[Mini-evento] Terror en isla de poveglia/Pesadillas y alucinaciones: 22 de febrero de 2019: Orden de posteo segun posteen

El acceso a la isla de Poveglia, conocida como "isla del no retorno" o "isla de los muertos", estaba prohibido y lejos del acceso de turistas y visitantes.

La historia que se ocultaba detrás de tan pintorescos epítetos y que justificaba dicha prohibición comenzó a principios del siglo XIV, cuando una terrible plaga de peste bubónica azotó Europa. La enfermedad se cebó especialmente en Venecia a causa de las sucias aguas estancadas, la humedad y el trasiego de los mercaderes.

La situación era tal que no había sitio en donde dejar los cadáveres, que se apilaban en montañas por las calles, pudriéndose con rapidez a causa de la humedad de los canales, hasta que las autoridades decidieron trasladarlos a la isla de Poveglia para ser incinerados junto con cada infectado o sospechoso de poder estarlo. Hasta allí fueron arrastrados hombres, mujeres y niños para ser quemados vivos, más de 160.000 personas en total, muchas de las cuales ni siquiera estaban enfermas. Tal fue la cantidad de restos humanos calcinados que, según decían, a día de hoy, el oleaje aún arrastraba despojos humanos a las costas más cercanas a la isla.

Luego de aquello, el lugar pasó por un periodo de abandono, hasta que en 1922 se habilitó un psiquiátrico, con una iglesia y un campanario que todavía se mantenían en pie. Los enfermos mentales no tardaron en hablar acerca de encuentros con espíritus descarnados o presencias fantasmales, pero nadie les creyó debido a su condición, y el mismo director utilizó aquellas supuestas visiones como excusa para realizar terribles experimentos, sometiendo a sus pacientes a torturas, trepanaciones y lobotomías realizadas con herramientas rudimentarias como taladros de mano, cinceles y martillos.

Según la leyenda, finalmente los espíritus acabaron por mostrarse también ante el doctor, el cual, para librarse de ellos, saltó desde lo alto del campanario de la iglesia. Según el relato de una enfermera que presenció el hecho no fue la caída lo que le mató, sino que mientras se retorcía de dolor en el suelo, una especie de niebla emergió de la tierra y lo estranguló. Después de esto el hospital fue clausurado.

Las historias sobre el espíritu del director que continuaba en el campanario haciendo repicar las campanas en la niebla, aparecidos, voces de otros mundos, lamentos de espíritus atormentados por el sufrimiento junto con la continua aparición de restos humanos calcinados en las aguas circundantes llevaron a los venecianos a prohibir la entrada a la isla, y eran razón más que suficiente para que ningún lanchero estuviese dispuesto a acercarle al lugar. Ni siquiera los pescadores querían internarse en sus aguas por si sus redes acababan capturando huesos humanos. Aunque nadie se escudó en el argumento de los fantasmas para justificar las negativas, las excusas fueron cuanto menos difusas, hasta que, al final, terminó cansándose y decidió robar la lancha él mismo.

Utilizando sus poderes, volvió invisible la lancha escogida y tejió una elaborada ilusión que la mostraba todavía amarrada en el muelle. De ésta manera, pudo deslizarse sin ser visto, eludiendo a los guardias que impedían el acceso a la isla. Sabía que en cuanto se alejara y la perdiera de vista, la ilusión se disiparía, pero para cuando el dueño se diera cuenta él ya estaría lejos de allí. No había dejado dinero (después del cumpleaños de Bruce se había quedado sin blanca), pero esperaba poder restituirle la barca de una pieza al lanchero cuando llevara a cabo la misión que le había llevado hasta allí.

En realidad habría resultado mucho más sencillo todo de haber recurrido a los recursos de la Patrulla, pero Drago no estaba allí como representante de los X-Men, sino que acudía en misión particular para ayudar a una amiga: Chloe Arquero. La mutante se había entrenado en la MKL, por lo que no había tenido ocasión de darle clase, pero había pasado los veranos en la mansión desde hacía años, llegando a hacerse muy buena amiga de Sasha.

La mutante de ojos verdes y él habían desarrollado una relación muy estrecha los últimos meses, y, eventualmente, Sasha le había presentado a Chloe. A Drago no le extrañaba que fueran tan amigas; las dos eran impulsivas y pasionales, y ambas estaban dispuestas a todo para luchar por lo que era justo. Precisamente por eso estaba allí hoy. Al parecer, Chloe se había unido a un grupo de mercenarios (o algo similar) que habían sido convocados por una tal May Heen Woo para investigar algo en la isla. Él en principio no formaba parte de dicho grupo, pero Chloe era joven, y aunque no dudaba de sus capacidades, le había cogido cariño y prefería estar allí para ayudarla si era necesario, pero no movilizaría a la Patrulla al completo para algo para lo que en principio no habían sido alertados. Se había puesto el uniforme, aún así, pues era lo más práctico que podría encontrar como uniforme de combate, pero lo mantenía camuflado bajo una ilusión que simulaba ropa de calle corriente y una gabardina. En principio nadie tenía por qué saber que era de los X-Men... salvo Chloe, claro.

Entró en la isla por el canal que rodeaba el octógono y amarró la lancha cerca del viejo hospital, junto a los árboles. A pesar de los andamios y los soportes de metal que tenían como objetivo evitar que las construcciones se derrumbasen, lo cierto era que el lugar no parecía tan terrorífico como había imaginado a la luz del día. De hecho, la vegetación exhuberante que se filtraba por entre las ruinas y las aguas azules y transparentes le conferían al lugar un cierto aire bucólico que desaparecía en cuanto pisabas la pegajosa ceniza mezclada con restos humanos del suelo, vestigio de la terrible matanza que se había llevado a cabo hacía tantos siglos y que aún conformaba el 50% del suelo de la isla.

Durante un momento sintió un estremecimiento conforme el olor y el tacto de aquella arena le traían recuerdos de otra matanza mucho más cercana: la masacre de Srebrenica. El recuerdo de la textura de la sangre mezclándose con la arena y los cuerpos conforme le enterraban vivo en aquella fosa común le hizo experimentar arcadas y no tuvo más remedio que detenerse un momento junto a la barca hasta que se le pasara el mareo. Aquél lugar... Había algo extraño allí, algo malsano. Casi podía sentir cómo las voces, que habían permanecido calladas desde que había empezado a salir con Cassandra, se agolpaban en su interior pidiendo salir a gritos. No... Quizá... no había sido tan buena idea venir...

