Deja que te ayude... (Clint Barton) [07/04/2018]

Llevaba tres días sin apenas comer, sólo con un mendrugo que conseguí rebuscando en la basura de una panadería que... A saber de cuándo era ese pan, era una roca y me costó comerlo, pero no me quedó otra. Estaba pasando por una mala racha, la gente no me da dinero, no conseguía encontrar nada ni estafar a las cabinas telefónicas si quiera... No me gustaba robar, no lo veía del todo bien, pero necesitaba hacerlo de vez en cuando, porque si no, como ahora, me podía desmayar del hambre en cualquier momento y no era algo que quisiera volver a experimentar.

Así pues, por todo aquello, fui hasta una de las calles más concurridas del barrio en el que estaba de Nueva York y me quedé quieta en un sitio analizando a todos los que pasaban por ahí, en especial los que compraban en las tiendas. Esos debían tener dinero por varios motivos: muchas bolsas en sus manos, muchas risas y sonrisas, y mucha ansia por entrar a los establecimientos. En especial me fijé en un par de turistas que no sabía de dónde serían, pero desde luego no de Estados Unidos, que se movían por la calle sin cuidado y con los bolsos abiertos. Suspiré y sonreí para mis adentros, iba a ser mi día de suerte por fin.

Poco a poco me fui acercando a ellas, colocándome la visera bien, alisándome el vestido que llevaba bajo el abrigo abierto, adecentándome por el camino. No era la primera vez que robaba así y tampoco se me daba mal, era rápida y con mi cara bonita muchas veces me salvaba de ir a comisaría. Además, el comisario ya me conocía y me tenía cariño como un comisario podía tenérselo a una joven huérfana que vive en la calle. Bonita historia, ¿eh? Podría dar pena a casi todo el mundo. Según me iba acercando a ellas las miraba fijamente hasta que hicieron contacto visual conmigo, para cambiar la dirección de mi mirada de manera abrupta, como si algo me hubiera llamado muchísimo la atención y me hubiera asustado un poco, sin para de ir hacia ellas y chocarme contra la chica del bolso abierto, meter la mano y sacar la cartera.

-прости!- me disculpé como si no hubiera sido un golpe planeado y seguí mi camino perdiéndome entre la multitud hasta llegar a un callejón que conocía bien y en el que podía esconderme con facilidad en el hueco que había entre los edificios.

Atajé por allí sin mirar el contenido de la cartera hasta llegar a un supermercado donde arramplé con mucha comida, convencida de que el dinero de la cartera lo podría pagar. En la cesta había sobre todo comida en lata y unos pocos zumos, no era mucho lo que había cogido, por lo que esperaba que el dinero me alcanzase para un par de semanas al menos. Una vez la cajera lo pasó todo por la caja y me dijo el precio cogí la cartera segurísima de mí misma, la abrí y creo que me desmayé allí mismo. Allí mismo. Así. Pum. Al suelo y muerta.........................

NO HABÍA DINERO. ¡NO HABÍA DINERO! Bueno, sí, sí había, pero no para todo. Estúpida guiri que llevaba el bolso abierto. Solté varios improperios en ruso, cogí el dinero que había y miré a la cajera y la comida que había pasado.

-Sólo tengo esto...- dije en un tono más calmado y triste. Vaya faena, es que... ¡Argh! ¡Qué rabia! Le puse ojitos de carnero a la cajera y sorbí un poco por la nariz para darle pena y que me dejara llevarme lo que había cogido. ¡Que me estaba muriendo de hambre, mujer!

Había podido ordenar un poco sus ideas, si es que recordaba muchas. Eso de tener amnesia era un rollo pero tenía que dar las gracias de que su buen amigo Loki le estuviera apoyando. Desde que salió de ese extraño traje ningún vengador había contactado con él, representaba que tenían poderes de sobra para hacerlo. Tal y como había dicho Loki solo era una molestia para ellos, haciendo que comenzara a odiarlos. Pero cuando…oh! Que ya le tocaba bajarse del bus. Clint estaba tan metido en sus pensamientos que por poco no se pasa de la parada en la cual quería bajarse, Clint había salido a pasear mientras Loki iba a arreglar uno de sus asuntos. Ahora que volvía a andar sin rumbo por esas transitadas calles volvió a sus pensamientos, esperando encontrarse con alguien que le conociera y pudiera hablarla mas de quien era. Por donde iba… ¡a si! Cuando estaba cerca de su buen amigo Loki su cuerpo se volvía tenso sin saber  el motivo y tampoco podía preguntarle abiertamente “hey colega, ¿sabes porque tengo ganas de partirte la cara? Si no recuerdo nada”.

