1812 Overture (Ancel Dario Wetzler) [Post-Omega: 5/11/2018]

Lunes, 5 de Noviembre de 2018.

Había quedado con Plana para verle,  hoy le tocaba a Elsa cubrirme en la pastelería y me merecía un día de descanso. Después de tomar café con él,  le tocaba entrar a clase  y decidí dar una vuelta como siempre solía hacer. Eran como las 12:30 la mañana, y al girar una esquina me quedé ligeramente petrificada al escuchar las notas de un piano. Provenía del aula de música,  y seguí su melodía  hasta encontrar la puerta entreabierta de la estancia. Caminé  firme pensando en cómo sería el suplente, si  estaría a la altura, si sería mutante. Al llegar al otro lado de la puerta me  quedé  por fuera, escuchando. Después de  la baja de Drago solía estar algo desanimada, era uno de sus pilares de la mansión. Un amigo de entre pocos. Pero aquella melodía me hizo sentir bien por dentro.  Eran  unas manos  habilidosas, fuerte pero fluidas. Empecé a dudar de si era una grabación, pero esa música era tan transparente que no cabía lugar  a dudas de  que surgía del piano del aula.

Me asomé por la ranura, pero no llegaba a ver el piano. Sólo vi los pupitres vacíos...¿Estaba tocando por placer? Esperé unos minutos más, hasta el final de la  pieza, y cuando hubo de nuevo un silencio largo, indicativo del final de la canción, llamé tres veces.

- ¿Hola? Perdón, espero  no molestar- dije abriendo la puerta y asomándome para ver la espalda  del músico. Me adentré en el aula dejando ver  mi ropa y mi piel morena. A pesar de la época  del año iba poco abrigada, ventajas de mi poder. Unos mechones de pelo bicolor resbalaron por mi frente y me  lo eché  con la mano hacia atrás. Cerré la puerta detrás de mi. - He esperado a que terminase la  pieza- dije tratándole de usted automáticamente por  la costumbre de hacerlo  cuando  era  alumna,  ya que era  un profesor. A diferencia  de Logan  u Ororo, que ya había tratado con  ellos en la  patrulla y había  confianza, era  una relación nueva y no podía evitar haberle visto antes como profesor que como persona aparte  de ese puesto.  - Debe ser el sustituto de Drago, me llamo Sasha- dije acercándome un par de pasos al piano.

Lo primero que me sorprendió fue su acento. ¿Era Italoamericano? No pude evitar sonreír, desde que conocí a Rackam tuve debilidad por el acento italiano. Era tan... melódico y fluido...
Lo siguiente fue cuando contemplé su rostro. Unos ojos mixtos brillaban en  su rostro, haciéndole muy llamativo. Tal  vez fuese un rasgo de su mutación. La verdad, todo había que decirlo... Un chico joven,  italiano, con  ese acento, educado,  elegante, con camisa y bien vestido....Grrr... Amo a Plana con la fuerza de mi corazón, pero mirar y deleitarse es gratis.  

- Il piaccere è tutto mio, Ancel -  dije recurriendo a lo poco que él me había enseñado, y a los recuerdos de que fue lo que  me  dijo cuando me conoció. No sabía mucho más, palabras sueltas...De hecho creo que era la única frase construida que sabía decir.

Me detuve a un metro o así de él y le miré a los ojos más de  cerca, de verdad que eran preciosos. - Oh no, no... No soy del profesorado. Formo parte de esto pero de otro modo.- dije sonriente. Si conocía algo  sobre la patrulla, sabría que me estaba refiriendo a ella, si no tampoco era necesario que yo le diese esa información,  puede que al profesor no le  interesase  que la conociera, aunque podía conocerla por las noticias.  - Bonitos ojos y..- señalé al  piano - Bonita música-  dije todo lo amable que solía ser.  Es cierto que  desde todo lo de  Dalae  estaba muy apagada por dentro,  pero mi función en la mansión, pasearse por  ella  en  recuerdos y conocer a gente dentro de ella era lo único que me distraía últimamente. Además la gente  que conocía en  la mansión era la única  que conocía sin desconfiar.

Agité la cabeza, estaba tan ensimismada en la voz del europeo que ni me percaté -No me llame de usted. Por favor[/b]- dije firme, sin darme cuenta de que yo lo seguía haciendo, y sonando clara. No era como la típica larga que da alguien muy educado como para aceptar de primeras ese trato. De verdad le incomodaba, ahora que se había dado cuenta. Pero...es que su acento era taaaaaaan bonito... Me sentía como en una nube, era la voz que quería en una nana antes de dormir. Además juraría que la tenía entrenada, si mi experiencia en canto no me engañaba. Sonreí aún más con el cumplido.