Haciendo acopio de fuerza de voluntad se puso de pie y empezó a buscar a su amiga, llamándola por la playa.

- ¿Chloe? ¡Chloe!

  Sin rencores. La llamada de teléfono me sorprendió, pero la atendí igualmente.Mis respuestas fueron lacónicas, porque no era algo que figurase en mis planes. La verdad, confiaba en que me odiase. Que hubiera quemado ese papel, o peor aún, hubiera puesto precio a mi cabeza. Así que no sabía muy bien qué decirle, y me limité a asentir o negar según el caso. Solo cuando estaba a punto de colgar, me atreví a decirle algo, casi sin pensar. Más que nada porque seguía sin tener ingresos suficientes para permitirme ese tipo de lujos, y después de los últimos acontecimientos, Sophie me iba a mandar a tomar por…


  Bueno, que tuve que pedirle que me facilitase el transporte. Fueron siete horas de viaje en tren, con todas las comodidades, de las cuales no quise aceptar ninguna. Todo me olía a chamusquina y me estaba preparando el cuerpo para lo peor. Las voces ayudaban mucho a permanecer en tensión. No sabía cuando, pero en cualquier momento vendría el grito unánime avisandome de lo que tenía entre manos. El ferry para llegar a la isla no contaba con tantos lujos, pero ni aunque los tuviera, los había disfrutado. Me pasé todo el viaje en cubierta, pegada a la barandilla y contribuyendo a la contaminación global con el contenido de mi estómago. Era la única pasajera que iba en el barco, y ya desde el principio, los constantes gestos sugestionados del personal me hicieron pensar en la cantidad de dinero que May podría haberse dejado para que pudiera llegar hasta allí cuando las visitas a la isla estaban prohibidas.


  El barco partió a velocidad inusitada una vez llegué a mi destino. Un poco más, y directamente me tiran al agua con tal de guardar las distancias. Me dejaron en la costa oeste, en un diminuto embarcadero a las espaldas de un edificio de ladrillos rojos. La vegetación crecía, salvaje, allá por donde mirase.Aunque lo del abandono tenía que ponerlo en duda. De camino hacia el embarcadero nos habíamos cruzado con una pequeña lancha. No me había fijado en si había alguien en ella o no, estaba demasiado concentrada en permanecer sobre el barco y no tirarme de cabeza al agua por culpa del mareo. Nunca me había alegrado tanto de mantener los pies en tierra firme. Lo primero que hice fue hacer una escueta llamada a May, un solo timbre de llamada y colgar, que no estaba la economía para mucho saldo malgastado. Luego esperé entre diez y quince minutos, pero no vino ni un alma. Bueno, si. Una: Jack Frost, que en que me vi de contenerle en la embarcación y dejé que se autoinvocase al llegar para que le diera un poco el aire. También había más, muchísimos hilos en los que no quería reparar. Las voces mantenían su ritmo, así que carecía de motivos para preocuparme en serio.


- Aquí no viene nadie -pensé en voz alta. Jack recorría el largo del edificio con la mano pegada a la pared, riéndose al ir dejando tras de sí un pequeño rastro de escarcha bajo su contacto -. ¿Te apetece que exploremos un poco? Ya me llamarán si vienen a recogernos y no nos ven.


   Jack se volvió hacia mí. Le encantó la idea. Tras advertirle que no se separase mucho, nos adentramos en la maleza siguiendo la fina barrera que separaba a la tierra del agua. Antes de venir, como no, me había ido a la biblioteca para buscar información sobre el sitio. Cuentos de miedo, era lo único que encontré. Pero ahora que lo tenía delante, la sugestión de lo que leí y de la actitud de los marineros quedó muy atrás. Quitando a mis inseparables compañeros mentales, solo se oían los pájaros, el mar, el crujido de la vegetación al cederme el paso. Era idílico, tanto que hasta se me puso una sonrisa estúpida en la cara. Jack estaba tan encantado como yo, soltándome de la mano cada vez que veía algo que le parecía interesante y quería estudiarlo desde más cerca. Los hilos de almas estaban por todas partes, resultaba imposible obviarlos. Pero, aparte de acercarse la primera vez para corroborar que tenían visita, no hacían nada salvo permanecer en sus puestos, estáticos. Conformaban una red inmensa, muy densa en algunos puntos, sobre todo cerca de los edificios, que pronto quedaron atrás.


  Un grito nos sacó de nuestra apacible visita, seguida del estruendo de unos pájaros que salieron huyendo del árbol en el que estaban posados. Tanto Jack como yo nos pusimos en guardia, llevándome la mano al bolsillo donde ocultaba mi arma. Le hice una seña a Jack para que no hiciera ruido, y caminé de puntillas hacia donde pensé que se encontraba el origen del grito. Al apartar un tupido manto de vegetación, di de bruces con una playa con un solo ser vivo en ella. Con sumo cuidado, decidí abandonar mi sigilo y hacer ruido a mi paso, para alertarle de mi presencia. Así, de espaldas, no podía distinguir sus rasgos. La sugestión de los marineros me revoloteaba la garganta, así que necesitaba deshechar la idea de que ese tipo fuera una amenaza.


- ¡Hola! -le grité desde la distancia, acercándome con calma. Jack me seguía, muy pegado a mi pero escondido bajo mi sombra -¿Has sido tú quién ha gritado?


   Fui directa al grano, haciendo pasar mi gesto precavido en algo casual. Bueno, todo lo casual que se puede hacer pasar algo en una isla abandonada con una larga estela de maldiciones e historias malditas en su haber.