Suspiro derrotado, como había dicho antes, tener amnesia era un rollo. Alzo la mirada y vio un supermercado, entrando a comprar algo para comer, tanto pensar le abrió el apetito. Se cogió un bocata y un café, todo para llevar. Mientras hacía cola pensaba porque había entrado ahí y no en una cafetería ¿era para no gastar demasiado el dinero que le dio su buen amigo o era costumbre en el hacer estas cosas? Volvió a suspirar por no recordar ni algo tan sencillo para eso. Las palabras de la chica le hicieron despertar de sus pensamientos, viendo que tenia problemas. Y sin pensárselo mucho saco lo que le faltaba de su cartera y se lo dio a la cajera.

Ya le pago yo lo que le falta.

Sonrió de forma encantadora a las dos, tenía dinero de sobras así que no le molestaba ayudar a los demás, a lo mejor por eso se hizo vengador, para ayudar a los que más lo necesitan, pero al parecer esa filosofía se estaba perdiendo en la organización. Cuando la cajera pasó lo suyo volvió a pagar y metió lo suyo en la bolsa que había pedido para luego mirar a la pelirroja que seguía ahí, seguramente había acabado de guardar la compra en las bolsas.

No fue la cajera la que se apiadó de mí, si no un hombre que parecía algo más mayor que yo y que no se pensó ni un segundo el ayudarme pagando lo que me faltaba a mí. Nos sonrió a las dos y la cajera le devolvió el saludo, pero yo no. Yo estaba seria, alerta y a la defensiva. ¿Qué quería? No necesitaba que ningún hombre me hiciera ningún favor para tener que devolvérselo más tarde. Cogí la bolsa con mis cosas y me quedé mirando a aquél rubio que me había ayudado.

-Parece que es tu día de suerte...- comentó la cajera con una risa sardónica. Que le den, no era de su incumbencia.

-Sí, eso parece...- suspiré y le devolví la sonrisa con amargura a la señora, para devolver mi atención al alma caritativa que tenía delante. -Gracias, ha sido todo un detalle, pero no era necesario... Además, tampoco tengo cómo devolverte el dinero y...- comencé a excusarme fingiendo humildad e inocencia. En el fondo me había hecho un favor pagando por mí lo que yo no podía, pero eso hacía que desconfiara más de él.

No era nada personal, pero no me fiaba de nadie. La vida me había enseñado que mejor sola que mal acompañada o acompañada por interesados, además de lo alerta que estaba todo el tiempo de si me seguían, de si querían acabar conmigo, o de si algún fanático había seguido mi rastro y finalmente iba a terminar con la sangre de los Románov.

Me coloqué un mechón de pelo detrás de la oreja para dar ese aspecto de nerviosismo de una chica joven e ingenua y le sonreí, pero no le miré a los ojos, "avergonzada".

Las palabras de la cajera le hicieron sentirse como ¿un hado madrino? Había hecho bien de salir a pasear, eso de ayudar a la gente le sentaba bien. Y al parecer el dinero de su amigo era autentico, no dio error cuando lo pasaron por esa máquina para saber si eran falsos.

No te preocupes por el dinero, me gusta ayudar a la gente.

“mi amigo puede crear tantos billetes como quiera, es el poder de la magia” pensó para él, no podía ir contando por ahí ese truco, vaya que hacienda los buscara. Salieron del supermercado para no molestar a los demás clientes. Sonrió ante ese gesto tan inocente pero algo le decía que no lo era tanto ¿su sexto sentido? Bah, era una chica normal y corriente que se había dejado parte del dinero de casa.

Bueno, yo he comprado para ir almorzar en algún parque de la zona, si quieres puedes acompañarme y charlemos un poco… es que soy nuevo en la ciudad y me gustaría charlar con alguien.

Sonreía algo nervioso, tenía ganas de hablar con alguien más que no fuera su amigo, pero claro, era algo extraño pedírselo a un desconocido, aunque si te pones a pensar esa es la mejor manera de hacer amigos. Esperaba que la chica aceptara o tendría que ir algún parque ha hablar con los abuelos, estos siempre están dispuestos a contarte las batallitas de su apasionada vida de jubilado.