- Qué caballeroso...- me gustaba su pasión. Era comedido pero alguien con la suficiente sensibilidad como para dedicar su vida a un arte, como me hubiese gustado hacer a mí con el circo era alguien con quien se me hacía fácil empatizar. Además yo complementaba los acompañantes de la música, canto y baile.

- Creo que se refiere a Planaria Glámez.- dije sonriendo al pensar en él - Y curiosamente es mi pareja, aunque no tiene nada que ver con lo poco que sé de italiano- comenté sentándome en la silla más cercana al piano. Empecé a sentirme cómoda.- Aquí todos somos conocidos... Es como una gran familia a la que me temo que ahora perteneces. Ahora tienes la opción de no estar solo nunca- comenté mirando al suelo con melancolía, en mi voz se notaba la gratitud que sentía hacia el lugar, era verdaderamente importante para mí. Levanté el rostro y me quedé mirando sus ojos otra vez, hasta que tuve la brillante idea de que tal vez le estuviese incomodando y retiré la vista al piano - ¡ Lo siento ! Es que me parecen una pasada...- dije imaginándole tocando sentado con una sonrisa.

Sonreí ante su ofrecimiento. Costaba tanto encontrar a alguien tan ofrecido a primera vista, y más cuando le acababas de conocer.

Sin embargo, cuando le corregí con lo de Plana conseguí una reacción opuesta de la que quería conseguir. No pretendía abochornarle sino ayudarle y cuando reaccionó así no pude evitar acercarme a él y apoyar una mano en su hombro con una mirada tranquila. - Eres una persona, es un entorno nuevo... Relájate. A todos nos pasa.- dije justo antes de sentarme.

Cuando dijo que me entendía levanté el rostro en una sonrisa triste. - No quiero forzar que te quedes, he dicho que tienes la opción... Creo que a la gente como nosotros nos viene bien saber que tenemos un sitio donde siempre nos van a acoger pase lo que pase - dice pensando que paradójicamente ella ha sido la única que ha abandonado la mansión para protegerla, y la punzada se le refleja por una milésima en el rostro. -Por favor, deja de disculparte. Nadie es perfecto y te estás adaptando. Que tengas errores humanos no significa que seas ofensivo.- dije sindarle más importancia, fijándome justo en el brillo de su ojo ámbar.

-Con algunos alumnos también me ocurre, tienen particularidades por su mutación, como es en mi caso el pelo- dije agarrándome un mechón entre dos dedos - Pero te da mucha personalidad. Te queda muy bien aunque... ese te ha brillado- sonriendo mirándole a los ojos.

Tampoco decidí darle mucha importancia, y me quedé mirando el piano, deseosa de poder bailar o cantar algo. Echaba tanto de menos las actuaciones que siempre que tenía la oportunidad de hacer arte con alguien sabía aprovecharla. - Oye... ¿Sabes tocar algo con letra?- Era una pregunta estúpida, pero no se me ocurrió mejor manera de iniciarlo. Miraba al piano y él con ganas intercaladamente. Me recoloqué el pelo detrás de una oreja y seguí esperando con las mismas ganas.

- La disculpa no suele ser mala, pero no abuses de ella- dije recordando la frase de una lección que me dio el profesor en mis años de adolescencia. Y cuando mencionó lo de que ella había abandonado la mansión... El gesto se le giró moltarmente doloroso. - Preferiría no hablar de ello...- dije casi en un susurro.

Necesitaba una distracción. Pensar y distraerme en otra cosa, y me explicó lo del ojo, motivo suficiente para prestar atención y fijarme en otra cosa. - Wow...¿En serio? Es increíble- dijo de nuevo mirando a los ojos, esta vez de una manera más fugaz, más efímera.

Le sonreí ante su guiño. -No..No soy cantante pero sé cantar y bailo... Digamos que controlo mi puesta en escena por experiencias. - no quería contarle que había estado en el circo. Mucha gente de la mansión no lo sabía. Aunque él me intimidaba un poco. No creí que fuese capaz de adivinar que mi tipo de puesta de escena era de circo y no de teatro... - Conoces una que es mnn-mn mn-mn-mn-mn....- dije hacia mis adentros.

Y la magia comenzó.