Su teléfono había sonado hacía un par de días. La llamada provenía de aquella atractiva morena que fue su intermediaria hacía ya bastante tiempo. Cuando tenía esa empresa con su amigo Jason en la que alquilaban su labor como héroes por un módico precio. Esa llamada sorprendió a Roy. La última vez que vio a  Tara Battleworth no habían acabado de una forma muy amigable. Estaba seguro al ciento por ciento de que ella le había insultado dura y cruelmente. Después había jurado no volver a contactar con él en la vida. Sin embargo, las tornas habían cambiado, uno de los contactos de Tara la había fallado y necesitaba a alguien para cumplir un trabajo. Ese era el porqué de la imprevista llamada. Cuando no quedaba nadie más a quien endiñarle un trabajo de riesgo en el que seguramente las probabilidades de salir vivo eran escasas, acude a Roy Harper. No es que el pelirrojo quisiera morir y por ello, aceptaba esas misiones arriesgadas. Tampoco es que pensase que podría salir intacto de cualquier aventura. Simplemente es que tenía una despreocupada visión de su existencia y si le llegaba la hora, le llegaba. No pensaba que por arriesgarse más o menos le fuera a evitar su destino fatal.  A parte de su impulsiva y despreocupada manera de pensar, el arquero rojo no disponía de una saneada economía. Su situación de escasez monetaria, le obligaba en un número elevado de casos a aceptar sin ningún tipo de regañadientes esos trabajos peliagudos.

Para embarcarse en aquella misión, Roy se había vestido con esa ropa que utilizaba la mayor parte de las veces. Unos pantalones vaqueros de color claro, un tanto gastados, unas zapatillas de deporte, una camisa roja y sobre esta una sudadera verde. No se olvidó de ponerse una gorra verde con el mensaje de “¿Qué haría Tesla?”. Le gustaba llevar sus gorras cuando emprendía algún tipo de aventura porque ocultaban parcialmente su rostro y eso le hacía pasar ligeramente desapercibido. Dentro de una gran mochila verde, llevaba su arco doblado en cuatro y gran parte de sus flechas trucadas.

Tara se había ocupado de conseguirle lo antes posible un vuelo privado y especial en el que pudiera llevar su equipamiento. Por mediación de la “bienintencionada” Battleworth se encontraba en Italia. En otras circunstancias le habría hecho mucha ilusión viajar a una de las islas cercanas a Venecia. Venecia que era una ciudad hermosa, histórica y romántica. Sin embargo él no estaba allí de turismo y dudaba que fuera a visitar algún lugar emblemático de aquella urbe.

Una vez en tierra Europa, no tenía muy claro que tenía que hacer. Su avión privado le había llevado hasta Venecia pero ese no era el lugar de contacto. La morena simplemente le había dicho que debía reunirme con una joven de rasgos asiáticos llamada May Sheen Woo en la isla Poveglia, que se encontraba entre Venecia y Lido, en la Laguna de Venecia. Miró su GPS de su móvil. En el aparato se indicaba que aún le faltaba bastante camino que recorrer para llegar al punto de encuentro donde supuestamente estaría la gente con la que tendría que formar equipo. No sabía muy bien cuál era el objetivo de la misión y a decir la verdad le importaba bien poco porque A) necesitaba el dinero y b) llevaba un  tiempo parado y deseaba sentir de nuevo esa excitación que producía el subidón de adrenalina al poner tu vida en riesgo. Salir de una situación de peligro mortal te hacía sentir más vivo que nunca. Esa emoción era realmente como una droga.

Roy se paseó por las calles de la ciudad intentando encontrar alguna persona que pudiera decirle como llegar a la recóndita isla. Como todo buen norteamericano que se precie no sabía absolutamente nada de italiano. Se comunicaba con la gente del país extranjero de forma parca y con señas. No se hacía entender muy bien y en su cara el pelirrojo mostraba un desconcierto y una sonrisa un tanto dubitativa. Buscó en su móvil un traductor de inglés a italiano.  Intentó pronunciar debidamente aquel idioma desconocido pero era imposible. Risitas salían de las bocas de aquellas personas a las que preguntaba. Sabía que estaba pronunciando las palabras de una forma incorrecta y que a los hablantes de un nivel avanzado, como suelen ser los adultos nativos en su lengua materna, les pudiera resultar graciosa su pronunciación. Pero no tenía otra manera de hacerse entender, ya que, de momento no se había encontrado con nadie que hablase inglés. Roy no era una persona que desistía fácilmente, así que con su cabezonería habitual siguió preguntando y buscando alguien que pudiera comprenderle.

En una zona que parecía muy turística abordó a un muchacho moreno, delgado y de ojos verdes que aparentaba tener unos veintitantos. El pelirrojo le preguntó que si hablaba inglés y el joven con una sonrisa amable y radiante le contestó que sí en el idioma anglosajón.  Entonces Roy le preguntó cómo llegar a Poveglia. El chico veneciano le indicó la dirección que debía seguir sin embargo le informó que el lugar no era de fácil acceso y que estaba vetado para los turistas.

- Genial, a Tara no le gusta ponerme las cosas sencillas. No sé cómo puede seguir enfadada tanto tiempo. – Dijo cuándo el amable y educado  joven le comentó que no era posible visitar la isla. - Voy a tener que escribirle una nota de disculpas muy buena para que deje de odiarme.-

Tras mucho cavilarlo el arquero se dirigió a un embarcadero cercano y rentó una lancha motora. Hizo uso de sus conocimientos logísticos para establecer una ruta entre los canales y poder llegar con una relativa facilidad a la laguna de Venecia. Estando en la laguna, sacó de su mochila un par de visores electrónicos y miró por ellos para divisar en donde se encontraban los puestos de vigilancia que impedían el paso a la isla. Una vez divisadas las posiciones de los guardias, calculó la distancia a la que se encontraba de estos y cuanto le faltaba para estar en la posición indicada. Avanzó unos veinte metros más dentro de aquella laguna. Ese, pensaba que era el lugar correcto. Sacó de su mochila su arco y le desplegó. Luego con aquella rapidez que le hizo ganarse el nombre de Speedy, lanzó dos flechas que estallaron cuando llegaron a impactar cerca de los vigías. De esas flechas se desprendió un haz de luz cegador. No duró mucho tiempo, sólo el suficiente para que el arquero  se adentrara unos cuantos metros más y se lanzase al agua con su mochila. Una vez en el agua se sumergió una poco profundo y nado bajo el agua una distancia considerable. Sacó su cabeza cuando creyó que había burlado aquella vigilancia y siguió nadando hacia aquella isla en la que había quedado de verse con sus compañeros de misión.