-...- le miré en silencio sin saber si aceptar o no. Parecía buen tipo, pero era claramente más fuerte que yo, y probablemente más rápido si quería hacerme daño o era un fanático que me seguía. Sí, el parque era un lugar público y transitado, no me atacaría tan a la vista de todos. -Está bien, es lo mínimo después del favor que me has hecho. Puedo comerme este sandwich...- le sonreí sacando de la bolsa un sandwich que ya estaba preparado y envasado, listo para comer.

Salimos del supermercado y caminamos un par de calles hasta llegar al parque, tardamos como mucho cinco minutos en los que yo no sabía qué decirle. El parque estaba lleno de niños jugando, familias haciendo picnic, perros, policías paseando... Suspiré.

-Así que... eres nuevo aquí. ¿Por trabajo?- le miré alzando una ceja. Podría ir averiguando por qué está aquí y ver si es algún tipo de amenaza, quizás sólo era un buen hombre que quería ayudarme, pero debía ser precavida. -¿Tienes pensado quedarte mucho tiempo?

Vaya, yo también he cogido de estos sándwiches, el mío es de jamón y queso ¿y el tuyo?

Sonrió animado de poder hablar con alguien, eso le ayudaría a integrarse un poco mas en la ciudad y de paso que le revelara algo de su pasado. No creía que se conocieran, pero a lo mejor algún detalle que soltara haría encender alguna lucecita en su cabeza. Mientras andaban pensaba en las típicas preguntas que le haces para conectar con alguien “¿en tu casa o en la mía?” Clint por favor… “¿estudias o trabajas?” mucho mejor. No tenia pinta de estudiante así que le quedaba solo el trabajo, no podía decirle que era un espía secreto, seguro que no le tomaría en serio. De golpe aparece una furgoneta con la marca de una empresa de trasportes, eso le hizo encender la bombilla chuchurrida que tenia encima de su cabeza. Sobre aficiones podía decirle la arquería, era bueno en eso así que no seria una gran mentira. No le gustaba inventarse las cosas pero era lo mejor, no quería hacer cargar a la muchacha con su amnesia. Cuando le pregunto por el trabajo sonrió animado, había hecho bien en preparárselo. Afirmando con la cabeza.

Soy trasportista, mi amigo me consiguió el trabajo. Yo me encargo de la parte de subir y bajar paquetes, para que veas que estos músculos no son de mentira.

Marco musculatura en su brazo para hacer un poco de broma, sabía que muchos se machaban al gimnasio para hacer musculo, no para desarrollar fuerza. Ahora tocaba contestar la segunda pregunta.

Me gustaría quedarme una buena temporada, promete ser un buen trabajo. ¿Y tu hace mucho que vives en la gran ciudad? ¿Estudias o trabajas?

Al ser más joven que él había posibilidad de que la muchacha estudiara algo, aunque era algo reservada pero lo entendía, solo son unos desconocidos.

!Que despiste! no nos hemos presentado. yo me llamo Clint Barton ¿y tu?

Ofreció su mano como en modo se saludo, esperando la respuesta de la pelirroja.

Me reí en silencio por su ocurrencia para que me fiara de que sus músculos eran de verdad, mientras encontraba un banco en el que sentarnos y comer.
Saqué mi sandwich y lo abrí, cogiendo sólo una mitad y guardando la otra para la noche. Corté un trozo de corteza con las manos y me lo llevé a la boca con tranquilidad, para que la sensación de estar llena fuese más notable al comer más lento.

-Oh, yo... Bueno, estoy buscando trabajo. Hace poco la franquicia en la que estaba cerró y me quedé sin empleo- fingí una sonrisa que decía "podría ser peor", como realmente era, y seguí comiendo otro trozo de corteza.
Me llevé una mano a la boca mientras tragaba antes de presentarme también.

-Anastasia- mientras no le diera mi nombre completo no corría ningún peligro, y si por algún motivo dudaba si yo era quien era siempre podía desmentirlo y desaparecer del mapa.
Estreché su mano después de limpiarme la mano de migas en el abrigo y después volví a darle atención a mi comida.

-¿Vives por aquí?

Oh…vaya…se lo que se siente, lo pase algo mal buscando trabajo, menos mal que tengo un buen amigo que me consiguió este trabajo ¿tu no tienes ningún amigo que te pueda ayudar?

Le dio unos suaves golpes en el hombro en modo de apoyo, el nunca había perdido un trabajo o al menos no lo recordaba, aunque podría imaginarse que perder la memoria será por algún estilo. Le dio un pequeño sorbo el café y se quedo en shock al escuchar ese nombre ¿de que le sonaba? Cerro los ojos y comenzó a recordar a una bella mujer pelirroja con un traje negro, su rostro borroso se fue aclarando mostrando al fin a su mejor amiga y primer amor no correspondido.

