No era otro día cualquiera. La noche negra inundaba el cielo. Algunas veces la oscuridad se iluminaba con fuertes, atronadores y furiosos rayos. En el aire se respiraba un pestilente olor a carne quemada, sangre y muerte. La desesperanza reinaba en el ambiente. Los signos eran claros. Lo escrito por el destino, aquella lejana profecía, se estaba cumpliendo. Todo tu ser lo sabía. Eran unas cuantas veces lo que habías vivido esa misma escena. Siempre era igual.
El más noble y digno de Asgard, Balder el valiente yacía en el suelo mientras su cuerpo desgarrado iba desangrándose. Cada gota de líquido rojo que salía de su cuerpo iba llevándose su vida. Os habéis criado juntos y os conocéis desde niños. Es tu amigo y tu hermano de armas. No puedes recordar la inmensidad de veces que has levantado la espada a su lado por vuestro Rey Odín. Por tú mente aparecen algunas imágenes de momentos felices, de risas, de festines y buenos momentos. Sientes pena, tristeza y nostalgia. Pero, no había tiempo para llorar al hermano caído, muchos más perecerían en esa batalla. Tu educación asgardiana te había preparado para esos momentos. La muerte de un ayeado no puede impedir que sigas luchando.
La muerte del dios de la Luz indica el principio del Ragnarok. La serpiente había sido liberada y el fuego de Surtur devastaría Asgard. Toda tu piel temblaba. No era por el miedo, era el ansia. Ese ansia de cumplir con tu misión y tu destino. Habías vivido aquello demasiadas veces pero sabías que era un ciclo infinito que nunca iba a romperse y tu deber como asgardiana y guerrera era acudir a la batalla que te reclamaba.
Rauda te diriges al lugar en el que se encuentran tus fieles y leales compañeras valquirias. Las sonríes, les das aliento. Eres su líder, un líder fuerte que no se viene abajo porque el fin esté cerca. Levantas tu espada y sabes que tu sino conduce a la muerte sin embargo no caerás como un esclavo. No morirás rogando. Lucharás y caerás en la batalla, ganarás tu puesto en el Valhalla.
- Por Asgard - gritas con vigor mientras te lanzas a la batalla sin saber si ese será tu último momento en esa tierra.
Morirás, eso está claro, podías sentir que tu hora estaba cerca. Miraste a la izquierda y allí estaba Amora, la encantadora. Ves ese halo de luz. Entiendes muy bien lo que significa ese destello sobre una persona. Es una marca imborrable que determina tu paso al más allá. Has acompañado muchas almas y reconoces cuando alguien está a punto de dejar su cuerpo para convertirse en un alma libre, para pasar al otro lado.
Ella y tú no os llevabais muy bien. Esa mujer siempre estaba confabulando intrigas en contra el reinado de Thor y desestimando su derecho dinástico al trono. En otros tiempos era una enemiga de Asgard y de todos los leales asgardianos. Sin embargo, al final, cuando cae el telón para los ciudadanos de Asgard, Amora está allí luchando codo con codo con tus huestes. Dando su vida por proteger el caduco y destruido Asgard. Porque a pesar de todo el odio que pueda tener por Thor y la familia real, su sentido de pertenencia a la tierra es más fuerte. Sois asgardianos a pesar de todo y pase lo que pase. Presientes cuando va a acontecer su fin y antes de que el golpe del enemigo destroce su cuerpo, giras la cabeza para no verlo.
Los enemigos eran muchos y poco a poco iban haciendo mella en ti. Sientes como los ataques del enemigo comienzan a dar sus frutos. Golpean tu cuerpo y van desgarrando tu carne. Tu cuerpo está roto y deja escapar a borbotones tu sangre. Duele y sientes como tu fuerza se va desgastando. No obstante, te levantas una y otra vez del suelo. Tu fuerza de voluntad no se quiebra aunque tu cuerpo no es más que una masa sanguinolenta.
Tu fin está cerca, caerás en esta pugna. Sin embargo esperas que Thor, tu amigo, tu hermano y tu rey, aprovechen tu sacrificio, venza la parida y pueda dar inicio a un nuevo ciclo para Asgard. Confiáis en el uno en el otro. Él es así digno y eso es lo que aprecias de tu amigo. Por encima de todo tu lealtad se la debes a él porque sabes y porque siempre has sentido que es el mejor para ostentar el trono de Asgard y que el llevará el reino hacia su gloria.