La primera en responder a su llamado no fue Chloe, sino una chica delgada de piel blanca y cortos cabellos negros. Eclipse utilizó su poder para "doblar" la luz y poder examinarla desde cerca como si estuviera usando prismáticos, asegurándose así de que su aspecto no era amenazador.

- Estoy buscando a una amiga -respondió avanzando hacia ella-. Se llama Chloe y habíamos quedado en vernos en ésta isla.

No le preocupaba revelar más información de la cuenta; La isla de Poveglia estaba cerrada para los visitantes, lo cual significaba que si había alguien allí no podía ser una turista, sino parte del grupo que había reunido la tal May Sheen Woo.

Realizó un escaneo rápido de la zona utilizando su visión aumentada y entonces vio un barco privado que se acercaba hacia la isla.

- Aunque algo me dice que allí encontraremos respuestas -dijo señalando hacia la estela que se dibujaba en el agua-. Acerquémonos a...

- ¡Drago! -el grito llegó desde su espalda. Se volvió y distinguió la característica figura de la mutante corriendo hacia ellos por la arena-. Estaba tan liada con el equipo que olvidé que también estabas en esto -explicó cuando llegó a su altura-. ¡Ey Tanith! Cuánto tiempo, después de lo de Viena te perdí el rastro, ¿Todo bien?

- Ah; ¿os conocéis?

Mientras hablaban se fueron acercando a la playa, donde esperaron a que el barco atracase. De su interior emergieron dos muchachas jóvenes: la pelirroja más despampanante que había visto en su vida y la que suponía era la mujer que les había reunido allí.

La pelirroja se les acercó con una sonrisa confiada y les tendió la mano, presentándose en el proceso. Chloe se presentó después, y él correspondió al saludo a continuación:

- Dragoslav Katich, soy amigo de Chloe.

No le preocupaba usar su verdadero nombre, ya que siempre utilizaba su identidad real cuando estaba con la Patrulla. Era cuando salía de la mansión cuando usaba un nombre falso y camuflaba su apariencia real bajo una ilusión para que nadie pudiera averiguar nunca dónde vivía. A diferencia de la mayoría de los héroes, Drago utilizaba la máscara en su vida privada, no cuando ejercía de superhéroe.

Y finalmente apareció el sexto integrante del grupo, un joven pelirrojo de apariencia atlética enfundado en un traje rojo ajustado y empapado.

Una vez estuvieron todos, May empezó a hablar contándoles el por qué les había reunido allí, explicándoles la historia del turbio pasado de la isla y sus fantasmas, pero a pesar del escepticismo inicial del bosnio, parecía que habían acudido hasta allí para algo más que grabar psicofonías y venderlas a programas de televisión sensacionalistas como Cuarto Milenio; Al parecer hacía varios meses que se estaban produciendo desapariciones inexplicables unidas a misteriosas peticiones de auxilio. Al oír la mención a la niebla, Drago se inquietó pensando en las historias que había oído acerca de la muerte del doctor.

No es que creyera realmente en la existencia de fantasmas, pues según la religión musulmana, los espíritus de las personas muertas iban a otra dimensión y no podían regresar al mundo terrenal, pero había otra cosa que podía explicar la tenebrosa historia de Poveglia: los Djinn.

Los Djinn, según el islam, eran la primera raza creada por Dios a partir de fuego sin humo, dotados de libre albedrío al igual que los hombres. La palabra Djinn venía del verbo "Yanna", que significaba ocultar o disimular.Por lo tanto, eran físicamente invisibles, pero capaces de interactuar con el plano terrenal y generar efectos sobre él, razón por la cual podían ser fácilmente confundidos con fantasmas.

No podía negar la sensación de malestar que le había invadido al pisar la isla (y que aún le embargaba), razón por la cual estaba dispuesto a descartar otras posibles explicaciones, como la existencia de mutantes invisibles o algo similar, en pro de una explicación sobrenatural, pero no creía que fueran fantasmas ya que, sencillamente, según su religión no era posible.

La cuestión era, si realmente había Djinn en esa isla, si serían servidores de Dios o del diablo...

El mundo es un pañuelo. Le devolví el saludo a Chloe con un alzamiento de cejas y una sonrisa débil. Jack Frost salió de su escondite y fue corriendo hacia ella, chillando como un loco y dando brinquitos, danzando en círculos a su alrededor, con los brazos extendidos. Estaba muy contento de verla, y su parloteo era inacabable, suplicando un abrazo, un mimo o que le cogieran en brazos.


Sumidos en charlas triviales, nuestros pasos fueron solos al encuentro del resto del grupo. Bueno, sumidos estaban ellos, porque no sabía muy bien qué decir. Asentía de vez en cuando, sonreía un poco, y ya. Habían pasado tantas cosas desde que nuestros caminos se separaron… Repasé los eventos que había vivido: cómo conocí a May, Chernobog, el asunto de la Sidhe… Si después de un tiempo, mis actos en estas situaciones me resultaban reprobables, ¿qué les podía parecer a ellos, que desconocían por completo mi situación? Mejor callar, sonreir y asentir.


Ya en el punto de encuentro, me agobié entre tanta gente. Mi mirada se cruzó con la de May una sola vez, y me bastó para sentirme aún más culpable. La evité a partir de entonces, correspondiendo a los saludos y las presentaciones. Jack, que de pronto se volvió tímido, se abrazó a mi pierna. Apreté los dientes para que no me rechinaran por el frío que desprendía la criatura.


- Tanith Blackwood. Y el chiquitín es Jack Frost.


 Con tal de no mirar a May a los ojos, estudié detenidamente a los demás. Estaba Chloe, que no había cambiado nada. El tipo al que conocía, Drago, o Dragoslav le había llamado. Era a todas luces el más alto de todos nosotros, y aunque aún era de día y gozabamos de muchas horas de luz por delante todavía, parecía estar cobijado permanentemente en una sombra. Sobre sus hombros, varios hilos pendían en el vacío. No correspondían con la tela de su ropa, así que deduje que debía de tratarse de almas que le seguían de cerca. Familiares, amigos, vete a saber. No quise ahondar más en ellos, por dejarle algo de intimidad. La chica pelirroja que tomó la iniciativa y nos saludó a todos desprendiendo desparpajo se había presentado como Cat, pero seguro que los hombres que la saludaban se quedaban con cualquier otra información excepto su nombre. Se movía con confianza, con movimientos fluidos. Sabía lo que hacía. Era otra a la que perseguían los fantasmas.
 