Natalia… no se porque me has hecho recordar a mi mejor amiga… a lo mejor porque es pelirroja como tu

Se rio y volvió a dar un trago al café, no entendía porque había reaccionado así, sus nombres se parecían un poco, pero no tanto para eso. Aunque esto le había dejado un poco confuso se alegro, había recordado alguien, cuando llegara a casa se lo diría a Loki. Ante la pregunta del lugar de residencia comenzó a mirar a todos lados, intento guiarla con la mano pero se perdió hasta el.

No se me el nombre de la calle…pero si recuerdo la parada conde me subí, así que cuando coja otra vez el bus no me perderé. ¿Y tu vives cerca de aquí?

Volvió a reír y luego se quedo en silencio comiendo el bocata ¿de que podrían hablar? Tampoco quería forzar la conversación pero el silencio era muy incomodo. Hablar con ella le había ayudado y la necesidad de recordar más le empujaba en buscar nuevo tema de conversación.

¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre Anastasia?

Entrecerré los ojos observando los gestos de Clint. Estaba esforzándome en ser distante por si la cosa se ponía fea, por si era un farsante más, por si venía a por mí y que haya pagado mi comida no era un encuentro casual y fortuito...
¡Pero es que no parecía tener malicia alguna! En el fondo me frustraba eso, que no pareciera malo y con malas intenciones. ¿Con todo eso de la colisión y las explosiones aquí y allá no hay nadie malo? ¿Nadie con quien me haya topado? Siendo sincera me alegraba en el fondo, pero me infundía más desconfianza.

-No, no mucho. Estaré como a media hora andando desde aquí...- le dije observando la dirección hacia la que apuntaba él.

Al final me rendí, estaba muy tensa y debía notarse. Se me hundieron los hombros cuando solté el aire de golpe y le sonreí.

-Bueno... Paseo mucho-, y a veces tengo que robar. Por no decir que era prácticamente lo único que hacía y que podía permitirme.

Me terminé el sándwich y le di un trago a mi botella de agua, consciente de que había ignorado a drede su pregunta sobre los amigos. ¿Tenía pinta de tener muchos amigos? Gracias que el día anterior conseguí algo de dinero para darme un baño y no tenía las pintas de hace una semana, si no, no me habrían ni dejado entrar en el supermercado.

-¿Y tú? ¿Qué sueles hacer?

Sonrió al ver que la chica se había relajado y era comprensible, el era un extraño y un poco de tensión había entre los dos. El también acabo de comer y se levanto a tirar los restos de envoltorio, para luego volver a sentarse. Se quedo pensando en sus aficiones, no recordaba nada así que era difícil que decirle. De golpe recordó el arco que había dejado en casa de su amigo, según el era su herramienta de trabajo pero podría trasformara en su afición.

Me gusta la arquería, siempre que puedo voy a un campo de tiro ¿tu sabes si hay alguno por la zona? Es que acabo de llegar y no he podido mirarme bien la zona.

Seria genial que hubiera uno, así podría ir ahí a pasar los ratos donde Loki no estaba por casa, no le hacía mucha gracia quedarse encerrado en el piso todo el día, le gustaba estirar las piernas. Se extraño cuando no comento nada de sus amigos, seguramente era un tema muy delicado y no quería hablar, eso preocupo un poco al arquero.

Le sonreí con algo de pena, parecía que de verdad le gustaba la arquería y que quería disfrutar de ella. Lamentablemente, yo no conocía ningún sitio de esos. Lo único que conocía era qué calles evitar y con quién no hablar, dónde pedir comida y dónde ni siquiera respirar. En cuanto a diversión, sólo conocía la piscina en la que me colaba en verano y las pocas veces que podía permitirme ir a un bar y tomar unas buenas copas de vodka.

-Lo siento, Clint. No suelo hacer demasiado para divertirme... La verdad es que lo que más hago es pasear por la ciudad y, sin embargo, no he visto ninguna arquería a la que puedas ir...- ...guardé silencio unos minutos. -¡Eh! Espera, acabo de recordar un lugar no muy lejos de aquí, un descampado. A veces, veo a gente que practica tiro con escopetas de aire comprimido... no de esas de balas- hice un gesto negando con la cabeza y me reí de mí misma. Quizás ese descampado le sirviera hasta que encontrara el campo de tiro con arco.