La voz de ella era sensual en los graves y dulce en los agudos, de vez en cuando rompía las notas rasgando la voz al cambiar. Cerró los ojos y parecía estar en una especie de trance, gesticulaba con las manos al cantar y se aisló por completo del mundo. En la voz, para quien supiese escuchar, se percibía que los agudos no eran falsetes débiles, sino que alcanzaban con seguridad y firmeza. Había hecho proyección de la voz y respiración, y eso era algo que se percibía fácil con oído experto.

Un gesto negativo con la cabeza fue suficiente para hacerle entender que no importaba que hubiese tocado esa fibra sensible.

Cuando comentó que era una pieza de su madre... ERA. -Oh... lo siento...- dije sonando realmente arrepentida. No quería recordarle nada, y era más que evidente por su forma de decirlo que la madre de Ancel no conservaba la vida. Pero empezó a tocar y di por hecho que no tenía mayor importancia.

Me alejé dos metros del piano y de las sillas, en un mini escenario donde salíamos a tocar y exponer trabajos. Me puse en el centro con pose firme. Fui dando pasos mientras cantaba, andadura lenta y firme de quien sabe lo que está haciendo pero lo disfruta. Cantaba segura, como no cantaba en mucho tiempo, y la música era impecable. Cuando conseguí meterme de lleno en la pieza recordé como cuando actuaba en el circo, en el centro de todo in círculo de gente contemplándome... Allí no podía haber falta de gracia, ni un fallo desde ningún ángulo. Y esos movimientos gráciles son los que me salieron solos en el aula. En los muslos se apreciaban la contracción de los músculos, su cadera adaptaba nuevas curvas con facilidad y sus brazos formaban el equilibrio. Cuando terminó la pieza emocionada abrió los ojos y tuvo que suspirar para contener las emociones. Definitivamente lo echaba de menos...

- Bueno... Espero no haberla estropeado...- dije recolocándome el vestido y el pelo de nuevo.

Cuando aplaudió hice una reverencia mil veces ensayada señalando el piano. En las artes escénicas es complicado intentar mostrar la modestia de los artistas, y en las piezas musicales una señal mínima era esa, como indicarle a la orquesta de un musical que se levante y salude. Era una manera de decir "No soy el importante aunque me hayas estado viendo a mí".

Mientras actuaba sólo pensaba en hacerlo, en que los movimientos tuvieran gracia, en estar en armonía con la música. Pero en un segundo plano tenía la responsabilidad de a quién pertenecía la pieza, así que sentí un gran alivio. Sin duda era importante para él y cuando me dijo que su madre hubiera estado orgullosa no pude evitar sentir una pizca de honor dentro de mí. Sentía que ella vería a su hijo tocar su herencia y que yo debía hacerla bailar conmigo...y así lo sentí.

-No eres el primero que me lo dice... Pero no creo que tenga realmente ese talento. Lo vivo, porque lo vivo de verdad. Y me siento realmente yo en escena pero...- dije con una sonrisa tristona - Bueno. Supongo que será ese sueño constante para mí. Todos tenemos esa esperanza inagotable hasta el día en el que ya no estemos. Supongo que esta será mi espinita.- dije de nuevo estableciendo el contacto visual.

-Oye me...ha gustado mucho. Cuando actúo con alguien establezco un vínculo muy importante con esa persona y... Me he sentido muy bien. Eres un músico magnífico e increíble. Es increíblemente fácil sentirse cómoda a tu lado.- dije mirando el espacio donde había estado bailando.

Sonreí por dentro y por fuera cuando saludó al "público". Tal y como le estaba conociendo me caía genial. Lo que me pilló por sorpresa fue lo que dijo después de eso... No estaba acostumbrada del todo a los cumplidos esporádicos. Sabía sobrellevarlos de fiesta, cuando salía a buscar compañía una noche, cuando los recibía de alguien con quien tenía mucha confianza... Pero aun y después de estar con Plana y acostumbrarme a las cosas bonitas, era algo que me costaba asimilar.

Así que cuando recibí esa retahíla de sinceridad me quedé sonrojada y buscando la franqueza en su rostro - Wow..esto... Gracias, supongo... Pero no imagino mi vida lejos de aquí y...- sacudí la cabeza. Era lo que siempre había querido pero... La mansión, los poderes...Definitivamente era una mala idea. - Gracias, de verdad, pero me temo que este es y será mi sitio - y sin más lo dejé estar.