El musculitos que acababa de salir del agua y lo estaba encharcando todo también era pelirrojo. ¿Se estaba convirtiendo en una moda? Se me alzó una ceja sola, y me ajusté las gafas, que cada vez más sentía que no me servían para absolutamente nada, que todo el mundo era capaz de ver lo que había detrás.


May cerraba el grupo, y durante el rápido vistazo, comprobé que le pasaba como a Chloe, que físicamente estaban igual. Me recriminé a mi misma por buscar fantasmas dónde no los había. Cogí de la mano a Jack y atendí a la explicación de May. El peque me dio un tironcito, pegándose a mí con la otra mano en la boca. Estaba asustado. Quizá fuera cosa de la sugestión después de lo que acababa de contarnos nuestra “anfitriona”, pero de pronto, vi la zona de otra manera. Por el rabillo del ojo veía hilachos buscando refugio. Las voces seguían a su bola, ajenos a cualquier cambio en la atmósfera.


- ¿Seguro que lo que está causando esas desapariciones es algo paranormal? La gente joven busca emociones fuertes, y no sería la primera vez que se cuelan en un entorno como este para emborracharse y esas cosas… Luego suceden los accidentes, y...


 Mi tono de voz fue disminuyendo conforme me oía a mi misma. Era una hipótesis, tan válida como cualquier otra. Sin embargo, ni a mi me cuadraba. Estaba el asunto de la niebla, que se avistaba antes de dichas desapariciones. O eso decían, que también se podía poner en duda.


- Aaaaayeeeeee… -Jack emitió un gruñido lastrado, tembloroso. Le tranquilicé con un apretón en la mano.


- ¿No estarías mejor desconvocado? -me agaché para susurrárselo al oído. O dónde sospechaba que tenía el oído, porque su cabeza entera era una bola, incluso con el uniforme escolar para pasar desapercibido puesto.


 Él negó con la cabeza y se pegó más. No iba a pelearme con él por sacarlo del plano, al menos por el momento. Me tranquilizaba tenerle cerca.

Nadar no era aún deporte que le costase particularmente. Hacía mucho ejercicio de brazos al entrenar con el arco y tenía un buen juego de piernas  al tener que salir corriendo para salvar su propia vida en infinidad de ocasiones. Salió del agua y se estrujó la ropa para sacar un poco el agua de esta. Suspiró. Al menos esta no era una de las peores situaciones por las que había pasado. El agua tenía una temperatura agradable y estaba bastante limpia. No había sido una experiencia repugnante como nadar en las pestilentes aguas de una cloaca.

Mientras caminaba hasta el punto de encuentro, abrió su mochila y comprobó que ninguna de sus pertenencias había resultado dañada en exceso. Daba gracias de ser un maníaco previsor cuando hacía y revisaba  sus armas, y haber recubierto su artillería de una sustancia impermeable por si acaso. Menos mal que había recubierto con eso su móvil. No lo podía negar era una adicto a las nuevas tecnologías y a las redes sociales. Era casi lo que más le importaba de su arsenal, después de todo muchas de sus flechas eran de estilo clásico, con punta de caza o con punta de bala, sin ningún tipo de dispositivo que el agua pudiera inutilizar, las flechas lumínicas y sonoras tenían un dispositivo bien sellado que sólo se rompía impactando y las flechas bengala y de fuego usaban un sistema de compuestos que creaba una reacción química que podía arder aun estando majadas o estando bajo el agua.

Cuando llegó al lugar de reunión vio a una exuberante pelirroja, que había llegado instantes antes que él,  una hermosa albina, una exótica oriental, una morena interesante y un chico atractivo. Sintió que quizá  tendría que ponerse unas gafas de sol porque el despampanante brillo de tanta belleza junta lo  iba a acabar dejando  ciego. Dando sus últimos pasos para acercarse al corrillo de gente, escuchó los saludos amistosos entre los integrantes. Parecía que el único que no conocía de nada a tan variado grupo de personas era él.


-El agua está excelente hoy, quizá deberíais probarla.-  Sacudió su pelo para quitar de él el exceso de agua en su cabello. La chica que se presentó como Tanith Blackwood tenía una mascota hecha de nieve cuyo nombre era el de un personaje del folclore del norte de Europa. Le pareció muy cool. Al arquero le encantaba la mitología y el folclore pero tenía que reconocer que conocía ese personaje porque se ha visto la película de DreamWorks del Origen de los guardianes. El cine como gran precursor del conocimiento.  - Soy Roy Harper y todo el mundo me llama Roy. Me podéis llamar guapo si queréis.- dijo con una sonrisa socarrona. Lo había dicho con cierto tono coqueto, después de todo en el grupo había una mayoría femenina innegable y él  no podía dejar de lado su toque de ligoteo.

En el momento en el que estuvieron todos los implicados, May comenzó a explicar el propósito y los detalles de la misión en la que estaban implicados. Ahh Joder pensó el pelirrojo. Estaba bien claro que tenía que empezar a mirar la información antes de aceptar acudir una misión. Por lo que estaba entendiendo de la explicación de la joven morena de étnia asiática, que parecía ejercer las funciones de líder de grupo, estaban en una isla donde habitaban entes paranormales. Se tenían que enfrentar a lo sobrenatural y lo desconocido. Eso le ponía ciertamente nervioso. El mundo del esoterismo estaba muy juera de su juego e introducirse en ese campo era algo absolutamente desconocido para él. No saber le producía un tremendo pavor, porque era el chico listo. Siempre solucionaba pensando las cosas, sabiendo que hacer de una forma práctica y científica. Roy era un humano normal y corriente que ni sabía ni quería enfrentarse a entes misteriosos. Al luchar con esas fuerzas un humano como él, sin ninguna capacidad para lo místico, salía muy malparado. No le hacían mucha gracia las situaciones que incluían criaturas fantasmagóricas que no podían ser analizadas desde un punto lógico y científico.  Es más, si no hubiera vivido situaciones muy surrealistas en su vida  pensaría que la asiática les había llevado a un campamento donde estaban contando historias de miedo para adolescentes.