-¿Quieres que te lleve? Podemos pasear y me cuentas un poco sobre tu trabajo y si tu jefe te trata bien o sólo es un jefe más...- bromeé a la vez que me ponía en pié.

Se desanimo un poco al ver que la mujer tampoco sabía un sitio donde poder practicar arquería, ahora no sabia donde buscar, se lo preguntaría a santa Google a ver que le decía. Sus ojos se le iluminaron al igual que un crio frente a una tienda de chuches, ese escampado sonaba a tierra santa. Se levanto y le ofreció la mano.

Seria todo un honor que me guías, además paseamos tal y como a ti te gusta.


Dijo refiriéndose a que lo que hacia mas era pasear, era un pasatiempo como cualquier otro, no le pareció extraño. Se quedo un poco extrañado por lo de jefe ¿se refería a Loki? Sonreí al imaginarme a Loki como un jefe, aunque se podría decir que si, pero no lo tenia muy claro. Hacia poco que había salido de esa playa que era como su punto de partida con todo eso de la amnesia ¿Cuándo la volvería a recuperar? Intentaba sonreír siempre para que no se le viera preocupado.

¿mi amigo el jefe? Jaja, no, no, es un trabajador mas, el coge las comandas y las clasifica para que luego yo las recoja y las reparta. Su trabajo es mas de cabeza, muy propio de él. Ahora me sabe mal no traer mi arco y algunas flechas, a si te mostraría lo bueno que soy… tendrás que conformarte que lance piedras donde tú me digas, si es que hay piedras claro.

Rio levemente por su broma sobre las piedras, seguro que habrán, iban a un descampado.

Acompañé a Clint hasta el descampado mientras hablábamos sobre su jefe y su trabajo. Evité hablar de mí casi todo el tiempo, al menos, de mi vida personal. Lo bueno es que Clint era gracioso y me hacía reír, lo cual me relajaba a ratos y me hacía no estar a la defensiva en todo momento.

-¡Es aquí! Mira, aún hay gente haciendo eso que te dije... y... ¡Aquí tienes piedras!- me agaché a coger un puñado y se las di con una sonrisa en la cara, con ganas de saber cómo de buena era su puntería y si sería tan buena cómo el dijo.

Me aparté un poco y me coloqué tras él, indicándole dónde tenía que tirar: un roca más grande, una rama, una lata que alguien se había dejado por ahí... Realmente cualquier cosa, y cada vez el rango era mayor y su puntería se vería más afectada. Era divertido. Incluso me animé yo a tirar, pero falle estrepitosamente.

-Vaya...- hice un puchero y me reí. Empezaba a anochecer cuando quise darme cuenta, y aún debía buscar un sitio donde dormir.

Le estaba costando mucho saber quién era en realidad Anastasia, solo sabía que era una hermosa mujer, con eso le bastaba. En cierto modo le parecía correcto que no se abriera tanto ya que el solo le estaba contando mentiras ¿será por la influencia del dios de las mentiras? Que la chica se relajara hacia que Clint se sintiera mas ajusto y no se preocupara tanto por las cosas. Sonrió al ver esa gente practicando con las escopeta, pero lo que le hizo sonreír de verdad es ver como la pelirroja le entregaba las piedras con tanta ilusión. Cogió una y jugo un poco con ella, comprobando su peso y tamaño para que su lanzamiento fuera el correcto.

¿Estás preparada?

Una vez le había indicado las dianas lanzo las piedras con la suficiente puntería para darle al blanco, sin fallar ninguna, su puntería era perfecta. Se rio levemente por el puchero, le hacía ser adorable. También se dio cuenta que empezaba a anochecer, con lo bien que se lo estaba pasando, tenía que volver a casa, vaya a ser que Loki le pegara con la zapatillas de ir por casa por llegar a esas horas.

A mí me costó muchos años llegar a tener esta puntería, si quieres otro día te enseño ya que ahora es muy tarde, te acompañare a casa… si prefieres podemos despedirnos en el parque si te va mejor.

No quería correr, eso que un desconocido te acompañara a casa le haría sentir incomoda y quería poder quedar de nuevo con ella, había pasado una tarde muy agradable.

Ahora que se de este lugar iré siempre que pueda a practicar con el arco, a si que ya sabes, siempre que quieras que te enseñe tiro con arco estaré aquí

Le guiño el ojo con una sonrisa amistosa.