Entonces me explicó cosas de él. Miré su rostro mientras lo contaba y luego de nuevo su ojo brillar. No sé muy bien por qué, pero me sentaba bien hacer que su ojo brillase resplandeciente. - Así que cuando yo digo que sólo soy yo me lo tengo que comer con patatas y cuando los medios dicen que eres increíble, exageran... Ajá..- dije con media sonrisa y una ceja arqueada. Me acerqué a él y apoyé mi mano sobre su brazo. - No sé qué tipo de vida has llevado que te ha traído aquí pero...tal vez deberías apreciarte más, disfrutar el momento y dejar de planear el resto de tu vida. ¿Estás bien ahora? Es lo que importa, disfrútalo.- era lo que había aprendido a base de vivir con esos trompicones y cambios con los que la vida maravillosamente me había castigado.

El pelo se me echó de nuevo encima y con una mano lo retiré hacia atrás, haciendo que poco a poco cayese hacia los lados de nuevo - Hablando del momento... Tengo hambre y había pensado en ir a comprar algo a la cafetería, ¿Quieres algo?- dije señalando a la puerta.

Aun así insistió...¿De verdad daba tan buena impresión? La mente se me fue por un momento a volar libre pensando en mi etapa en el circo. Tal vez tuviese razón...Tal vez de verdad se me diese bien, y era algo que disfrutaba más que cualquier cosa en el mundo. Y en el circo supe que era a lo que me quería dedicar el resto de mi vida...

Me quedé lo que a mí me pareció una eternidad pensando y reflexionando sobre ello, hasta que extendió su tarjeta y la agarré entre el índice y el pulgar, mirando su transparencia. - ¡Qué bonita!- dije viéndola por todas partes, de ambos dorsos, observando que el teléfono venía bien. La guardé en mi mochila de cuero negro antes de cargármela a los hombros camino a la cafetería. Entonces mientras le miraba, por primera vez en la conversación, me pareció que hablaba él, y no esa fachada hiper respetuosa y educada que trataba de usted y ponía de preferentes a los demás. Lo dejé estar hasta que me abrió la puerta y salimos. Pero antes de arrancar, mientras él cerraba la puerta me quedé quieta y esperando a que me mirase.
Cuando lo hizo, puse mis dedos índices uno en cada una de sus comisuras y estiré a los lados para hacerle una sonrisa de mentira que me hizo reír a mí también de lo absurdo que era. - Jajajajaja, perdona... -dije suspirando- Todos tenemos un pasado algo complicado por aquí... Y el presente no es mucho más fácil. Precisamente por eso debemos aprovechar el momento. ¿Hace cuánto no eres espontáneo sin pensar consecuencia?- dije mientras caminábamos a la cafetería y a su preciosa cristalera, aunque en esas fechas no entraría mucha luz del sol.

Verle sonreír de verdad fue divertido, me hizo sentir bien. Era como si de verdad dejase atrás eso y simplemente fuese él. Ese era Ancel de verdad, en esencia, para mí. Y se me ocurrió que podía sacarle a relucir un poco más.


Primero correspondí a sus gestos de ternura con una sornisa y mirada tiernas - No tiene importancia, y lo sé. Cuando vives de cierta manera te acostumbras a pensar que todo lo peor va a pasar cuando menos te lo esperes. Te entiendo, y no me lo agradezcas - la verdad, no me esperaba comportarme así con nadie desde lo de Dalae... Pero aquel chico, después de la actuación conjunta, había establecido un vínculo conmigo y me había hecho sentir realmente bien, sentí en parte como si le estuviese devolviendo el favor.

- ¿De verdad tanto tiempo? Pues lo siento por ti, te ha tocado la zumbada de la mansión...¿Qué quieres hacer después de comer? Lo que más te apetezca dentro de lo físicamente posible. No vale pensarse la respuesta más de cinco segundos.Cinco, cuatro...- dije alzando la palma abierta para ir cerrando los dedos de uno en uno a medida que pasaba el tiempo. ¿Sería capaz de responder? ¿Lo haría sinceramente?
Llegamos a la cafetería justo cuando empecé la cuenta atrás. Esperé a terminar esta parte de la conversación antes de pedirme ese sandwich de queso y pollo que tanto me apetecía. Yo estaba sonriente, quería que lo disfrutase, no que se lo tomase como un acto de presión injustificada. Al fin y al cabo nos acabábamos de conocer.