- Upsis se me olvidaron las flechas de plata para cazar vampiros, Van Helsing.- En su cabeza sonó gracioso. Aunque era una referencia inexacta literariamente porque el  Van Hellsing original de Bran Stoker usaba estacas para cazar vampiros. Peor no quiso decir estacas porque las flechas estaban hechas de madera por lo que básicamente eran algo así como estacas. La plata en la mitología literaria era un material que se usa para lobos. Pero le pareció mejor hacer referencia a él porque las  puntas de plata  son escasas, ya que, es un material que no se usa para hacer armas porque es endeble  y de fácil fractura.

Sopló un viento frió, que al estar mojado, le heló hasta los huesos. El viento no sólo trajo frió sino también un sonido fantasmagórico que le dio muy mala espina.  May seguía narrando su relato y cuando dijo que había personas que no se habían atrevido a pisar ese lugar, él lo entendió perfectamente. El arquero estaba a punto de salir por piernas, es más miró al lugar por donde había venido preguntándose si era muy tarde para decir que no e irse. Una lástima que fuera un hombre de palabra y hubiera jurado a Tara que no la iba a volver a fallar. Tampoco podía dejar a esas personas que estaban comprometidas con la misión.

- Tíos tengo la impresión de que soy el Scooby Doo del grupo. -

Surgido de la nada, se agregó al grupo una nueva incorporación. Un chico que apenas alcanzaba la mayoría de edad físicamente hablando, de aspecto bastante común, sin rasgos particularmente llamativos. Se me levantó una ceja salvaje, intrigada y atónita. A nosotros nos había reclamado May en persona, pero aquel chaval dijo venir de parte de “SHIELD”. Creo que Rüdy los mencionó alguna vez, pero fue en mitad de otra discusión, así que no recuerdo que me dijo sobre ello en su momento. Pensar en eso me hizo preguntarme qué estaría haciendo. Seguro que estaba malmetiendo de mi al señor Stroud por no haber dado muchas explicaciones sobre mi “baja”. Carraspeé como si así pudiera arrojar la imagen de los libreros, abuelo y nieto, de mi mente.

De regreso al presente, May había aceptado la participación del chico nuevo. Savage. Bueno, si ella no ponía ninguna pega, yo no era nadie para rechazar una mano amiga. Aunque si es verdad que tenía un mal presentimiento. Los hilos se apartaban de él, mucho antes de que la muchacha asiática dispusiera sus barreras protectoras contra las ánimas. Con ellas, los hilos salieron repelidos, buscando refugio en las construcciones más alejadas, desapareciendo en su mayor parte de mi vista.

Que no se me olvide pedirle a May que me enseñase a hacer eso. Me iba a ahorrar muchos quebraderos de cabeza en un futuro. Y podría habérmelos ahorrado en el pasado, pero para eso, ya era bastante tarde.

Las instrucciones de May fueron bastante precisas. Fue un contraste en comparación a cómo actuó en nuestro primer encuentro, cuando ostentó un papel más pasivo y en segundo plano en comparación con su madre.

«Grrr...»

«Ni en broma, Chernobog. Ni en broma» pensé al oír su voz rayando mi cerebro como si arrastrase una uña por una pizarra. Con gusto, dejé que el resto de voces invadiera mi mente hasta ahogar la suya. Delante de May, no. Le ignoré totalmente, y fue más obediente que Jack al percatarse de que no le iba a dejar salir.

De camino al punto que nos señaló nuestra líder, aproveché para tenderle la mano a Savage.

- Por si te lo has perdido antes cuando nos hemos presentado todos: soy Tanith. Él, Jack Frost.

- ¡Aye! -saludó la invocación caminando a mi lado.

Frente a nosotros, los restos del hospital se alzaban con el orgullo de saberse como el único valiente que resiste al abandono de la isla, y que guarda el secreto de por qué con gran celo, aunque se muere por contárselo a alguien. Mi vista pasó de los ojos del chico, hasta lo más alto del torreón, que arañaba el cielo.

- Bueno, yo sugeriría entrar directamente al edificio. Pero eso llevará sin mantenimiento vete tu a saber desde cuando. No sé hasta qué punto podemos estar ahí dentro sin que se nos caiga encima, y sin embargo… -bajé la voz para que solo Savage y ella pudieran oírme. Y de haber podido, habría impedido que Savage me escuchase. Hasta se me encendieron las mejillas -...los he visto entrar. Espíritus, ya sabes. En cuanto has creado las protecciones han entrado en tropel. Imagino que, o murieron allí, o los enterraron -volví a fingir que tosía para otro lado, y cambié rápidamente de tono, quitándole importancia -. No estaría de más echar un ojo a esas señales de auxilio de las que hablaste antes con algún equipo de sonido especializado. ¿Quién sabe? Quizá se trate de algo magnético, o alguna cosa así.

También quería comentarle que sería buena idea usar cámaras y grabadoras, pero Jack me dio un tirón del pantalón. Al bajar la vista, descubrí que se estaba escondiendo, cerrando los ojos como si hubiera visto algo. Le acaricié la cabeza por encima de la tela de su gorro. Eso no lo calmó, sino que me hizo notar los temblores. Con un suspiro, le desconvoqué sin que opusiera resistencia. En el lugar que ocupaba antes quedó su figura sin vida, que se deshizo hasta formar un cúmulo nevado. Su reacción me había sugestionado un poco más. Jack estaba más acostumbrado que yo, y no se había alterado tanto cuando vio a los fantasmas. ¿Por qué entonces? Oteé las ventanas por encima de las gafas. Los cristales habían saltado. Muchas de ellas tenían los marcos arrancados, y una se había venido abajo. Íbamos a entrar tarde o temprano, así que mejor ir haciéndose a la idea.

