Prueba de rol: Pepper Potts

La luz procedente de la fina hendidura que unía ambas puertas del ascensor fue indicador suficiente de que este cumplía con su cometido. En un intento por desviar la atención de mi errática respiración, me obcequé en librar una batalla encarnizada con los opresivos botones de mis mangas, hasta que finalmente, uno de ellos cedió perdiéndose en la inmensidad de un suelo moteado. No pude evitar suspirar ante aquella situación, ya que todo parecía haberse vuelto en mi contra durante la última semana. Me apoyé en el quicio de una de las puertas automáticas en el momento que se abrió, lo que me llevo a sentir con mayor intensidad aquella sensación claustrofóbica que oprimía la boca de mi estómago amenazando con un llanto que jamás llegaría. -¿Tony?-pregunté en un ínfimo susurro que rebotó contra las paredes desnudas del garaje propagándose como la pólvora. La falta de una respuesta me llevó a liberar todo el aire retenido en mis pulmones con una profunda exhalación. Después de aquella discusión sobre la reinclusión de la división armamentística en Industrias Stark había regresado a mi apartamento dejándole solo con sus adorados juguetes, razón por la cual le había rezado a todos los dioses para no tener un encuentro forzado e incómodo. De camino al escritorio, tuve que evitar que mis tacones entraran en contacto con las manchas de aceite que adornaban el pavimento y con el puñado de tornillos desperdigados por doquier. Deposité unos documentos procedentes de Industrias Stark sobre la superficie metálica, el primero de ellos adornado con uno de mis característicos Post-it.

Releí el contenido del pequeño papel amarillo en silencio, mientras mordisqueaba la uña de mi dedo meñique, un molesto vicio que creí haber erradicado en la adolescencia. ¿A eso se había reducido nuestra relación? ¿Una nota protocolaria?. Extraje la estilizada pluma estilográfica de mi bolso dispuesta a completar el espacio disponible.

Asentí satisfecha al contemplar la nota en su totalidad. Aunque la caligrafía de la segunda intervención distará considerablemente de mi esbelta letra de ejecutiva, dado que la desesperación parecía estar presente en cada trazo, había dejado de ser un escrito de uso tópico que le habría dejado cualquier otro empleado sobre la mesa. Hice el mismo recorrido dirección al ascensor, no sin antes depositar una lánguida mirada sobre las brillantes armaduras dispuestas en línea recta. –Adiós…-le susurré al Mark XLV, ya que este parecía una extensión de su propio cuerpo. –Adiós, señorita Potts. Procure conducir con cuidado-me aconsejó Jarvis logrando que me sobresaltara. -¡Jarvis, me has dado un susto de muerte!-protesté con la mano sobre el pecho. –Lo lamento, Señorita Potts. Pensé que se estaba despidiendo de mi…-musitó con lo que parecía ser un tono alicaído hasta para una máquina, o tal vez, sólo era mi imaginación.