Me sorprendió que respondiese con tanta facilidad. La gente tan preconcebida mentalmente solía tener problemas cuando les planteabas una situación en la que una decisión suya  tenía trascendencia. Sin embargo contestó sin inmutarse, tal vez era lo que necesitaba o le hubiese estado dando vueltas. Cuando dijo que quería jugar mi rostro fue como cuando tu amigo del instituto te decía que tenía pelota nueva. Significaba divertirse, hacer el idiota y despejar la mente. Así que esperé nerviosa a que ese momento llegase mientras buscaba mesa con la mirada.

-¡No puedo disimular que no he oído eso! ¡PECADO MORTAL!- coloqué ambas manos apuntándole como si fueran una pistola -¡Policía de la humanidad, detenga sus sentimientos y no abriremos fuego!- dije forzando un gesto de seriedad sobreactuado para acto seguido echarme a reír. - Venga ya, es normal... Aunque si te soy sincera la comida de esta cafetería es la que más hecho de menos- dije pensando con una sonrisa en mi pasado recién descubierto. Al fin y al cabo esta mansión era mi madre y a la vez mi abuela.

Miré el triste sandwich en comparación al plato que se había pedido él y finalmente agarré una bandeja imitando su ración, aparte del sandwich, comía más de lo habitual para la reserva de mis poderes. Al fin y al cabo si necesitaba usar sus poderes de fuego la comida que ingería no era ignífuga, y necesitaba asegurarse de obtener nutrientes suficientes siempre. Apoyé la bandeja recibiendo el aroma que tanto me hacía salivar. Agarré un coletero que llevaba en la muñeca y me hice una trenza rápida hacia un lado para que el pelo no me estorbase mientras comía. - Desde luego, no me arrepiento de haberlo propuesto.- dije mientras cortaba el pollo. - Oh, espera - dije levantándome para ir a coger dos vasos de plástico y una jarra de agua. Al volver y soltar las cosas me senté y probé el plato. Definitivamente nada como este sitio.

Tragué con calma saboreando el manjar y luego miré esos ojos dispares. - ¿Puedo hacerte una pregunta? Si te incomoda o te molesta o simplemente no quieres hablar de ello no contestes - dije dándole un trago a mi vaso. - ¿Cómo es tener abuela?- dije con más rostro de curiosidad que de dolor. Había oído a los chicos en la mansión mientras ella era alumna hablar de sus abuelas, de sus padres... Pero yo siempre me había mantenido al margen con una sonrisa de repuesto bien colocada. Tenía verdadera curiosidad y puede que a él no le importase calmarla.

Después de la coña de la policía que agradecí que siguiera, le guiñé un ojo cuando me agradeció lo del agua y tragué mientras escuchaba. A mi corazón asaltaron nuevas dudas. Tener abuela era lo mismo que tener madre... una segunda madre. Cerré los ojos un instante e intenté rebuscar en la parte de pasado que ahora sí conocía, evidentemente inútilmente. La mirada se me turbó perdiendo la vista en la veta de madera de la mesa sobre la que estábamos comiendo. Él también parecía triste... supongo que siempre lo es perder a la gente que amas.

- Y... ¿Cómo es tener madre?- pregunté cogiendo con el tenedor otro pedazo de pollo sin mirar cual y metiéndomelo a la boca.

No sabría qué respuesta esperar, ni cómo le afectaría a él sacar el tema. Tampoco quería dejarse influenciar por su explicación, ya que se basaría en su experiencia personal. Si hubiese una definición general de lo que se siente al pensar en una madre, la habría aprendido. Pero tampoco quería llevarme una sensación maravillosa, y menos ahora sabiendo que no la conocería nunca.

Le miraba atenta y con el rostro apoyado sobre un puño, como quien escucha hablar a su enamorado. Estaba dispuesta a escuchar experiencias, vivencias, frases memorables... Y me decepcioné. Mezcla de que no había historias ni anécdotas. No había descripción física de sus abuelos ni frases que recordar. No había lecciones de vida. De hecho tuve la sensación de que ese tema le incomodaba bastante. Por lo menos le ponía triste y era mejor no entrar.

- Yo nunca he tenido padres, ni abuelos... Y no creo que sea mejor así. Preferiría tener unos padres horribles de los que poder distanciarme a la incertidumbre.- dije mirándole a él. No se merecía estar así, y tampoco le di muchas vueltas, no me interesaba abrir el cajón ahora, no con todo tan reciente... Sonreí automáticamente.