Al parecer no era el último, pues a continuación llegó un chico que se presentó como  Savage. Le generó gran interés la presentación de este joven. Sobre todo porque había dicho que era representante de una organización gubernamental secreta, S.H.I.E.L.D. Roy no sabía mucho de esa agencia de operaciones porque no era algo que llamara particularmente su interés pero ahora que tenía a uno de sus agentes delante de sus narices le generaba cierta curiosidad.

-Un placer conoceros a todos.- Sonrió con simpatía y de forma amable. Le guiñó coquetamente un ojo a las chicas. Ni en las peores situaciones podía evitar ser un poco coqueto.

La persona que les había reunido allí  sacó unos manuscritos escritos con ideogramas japoneses y se puso a realizar unos rituales que parecían ser de la cultura oriental. El pelirrojo se la quedó mirando con una gran sorpresa. No tenía ni la más absoluta idea de para qué servía toda aquella parafernalia. Todas esas historias del incienso le recordaban a Karate Kid y el entrenamiento de este con el Señor Miyagi. El pelirrojo no era muy ducho en artes místicas por lo que esse mundo de lo sobrenatural le era prácticamente desconocido.

Roy alzó una ceja intrigado cuando la morena dijo que esos conjuros místicos les iban a proteger de los espíritus. ¿Pero esto que estaba sucediendo era real? Para él todas estas cosas le eran ajenas y era bastante descreído de esas movidas místicas y paranormales. Las caras que puso Roy ante la respuesta de May a sus chistes fueron épicas. Iban desde la sorpresa al escepticismo. No era experto en en cómo enseñar a tu demonio pero le parecía realmente increíble que todos aquellos mitos de la sabiduría popular fueran ciertos.

- Esto es como una especie de campamento de verano donde se cuentan historias de miedo.- Dijo con su desparpajo habitual.- Me voy a situar- suspiro mientras pensaba recapitulando sobre lo que había dicho May al grupo - Me estás diciendo que esas cosas paranormales … son reales. - Mira todo serio al grupo y especialmente a la joven de rasgos asiáticos.- En las flechas de plata la punta no se rompe.- dijo con cierto tono de interrogación- la plata es endeble y al chocar con algo se mella fácilmente provocando muy poco daño. Aunque claro de qué están hechos esos fantasmas  Tienen una composición diferente a la de los seres vivos … - empezó a preguntarse en alto de forma retórica.- No te voy a rechazar el ofrecimiento, porque no creo que tenga nada en si equipo para matar vampiros, fantasmas, hombres lobo ... y esa clase de seres que aparecen en la serie de televisión  Supernatural. - Aunque Roy era osado de por sí y se precipitaba hacia el peligro no le gustaba para nada la idea de estar desarmado frente a amenazas potenciales y alarmantes. El arquero esperó a que May le prestase las armas de plata.  El arco era su arma favorita y en cuyo manejo destacaba. Pero en caso de necesidad podía manejar perfectamente otro tipo de armamento.


Empezaron a caminar en dirección hacia aquel siniestro hospital. ya se hacía una idea de por qué la gente normal no andaba por esos lares. No era un lugar muy apetecible para tener un pinic. El lugar no tenía lo que se dice un ambiente muy acogedor y agradable. Mientras caminaban miró a ese ser de nieve. Si no fuera porque anteriormente había tenido experiencias con entidades cuya existencia y poderes eran aún inexplicables por la ciencia, Roy se habría mostrado más receloso de lo que ya era en cuanto a esas presencias.

- Tengo que decirlo porque francamente estoy muy perdido en el tema monstruos y otros seres no humanos. ¿Qué les hace efecto? Porque supongo que las cosas normales no o ¿sí? ¿Hay que quemar salvia?. ¿Alguno tiene entrenamiento o estudios en este tipo de … en fin … bichos … monstruos … pesadillas del hombre? ¿Caitlin? ¿Cloe? ¿Savage? ¿Tanith? ¿May?  porque yo soy bastante reticente a los entes y estas cosas. ¿Hay alguna universidad que dé clases sobre parapsicología? Porque estoy pensando en tomar clases - El silencio, ese gran desconocido para el pelirrojo. Arsenal era un gran experto en tecnología pero nunca había prestado la más mínima atención a aquellos aparatos que medían los fenómenos PSI-KAPPA. Miró con curiosidad a sus compañeros de equipo para observar qué clase de instrumentos iban a usar para determinar si había criaturas sobrenaturales rondándoles.

El pequeño y adorable hombrecito de nieve llamado Jack se asustó y eso hizo que el de ojos verdes se preguntase en qué clase de misión suicida se había metido. Hacía falta algo muy maligno, oscuro y peligroso para asustar a un ser que por lo que contaban las leyendas era un entidad natural con poderes de hielo.

Tenía que admitirlo. Era la primera vez que veía un compendio de hilos tan sucio. Ni siquiera los había visto unirse. EL temblor repentino me había tenido demasiado ocupada, tratando de hacer equilibrio y con el miedo de que el suelo se estuviera abriendo bajo nuestros pies, o peor aún, que el hospital se viniera abajo. Y no quería estar a menos de un kilómetro de esa construcción si eso pasaba.

De todas formas, tampoco quería estar a menos de un kilómetro del gigantesco esqueleto que nos había salido al paso. Quizá era por eso por lo que Jack se había asustado. En un acto reflejo, saqué de su funda la daga que me guardaba, y me subí las gafas sobre el puente de la nariz, porque el terremoto me las había removido. Por el rabillo del ojo comprobé cómo estaban los demás miembros del grupo. Parecían enteros físicamente, pero tan descolocados como yo.

«¿Por qué está compuesto de hilos sucios?», me pregunté mentalmente.

Había escuchado perfectamente a May que no le atacasemos, pero, ¡era inmenso! Y ver sus “entrañas” espirituales no ayudaba a calmarme. Ni sabiendo que May había extendido protecciones. Aquello ya no me olía a chamusquina, sino a incendio. Retrocedí poco a poco, daga en mano, preparándome para lo peor. Se nos echaría encima en cualquier momento.

─ Si no le podemos hacer nada, ¿cómo hacemos que se vaya, May? -dije apretando los dientes. Su presencia no solo me incomodaba, es que me tenía el corazón echando una carrera a ver si podía ganarse a sí mismo.

