparece de la nada. Entonces recuerdo los gritos de mi abuelo, la decepción en sus ojos grises, veo el rostro triunfante de Cox mientras me escoltan el coronel y los tenientes, me imagino las caras de mi abuela y de mi madre cuando se enteren de que, probablemente, no pueda acompañarlas más en sus misiones solidarias del ejército, y la ira me ciega. Grito al cielo, dolida, y la lluvia que empieza a caer me responde, he llegado al límite, no puedo soportarlo, estoy harta de todo pero hoy me lo pienso cobrar. Miro a mi derecha y veo al hombre de la capa de pie, recomponiéndose de la caída, entonces una imagen cruza mi mente, el caballero oscuro, Batman....

- ¡La pelirroja! – digo señalando el punto en el que cayó la mujer. La bestia se está intentado levantar y lo consigue a duras penas, no tardará en volver a la carga. No sé si ha conseguido escucharme pero ya estoy avanzando hacia el hombre murciélago con los brazos como bloques de hormigón.

- ¡Vamos! ¿Es todo lo que sabes hacer? – Me estoy jugando la vida pero mi parte racional es del tamaño de una lenteja en este momento, el animal da un zarpazo al aire tratando de alcanzarme y se resbala, parece desorientado, entonces veo la oportunidad y me lanzo. Corro cogiendo impulso hacía él y le doy un puñetazo en el malar, justo entre el pómulo y la órbita del ojo derecho, mis nudillos se desgarran y noto como el impacto fractura el hueso y me desencaja el hombro, me mareo, todo mi sistema nervioso esta mandando señales al cerebro. Caigo de espaldas y ruedo lo más lejos que puedo, acabo empapada pero satisfecha. Sostengo mi brazo izquierdo en mi regazo y cuando ya me encuentro algo mejor me incorporo sujetándome a una farola. Ya está, ya me he quedado a gusto, el animal esta de rodillas con las manos apoyadas en el suelo, respira jadeante, esta aturdido. Busco con la mirada a mis dos compañeros y puedo ver sus siluetas, me acerco mientras noto como mi cuerpo vuelve a curarse.

- ¿Estáis bien?

Un aleteo a mis espaldas me aclara la mente, la nube de rabia y frustración parece disiparse, me giro para contemplar como la criatura desaparece entre la fina cortina de lluvia y el vapor que emana de las alcantarillas de la ciudad. Acorto la distancia que queda entre nosotros y cuando llego a la altura de la pareja mis dudas se desvanecen, justo enfrente tengo a Batman y a Robin, aunque… ¿Robin no era un chico? ¿Cuántos años tiene esta… niña? Mamita con Batman, debo de tener la imaginación pequeña porque nunca llegué a pensar que fuese un tío tan grande. Mi regeneración no pasa desapercibida y el entrenamiento militar con el que he crecido también sale en la conversación, les escucho hasta que él se dirige directamente a mi.

- Sí, por completo, como puedes comprobar – Extiendo mi brazo para que puedan ver como los rasguños desaparecen y mi piel está intacta – Un placer Robin, puedes llamarme Chloe – Le estrecho la otra mano, ahora en serio… ¿Una niña luchando al lado de Batman frente al crimen de una de las ciudades más corruptas del mundo? No es por menospreciar pero, ¿No quedaban Robins más creciditos? Gotham es una completa desconocida para mi, he oído mil leyendas pero es la primera vez que la ciudad me da la bienvenida, y de qué manera. Batman habla sobre un experimento fallido y Robin sobre la cura, es una chica muy natural a simple vista no tiene nada especial, me cruzo con niñas así a diario en Nueva York. Supongo que me sorprende tanto porque yo a su edad estaba devorando libros y haciendo escalada, me crié de la mejor manera posible y mi mayor preocupación era llegar a mi hora a casa, no esquivar golpes de bestias aladas – En absoluto, no me ofendo, yo tampoco contaba con eso, ni con vosotros, ni con llegar hasta aquí, ha sido una serie de catastróficas desdichas – Hablan sobre volar y les podría explicar que yo no vuelo pero la adrenalina se dispara cuando veo el vehículo de Batman aparecer y pararse a escasos centímetros de nosotros, como cuando yo llamo a Kaos y se sienta a mi lado esperando una nueva orden. Escucho algo sobre una celebración, dejarme en casa… - ¡Madre mía! ¡¡Esto es ingeniería militar pura!! – Digo mientras acaricio con mimo el chasis del Batmovil, definitivamente ha merecido la pena luchar contra el pobre Langstrom  - Es impresionante… - Finalmente me monto con ellos y no sé qué me impresiona más de todo, ahora mismo soy más infantil que un capítulo de Dora la Exploradora. Mis ojos se pasean por cada resquicio del vehículo, da la sensación de estar dentro de un submarino, el interior sólo está iluminado por el ordenador de abordo y cuando se pone en marcha el motor ruge como si fuese un tanque Leopard, como era de esperar la conducción no es nada suave.

- Veréis – Digo tratando de poner en orden mis ideas – Mi moto está averiada cerca de Devil´s Square y mis cosas perdidas en una azotea, no es necesario que me llevéis a casa pero mi moto necesita un mecánico y yo… Una ducha como poco. De verdad no es necesario que me deis alojamiento, me conformo con recoger mis cosas y quedarme en un hotel de mala muerte, mañana será otro día creo que lo mejor que puedo hacer es descansar, me queda un largo camino a casa – Demasiadas emociones por hoy, quería quitarme mi traje, darme un baño caliente y meterme en una cama, ya tendría tiempo de buscarme la vida para salir de Gotham con mi moto ó sin ella. No dudaba de la hospitalidad del caballero oscuro y su compañera pero mi última intención era ser una carga, una huésped no deseada, ya había entorpecido su misión y estaba segura de que tenían asuntos más importantes que atender.

– Después de todo creo que os debo una explicación y una disculpa, siento haber interferido en vuestra misión, os he puesto en peligro sin querer, no esperaba encontrarme con una criatura así en medio del cielo. Soy mutante como habéis visto, mi capacidad regenerativa es una habilidad derivada de mi principal mutación que es controlar la estructura y la densidad de mi esqueleto. Puedo planear haciendo mis huesos huecos y, con la ayuda de este…. Trapo, aprovechar las corrientes de aire, también puedo densificarlos y golpear con mucha fuerza ó extender hueso dónde no lo hay, garras entre los dedos, arrojar proyectiles de hueso a través de los antebrazos…. No está muy claro pero creemos que me puedo regenerar de manera simultanea para que mi cuerpo pueda soportar todos esos cambios esqueléticos sin que el resto de sistemas se dañen. Y como estoy segura de que os lo estáis preguntando no soy militar, me crié en una base pero está prohibido el alistamiento de mutantes en cualquier ejercito por razones obvias, mi abuelo es General de Ejercito del Aire español y él me enseñó a defenderme y a atacar, a usar armas y en definitiva a ser quien soy – Oye, ¿No estaba soltando demasiada información? Es decir, es Batman que tampoco le iba a costar mucho averiguar la marca de mi pasta de dientes, pero así de primeras era algo tan personal como mi vida resumida en cuatro frases. Preferí ahorrarme a qué me dedicaba y algunos detalles familiares y personales o esto iba a parecer la contraportada de mi autobiografía.