- No me deprimes, de hecho te pregunté yo... Pero no tiene importancia. Hay cosas que es mejor no tocar y lo entiendo.- dije comiendo y mirando distraídamente a la cristalera.
- ¡De nuevo pregunta espontánea! ¿A qué querrías jugar? Esta vez son Treeeeeeees, Doooooo-

No pude evitar pensar en los dos segundos de recuerdo del rostro de mi madre que Lilith me ayudó a visualizar cuando tenía quince años. Definitivamente el dolor era intenso, fuerte y constante... Pero no era un tema sobre el que iniciar una competición. Estábamos hablando de dolor mutuo sobre algo que los dos añorábamos. Comprendía el dolor que sentía, y di por hecho que les había perdido hace poco.

Cuando dijo basket sonreí para mí, era mi deporte favorito en mi época del instituto.
- Me parece bien, tal vez incluso te deje ganar- comenté sonriendo, ocultando mis verdaderos sentimientos. Luego inconscientemente mientras me terminaba el plato volví a mirar triste por la cristalera. - Oye... Lo siento- dije volviendo a mirar a sus lindos ojos - Yo... No quería hacerte hablar de ello así, sólo quería solventar mi curiosidad. Y sé que siendo todo lo educado que eres me dirá que no tiene importancia y que no hay nada que perdonar. Pero necesitaba decírtelo.- dije llevándome a los labios un trago de agua y levantándome para recolocar la bandeja. - Cuando quieras - dije con una sonrisa triste que tenía intención de permanecer en mi rostro durante mucho tiempo.

Coloqué la bandeja, me limpié los labios con una servilleta de papel y me estiré agarrándome las manos y llevándolas al techo. Necesitaba despejarme y puede que el deporte me sentase bien. -Luego si quieres puedo enseñarte a hacer ranas en el lago. Bueno, no sé si sabes hacerlo, pero me apetece mucho. - dije recordando cuántas veces me había quedado pensativa cuando era una alumna mientras hacía rebotar las piedras sobre la superficie. Con esa imagen empecé a darle la espalda camino a la puerta.

Cuando estaba más animada levanté una ceja y dibujé media sonrisa a modo de gesto de reto cuando aseguró que no sería fácil. mi lado competitivo empezaba a agitarse demasiado. Respiré hondo, no era bueno que me viera tan afectada directamente, pero de nuevo el comentario tentador.

- Sí, me refiero a eso, es mas fácil de lo que parece. Y lo de la cancha...bueno.. Ten en cuenta que vas en traje. ¿Tienes una camiseta o algo así? No te será cómodo tirar- dije aparentando preocupación. Me habían enseñado a ser analítica, a fijarme en las ventajas y las desventajas, pero a la larga era su decisión. Me daría una ventaja que no necesitaría.

Así que salimos camino a la cancha directamente. Solté el bolso junto al carro de los balones y empecé a buscar uno que estuviese bien inflado, agarrándolo con ambas manos y oprimiendo con las palmas fuerte en sentidos opuestos. Dejé el primero que cogí y agarré el segundo, haciendo lo mismo y botándolo un par de veces. Tenía bien el dibujo y la textura, y estaba en el punto perfecto. Un par de botes firmes que volvieron rápido a mi mano y le puse a prueba con un pase potente al pecho cuando no estaba mirando. Mientras aproveché para soltarme la trenza y hacérmela de nuevo, más firme y menos de andar por casa. Bien, ¿Normas? Canastas me parece un poco aburrido, ¿Qué tal un partido de dos?- dije terminando de enlazar el coletero alrededor de los mechones. Me apreté el vestido todo lo que pude dentro de la comodidad para poder moverme mejor, me apreté también las botas y esperé con las manos en las caderas a que me diese una respuesta.

Me quedé totalmente atónita y con la boca algo abierta cuando cambió todo su aspecto con un simple movimiento de la batuta.

- ¡Qué práctico! - dije mirando cómo se terminaba de acoplar la ropa a su cuerpo, perfectamente tallada.

Una vez ya en el campo, le contemplé hacer todos esos movimientos de basket de tipo chulo y duro que se las da de profesional. Le miré con una ceja levantada y media sonrisa cargando todo el peso de mi cuerpo sobre una pierna y con los brazos cruzados. -Tranquilo, Jordan, que es un amistoso...- dije con una sonrisa ahora completa y volví a recibir el balón, volviéndolo a acoplar en mi cadera. - No se me ocurre nada aparte de juego limpio... Y si te da igual el campo, me quedo con este- dije señalando con el pulgar el que tenía más cerca, siendo ese el motivo principal por el que lo escogía.