Encima, las voces se habían vuelto locas. Chillaban, aullaban, en respuesta a su presencia. No sé si nos jaleaban para que hicieramos algo, o le estaban animando. La cosa es que, de no ser porque tenía a May delante de mis narices, me habría lanzado como una jabata a por esa cosa. Mi instinto, de origen olvidado, me lo estaba poniendo difícil. Me había encorvado, lista para saltar, o huir. Seguramente, daba igual lo que pensara hacer, porque parecía que mi cuerpo iba a actuar solo.

Echaba de menos a Jack. Fue pensarlo, y la criatura se materializó a mi lado, tan a la defensiva como yo. Abrió la boca y le soltó un bufido amenazador a la criatura, igual que haría un gato cabreado. No sabía cuánto tiempo íbamos a poder aguantar aquella tensión...

La mujer de etnia asiática respondió a sus dudas. en efecto no se podía usar sólo plata para hacer un arma. La plata tenía que mezclarse con otros metales para conseguir dureza y resistencia. Miró intrigado una de las flechas que le había entregado lo espiritista morena. Deslizó sus dedos de forma delicada por toda la longitud de la saguita. Estaba comprobando la robustez, ligereza y el peso de esas nuevas incorporaciones a su carcaj para calcular con precisión la manera en que tenía que dispararlas con el arco. Despertaba en él su curiosidad natural.

- ¿Si sobran me puedo llevar una para casa? Me gustaría estudiar con qué tipo de materiales hace la aleación con plata o ¿es una punta de flecha corriente con un baño en plata?- La paranormal no era su tema pero si las armas. estaba intrigado sobre con qué y cómo hacían los cazamonstruos su arsenal. tomó uno de los amuletos de las cajas que había señalado la líder de grupo. Miró el curioso objeto con escepticismo y se lo guardó en un bolsillo.

-Oye- Respondió a la gracia Shawn con un fingido todo ofendido- Se pueden hacer cosas geniales con bajo presupuesto. Todo mi outfit- hizo un gesto con la mano, moviéndola de arriba a abajo señalandose de pies a cabeza y mostrando sus flechas y accesorios- ha costado menos de diez dólares.- Comentó guasonamente mientras caminaban rumba a la aventura. Roy era un gran fan de los chistes y gracioas malas. ese muchacho de apariencia endeble le había caído en gracia. Le recordaba a él hacía muchísimos años. Parecía alguien joven, fresco, dispuesto a correr aventuras y con un futuro brillante por delante.


-Yo también creía que todo era ficticio y rollos imaginarios de la gente muy susceptible.- La verdad es que el arquero había vivido en su universo una aventura muy sobrenatural y mística con su amigo del alma Jason. Pero entre sus virtudes no se encontraba la de tener una concepción y comprensión elevada de los temas parapsicológicos. Era negado y nefasto en ese tema. No tenía la misma facilidad que con la tecnología. No llegaba nada más hasta los conocimientos básicos. si alguien le preguntaba por su vivencia en Nanda Parvat no podía más que describirlo como unas personas que luchaban por poderes y religiones muy surrealistas y extrañas. - ¿Cómo es trabajar para SHIELD? Me causa un gran intriga.Yo soy más bien autónomo y trabajo mucho por mi cuenta.- Años atrás había recibido una propuesta para trabajar en una de las agencias de inteligencia gubernamental pero la había rechazado. en esos momentos de su vida se arrepentía un poco de haber sido tan mezquino y orgulloso. Nunca sabes cuando tu vida puede cambiar y traer más gastos de los planeados.

- El hospital es un lugar cerrado.  El combate en espacios cerrados se suele caracterizar por la dificultad en lucha a distancia y la imposibilidad de una retirada fácil. En un lugar así, los grupos numerosos tienen menos posibilidades de huir en caso de peligro extremo. Por lo que si vamos a entrar dentro, yo me decantaría por la opción de Shawn de ir en grupos pequeños. - Dijo analiticamente pensando en el tipo de terreno que les aguardaba. No conocían tácticamente el lugar, se estaban adentrando en terreno desconocido, por lo que debían ser cuidadosos, rápidos y precisos. Pensó que él tenía muy buenos y raudos reflejos en caso de tener que necesitarlos.

Lo rió a carcajadas con el comentario de Caitlin sobre aquellos fanfarrones que solían contar fantasmadas. - Igual era yo uno de esos tíos …  umm me suenas- dijo haciéndose el pensativo y poniendo una mano en su barbilla.- ¿No ibas conmigo a ingeniería avanzada uno? Te conozco de esa clase creo - dijo con un tono jocoso siguiendo el comentario chistoso de la belleza pelirroja. Puso toda su atención en escuchar la respuesta de May a la pregunta que había realizado la pelirroja. ¿Había algún medio para que pudieran ver a esas cosas?- Nunca contradigo a las mujeres, si quieres ir primero. Ve primero.

May estaba explicando el mapa en el que se registraba gráficamente el incremento de la actividad sobrenatural de la zona cuando un temblor realmente extraño la interrumpió. Desde la oscuridad emergió un enorme esqueleto. Era ciertamente una criatura sorprendente pero era el momento para perder los nervios y dejarse impresionar. Aquel ente podría acabar con ellos si se dejaban arrastrar por las emociones negativas.

-Cloe, guapa, todo va a salir bien- dijo siempre sonriente y siempre positivo el pelirrojo percibiendo ese tono inseguro de la peliblanca. En la mirada verde del arquero se perfilaba un brillo más serio que antes. Aunque su actitud y su desenvoltura seguía siendo la misma en su rostro se reflejaba un cariz diferente. la situación era inquietante. Según contaban sus compañeros la mayoría de los allí presentes no estaban preparados para ser cazafantasmas y se encontraban frente un enemigo que a primera vista era poderoso y enorme. la situación era peliaguda y había que ser en extremo cuidadoso.


- Pero …  habrá algo que nos sirva para detenerle ¿no?. Ese ente tiene que estar hechos de materia, porque no hay nada en el mundo que esté hecho de nada, y la materia se puede dañar.- Dijo con cara pensativa mientras intentaba encontrar una respuesta científica y lógica a la existencia de seres paranormales.