Empecé a botar el balón pensando en qué tal se le daría mientras observaba su cuerpo. En el circo aprendes a buscar fichajes analizando el cuerpo que tiene otra gente. Si es delgada y con pocas curvas seguramente sea gimnasta, si es un hombre grande pero no muy bien definido es forzudo, si es puramente atlético seguramente fuese equilibrista... Y él tenía un cuerpo particularmente peculiar. Miré su cuerpo de arriba a abajo intentando hacerlo lo más sutil y pensé sobre la experiencia que tenía. Parecía un deportista bien curtido, con experiencia, pero no parecía que fuese de un grupo característico de un tipo de deporte. ¿Qué tal se le daría este?

Sonreí con sinceridad. - Al mejor de quince me parece bien- dije sonriendo ahora divertida, como una niña que compite en su deporte preferido. Hacía tiempo que no jugaba a nada por diversión... Y tal vez fuese un buen momento para intentar distraerse pasándolo bien y dejar de pensar en todo lo de Dalae y en mi pasado. Sí.. creo que simplemente no tenía el ánimo como para competir.

- ¡Vale, tiros libres! - dije sonando notablemente más decaída pero aun así enérgica. Una vez empezaba a pensar en ello me costaba mucho parar y necesitaría relajarme. Ya que tenía yo el balón me coloqué en la línea de tiro de mi canasta, que era la más cercana y me puse en posición. Piernas separadas, brazo diestro con un ángulo de noventa grados hacia arriba, el balón descansando en la palma y la otra mano de apoyo. Me incliné sobre mis rodillas un par de veces para balancear peso y equilibrarme bien, clavé la vista bajo el balón, mirando la red y tiré. Canasta limpia. Me acerqué a cogerlo para colocarme de nuevo en posición.

¿Y si todo lo que me contaron era cierto? Encajaba todo tan bien en mi vida... y el lobo sonaba tan dolorosamente verídico... Podía ir a Asgard, intentar hacer que parasen mi persecución, hablar con mi ...hermanastra.

Mis ojos hicieron un gesto de dolor al pensar en ella y en todo eso. Intenté disuadirlo haciendo un tiro, mucho más desastroso y menos premeditado. Botó contra el tablero y ni tocó el aro, volviendo directamente a mis manos. Miré el balón por un segundo, perdiéndome en las motas rugosas para evitar pensar más en ello y repetí el primer tiro de nuevo, con la misma metodología para meter la tercera canasta.
Me retiré dando un paso al lado, saliendo del círculo y dejé mi brazo extendido con el balón en la palma de mi mano, cediéndoselo.

- Bueno, 1-0-1 . Suerte- le dije sonriendo mientras le miraba a los ojos. Por favor... No te centres en que estoy mal, distráeme.

OOC: Si no estás conforme ya sabes, como siempre me dices y cambio lo que haga falta.


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Miré atentamente su postura, intentando concentrarme en la técnica y cómo la ejecutaba para evadir mis pensamientos sobre mi ... hermana.
Me retiré apoyando todo mi peso en una pierna y manteniendo los brazos cruzados hasta que llegó el momento de jugar. El primer tiro me lo perdí por estar ausente, pero vi cómo la pelota caía entre la red. Le miré y sonreí amable, admitiendo el buen tanto. En el segundo pareció torcer un poco más el tiro increíblemente limpio que había hecho al principio, y con el tercero me pilló completamente desprevenida. Había vuelto a quedarme absorta en mis pensamientos, aunque no había dejado de mirarle y levanté ambas cejas a modo de sorpresa cuando vi un movimiento tan violento por su parte. La bola entró, pero me concentré en acercarme e intentar pillarle al buelo. Cosa que no conseguí. Cuando cayó puse cara de dolor y reprimí una risa que se contuvo en mi garganta, aunque me hizo ensanchar los labios en una sonrisa. No era cuestión sólo de mi distracción y de que mi estado de ánimo no era el mejor. Era una falta de respeto enorme reírse de la humillación ajena y aunque había sido una caída sin más, no me pareció el momento y contuve la carcajada con todas mis fuerzas.

- ¿Estás bien?- dije acercándome y ofreciéndole la palma de mi mano para ayudarle a levantarse, tirando con fuerza de él. Levanté una ceja inconsciente -Jajajaja, sí... Supongo que sales tú- Le solté la mano y me alejé poniéndome en el lado de mi campo, en el centro. Preparando mi postura para reaccionar rápido al avance rápido que seguramente hiciese. Tenía pinta de ir a por lo que quería, y me iba a tener de por medio constantemente. No tenía pensado dejar de ser un obstáculo entre él y mi canasta así que durante todo el partido improvisado permanecí constante, insistente y enérgica. Definitivamente necesitaba algo así. Mi rostro era fiero, de concentración total y esfuerzo. Era una mezcla de energía y fuerza salvajes, pero mi rostro decía que sabía lo que hacía.

Avance rápido, como suponía. Me movía constantemente pegada a él, los tiros que metió los metió por hábil y no por suerte, además la resistencia y el entrenamiento se hacían patentes en su cuerpo. Ambos jadeábamos, y estábamos cansados y con la respiración acelerada. Lo único que me estorbó fue llevar vestido aquel día... De no llevarlo le estaría dando una paliza.

Le miré a los ojos. - Bueno... tú tampoco eres fácil...- y le sonreí entornando los ojos, sin perder esas ganas, fiereza ni voluntad en ganar. El partido fue una lucha constante de espíritus y voluntades. Se puede conocer a una persona más de lo que parece cuando bailas o practicas deporte con ella. Le veía botar con decisión y correr hacia mi campo con ganas. La última canasta. Entonces vi el hueco. A la mierda el vestido, a la mierda las bragas y a la mierda todo. Tengo que ganar esto.

Avancé directa viendo cómo botaba constantemente, siempre dejaba ese pequeño hueco libre y avancé corriendo, metiendo la mano sin tocarle por ese hueco, haciendo que la pelota saliera disparada al lado contrario a donde estaba yo, pero le bordeé y corrí veloz hacia la pelota que ahora estaba abandonada. La voté con fuerza y corrí con todas las ganas del mundo hacia la canasta. Miré hacia atrás, donde estaba él con una sonrisa justo antes de saltar, metiéndola limpia y quedándome colgando del aro, haciendo fuerza con las piernas para, al soltarme, caer bien. ¿Que se me había visto todo? Muy probable. ¿Que había ganado y merecía la pena? También.

Caí sobre mis pies recogiendo la pelota y colocándomela entre el antebrazo y la cadera, extendiéndole la mano libre. -Buen partido- dije sonriendo y jadeando. Noté que estaba con la piel cálida y que sudaba. Siempre pensé que eso de sudar debía ser muy incómodo, estar pringado de ese olor por cada esfuerzo físico... Con la caricia de su mano le regulé la temperatura para que no estuviera tan sofocado. - ¿Mejor?- dije con una sonrisa. -Ven, te acompaño a los vestuarios- dije dejando la canasta en el carrito y conduciéndole hasta los vestuarios del profesorado.

Parecía alterado, tenso, y evitaba el contacto visual conmigo. ¿Tan mal perder tenía? Tal vez hubiese dicho algo que le haya molestado... -Oye, ¿estás bien?- comenté con un toque de preocupación muy suave - Vamos, sólo ha sido un amistoso- y le di un codazo leve a modo de empatía, colegueo y amistad, para intentar relajar un poco el ambiente.

Caminé poco a poco hasta la zona de vestuarios, ya dentro de la mansión. Le llevé a los vestuarios masculinos del profesorado y equipo que no fuesen los alumnos. - Es aquí. Tienes dentro todo lo que necesites... No sé si te habrás duchado ya aquí o si tienes habitación asignada o... Pero ten cuidado con la tercera ducha de la izquierda, no está bien equilibrada y saca el agua dos grados más fría de lo que debería- le dije sonriendo, intentando quedar ya no encantadora, pero por lo menos agradable. Crear en él esa sensación de hogar que sentía yo al venir aquí. -Espero que estés cómodo aquí... Es un sitio único.- Entonces noté la vibración en el bolsillo interior de la mochila, haciendo que me la quitase al momento y rebuscando por todas partes el teléfono. - ¿Si? Ah.. Sí sí, ya voy, llego en media hora como máximo...- me retiré el teléfono de la boca, tapándolo con la otra mano, mirándole con atención mientras me alejaba - Oye, ha sido un gusto conocerte, nos veremos por aquí otra vez, tengo que marcharme corriendo, ¡que tengas buena ducha!- y eché a la carrera buscando las llaves del coche mientras atendía la llamada de Elsa. Putos repartidores incompetentes.